ID de la obra: 117

Dentro de mí

Slash
NC-21
Finalizada
2
¡Obra promocionada! 1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
20 páginas, 1 capítulo
Descripción:
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Capítulo único.

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Miles ha visto a Miguel O'Hara solo unas pocas veces. La última fue hace meses, cuando el hombre visitó a su familia durante las vacaciones de invierno. Realmente no habían hablado mucho, especialmente porque Miguel solo se había quedado un par de días. No es que hubieran tenido muchas cosas de qué hablar, adivina Miles, ya que el hombre tenía la edad para ser su padre. Y si es honesto consigo mismo, Miles se sentía un poco nervioso. Miguel es serio la mayor parte del tiempo, y muy atractivo; lo que lo dejó a la vez asustado y excitado como la mierda en igual medida. Esta vez, Miguel va a quedarse por dos semanas, le informó su madre, aparentemente habiendo decidido que su viejo amigo pasaría las vacaciones de verano allí, y por alguna razón Miles no puede evitar sentirse algo ansioso. Miguel parece de alguna manera más alto y atractivo que la última vez que lo vio, si eso es posible, y ahora Miles se queda mirándolo como un idiota mientras su padre ayuda a llevar la maleta de su invitado adentro, sonrojándose furiosamente cuando Miguel coloca una mano amiga sobre su hombro para saludar a Miles. A pesar de que la visita de Miguel no es del todo una mala sorpresa, Miles no está exactamente emocionado por tener que abandonar la habitación de invitados, que es el lugar más frío de la casa durante el verano. Es la primera noche desde que Miguel llegó y Miles está recostado en la cama en su propia habitación. La cama se siente extrañamente incómoda y la habitación demasiado caliente, ni siquiera el aire acondicionado parece aliviarlo. Así que finalmente, Miles resopla y empuja las mantas lejos de él. Agarra su almohada y se aventura fuera de su cama, dirigiéndose en silencio a la habitación de invitados. Se las arregla para entrar sin hacer ningún ruido, encontrando a Miguel, como era de esperarse, durmiendo tranquilamente. Duda por un momento, antes de decidirse a colocar su almohada en el pequeño espacio vacío a un lado del colchón para luego subirse a la cama. Suspira cuando se recuesta con éxito entre las sábanas, ya se siente mucho más fresco que antes. El movimiento finalmente debe haber despertado a Miguel, porque se está dando la vuelta, abriendo lentamente los ojos. —¿Qué haces aquí? —la profunda voz de Miguel suena áspera por el sueño y el cerebro de Miles tarda unos segundos en cooperar y responder. —Hace calor en mi habitación —se encoge de hombros, mirando cómo el ceño fruncido en la frente de Miguel se profundiza—. Suelo dormir aquí durante el verano —dice despectivamente. Está cansado y no tiene ganas de hablar. Incluso si eso significa escuchar la voz de Miguel. Miguel, medio dormido y aparentemente satisfecho con su respuesta, retoma su posición anterior, dándole la espalda a Miles. Su ronquido suave regresa solo unos minutos más tarde, pero Miles no tiene mucho tiempo para quejarse porque pronto se queda dormido también.

***

A la noche siguiente, Miles se encuentra de vuelta en su propia habitación. A pesar de no tener tanto calor esta vez, todavía no parece poder conciliar el sueño. Suspira enojado y se sienta. No hay razón para seguir mintiéndose a sí mismo. Con almohada en mano, se dirige a la habitación de invitados y a la cama, donde Miguel está durmiendo. Esta vez, Miguel está tumbado como una estrella de mar, por lo que Miles coloca la almohada sobre su brazo antes de acostarse. El peso en la parte superior de su brazo despierta a Miguel inmediatamente y lo aleja de debajo de la cabeza de Miles. —¿Qué pasa ahora? —Miguel pregunta, frunciendo el ceño. —No puedo dormir. Solo por esta noche —suena como una excusa ahora que lo dice en voz alta, pero es la verdad. —… No lo conviertas en un hábito, niño —tiene la audacia de decir, antes de acostarse de espaldas y volver a dormir. Miles le sigue poco después.

***

La noche siguiente, cuando Miles se cuela en la habitación, ni siquiera tiene una excusa. Al menos no una nueva. Miguel está despierto esta vez y abre los ojos cuando escucha a Miles entrar en la habitación. —Creí decirte algo ayer —dice, observando a Miles con una mirada seria en sus ojos y Miles tiene que luchar contra el impulso de retorcerse bajo su intensa mirada. Que cabrón. Esta es sucasa. Debería poder dormir donde él quiera. —Me gusta dormir aquí —murmura, abrazando su almohada cerca de su pecho. De acuerdo, su excusa podría ser una mierda total teniendo en cuenta que ni siquiera ha dormido en su propia habitación desde que Miguel llegó, pero espera que su truco funcione en idiotas como Miguel. Por suerte para él, lo hace. Miguel finalmente suelta un suspiro de resignación y se da la vuelta en una invitación reacia, que Miles acepta rápidamente y no pierde tiempo antes de deslizarse en la cama.

***

Cuando Miles se despierta a la mañana siguiente, se siente increíblemente cálido y tan cómodo que le hace querer volver a dormir. Eso, hasta que se da cuenta de que su almohada está... ¿moviéndose? Gime en voz baja mientras abre los ojos y se sobresalta cuando lo primero que ve es un pecho amplio y desnudo, que sube y baja constantemente. Le toma unos momentos a su mente adormilada ponerse al día y se asusta un poco cuando se da cuenta de que dicha almohada es en realidad el brazo de Miguel. Aun así, no se mueve, temeroso de despertarlo, por lo que permanece acurrucado al lado de Miguel hasta que decida qué hacer. Al final, no tiene muchas opciones, porque Miguel, que aún duerme, lo rodea con un brazo y lo atrae aún más cerca de él, lo que hace que la mitad de Miles casi yazca sobre él, su cabeza ahora descansa sobre el hombro de Miguel. Miles se pone rígido antes de relajarse nuevamente; bueno, no es su culpa que Miguel haya decidido abrazarlo y no es como si pudiera irse con el brazo de Miguel sosteniéndolo firmemente. Sin embargo, eso no significa que no se sonroje cuando se da cuenta de que su cuerpo está al ras contra el de Miguel, que solo usa un pantalón para dormir. Eventualmente, logra cerrar los ojos nuevamente y enfocarse en el calor que irradia el sólido cuerpo presionado contra el suyo, y pronto el patrón constante de la respiración de Miguel lo adormece nuevamente. Cuando se despierta de nuevo, Miguel se ha ido y Miles ya extraña su calor.

