ID de la obra: 128

Muéstrame tu amor antes de que el mundo nos atrape

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NC-21
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17 páginas, 1 capítulo
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Capítulo 1

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Una prisión podía verse de diversas formas; por ejemplo, la prisión del Señor del Pico Qing Jing era su propia casa de bambú. No le sorprendió que, aquel que fue su lugar en el mundo, se convirtiera en su claustro; había experimentado en carne propia que las mansiones más lujosas podían pertenecer a carceleros y retener esclavos. Shen Qingqiu no tuvo idea de que había pasado por la mente de la bestia en aquel momento, cuando lo sacó de la Prisión de Agua y lo puso en el Pico Qing Jing, le entregó sus túnicas, su abanico y le negó su espada. Luo Binghe se había adueñado de la Montaña Cang Qiong y, en vez de desmoronarla hasta las cenizas, la había convertido en una secta donde humanos y demonios cultivaban por igual. No le importó, Shen Qingqiu no era más que un viejo adorno en una casa elegante; un maestro de papel. Luo Binghe le había prohibido enseñar, mucho menos interactuar con los discípulos, dados sus antecedentes. Su única función dentro del Pico Qing Jing era recibir el papeleo de los maestros y organizarlo todo en un informe mensual que debía entregarle a la bestia. Solo que esa bestia nunca había ido personalmente. Al principio, la demonia Sha Hualing fue la mensajera, pero cuando la novedad se hizo monótona, había empezado a enviar a uno de sus sirvientes del más bajo rango. Encerrado en la casa de bambú, retenido por una barrera que le impedía salir y con demasiado tiempo libre, Shen Qingqiu había vivido los últimos años en una extraña tranquilidad que le confortaba. Las provisiones nunca le faltaron, también podía obtener los libros y elementos que deseara del exterior, y aunque las visitas se limitaban a una vez por mes, dado que Yue Qingyuan era el único tonto capaz de visitar a una desgracia como Shen Qingqiu, era una cantidad más que conveniente. Incluso ya no le importaba —ni le molestaba demasiado— que le faltara un ojo. Esa vez, la noche cayó y, como costumbre, Shen Qingqiu tocó el guqin antes de dormir. Además de la melodía, la brisa en el exterior solía acompañar sus tonadas, por eso cuando escuchó pasos dispares y pesados, perdió la concentración. Miró hacia el exterior y su ojo captó la figura de Luo Binghe apoyada en el marco de la puerta, gruesos hilos de sangre se deslizaban desde su cuero cabelludo hasta las mejillas y la mandíbula, goteando hacia el suelo. Antes de cruzar alguna palabra, insulto, o tan siquiera preguntar qué diablos hacía ahí, Luo Binghe cayó en el suelo. Desplomado como muerto. A Shen Qingqiu no le importaba si se moría. Esperaba que se muriera. Quería que se muriera. ¿¡Pero por qué fue a morir en su casita de bambú!? ¿Acaso ya no estaba tan condenado que debían añadirle otro falso crimen del que no podría defenderse de ninguna manera? Después de inspirar en un ridículo intento por no enojarse, Shen Qingqiu se acercó al medio muerto Emperador de los tres reinos y lo arrastró hasta el luohan en la habitación. La barrera le impedía interactuar con el exterior, lo que eliminaba toda posibilidad de darle esta responsabilidad de ‘Salvar a Su Majestad’ a cualquiera de sus lacayos. Enrolló las mangas de su túnica, calentó agua y limpió la sangre del rostro pálido. A medida que limpiaba, descubrió nuevas heridas en el pecho, y las atendió con cuidado médico, pero sin delicadeza. Así, Shen Qingqiu pasó gran parte de la noche siendo el médico del Emperador. Cuando Su Majestad la Bestia despierte, le pedirá amablemente que elija otro lugar para desangrarse hasta la muerte. No esperó, de ninguna forma, despertar con un hombre adulto de rodillas a los pies de su cama. En realidad, era más vendas que adulto, más demonio que humano, postrado de rodillas, con la cabeza agachada, bloqueando su paso y línea de visión. Cuando Luo Binghe notó que Shen Qingqiu se había despertado, golpeó su cabeza contra el suelo y gritó —¡Shizun, este discípulo es indigno e imprudente! ¡Cualquier castigo que Shizun quiera darme, este discípulo lo acepta sin dudarlo! El verano era molesto y la ropa de dormir de Shen Qingqiu estaba pegada a su cuerpo. No estaba asquerosamente sudado, pero sudaba, y lo primero que vio en la mañana fue a una gran bestia hacer una reverencia completa en el suelo y jurar que aceptará cualquier castigo sin dudas. —¿Por qué la pequeña bestia merece que este maestro lo castigue? —Shen Qingqiu no supo por qué, pero siguió la idea. Luo Binghe no se arrepentiría de lo que ha hecho, quizá es otro de sus juegos… La bestia levantó el rostro y Shen Qingqiu quiso estrangularlo. El idiota se abrió alguna herida de la cabeza y sangró de nuevo, arruinando su trabajo de horas. Luo Binghe no pareció darse cuenta y dijo —Este discípulo falló en la misión que Shizun le ha encargado, regresó herido y le ha causado problemas a Shizun recibiendo atenciones inmerecidas. —¿Qué misión es esa que le encargué a una bestia inútil como tú? —respondió Shen Qingqiu, la provocación era clara. Luo Binghe pensó. Sus ojos de perro, brillantes y enormes, buscaron la respuesta por encima de su cabeza. Después de un silencio corto, respondió —No… Este discípulo no recuerda… Shen Qingqiu entrecerró los ojos —Entonces, ¿qué recuerdos conserva mi tonto discípulo? El rostro de Luo Binghe volvió a tener a ese gesto de ‘pensar’. Otro silencio y contestó —La oscuridad de una cueva… El olor a sangre… Un golpe y ardor en la piel… Y pensé que, éste discípulo debía volver a Shizun sin importar qué. Shen Qingqiu continuó el interrogatorio y, después de muchos intentos y preguntas tramposas, descubrió dos cosas relacionadas entre sí: Luo Binghe perdió la memoria y cree que tiene 17 años. En sus manos estaba el Emperador de los tres reinos, sin memorias sobre sus últimos años de gloria y tiranía, herido y sumiso. No tenía ni idea de qué o cómo, pero ¿no era este un gran momento para poner las cosas a su favor? Sea escaparse, forzar a que Luo Binghe lo libere o acabar con él de alguna forma… Nada de eso funcionará, no era estúpido. Antes, Luo Binghe quería venganza, pero ahora, era incapaz de adivinar lo que quería conseguir. Haberlo dejado abandonado en el Pico Qing Jing estaba lejos de ser una tortura, Shen Qingqiu había reflexionado sobre el tema y no podía encontrar una respuesta lógica. Ahora que estaban los dos encerrados en su casita de bambú, lo único que a Shen Qingqiu se le ocurrió fue retener a la bestia y sacarle toda la información posible. En el momento en que soltara alguna debilidad, se aseguraría de usarla en su contra. Luego de interrogatorio, Shen Qingqiu trató la herida abierta de Luo Binghe. El mocoso chilló, repitiendo su discurso de ser demasiado bajo para recibir tratamiento. Tan pronto lo reprendió, Luo Binghe hizo silencio y fue tan obediente como lo era cuando tenía 17 años de verdad. Ya que era tan ventajoso su comportamiento, aprovechó para ordenarle que se quedara quieto en el luohan. No fuera a abrirse de nuevo otra herida por su impertinencia. Por fortuna, las provisiones que le entregaban incluían alimentos. Shen Qingqiu había recuperado su habilidad para practicar inedia, así que no le llevaban platos de comida durante el día, pero sí deseaba prepararse algo sencillo, disponía de ingredientes y una pequeña estufa. Era la primera vez que prepararía algo de comer para otra persona, pero dadas sus habilidades de cocina, eso no era un lujo. En primer día que Luo Binghe y Shen Qingqiu estuvieron en la casita de bambú, los dos compartieron un sencillo e insípido plato de congee.

