Las gafas y un lazo blanco
Kyoto
Días antes del evento de intercambio
. Utahime caminaba con paso decidido rumbo a un local en particular en medio de la transitada calle peatonal. Debía recoger un pedido especial ordenado hace ya unos días para entregarlo a la persona con quien estaba a punto de encontrarse aquella tarde. Tras obtener el pedido exitosamente, se dirigió hacia la mitad de la calle bajo el reloj donde había quedado con él. —Está por dar la hora, espero que ese tonto no llegue tarde —volvió a mirar la hora comprobando que, en efecto, él ya iba tarde. Eso comenzaba a molestarla aunque Gojo solo tuviera un incipiente retraso de diez minutos. Algo habitual en él, realmente pues jamás era puntual. —¿Dónde se habrá metido ese torpe? Le dije que se presentara puntual. ¡Gojo, ya verás cuando te ponga las manos encima! Se giró en sentido contrario al reloj que estaba colocado en medio de una bonita jardinera, justo delante de ella, esperando ver una figura alta de melena clara y alborotada. No sabía exactamente si él aparecería de la nada usando algún atuendo oscuro y gafas a juego o bien llevaría cubiertos sus ojos con una cinta de color. Como fuera ya una retrasando y la furia de Utahime sería terrible. Fue entonces, que la joven de cabellos negros sintió como alguien la estrechaba fuertemente por detrás elevándola por encima del suelo unos centímetros. La tomó por sorpresa a pesar de saber de quién se trataba, esa misma persona era demasiado ruidosa haciendo que todos los presentes los atacaran con miradas curiosas. —¡UTAHIMEEEE! —Satoru Gojo apareció de la nada apretando aún más su abrazo mientras frotaba su rostro contra la mejilla derecha de ella de arriba abajo —Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos. —¡Bájame tonto, estamos haciendo un espectáculo a media calle! —No he terminado de saludarte. Dejo un beso en su cuello depositando a la chica en suelo. Utahime sintió que debía recuperar el aliento antes de cuestionar al recién llegado el motivo del ligero retraso. —¿Que te retraso? —preguntó la joven de cabello negro tras acomodar sus ropas. —En realidad, llegué desde hace un rato, no lograba encontrarte en medio de este mundo de gente. Si fueras un poco más alta… —¡Que! —Olvídalo anda, vayamos a comer algo. Gojo la tomó de la mano conduciéndola en medio de la multitud la cual sortearon exitosamente, dedicaron un rato a buscar un sitio donde vendieran crepas rellenas de las que le agradaban al joven alto. Utahime lo miraba desde su posición dejándose llevar por el momento, ya conocía cómo era su forma de ser escandalosa y despreocupada. En contraste con ella que era más reservada y sería la mayor parte del tiempo. No entendía que había visto Gojo en ella pues eran tan diferentes que, difícilmente, alguien podría comprender por qué eran pareja. Ni siquiera ella lo sabía bien, solo había accedido a salir con él tras mucha insistencia de su parte. Ya la había invitado un par de veces cuando ambos cursaban el curso en el colegio tecnológico de magia en Tokyo, sin embargo ella siempre lo rechazaba debido a que Gojo gustaba de fastidiarla hasta hacerla rabiar. En realidad, ella se quedo con la idea de que él la detestaba rechazando cada posible encuentro con él. —¡Jamás saldré contigo, ¿te quedó claro?! Gojo cesó en sus invitaciones luego de lo ocurrido con Suguro Geto, solo durante ese tiempo es que no supo de él. Tras varios años de silencio, reconectaron en los eventos de intercambio entre ambas escuelas, fue entonces que Utahime notó que algo en Gojo había cambiado, al menos temporalmente, pues después de un tiempo es que este la invitó de nuevo a cenar adoptando de nuevo esa actitud ruidosa y fastidiosa que tanto le molestaba a la joven hechicera. Y desde ahí comenzó aquello entre ambos que ya llevaba un tiempo en curso. —¿A dónde iremos a almorzar? —preguntó la joven