***

A medida que pasan los días, Miles continúa entrando sigilosamente a la habitación de invitados todas las noches y despertando cada mañana más cerca de Miguel. Sus padres están en el trabajo cuando Miles y Miguel se despiertan y están dormidos cuando Miles vuelve a su habitación, por lo que está bastante seguro de que no se han dado cuenta. Esa noche, cuando Miles entra en la habitación, Miguel no frunce el ceño ni hace preguntas. Incluso está ocupando un solo lado de la cama, dejando el otro libre para Miles, quien agradece el gesto. Supone que a Miguel tampoco le importa esto, al menos no tanto como al principio. Miles se mete en la cama y se cubre con las mantas. Él mira a Miguel, que ya ha cerrado los ojos y decide que no quiere dormir sin sentir su calor rodeándolo por todas partes. Se siente muy bien cuando se despierta envuelto en esos brazos fuertes. Lo hace sentir pequeño pero también extrañamente seguro. No sabe muy bien qué tan bienvenido sea el movimiento para Miguel, pero no le importa lo suficiente como para detenerse. Él anhela la calidez y comodidad del enorme cuerpo de Miguel. Entonces, antes de pensar más en eso, se acerca y se acurruca contra él, metiendo la cabeza debajo de la barbilla de Miguel. —¿Qué estás haciendo? —Miguel pregunta bruscamente y Miles hace una pequeña mueca ante el tono de su voz. —Nada... —murmura, pero su voz sale casi como un gemido ahogado, acurrucándose aún más cerca de Miguel, como si tratara de esconderse, su cara está roja. Probablemente fue una mala idea, pero Miguel no se aleja. —Solo... —Miguel suspira de mala gana, pero para Miles la resistencia no suena muy sincera. Quizás a Miguel también le gusten los abrazos—. No te muevas todo el tiempo, quiero dormir —agrega, sobre todo porque probablemente siente que tiene que decir algo para demostrar que no están jugando según las reglas de Miles. Lo cual ha demostrado ser una completa mentira. Miles tararea de acuerdo y deja escapar un suspiro de satisfacción cuando un brazo se envuelve alrededor de su cintura, acercándolo un poco más. Si Miles pensó que esto no podría mejorar, definitivamente se demuestra que está equivocado cuando se despierta a la mañana siguiente. Esperaba que se hubieran separado durante la noche, pero en cambio, se encuentra completamente encima de Miguel, con una gran mano descansando sobre su espalda, enviando calor a su piel incluso a través del material de su playera. Miles inclina la cabeza para mirarlo, sorprendido cuando encuentra que los ojos de Miguel ya están abiertos. —Oh, no quería despertarte —dice Miguel y Miles frunce el ceño ligeramente; no esperaba que Miguel fuera tan... considerado. La sensación envía calor florecer hacia su vientre. —Lo siento —murmura tímidamente y se mueve para recostarse junto a Miguel en lugar de encima de él. Miguel le sonríe y con una mano alborota su cabello, lo que habría hecho que Miles se quejara de ser tratado como un niño, si no hubiera estado tan concentrado en el hecho de que había hecho sonreíra Miguel. Antes de que Miles tenga tiempo para responder, Miguel se quita las sábanas de encima y luego se levanta de la cama mientras agarra una camiseta. Miles no puede evitar seguir los movimientos de Miguel con los ojos. Los músculos de su espalda y brazos se flexionan mientras se pone la camiseta, el material delgado se aferra a sus anchos hombros y cintura estrecha de tal forma que Miles está seguro que no debería ser legal. Miguel se da la vuelta para salir de la habitación y le ofrece a Miles una sonrisa engreída, aparentemente sin darse cuenta de que lo estaban observando. Miguel bosteza y acomoda sus pantalones con pereza, inevitablemente atrayendo la atención de Miles hacia su entrepierna. Miles puede decir que su polla está mayormente suave, pero aún parece pesada y grande, y apenas puede evitar inclinarse más cerca para verla mejor. Desafortunadamente, antes de que tenga tiempo de ignorar este pensamiento, Miguel ya está fuera de la habitación y de su vista. Miles sonríe mientras piensa en cómo se despertó esta mañana y lo bien que se sintió estar tan cerca de Miguel. No es que esté enamorado, es solo que Miguel es realmente agradable a la vista. Y es aún mejor tocarlo. Y ser tocado por él. Eso es todo. Él definitivamenteno está enamorado de Miguel. Es lo que Miles se dice cuando se toca a sí mismo más tarde, y lo que también se dice cuando se corre pensando en esas manos grandes y fuertes sujetándolo mientras es embestido salvajemente contra el colchón, con una enorme polla separando sus paredes internas. E incluso si es solo un flechazo, nadie tiene que saberlo.

***

Miles está feliz de que Miguel se vea más entusiasmado por estar con él. En los últimos días, Miguel no se quejó en absoluto cuando Miles se acurrucó cerca de él mientras miraba una película. Por lo que entonces, Miles no está realmente sorprendido cuando, una noche, Miguel lo recibe en la habitación con una sonrisa. Miles se siente más audaz, no pierde tiempo antes de acurrucarse contra él, agarrar el brazo de Miguel y colocarlo sobre su propia cintura. Miguel se ríe, el sonido es profundo y bajo, y Miles incluso puede sentir su pecho moverse contra el suyo. —Oh, ¿así es como será ahora? —Miguel dice, pero a diferencia de las veces anteriores, ni siquiera hay un toque de molestia en su voz. —Mhm, me gusta abrazar —dice, lo cual no es una completa mentira. Le gusta abrazar, cuando es Miguel. Espera que la inocencia de su respuesta sea creíble. —Supongo que está bien —Miguel murmura, su expresión es ilegible. —¿No quieres acurrucarte conmigo? —Miles pregunta. Es un poco arriesgado; Miguel puede decir fácilmente que no, pero espera una respuesta diferente. —No dije eso —dice Miguel y aprieta el costado de Miles con su mano, el agarre es reconfortante y más que bienvenido. —Bien —murmura Miles, con una pequeña sonrisa formándose en sus labios, antes de rodar y acercarse para que su espalda esté al ras contra el pecho de Miguel. Miguel suelta una risa, pero lo rodea con un brazo, acercándose para acariciar el cabello de Miles. —Esto me gusta —suspira Miles, porque realmente le gusta. Quizás demasiado. Definitivamente puede sentir la longitud suave de la polla de Miguel contra la curva de su trasero, el ligero toque solo lo hace tener hambre de más, lo que no es realmente impactante. Especialmente, después de sus sesiones de masturbación en estos últimos días que siempre terminan con el nombre de Miguel en sus labios cuando se corre en su mano. Al menos está contento de que su presencia en la cama de Miguel no lo haya hecho usar más ropa. Quizás Miles debería ser el que necesite reconsiderar su atuendo para dormir. El usar un par de pantalones de pijama y una playera de gran tamaño no permite mucho contacto piel a piel, o ninguno en realidad, y a Miles le gustaría mucho. Antes de darse cuenta de lo que está haciendo, mueve ligeramente sus caderas, haciendo que su trasero se frote más firmemente contra la entrepierna de Miguel y apenas logra contener un gemido cuando siente que la polla de Miguel se contrae ligeramente. La respiración de Miguel se entrecorta solo por un segundo y luego retrocede un poco. Probablemente ni siquiera sean dos centímetros, pero aún es suficiente para hacer que Miles lo sienta. —Duerme —dice Miguel, adormilado. Miles se aclara torpemente la garganta y tararea en respuesta, sin confiar en sí mismo para hablar en este momento. Solo espera que su polla casi completamente dura pierda interés pronto, lo que no es muy probable con Miguel estando tan cerca de él.

