Capítulo 1
18 de octubre de 2025, 1:34
En la ciudad de Metrópolis, Grayson vive en un pequeño departamento cerca del centro, desde que nació y creció lo suficiente como para independizarse y mudarse lejos de sus padres y su tierra natal. Logró rentar un pequeño departamento en el corazón de la ciudad, donde viven millones de habitantes de diferentes aspectos. Pero aun así, con pequeños detalles problemáticos.
Desde que llegó a la gran ciudad, ha experimentado tanto lo bueno como lo malo de sus calles y sus pobladores. Ha vivido robos, asaltos, tiroteos, persecuciones, discriminación, destrucción, incendios, choques, entre otras cosas.
Pero lo que más ha experimentado mientras vivía en la ciudad fueron los ataques de villanos y los constantes asaltos.
Algo que lo ha estado molestando… y mucho.
Viendo la televisión desde su sofá, mientras bebía una bebida energizante enlatada, observaba noticias y reportajes que se mostraban ante sus ojos marrón oscuro.
—¿¿En serio?? ¿Desde ahora son dignos de mencionarlo?
Malditos… ya van cinco veces que me roban este mes. ¿No hay superhéroes por estas zonas o qué?
Maldijo mientras aplastaba la lata vacía con fuerza. Durante su tiempo en la ciudad, los asaltos han sido lo más frecuente. Incluso una vez fue víctima frente a un oficial, y lo único que recibió de él fueron palabras de consuelo por su billetera perdida.
Ahora estaba emocionado y enfadado al mismo tiempo. No sabía cómo sentirse al ver la noticia. Por fin habría justicia por sus billeteras… pero también estaba furioso porque aún no habían atrapado al culpable.
No sabía cómo reaccionar. Quería salir en ese mismo instante, atraparlos y castigarlos por robarle.
No solo a él, sino también a todos aquellos que habían sido víctimas como él.
Suspiró y se desplomó completamente en el sofá, continuando con la noticia, con un inmenso pesar en el corazón.
Él mismo había pensado en actuar, pero recordaba lo que su madre le había dicho: que no se dejara llevar por sus emociones. Además, tal vez tarde o temprano los héroes se encargarían. Solo necesitaba un poco de paciencia.
—También anunciamos que la próxima semana, el día miércoles, se celebrará un evento con muchas celebridades, así como actores, influencers y héroes. Festejarán sus mayores logros, posiciones y rankings durante sus carreras —decía la presentadora.
Tras finalizar la noticia anterior, una nueva apareció en la pantalla frente a Grayson. Él bufó.
—¡Genial!
Apagó la televisión y se levantó para salir a caminar.
La ciudad, donde los rascacielos se alzan como titanes de concreto y las luces de neón ocultan las sombras que se arrastran por los callejones, con su avanzada tecnología. Aquí, millones de habitantes conviven con la esperanza de cumplir sus sueños.
Desde la perspectiva de Grayson…
Metrópolis es un campo de batalla invisible: villanos acechan en la penumbra, la corrupción se disfraza de progreso, y los ciudadanos aprenden a sobrevivir entre ruinas disfrazadas de oportunidades.
Una visión completamente diferente. Si la mayoría de los habitantes escucharan su descripción de la ciudad, lo atacarían de inmediato o lo tacharían de loco.
Con un profundo silencio interior, Grayson se guardaba las palabras para sí mismo.
Caminó durante un par de horas desde su departamento, hasta llegar a un centro comercial. Sus provisiones se habían agotado y necesitaba ingredientes para nuevas recetas.
Se detuvo en una parada, esperando un vehículo destinado a usuarios frecuentes. Alzó la mano, y un vehículo amarillo que lo había visto a lo lejos se detuvo cerca de él.
Abrió la puerta y subió.
—Llévame al supermercado.
Durante el recorrido por las carreteras de la ciudad, Grayson admiraba el paisaje urbano. Las hermosas estructuras de los edificios y las grandes tecnologías que representaban el poder de Metrópolis.
Enormes pantallas cubrían los rascacielos, mostrando novedades, anuncios de productos y noticias. También aparecían figuras influyentes y populares como héroes y actores.