***

Las habilidades de curación de un demonio celestial eran ventajosas. En tres días, las heridas de Luo Binghe se habían sanado; no se podía decir lo mismo de su memoria. Shen Qingqiu aprovecho la pérdida de memoria para decirle que aún no se había curado por completo y era necesario que se quedará bajo su cuidado. Fue obvia la emoción de Luo Binghe, aunque su respuesta verbal fueron las mismas palabras de siempre, que a Shen Qingqiu ya le sabían un poco a falsa humildad. No quería admitirlo, pero en esos tres días se dio cuenta de que Luo Binghe parecía admirarlo, y eso le sorprendió. Contrario al hombre que lo odiaba, que lo retuvo en una prisión áspera y le dio un juicio injusto reuniendo pruebas de crímenes que no cometió, este Luo Binghe era un discípulo filial y obediente, tonto y demasiado hablador para su gusto, pero sabía hacer silencio cuando se le exigía. En aquellos años, cuando Luo Binghe tenía 17 o menos años y Shen Qingqiu era un apropiado Señor del Pico, el muro de distancia entre él y Luo Binghe era enorme. Odiaba en él su talento e ingenuidad, temía que su buena suerte en la vida le arrebatara todo lo por lo que había luchado. En esa época, no se esperó que Luo Binghe fuera alguien tan leal, tanto que podía tenerlo en la palma de su mano y llevarlo justo al lugar que Shen Qingqiu dijera. —¿Shizun? —En las manos de Luo Binghe había una bandeja con una tetera y una taza. Se acercó a Shen Qingqiu, que quedó absorto en sus pensamientos mientras revisaba papeles y le ofreció—, Este discípulo desea agradar a Shizun y devolverle una pequeña parte de sus atenciones ofreciéndole un poco de té. Shen Qingqiu recibió el té sin pensar demasiado. Acercó la taza y sopló sutilmente al llevársela a la boca. El té estaba hecho a sus preferencias, no podía objetar nada ni expresar inconformismo. Después del primer trago, Shen Qingqiu miró a la pequeña bestia; estaba vestido a duras penas con algunas túnicas viejas propias que conservaba en la habitación lateral y la vista era algo lamentable. Luo Binghe era mucho más alto que Shen Qingqiu así que las túnicas le quedaban apretadas y, sobre todo en el pecho y los hombros, parecían que la tela estaba a punto de rasgarse. El primer día, Luo Binghe no ocultó su vergüenza por su apariencia, pero tuvo que adaptarse, ya que Shen Qingqiu no tenía más ropa y tampoco podía pedirlas y levantar sospechas. Sabía que en la habitación lateral había algunas sedas y otras telas, así que tal vez podía hacerle un par de túnicas sencillas a su medida… Se escuchó un murmullo y Shen Qingqiu miró a la fuente del ruido. Luo Binghe tenía media sonrisa en la cara, lo que resaltó sus rasgos faciales atractivos y juveniles. ¿De qué se reía? No podía saberlo solo mirando. —¿Qué es tan gracioso, pequeña bestia? —preguntó Shen Qingqiu. Luo Binghe inclinó la cabeza y respondió —Respondiendo a Shizun, este discípulo espera no ofender, pero cree que Shizun se ve muy bien cuando se queda absorto en sus pensamientos. Muy bien… Las palabras no le cuadraban del todo a Shen Qingqiu. Parecían tener algo oculto, pero carente de malicia. Se preguntó por un momento que tan bien podía verse un rostro cuyo ojo estaba cubierto con un parche, pero descartó la idea de inmediato. Luo Binghe seguía de pie frente a la mesa, Shen Qingqiu tomó otro sorbo del té y dijo —Si no tienes nada bueno que hacer, trae otra taza y asiste a este maestro en su labor.

