ID de la obra: 106

En Esta Noche

Slash
NC-17
Finalizada
3
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autor
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
8 páginas, 1 capítulo
Etiquetas:
AU Spoilers ...
Descripción:
Notas:
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Capítulo Único

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No fue sino hasta que Butters entró a la universidad que empezó a hacer presencia en las fiestas organizadas por sus compañeros de clase. El motivo principal por el que no asistió a ese tipo de eventos durante su infancia y años de adolescencia, fue que raras veces recibía una invitación; el secundario era que, cuando alguien le urgía a asistir, sus padres le impedían salir. Butters disfrutaba la música y bailar, pero también amaba conversar sobre temas no muy interesantes por lo que, cuando miraba hacia atrás, no se lamentaba todas esas noches en las que en lugar de emborracharse ilegalmente en algún sótano, miraba una película con sus padres o jugaba algún juego de mesa con su vecino Dougie. Si debía ser honesto, el único motivo por el cual ahora estaba recargado en la pared de la sala de Stan, bebiendo de su vaso de ron con soda, era porque que Kenny también estaba ahí. Kenny era un chico de su Universidad, dos años mayor que él, del mismo grado, pero diferente carrera. Hasta donde Butters sabía, Kenny no tenía el dinero para pagar la universidad, pero sí era lo suficientemente inteligente como para mantener una beca y asegurar una buena paga cuando, como soñaba, se convirtiera en neurocirujano. Butters estudiaba Enfermería, pero conoció a Kenny cuando su amigo Eric se lo presentó y entabló una amistad con él cuando cursaron la misma electiva en verano. Se agradaron de inmediato y antes de que terminara el curso, Butters estaba absolutamente enamorado de él. No le confesó sus sentimientos porque sabía que Kenny solo lo veía como un amigo y, aunque dolía, estaba bien. Estaba en la universidad en búsqueda de un título, no de un novio. Claro, una cosa era decirlo y otra muy diferente era que su mente lo comprendiera. Por eso, en cada reunión casual o fiesta atiborrada de gente como la actual, Butters buscaba a Kenny con la mirada y, cuando lo encontraba, jamás lo perdía de vista. En esos eventos lo veía reír con sus amigos, besarse con su conquista de turno o beber sin parar. A veces, cuando tenía valor y se daba la oportunidad, Butters también reía y bebía a su lado. Debido a su actitud de vigilante constante, Butters fue el único que notó que Kenny no estaba actuando como su yo usual, y también fue el único que lo vio salir al patio trasero de la casa con un cartón de cervezas entre los brazos. Mientras lo veía desaparecer por la puerta, se mordió el labio inferior, indeciso sobre si debía ir detrás de él o no. Pero no tardó mucho tiempo en decidirse porque en ese momento, con la confianza a tope gracias al alcohol, fue fácil convencerse de que Kenny necesitaba de él. Cuando salió lo encontró sentado sobre el pasto, mirando al cielo estrellado y empinándose una botella de cerveza sin siquiera respirar. Kenny estaba tan o un poco más intoxicado que él, pero eso no evitó que notara su presencia e hiciera un gesto con la botella para darle la bienvenida. Butters se sentó a su lado y le preguntó por qué no estaba dentro de la casa, disfrutando y excediéndose como el resto de sus amigos. Como respuesta Kenny se encogió de hombros al tiempo que le devolvía la pregunta. Butters aún no estaba lo suficientemente borracho como para confesarle que no tenía interés en la fiesta. Que el único motivo por el cual estaba en la casa de Stan, en ese patio o casi en cualquier otro lugar, era Kenny. Así que también se encogió de hombros. —Necesitaba respirar aire fresco —. Kenny sonrió levemente y tomó un poco más. Butters agarró una cerveza de la caja y lo imitó.   