1- La reunión
19 de septiembre de 2025, 12:39
[Aviso: los personajes tendrán los nombres en inglés y las localizaciones en español, es algo raro, pero decidí hacerlo así por conveniencia, siento las molestias!]
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Hisui se estaba enfrentando a muchos cambios radicales después de lo acontecido con el chico caído del cielo, los Pokémon señoriales y "El Gran Sinnoh", que resultaron ser dos deidades diferentes.
Este hecho hizo que el clan Diamante y el clan Perla se unieran un poco más para ayudar a arreglar la situación de la fisura que se formó sobre el monte Corona, y cuando todo se solucionó, el equipo Galaxia organizó un festival llamado "Festival de la Concordia" para celebrar que todos habían contribuido por la causa y estaban más unidos que nunca.
Ambos clanes habían descubierto que no tenían motivos para discutir, pues ambos tenían razón con sus deidades, a los que ya empezaron a llamar por sus verdaderos nombres: Dialga: la deidad del tiempo, y Palkia, la deidad del espacio.
Todo se iba a mantener así, hasta que, tiempo después del festival, Rei, el chico que apareció en el antiguo Hisui, pareció conocer al verdadero creador de todo: Arceus, y esto hizo que los clanes y el equipo Galaxia se hicieran muchas más preguntas: ¿Qué se debía hacer con él? ¿Crear un nuevo clan diferente para venerar al todopoderoso Arceus? ¿O fusionar los clanes Diamante y Perla para que se venere a todas las deidades?
El equipo Galaxia propuso que se discutiera esto seriamente, pues ya no era recomendable tener dos clanes separados por si la ira de Arceus volvía a caer sobre ellos, y además tenían que mirar hacia el futuro, aunque a los jerarcas de los clanes aún les costaba saber qué hacer con respecto a esto, ya que sus tradiciones no eran las mismas y no se llevaban muy bien hasta justo antes de la aparición del viajero del espacio-tiempo.
Adaman e Irida eran dos jerarcas muy jóvenes aún, fácilmente estaban en sus 20s, y tantas cosas nuevas y cambios les resultaban muy confusos en cuanto a lo que se les había enseñado durante años al prepararlos para sus cargos, por no hablar de que siempre se notaba una gran rivalidad entre ellos, por suerte, gracias a su juventud sabrían adaptarse mejor a los nuevos tiempos y podrían hablar entre ellos para llegar a un acuerdo… ¿O tal vez no…?
Se habían estado llevando mejor a raíz de ayudar a cerrar la grieta del monte Corona y a salvar de la ira a los Pokémon señoriales, aunque no habían parado a hablarse mucho entre sí, ni siquiera en el festival, pero esto iba a cambiar.
El general Kamado, Irida y Adaman acordaron una reunión junto a los guardianes de los Pokémon señoriales para tratar el tema de los clanes, esto era de vital importancia, ya que el equipo Galaxia pretendía hacer más asentamientos como Villa Jubileo en otras partes de Hisui, y querían que en uno de ellos se asentaran todas las personas de ambos clanes, pero las opiniones diferían bastante de unos a otros.
Era el inicio de un día frío típico de esas tierras, se habían reunido los jerarcas de ambos clanes en la sede del equipo Galaxia junto a los guardianes de los pokémon señoriales, el profesor Laventon, Kamado y Cyllene. Todos ellos estaban sentados alrededor de una gran mesa rectangular, el clan Diamante en un lado y el Perla en el otro, quedando los dos frente a frente. En los extremos se encontraban el general y Cyllene, el profesor se quedó en una silla apartada, escribiendo en una agenda y atento a lo que se dijera.
—Bien... Vamos a empezar esto de forma directa y concisa.—Comenzó a hablar el general Kamado en dirección a todos.—A raíz de los recientes acontecimientos he estado pensando en proponer unificar los clanes Diamante y Perla, obviamente no es una decisión que yo deba tomar, y por eso ambos os encontráis aquí, pero quería que conocierais mi punto de vista ahora que la deidad suprema Arceus se ha manifestado y debe ser venerada también. ¿Qué me decís?
Hubo silencio durante un momento y los guardianes de ambos clanes se pusieron a cuchichear entre sí, hasta que Adaman, el jerarca del Diamante, se levantó de la silla para responder apropiadamente.
—Podría ser algo costoso unificar dos clanes ya asentados y con tradiciones con siglos de antigüedad, sin embargo, a mí me parece bien que los dos clanes se unan para venerar a las tres divinidades.—Daba su opinión el joven hombre de cabello multicolor, cruzado de brazos.
