Tomny Y Sus Chicos
21 de septiembre de 2025, 5:09
Notas:
N/T: Estaré usando el término N/A para las “notas de la autora” que sean importantes y N/T para referirme a “notas de traductor”. Usaré símbolos de subíndice (¹²³) para dar aclaraciones de significados de palabras que no tiene una traducción exacta o abreviaciones, estos los podrán encontrar al final del capítulo.
Pueden encontrar playlist en spotify con las canciones que se mencionan en el perfil de @marg2g.
Espero que puedan leer a gusto esta traducción y tengan en cuenta que es mi primera traducción, así que si notan algún error o detalle que me haya faltado me lo pueden comentar. Sin más que decir continuamos con la historia.
Magically bored,
On a quiet street corner;
Free frustration,
In our minds and our toes;
Quiet storm water,
M-m-my generation;
Uppers and downers,
Either way blood flows;
Inside outside, leave me alone,
Inside outside, nowhere is home;
Inside outside, where have I been?
Out of my brain on the five fifteen!
- “5.15” The Who, 1973
Lunes 1 de septiembre de 1975
El piso solo tenía dos cuartos y ciertamente solo cabían más de dos cuerpos, pero de alguna manera Remus seguía despertando solo. Claro que no era su cuarto, pero se sentía más un hogar que cualquier otro lugar en un largo tiempo.
Como muchas noches de verano en el piso, él ha estado sudando mientras duerme y su camisa estaba pegada a su espalda. Tenía una complexión delgada y una columna vertebral huesuda, tenía un espejo apoyado en las puertas del armario. En un punto durante el verano, inesperadamente había aparecido una pequeña grieta en la esquina del espejo. Nadie había dicho nada sobre la grieta, probablemente porque no había nada que decir; incluso si el espejo había cursado siete años de mala suerte sobre uno de ellos, no hubiera importado. Los chicos solo se repartirían la mala suerte entre ellos hasta que no hubiera nada más que unos pocos días lluviosos y esos eran bastante comunes en Londres.
Remus parpadeo bajo la brillante luz de la mañana que se colaba por las cortinas rotas. Él había caído dormido con un zapato puesto, aparentemente, y llegó a la conclusión de haber perdido el otro en algún lugar del piso mientras recolectaba su cinturón y el calcetín que le quedaba del piso. Tanto el piso como la cama en la que se había despertado pertenecían a Tomny, lo que debió ser motivo de alarmarse, pero realmente solo significaba que probablemente el chico mayor hubiese seguido algún pájaro en otro lugar para dormir y otras maquinaciones. Probablemente Cheryl o Donna. Solo porque Tomny siempre estaba invitando a gente no significaba que tendrían que quedarse en su casa.
Encontró su otro zapato metido debajo de la cabeza de Doss en la desordenada sala del piso. Todavía era temprano en lo que respectaba a los chicos del London East End, pero Remus tenía otros problemas que enfrentar, aparte de lo tarde que había amanecido y el dolor que sentía en sus tripas. Lyall iba a matarlo si Giles no se le adelantaba.
La única otra persona despierta era SeeSaw, nombrado así porque estaba ciego de un ojo. Gracias a eso, él no notó a Remus hasta que se paró delante de él en la cocina.
—Buenos días —dijo Seesaw, mientras agarraba su taza de café-y-whisky.
—Buenos días —Murmuró Remus, deseando tener tiempo para poder tener una taza para el mismo. El y Seesaw nunca han sido particularmente cercanos, pero se han prestado unas pocas libras o cigarrillos aquí y allá y siempre han estado bien con eso. —¿Está Tommy aquí?
Seesaw sacudió su cabeza. —Tenía algo que hacer temprano. Dijo que volvería pronto para poder despedirte.
Remus pasó su lengua por sus dientes. Su boca sabía horrible. —No necesita hacerlo. El me vió la noche pasada.
—¿Entonces te vas?
—Si, necesito estar en un lugar. — De hecho, debí haber estado ahí la noche pasada.
—Bueno, — Dijo Seesaw, levantando su taza, —adiós.
—Adiós, —Dijo Remus antes de meter sus manos a sus pantalones y caminar hacía la puerta principal del pequeño dudoso piso.