Varias botellas más tarde, Butters aún no sabía por qué Kenny había huido de la fiesta, pero ya no le importaba. Fuera lo que fuera, el humor de su amigo parecía haber mejorado y ahora ambos estaban conversando animadamente. Además, a esa hora, la bebida difícilmente podía contrarrestar el frío del exterior, así que instintivamente se habían acercado, haciendo que Butters se sintiera en el cielo. De pronto Kenny paró de reír, logrando que Butters lo mirara confundido. —¿Qué pasa? —Nada —. Kenny miró hacia el cielo. —Gracias. —¿Por qué? —Por estar aquí, conmigo —. Kenny rara vez se emborrachaba lo suficiente para comenzar a confesarle a todos lo mucho que los apreciaba, pero esa noche lo hizo y el estómago de Butters se llenó de mariposas. —De nada —susurró Butters sin despegar la mirada del rostro de su acompañante mientras se inclinaba hacía él en búsqueda de más calor y un contacto más íntimo. —Gracias, —repitió Kenny y cuando se aventuró a mirar a Butters, descubrió que el rostro del chico estaba cerca, demasiado cerca. No parecía que Butters se hubiera dado cuenta que había entrado en su espacio personal. Kenny sonrió y decidió inclinarse un poco más hacia él, con toda la intención de sorprenderlo. Sabía que Butters se sentía incómodo cada vez que se tocaban y por eso siempre trataba de respetar su espacio, pero en ese momento quería hacerlo sonrojar. Tenía la impresión de que Butters se vería atractivo apenado. —Hola Leo —le dijo con una voz tonta cuando sus narices estaban a punto de tocarse. Esperaba que Butters pegara un salto y se alejara, sin embargo, en lugar de verlo retirarse, lo vio cerrar el espacio entre ellos y sintió su boca sobre la suya. El mayor fue quien se asustó y si no hubiera estado intoxicado, se habría alejado y disculpado por haber dado una señal tan confusa, pero como su sistema estaba sobrecargado de alcohol solo atinó a pensar lo ridícula que había sido su idea y después no le importó. Los labios de Butters moviéndose sobre los suyos se sentían muy bien y lo estaban ayudando a distraerse del motivo por el cual decidió salir al patio y emborracharse solo.   Kenny tenía una semana sintiéndose miserable y no podía soportar ni un segundo más estar en esa fiesta. Específicamente no soportaba estar a un lado de Stan. Ver al chico festejar con el resto, como si no le hubiera roto el corazón, era extremadamente doloroso. Si lo pensaba, tener roto el corazón era su culpa y hasta podría decir que lo merecía, pero saber aquello no evitaba que le doliera. De hecho, lo hacía sentir peor. Por motivos fortuitos, Kenny conoció a Stan y Kyle en el primer año de universidad y logró entablar una amistad bastante buena con los dos. Stan y Kyle eran amigos de la infancia y conocer a uno conllevaba conocer al otro. En algún punto de su segundo año Kenny se sintió atraído por Stan, pero nunca habló al respecto porque Kyle y Stan eran pareja. No fue sino hasta su tercer año, cuando el par rompió su relación, que Kenny logró atraer la atención de Stan. Hubiera deseado ser algo más que alguien conveniente cada vez que Stan necesitaba aliviar sus deseos sexuales, pero para Stan un compromiso con alguien que no fuera Kyle estaba fuera de discusión. Kenny siempre supo que Stan solo se le acercó para distraerse y, tontamente, no le importó convertirse en un reemplazo porque estaba profundamente enamorado. Pero debió prever que Kyle y Stan volverían. Era una mierda saber que el único motivo por el cual Stan estaba dando una fiesta ahora, era para decirle a todos que volvía con Kyle, como si estuviera anunciando su compromiso. Ridículo. Tan ridículo como Kenny se sintió cuando Stan lo llamó para decirle que, ahora que volvía con Kyle, ellos ya no podían ni siquiera volver a ser amigos como antes. Stan no podría disimular y Kyle se enfadaría con ambos si se enteraba que durmieron juntos.   