ID de la obra: 1006

Una cita fabulosa

Het
Traducción
G
Finalizada
1
traductor
Autor original:
Historia original:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
7 páginas, 3.716 palabras, 1 capítulo
Descripción:
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Capítulo único

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Harry miró a Hermione con atención. Luego, más de cerca. Entrecerró los ojos, se tapó un ojo y dio un paso atrás, mirándola de pies a cabeza. Cerró los ojos, se los frotó, los abrió y volvió a fijar su mirada en ella. En ese momento, Hermione debió darse cuenta de que ya estaba bromeando y cruzó los brazos sobre el pecho. —¡Hablo en serio, Harry! —Entiendo. Quiero decir, ya veo. Y lo vio. No estaba seguro de creer lo que veía, pero lo hizo. De pie frente a él estaba Hermione, era definitivamente Hermione, pero también era sin duda un chico. Con bigote, dientes como los que tenía Hermione antes de cuarto año y un pecho plano. Hermione se estremeció… No. Negó. No. —¿Qué te parece el nombre “Herman”? —¡Harry! —No, no, ese nombre ya está ocupado. No puedes ser Harry. Harry soy yo. —La mirada de Hermione se volvió asesina. —Si no te gusta “Herman”, esta bien. —Dijo Harry apresuradamente. Hermione suspiró. Es decir, él suspiró. —Sé que esto es un gran shock para ti, —Comenzó con la típica entonación de Hermione. —pero también para mí, por cierto. No es así como esperaba pasar el día. “¡Yo tampoco!” Pensó Harry, pero no lo dijo en voz alta para no molestar a Hermione. Sabía que no era fácil para ella aceptar sus sentimientos por él, y el hecho de que hubiera aceptado esta cita ya era un enorme regalo del destino. Un regalo con sorpresa al parecer. —No te preocupes. —Dijo. —¿Has descubierto lo que realmente pasó? Hermione arrugó la nariz. —No estoy muy… seguro. Cuando desperté mi cuerpo ya estaba así. Creo que estaba soñando con algo, pero… —Levantó las manos. —Solo puede ser magia, ¿No?, ¿Hechizo o poción? —¡Por supuesto que es magia, Harry! (Oh, ese tono. No había dudado de que fuera Hermione, pero ahora… había dejado de dudar en absoluto). —Así que alguien te hizo esto a propósito. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué? Oh, espera, ¿No has sido rociado con algún brebaje por Neville últimamente? Tal vez sea algo… Harry era consciente de que estaba diciendo tonterías y sus intentos de construir un hilo de pensamientos lógicos claramente no impresionó a Hermione. Pero tampoco pudo evitarlo: Las palabras salían a borbotones de su boca y su mente era un completo caos. Recientemente se había dado cuenta de que sentía algo fuerte, constante e inusual por Hermione, sentía el peso de este nuevo sentimiento en cada conversación con ella y no sabía qué hacer, ¿Probar suerte y arriesgar su amistad con ella y Ron?, ¿Callar, olvidar y sufrir, estar cerca de ella y no permitirse ni un solo movimiento o palabra innecesaria? Ella tomó el asunto en sus manos y con una audacia que Harry sólo podía envidiar dijo: “Harry, creo que algo ha cambiado”, y ahora se suponía que debían ir a Hogsmeade solos (¡Solo ellos dos!), y su corazón latía con fuerza en su garganta al salir de la habitación de los chicos esta mañana, sabía que hoy iba a besarla… Y luego, habló suavemente detrás de la puerta cerrada: “Harry, algo ha cambiado”, y el mundo entero se puso patas arriba. Pero definitivamente era ella. Solo que por alguna razón en forma masculina. —No, Neville no me roció con nada, no toqué ningún experimento de los gemelos… —Hizo una pausa dolorosa. —George y, de todos modos, sabes que sólo regresé a Hogwarts para terminar mis estudios, así que he decidido no volver a involucrarme en nada sospechoso. —¡Pero algo sucedió! —Dijo impotente. —Y