***

La noche siguiente, Miles decide ponerse unos shorts y una camiseta en lugar de sus pantalones de pijama y su camisa de siempre. Solo el pensamiento de la piel de Miguel tocando la suya sin ninguna ropa de por medio lo hace estremecerse. Miguel frunce el ceño ligeramente cuando nota el cambio en su atuendo habitual, pero sonríe de inmediato cuando lo hace Miles. Se desliza rápidamente debajo de las sábanas, esta vez sin haberse molestado en traer su almohada con él, y luego se arrastra en los acogedores brazos de Miguel. Se siente como lo más natural del mundo, incluso si solo ha estado sucediendo durante la última semana. —Hola —susurra Miles, acariciando su rostro en el cuello de Miguel e inhalando su aroma, pesado y vertiginoso, y tan Miguel; Miles no puede tener suficiente. —Hola —responde Miguel, su mano encontrando la parte baja de la espalda de Miles. Miles no quiere irse a dormir todavía. Quiere decir algo, cualquier cosa solo para comenzar una conversación, pero su mente está en blanco. En cambio, decide que las acciones hablan más que las palabras, así que engancha su pierna sobre los fuertes muslos de Miguel y se arrastra hacia él, tan cerca que sus caderas están casi al ras. —Miles... ¿ qué estás haciendo? —Miguel pregunta, pero no parece enojado y tampoco mueve su mano. —Lo siento... solo trato de ponerme cómodo —Miles miente y se mueve un poco, disfrutando de cómo sus piernas se rozan, sintiendo la calidez del muslo de Miguel contra el suyo. Le hace querer sentir más. Miguel tararea y afortunadamente no trata de sacarle una mejor respuesta a pesar de su obvia mentira. Entonces, Miles siente una gran mano deslizarse debajo de su camiseta y comenzar a acariciar su espalda, unos dedos ligeramente ásperos recorren su columna vertebral, haciendo que un escalofrío recorra todo su cuerpo. Miguel, por suerte, no hace ningún comentario al respecto y simplemente continúa. Miles siente la sangre corriendo por sus venas y bajando hacia su polla que ahora está casi dura como una roca dentro de sus bóxer, mientras Miguel continúa acariciando su espalda. A pesar de que el toque no cruza la línea o se convierte en algo más inapropiado, se siente como la cosa más sensual que Miles haya sentido, y se da cuenta de cómo su respiración se está acelerando. Está seguro de que Miguel también lo ha notado. El toque ligero como una pluma en la parte baja de su espalda lo hace arquear su cuerpo inconscientemente y antes de darse cuenta, está gimiendo, bajo y necesitado. El movimiento ha causado que sus pollas se rocen y es demasiado, incluso a través de las capas delgadas de ropa que los separan. Y el hecho de que Miguel esté medio duro también, no hace nada para amortiguar su excitación. —No, no pares... —Miles casi se queja cuando se da cuenta de que la mano de Miguel se ha quedado inmóvil sobre su espalda, y no puede evitar rodar sus caderas, apretándose contra Miguel. —Miles —dice Miguel, su voz es tan firme como la mano ahora al costado de Miles, sujetándolo y obligándolo a quedarse quieto—. Miles, detente —ordena y Miles siente la necesidad de obedecer a pesar de no querer; no quiere que Miguel se moleste con él. —¿Por qué? —exhala, inclinando la cabeza hacia arriba para mirarlo, sus mejillas sin duda ya están enrojecidas. —Tus padres están al lado —dice Miguel y Miles ni siquiera lucha contra su impulso de poner mala cara. —Pero quiero —se queja y sabe que está siendo petulante, pero no puede importarle menos, especialmente cuando Miguel tampoco suena muy feliz por detener esto—. No se lo diré a nadie, lo prometo. Quiero que me toques. —Miles, vamos... Oh, tal vez Miguel simplemente no está interesado en él y todo esto son solo excusas. Lo que significa que ha estado haciendo el ridículo durante los últimos minutos, o incluso días. —¿No te gusto? ¿Es eso? —pregunta desesperado. Probablemente ahora parece un cachorro pateado. —Miles... eres la cosa más bonita que haya visto —Miguel exclama y solo las palabras hacen que la polla de Miles se contraiga bajo su ropa. Miguel pone una gran mano sobre el rostro de Miles, ahuecando y mirándolo con ojos oscuros mientras acaricia su mejilla con el pulgar—. Las cosas que te haría... —la voz de Miguel se apaga y Miles se emociona al ver que Miguel está tan afectado como él aun cuando trata de no parecerlo. Su pulgar ahora está sobre los labios de Miles y éste coloca un pequeño beso en la yema de su dedo, su respiración se vuelve más pesada bajo la ardiente mirada de Miguel. Se siente mucho más audaz después de las palabras de Miguel y agarra su mano, guiándola hacia su propia polla. —Tócame aquí. Haz algo, cualquier cosa, todo —se queja y mantiene la mano de Miguel allí, comenzando a mecerse contra ella, sintiendo el calor de la palma de Miguel contra su erección a pesar de las capas de ropa entre ellos. Miguel no alienta sus movimientos, pero tampoco se aleja para que Miles se detenga. Está muy duro. Nunca ha estado tan duro en su vida—. Por favor. Ve que finalmente algo se rompe en la expresión de Miguel y gime en voz baja cuando Miguel toma su polla con firmeza. —Maldita sea —Miguel respira y aprieta la longitud de Miles, haciéndole morderse el labio inferior para sofocar su grito—. ¿Es esto lo que quieres, Miles? —Sí, sí. Por favor, te necesito —dice, embistiendo contra la mano de Miguel. Se queja cuando la mano se aparta solo para sentir a Miguel deslizarla debajo de sus shorts y bóxer. Miguel lo aprieta con fuerza, su gran palma envuelve su polla por completo, y comienza a acariciarla con movimientos constantes. —Eso es, justo así —Miguel lo alienta y Miles no puede evitar gemir, aferrándose a los bíceps de Miguel con fuerza y sintiendo los músculos debajo de sus manos, las uñas hundiéndose en su carne y dejando marcas de medialuna. Ahora está respirando agitadamente, ya se siente cerca del orgasmo, de lo cual estaría avergonzado, pero está demasiado excitado como para preocuparse en este momento. Entierra su cabeza en el pecho de Miguel en un intento desesperado de calmar todos los sonidos necesitados que escapan de sus labios. Miguel tuerce su muñeca al final de cada movimiento, su palma frota la sensible cabeza de la erección de Miles, haciéndolo gemir y jadear. Solo puede exhalar un tranquilo ”Miguel” antes de venir; los dedos de sus pies se enroscan debajo de la manta y se arquea hacia atrás mientras derrama su semen sobre la mano de Miguel. Apoya su cabeza contra el pectoral de Miguel mientras trata de recuperar el aliento, dejando que Miguel retire su mano de sus bóxer y alcance algunos pañuelos de la mesa de noche para limpiarlos a ambos. De repente Miles se siente cansado y con sueño, pero de la mejor manera posible. Eso, hasta que se da cuenta de que Miguel no ha venido. Él sabe que Miguel también está duro, pero estaba tan perdido en su propio placer y el toque de Miguel que ni siquiera pensó en hacer algo al respecto. —Vamos a dormir —dice Miguel, interrumpiendo sus pensamientos. —Pero tú... no... —se mordió el labio inferior, desviando la mirada por unos segundos—. Puedo... si quieres, quiero decir —se detiene con un suspiro frustrado, encogiéndose internamente; ¿cuándo olvidó cómo hablar? —Olvídalo. Vamos, quiero dormir —la voz de Miguel es suave, pero aun así no impide que Miles frunza el ceño. ¿Por qué Miguel no quiere que Miles lo toque? —Está bien —susurra, definitivamente sonando más que un poco decepcionado. —Está bien —repite Miguel y se inclina para besar su frente—. Buenas noches, Miles. Miles no tiene más tiempo para poner mala cara o estar triste por eso porque justo después, Miguel lo agarra en sus fuertes brazos y tira de él para recostarlo sobre su pecho mientras rueda sobre su espalda. —Buenas noches —murmura y se pone cómodo, incapaz de contener la amplia sonrisa que inevitablemente vuelve a aparecer en su rostro.