—¡No podemos unificar los clanes!—Exclamó de pronto Irida, la jerarca del clan Perla, también levantándose rápidamente de la silla, golpeando sus manos contra la mesa.—Como bien has dicho: nuestros clanes tienen siglos de antigüedad, no podemos simplemente unirlos y mezclar todo porque sí.
—No es porque sí, Irida, Arceus se ha aparecido ante nosotros, y ha dado a entender que Dialga y Palkia son sus creaciones, tenemos que hacer algo por Arceus.—Le discutió Adaman, frunciendo el ceño.—Quizá todo lo que ha pasado ha sido precisamente por olvidarle, estamos ante el verdadero creador del universo.
—Se puede hacer un clan o culto nuevo para Arceus, pero mezclar los que ya hay será un caos...
—Pero tú misma estuviste enseñándole cosas de nuestro clan a los niños del clan Diamante,—Añadía Palina, la guardiana de Arcanine, mirando hacia su amiga rubia.—solo es cosa de enseñarnos unos a otros nuestras tradiciones y costumbres.
—Una cosa es compartir nuestras tradiciones y otra muy diferente mezclar dos clanes.—Hablaba ahora la anciana Calaba, guardiana de Ursaluna.—Muchas cosas pueden ser contradictorias y surgir peleas, y yo estoy muy vieja ya para pelear por tonterías.
—Mantener los clanes separados es muy anticuado, querida.—Se metía Melli, guardián de Electrode, haciendo unos gestos afeminados al hablar, llevándose seguidamente una mano al pecho.—No tenemos por qué pelear si nos deshacemos de algunas tradiciones muy muy antiguas y absurdas.
—¿Pero qué dices? ¡No vamos a hacer eso!—Discutió Irida, enfadándose.—¿Cómo te atreves si quiera a proponer algo así? Las tradiciones hay que respetarlas, no quiero que se pierdan, es nuestra cultura, seguro que Adaman está de acuerdo conmigo en eso.
—Sí, las tradiciones se deberían mantener.—Daba la razón el mencionado a la rubia.—Mas sigo pensando que si unimos los clanes se pueden adaptar perfectamente las de ambos entre sí.
—Yo estoy de acuerdo, además tendríamos otro asentamiento menos alejado y frío.—Opinaba Ingo de repente, asintiendo.—Debemos poner rumbo a toda máquina hacia el futuro con destino a una nueva era.
—¿Qué problema tienes con nuestro asentamiento?—Se quejó Gaeric, el guardián de Avalugg, hacia su compañero.—Además ni siquiera pasas por él, siempre estás en la ladera con Sneasler.
—Precisamente no voy porque hace demasiado frío, ya de por sí estas tierras son hostiles y frías, pero el asentamiento está en el peor lugar.
—Ahí Ingo tiene razón,—Dijo Palina, viéndose algo triste.—yo tampoco paso por el campamento porque hace demasiado frío y es de muy difícil acceso, allí la gente enferma con mucha facilidad, los guardianes estamos alejados a excepción de ti, Gaeric, que pareces disfrutar el frío como Irida.
—Muy bien, y en caso de cambiar de lugar, ¿a dónde iríamos?—Preguntó la jerarca del Clan Perla, volviéndose a sentar en su silla, intentando tranquilizarse, pues no le gustaba la idea, pero debía ser más flexible, puesto a que casi todos estaban de acuerdo con la unión.
—Yo propongo la misma ladera Corona, nos queda justo a medio camino entre ambos clanes.—Propuso Adaman, pero rápidamente Melli se levantó negando.
—¡No no no! ¡Ni de broma!—Gritó exageradamente.—¡Ahí podéis molestar al señor Electrode! Son sus tierras, no se le puede perturbar, y ya bastante tengo con Ingo que está siempre diciendo cosas extrañas que no entiendo y a Sneasler gritando y cortando cosas por ahí.
—¡Eh! ¡No te metas con la señora Sneasler, también son sus tierras!—Le gritó de vuelta Ingo, levantándose violentamente de la silla.—¡Juro que haré que ella te corte y te deje la cara como las vías de un...! ¡No me acuerdo de lo que era!
—¡A eso me refería! ¡¿A qué vías se refiere?!
—¡Calma, señores!—Irrumpió Kamado, muy seriamente.—Quizá antes de hacer cualquier cosa debáis llevaros mejor entre todos... Dudo mucho que discutiendo todo el rato por cosas absurdas se llegue a ninguna parte.