percatándose que su pareja sólo la llevaba de aquí para allá sin decidirse. —A un lugar donde sé que venden unas crepas rellenas muy ricas —informó Satoru mirándola de reojo— ¡solo que no logro dar con el sitio en cuestión! —¿Crepas? Llegaron a un local no muy concurrido donde tomaron asiento. La chica miró a su compañero de arriba abajo mientras tomaban asiento en las bonitas butacas en piel roja: Gojo nunca cambiará, se dijo, solo él andaría como si nada por las sofocantes calles de la ciudad vestido con colores oscuros. En aquella ocasión el profesor de la Academia de magia de Tokyo vestía casual aunque de tonos negros y azules. Utahime notó cierta elegancia en su atuendo en combinación con sus anteojos de sol y su acostumbrado cabello medio despeinado. —No creo que comer crepas a esta hora sea buena idea. Pensé que comeríamos algo más en forma. —Solo es un alimento, no puedo resistirme a las crepas de este lugar. Sabes que me encantan. Utahime notó que Gojo se sacaba las gafas dedicándole una mirada afectuosa. Ella era demasiado timida para esas cuestiones y le era más complicado responder a sus atenciones en un sitio como un restaurante. No obstante eso no fue impedimento para que este le robara un par de besos. —Las crepas tienen demasiada azúcar —dijo ella de pronto tratando de aminorar su momento de incomodidad. —Si, eso las vuelve deliciosas. —Engordare si como toda esa azúcar. Buscare algo en el menú que tenga menos calorías. —¡No puedes hacer eso! —Gojo le dedico una mirada alarmada que ella no supo interpretar— Escucha si comes saludable todo el tiempo, bajaras tanto de peso que tus pechos reducirán su tamaño. —¡¿Qué?! —No puedo permitir eso. ¡Quiero dos crepas rellenas de crema batida, fresas y una capa de chocolate! —eso fue lo que ordenó al mesero que se aproximo tímidamente— Además de eso, traiga dos sodas grandes de melón verde. Utahime estaba demasiado turbada, cubriendo su rostro con ambas manos, para responder asegurándose que no hubiera otros comensales alrededor de ellos. La falta de modales de Gojo podría volverla loca a tal grado que estaba por molerlo a golpes. —¡Gojo, no digas esas cosas aqui! —ordenó molesta— Al menos espera a que estemos en mi casa. —De acuerdo, de acuerdo. Lamento mi entusiasmo —respondió sin perder su acostumbrado buen humor— ¡Brindemos por este reencuentro! —Aproximo una de las dos bebidas recién llegadas de la cocina las cuales estaban en dos copas altas y amplias. Utahime habría preferido una buena cerveza fría, pero, solo en esas ocasiones se permitía beber algo tan colorido como lo que Gojo ordeno para ambos. Se acerco el vaso bebiendo lentamente percatandose de como su acompañante la tomaba de la mano deslizandola por debajo de la mesa para estrecharla discretamente, ella se sonrojo levemente sin decir palabra. Por supuesto, Gojo se percató del rubor en sus mejillas estrechando su mano más fuerte. Ambos disfrutaron una comida en silencio. Las únicas ocasiones en las que Gojo mantenía la boca cerrada. Utahime se preguntaba como había permitido que su escandaloso y extrovertido colega se ganara su corazón, quizás era el hecho de que ambos eran tan diferentes en ese sentido. —Siempre estas tan seria —dijo Gojo de pronto apenas termino su crepa— ¿por qué no sonríes un poco más? —llevo ambas manos a las mejillas de su compañera apretandolas un poco y extendiéndo ambas suavemente, como buscando una sonrisa en su rostro. —¡No hagas eso! —dijo ella— Claro que sonrió, solo no lo hago todo el tiempo. —¿No estás feliz de verme? No me trajiste flores. —¿Y quien dice que no estoy feliz de verte? Deja mis mejillas. Gojo se detuvo riendo profundamente. —Eres muy bonita cuando te enfadas así. —¿Y tú eres un…? —respondió turbada. —¿Qué es lo que llevas en ese bolso de papel? —señalo el paquete que ella había recogido mas temprano cambiando bruscamente la