***

Al día siguiente, Shen Qingqiu se despertó gracias a un olor delicioso. Se sentó en el borde de la cama y descubrió a Luo Binghe inclinado sobre la pequeña estufa, revolviendo algo en una olla maltrecha. Llamarle algo era fingir ignorancia; en la casita de bambú solo había ingredientes para hacer congee, por eso no esperaba que un simple congee pudiera desprender una fragancia tan apetecible. Había que agradecer que el Señor del Pico Qing Jing no permitía que las emociones se reflejaran en su rostro, o estaría babeando encima. Después de oír el saludo respetuoso de Luo Binghe, lo dejó encargarse del desayuno mientras limpiaba el sueño de su rostro. Como un rayo, la comprensión de un hecho llegó a su mente; él… llevaba tres días durmiendo junto a Luo Binghe —otro hombre— sin preocupaciones. Este Luo Binghe tenía 17 años, pero era un accidente. Su cuerpo era el de un hombre adulto, sin lugar a dudas; de todos modos, Shen Qingqiu asomó la cabeza hacia el lugar donde estaba la gran bestia y confirmo que, en efecto, era un hombre adulto. ¿Cómo había bajado su guardia frente a un hombre, que además era su enemigo, y sobre todo, era su actual carcelero? Antes de que Shen Qingqiu encontrara respuestas, Luo Binghe miró hacia él, y dijo con ojos claros y profundos —Shizun, el desayuno está listo. El humeante congee se sirvió en dos tazas y cada uno tomó la propia. Shen Qingqiu probó el alimento, que antes no era más que arroz y agua para él, y sintió un agradable calor, gusto y otras sensaciones a las que fallaba en darles nombre. Nunca había probado algo tan bueno, ni siquiera las sobras de comida que había robado en la Mansión Qiu estaban a la altura. Y pensar que pagó una comida tan desabrida con una paliza paralizante. —¿A Shizun le gustó la comida de este discípulo? Shen Qingqiu miró el plato de Luo Binghe, que lucía sin tocar, y respondió —Es comestible. —Entonces, si Shizun lo permite, este discípulo puede cubrir las necesidades diarias de Shizun. Incluso si es una técnica que este discípulo no haya puesto en práctica, para complacer a Shizun, este discípulo lo aprenderá con gusto. Ah, Shen Qingqiu realmente no quería que Luo Binghe se pusiera arrogante. Además, ¿qué tan difícil era prepararle esta comida a diario? ¿Por qué hablaba de técnicas? No era como si Shen Qingqiu fuera a exigirle un banquete. Nuevamente, no entendía el hablar de la pequeña bestia, pero Shen Qingqiu no encontró burlas ni sarcasmo en sus palabras. Shen Qingqiu quería pensárselo un poco más, entonces recordó a Ning Yingying cuando aún era su pequeña niña y leal discípula. En aquella época, ella le dijo: «Shizun, A-Luo es tan bueno en la cocina. Shizun debería probar la comida de A-Luo alguna vez». Ese recuerdo le dejó un sabor agrio, sin embargo, no estaba desprovisto de razón. Shen Qingqiu no recordaba haber sonreído alguna vez, pero en ese momento, lo hizo. Fue un gesto lleno de nostalgia, pero era, después de todo, una sonrisa. Una que era suficiente para derrumbar los corazones de cualquiera que la mirase, sobre todo el corazón de alguien que, durante gran parte de su vida, anheló verla. Shen Qingqiu suspiró ante los ojos embelesados de Luo Binghe y preguntó —¿Por qué molestarse tanto con un maestro que te despreció incontables veces? —Este Binghe solo desea el reconocimiento de su Shizun —dijo Luo Binghe y lo miró, tan honesto que Shen Qingqiu se sintió algo incómodo—, Incluso si Shizun despreció a este discípulo en el pasado, ahora… —Señor del Pico Shen, el Señor del Pico Qiong Ding está aquí de visita. La voz que interrumpió vino de uno de los demonios que custodiaba el Pico Qing Jing. Yue Qingyuan en realidad tenía un gran talento para aparecer en el peor momento. Apresurado, Shen Qingqiu agarró a Luo Binghe por la muñeca y lo llevó hasta el baño, después dijo, sin mirarlo a la cara —No salgas del baño ni hagas ningún ruido, ¿entiendes? Con voz un tanto áspera, Luo Binghe respondió —Sí, Shizun. Luo Binghe ocultó su presencia en tanto Yue Qingyuan cruzó la barrera que encerraba a Shen Qingqiu. Dadas las circunstancias, esta vez Shen Qingqiu no podía jugar el rol del shidi evasivo. —Es tan temprano por la mañana y Zhangmen-shixiong ya está aquí, ¿ha sucedido algo urgente? Shen Qingqiu no se sentó y tampoco le ofreció asiento a Yue Qingyuan, en un intento por hacer que su visita fuera corta. Debió contar con que Yue Qingyuan estaba acostumbrado a su actitud, por lo que buscó el asiento por su cuenta. Inevitablemente, se encontró con las dos tazas de congee en la mesa; una a medio comer y la otra sin tocar. —¿Qingqiu-shidi tiene otra visita? —dijo Yue Qingyuan sin quitar la vista de los platos. —¿El Líder de Secta se ha despertado tan pronto en la mañana para cuestionar los hábitos alimenticios de este shidi? Yue Qingyuan suspiró y dijo con calma —Luo Binghe desapareció. —¿Y? —Bajo su expresión, su corazón se aceleró al escuchar el propósito de Yue Qingyuan, ¿acaso tenía sospechas de que él estaba ahí? —Salió de viaje, nadie sabe a qué lugar, y han pasado más de quince días sin noticias de su paradero. Shen Qingqiu bajó el tono de su voz y respondió —Soy el que menos tiene idea de donde puede estar esa bestia. Si eso es todo, Zhangmen… —Shen Qingqiu, si Luo Binghe no regresa, serías libre. Shen Qingqiu sintió su corazón atorársele en la garganta, pero su voz sonó igual que siempre —¿Qué insinúa Zhangmen-shixiong? —Si Luo Binghe no regresa, los dos podríamos… escapar. Ah. No le sorprendía. Yue Qingyuan era esa clase de idiota. —Zhangmen-shixiong no debería decir tonterías con una cara tan seria. Si eso es todo lo que tiene por decir, el Líder de Secta puede retirarse. —Lo digo en serio, Qingqiu. —Yo también lo digo en serio, Yue Qingyuan. Este es mi asunto, es mi decisión como resolverlo. Zhangmen-shixiong debería enfocarse en sus propios asuntos. Ante la negativa, Yue Qingyuan no tuvo más remedio que resignarse e irse. Después de la visita, a Shen Qingqiu le preocupaba que Luo Binghe hubiera escuchado algo y empezara a sospechar. No tenía idea de que iba a hacer si la bestia recuperaba la memoria, ni siquiera había ideado un plan como tal. Shen Qingqiu caminó hasta el baño. Los nervios de no saber qué iba a encontrarse ahí no se reflejaron en sus pasos, que eran casi insonoros. Dio un vistazo dentro del baño y encontró a Luo Binghe en posición de loto, ojos cerrados y respiración uniforme. Parecía meditar… profundamente. Shen Qingqiu se acercó a él y no obtuvo ni el más mínimo gesto; Luo Binghe estaba absorto en su estado. Si ese era el caso, entonces Luo Binghe no escuchó nada, ¿cierto?