***

Por unos momentos, cuando se despierta solo en la cama por la mañana, está seguro de que todo lo que sucedió fue un sueño. Excepto que todavía puede sentir el calor de la mano de Miguel sobre su piel y es demasiado real para que sea solo otro sueño. Realmente sucedió. Sonríe, pero todavía duda en salir de la habitación. ¿Qué se supone que debe hacer ahora? ¿Fue esto algo de una sola vez? Realmente espera que no. Ni siquiera llegó a tocar a Miguel. Tal vez todo esto no significó nada para Miguel y simplemente accedió porque se sintió mal por Miles. Gime frustrado y entierra su rostro en la almohada, solo para sentirse abrumado por el fuerte olor de Miguel a su alrededor. Él quiere más, todo de él. Inhala el aroma de la almohada por última vez, el olor es estimulante y reconfortante, antes de salir de la cama; tiene que salir de la habitación en algún momento. Miguel está hablando con su padre en el pasillo, pero lo saluda con una sonrisa, y Miles la devuelve tan despreocupadamente como puede. No parece que Miguel esté planeando abordar el tema y Miles no sabe cómo hacerlo, incluso si quisiera, por lo que no dice nada más.

***

El día pasa como de costumbre y no hablan de eso, pero al mismo tiempo, Miles puede sentir el cambio entre ellos. Miguel lo mira y, a veces, incluso lo observa, sus ojos oscuros obligan a Miles a mirar hacia otro lado y sonrojarse. Aun así, eso demuestra que tiene la atención de Miguel, le hace saber que el incidente de ayer no fue solo eso. Habrá más, esta noche, Miles se asegurará de ello. La cena, sin embargo, es un poco incómoda, al menos para Miles. Siente que su familia lo está juzgando cada vez que lo miran y casi se ahoga cuando Rio le dice que parece llevarse bien con Miguel. Afortunadamente, Miguel parece estar manejando todo normalmente y pronto todos se retiran a descansar a su habitación. Excepto que esto los deja a los dos solos nuevamente y el nerviosismo de Miles está de regreso. Se atreve a mirar hacia el sofá donde Miguel está sentado y se encuentra con su pesada mirada sobre él. Miguel le da una pequeña sonrisa arrogante como si supiera exactamente qué está pensando Miles, lo que probablemente sea cierto, pero ese no es el punto. Todavía hace que Miles quiera golpear su hermoso rostro, o incluso mejor, besar la estúpida sonrisa en sus labios. Bueno, sí Miguel piensa que puede sentarse allí, mirándolo así y Miles no hará nada al respecto, entonces Miles demostrará que está equivocado. Se levanta e intenta ignorar sus nervios mientras da pasos firmes hacia Miguel. Miguel lo mira con el ceño fruncido, pero su expresión es más divertida que cualquier otra cosa. Es irritante y hace que la polla de Miles palpite desesperadamente bajo su ropa. Cuando llega al sofá, se acomoda en el regazo de Miguel, se sienta a horcajadas sobre sus muslos y coloca sus manos sobre sus hombros para estabilizarse. —Miles... no aquí —dice Miguel, incluso mientras lleva sus manos a sostener sus delgadas caderas. —¿Por qué? —pregunta inocentemente, como si no supiera, y se acerca, olisqueando la mejilla de Miguel. El olor de Miguel es aún más fuerte así. Miles deja escapar un pequeño gemido y muerde la mandíbula de Miguel para detener cualquier otro sonido que pueda salir, y en su lugar, provoca un bajo gemido de Miguel. —Estás siendo muy travieso esta noche —comenta Miguel, sin molestarse en ocultar su diversión y solo anima a Miles a seguir adelante. —¿Me vas a castigar? —se burla, no es que se oponga a eso, y Miguel se ríe, su amplio pecho se sacude, su risa es un sonido retumbante que Miles ama tanto. —Podría —dice y se mueve para levantarse—. Pero no aquí —Miles no puede contener su sonrisa mientras Miguel se pone de pie y lo levanta fácilmente con él como si no pesara nada. Rápidamente envuelve sus piernas alrededor de su cintura y lo deja llevarlo a su habitación. Entran y Miguel cierra la puerta, arrojando a Miles sobre la cama y siguiéndolo justo después, se cierne sobre él como un depredador y Miles está más que encantado de ser su presa. Miguel se inclina y besa su estómago donde su camiseta se ha levantado, exponiendo su bajo vientre y Miles respira profundamente cuando siente unos labios suaves tocando su piel. Miguel acaricia su estómago con sus labios, levantando la camiseta de Miles mientras se mueve más alto, presionando besos y mordiendo ligeramente. Miles no puede contener un pequeño gemido, arquea la espalda y levanta el pecho hacia el toque de Miguel. Miguel desliza las manos hacia arriba y hacia abajo por sus costados y tararea antes de finalmente lamer su pezón. Miles pone su mano sobre la cabeza de Miguel, pasando los dedos por su cabello, tirando de él cuando Miguel muerde con fuerza, pero aún lo sostiene allí. Miguel se aleja después de un rato y Miles tiembla cuando el aire frío golpea su piel húmeda, deseando que la boca de Miguel vuelva a él a pesar de lo rojo y sensible que se ha puesto su pezón. Miguel planta besos en toda la protuberancia dura antes de pasar al otro y darle la misma atención, y Miles jadea fuertemente para cuando termina. —Shh, tienes que estar en silencio —dice Miguel mientras deja una marca violácea en su clavícula. Miles asiente y muerde su labio inferior nuevamente, esta vez lo suficiente como para extraer sangre mientras Miguel continúa con su cuello, besándolo y lamiéndolo, lentamente hacia su mandíbula. Se detiene cuando llega a sus labios y lo mira, emitiendo un sonido de desaprobación antes de poner su pulgar en la boca de Miles y acariciar el labio inferior que tiene entre sus dientes. —No lastimes tus