para arreglarlo necesitas saber qué hacer. Hermione sonrió. —Ya sabes, uno esperaría eso. Bueno, no exactamente eso, pero algo así. —¿Quieres decir que algo nos pasa todo el tiempo? —Cuando finalmente nos graduemos, Hogwarts probablemente tendrá una vida tranquila. —Intercambiaron sonrisas y en ese momento, Harry pensó que todo seguro estaría bien. —¡No te preocupes, Hermione! Hemos derrotado a Voldemort. Saldremos de esto de alguna manera. Le tendió su mano y Hermione, después de un momento de vacilación, la aceptó y entrelazo sus dedos. Y así se quedaron, tomados de la mano y mirándose el uno al otro. —¿Vamos a descubrir los misterios del universo o vamos primero a esta cita? —Preguntó Harry, sintiendo un impulso de valor. Hermione parpadeó y su mirada, que acababa de estar llena de ternura, volvió a su concentración habitual. —¿O tal vez ambos? Para su sorpresa, Harry se dio cuenta de que estaba casi listo para esa respuesta. Todo lo que habían hecho durante siete años era desvelar algunos secretos y, a veces, pasar un buen rato mientras lo hacían, ¿Este caso debería ser una excepción? Era fácil de decir, pero no tenía idea de qué hacer. Por primera vez, tener una cita parecía una tarea más simple que resolver algo o pelearse con alguien. Harry resopló y Hermione lo miró curiosa. Al darse cuenta de que no había dado ninguna respuesta, Harry se apresuró a hablar para que no pensara que algo andaba mal: —Acabo de recordar como en mi cuarto año parecía más fácil luchar contra un Colacuerno que invitar a una chica al baile. —Ni el dragón ni la chica te amenazan ahora. —Comentó Hermione con cierta tristeza. Harry tarde se dio cuenta de que, desde que Hermione se lo mostró y lo arrastró rápidamente fuera de la torre de Gryffindor, no había intentado convencerla de que nada había cambiado entre ellos. —¡Y estoy bien con eso! Era extraño para él, por supuesto. Pero sabía que Hermione estaba con él, que se preocupaba más por ella que por nadie, y el resto... Bueno, probablemente era importante, pero de hecho… Derrotó a Voldemort. Retirarse ahora sería el colmo de la estupidez y la cobardía, y también sería injusto para Hermione, ¡No era culpa de ella que fuera un hombre! Pero Hermione claramente tenía dudas. Se tomaron de la mano, pero eso no fue suficiente. Decidido, Harry se giró por completo hacia Hermione. —Esta bien, no en el sentido de ser un dragón o una chica, sino en el sentido de que no seas una chica. Quiero decir, supongo que ese tipo de cambios de la nada da bastante miedo, porque no lo entiendo, pero para mí… —Hermione se rio y Harry trató de ordenar sus pensamientos. —¡Me gustas de cualquier manera!, ¡Cualquiera! Se escuchó una tos detrás y Harry y Hermione dieron un respingo. Harry apretó su mano con más fuerza, tratando de buscar a tientas su varita con la otra y sólo unos segundos después, se dio cuenta de que el retrato de un anciano los estaba mirando. —Respeto tu entusiasmo joven, pero ¿No puedes bajar la voz? Incluso si asumes que otros, habiéndote escuchado hablar de tus… predilecciones, no dirán nada, aún debe comportarse en un lugar público. Harry lo miró fijamente y el caballero movió su bigote con disgusto. —Lo tendremos en cuenta. —Dijo Hermione y tiró del brazo de Harry. —Escucha, —agregó mientras caminaba. —Me alegro de que digas eso, pero no… —Es verdad, Hermione y lo resolveremos, ¿Estás lista para mostrarte a McGonagall? Tal vez deberían haber comenzado en la enfermería, pero Harry tenía más fe en la profesora. Era probable que la transfiguración, la transformación y todos los demás cambios sean lo suyo. En cualquier caso, seguro que tendría alguna pista. Sí, casi le da un ataque primero al ver a Hermione, pero Harry no tenía