Los mensajes que debí enviarte

Jae-kyung condujo su auto hasta un hostal a la orilla del mar. En ese pueblo no había ningún lugar decente, por lo que tendría que saber conformarse si quería cambiarse y entrar en calor pronto. La furia dentro de él le ayudaba a apaciguar el frío que le causaba su ropa empapada. ¿Cómo se atrevía Kim Dan a rechazar su oferta? Había tenido la decencia de venir a buscarlo en persona para que volviera a trabajar con él, y así se lo agradece. Sin contar que le había salvado la vida. Si no hubiese llegado a tiempo... tiempo... El mar que se asomaba frente a su ventana se tornó oscuro y siniestro de la nada. Kim Dan podría haber muerto. Esa posibilidad invadió su mente y no le permitió dormir. Como era habitual en el último tiempo, se aferró al alcohol y mandó al encargado a que fuera por un montón de botellas de soju. Si no podía quedarse dormido, al menos intentaría quedar inconsciente. Había tardado mucho en encontrarlo, y cuando lo hizo, casi lo pierde para siempre. ¿Cómo podía ser tan tonto para dejarse morir? No lo hizo cuando estaba hasta el fondo, ¿por qué hacerlo ahora? Recibió una notificación en su teléfono, no era Dan. Él se había escapado del hospital sin decir nada. Y por lo visto, sin recordar porque estaba en el mar, en plena noche, cuando él no sabía ni siquiera nadar. Entonces, recordó que sus labios sabían a soju. No era algo importante mientras intentaba hacerlo reaccionar, pero ahora parecía ser algo relevante. Dan no solía beber mucho, sin embargo, tenía mejor resistencia que varios tipos del gimnasio, incluyéndolo. ¿Qué tan borracho podía estar como para poner su vida en peligro? No comprendía lo que le sucedía. Quizás, al igual que él, Dan había encontrado un refugio en el alcohol. Quizás, la distancia también le estaba representando un problema y quería volver. Entonces, ¿por qué rechazó su oferta? Es claro que todo el asunto del campeonato quedó atrás, de lo contrario, no le habría pedido que volviera. Además, Dan necesitaba de su dinero para mantener el tratamiento de su abuela. No había razones para que se negara. ¿Cuál es la necesidad de ser tan testarudo? ¿Qué diablos quería que dijera? Entonces, tomó su celular, y revisó los mensajes que le había enviado a Kim Dan desde el día en que desapareció. Siempre había sido directo con él, Dan ya conocía su manera de ser. No había necesidad de expresarse de una mejor manera, porque no lo había. Excepto... cuando le escribía en la madrugada, poco antes de quedarse dormido, después de tantas botellas y analgésicos. ¿Algo habría cambiado si le hubiese enviado esos mensajes? Si se mostrará débil e indefenso, si demostraba que lo necesitaba, ¿habría regresado? "¿Cómo que renunciaste? ¿Quién te crees para decidir algo así por tu cuenta? Cuando llegue a casa, me tendrás que escuchar". "Ya sé que no fue tu culpa, Papa descubrió la verdad y nos vino a contar. Hablaremos en casa, no tomes decisiones apresuradas". "Se puede saber, ¿dónde demonios estás? ¿Crees que puedes llegar e irte sin decir nada? No cuenta tu maldita carta. No pensé que serías tan cobarde para no decirme las cosas en la cara". "¿De verdad me vas a dejar con una carta? Al menos, me merezco una explicación. Ya sé que reaccioné de mala manera. Pero ponte en mi lugar... Bueno, yo no me puse en el tuyo. De todas formas, hablemos". "¿Cuándo vas a volver? ¿Piensas que estás de vacaciones? Tienes que responsabilizarte de tu desastre. No acepté tu renuncia. Trabajas para mí, no para el gimnasio. Tienes una deuda conmigo, ¡recuérdalo!". "¿Estás bien? Nadie sabe nada de ti. Me tomó por sorpresa regresar a casa y no encontrarte ahí. No debí haber pensado mal de ti, lo siento. Avísame cuando quieras regresar, demos hablar". "Deberías tener la decencia de responder, ¿no lo crees? Llevo un mes intentando contactarte. ¿No has visto las noticias? Necesito que te hagas cargo de mi recuperación. Recuerda que es tu responsabilidad". "Te hice llorar, ¿verdad? Yo... Si confío en ti, Dan. Solo regresa y arreglemos esto. Te necesito". "Recibí tu depósito. ¿De verdad crees que podrás saldar tu deuda con un sueldo miserable? Ni teniendo cinco empleos podrás pagarme. Será mejor que regreses y hagas tu trabajo. No me obligues a buscarte". "Encontré tu regalo de cumpleaños. Y leí la carta... Si querías esforzarte y ser mejor por mí, ¿por qué te fuiste? Sé que me pasé, pero no es como si nunca te hubiera... Mi error. Yo solo quiero saber, ¿qué quisiste escribir en realidad?". "¿Por qué me tienes bloqueado de tus llamadas? ¿Quién te crees? ¿Crees que voy a rogarte para siempre? Me debes mucho, solo por eso quiero contactarme contigo". "¿Tu abuela está bien? Fui al hospital y me avisaron que la transfirieron. Supongo que no tienes dinero para un buen hospital. Si regresas, la voy a reinstalar en uno mejor. Hablemos. Piensa en lo mejor para ambos, para los tres en realidad. ¡Responde!". "Ni creas que voy a aceptar un no como respuesta. Nunca te vas a librar de mí". "¿Te lastimé tanto como para querer morir?". Sus ojos pesaban, pero en su mente seguía repasando los mensajes. Si los hubiese enviado, si hubiera demostrado más sinceridad en sus palabras y acciones. ¿Habría terminado todo así? Podría haber sido más gentil, más considerado, si tan solo hubiese tratado a Kim Dan como un ser humano, ¿seguiría a su lado? La pregunta que tanto temía se repetía en su cabeza, ¿querías morir por mi culpa? En el fondo, sabía la respuesta. Sería mejor para todos dejar las cosas como estaban, y mantener a Dan lejos de su vida. Pero lo necesitaba, demonios, no podía seguir negándolo. No podía renunciar a él, ni por su vida. Nota de la Autora: Siempre he intentado escribir cosas de otros fandoms, pero nunca me atreví a publicar. Me inspiré de la nada, siendo consciente de que esto sería breve. Espero que les guste.