El no se lamentó por no despedirse, él se había despedido muchas veces la noche anterior, mientras estaba drogado con sepa Dios que. Generalmente sólo era una gran pérdida de tiempo mientras se retaban entre ellos a hacer cosas estúpidas como colgarse del balcón del tercer piso con sus pulgares o jugar una ronda de gallinita que consistía en ponerse una manzana en sus cabezas y dejar que tu compañero lanzara un dardo a esta. Remus casi siempre se libraba fácilmente gracias a Tomny, pero incluso él no era inmune a tomarse una cerveza o a que le bajaran los pantalones. A veces no estaba tan mal tener quince años.
El teléfono más cerca al piso de Tomny estaba a tres calles y la mayoría de las veces habría un vagabundo durmiendo dentro. Sus agujetas seguían desatadas, Remus hizo el camino solo como siempre, aunque tuvo suerte esta mañana: no había vagabundos. Puso el cambio en el contador, intentando no hacer una mueca cuando el tono de llamada hizo que su dolor de cabeza ya presente aumentará. Remus siempre cargaba suficientes monedas para hacer una llamada o dos, y más de una lo habían asaltado por un par de libras. Eso había dejado de suceder desde que otros empezaron a notar que merodeaba con Tomny. Ir con un grupo como este significaba que no tenía que preocuparse de nadie mirándolo en la calle como una bolsa de carne. Pero eso cambiaría, la reputación que tuvieras en East End solo se mantenía mientras te vieran por ahí. Para cuando regresará el próximo junio, él estaría de nuevo en el fondo del barril. Al menos si Tomny no le daba la bienvenida de nuevo.
Aunque Remus no podía imaginar porque no lo haría.
Gile siempre contestaba en el tercer tono, excepto esta vez, el teléfono descolgó y se quedó al aire libre. Podría haber pensado que la llamada se había cortado por completo si no hubiera oído la respiración entrecortada al otro lado.
—Bueno, ¿dónde estás?
—Buenos días para ti también, Gil, —Remus musitó, aún con el sueño en los ojos. —¿Vienes a recogerme?
—Esta vez lo has conseguido, muchacho.
—Si, ¿qué hora es?
—Solo dime donde estás, pequeña mierda.
—Nos vemos donde siempre. —Remus colgó el teléfono y se frotó la cara, dejando escapar un bostezo. Hacía un calor infernal en la cabina y se seguía sintiendo enfermo por la noche anterior, pero un rápido vistazo a sus bolsillos le dijo que por lo menos todavía tenía sus cigarrillos. Acababa de encender un cigarrillo con su último fósforo cuando oyó un golpe detrás de él. Casi dejando caer su cigarro, se volteó, listo para darle el infierno a cualquier imbécil que buscaba pelea tan temprano en la mañana, pero cuando vió quien le devolvía la mirada fea, sus hombros se relajaron.
—¿Todo bien, Lu? —Llamó Tomny, entrecerrando los ojos a través del vidrio rayado.
Remus le devolvió el gesto y abrió la puerta, parándose en la esquina de la calle. —Eres un idiota.
Tomny le sonrió de vuelta, entrecerrando sus ojos azules por el temprano sol. Extendió su mano y agarró el cigarrillo de entre los lábios de Remus y tomó una profunda calada, aunque ya tuviera uno justo detrás de su oreja.
—¿A dónde crees que vas? —Dijo Tomny, hablando alrededor del humo.
Mordiendo su labio inferior, Remus miró hacia abajo y sacó otro cigarrillo. Antes de que pudiera checar su caja vacía de fósforos Tomny sacó su propio encendedor de metal y lo encendió, sujetándolo para el. Remus inhaló y dejó salir el humo antes de hablar.
—Tú sabes donde. Tengo que ir a casa. Ya debería de haber regresado.
Tomny asintió casualmente. —Pero no lo has hecho.
—Solo porque te escucho.
—De todos modos, todas las buenas historias empiezan justo de esta manera. —Dijo Tomny, sonriendo. —Eso no significa que tan sólo puedes irte sin decir adiós.
Remus levantó sus cejas intencionadamente. —No estabas en el piso cuando me levanté. Y ya nos habíamos despedido ayer.
—Pff. ¿Quién estaba en el teléfono?
—Nadie. Solo casa. Lo usual.
Tomny solo lo miraba. —Hm.
Remus le devolvió la mirada. —Hm.
Eso le sacó otra sonrisa, y después de dejar salir un poco de humo de su nariz, Tomny se volteo y cruzó el pavimento hasta un muro de contención bajo. Se giró y se apoyó sobre el borde y después de mirarlo, Remus se unió a él.