duda de que McGoganall era de espíritu fuerte. Y por una buena razón: Se quedó en silencio por un rato y luego comenzó a hacerle preguntas a Hermione, incluso las mismas que Harry le hizo, pero Hermione no pudo decir nada definitivo. No, el día de ayer había transcurrido con total normalidad. Sí, él/ella estaba de un humor normal y nada se sentía extraño. (Al escuchar estas palabras, se giró ligeramente y le lanzó una mirada casi de advertencia a Harry, como si pensara que fuera a gritar: “¡Pero decidimos intentarlo ayer!”) —No hay pociones extrañas y tampoco parece que haya comido o bebido nada nuevo. —Terminó Hermione con bastante impotencia. —¿Cree que Hermione ha sido hechizada profesora? —Preguntó Harry con inquietud. —Supongo que sí, Potter. —Dijo McGonagall mirándolo por encima de sus gafas. —Señorita… Granger, creo que debería ver al profesor Slughorn para que le dé una poción estabilizadora. No se sabe si este… hechizo afectará solo tu apariencia o si los cambios serán ya a un nivel más profundo. —¿Cuáles son los riesgos? —Harry continuó. —Sr. Potter, hasta que no sepamos qué pasó y por qué, será difícil suponer algo. Quien sabe, ¿Y si esto no es una maldición, como probablemente pienses, sino una broma de mal gusto de alguien?, ¿O simplemente un accidente? —Ese tipo de accidentes no nos pasa a nosotros, profesora. —McGonagall suspiró. —Lo sé, señor Potter, pero no saquemos conclusiones precipitadas. Los tres se dirigieron con Slughorn y al parecer, McGonagall había decidido acompañarlos, pues de no ser así, seguro ellos huirían para resolver el problema por su cuenta. (No estaba muy lejos de que fuera verdad). Durante todo el camino, ella y Hermione hablaron rápido y en voz baja, Harry escuchó al principio, esperando que algún detalle llamara su atención y todo se aclarara. Escuchó y luego se detuvo cuando pronunciaron nombres misteriosos de pociones y encantamientos, bajaban la voz y algunas veces se callaban abruptamente, obviamente no iban a incluirlo en la conversación. Menos mal que no se encontraron con nadie en el camino; Harry sabía que Hermione, a pesar de su valentía exterior, todavía estaba nerviosa y avergonzada por su apariencia actual. De repente recordó cómo ella había adquirido pelo de gato en su segundo año, y con una extraña punzada de nostalgia casi alegre, pensó que algunas cosas nunca cambian. Seguramente todos en Hogwarts respirarán aliviados cuando ellos se vayan de aquí. Y seguro que algo les pasará en el futuro. Recordó a Sirius (“¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?”), recordó a los merodeadores que decidieron convertirse en animagos y pasar tiempo con un hombre lobo, y pensó que probablemente esto era incurable. Así es el destino. Al ver a Hermione, Slughorn no pareció sorprendido en lo mas mínimo. Harry reprimió su primera punzada de sospecha (Slughorn solía ser bastante emotivo con cualquier cambio a su alrededor) y se recordó a si mismo que, como maestro de pociones, debía de haber visto muchas cosas extrañas. Aun así: No todos los días un estudiante viene a ti convertido en un chico en una noche. —No es nada, señorita Granger. —Dijo Slughorn, dándose la vuelta y rebuscando en los cajones del armario. —Siéntense, pónganse cómodos. Ahora vamos a averiguar algo sobre ti… Dime, cuando te despertaste, ¿Te diste cuenta de inmediato? Hermione lo pensó por un momento. —No lo recuerdo exactamente. —Dijo. —Probablemente no… o tal vez sí… Por alguna razón ni siquiera lo recuerdo. Tuve un sueño extraño y me desperté bastante desconcertada. —¿Qué soñaste? Hubo una pausa. —Tampoco recuerdo eso. —Dijo Hermione con seguridad, pero Harry tenía pocas dudas de que mentía. Así que había algo personal o desagradable