***

Shen Qingqiu aprovechó el velo de la noche para sus reflexiones, de todos modos, ya era demasiado consciente de la situación para dormirse. El resto del día intentó, varias veces y sutilmente, descubrir si Luo Binghe había escuchado la conversación, y parecía que en realidad no tenía idea de lo que se habló. ¿Había elegido entrar en meditación —a pesar de la incomodidad— para no escuchar nada de lo que habló con Yue Qingyuan? Entonces, estaba lo otro. La confesión. Antes de la llegada de Yue Qingyuan, Luo Binghe le dijo que lo que quería, era reconocimiento. Cuando Shen Qingqiu pensó de nuevo en esas palabras, sintió como si el mundo le jugara una broma. ¿Todo el rencor, la tortura y el deseo de venganza, era porque deseaba reconocimiento? Tenían que estar jodiéndolo. Para empezar, Shen Qingqiu nunca le dio reconocimiento a sus discípulos. Debía elegir un discípulo principal y Ming Fan ocupó el lugar solo por su lealtad incuestionable. Por otra parte, más que reconocimiento, a Ning Yingying solo quería alejarla desesperadamente de la crueldad del mundo, cuidar su inocente ser. No iba a arrepentirse de su pasado, sus palabras y acciones. Tampoco iba a arrastrarse y suplicar perdón a Luo Binghe, para tratarlo entonces como un cachorro mimado y obtener su libertad. Sin embargo, Luo Binghe, con su mente atrapada en la creencia de tener 17 años nuevamente, le había demostrado una lealtad inesperada; y en todo caso, ya Shen Qingqiu había perdido todo lo que antes —cuando Luo Binghe tenía 17 años de verdad— tenía. Podía bajar la guardia, tal vez darle un aliciente. Shen Qingqiu pensó en como podía dar reconocimiento, pero nada venía a su mente. Debía dar algo que dejara huella en Luo Binghe, y así, cuando recuperara la memoria, habría obtenido lo que deseaba y podrían saldar sus cuentas. No era tan estúpido para creer que se libraría de inmediato de su condena y carcelero, pero ¿no era esta una oportunidad para girar las cosas? Durante su horrible estadía en la Prisión de Agua, Shen Qingqiu pensó que ya nada podía cambiarse, que no valía la pena preguntarse qué hubiera pasado sí. Ahora existía esta extraña situación en la que podía pensar en esos ‘que tal sí’ y aplicarlos en un Luo Binghe cuya mente olvidó los agravios pasados. Entonces, debería darle algo como… ¿Tal vez unas lecciones personalizadas? Shen Qingqiu se levantó de inmediato de la cama y caminó hasta la habitación lateral tratando de hacer el menor ruido posible. Sabía que, entre las cosas guardadas ahí, debían estar algunos manuales de cultivación. No se imaginaba elogiando a Luo Binghe —o a cualquier otra persona—, pero podía darle ese manual y explicarle personalmente algunas técnicas. Era algo que no había hecho antes con ningún discípulo. Si todo salía bien, llenaría la tonta mente de la pequeña bestia con el dichoso reconocimiento que buscaba.

***

El séptimo día de recuperación de Luo Binghe llegó. Llamarle recuperación era una mentira que a los dos les parecía bien y no había discusión en ello. Luo Binghe estaba incluso más sano que Shen Qingqiu. En esos días, la cocina de Luo Binghe hizo gala y le demostró a Shen Qingqiu que se podían hacer maravillas con los ingredientes más básicos. Ambos repasaron el manual, aunque nada de lo aprendido se puso en práctica. Ya que Luo Binghe no mencionó algo sobre ir al exterior y entrenar, Shen Qingqiu no se cuestionó su falta de interés. Enseñarle a Luo Binghe era placentero para cualquiera que fuera un maestro; tenía una memoria altamente retentiva, entendía todo con solo una explicación y sus dudas siempre estaban bien orientadas. Más que enseñarle, Shen Qingqiu se encontró a sí mismo conversando con Luo Binghe, intercambiando observaciones. Ahora Shen Qingqiu podía comprender cómo alguien tan impulsivo y emocional llegó tan lejos y se convirtió en Emperador. Cuando el sol se puso en el horizonte, Shen Qingqiu se sintió cómodo y eligió, entre sus libros, una antología poética. Dejó que Luo Binghe recitara poesía en voz alta mientras daba las últimas puntadas de la túnica que hizo para él. Cuando terminó de coser, se la entregó a Luo Binghe, que pareció dudar un momento, pero se marchó al baño para cambiarse. Al regresar, Shen Qingqiu apreció su trabajo en el cuerpo de Luo Binghe. Esta túnica se acoplaba de forma correcta a su cuerpo y le hacía ver… muy bien. Cuando conectó su pensamiento con lo que había dicho Luo Binghe días atrás, sintió que su cara se calentaba. En realidad, Shen Qingqiu era consciente del atractivo de Luo Binghe; por algo tenía un harén que solo iba en aumento. Incluso ropas sencillas, hechas con prisa y sin demasiados arreglos, le hacían lucir como un joven apuesto y valeroso. No solo era su rostro o su cuerpo musculoso y delgado, sino su innegable talento con las palabras, la música y la cocina. En siete días Shen Qingqiu se vio obligado a descubrir que ese discípulo odiado en realidad podía ser un poco agradable. Solo un poco. Era… ¿Era ese el reconocimiento que buscaba Luo Binghe? ¿Ese enorme bloque de virtudes que había detrás de sus actitudes infantiles? No, Shen Qingqiu no podía imaginarse diciéndole todo eso. De solo pensarlo, sintió que su cara se calentaba más y más. Cuando reaccionó, ya era demasiado tarde. Luo Binghe se había inclinado sobre él en el luohan, su rostro tan cerca lo hizo consciente de sus largas y densas pestañas. —Shizun, ¿hay algo mal en este discípulo? Shen Qingqiu no permitió se reflejara en su rostro —No. —Entonces, ¿por qué Shizun está tan rojo después de ver a este discípulo? —Es verano… Hace calor —Shen Qingqiu sabía que no era su respuesta más inteligente, pero fue lo único que pudo pensar. —Entiendo, Shizun —Luo Binghe sonrió—, Pero Shizun, este discípulo ha pensado; en estos días, Shizun