lindos labios, Miles —dice y se inclina para besarlo suavemente, mordisqueando ligeramente el labio maltratado. Miles se encoge cuando piensa que probablemente sabe a sangre, pero a Miguel no parece importarle mientras arrastra la punta de su lengua sobre su labio inferior antes de empujar hacia adentro, y Miles está feliz de darle la bienvenida. Miguel lame su boca, acariciando su lengua con la suya, su mano sosteniendo el rostro de Miles y su pulgar acariciando su pómulo. Miles suspira en la boca de Miguel y le permite tomar el control total del beso mientras coloca sus manos en la espalda de Miguel y aprovecha la oportunidad para explorar la extensión de músculos firmes y piel debajo de sus palmas. Miguel rompe el beso y besa sus labios por última vez antes de separarse por completo. Engancha su dedo en la pretina de los shorts de Miles y los baja junto con sus bóxer, arrojándolos descuidadamente al piso. —Quítate la camisa —ordena suavemente y Miles hace lo que le dice, quitándose la camisa con manos temblorosas mientras Miguel corre las suyas hacia arriba y hacia abajo por sus muslos. En el momento en que se quita la camisa, las manos de Miguel encuentran su cintura y en un movimiento firme tiene a Miles volteado sobre su estómago. Miguel lo mueve hasta que está satisfecho con la posición, dejando a Miles con la cara presionada contra la almohada y las piernas dobladas debajo de su pecho, con su lindo trasero en el aire y completamente expuesto. Miles siente que su cara, cuello y pecho están pintados en un profundo sonrojo mientras toma aquella posición comprometedora, pero no se mueve ni un centímetro. Deja que las manos de Miguel recorran su cuerpo, su toque es un peso cálido y sólido contra su piel, y disfruta de los gruñidos de aprecio que escapan de Miguel. —Eres una cosita tan linda —dice Miguel, sus manos se posan en el trasero de Miles y le dan un pequeño apretón que hace que Miles gima en voz alta y se mueva hacia atrás, incitando a Miguel para que vuelva a hacerlo, solo para que el hombre aparte sus manos. Miles vuelve la cabeza para mirarlo con una expresión traicionada en su rostro. Miguel levanta una ceja, divertido. —¿Qué dije? Quédate callado —dice y finalmente vuelve a poner sus manos sobre su trasero. —Bueno, no es fácil. Lo estoy intentando —se queja Miles, porque realmente no lo es. Cada toque se siente como fuego y le quita el aliento, no sabe cómo va a sobrevivir cuando Miguel haga más. —Sigue intentando, entonces —dice Miguel con firmeza, trazando el agujero de Miles con un dedo—. A menos que quieras que pare. ¿Quieres eso, Miles? —él pregunta a pesar de que es obvio por su tono que ya sabe la respuesta. Miles responde rápidamente, de todos modos, no queriendo arriesgarse a que Miguel deje de tocarlo. —No, estaré callado, lo prometo. Miguel tararea y deja que su dedo roce el agujero de Miles, haciéndolo apretar con el ligero toque. Miles se relaja nuevamente, ahora que está claro que Miguel no planea detenerse, dejando caer la cabeza sobre la almohada y tratando de guardar silencio mientras Miguel continúa jugando con su agujero. Miguel agarra una de sus nalgas y la abre, comenzando a rodear el músculo apretado con la yema de su dedo sin presionarlo. Miguel retira su dedo pero no le quita las manos de encima. También ahueca su otra nalga, separándolas, y Miles se siente tan expuesto así que tiene que luchar contra el impulso de esconderse. —Parece que eres lindo en todas partes —dice Miguel, como si pudiera leer sus pensamientos y queriendo tranquilizarlo. Hace que su sonrojo se profundice, pero también lo ayuda a relajarse, Miles agradece los elogios con un gemido silencioso. El chico jadea cuando siente el aliento caliente de Miguel contra su agujero. Se aferra a las sábanas debajo de él con sus puños, su cuerpo ligeramente temblando de emoción y anticipación. Un pequeño beso es colocado en el interior de sus muslos y siente que su respiración se entrecorta en su garganta a medida que le siguen más besos, cada vez más cerca de su entrada. —¿Te han probado aquí antes? —Miguel pregunta justo cuando llega a su agujero, el aliento acaricia ligeramente la piel de Miles mientras habla. —N-No —responde Miles, inconscientemente empujando contra Miguel y haciéndolo reír. —Te encantará —Miguel promete y Miles no tiene dudas de que está diciendo la verdad. Afortunadamente, no tiene que esperar más. Miguel presiona un beso con la boca abierta sobre su agujero y luego otro y otro más, ligeramente succionándolo con su boca. Se aleja, arrastrando lentamente la lengua sobre la entrada de Miles y el chico se muerde la mano con fuerza, tratando desesperadamente de quedarse callado cuando todo lo que quiere es gemir y gritar. Miguel sigue lamiendo y besando su entrada, sus manos aprietan su trasero con tanta firmeza que Miles sabe que habrá huellas de manos después. Y a él le encanta. Después de lo que parece una eternidad, Miguel finalmente presiona su agujero con la punta de su lengua y Miles arquea más su espalda, ansioso por tenerlo dentro de él. Miguel comienza con lametones cada vez más profundos a medida que abre y suelta el agujero de Miles. Introduce y saca la lengua a un ritmo constante, volviendo loco a Miles con necesidad y excitación, con la polla dura ya goteando entre sus muslos. —Sabes tan bien —gruñe Miguel, su rostro aún enterrado en el trasero de Miles y su aliento golpeando su agujero mojado—. Eres una cosita tan linda para mí... ¿no es así? Miles tararea y gime desesperadamente, aun mordiéndose la mano, sabiendo que si habla ahora probablemente lo