—Hace mucho calor hoy, ¿no? —Dijo Tomny, entrecerrando los ojos hacia el cielo de agosto (ahora septiembre, se dio cuenta Remus). Unos cuantos rizos rubios cayeron sobre sus ojos mientras miraba hacia arriba, y los apartó antes de rascarse la nariz.
—No tengo dinero —Dijo Remus.
Tomny lo miró de vuelta sonriendo. —¿Y eso?
—Siempre te fijas en el clima cuando estás drogado, imbécil.
Tomny sonrió con satisfacción, arrugando la esquina de sus ojos. —Me he vuelto predecible ¿verdad?
—Nah, —Dijo Remus, quitándole importancia, —soy solo yo.
—Eso es cierto, —Dijo Tomny, apuntándole con su cigarro, —No se te escapa nada. Es porque tú ves cosas, Remus Lupin. Ves a las personas. Debe de ser la altura, juro que has crecido quince centímetros en el último mes.
Incapaz de argumentar ante eso, Remus solo tomó otra calada de su cigarro, el sabor familiar del tabaco barato quemó su garganta mientras sonreía a él mismo. No podía evitar ser un imbécil alto y delgado, y ver personas era más fácil que conocerlas, pero no era difícil conocer a Tomny Armstrong.
Nació como ‘Thomas Daniel Armstrong’, después su mamá escribió mal ‘Thomas’ en su certificado de nacimiento mientras se drogaba con oxicodona, Tomny vivía todos los días como si fuera su mejor amigo. Apenas un hombre y ya con una terrible adicción a los dulces, que no parecía que lo retrasara, hizo de East End su lugar, y cada uno de los vagabundos ahí, sus esclavos. Causaba problemas cuando le convenía, y era bueno cuando no, y se cuidaba a sí mismo.
—Los chicos estaban agradecidos que vinieras la noche anterior, —Dijo Tomny con su cigarro, subiendo el cuello de su chaqueta para que no le diera el sol en la nuca.
—¿Oh, sí? —Dijo Remus, viendo hacía abajo a su regazo mientras balanceaba sus tenis viejos contra la pared hasta que golpearan contra el cemento. —Supongo que estabas enojado, entonces.
—Mi descarado, Lu, —Dijo Tomny irónicamente. —Claro que estaba contento. Esta mañana prácticamente salí corriendo de la casa de Burrin para despedirte, pequeña mierda. Fuí afortunado de alcanzarte mientras te escabullías.
Burrin era un patrón, un jefe al que Tomny consideraba más cercano que la sangre después de todos los años que había pasado corriendo por East End por él, antes de que incluso alguno de los chicos lo conociera. Había sido Burrin quien había comprado el piso en primer lugar, aunque había estado a nombre de Tomny durante años.
—No me escabullía, —Remus señaló, —Gracias a ustedes perdí mi tren. Es probable que me despellejen cuando llegue a casa.
—Podría ayudar con tu vocabulario. Pero supongo que ese es el trabajo de la escuela de gilipollas. Sé que estás emocionado. —Alzó las cejas descaradamente.
—¡No lo estoy! —Remus espetó. —Y no voy porque quiera. Mi papá planeó esto. Es esto o realmente acabará conmigo. Después del último encuentro con los policías pensé que me dejaría ahí. —Y Lyall pudo haberlo hecho, si la idea de ‘El hijo de un ministro se tira a la basura’ o ‘Lupin al servicio de su majestad’ en la portada de The Daily no sonara tan atractiva.
—No te culpo, Lu, —Dijo Tomny, adoptando brevemente el acento escocés que había usado cuando era más joven, antes de que su madre lo trajera de Dunoon a Londres. A veces intercambiaba entre ese y su usal jerga del East End solo para atraer a las chicas.
—No todos consiguen un ticket para salir de aquí ¿sabes? —Continuó Tomny. —Lo entiendo. Aunque lo admito, ayuda pensar que uno de mis chicos se dirige a un lugar de maricas. —Tomny dió una palmada a la espalda de Remus y casi dejando caer su cigarrillo entre sus piernas. ¿Cómo dijiste que se llama el lugar?
El estómago de Remus se apretó. —No lo hice. Solo es una escuela cualquiera de maricas, es todo.
—Bueno, estoy seguro que te gustará pronto.
Lo dudo. —No tengo nada en común con esos maricas.