ha instruido a este discípulo con valiosas enseñanzas, así que me gustaría agradecer a Shizun enseñándole algo que solo este discípulo sabe hacer. —Tú… puedes decirlo cuando estemos… No hubo tiempo de terminar; en realidad, fue como si el mismo tiempo se detuviera. Luo Binghe cerró la mínima distancia y tomó los labios de Shen Qingqiu en los suyos, sin sutilezas. El cuerpo debajo se tensó, labios y parpados apretados, pero no hizo nada para apartarse. ¿Podía hacer algo Shen Qingqiu? ¿Como empujar y pelear? No, ni siquiera pudo evitar que su cuerpo se relajara cuando la mano de Luo Binghe le rodeó la cintura. Luo Binghe tenía labios carnosos y tibios que arroparon los suyos, fríos como muertos. Su lengua irrumpió dentro de su boca y saboreó el interior de cada borde y filo dental. En su abrazo, Shen Qingqiu sintió un par de manos acariciarle aquí y allá con suavidad maquiavélica, lo suficiente para hacer derretir ese cuerpo suyo que siempre encasilló como insensible y frígido. Como si hubiera sentido que todas las defensas de Shen Qingqiu estaban aturdidas, Luo Binghe impulsó sus cuerpos para sentar al maestro en su regazo. Shen Qingqiu quedó arriba de algo rígido y punzante, lo suficiente grueso para cubrir el espacio entre sus piernas y hacerle sentir la promesa de un amenazador encuentro. —Shizun, ¿puedes sentirlo? —Luo Binghe se detuvo por un momento, dejando que ambos recuperaran el aliento—, Estoy dolorosamente duro por ti. —Tú no tienes ni un poco de vergüenza, eh… Luo Binghe le dio un beso corto, pero lejano de la castidad. Dijo, después de otra pausa: —No hay vergüenza en hacer que Shizun se sienta bien. Además —esta vez, Luo Binghe envió las caderas de Shen Qingqiu hacia atrás y adelante, lento y firme—, Shizun está igual que yo. Shen Qingqiu intentó soportar el roce, pero sus cejas temblaban cada vez que su propia erección se frotaba con la de Luo Binghe —Eso no significa que puedas hacer lo que desees. —No hago lo que deseo; solo haré lo que Shizun desee que haga. Ese era el momento para que Shen Qingqiu se levantara de ese asiento peligroso y regañara a Luo Binghe por su impertinencia. Le daría un castigo suave, nada violento ni doloroso; tal vez le daría las labores de limpieza más fuertes por todo un mes, sin derecho a quejarse. Eso era lo mejor que podía hacer, cualquier otra cosa era insensata. —Eres tú el que ha creado esta situación sin sentido. Este maestro debe hacer valer su posición y castigar la imprudencia —Shen Qingqiu hizo una pausa y se mordió el labio inferior, lo sostuvo y luego lo liberó con un sonido húmedo—, a menos que la pequeña bestia pueda hacerse cargo de… Antes de que Shen Qingqiu comprendiera el desliz de su lengua, Luo Binghe había volado con él en sus brazos hasta la cama. La rapidez con la que se movieron le dejó mareado por un par de segundos y, cuando reaccionó de vuelta e iba a corregirse, vio a Luo Binghe quitarse la única capa de ropa que tenía puesta, conservando solo un pantalón claro y completamente tenso en la parte delantera. En el acto, Luo Binghe volvió a inclinarse sobre él y besarlo. Esta vez, no solo fueron sus labios, también besó su mejilla y oreja, se deslizó detrás de ella hacia el cuello mientras sus manos soltaban el cinturón corsé que Shen Qingqiu tenía puesto. —Puedo —susurró Luo Binghe en su cuello—, Puedo satisfacer a Shizun, haré que Shizun se sienta bien y a gusto. Los besos cambiaron a mordidas y succiones tan pronto los tramos de piel se acercaban a su manzana de adán. Luo Binghe pasó de la suavidad a la rudeza, pero a Shen Qingqiu no le disgustó. Se sentía bien por todas partes, tan confuso como podía ser recibir estímulos en diversos puntos de su cuerpo al mismo tiempo. La ropa se aflojó y cayó sobre la cama, y Luo Binghe se tomó un par de segundos para contemplar la desnudez de su maestro. Una cintura tan delgada y unas piernas tan gruesas… Era un pecado hacer cualquier otra cosa que no fuera besarlas, sostenerlas, morderlas hasta marcarlas como suyas. Shen Qingqiu era una belleza sin igual, una fruta madura y dulce, lista para hincarle los dientes y estallarla, dejando que sus jugos le empapen la boca. Luo Binghe suspiró, como si hubiera encontrado la respuesta al dilema de su vida, entonces murmuró —Ah, no hay belleza en el mundo que se compare a Shizun. Me gusta tanto. Después de que sus pezones se sensibilizaran hasta el punto de arder en carne viva, los dientes de Luo Binghe se encargaron de mancillar la ruta hasta su entrepierna. El pene de Shen Qingqiu chorreaba y temblaba como respuesta a cada estímulo, fuera suave o rudo, hilos blanquecinos goteaban desde la punta y bajaban hasta acumularse en la pelvis. Sin dudarlo, Luo Binghe bebió del néctar sexual de Shen Qingqiu, logrando que el maestro siseara y se aferrara a las sabanas con sus puños. —Mmm, Shizun sabe bien, tan limpio y mojado para mí —Luo Binghe movió su lengua a la uretra de Shen Qingqiu e hizo una leve succión—, La comida de este discípulo es sosa en comparación al cuerpo de Shizun. A Shen Qingqiu todas esas palabras le hacían sentir caliente; su cara hirviendo como un bollo relleno de carne. Quería pedirle que se callara, pero, cada vez que separaba los labios, ruidos vergonzosos se escapaban de ellos sin que pudiera controlarse. No pudo retenerlos mucho más cuando Luo Binghe abrió la boca y puso dentro de la cavidad, tan tibia y suave, su pene. Definitivamente, le cruzó la idea de que aquello era sucio, y también de que era demasiado bueno para detenerlo. Ante cada succión, su espalda hacía un arco y se obligaba a levantar la cabeza, solo para encontrarse los ojos de Luo Binghe chupándole la polla. Todo rastro del cachorro con ojos llorosos había desaparecido de ese rostro al que se había familiarizado. Luo