en ese sueño que no quería compartir ahora. —Alguna tontería, supongo. Profesor, ¿Cree que el sueño podría afectar mi condición? —Si fue un sueño mágico, definitivamente sí. —¿Sueño mágico? Harry estaba a punto de preguntar de qué se trataba, cuando Slughorn cambió bruscamente de tema: —¿Te sentaste ayer en la biblioteca?, ¿Entre libros especialmente antiguos? —Sí, estaba buscando algo sobre la historia de la magia. Bueno, no específicamente sobre la historia de la magia, sino sobre la historia de la representación de la magia en las crónicas y fuentes históricas. Ya sabe, todos esos cuentos muggles, leyendas, folclore, no surgieron de la nada, pero ¿Cuál es la probabilidad de que detrás de esta o aquella historia haya un caso real de un encuentro muggle con un mago? —Hermione habló inesperadamente rápido y de forma sospechosa, probablemente queriendo alejar la conversación de los sueños. —Tiene una amplia gama de intereses, señorita Granger. —Slughorn comenzó a hacer sonar los frascos, y detrás de él el caldero se elevó en el aire y se puso en llamas. —Voy a hacer conexiones entre muggles y magos, y quiero saber más sobre cómo solían ser las cosas. Pero la historia de los cuentos de hadas es sólo eso, ya sabe… para el tiempo libre. —¿Había algo sobre el cambio de identidad en estas historias, señorita Granger? —McGonagall preguntó de repente, inclinándose hacia adelante. Harry la miró con interés. Pensó que Slughorn le hacía preguntas a Hermione para mantener la conversación y ayudarla a lidiar con su nerviosismo, ¿Y si había algo en sus palabras después de todo? Pero, ¿Cuentos de hadas, leyendas? A Dudley no le gustaban mucho las historias sobre magos y caballeros cuando era niño, pero a Harry le gustaba escucharlas y luego leerlas si podía llegar al libro. A medida que ambos crecieron, algunos de los libros se trasladaron al armario, pero eran para niños muy pequeños y no los entretenían tanto. Hermione debió haber sido quien adoraba todos esos grandes y pesados volúmenes con dibujos y letras bonitas. Curiosamente, ahora leyó sobre los mismos cuentos de hadas que leía cuando era niña, pero ¿Desde el punto de vista de la historia de la magia? —¿Cómo cuando los malvados hechiceros y brujas lanzaban hechizos oscuros a diestra y siniestra, y convertían a los príncipes en monstruos u objetos? —Hermione se rio entre dientes. —Había algo así, ¿Cree que tiene algo que ver con mi actual… con lo que me pasó? —No necesariamente. —Dijo McGonagall. —Pero si fuera malintencionado y alguien te estuviera vigilando, podría haber tomado los mismos libros, leerlos e… inspirarse. —Llevé todo a la torre de Gryffindor. —Dijo Hermione. —Quería leer antes de dormir para distraerme y… —No continuó. Harry sonrió, ¿Acaso Hermione estaba nerviosa antes de su reunión y había decidido tomar más libros y leer hasta hartarse para no llenarse la cabeza con pensamientos ansiosos? Sí, eso parecía. —Echemos un vistazo a ellos, ¿De acuerdo? —Sugirió McGonagall. —Mientras se prepara la poción. De repente, Hermione se sonrojó, removiéndose en su silla. —No creo que haya nada interesante ahí. —Dijo, pero sacó su varita y la agitó con una expresión de concentración en su rostro. Cuando los libros, solo dos y no particularmente gruesos, atravesaron la ventana, Hermione miró su varita con interés y dijo: —Sigue siendo igual de buena para escucharme. Harry se dio cuenta que estaba haciendo magia no verbal intencionalmente para comprobar si algo había cambiado. —Sigue siendo su varita, señorita Granger y sigue siendo usted. Una conexión tan fuerte como el de una varita con un mago es muy difícil de romper. —Dijo Slughorn. Harry casi se había olvidado de él y dio un salto de sorpresa, luego giró