—Sí, para empezar debemos respetar las tierras de los pokémon señoriales.—Contestó Irida.—Pero en el caso de asentarnos en la ladera Corona no tenemos por qué molestar a los señores Electrode y Sneasler, nuestros actuales asentamientos están también próximos a cuatro de ellos y nunca tuvimos problemas ni con Avalugg, ni con Braviary en nuestro caso, y seguramente sea igual con Ursaluna y Lliligant en el Pantanal Carmesí.
—Tsk... está bien, ¡pero no quiero cerca de Electrode ni una sola tienda de campaña!—Seguía insistiendo el hombre de pelo largo y malva.—Me tuve que aguantar con el asentamiento del equipo Galaxia porque estaban ahí para ayudar al señor Electrode, pero ni uno más.
—Eres un quejica, tarde o temprano deberán hacerse villas más grandes.—Le dijo Mai divertida, pinchándole una mejilla con el dedo índice, ya que se encontraba sentada a su lado izquierdo.—No hay que tomarse esto como algo malo, todos podemos hacer algo nuevo manteniendo las cosas importantes pero mirando hacia el futuro.
Él no dijo nada, solo puso una cara de disgusto, y algunos en la sala rieron un poco, a excepción de Irida, Calaba y el propio Melli, hasta que Irida tosió intencionalmente para volver a hablar.
—Bueno, la ladera Corona está bien, además las ruinas ayudarían a instruir a las nuevas generaciones, pero... Tengo otra pregunta muy importante: Si convertimos los dos clanes en uno... ¿Quién será el jerarca? Es evidente que no puede haber dos...
Ella miró fijamente a Adaman y los demás se quedaron en total silencio. El jerarca del clan Diamante se quedó paralizado ante la pregunta, pues no sabía qué responder, era algo sumamente importante como bien dijo Irida, y no podían tomar eso a la ligera, pues podía generar una discusión aún más fuerte.
—Pues... No lo sé.—Acabó por decir el joven adulto, también mirándola del mismo modo, pero con una ligera preocupación en su rostro.—Aún no sabemos qué haremos con los clanes, así que no sé qué hacer en ese caso, lo veremos cuando decidamos si se unirán o no.
—Esto no podrá esperar para siempre, Adaman.—Protestó Irida, manteniéndose seria.
—¿Y por qué no podéis ser jerarcas los dos?—Preguntaba Sabi, la más pequeña de todos los guardianes, que no se enteraba de gran cosa de la discusión, a pesar de ser una gran guardiana de Braviary.
—Es verdad, siendo los dos jerarcas podéis informar al otro de las tradiciones de cada clan y decidir entre ambos qué hacer.—Mencionaba Arezu, juntando sus manos alegremente.
—¿Tú has visto lo que ocurre cuando nos juntamos? No paramos de discutir.—Respondió la jerarca del clan Perla, mirando hacia otro lado, ofendida.
—Yo pensaba que ya os llevabais mejor,—Habló Iscan, que no había dicho nada en toda la reunión.—habéis estado trabajando juntos desde que aquel chico cayó de la fisura del cielo.
—Aunque ya no haya nada por lo que discutir, hay cosas que me chocan de la personalidad de Adaman, imagínate si tengo que liderar con él hasta que tengamos que decidir quién será nuestro sucesor dentro de muchos años...
—¿Ah, sí? Bueno, tampoco es muy agradable estar contigo cuando te pones así, así que tampoco me hace ilusión la idea de estar contigo liderando toda nuestra vida.—Se quejó el jerarca de cabello azul, molestándose por lo que le dijo la chica.
—Definitivamente estar juntos llevando un clan nuevo solo lo llevará al fracaso.—Ella prácticamente lo ignoró para no ponerse a insultarle allí mismo, prefirió ahorrárselo para cuando salieran.
—Y yo que creía que te ablandaste al ver aquella puesta de sol conmigo... sigues siendo como un témpano de hielo...—Adaman negó con la cabeza y suspiró, pero otros volvieron a reír en bajo.
—Uy... ¿Qué habrán hecho bajo esa puesta de sol...?—Preguntaba maliciosa Arezu, insinuando ciertas cosas.
—Nada de lo que crees, estuvieron conmigo y con Rei...—Contestó Mai, negando.—Aunque creo que la vieron ya de antes, no sé si habrá pasado algo antes entre ellos.
—¡Oye, que estamos delante!—Se quejó Irida, muy sonrojada.—¡No ha pasado nada raro entre él y yo!
—Es cierto... No sé a qué viene eso ahora, sinceramente...—Decía también Adaman, igual de rojo que la otra jerarca.
—¡Propongo ser yo el jerarca!—Exclamó repentinamente Melli, sonriente otra vez, como si nada hubiera pasado.—Soy fuerte, inteligente y guapo, podría llevar un nuevo clan al éxito.