que saldrá será un fuerte gemido, y siente lágrimas en los ojos tanto por placer como por tener que contenerse. Miguel ya ha vuelto a follarlo con la lengua, moviendo la boca y la mandíbula a un ritmo más rápido ahora, haciendo sonidos húmedos con cada empuje mientras llena el agujero de Miles con su saliva. Todo suena y se siente sucio y desordenado, y Miles nunca antes se había sentido más querido o apreciado en su vida. Miguel lo está devorando como un hombre hambriento, gruñidos bajos dejan su boca como si estuviera disfrutando esto tanto como Miles. Todo se siente mucho mejor de lo que imaginaba y no quiere que termine, pero se está acercando, está acercándose a su clímax con cada fuerte empujón de la lengua de Miguel en su agujero mojado. —Estoy cerca... tan cerca... Miguel, por favor, por favor—gime y comienza a mecerse contra la lengua de Miguel, más rápido y más fuerte, haciendo que Miguel gima. —¿Vas a correrte solo por mi lengua, Miles? —Miguel pregunta y Miles se queja para que vuelva a lo que estaba haciendo—. Vamos, cariño, sé que puedes hacerlo. Sé un buen chico y córrete para mí —Miguel lo anima y Miles gime porque él quiere eso. Quiere ser bueno para Miguel y hacer lo que le dice y ser solo suyo. Gime un “sí” con la voz quebrada y pone su mano sobre la cabeza de Miguel para empujarlo hacia adentro. Miguel se ríe pero relaja su lengua y Miles agarra su cabello con fuerza para mantener la cabeza en su lugar mientras mueve las caderas hacia atrás. Miguel le permite marcar el ritmo y solo lame y chupa su agujero, follándolo tan profundo como su lengua lo permite. Sorprende a Miles cuando empuja un dedo junto con su lengua y Miles se aprieta a su alrededor, enterrando su rostro en la almohada y amortiguando sus gritos. Miguel mueve su dedo en sincronía con sus empujes y los testículos de Miles se tensan en el momento en que roza su próstata. Miguel tiene que repetir el movimiento solo dos o quizás tres veces más antes de que Miles comience a venir, su longitud pulsando entre sus muslos y su estómago, pintando su pecho con perlas blancas de esperma. No se da cuenta de cuándo exactamente la lengua y el dedo de Miguel dejan su agujero hasta que siente el aire frío de la habitación golpeando su entrada caliente con saliva. Cae sobre el colchón y dos grandes manos agarran sus caderas, levantando su trasero, y se deja hacer en la posición que Miguel desea. Siente algo caliente y pesado descansando contra su trasero y tiembla cuando se da cuenta de que es la polla dura de Miguel. Gira la cabeza y mira a Miguel, cuyos ojos están centrados en su trasero mientras arrastra su polla contra su entrada resbaladiza. Él escupe sobre sí mismo y se acaricia, y Miles aprovecha la oportunidad para mirarla mejor, su boca se hace agua por lo gruesa y larga que es y lo bien que se ve en el gran puño de Miguel. Miguel finalmente encuentra su mirada y le sonríe. —Quédate así, ¿de acuerdo, cariño? Miles asiente antes de que pueda siquiera pensarlo y apoya la cabeza sobre la almohada, solo un poco aterrorizado de que en este momento haya dejado que Miguel le haga casi todo lo que quiera. Esta vez, Miguel escupe en su agujero y Miles siente que la saliva gotea por su cálida piel antes de que la polla de Miguel se coloque entre sus nalgas. Miguel comienza a mecer sus caderas rápidamente, sus manos agarran el redondo culo de Miles con firmeza mientras su polla se desliza entre ambas mejillas. Miles está feliz de dejar que Miguel lo use para su propio placer y se pone flexible en sus manos mientras Miguel lo mece de un lado a otro, disfrutando escuchar sus gemidos bajos y tranquilos, sintiendo el pesado largo de su polla sobre su trasero. Miguel no tarda mucho en llegar a su clímax, una letanía de maldiciones salen de su boca mientras se vacía sobre la espalda de Miles, dejando caer las últimas gotas sobre su trasero. —No te muevas —dice una vez que termina y Miles se queda quieto, esperando que Miguel lo limpie—. Te ves bien con mi esperma sobre ti —comenta Miguel antes de limpiar el semen de su piel, y Miles tiene que admitir que realmente le gusta que Miguel lo marque y reclame de esta manera. Miguel lo ayuda a ponerse los bóxer y le da un beso en el hombro antes de derrumbarse en el colchón a su lado. Miles también se mueve, por lo que están uno frente al otro, y lo mira, sonriendo cuando ve que la barbilla de Miguel todavía está ligeramente húmeda. Se muerde el labio inferior con los dientes mientras observa a Miguel cerrar los ojos. ¿Van a dormir ahora? Pensó que harían... más. —¿Ibas... no lo harás? Pensé que íbamos a hacerlo —exclama, sus mejillas se vuelven increíblemente rojas cuando Miguel abre los ojos de nuevo y se ríe, a pesar de que no suena malvado. Todo lo contrario en realidad; es cariñoso. Miguel agarra suavemente su barbilla entre sus dedos pulgar e índice y lo atrae para un beso suave. —Lo haré, pero no ahora. En la mañana, cuando estemos solos. Quiero escuchar todos los sonidos bonitos y necesitados que harás. ¿Puedes esperar hasta la mañana, Miles? Miles comienza a asentir ansiosamente antes de que Miguel haya terminado su pregunta, incapaz de evitar sonreír. —Está bien, puedo esperar —responde, por si acaso no estaba claro. —Bien. Vamos a dormir ahora —Miguel cierra la distancia entre sus labios de nuevo y Miles se derrite en el beso, quejándose un poco cuando Miguel se aleja—. Buenas noches, cariño. —Buenas noches —murmura, sus mejillas ardiendo por el apodo. Es dulce y suave, y se queda dormido con una sonrisa en los labios, rodeado por la calidez y el aroma de Miguel.