—Hablas como ellos.
—¡Claro que no!
—¡Lo haces! —Rió Tomny. —Cuando estás cansado, o ebrio, o drogado, siempre vuelves al acento elegante. Podrás engañar al resto de los compañeros, pero a mi no, Lupin John. Tienes un buen acento elegante, tu mamá estaría realmente orgullosa.
—Nunca debí decirte mi segundo nombre, —Remus gruño. —Suenas ridículo.
Los ojos de Tomny brillaron —Anoche llamaste a Doss, ‘mascota’.
—¡No lo hice!
—¡Lo hiciste! Tu te estabas burlando de él, pero aun así. Luego Cheryl consiguió que le besaras la mano.
Remus gimió y se cubrió la cara, avergonzado. Ese era el problema con el alley juice, ese tipo de licor realmente barato. Un segundo estabas completamente coherente, en completo control de tus acciones, y al siguiente estabas aplastado y boca abajo en el regazo de alguien.
—Eso fue realmente encantador, —Dijo Tomny, empujando suavemente el hombro de Remus hasta que soltó las manos. —Cherry quería darte un beso de regreso, pero luego te vomitaste en el bote.
Remus hizo una mueca. —Si, encantador.
Tomny volvió la sonrisa hacia el otro lado de la calle, más allá de la mugrienta cabina telefónica. El muro de contención donde estaban sentados daba al oeste y les dejaba la espalda al sol. La gente pasaba con la cabeza gacha, el cuello levantado, completamente retraída. No estaba bien visto mirar a desconocidos en calles como ésta. No es que tuviera que preocuparse mucho cuando estaba con Tomny. Mientras estaban juntos, Remus podía permitirse distraerse con cosas como la forma en que el sol de verano iluminaba de color dorado los rizos rubios sucios de Tomny. Su propio pelo no lo hacía -era de un castaño demasiado apagado- y se quedó mirando mientras Tomny golpeaba con los talones la pared de cemento y empezaba a tararear una melodía con la comisura de los labios. Remus la reconoció de inmediato; “Hello, Goodbye”, de Los Beatles.
Podría haberle pegado.
Estuvieron sentados allí un buen rato, uno al lado del otro -Tomny tarareando, Remus malhumorado-, tomándose cada uno su tiempo. De todos modos, Giles no iría al lugar habitual en mucho tiempo. Como un taxista cualquiera, se negaba a ir a la mayoría de los sitios del End por miedo a que algún canalla le echara el aliento encima a su precioso Rolls-Royce.
Mientras estaban sentados, Tomny seguía tarareando, contento de estar sentado en paz con el ruido del suburbio de fondo. Eso era lo bueno de Tomny: nunca tenía prisa. Tampoco dejaba que los demás se dieran prisa. Tomny era de los que se paraban a oler todas y cada una de las rosas, y si no había rosas, Tomny olía la basura de la esquina de la calle y te decía que olía a sol y a puto arcoiris. Si alguien hubiera intentado decirle a Remus hace un año que aún andaría por ahí con la mayor contradicción andante posible de un chico de dieciocho años, probablemente le habría estampado un cigarrillo entre los ojos por intentar tomarle el pelo. Por aquel entonces Remus había pensado que para ser rudo había que ser el peor de la cuadra, el más grande y el más malo; pero ese no era Tomny. Amable y despiadado, fuerte y suave a la vez, Tomny llevaba su corazón en la manga como un estandarte de orgullo. Si tenía algún defecto, eran las drogas y la forma en que se ponía nervioso tanto cuando las tomaba como cuando las dejaba. Pero Remus no podía culparlo por ello.
Nacido allí, con una madre apenas presente durante la mayor parte de su infancia, no había mucho para los chicos como Tomny aparte de las calles. Después de dejar la escuela a los diez años, pasó su infancia corriendo para los demás del End hasta que consiguió suficientes favores para merecer su propio pequeño lugar en la cima, y nunca dejó de ser generoso. Tomny ofrecía su pasado como favores de fiesta: un secreto para ti, una historia triste para ti - pero si me compadeces aunque sea un poco, te daré un golpe.