conversación. —Es un secreto, lo sabrás más tarde. —Ya veo, es algo que usarás apenas estemos en tu casa. Que traviesa. —¡No es eso…! —Anda vamos, se hace tarde. Nuevamente ella se dejo conducir fuera del lugar hacia las calles de la ciudad. Utahime se adelantó un poco indicando hacia donde debian ir para llegar al hogar de ella. El sugirió que podían usar la habitación que tenia reservada, pero ella se negó. Su hogar tenia las protecciones necesarias para que Gojo no tuviera que aplicar barreras adicionales pues, normalmente, sus actividades en la intimidad eran apasionadas y demandaban actividad física que los dejaba agotados a ambos. Se alejaron de las ajetreadas calles emprendiendo el camino al hogar de Utahime. . Utahime estaba recostada al lado de Gojo mirándolo dormir. Ambos estaban desnudos bajo las sabanas fuertemente abrazados tras algunas horas entregándose el uno al otro. Solo en esos momentos, es que la tímida joven podía ser ella misma y aceptar todas y cada una de las caricias prodigadas por su amante; solo en la seguridad de su hogar podía dejarse llevar en los brazos de su apasionado compañero y solo con él se mostraba como era ella realmente. Solo en la seguridad de ese hogar, Gojo se permitía dormir plácido y profundo olvidándose de los peligros de afuera. La joven logro liberar sus manos del fuerte abrazo del hechicero de los ojos claros levantandolas para rodearlo por el cuello. Ella se deslizó hacia arriba de la cama acunando la cabeza de Satoru en su pecho mientras dejaba un beso en su frente y sus manos jugueteaban un poco con sus cabellos alborotados. Satoru continuaba siendo el mismo tonto desvergonzado de siempre, aunque algo en lo profundo de su persona se habia quebrado despues de haber perdido a Geto. A su único y mejor amigo. Muchas relaciones se perdieron tras esos lamentables sucesos. Ella era buena amiga de Shoko Eiri de quien se fue distanciando poco a poco pues el regreso de Utahime a Kyoto complicó mantener la buena amistad. Asi que lo podía entender de muchas formas. —Siempre estas pensando y metida en tu cabeza —Gojo fue despertando poco a poco dejando besos en su cuello. —Me gusta observar, no siempre estoy analizando cosas en mi cabeza —Utahime dibujo una sonrisa discreta, gesto que no paso desapercibido. —¡A ver, a ver quien está sonriendo! —¿Por qué siempre eres tan expresivo? —Bueno, soy asi cuando estoy de buen humor y sumergirme en tu cuerpo me pone de buen humor. —¿De verdad..? —ella se sonrojo mas que otras ocasiones pues era la primera vez que Gojo confesaba algo asi. Utahime se cubrió su torso con la manta sentándose en la cama por un momento, Satoru recorrió lentamente la espalda de su amante con su mano izquierda haciendo lo propio también para poder besar la piel de esa espalda blanca y suave hasta llegar a su cabello. A Gojo le gustaba jugar con el cabello de su compañera desde que ella le permitió acercarse lo suficiente, hundió el rostro en la melena de Utahime mientras ella sentía ligeras descargas eléctricas en su cuerpo. Ella no lo decía abiertamente, pero Gojo sabía que gustaba de ese gesto ya que la había visto sonreir discretamente y cerrar los ojos en otras ocasiones. —Te tengo una noticia —dijo él de pronto. —¿Qué sucede? —Me temo que tendrás que conseguir otro lazo para tu cabello —ella pareció no entender hasta que Satoru jalo el lazo blanco del cabello de Utahime hasta desatarlo por completo. El cabello de la chica cayó en cascada mientras lo miraba aun sin comprender a qué se referian sus palabras o que pretendía demostrar. Se limitó a observarlo con los ojos muy abiertos. Gojo estiró el lazo comenzando a rodear la zona de sus ojos y la cabeza pasando el cinto una y otra vez hasta dejar cubiertos sus ojos. —¿Qué opinas, me queda bien? —pregunto con su habitual actitud juguetona. —Usarás el lazo de mi cabello para cubrir tus