Binghe bajaba y subía por toda la extensión de su sexo, extendiendo la lengua ocasionalmente para que Shen Qingqiu observara bien como recorría cada vena y forma de su longitud. Su cuerpo se sentía extraño, como si fuera a explotar, y justo en ese momento, Luo Binghe le guiñó un ojo mientras empujó un dedo justo entre su trasero, haciendo que todo Shen Qingqiu se estremeciera y liberara su corrida en la boca de la bestia. Luo Binghe bebió y se relamió después de tragarse el semen de Shen Qingqiu, le negó tiempo para componerse y se acomodó sobre él a la vez que empujaba su dedo hacia dentro. El contacto era frío por fuera, lo que adormecía cualquier dolor a su límite más bajo, y se transformaba en una sensación más excitante cuando el dedo entró e hizo contacto con el calor. La incomodidad hizo que Shen Qingqiu anhelara consuelo, así que estiró los brazos y atrajo a Luo Binghe más cerca de su cuerpo y rostro. Tenía la fuerza para sostener su peso con una mano mientras usaba la otra para dilatarlo; se veía tan fácil para él, pero Shen Qingqiu podía ver diminutas gotas de sudor en su frente y gruesas gotas bajando hasta su mentón. Guapo, tan joven y lleno de vigor. —¿A Shizun le gusta lo que ve? —Luo Binghe sonrió, engreído, blanco y malicioso. Un tipo de malicia a la que Shen Qingqiu no prestó atención, dejando en ignorancia el ligero cambio de actitud que tuvo Luo Binghe. El único efecto que tuvo esa malicia en él, fue que logró endurecerlo de nuevo. Lejos de responder, Shen Qingqiu lo empujó un poco más abajo y lo besó. En esta ocasión le entregó su propia lengua, siendo él quien la introdujo para que Luo Binghe jugara con ella. Era una buena distracción para la incomodidad, que aumentaba de tamaño entre sus nalgas y para alejarse de la sospecha de que ya no era solamente un dedo lo que estaba en su interior. El tiempo del beso fue tranquilo. Si se le puede llamar así a un beso desordenado, mojado por todas partes y lleno de jalones. Shen Qingqiu perdió la cuenta de cuantos dedos sintió entrar, solo que al parecer ya habían sido suficientes, y Luo Binghe detuvo lentamente el beso para acomodarse y bajar su pantalón. Shen Qingqiu entendía el sexo y la posición en la que estaba, por eso su corazón se aceleró desde el momento en que Luo Binghe se levantó y sintió que iba a morir cuando lo vio quitarse la última prenda para que su imponente, dura y oscura verga se alzara orgullosa. Fulminado por el rayo de la realidad, Shen Qingqiu se volvió blando como masa y Luo Binghe lo movió a su antojo. Separó sus piernas y se puso en medio de ellas, su enorme polla apuntando al lugar más reservado que tenía. Aunque Shen Qingqiu tenía un gran control de sus expresiones, algo se tuvo que haber escapado para hacer que Luo Binghe se inclinara hasta su oído. —No te preocupes, Shizun, haré que duela lo menos posible… —A propósito, Luo Binghe dejó que su aliento lo rozara y que la punta de su lengua lamiera su lóbulo—, Solo por hoy. Shizun no será descuidado por este discípulo de ahora en adelante. Haré que Shizun se adapte a mi forma y tamaño, incluso en cien años, el cuerpo de Shizun recibirá mi verga sin problemas. Esas palabras no eran un gran consuelo, aunque con el nivel de estimulación que tenía, Shen Qingqiu no podía decir que no permitiría que algo así sucediera de nuevo. —Puedes tomarlo, Shizun —Luo Binghe besó su mejilla con cariño, contrario a sus palabras escandalosas—, Tu cuerpo está hecho para ser tomado por mí. Shen Qingqiu ya no podía recibir otra dosis de ese tipo de conversación, —Cállate… Hazlo ahora. Dicho y hecho. Shen Qingqiu sintió la punta alinearse, la sensación de la diferencia de tamaño era real y monstruosa. No le gustaba el dolor, pero ya no le temía; lo que sea, podría resistirlo. Incluso su mente, llena de pensamientos perversos, pensó que no era más que un nuevo tipo de tortura que la bestia se dignaba a ofrecer. A medida que entraba, sin embargo, y su culo se abría para recibir más y más de tan dura carne, Shen Qingqiu solo sintió un poco de molestia. Luo Binghe no era amable ni mucho menos, incluso a Shen Qingqiu le parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo por ir más rápido. Lo sentía gruñir en su oído, furioso, como animal en celo, sudoroso y murmurando palabras que no alcanzaba a comprender, pero que debían ser atrevidas. Así que Shen Qingqiu le abrazó la cintura con sus piernas y se impulsó para tomar más de su polla adentro. Ese movimiento fue agradable. Sofocante, delicioso y excitante. Hubo algo que fue rozado ahí dentro, algo a lo que el calor y la humedad le hizo bien. Hizo que a Shen Qingqiu se le escapara el aire y gimiera, entonces miró a Luo Binghe sin saber que su silencioso gesto estaba cargado de lujuria. Ni siquiera dimensionó que algo tan simple pudiera presionar los botones para encender al semental dentro de la bestia. Luo Binghe tomó las piernas de Shen Qingqiu en sus brazos, las separó aún más y golpeó profundo. Repitió el movimiento en frenesí, obligando a que Shen Qingqiu se aferrara a cualquier cosa que tuviera a la mano como si luchara por su vida. Y lo hacía; lloraba y gemía, suplicaba sin decidirse si quería que se detuviera o fuera más rápido, gruñía y dejaba caer la cabeza hacia atrás sin control. ¿Cómo podían esperar que los ruidos y el chirrido de la cama no llamara la atención? Ambos se dieron cuenta del demonio custodio que acababa de pasar la barrera, probablemente solo estaba haciendo su trabajo de vigilar a Shen Qingqiu y no permitir que nada extraño sucediera. Sin mirarlo ni detener la follada, Luo Binghe soltó una de las piernas de Shen Qingqiu y envió un golpe de energía demoniaca al lacayo, que de inmediato se desintegró en el aire. —¡Cualquiera que se atreva a mirarte ahora puede