la cabeza. Slughorn estaba cortando un palo seco de aspecto extraño y desconocido y, probablemente al sentir la atención de Harry, le devolvió la mirada. —¿Le gustaría ayudar, señor Potter? —Sugirió. —Me temo que estropearé algo, señor. —Lo dudo mucho, muchacho. Eres, de hecho… Lo interrumpió una risa inesperada, ronca y extraña. Harry tardó un momento en darse cuenta que era McGonagall la que se reía. Había abierto el libro y tenía el dedo sobre la página, y estaba claramente sonriendo. Harry se quedó mirando, ¿Qué le interesaba tanto? No podía ver el texto y el libro no le resultaba familiar. Le lanzó una mirada de soslayo a Hermione, quien miraba a McGonagall con sorpresa y también con un ligero rubor en las mejillas. No, definitivamente había algo sospechoso en esos libros suyos. —Es bueno que haya dicho que estaba en la biblioteca, señorita Granger. —Dijo McGonagall. —Son libros antiguos que han pasado por muchas manos. Si había polvo o polen en las páginas, o los restos de un antiguo hechizo, es muy posible… Tal vez deberíamos consultar al profesor Flitwick, es más experto en esto que yo, y… —¿Y si tal vez no deberíamos, profesora? —Interrumpió Harry. A juzgar por la mirada de Hermione, definitivamente no quería que nadie mas se viera involucrado en este extraño suceso, dos profesores eran suficientes. (Además, Harry tenía mucha curiosidad por saber qué habían encontrado Hermione y McGonagall en el libro, y no quería aplazar el momento de averiguarlo). —Si usted sabe algo, entonces lo conoce, ¿Puede compartirlo con nosotros? McGonagall soltó otra risita y se volvió hacia Hermione. —Usted leyó esta historia ayer, ¿Sabe lo que puede hacer? Depende de usted, señorita Granger. Hermione le lanzó una mirada de asombro. —¿Ahora?, ¿Aquí? —¿Encontraste alguna solución? —Preguntó Slughorn, quien parecía estar tan perplejo como Harry. Y antes de que alguien pudiera responderle, Hermione se levantó con decisión, cerró el libro de golpe y se aclaró la garganta. —Harry, ¿Puedo hablar contigo? Eh, en privado. Hermione claramente no quería compartir la solución con Slughorn. Harry asintió mientras se ponía de pie y la seguía, tratando de echar un vistazo al misterioso libro a medida que avanzaban. La cubierta era oscura y gruesa, y faltaban letras o no se veían. Tal vez por eso Hermione estaba interesada, porque nada estaba claro en el libro desde el exterior. ¿Realmente había una poderosa y oscura maldición en las páginas?, ¿Y en un libro de cuentos para niños? Salieron de la oficina de Slughorn y se detuvieron en el aula vacía de pociones. Hermione pasó los dedos por el primer escritorio, delineando los oscuros rastros de poción derramada y se giró insegura hacia Harry. —¿Realmente encontraste la respuesta?, ¿Qué era? —Preguntó. Hermione respiró hondo. —Dijiste que nada había cambiado entre nosotros, ¿De verdad piensas eso? —Harry asintió. —¿En serio? —¿Qué está pasando, Hermione? —Yo… No, esto probablemente es una idea estúpida. —Hermione se giró para marcharse, pero Harry la tomó del brazo a tiempo. Tocó su muñeca, donde el pulso claramente se aceleraba bajo la piel, y la agarró suavemente con ambas manos. —Hermione. —En realidad es una tontería, Harry. McGonagall debió haber decidido jugarme una broma y no esperó que intentara comprobar… —Hermione, dime. Volvió a respirar profundamente y se humedeció los labios. La mirada de Harry se detuvo involuntariamente en ellos, hoy estaban un poco más delgados y pálidos que antes, eso o Hermione estaba demasiado nerviosa. O Harry no los recordaba bien, lo que para ser sinceros era menos probable porque llevaba mucho tiempo pensando en ellos y los miraba furtivamente. Se preguntó, ¿En qué se diferenciaría un beso con la