***

Miles se despierta primero a la mañana siguiente, todavía envuelto en los brazos de Miguel, recostado cómodamente con la cabeza sobre su pecho. Disfruta esto por un tiempo antes de que las palabras de Miguel de la noche anterior le vengan a la mente, su polla se retuerce con interés en sus bóxer. Acaricia el pecho de Miguel y comienza a presionar besos en sus pectorales y cuello, lentamente hacia su mandíbula. Miguel suspira y aprieta sus brazos alrededor de él, abriendo lentamente los ojos cuando Miles llega a sus labios. Miguel sonríe y le permite conectar sus bocas en un perezoso beso que pronto se vuelve más profundo cuando Miles se sube encima de él y se sienta a horcajadas sobre su cintura. Miles rueda sus caderas y siente que la longitud de Miguel se hincha lentamente en toda su dureza debajo de su muslo, justo antes de alejarse para recuperar el aliento. —Buenos días a ti también —se ríe Miguel, colocando sus manos a los costados de Miles y apretando ligeramente. Miles sonríe e ignora el ardor en sus mejillas, sonrojarse parece ser una característica constante últimamente, inclinándose para besar los labios de Miguel. —Buenos días —murmura, todavía un poco sin aliento mientras mueve las caderas de nuevo. —Alguien está ansioso —se burla Miguel, pero no evita que se mueva contra él. Miles simplemente murmura de acuerdo, porque es la verdad, está más que ansioso, apenas puede esperar. Alcanza la mesa de noche, hurgando dentro del primer cajón hasta que encuentra la pequeña botella de plástico con el lubricante. Se lo da a Miguel, que parece contento de tomarlo, con una expresión divertida en su rostro. —Tan impaciente... —Miguel comenta con cariño, y lo atrae hacia abajo para que pueda besar su cuello y mandíbula, acercándose a su oreja y mordisqueando su lóbulo—. ¿No puedes esperar para llenarte, Miles? ¿Despertaste con hambre de mi polla? —Miguel le susurra al oído y las palabras hacen que Miles se sonroje aún más y gima. —Sí, sí, por favor —suplica Miles y luego suspira cuando Miguel reclama sus labios en un beso exigente. Casi se siente mareado solo por la sensación de los labios de Miguel contra los suyos, que no se da cuenta de que Miguel ha volteado sus posiciones hasta que se separan. Miguel retira suavemente los bóxer de Miles, su polla ya está dura y descansando contra su estómago, antes de alcanzar el lubricante y aplicar un poco en sus dedos, sin parecer muy paciente. Miles siente el mismo nerviosismo y emoción que ayer mientras observa a Miguel llevar sus manos a su trasero. Abre más las piernas y Miguel toma una para colocarla sobre su hombro, dándose un mejor acceso a la entrada de Miles. Miles se tensa cuando sus dedos lo tocan, apretando instintivamente su agujero a pesar de que confía en Miguel para que se sienta bien; ciertamente lo hizo ayer. —Relájate. ¿Puedes hacer eso por mí? —Miguel pregunta suavemente, su mano acariciando su pierna suavemente hacia arriba y hacia abajo funciona como una buena distracción de los dedos que ahora rodean su agujero. Él asiente y respira hondo, permitiéndose relajarse bajo los suaves toques de Miguel. Miguel le sonríe y besa su tobillo mientras empuja un dedo, haciendo que Miles se quede sin aliento. No es que no haya jugado con su ano antes, pero esto es diferente. Ahora que alguien más lo está haciendo, no puede evitar sentirse vulnerable y un poco inseguro; toda la experiencia que tiene es unos pocos manoseos rápidos y un par de besos, y Miguel, Miguel es guapo y perfecto y... —A-Aah —gime repentinamente cuando siente el dedo de Miguel profundamente dentro de él, hasta el segundo nudillo. Los dedos de Miguel son más largos y gruesos que los suyos, pero al menos ahora el placer de estirarse es algo familiar. Miguel gira su dedo y extiende el lubricante en su agujero antes de comenzar a sacarlos y presionar hacia adentro. No le toma mucho tiempo a Miles quejarse y pedir más, jadea cuando siente que otro dígito ingresa en él. —Lo estás haciendo muy bien —lo elogia Miguel mientras mueve los dos dedos con experiencia y habilidad obvias, y Miles le da la bienvenida a la intrusión con un gemido. Son solo dos dedos y, sin embargo, puede sentir su agujero estirarse a su alrededor cuando Miguel los mueve y comienza a separarlos. Aprieta la sábana entre sus puños y gime, empujando sus caderas hacia la mano de Miguel para tomar sus dedos más profundamente. Arde un poco, pero no está lo suficientemente cerca de lo que quiere y clama por más, por más fuerte y más rápido. Miguel lo acepta y agrega un tercer dígito cuando Miles está lo suficientemente suelto como para soportarlo, follándolo con firmes pero gentiles movimientos de sus dedos. Miles casi solloza cuando Miguel roza su próstata, sus dedos la alcanzan mucho mejor que los suyos y se retuerce en las sábanas, queriendo sentir esa intensa sensación de nuevo y Miguel no decepciona. Frota el sensible conjunto de nervios dentro de él una y otra vez, y Miles teme que vaya a venir antes de que Miguel tenga la oportunidad de meterle la polla. —Miguel, por favor. Estoy listo, por favor, necesito, necesito-… —gime, su voz se rompe cuando Miguel empuja contra su próstata una vez más. —Suenas tan lindo cuando suplicas, cariño —gruñe Miguel y finalmente retira sus dedos, dejando su agujero vacío y abierto, esperando a que lo llenen. Miguel toma el tubo de lubricante nuevamente, abriendo la tapa y aplicando una cantidad generosa del líquido resbaladizo en su longitud antes de comenzar a acariciarse y extender el lubricante. Miles se apoya sobre sus codos y levanta la cabeza para poder mirar, sintiéndose inmediatamente hipnotizado por la vista. La polla de Miguel es grande y gruesa y de repente Miles teme que tal vez no pueda entrar toda. Miguel se encuentra con su mirada y su preocupación debe estar escrita por toda su cara porque le ofrece una sonrisa engreída. —¿Alguna vez has visto otra polla antes? —Sí... —Miles asiente distraídamente, mirando momentáneamente hacia el rostro de Miguel antes de volver la mirada a su polla—. Pero no como la tuya—agrega porque bueno, es la verdad, e inconscientemente se lame los labios. Miguel se ríe, sonando complacido con su respuesta. —¿Y? ¿Alguna vez te han follado? Miles niega con la cabeza un poco vacilante, sonrojándose furiosamente mientras murmura un “no”. Le preocupa que pueda hacerle cambiar de opinión al respecto, hasta que lo escucha gruñir. Miguel agarra su barbilla y lo hace inclinar su cabeza hacia arriba, haciendo que Miles se encuentre con sus ojos, ahora oscuros de lujuria. —No te preocupes. Te haré sentir bien. —Sí, por favor —su voz no es más que un susurro quejumbroso, pero es suficiente para hacer que Miguel sonría y retome su posición. Agarra el muslo izquierdo de Miles con una mano, empujándolo hacia su estómago y usando la otra para alinearse con su agujero. Miles suspira entrecortado cuando la cabeza gruesa y contundente empuja el borde y lentamente comienza a presionar. El estiramiento no se parece en nada a sus dedos; es como si estuviera siendo dividido por la mitad y, sin embargo, mientras más centímetros Miguel está dentro de él, más hambriento se siente Miles. Miguel va lentamente, embistiendo con empujes suaves y superficiales, lo que le permite a Miles acostumbrarse a la nueva sensación, a pesar de que Miles puede decir que está luchando contra el impulso de simplemente empujar por completo. Le hace sentir cálido y protegido, Miguel tratando de no lastimarlo. —Eso es, lo estás haciendo genial —lo alienta Miguel, inclinándose sobre el cuerpo de Miles, liberando su pierna, para que Miles pueda envolverlas ambas alrededor de su cintura, apoyándose en sus antebrazos—. Solo un poco más, Miles. Sí, eso es, joder... tan apretado… —jadea, su rápida respiración casi coincide con la de Miles. Deja de moverse una vez que ha tocado fondo y Miles se