Si Remus hubiera podido elegir su propia historia, habría preguntado cómo se había hecho Tomny esa cicatriz en el labio superior. La que le hacía parecer un villano de Bond con poca luz en lugar de un greaser ¹. Imaginó que se había peleado, pero ¿con quién? ¿Se trataba sólo de un labio partido que había cicatrizado mal o se había acuchillado? ¿Qué se sentía al pasar los dedos por la pequeña cicatriz? ¿O besar a una chica? ¿Lo sentiría ella? ¿Lo encontraría misterioso e intrigante y pasaría tanto tiempo pensando en ello como él...?
—¿Tengo algo en mi cara, Lupin?
Enderezándose de repente, Remus apartó la mirada y buscó a tientas su cigarrillo; pero había dejado que se consumiera mientras soñaba despierto.
—Maldito desperdicio —, se quejó, retirando el cigarro y cogiendo su mochila. Tomny estiró la mano y Remus, sin pensárselo dos veces, metió otro cigarrillo entre los dedos antes de meterse otra entre los dientes.
—Toma
Tomny se acercó con su encendedor y acercó la mano al cigarrillo de Remus. El suyo ya estaba encendido y echó una bocanada de humo por la comisura de los labios mientras se concentraba en hacer que el de Remus se encendiera. Ya estaban lo bastante cerca como para que Remus pudiera oler el agrio aroma de los restos de licor en su ropa. También había un lunar, se dio cuenta, justo debajo de la oreja derecha de Tomny, en el borde de la línea del cabello.
—Vamos, Lupin. ¡Inhala!
—¡Lo siento! — Remus espetó, inhalando profundamente mientras el cigarrillo se encendía. Lo pellizcó con dos dedos para conseguir una buena calada y Tomny se apartó, cerrando su encendedor con un chasquido satisfactorio.
—Pareces nervioso, Lu —observó Tomny.
Remus sopló y sacudió los hombros, tratando de aflojarlos mientras observaba a un caballero que avanzaba por la calle opuesta a ellos, con un traje que tenía más parches que tela. —Sólo pensaba en tener que irme.
—No lo pienses demasiado. Pronto te acostumbras a no estar.
—No quiero acostumbrarme, —murmuró Remus. Sintió un golpe en el codo y se giró para encontrar a Tomny mirándolo fijamente con esa expresión irónica tan familiar.
—Lo harás bien.
—No es sobre eso.
Encogiéndose de hombros, Tomny levantó los pies hacia delante antes de dejar que sus talones se golpearan contra la pared. —Bueno, si realmente te cuesta, siempre puedes buscarte una chica. Entonces podrás quejarte y lloriquear sobre lo injusto que es todo.
Remus resopló. —Idiota.
Tomny se inclinó muy cerca y Remus sintió que algo en su garganta se agitaba. —He oído que esas chicas de los colegios privados son en realidad todas unas frikis de armario.
—¿Y de quién has oído eso?
—Tengo mis fuentes.
—Hm.
—Todo lo que intento decir es que no debe de ser tan malo... ¿cómo se dice? Debe haber un lado…
—Un “lado positivo”.
—¡Ja! Eres un idiota.
—Oh, lárgate, gilipollas.
Tomny soltó una risita y se sacudió los rizos, agarrando el borde de la pared entre las piernas e inclinándose hacia atrás para mirar el cielo azul.
—Un 'lado positivo', —musitó finalmente. —Suena bien, ¿verdad?
Remus siguió su mirada hacia arriba. —Debería, supongo.
—¿Me haces un favor, Lu? No te olvides de esto.
Los ojos de Remus volvieron a Tomny, pero el otro chico seguía mirando hacia arriba.
—Este lugar, —dijo en voz baja, —la escoria y la mugre, los vagabundos y los purgadores. Los fumadores y los chicos y las curvas y las grietas. Las malas hierbas, el polvo, la suciedad y…
—No lo haré, Tom.
La suave expresión de Tomny se transformó en una sonrisa satisfecha, luego en una mueca. Finalmente volvió a bajar la mirada. —Eres bueno, Lupin.
—Cabrón.
—¡Sí, ese soy yo, Tomny el cabrón! Y tú eres Lu, todo rodillas huesudas y extremidades larguiruchas y charlatanería. Lo recordarás. Tú…
—¡LU! ¡TOM!
Al girar la cabeza al mismo tiempo, vieron a un pequeño grupo de chicos que los saludaban mientras subían por la calle. Tomny volvió a sonreír con facilidad y se llevó una mano a la frente para entrecerrar los ojos bajo el sol de media mañana.
—Aquí están algunos de los idiotas —dijo, antes de llamarlos. —¿Todo bien, chicos?