Butters se bebió el beso de Kenny, que súbitamente se volvió desesperado, y gimió. No tenía idea de dónde había sacado el coraje para prendarse del mayor pero no sé arrepentía. ¿Cómo podría? Kenny lo estaba besando, como nadie lo había hecho antes. Estaba tan feliz, que jamás se le cruzó por la cabeza que Kenny solo correspondía a su beso porque deseaba sentir algo que no fuera la decepción carcomiendo su pecho.   Diez minutos después, ambos subieron torpemente las escaleras hacia el segundo piso de la casa y se encerraron en la habitación de Stan. Butters dijo que aquello no era una buena idea, que Stan se molestaría, pero Kenny contestó que le importaba una mierda lo que pensara Stan. Kenny quería acostarse con Butters porque siempre le había parecido atractivo, pero ese no era el único motivo. También quería declararle a Stan que, así como él consideraba a Kenny algo para usar y tirar, Kenny lo tenía en la misma estima. Sin embargo, tan pronto se dejó caer sobre la cama junto con Butters, no pudo dejar de recordar todas las veces que tocó al dueño de esa habitación. Sabía que estaba con Butters, pero solo podía pensar en Stan mientras metía sus manos debajo de la playera de su acompañante y lo incitaba a quitársela. Era el cuarto de su amigo el lugar donde estaba desabrochando y bajando los pantalones de Butters. Era la cama de Stan donde se trepaba sobre alguien más y, eran las sábanas de Stan las que probablemente mancharía ahora que había metido la mano debajo del bóxer de Butters. Kenny atrapó la erección de Butters entre sus dedos y se relamió los labios. Reconociendo por primera vez que se encontraba con el menor, gracias a que Butters era mucho más largo y ancho que Stan. Por un breve instante imaginó llevarse la erección de Butters a la boca, pero descartó la idea porque, si bien Kenny apreciaba a su acompañante, no tenía ganas de tomarse mucho tiempo en el juego previo. Además, Butters estaba muy mojado, lo que significaba que no necesitaban el esfuerzo adicional. Kenny movió su mano de arriba hacia abajo en un ritmo rápido que hizo que Butters se mordiera los labios y encogieran los dedos de sus pies, pero se detuvo tan pronto sintió que el miembro de Butters palpitaba y brincaba. No podían terminar cuando ni siquiera habían comenzado. Se separó de Butters y, mientras ignoraba su quejido por ser abandonado, caminó hacia el buró de Stan para rebuscar en su cajón hasta que encontró una botella pequeña de lubricante y un paquete de condones. Justo donde los había dejado la última vez que Stan y él estuvieron ahí, haciendo lo mismo que ahora hacía con Butters. Regresó a la cama y obligó a Butters a volver a tenderse por completo sobre el colchón. Se bajó los pantalones en un solo movimiento mientras se sentaba a horcajadas sobre Butters y se sacó la playera ante la mirada pasmada de su acompañante. Butters ni siquiera sabía qué hacer con sus manos, es más, parecía que no estaba respirando. Kenny sonrió un poco y recordó la primera vez que él y Stan estuvieron juntos. Una situación bastante similar porque Stan tampoco estaba acostumbrado a estar con alguien que se movía sin dudar. Al principio Stan intentó hacer parecer que le gustaba llevar las riendas y lo tocó un poco, pero al final se dejó hacer mientras gemía por lo bajo y se estremecía de gozo. Dejó que Kenny lo complaciera y Kenny no lo decepcionó. Eventualmente Butters recuperó la capacidad para moverse y se atrevió a poner ambas manos en los costados de Kenny mientras éste se inclinaba hacia él y, con la voz más hipnótica que había escuchado, le preguntó qué era lo que le gustaba más. Penetrar o ser penetrado. Butters