Capítulo 1
26 de septiembre de 2025, 21:36
“En la oscuridad. En las sombras. Allí donde no hay nada más que vacío, estabas tú.
Sombría, siniestra, dolorosa… pero cálida.
Siempre tú, esperando.
Enojada, furiosa.
Dulce, agria.
Triste. Alegre.
Tú.”
Despiertas.
La oscuridad te envuelve como una manta húmeda. Solo una luz tenue rompe el vacío, apenas iluminando los cerámicos decolorados bajo tus pies.
¿A dónde lleva este lugar?
Estás solo. No te gusta estar solo.
¿Dónde está ella?
Das un paso. Luego otro.
De la oscuridad, desde debajo del suelo, emergen ramas secas, sin flores, que crujen al rozar tus piernas. Caminas.
A lo lejos, una puerta.
Te acercas. Intentas abrirla, pero no se mueve.
Del otro lado, una voz, que crees reconocer:
—Andrew, vas a tener una hermanita. Las cosas serán un poco distintas ahora. Tendrás que ayudarnos un poco, pero confiamos en que podrás manejarlo.
Sigues tu camino. No sientes que tu cuerpo entienda lo que hace, como si caminaras en medio de un suelo pulido y resbaladizo.
Finalmente, llegas a unas puertas dobles. Detrás de ellas, un aroma dulce flota en el aire. Sientes calidez, y una familiaridad que te inquieta tanto como te reconforta.
Sin pensarlo demasiado, atraviesas la puerta, sin estar seguro de lo que encontrarás.
El interior es extraño.
Oscuro como el pasillo, iluminado apenas por una luz débil. El mármol desgastado cruje bajo tus pasos y, más allá, el vacío se extiende infinitamente.
En el cielo oscuro, un dibujo: una planta en maceta, seca, moribunda.
Triste.
En el centro de la habitación, una mesa. Te resulta familiar. Al acercarte, notas una tarjeta de cumpleaños.
"Ah, rayos. Me había olvidado que mañana es su cumpleaños. No tengo tiempo de ir a comprar un pastelillo. Supongo que puedo hacer uno... ¿Qué tan difícil puede ser?"
La habitación parpadea, se oscurece, y vuelve a iluminarse tenuemente. Ahora, cuatro puntos brillan en la penumbra: un gabinete, una heladera, un cajón de utensilios y un pequeño estante.
Te acercas al gabinete. Para tu fortuna, hay un recipiente del tamaño justo para un pastelillo.
"Obtienes bowl."
Una voz resuena en tu cabeza, lejana:
—Viejo, iremos al parque después de la escuela. ¿Quieres venir?
—No puedo. Prometí ayudar a Ashley con su tarea de matemáticas.
—¿Huh? Pensé que ella era buena en matemáticas.
—Bueno, sí. ¿Por qué crees que lo es? La ayudo mucho. Será la próxima vez.
—Amigo, ella es una plaga.
Curiosamente, dejaste de hablar con ese “amigo” después de que dijo eso.
Casi imperceptible, el dibujo de la planta parece mejorar. Sus hojas se ven un poco más vivas.
Te apresuras al siguiente estante. Encuentras harina y azúcar, milagrosamente. Gracias, dueños de cadenas de supermercados, por bendecir a la plebe con ofertas del 60%.
"Obtienes harina y azúcar."
Otra conversación lejana resuena:
—Hey, Andrew, supimos que Ashley cumple años este fin de semana. Pensábamos invitarla al parque a jugar y comer helado. ¿Crees que sea posible?
—Bueno... su cumpleaños es una fecha muy familiar. Siempre la pasamos juntos. Nuestros padres nos llevan al cine y a cenar.
—¿De verdad? Qué lástima. Entonces deséale feliz cumpleaños de nuestra parte.
¿Por qué mentiste? Lo más seguro es que tus padres ni siquiera recuerden que es su cumpleaños. A veces parece que se olvidan de que viven con ustedes.
Era una buena oportunidad para que ella hiciera amigas.
¿Querías mantener la imagen de familia normal? Ningún niño quiere admitir que sus padres son negligentes...
Pero aun así…
¿Por qué no entregaste su saludo el sábado?
Sin darte cuenta, la imagen de la planta vuelve a cambiar. Ahora tiene un tronco fuerte; ha dejado atrás su fragilidad.
Pero no parece algo importante.
¿Qué más necesitabas?
Te acercas rápidamente a la heladera. Para tu sorpresa, hay un huevo, un poco de manteca y un limón. Si recuerdas bien, tu padre “tomó prestados” algunos limones del jardín comunitario de camino al departamento. En cuanto al resto, es probable que tu madre ni note que falta un huevo y un poco de manteca.
(Obtienes Manteca, Huevo y Limón)
Otra conversación del pasado resuena en tu memoria.
—Andrew, todos tus compañeros hicieron su tarea el fin de semana. ¿Por qué fuiste el único que no la entregó?
—Bueno, verá… nuestros padres estaban ocupados y tuve que cuidar a Ashley, ya que era su cumpleaños y…
—Oh, Dios mío, no digas nada más. Mi colega es la señorita Prid, ella me ha dicho que ella es muy... intensa. Puedes entregarla el miércoles.
—Gracias, Sr. Boots.