—¡Muy bien, Tom! —Respondieron al mismo tiempo.
—¿Está Flacky contigo?
—¡Por supuesto! —llamó Flacky, agitando sus cortos brazos mientras él y los otros chicos se acercaban; Doss a su lado con sus botas bobber y Lee en la parte de atrás, con las manos en los bolsillos.
—Creí que tu madre te había echado la bronca por volver a robar en la tienda de Bailey —dijo Tomny con una sonrisa de satisfacción.
Flacky sonrió, mostrando un diente delantero que le faltaba. Sólo tenía trece años, menos que Remus, pero llevaba con Tomny el mismo tiempo. —Solo me golpeó en las orejas un poco, —dijo. —¡Salí corriendo por la ventana!
—Buen chico.
—¿Qué hacéis levantados tan temprano? —preguntó Remus, señalando a Doss con la cabeza. —Esta mañana estabas desmayado encima de mi zapato. Creía que estabas muerto.
—Seesaw nos despertó, —dijo Doss. —Y todavía no estoy muerto, imbécil.
Tomny se apartó de la pared junto a Remus y aplaudió.
—Entonces habéis llegado justo a tiempo, amigos míos, —dijo su líder, audazmente, —para desearle a "nuestro pequeño" John una llorosa despedida. Aunque, por supuesto, no seremos nosotros los que lloremos.
Con la mano levantada hacia el cielo, Tomny se dio la vuelta y apuntó directamente a Remus. Sus ojos estaban felices, su expresión era descarada. —Muchachos, ataquen.
Con sonrisas como demonios, Lee y Doss corrieron hacia delante y, antes de que Remus pudiera siquiera volverse hacia la cabina telefónica, lo tenían agarrado por los brazos, tirándolo de la pared para sujetarlo entre ellos.
—¡Suéltenme, idiotas! —Gritó Remus, pero se estaba riendo porque, de todas formas, todo era divertido la idea de Tomny de un espectáculo.
—¡Nuestro chico, Lupin, nos deja! —exclamó Tomny. —Lo envían lejos, muy lejos de nuestros amables rincones. Sí, no le esperan más que pastos verdes, narcos malditos y, estoy seguro, varias chicas hermosas.
—¡Bu! —Flacky gritó.
—¡Nos dejaría por ellos! Por la gente pija, adinerada, de clase alta…
—Cuidado Tom, o te quedarás sin adjetivos, —dijo Remus con ironía, todavía atrapado entre sus dos amigos.
—¡Nos dejará por los que saben lo que es un «adjetivo»! —gritó Tomny, conteniendo la risa.
Remus se retorció el brazo que sujetaba Lee y sacó a relucir su cigarrillo. —¡No es mi elección! Sabes que mi padre...
—Excusas, —interrumpió Tomny. —Es casi traición.
—¡Traición! —Doss le gritó al oído.
—¡Sedición! —añadió Lee, lo que sorprendió a Remus, que habría supuesto que el chico no tenía ni idea de lo que significaba la palabra.
—Es una ofensa del más alto grado, dejar atrás el viejo y mugriento Londres para convertirse en un engreído del Gato Gordo. —Tomny se llevó el cigarrillo a la comisura de los labios y el humo le salió por la nariz como un dragón. Remus bajó la cabeza, luchando contra la pequeña sonrisa que se dibujaba en sus labios.
—¿Entonces qué?, —preguntó, retorciendo su cuerpo en el agarre de Lee y Doss por si acaso, —¿qué quieres que haga? ¿Darte un beso de despedida?
La sonrisa de Tomny se ensanchó. —No, nada tan dulce. No estamos aquí para impedir tu educación, Lu. Sólo vamos a darte una pequeña lección. Doss, dale a probar la vieja llave china, ¿eh?
—¡Oh, mier-no! —gimió Remus, pero Doss se limitó a retorcerle el brazo a la espalda, casi haciéndole saltar el hombro. Un momento después, Lee estaba retorciéndole el otro brazo como si fuera un paño de cocina, quemándole y pellizcándole la piel mientras se reía.