Hermione actual de un beso con la antigua Hermione? —Lo que encontraste en el libro… ¿Hará que regreses a ser la misma? —¿Qué pasará con nosotros si no lo hago? —Dijo casi en un susurro Hermione sin mirar a Harry a los ojos. Su corazón dio un vuelco, pero Harry decidió que la demora sería terrible. En realidad, ni él mismo lo sabía, pero no podía callarse, no podía parar, no podía dejar que Hermione pensara siquiera que se había acabado, ¡Ni siquiera habían ido a esa cita! Le tocó suavemente la barbilla con una mano, obligándola a mirarlo a los ojos. —¿Qué quieres que sea? Hermione pasó su mirada por la boca de Harry y lo miró a los ojos. Eso respondía más o menos a la pregunta. Harry inclinó la cabeza y presionó suavemente sus labios con los suyos, hizo una pausa y luego rodeó la cintura de Hermione con su brazo, acercándola un poco más a él. Un segundo durante el cual su corazón latió frenéticamente en sus oídos un par de veces… Y Hermione respondió, abriendo los labios e incluso dejando escapar un gemido apenas audible que hizo caer el suelo bajo los pies de Harry. Era extraño, inusual, mágico, delicioso, y pudo sentir como Hermione se relajaba en sus brazos, presionándose más a él mientras le ponía la mano en el cuello acercándolo más y, por alguna extraña razón, más abajo también, y… Algo había cambiado. No entendió de inmediato lo que había sucedido, pero escuchó un clic o un golpe y pensó al principio que eran los profesores abriendo la puerta del aula. Se echó hacia atrás sin retirar las manos, y sólo abrió los ojos cuando se dio cuenta de que había conseguido cerrarlos. Y vio a Hermione. Es decir, a Hermione. La antigua, despeinada y sonriendo con ternura suavemente muy avergonzada. Harry abrió la boca sin saber lo que quería decir y la cerró sin emitir ningún sonido. Hermione rio con una voz suave y aguda, la de siempre. ¿Estaba de vuelta? —Espera, espera. —Logró decir Harry. —¿Ese era el truco?, ¿Un beso? —Hermione asintió. —¡¿Por qué no lo dijiste antes?! —No lo sabía. —Respondió ella. —¡No tenía ni idea! Harry se frotó la frente con desconcierto. —Entonces, McGonagall nos envió a… ¿Besarnos? —Hermione se cubrió la cara con las manos. —Ella no se rio por nada. —Dijo Harry, todavía aturdido. —La cabeza me da vueltas, ¿Qué tipo de libro estabas leyendo? —Te lo dije, ¡Cuentos de hadas! —Hermione vaciló y luego agitó su mano. —Historias de amor mágicas. Porque necesitaba algo que leer, necesitaba que me calmara y no me apetecía hacer los deberes, así que decidí, ya sabes, no hacer lo de siempre, sino entrar… a algo nuevo… —Hermione. —Dijo Harry con seriedad. —Sabes que me gustas tal como eres, ¿No? —No esperaba decirlo él mismo, pero ¿Y qué? No tenía nada que ocultar. —E incluso si sólo hubiéramos decidido pasar tiempo juntos, como siempre, todo iría bien. No tenía que ser algo nuevo. Somos nosotros. Hermione lo miró, lo miró de tal manera que algo dentro de Harry se revolvió, y decidió añadir: —Bueno, quiero decir, ¡Los besos también estarían bien! —Y ella se apoyó de nuevo contra él y lo besó. Y entonces la puerta del salón de clases se abrió, pero a Harry ya no le importó. Que todo el mundo lo vea. Se escuchó un jadeo, un crujido, la puerta se volvió a cerrar y entonces, por mucho que quisiera aislarse del resto del mundo y concentrarse solo en Hermione, siguió oyendo el susurro ahogado de Slughorn: —El amor es de hecho la magia más poderosa, ¡Y sin embargo el libro era sobre una rana! McGonagall pareció responder indignada: “¡Horace!”, pero Harry no le hizo caso, sino que encontró fuerzas para separarse, tomar la mano de Hermione y conducirla hacia la salida. La cita prometía ser interesante.
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