ahogó un gemidito porque, maldita sea, no tenía respuesta a esa pregunta. El menor tenía una colección de díldos y un vibrador al que incluso le puso nombre, por lo que cualquiera tendría la impresión de que prefería recibir, pero lo cierto era que, tratándose de Kenny moría por estar dentro de él, enterrarse lo más profundo posible en su cuerpo caliente, húmedo y apretado. —Quiero… —dijo con voz ahogada. — estar de-dentro de ti. —Como tú prefieras. —Kenny se rió un poco porque Butters se notaba extremadamente avergonzado, pero no se bajó de él, en su lugar le entregó un condón ordenándole silenciosamente que se lo pusiera. Butters se quedó mirándolo como tonto y no fue hasta que Kenny tomó la botellita de lubricante y embarró sus dedos con el líquido espeso, que Butters atinó a reaccionar y se incorporó para ponerse el condón. Después intentó cambiar posición con Kenny, pero el chico negó con la cabeza y lo obligó a tenderse en la cama de nuevo. Kenny se volvió a inclinar sobre Butters, para asegurarse que no pudiera moverse, y después hizo que sus miembros friccionaran el uno contra el otro mientras se encargaba de prepararse a sí mismo. Butters quería estar a cargo de estirar el interior de Kenny, deseaba enterrar sus dedos en él y prepararlo con lentitud y amor, no con la prisa con la que Kenny parecía estarlo haciendo, pero no podía abrir la boca. Antes le había costado demasiado pedir lo que quería y solo habló porque Kenny se lo solicitó, ahora no podía emitir sonido alguno. No le quedaba más que embobarse viendo cómo Kenny se mordía los labios y entrecerraba los ojos, disfrutando las leves sensaciones de placer que le generaba estimular fugazmente su próstata. Butters perdió la noción de sí cuando por fin sintió su erección ser rodeada lentamente por el interior caliente de Kenny y el último se sintió igual cuando las dimensiones de Butters lo rozaron en todos los lugares correctos. Kenny dejó escapar un gemido de gusto cuando por fin logró deslizar a Butters hasta lo más profundo de sí y tomó varios segundos para acostumbrarse y comenzar a moverse. Casi se arrepentía por no haberse tomado el tiempo suficiente para prepararse. Aunque la palabra clave era casi, pues la presión más que dolorosa lo hacía sentirse lleno e incapaz de pensar en nada más. Eventualmente el mayor encontró un ritmo que complacía a ambos y aunque Butters intentó guiarlo, Kenny se lo impidió porque él quería encargarse de todo, del ritmo, del momento y la forma. Butters no podía quejarse, solo podía mirar y rogar por no terminar pronto. El calor, el aire que no entraba lo suficientemente rápido a sus pulmones para abastecer su corazón palpitante. Todo lo tenía perdido. Eventualmente los recuerdos de Stan volvieron a envolver a Kenny y pronto dejó de escuchar los suaves gemidos de Butters, quien parecía estar demasiado concentrado en la sensación como para darse cuenta que Kenny tenía la mente perdida en sus recuerdos. Butters tenía un “te amo” atrapado entre los labios, pero sus gemidos de gusto y los besos de Kenny sobre su cuello no lo dejaron hablar. Lo cual fue afortunado porque cuando Kenny aceleró el ritmo y lo apresó aún más en su interior, Butters pudo escuchar claramente como murmuró el nombre de Stan. Como un mantra, como si estuviera invocando a un dios. Su Dios. Kenny dijo el nombre de Stan unas tres veces antes de venirse. Butters perdió la capacidad de respirar y la situación casi lo hace perder también su erección; sin embargo, aún después de haber terminado, Kenny siguió con el vaivén, aprisionándolo el tiempo suficiente para que volviera a concentrarse en la sensación y lograra terminar. Lamentablemente, lo que debió ser el mejor orgasmo de su vida se convirtió en algo más dentro del espectro regular y… triste. Jamás habría