—Cállate, hueles a skuntank.—Le contestó malamente Lian, tapándose la nariz con una mano y abanicándose con la otra para dar a entender que olía mal.
—¡Enano maleducado!
—Sabéis, será mejor ir a comer algo y luego continuar con la reunión.—Propuso el profesor Laventon, cerrando su libreta.—Con el estómago lleno uno está más tranquilo, ahora los ánimos no son los mejores, desde luego...
—Buf... Sí, está bien, vamos a comer.—Aceptó el general Kamado, llevándose una mano a la cabeza, cansado de la discusión, pues no estaba llevando a ninguna parte.
Todos asintieron y se levantaron de sus asientos dispuestos a ir a comer algo, sin embargo, Irida se había quedado pensando en lo de los jerarcas y el nuevo clan, eso le inquietaba bastante, puesto a que no quería perder su liderazgo. Había estado siempre muy ocupada desde pequeña y no quería tirar todo por la borda al unir los clanes, sentía que quizá estaba siendo algo egoísta, pero debía hablarlo con Adaman para no perder su puesto de jerarca y que todos tuvieran lo que quisieran, sabía que eso era muy difícil, por eso tenía que hablar con él.
Antes de que todos salieran de la sala, ella alcanzó al jerarca del clan Diamante y agarró su manga para detenerle.
—Adaman, debo hablar contigo, a solas.—Le avisó discretamente. Él se dio la vuelta y la miró de manera neutral.
—¿Qué quieres, Irida?—Respondió este con algo de irritación mientras los demás abandonaban la sala y les dejaban solos.—Sinceramente quiero ir a comer algo y relajarme, esto está siendo un desastre, espero que sea rápido lo que tengas que decir.
—No lo es, te aguantas, esto es algo importante que nos concierne a los dos, con tanta gente no se puede hablar tranquilo.
—Tsk... está bien, borde...—Él se sentó en una silla mirando hacia ella aburrido.
—¡Tú has empezado siendo borde, yo te hablé bien!—Protestó la rubia, frustrándose, cerrando la puerta de golpe para hablar ''tranquilamente'', y luego caminó hasta él.
—¡Empieza de una vez! ¿Qué quieres?
La de ojos azules se quedó de pie frente a él, mirándole enfadada, pero decidió contenerse un poco y empezar a hablar de lo importante.
—¡Bien...!—La joven adulta respiró profundamente.—¿Qué va a pasar con nuestros cargos? Eventualmente vamos a unir los clanes en uno, es inevitable.
—Pues cuando llegue el momento se decidirá, no sé por qué tienes tanta prisa.—Suspiró Adaman, mirándola con seriedad.—¿Para esto me has hecho perderme la comida?
—Esto es serio, a mi me preocupa perder mi puesto de jerarca, puede que a ti te importe un rábano arenero lo que pase, pero a mi sí me preocupa, perdí toda mi infancia por ser una buena líder y no he estado nada en el cargo al que me han preparado toda la vida.
Adaman al escuchar eso se sintió insultado y se levantó, mirando mal a Irida, la diferencia de alturas era bastante grande, así que él debía mirar hacia abajo para mirarla a los ojos.
—Para empezar, a mi sí me importa ser jerarca, no sé de dónde narices has sacado eso.—Se acercó a ella plantándole cara y le dio con el dedo en el pecho empujándola levemente varias veces a medida que hablaba.—Si estás frustrada no tengo la culpa, deja de acusarme de tus inseguridades. Y en cuanto a tu estúpida duda: Te dije que no lo sé, depende de lo que se haga al final. Si con pesar debo compartir el cargo contigo lo haré, no eres la única que ha sido instruida desde joven para ser jerarca, y me esfuerzo cada día para satisfacer a la gente de mi clan y ser un buen líder al igual que tú, pero que seas una ignorante y no sepas ver el esfuerzo de los demás no es mi maldito problema.
—¡¿Qué haces?! ¡No me toques, idiota!—Le gritó la rubia, un tanto asustada, empujándole en el pecho con ambas manos para apartarle, aunque supo que se lo merecía por insinuar lo que insinuó, pero era demasiado orgullosa como para reconocerlo. Sabía que él no le iba a pegar ni hacer nada, pero por su altura imponía bastante y le puso nerviosa ver cómo se levantaba de golpe.—¡No soy ninguna ignorante! ¡Y no he insinuado que no te preocupes por tu clan! Digo que parece que no te importa perder tu cargo.
