Otro camino

—Natasha ¿qué opinas? —Rogers la llamó en el calor de la discusión. Romanoff giró lentamente su mirada hacia él, notando que toda la atención en ese momento estaba centrada en ella, como si fuera el voto decisivo. Sería presuntuoso pensar eso, Steve es terco, una vez que se le mete algo en la cabeza, se acabó. Stark, desde el principio, no la escuchó y los demás ya habían compartido sin su participación. Bueno, es mejor para ella. —Y yo me jubilo, —sonrió Natasha brevemente, notando la sorpresa de todos. —Cultivar flores y criar niños. No hay nada más que hacer aquí. La espía se levantó, ignorando el silbido sorprendido de Stark, las miradas escandalizadas de los demás, sin escuchar la indignación y la persuasión del cap, y se dirigió a la salida. Se detuvo en el umbral, se dio media vuelta, evitando mirar al equipo que se desmoronaba ante sus ojos, y agitó la mano. —Buena suerte a todos, —frunció los labios pensativamente. —Quizás no me estoy despidiendo. Ya no había nada que la retuviera allí. Quizás Natasha actuó cobardemente, pero ante sus ojos y con su participación una de dos sus familias ya se había desintegrado una vez y ella no quería presenciar una segunda división. La mujer diligentemente apartó los recuerdos que habían surgido en un momento tan inoportuno, manteniendo el ritmo de su corazón y su respiración constantes, pero en el borde de su conciencia podía escuchar el grito desesperado del fantasma de su hermana pequeña. Romanoff suspiró, salió del edificio a paso mesurado y apagó su teléfono, desapareciendo rápidamente y sin esfuerzo entre la multitud. El camino de regreso estaba cerrado, ella corrió nuevamente, solo que esta vez dejando voluntariamente a sus seres queridos atrás. ¿Fue esto una traición? Por un lado, Clint, su mejor amigo, el faro a cuya luz siempre se aferró, se quedó atrás, dejando ir al equipo sin él, por otro lado, le dolía el alma, una sensación desagradable le apretaba la garganta impidiéndole mantener la respiración tranquila. ¿Por qué fue tan dificil? ¿Por qué le dolía tanto el corazón? El cabello claro de un fantasma del pasado apareció ante sus ojos, provocando que la mujer girara bruscamente hacia un lado, cambiando su ruta. Una vez más, una familia rota quedará en el pasado, enterrada por las circunstancias, los malentendidos generales y las mentiras. Mentiras de la espía, triple maldad, como decía Stark, y del moralista justo Rogers. La garganta se cerró de nuevo, casi contando la respiración. Por supuesto, no era la primera vez que ella era la villana en la vida de alguien, pero Elena se había ahogado en un océano de mentiras veinte años atrás por culpa de ella, y el genio, el multimillonario, el filántropo no era un extraño o lo suficientemente distante como para tirar su conciencia tan fácilmente y cometer el mismo error una segunda vez. ¿Merecía nunca saber cómo murieron sus padres? A Natasha le gustaría saber, oh, daría casi cualquier cosa, solo para estar segura de si su madre realmente la abandonó como basura, si su padre de verdad no se preocupaba por ella. Dolía, pero al menos ya no tendría que perderse en conjeturas e inútiles “qué hubiera pasado si…”, pasando de una mentira de los demás a otra y atormentándose con lo desconocido. Stark era el único vengador a su alcance con quien tenía una deuda. Romanoff se detuvo, giró su rostro hacia los cálidos rayos del sol, calmando sus furiosos pensamientos y tomando una decisión. No, ella no volverá, está cansada, se perderá en este gran mundo, realmente se convertirá en la tía Nat, que aparece mucho antes de que los niños olviden su rostro y su voz. Pero primero le contará a Stark sobre sus padres. Ya hace un tiempo era hora de intentar convertirse en alguien más que una asesina.