imaginado que podría describir un orgasmo como triste y muy probablemente su cara mostró lo incómodo que se sentía con la situación porque cuando Kenny lo miró, su sonrisa leve y expresión de satisfacción desaparecieron al instante. —¿Qué ocurre? —preguntó preocupado, separándose de Butters y haciendo que el frío que sentía el menor fuera aún peor. La confusión en su voz le hizo saber a Butters que Kenny no tenía idea que había estado diciendo el nombre de Stan. —Nada… —susurró Butters y afortunada o desafortunadamente, fue justo en ese momento cuando la puerta de la habitación se abrió. Kyle y Stan entraron al cuarto, besándose y tocándose, como Kenny y Butters lo hicieron minutos antes. Sobraba decir que Stan se mostró notablemente molesto cuando los encontró ahí y que Kenny intentó bromear para relajar la situación, sin mucho éxito porque su expresión decía que no se sentía para nada arrepentido por lo que había hecho, es más, estaba feliz por haber sido descubierto. Butters podía ver que Stan estaba más molesto de lo que debería y que Kenny lo estaba disfrutando. Kyle también estaba molesto, pero probablemente solo por la parte más evidente de la situación y no porque supiera que Kenny había tenido sexo con alguien sobre la cama de Stan para satisfacer algún tipo de fantasía. Entonces Butters sintió un nudo en la garganta y ganas de vomitar. Era como si su cuerpo quisiera regresar a la sobriedad de tajo para poder procesar la situación por la que estaba pasando. Kenny lo usó. Bajó la cabeza por vergüenza y porque no quería que nadie viera su expresión devastada. Se vistió lo más rápido que pudo y se disculpó con Stan antes de salir corriendo del lugar.   Butters no paró su carrera hasta que llegó al baño donde se hincó frente a la taza y vació su estómago. El sabor de la bilis apenas y lograba distraerlo de la sensación de haber pisado el cielo y luego haber sido devuelto a la tierra abruptamente, no, mejor dicho, haber sido escupido al infierno. Era desgarrador y lo peor de todo era que ahora que había podido tocar a Kenny sentía que lo amaba incluso más que antes. Escuchó que tocaban a la puerta y entre arcada y arcada logró contestar —¿Qué no escuchan que está ocupado? —. Aunque su respuesta no logró evitar que quien tocaba la puerta la abriera y entrara a la pequeña habitación. Butters quiso protestar pero otra arcada y reconocer en el recién llegado a Kenny se lo impidieron. —¿Estás bien? —Kenny inmediatamente se hincó a su lado y Butters, con los ojos llorosos y la boca escurriendo saliva, evitó hacer algún gesto de reconocer la pregunta. En su lugar siguió vomitando mientras Kenny le masajeaba la espalda. —Lo siento—dijo Kenny cuando Butters por fin dejó de vomitar. Butters se limpió la boca con papel de baño y pensó en preguntarle por qué se disculpaba: por haberlo llevado a la habitación de Stan con la intención de que fueran descubiertos o por usarlo y llamarlo Stan. Pero no podía, era incapaz de decir alguna palabra que hiciera sentir mal a Kenny o los hiciera enfrentar una realidad que no quería reconocer. —No…—hizo un ademán de levantarse y casi pierde el equilibrio por lo que Kenny rápido se incorporó para ayudarlo. —¿Ya estás mejor? —Sí-no —inhaló hondo. —No estoy acostumbrado a que la gente me odie. Stan me invitó a su fiesta y nosotros… —No te preocupes por eso —Kenny le respondió con una sonrisa triste. —Stan solo está molesto conmigo. Él sabe que fue mi idea. La expresión de Kenny hizo que el estómago de Butters se encogiera. Quería abrazarlo, pero en lugar de eso se alejó. —Me voy a mi casa —hizo un gesto de empezar a caminar, pero Kenny lo detuvo. —Te acompaño, no estás bien. —No es necesario. — El menor tenía sentimientos encontrados. No quería que Kenny se alejara, pero su presencia lo hacia sentir sin valor. Como si él y alguna muñeca inflable fueran lo mismo. Probablemente la única diferencia era que usar a Butters se sentía mejor. Probablemente. Finalmente decidió que sería mejor estar solo, así que intentó empujar a Kenny para que le dejara pasar, pero tan pronto su mano hizo contacto el pecho de McCormick, Butters dió un paso hacia atrás.  —Me voy solo. —Voy contigo, —dijo Kenny con una voz firme que no dejaba lugar a dudas. Aunque perfectamente se dio cuenta que Butters no lo quería cerca.   La casa de Butters no estaba lejos, así que no caminarían más de cinco cuadras. Pero el lapso de tiempo que les tomó recorrer esa distancia fue suficiente para que Kenny comenzara a pensar en todo lo que había ocurrido. Desde que besó a Butters hasta que el mismo Butters rechazó su toque en el baño. No tenía idea de que había estado recitando el nombre de Stan, así que solo podía atribuir el comportamiento de Butters al arrepentimiento. El menor ahora estaba sobrio y seguramente se arrepentía por haber decidido irse a la cama con él. Es más, era muy probable que Butters estuvo tan intoxicado que solo se dejó llevar. —Lo siento —volvió a decir Kenny con voz baja y los hombros de Butters se tensaron. —Creí que… —Kenny ahogó un gemido y después empezó a hablar muy rápido. —Creí que… bueno, ambos estamos borrachos, pero tal vez tú más que yo porque estabas vomitando y no sé, perdón, no fue mi intención llevarte al segundo piso si no sabías lo que estabas haciendo, ni siquiera sé si ahora estás bien. Pensé que también querías… pero creo que no querías y yo te… —¿Qué?, ¡no! —Butters no estaba entendiendo todo lo que el otro decía, pero se hacía una idea muy clara. —¡Yo sí quería! —se sonrojó al darse cuenta que prácticamente había gritado aquello. Kenny se sorprendió un poco —¿de verdad? Butters ahora sentía el rostro caliente. —Sí… — Sabía que esa era una oportunidad para decirle que estaba enamorado de él, pero eso era mejor llevárselo a la tumba. —Pero no debimos hacerlo —miró al suelo. —Oh—Kenny también miró al suelo y justo en ese momento llegaron a la casa de Butters. Se sintió aliviado porque Butters sí dio su consentimiento. Triste porque se arrepintió. Pero nada sorprendido porque nadie quería estar realmente con él. Stan era lo que más le dolía ahora, pero él no era el primero que lo dejaba. Kenny no sabía qué estaba mal con él, pero fuera lo que fuera, Butters lo notó tan pronto el éxtasis de su orgasmo desapareció. —Tienes razón, no debimos.   Pasaron un largo minuto en silencio. —A-adios. —si aquella fuese una de las fantasías del menor, Kenny despediría a Butters con un beso. Pero, por desgracia, creía que solo era un momento incómodo entre una persona que amaba y otra que solo buscó distraerse. —Ah sí, claro. Nos vemos. —Kenny lo despidió con la mano. Aguantando las ganas de preguntar, por qué, si le gustó el sexo, no quería seguir ni un segundo más en su presencia.   Mientras Butters cerraba la puerta de su casa se dio cuenta que sí se volverían a ver, pero su amistad ya estaba arruinada. —No llores, —se susurró pero no pudo evitar que sus ojos se inundarán con lágrimas. Había tenido sexo con Kenny, la persona que amaba y eso era más de lo que alguna vez soñó que podría hacer. Lo último que harían juntos.   Por su parte, Kenny se quedó parado frente a la puerta de Butters varios minutos. Se sentía más vacío que antes. Stan lo abandonó y él, en lugar de aprovechar que Butters le ofreció una mano amiga, decidió mostrarle ese lado suyo que todos parecían odiar. Tomó a su amigo para sanar su ego, lo puso en una situación incómoda por una venganza sin significado y ahora su amistad estaba arruinada. Probablemente no se volverían a dirigir la palabra. Esa noche era una mierda.
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