—¡Por el Gran Dialga! ¡Claro que me importa!—Le respondía cada vez más alterado al ser empujado e insultado directamente, así que otra vez se acercó para tomarla por los hombros.
—¡No puedo mostrarme tan preocupado en público, a nadie le gusta un líder débil! Si pierdo la compostura si que no seré un buen líder, ¡a veces pienso que eso es lo que intentas, hacer que me vea débil discutiendo de cosas estúpidas!
—¡¿Qué dices?! ¿Para qué quiero hacer eso? ¿Insinúas que yo soy débil por preocuparme?—Ella agarró las muñecas de él, intentando que soltase sus hombros.—¡Y te he dicho que no me toques!
—¡Maldita sea! ¡A veces me dan ganas de matarte por estas cosas!—Exclamaba Adaman cada vez más frustrado, y sin pensar la empujó contra la pared, cosa que asustó aún más a la chica rubia de ojos nácar.
—¡¿Planeas matarme para ser el único jerarca?!—Irida no estaba entendiendo nada, y también se estaba poniendo más y más nerviosa.—¡No te vas a quedar con el puesto si me matas, te expulsarán de cualquier clan!
—¡No me entiendes! ¡Cada vez que tenemos que hablar es lo mismo contigo...!—Él, furioso, puso su mano en el cuello de la mujer, por encima de su collar y sin apretar.—Yo no quiero... Pero con esa porquería de actitud que tienes, ¿quién no querría matarte...?
Ahí Irida sí se sintió amenazada, aunque Adaman no estaba apretando su cuello, podía sentir que se podría descontrolar si seguía molestándole, pero por algún motivo ella continuó picándole.
—V-venga, ahógame si tienes lo que tienes que tener...—Respondió mirándole frunciendo el ceño, pero sonriendo cínica.—No tiene mérito matar a una chica delgaducha y enclenque como yo.
—¡Ya te gustaría que lo haga para que pierda todo lo que tengo!—Él acercó bastante su rostro al suyo, y apretó su cuello un poco más con la intención de asustarla y que dejara de burlarse de él.—Pero yo no soy así, ya me cuesta incluso matar pokémon para alimentarme, así que no me pongas a prueba, Irida.
—Y-yo no puse tu mano en mi cuello...—A ella le costaba un poco respirar, pero no se iba a rendir hasta que él la soltara por su cuenta, no le iba a rogar, seguía manteniéndose burlona.—Eres tú quien dijo que quería matarme...
—¡Eres una...!—Adaman apretó más aún, realmente se estaba alterando mucho, y no sabía si quiera por qué, él no era así, no quería hacerle daño a Irida, pero no se podía controlar con ella siendo así.
La muchacha rubia entrecerró los ojos, costándole respirar por el firme agarre del contrario, cuando él apretó, aún teniéndola apretada contra la pared, ella dejó salir un leve jadeo de su garganta bastante similar a un gemido de placer. Él podía notar las pulsaciones de Irida en su cuello, se había acelerado bastante, quizá estaban demasiado cerca, y la escena ya no parecía una pelea, desde luego empezó a pensar que ella disfrutaba de lo que estaba ocurriendo. Y de hecho, la joven mujer por algún motivo se estremeció y se excitó cuando Adaman la empezó a ahorcar, no pudo decirle nada más, sólo mirarle fijamente con la cara roja.
—¿N-no vas a decir nada más? ¿Te comió la lengua un sneasel?—Preguntó el joven de ojos café, mirándola a los ojos, empezando a ruborizarse y a soltarla lentamente, pensó que se pasó asustándola y le hizo daño de verdad, pero no fue el caso.
—...M-mi lengua está aquí mismo, idiota.—Irida no se pudo contener y agarró del cuello de la camisa de Adaman para atraerle a ella del todo, y puso sus labios sobre los de él, comenzando a besarle apasionadamente, usando su lengua dentro de la boca del otro. Ella estaba realmente estresada, y toda la presión que tenía salió por un lado totalmente impredecible, tanto para ella como para él.
Adaman abrió los ojos como platos, quedándose petrificado, de todas las reacciones que esperaba de ella, esa precisamente no se la esperaba, pero no dudó en seguirle la corriente, jugando también con su propia lengua en la de ella, mientras le acariciaba el cuello que antes había estado apretando y se pegaba más a su cuerpo.
Todo se había descontrolado de repente y ahora ambos jerarcas se besaban con pasión mientras se acariciaban. Irida puso sus manos sobre el pecho de Adaman y acarició sus pectorales, disfrutando del momento sin saber por qué pasó aquello de repente, por un momento despejaron sus mentes de los problemas que tenían y se dejaron llevar.
¡Continuará!