—Ten por seguro, Lu, que esto es sólo una pequeña muestra del dolor que sentimos al saber que estamos a punto de dejarte marchar para siempre, —dijo Tomny, antes de dar un paso al frente y alejar a ambos chicos, liberando a Remus de su tortura en el patio del colegio. Remus estuvo a punto de señalar que un solo año escolar no era para siempre, y que eso solo era mientras no lo echaran a él como a todos los demás, pero en vez de eso se limitó a empujar a sus dos amigos para que se marcharan y trató de golpear al chico mayor. Tomny lo agarró por la muñeca con una expresión de suficiencia y le dio un ligero apretón. Remus le devolvió la sonrisa y Tomny lo abrazó de repente, acariciándole la espalda y rodeándolo con ambos brazos con tanta fuerza que casi lo levantó de puntillas. Por encima de su hombro, Remus pudo ver las caras de los otros chicos, cada una manchada con tierra, pecas o pequeñas cicatrices blancas, pero felices de todos modos.
Iba a ser un infierno estar sin ellos. Echaría de menos a esos chicos fuera donde fuera y se dirigía hacia un futuro que no se parecía en nada al verano que habían compartido, una realidad que lo hacía aún peor.
—Está bien, —suspiró Tomny, alejándose, pero manteniendo un fuerte agarre en la nuca de Remus. Sus dedos estaban calientes y cuando Remus lo miró, algo en su estómago se revolvió. —Lo vas a hacer bien, —dijo, con firmeza. —Les vas a enseñar a esos idiotas lo que puede hacer un sucio chico londinense.
—Eres inteligente, Lu, —dijo Doss.
—Sí, y si son más listos, préndeles fuego a los deberes, —añadió Lee, servicial.
Tomny rió entre dientes, apretando un poco la nuca de Remus. —No es mala idea. —De su bolsillo, Tomny sacó su encendedor y lo sostuvo entre sus caras. —Para recordar, —dijo, antes de meterlo en la parte delantera de la camiseta de Remus. Palmeó un poco el bolsillo, justo sobre su corazón, antes de soltar finalmente la mano y dar un paso atrás para unirse a los otros chicos en la acera, dejando que las grietas del cemento los dividieran.
—Volveré, —dijo Remus, sintiendo que se le hacía un nudo en la garganta. —Seguro que para Halloween ya me habrán echado.
—Sería un nuevo récord, —dijo Tomny, de esa forma que podría haber hecho pensar a cualquiera que tenía todas las cartas en la mano, —pero no te precipites.
Lee se encogió de hombros. —O hazlo. —Doss le echó el hombro por ello.
—Seguiremos aquí, —añadió Flacky, mientras alargaba la mano para arrancar el cigarrillo de detrás de la oreja de Tomny. Éste se lo permitió, por supuesto, y acarició con cariño la parte superior de la cabeza del chico. Cuando Tomny por fin volvió la vista hacia Remus, éste le hizo un gesto brusco con la cabeza; adelante, y le guiñó un ojo.
No habría importado que Remus llegara tarde a su propio funeral, aprovecharía este momento para mirar a sus amigos de arriba abajo e imprimir sus agridulces sonrisas en su memoria. Cuando se le acabaron las sonrisas, Remus asintió lentamente con la cabeza y se dio la vuelta. El camino hasta la siguiente esquina se le hizo insoportablemente largo, pero se obligó a no mirar atrás. Una vocecita le decía que si lo hacía ellos ya se habrían ido, y eso no podía soportarlo, así que se obligó a seguir hasta doblar una esquina. Después de un verano corriendo por las sucias calles de la ciudad, sus zapatillas apenas eran más que un poco de goma y el pegamento que las mantenía unidas, pero nunca había sentido los pies tan pesados.
Notas:
N/A: ¡Hola amigos! Esta es una idea en la que he estado trabajando por un tiempo y estoy muy emocionada de compartirla con ustedes. El fic cuenta con un montón de personajes míos, incluyendo Tomny, y cuando esté terminado será bastante largo, aunque por ahora no estoy seguro de cuántos capítulos será. Por ahora, no duden en escribirme en los comentarios y disfrutar del viaje de Remus desde el año 11° en adelante.
Y por supuesto, ánimo. (Rock on)
N/T: Espero que les este gustando la historia y la entiendan, si tienen alguna duda o sugerencia me la pueden dejar en comentarios, en el capítulo había muchas palabras de origen inglés así que espero que sea comprensible y trate de traducirlas sin que perdieran su esencia. Gracias por leer esta traducción ;)
¹ Un greaser es un hombre de pelo largo que conduce una motocicleta, viste ropa de cuero negro y suele pertenecer a una pandilla.