aferra a él, hundiendo sus dedos en la carne de los anchos hombros de Miguel, tratando de acostumbrarse a la extraña sensación de estar tan lleno. Está seguro de que puede sentir el peso de la polla de Miguel en su vientre; el pensamiento es a la vez aterrador y estimulante. Eventualmente se relaja un poco, el cuerpo de Miguel cubre completamente el suyo y lo hace sentir seguro, como si perteneciera allí. —¿Me puedo mover? —Miguel pregunta, su rostro está enterrado en el hueco del cuello de Miles, presionando besos en su piel ligeramente sudorosa y distrayéndolo con éxito del dolor entre sus piernas. —Sí, estoy bien —respira y deja escapar un gemido silencioso mientras Miguel comienza a deslizarse y retroceder, repitiendo el movimiento una y otra vez, sus empujes se hacen más profundos pero aún son lentos. Se siente relajado, la sensación del dolor se mezcla con el placer a medida que se abre aún más alrededor de la circunferencia de Miguel, lo que le permite moverse más suavemente. —Te sientes increíble... joder, que buen chico eres. Me tomas tan bien —elogia Miguel y Miles se queja con cada palabra, instintivamente empujando hacia abajo, tratando de follarse con la longitud de Miguel, quien se ríe por lo bajo, su pecho vibra contra el de Miles donde están presionados juntos—. ¿Sí? ¿Quieres más? Dime cuánto te gusta mi polla dentro de ti... —exige Miguel, acelerando un poco su ritmo, lo suficiente como para que Miles vea estrellas. —Me encanta, Miguel- joder, me encanta tener tu polla dentro de mí —Miles jadea y mueve sus caderas lo mejor que puede, frotándose contra Miguel—. Se siente tan bien. Fóllame más fuerte, por favor, más fuerte —se queja y pronto, Miguel obedece, chocando contra él exactamente como Miles le rogó. Es casi demasiado. La gruesa polla de Miguel se frota con firmeza contra su próstata y lo llena tan bien, sus labios dejan besos húmedos por todo su cuello y mandíbula mientras su propia longitud está dura y dolorida entre sus cuerpos, lista para explotar solo por la fricción de sus estómagos mientras se mueven juntos. —Miguel, estoy cerca, quiero venir, por favor, por favor —se queja, sus piernas se tensan alrededor de la cintura de Miguel, haciéndole gemir. —¿Vas a venir? Apuesto a que puedes hacer eso por mí. Mi polla es suficiente para ti, ¿no es así, Miles? Como mi lengua lo fue anoche. Miles quiere decirle que no está seguro, pero después de un fuerte empujón contra su próstata, lo único que sale de su boca es un gemido ahogado. —Vamos, córrete para mí —dice Miguel, dando otro empuje brutal, y apenas ha dejado de hablar cuando la polla de Miles comienza a derramarse entre ellos, el líquido caliente y pegajoso aterriza en sus estómagos y pechos mientras grita impotente el nombre de Miguel nuevamente—. Joder, eso es todo —Miguel gime, se ríe a medias y reclama su boca en un beso húmedo y desordenado, gimiendo cuando Miles chupa su labio inferior entre los dientes. Miguel lo folla a través de las últimas olas de su orgasmo y no disminuye la velocidad una vez que ha terminado. Su polla sigue empujando contra su próstata y, a pesar de la sensación abrumadora, Miles se sorprende pidiendo más, seguido de la risa encantada de Miguel. —Mi pequeño y codicioso Miles —dice, sonando más que feliz. Se coloca de rodillas y agarra firmemente las piernas de Miles, empujándolas hacia arriba hasta que sus rodillas están al ras contra su pecho y esté casi doblado por la mitad, por lo que su agujero ahora está completamente expuesto y a merced de Miguel. El siguiente embate provoca un sollozo roto por parte de Miles, el intenso placer hace que lágrimas resbalen por sus mejillas sonrojadas, su propia polla ya se está endureciendo de nuevo contra su estómago, algo que Miguel nota de inmediato. —Mira eso —hace un gesto hacia la polla semidura de Miles, su voz suena destrozada y sin aliento—. No puedes tener suficiente, ¿verdad? Tan hambriento de mi polla. ¿Quieres que te llene con mi semen? Anda, dime —gruñe, sus embestidas son cada vez más erráticas, perdiendo el ritmo. Miles gime y gime, más lágrimas salen, su cuerpo está demasiado sensible después de su ya intenso orgasmo. —Sí, por favor. , , —dice descaradamente, apretando y aflojando los puños alrededor de las sábanas. —Joder, ya voy... Miles, joder, joder —Miguel gime ruidosamente mientras se entierra hasta la base dentro de Miles antes de comenzar a vaciar su semen. Miles puede sentir su polla pulsando dentro de él, la sensación ya extraña se vuelve aún más extraña pero definitivamente no desagradable cuando siente los chorros de esperma caliente derramándose dentro de él. Miguel se derrumba sobre él mientras su longitud aún palpita. Suspira y captura sus labios en un beso lento que Miles apenas puede devolver mientras sigue jadeando. Miguel finalmente se sienta y se aleja con lentitud, haciendo que el agujero de Miles se apriete instintivamente a su alrededor como si quisiera mantenerlo adentro. Miles puede sentir que parte del semen gotea de su agujero y deja escapar un gemido de sorpresa cuando los dedos de Miguel están sobre él nuevamente, empujando su semen hacia adentro, como si perteneciera allí. —Creo que tengo que ocuparme de esto, ¿no crees? —Miguel pregunta y agarra la polla de Miles que ahora está casi completamente dura, el toque hace que gotee más preseminal. Miles apenas puede ahogar un gemido con dos dedos de Miguel dentro de él y su otra mano envuelta alrededor de su polla. Miguel folla su agujero resbaladizo e hinchado con sus dedos, el semen dentro de él les permite deslizarse hacia adentro y hacia afuera suavemente y sin resistencia, especialmente después de haber sido estirado tanto por la polla de Miguel. Los dedos se apartan por unos momentos y Miles gimotea cuando Miguel los golpea contra su entrada antes de frotar el borde de su agujero con movimientos circulares. —Qué lindo —Miguel murmura, sus ojos enfocados en donde están sus dedos—. Tu pequeño agujero usado y arruinado por mi polla. Miles siente que su rostro se calienta aún más por las sucias palabras mientras sus testículos se tensan, sus dedos se curvan cuando Miguel coloca el pulgar en la cabeza de su polla, recogiendo el preseminal antes de continuar acariciándolo con fuerza y rapidez. Miles apenas tiene tiempo para soltar un gemido roto del nombre de Miguel antes de venir por segunda vez, la gran mano de Miguel dejándolo seco. Cierra los ojos y respira, sintiéndose exhausto, sus extremidades se vuelven pesadas. Escucha a Miguel salir de la cama y dirigirse hacia el cuarto de baño antes de regresar con una toalla húmeda. Miles tiembla cuando Miguel la arrastra cuidadosamente sobre su cuerpo, la toalla se siente fresca contra su piel caliente, haciéndole soltar un suspiro de satisfacción. Luego, Miguel se une a él en la cama, acercándolo, y Miles inmediatamente acepta la invitación, acurrucándose al lado de Miguel. Sus ojos se cierran, respirando hondo e inhalando el aroma del sexo en la habitación. —No creo que pueda volver a caminar nunca más —se queja después de un rato mientras estira las piernas; cada parte de su cuerpo se siente adolorida, pero también significa que Miguel lo ha tocado en todas partes y se da cuenta de que realmente quiere sentir ese dulce dolor. Miguel se ríe con suficiencia y deja un beso sobre su frente. Esto es genial, perfecto, incluso. Aquella visita terminó siendo mucho más divertida de lo que esperaba, o incluso, de lo que podría imaginar. Los próximos días pasan de manera similar; aprovechan cada minuto que pasan solos en casa y, a veces, incluso las noches en que su familia duerme profundamente. Miles todavía se sonroja cuando su madre le pregunta cómo estuvo su día o cuando Miguel le lanza una pequeña sonrisa durante la cena, pero es agradable. Mucho más que simplemente agradable.
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