considerarse muerto! —dijo Luo Binghe mirando a Shen Qingqiu, pero la voz fue tan alta como para cruzar las paredes y hacer entender las órdenes del Emperador. El lacayo muerto no era del interés de Shen Qingqiu, contrario al resurgimiento del sello demoniaco de Luo Binghe y el color de la sangre en sus ojos. Sin embargo, estaba demasiado ocupado recibiendo placer gracias a la condenada verga de ese Señor Demonio. Sí podía detenerlo o no, ¿qué más daba? Se trataba de si quería detenerlo o no. Maldita sea, no quería. No solo no quería detenerlo. Honestamente, cuando Luo Binghe le disparó energía demoniaca a ese diablillo, creyó que iba a correrse. Al parecer, sí era el afamado pervertido de las acusaciones. Pero ese hilo de pensamiento se quebró cuando Luo Binghe volvió a besarlo, más caótico que antes. Su culo se sentía tan lleno, solo hacía que se sintiera terriblemente vacío cuando Luo Binghe sacaba su polla antes de empujarla toda de un solo envión. Aunque parecía molesto por la intromisión, sus movimientos no se detuvieron y las embestidas crudas iban dirigidas exactamente a los lugares buenos. Luo Binghe ronroneo en su oído —Shizun, ¿dónde tomarás la semilla de este discípulo? Carajo, quiero echarlo dentro de Shizun, pero el rostro de Shizun se vería tan lindo goteando mi semen. Dime Shizun… Dime dónde te gustaría. ¿La cara? ¿Acaso sabía Luo Binghe cuanto tiempo se tardaba en lavar su cabello? Una sola gota de ese líquido pegajoso en su cabello tardaría horas en limpiarse. Si había más de dos opciones, Shen Qingqiu ni siquiera pensó en ellas. Decidido, Shen Qingqiu reunió todo su aliento y respondió —Dentro. A los ojos de Luo Binghe, no había ni un rastro de frialdad o profunda meditación. Debajo de él, Shen Qingqiu era un manojo de lágrimas, su ojo brillaba suplicante y tenía los labios hinchados. Luo Binghe rio entre dientes y murmuró —Shizun es perfecto para este Señor. Luo Binghe levantó las caderas de Shen Qingqiu y se enfocó en el orgasmo de ambos. La experiencia se podía palpar, aunque Shen Qingqiu descartó el pensamiento antes de recordar la razón de dicha maestría sexual. Tocó enérgicamente el manojo de nervios de Shen Qingqiu que lo llevó al orgasmo, disfrutando de su expresión y la lágrima que se deslizaba por el borde enrojecido de su ojo bueno, excitándose y acelerando sus propias caderas para alcanzarlo y llenarle el interior de su ardiente corrida. En la cama —si aún se le podía llamar así— yacieron uno al lado del otro, tratando de recuperar el aire entre jadeos y sacudidas. Shen Qingqiu ya sabía que Luo Binghe se recuperaría primero, ni siquiera creía que lo que acababan de hacer le provocara cansancio alguno. Cuando giró el rostro para verlo, Luo Binghe ya estaba acostado de lado, mirándolo con una mano en su mejilla. Shen Qingqiu le preguntó tranquilamente —¿Desde cuándo recuperaste la memoria? Si es que alguna vez la perdiste. Luo Binghe abrió los ojos al máximo y, oh, Shen Qingqiu comprendió que no se había dado cuenta de sus cambios físicos y de actitud. Qué idiota. Los dos. —Shizun, no es cierto que yo… —Su Majestad debería vestirse e irse ahora —Shen Qingqiu se sentó en la cama, ignoró la punzada de dolor y continuó—, la corte lo está buscando desesperadamente. —Shizun, no miento. Cuando llegué aquí, creía que aún era el discípulo del Pico Qing Jing. Shen Qingqiu se quedó sentado en el borde de la cama, sin decir nada ni hacer ningún movimiento. Eso era lo que más odiaba Luo Binghe, su apatía hacia él, pero que siguiera ahí significaba que podía escucharlo. —Cuando todas mis heridas físicas sanaron, la herida de mi cabeza se cerró y yo… recordé todo —Después de una pausa pequeña, levantó la voz—, Pero quería una… Estaba aquí encerrado contigo, dijiste que no podía irme aún y pensé que… era eso justo lo que buscaba. Shen Qingqiu giró hacia Luo Binghe y lo miró, con su ojo brillando de rabia y duda. Frunció el ceño ante sus palabras sin decir nada, pero siguió sin apartarse; Luo Binghe pensó que, tal vez, estaba esperando que continuara. —Shizun, debería… —Luo Binghe se detuvo, organizando sus palabras de mejor manera—, Shen Qingqiu, ¿me creerías si digo que quería acercarme a ti sin que nuestros rencores se interpusieran? —Estás de suerte, bestia —Shen Qingqiu habló, por fin—, ahora lo único que se interpone entre nosotros es mi trasero lleno de tu semen. Luo Binghe no esperó esa respuesta tan… ¿pícara? No, Shen Qingqiu no parecía estar coqueteando con él, pero tampoco sonaba tan molesto. En medio de su asombro, Shen Qingqiu se levantó y le tiró la túnica que le había hecho en la cara. —Prepara té en tanto este Señor se limpia en profundidad. De preferencia, un té que ayude a aliviar el dolor de espalda —Shen Qingqiu se cubrió la cara con su túnica y amortiguó la risa en sus labios. Sin embargo, la tela no cubrió del todo sus próximas palabras—, Realmente una bestia, eh… Una hora más tarde, Shen Qingqiu salió del baño. Luo Binghe demostró su lealtad —o su autocontrol— esperando sentado junto a la mesita donde solían tomar el té; la tetera aún humeante y dos tazas limpias y brillantes. Cuando Shen Qingqiu se sentó frente a él, sirvió el té de ambos y le dio una de las tazas al maestro, con la misma disciplina que demostró cuando había “perdido la memoria”. Shen Qingqiu cerró el ojo y probó el té. Sin abrir el ojo, se limitó a decir —Excelente elección. —Shen Qingqiu, sé mi emperatriz. Con esa clase de palabras, Shen Qingqiu no pudo evitar más la mirada; sin embargo, su expresión era imperturbable. Respondió —¿Era esa la razón por la que querías “acercarte sin que los rencores se interpusieran”? —No, esto lo pensé mientras te bañabas —Luo Binghe tomó su taza y bebió del té. —Entonces, ¿qué clase de asuntos hicieron que te aprovecharas