ojos… —Si. Ahora tengo algo que pertenece a una persona muy importante para cubrir lo más importante que poseo. Ella peinaba su cabello asi desde que él hizo el comentario muchos años atrás: Utahime tuvo un ligero percance en una misión haciendo que su cabello se cortara abruptamente en la parte posterior de su cabeza. Para cubrir el desperfecto, es que lo peino de media coleta mientras volvía a crecer. Ese dia, Satoru fue el primero en percatarse de eso. —Vaya, hasta que te peinas diferente —le dijo fastidioso como era—, te ves muy bien asi. Aunque su cabello ya había crecido meses después, ella continuó peinándolo de esa forma. Utahime no pudo reprimirse más a los encantos de su compañero, dibujó una amplia sonrisa en sus labios girandose un poco hasta quedar de perfil frente a su amante. Al mismo tiempo, su cabello suelto cayó de ese lado de su rostro ocultando parcialmente la sonrisa y el rubor en sus mejillas. Gojo no pudo quitarle los ojos de encima descubriendo sus ojos totalmente deseoso por capturar en su memoria cada instante de ese precioso momento. Solo en la intimidad de su hogar, Iori Utahime dejaba ver esos gestos ocultos de su persona compartiendolos con él unicamente. —Es cierto… —dijo ella de pronto— Tengo algo para ti. Se envolvió en una bata de algodón mientras se ponía de pie acercando otra bata para su compañero quien esperaba expectante. Entonces buscó aquella bolsa que le causó curiosidad al joven hechicero extrayendo una caja de cartoncillo la cual entregó a Gojo quien lo recibió sonriente. —¿Es para mi? Supongo que es en compensación por las flores y chocolates que jamás me has dado —se apresuró a decir algo burlón. —Si… algo asi. Satoru retiró el empaque de cartoncillo encontrando tres piezas oscuras envueltas cuidadosamente en un ligero bolso de plástico. Aquello lo hizo sonreír abriendo mucho los ojos. —¡Son increíbles! Se puso de pie aproximándose al espejo más cercano probándose cada una de las gafas sonriendo y gesticulando agradecido por el inesperado obsequio. —Las encontré por ahí —dijo ella de pronto—, pensé que te gustarían. —¡Se ven geniales, me gustan mucho! ¿Por qué no tengo tres cabezas para lucirlas al mismo tiempo? Utahime rio discretamente, sabia que le encantarían y esas expresiones al probarse uno y otro par, lo confirmaban. Gojo sabía a la perfección que ella no las había solo encontrado por ahí ya que, a simple vista, esas gafas habían sido mandadas a hacer a la medida: la protección de las micas era única en su tipo, la estructura del armazón y demás detalles indicaban un trabajo solicitado con cierta precisión. Satoru no usaba cualquier tipo de anteojo si no uno con ciertas especificaciones. Era evidente que Utahime las había mandado realizar especialmente para él. A pesar de lo malhumorada que solia ser, ese tipo de detalles la volvían una persona muy cálida y especial. En ese momento, Gojo la observó a través del reflejo del espejo, se mantuvo en silencio mirando como su bella compañera le daba la espalda dejando caer la bata de algodón con tal sensualidad que estuvo a punto de girarse para estrecharla fuertemente en sus brazos. Prefirió esperar a que ella buscara sus ropas, pues estaban por salir a cenar, antes de girarse y observar a la joven de frente. —¿No vas a vestirte? —Por supuesto, solo quería mirarte antes de hacerlo. —Tenemos que hablar del evento de intercambio —indico Utahime. —¿Tiene que ser ahora? Podemos hablar de trabajo después de la cena o después de que no te de tregua en la cama —respondió Gojo jugueton. —Será mejor que comas suficiente porque seré yo quien te dé una paliza. —Quiero ver eso, lo esperaré con ansias. Un rato mas tarde, ambos salieron de la casa buscando donde cenar algo andando con paso lento por las calles de aquel tranquilo barrio. .FIN
. *Notas: Mi primera incursión en el mundo de fanfics de JJK. Gracias por leer.