Eran las 7:34 de la tarde. El sol ya se había ocultado por completo, y la noche se alzaba, dándole a la ciudad un brillo especial.
Definitivamente, la ciudad de noche era una joya… aunque ese cartel de champú era excesivo.
¡¡Boom!!
—¿Mmm?
Una explosión resonó cerca de donde Grayson miraba. Un edificio volaba en pedazos, con fragmentos enormes cayendo en distintas direcciones.
Mientras caían varios bloques de concreto del mismo tamaño sobre las carreteras y edificios, muchas personas corrían a refugiarse entre gritos y explosiones. La mayoría, más alejadas, gritaban en pánico.
En ese momento, Grayson frunció el ceño y alzó la mirada. Justo encima de él, una enorme losa de concreto descendía desde el cielo.
Estupefacto, sin comprender cómo había llegado hasta allí semejante masa suspendida sobre su cabeza, guardó silencio, maldiciendo por lo bajo. Sin pensarlo, se movió con rapidez: rompió el parabrisas del vehículo con su teléfono celular, al mismo tiempo que sujetaba al conductor y lo arrastraba consigo a través del cristal.
En ese instante, todo a su alrededor pareció ralentizarse, como si el tiempo se hubiera detenido solo para él. Su corazón latía con fuerza, su mente estaba nublada, los gritos de la multitud se desvanecían, y un zumbido agudo le perforaba los oídos.
—Tch... Demonios —murmuró.
Al salir del parabrisas, alcanzó a ver a varias personas atrapadas cerca del peligro. No pudo evitar maldecir. Por eso odiaba salir de casa a veces. No quería verse envuelto en problemas ni en accidentes ajenos.
Cuando alguien común tiene un poder y decide ayudar, la gente lo critica por entrometerse, por no dejar actuar a los profesionales.
Pero si no interviene, lo acusan de ser insensible o cobarde. Eso lo vivió en su tierra natal, donde lo insultaron, lo llamaron metiche, estorbo. Esa hipocresía era lo que más odiaba. Por eso se había prometido no volver a intervenir.
A regañadientes, una luz azul violenta se manifestó en sus pupilas… y luego desapareció.
El tiempo, que antes parecía detenido, volvió a fluir. Grayson ahora estaba de pie frente a un edificio más alejado, junto al hombre que antes conducía el taxi, quien lo miraba con el rostro lleno de confusión.
Los fragmentos y escombros del edificio destruido cayeron con fuerza, sin piedad. La enorme losa de concreto impactó directamente sobre el vehículo amarillo, aplastándolo por completo. El fuego comenzaba a extenderse por los alrededores.
—¿Eh? ¿Qué sucedió?
—¿Qué hago aquí?
—¿No estaba en el vehículo?
—¿Una explosión?
—¿Un ataque?
—¿Hay un villano cerca?
—No lo sé…
—C-corre…
—¡¡¡Haaaaa!!!
Las personas que estaban cerca comenzaron a correr, alejándose del lugar. Nadie se detuvo a observar su entorno, y mucho menos al hombre que los había salvado.
—Menos mal que no me prestaron atención —murmuró Grayson, quien también había comenzado a marcharse.
Observó el edificio destruido, con varios bloques de concreto incrustados en las paredes y esparcidos por el asfalto. No tuvo más remedio que contemplar la escena desde lejos. Aún con el cuerpo entumecido por la adrenalina y el esfuerzo de usar su habilidad, un escalofrío le recorrió la espalda.
—Ya recuerdo por qué no me gustaba usar mi habilidad…
—¿Dónde estará el causante de esto? —dijo mientras miraba a su alrededor, alejándose del lugar.
—Da igual… no es problema mío. Que se encarguen los héroes.
Entrecerró los ojos, y en silencio, se sumergió en sus pensamientos. Reflexionaba sobre su vida, sobre las decisiones que lo habían llevado hasta allí.
—Espera un momento… ¿no me cobrará el taxista por salvarlo?
—Y ni siquiera logré llegar al centro comercial…
Suspiró, resignado, y siguió corriendo con la esperanza de llegar a salvo junto con los demás.
—Oh… necesitaré otro teléfono.