Fue un alivio. Técnicamente, la excusa era cierta la mayoría de las veces, pero no esa vez.
El fin de semana tiene dos malditos días; el cumpleaños de Ashley podía justificar el sábado, pero no el domingo.
Demonios, ¿a quién se le ocurre poner un maratón de “Mi ex amor adolescente” justo ese fin de semana?
Además, a Ashley no le molestará que la uses como excusa para algo tan ridículo… ¿O sí?
Sientes un nudo en el estómago al darte cuenta de que acabas de usarla como chivo expiatorio.
La imagen de la planta ahora muestra un ejemplar hermoso y saludable, pero su expresión
parece triste.
Solo falta algo.
El cajón de utensilios está cerca. Te sorprende que haya tantos utensilios nuevos; ni tu padre ni tu madre cocinan.
Seguramente son esos regalos fáciles que se dan por compromiso, los que aceptas con una sonrisa forzada mientras piensas en lo mucho que odias a la persona frente a ti.
(Obtienes Batidor)
Una última conversación del pasado llega a tus oídos.
Andrew: ¿Ashley, qué quieres para tu cumpleaños?
Ashley: ¿Eres tonto o tu mente no funciona? Sabes que lo único que quiero es un pastelillo de limón.
Andrew: ¿Estás segura? Este año tengo algo de dinero ahorrado, si quieres…
Ashley: ¿¡Estás sordo!? Pastelillo de limón. Nada más. Simple y conciso.
Andrew: Rayos, ¿por qué es tan especial?
Ashley: Es algo que Andy hace para mí. Es nuestro ritual secreto. No quiero nada más.
Tonta. Rechaza algo mejor por uno de esos horribles pastelillos.
Aun así, sientes una sonrisa tonta formarse en tu rostro.
La planta parece aún más triste, a punto de secarse de nuevo… pero en el suelo del dibujo comienzan a emerger pequeñas flores.
Ahora que tienes todos los materiales, será mejor preparar el pastel antes de que la manteca se derrita en tus bolsillos.
Llevas todo a la mesa.
La luz parpadea.
Cuando vuelve a estabilizarse, el pastelillo de limón ya está listo, con una bonita vela rosada y todo.
Solo falta algo.
Te apresuras al gabinete y encuentras una caja de fósforos. Nadie en la casa fuma, temías no hallar ninguno.
Te parece un vicio desagradable; nunca lo harás.
(Obtienes Fósforos)
Regresas a la mesa.
Esperas que esto sea una linda sorpresa.
Las luces se apagan.
La oscuridad lo devora todo.
Enciendes la vela.
Ahora, la habitación está bañada por una luz roja tenue, proveniente de unos ojos en la penumbra.
El dibujo de la planta también ha cambiado: las enredaderas de flores rosadas la envuelven, creciendo a su alrededor, sosteniéndola.
La planta parece… feliz.
Entras a la habitación que compartes con tu hermana. Ella está sentada, dibujando en su cuaderno en lugar de hacer la tarea.
No entiendes mucho de arte, pero si ella es feliz, ¿Qué más da? Cuando escucha tus pasos, se gira. Al ver el pastelillo en tus manos, sus ojos se iluminan.
Andrew: Feliz cumpleaños, Ashley.
Ashley: Gracias, Andy. Eres el mejor… aunque, parece distinto. -Oh, rayos. Lo notó-.
Andrew: Bueno, no tuve tiempo de ir a comprar uno ayer, así que tuve que hacerlo.
Ashley: ¿Buuu? ¿Mi pobre hermanito tiene tantas cosas en la cabeza que no puede recordar comprar un pastelillo para su tierna hermana?
Le encanta molestarte por las cosas más tontas. ¿Qué más quiere? Le hiciste un pastelillo casero.
Andrew: No seas tan mala. No fue fácil de hacer. Si no lo quieres, puedo tirarlo…
Ashley: ¡NO!
Andrew: ¿Qué? Pero dijiste que…
Ashley: El pastelillo de la tienda es especial, sí, pero lo que importa es el pastelillo en sí. Ese es el premio mayor: saber que te acuerdas, aunque sea por obligación social.
Ella sonríe con dulzura. Te gustaría decirle que esto no es solo un gesto de convivencia, pero no
tienes ganas de discutir.
Andrew: ¿Te haría sentir mejor si te digo que reciclé gran parte de las cosas que teníamos para hacerlo?
Ashley: ¡Ja, ja, ja! ¿Con los limones que papá robó?
Andrew: Prefiero pensar que los tomó prestados.
Ashley: Eres asqueroso. Gracias, Andy. Eres el mejor.
Las veces que ella es así… son pocas. Pero saber que aprecia lo que haces es… no, no hay comparación.
Lo más cercano sería como el rocío que calma la boca de un sediento.
Andrew: Bueno, no pierdas más el tiempo.
Ashley toma una gran bocanada de aire y sopla la vela. Ni siquiera espera para decir su deseo en voz alta:
Ashley: Deseo ser siempre la única en el corazón de Andy.
Qué deseo más tonto… es un deseo… ¿Cuál es la palabra que usan los adultos?
Ah, sí. Redundante.
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... ... ...
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... ... ... ... ... ... ... ... ¿¡...!?