de tu amnesia para fingir prolongarla? —No me creerás si te lo digo, pero he visto algunas cosas en el mundo —Luo Binghe sonrió con algo de pesar—, Después de cierta experiencia, este Señor… empezó a tener dudas. Las dudas me guiaron y abrieron mis ojos; conocí las circunstancias y decidí que tu condena era exagerada. Al fin y al cabo, el único y más grave crimen que el Señor del Pico Qing Jing ha cometido, es la masacre en la Mansión Qiu, y las palabras de Qiu Haitang se vuelven confusas cada vez que se le interroga. Un poco de la calma de Shen Qingqiu se había desvanecido y preguntó —¿Qué tú…? ¿Qué cosas abrieron tus ojos, Luo Binghe? Luo Binghe ignoró la pregunta y continuó su relato —Pero reducir tu condena y enviarte aquí no era suficiente. No lo suficiente para lograr que nos sentáramos así —Luo Binghe miró la taza y completó—, y bebiéramos té. Entonces recibí una información valiosa sobre el cartílago de una bestia antigua que podía usarse para reemplazar partes del cuerpo atrofiadas o perdidas. Shen Qingqiu bajó la mirada y dijo —Así que pensaste en dármelo para que recuperara mi ojo, ¿no? En voz baja, Luo Binghe respondió —Fui yo quien te quitó el ojo. —Es bueno que lo recuerdes, pero, ¿crees que soy tan barato? —No. En realidad no sabía… —Luo Binghe dudó por un momento—, cómo podía acercarme. El Cartílago del Oso Pies de Elefante de las Profundidades era una buena excusa para dar el primer paso… o eso pensé. Abandoné a Xin Mo en un viaje; era una espada maldita en todo sentido, pero perder su fuerza le restó a mi poder. El oso me golpeó en la cabeza, abrió mi cráneo y me desorienté por un momento; cuando regresé en mí mismo, estaba acostado en tu luohan, vestido con tus ropas y bajo tu cuidado. —¿Cuál es ese viaje del que tanto hablas y que incluso te hizo abandonar tu flamante espada? —Shen Qingqiu preguntó aparentemente con poco interés. —Le diré a Shizun si se convierte en mi emperatriz. —¿Por qué debería ser tu emperatriz? Me odias, te odio. Soy el maestro que te maltrató, y tú eres el carcelero que me quitó mi ojo y mi Pico. —¿No lo recuerdas, Shen Qingqiu? Mientras teníamos sexo, te dije que me gustas. Todavía lo sostengo. Shen Qingqiu sintió que sus orejas se calentaban. Bajó el rostro a la taza de té y dijo —¿Acaso eres un niño para que tus rencores sean tan infantiles y efímeros? Luo Binghe hizo una falsa reverencia y pronunció —Este discípulo era ignorante, Shizun me ha iluminado y por eso debe ser mi emperatriz. —Aún eres ignorante e infantil, bestia tonta. Escucha bien; hoy dormirás en el luohan, mañana te irás y pondrás orden en tu corte. Te impusiste como emperador, asume tu responsabilidad. Este maestro necesita tranquilidad, en cinco días debo entregarle el informe de este mes a tu mensajero… —Shen Qingqiu se levantó, y dándole la espalda a Luo Binghe, dijo—, a menos que tú, pequeña bestia, quieras asumir esa responsabilidad también. A la mañana siguiente, Shen Qingqiu despertó con el beso de un aroma delicioso en su nariz… Además de él, la habitación estaba vacía; lo único que quedaba de Luo Binghe era un tazón caliente de congee.

***

Días después de la reaparición del Emperador de los Tres Reinos, un nuevo e inesperado consejero se unió a la corte. Shen Qingqiu escaló desde un criminal enclaustrado a uno de los miembros más altos al servicio del emperador. Los rumores de que el Señor del Pico convenció a Su Majestad usando su cuerpo no se hicieron esperar, incluso testigos afirmaron que Shen Qingqiu sedujo a Su Majestad para que matara al lacayo que había descubierto sus encuentros. Shen Qingqiu esperaba acusaciones más atrevidas, no rumores habituales de dramas de la corte. Quizá las cosas se pondrían más interesantes cuando saliera a la luz la disolución del harem del Emperador. Por lo menos aquí las malas lenguas tendrían la razón: Shen Qingqiu sí que había seducido en la cama a Luo Binghe con ese fin. Tal vez un poco de persuasión también fue efectiva al decirle que no sería emperatriz hasta que no se disolviera por completo. Dicho eso, dado el número de esposas que la bestia cachonda había acumulado, quedaban muchos meses por delante antes de que Shen Qingqiu se convirtiera —oficialmente— en emperatriz. En tanto, Shen Qingqiu era un hábil consejero y el amante no-tan-secreto del emperador. —¡Shizun! Shen Qingqiu levantó la vista de los papeles dispersos en el escritorio. Luo Binghe entró sonriendo al estudio, vestido con túnicas oscuras especiales para salir de expedición. —Tuvimos éxito y obtuvimos el cartílago del Oso Pies de Elefante de las Profundidades. Los médicos del palacio están preparando todo para darle uso. Shen Qingqiu volvió la vista a los papeles y preguntó sin interés —¿Tanto deseas que tenga mis dos ojos? Luo Binghe jaló una silla y se sentó frente a Shen Qingqiu —Deseo devolverle a Shizun lo que le quité y darle todo lo que me pida. Incluso si debo invertir el cielo y la tierra, lo haré. —Ya hiciste algo parecido, gracias a eso cada día recibimos una declaración de guerra y cada tres días recibimos diez. —Shizun… —dijo Luo Binghe, su voz inevitablemente haciendo un puchero. —Lo aceptaré, solo porque es más práctico revisar documentos con un par de ojos. Shen Qingqiu dejó su puesto y pasó al frente, subiendo para sentarse en el regazo de Luo Binghe. De inmediato, él le agarró las caderas y lo presionó hacia abajo, dónde una erección le esperaba completamente firme y dispuesta. No se podía evitar ese tipo de situaciones; las pilas de papeles se desplomaban ante el peso de dos cuerpos, adueñándose del escritorio para descargar su pasión. Por fortuna, ese era un nuevo tipo de crimen que cualquier sirviente podía arreglar. Nadie va a ir a prisión por ello.
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