Parte Unica
12 de mayo de 2025, 23:36
Todos se encontraban observando a la madre de Chun llorar abrazada al gran árbol de begonia, tenían algunos sentimientos encontrados ante este suceso, sintiendo lastima por la niña, aunque, sin su muerte, muchas mas personas estarían sin vida en ese momento. Ya habían perdido suficientes, ella fue la causante de que su mundo entero se inundara, era justo que pagara por las consecuencias que no tomo en cuenta en ningún momento, siendo egoísta por sentirse culpable, arrastrando a muchas personas con su error.
Nada de esto hubiera pasado si hubieran entregado al pez, su hogar estaría allí, las demás personas que no sobrevivieron estarían allí, la niña también estaría allí.
—¿Chi..¡ChiSong Zi! — Todos desviaron su mirada de la afligida madre, para visualizar a un Zhu Rong en completo pánico, arrodillado sosteniendo en sus brazos a ChiSong Zi, sus ojos cerrados y su cuerpo flácido contra el pecho del mayor. El grupo se acerco a el par, preocupados por el joven maestro lluvia.
—¿Qué ocurrió?— Preguntó el anciano, poniendo una rodilla en la tierra, y acercando su mano a la frente del chico. Su piel encontrándose tan fría, sus mejillas y nariz apenas notándose el color rojizo con el que estaban tintadas, su respiración siendo jadeos temblorosos —. Está helado —declaró con preocupación en su voz.
—No lo se…estaba bien hace unos momentos… él — Zhu Rong se quedó sin palabras, ChiSong Zi estaba a su lado, tranquilo, se veía bien. ¿Por qué no se dio cuenta de que algo estaba mal? Debía haberlo sabido. Abrazó a ChiSong Zi más contra su pecho, cubriéndolo con sus brazos lo mejor que pudo en un intento de alejar el frío del menor, el rostro contra su pecho frunciendo el ceño ante la calidez, la marca en el hombro de Zhu Rong brillando levemente, su expresión preocupada. —. ¿Qué haremos? Todo esta inundado, no tenemos ningún medicamento ¡Ni siquiera un lugar donde quedarnos! —Exclamó mirando al anciano de larga barba, quien volteó a mirar a los demás.
—¿Nadie tiene medicamento consigo? —Preguntó observándolos, todos negaron ante su pregunta.
—HouTu, ninguno de nosotros estábamos realmente preparados para esto, cualquier medicamento que teníamos lo perdimos en el caos —Respondió aquel chico mitad venado, mirando lamentablemente a Zhu Rong al terminar sus palabras. —. Tal vez sólo necesite descanso. Todo a sido demasiado hace unos momentos, y él también ayudó en el puente, seguro solo se esforzó demasiado —Dijo en un intento de tranquilizar al angustiado maestro del fuego, quien abrazaba con fuerza a ChiSong Zi contra su pecho.
—¿Y si no es así? —Preguntó mirando al contrario, quien no dijo nada ante eso. — ¿y si se pone peor? Dime ¿qué haremos? Gracias a esa niña y ese monstruo hemos quedado sin nada.
—¡No hables de mi hija de esa manera! — Gritó Feng, la pobre madre aún aferrándose a aquel inmenso tronco, sus ojos rojizos por las lagrimas. —. Ella…ella no sabia lo que hacia — Excusó sin mirar a del cabello fuego, quien frunció el ceño ante la respuesta de la mujer. Abrió la boca para refutar las palabras de la contraria, pero se vio interrumpido ante la presencia del guardián de almas.
—Ella sabía perfectamente lo que hacia, de no ser así, no me habría dado la mitad de su alma — Exclamó con su voz baja, algo rasposa. Todos los presentes abriendo los ojos con esta revelación. —. Ella esta viva., se irá al mundo humano con el gran pez — Agregó. La expresión de Feng volviéndose aturdida.
—E-ella. ¡Debo ir a buscarla! —Exclamó la mujer mayor, sus lagrimas dejando de caer ante la noticia de su hija, con rapidez se levantó y sin nada mas en mente, se apresuró a dirigirse a la grulla que descansaba tranquilamente lejos del grupos, agitándose cuando la mujer intento desprevenidamente subirse a ella.
—¡Aléjate de ella! — Zhu Rong enojado, se levanto de su lugar, las rodillas algo entumecidas, pero aún así se coloco entre la grulla y la mujer. ChiSong Zi en sus brazos removiéndose incomodo ante el movimiento. —. ¡Ella se irá al mundo humano y no puedes hacer nada contra eso! —Exclamó con ira, mirando a la mujer frente a él.
—¡Es mi hija! — Exclamó Feng, su voz quebrada. Era un desastre, sus ropas se encontraban húmedas, su rostro manchado por las lagrimas y sus ojos rojizos por derramar las mismas. Podría tener a su hija con ella, su pequeña bebé y, este hombre frente a ella se lo estaba impidiendo. Ella creía en el fondo de su corazón, que su pequeña niña no tenia la culpa, sólo fue un accidente. Este hombre, había lastimado a su hija, y ahora le impedía a ella buscarla. —. Apártate. Es mi bebé e iré a buscarla —Pronunció seriamente. Zhu Rong se mantuvo estoico, sin moverse de su lugar frente a la grulla que pertenece a ChiSong Zi.
Todos los presentes miraban el intercambio en silencio, dudando entre si intervenir o quedarse en su lugar. El abuelo Houtu observó a ambos, sin pronunciar palabra alguna,
—Tu “bebé” inundo nuestro mundo, y con ello asesino a sabrá dioses cuantos seres vivos —Pronunció con frialdad. —, es mejor si ella se larga.
Esas palabras fueron las gotas suficientes para desbordar el vaso, Feng sintiendo las lagrimas asomarse, pero las ignoro. Sin pensarlo, su mano derecha con la palma abierta golpeo la mejilla del más alto, quien apenas sólo dio un paso atrás, consiente del chico en sus brazos. Soltó un gruñido, mostrando los dientes cual animal a la mujer que se atrevió a golpearlo.
—Ojuju. ¡Esto es casi tan entretenido como la novela del Niño y el dragón blanco! —Exclamó el guardián de almas, una sonrisa mientras miraba la escena a la cual nadie parecía querer intervenir, eso hasta que un suspiro cansado se escuchó a su lado. El abuelo Houtu aclaró su garganta.
—¡Es suficiente! — Exclamó con leve ira en su voz, ambos individuos volteando a mirarlo. Miró entre ambos, y detuvo su mirada en Feng. — Comprendo que te sientas abrumada, Feng. Pero, no puedes ir a buscarla. Tampoco puedes volar la grulla, si no lo notaste, pertenece a ChiSong Zi, el cual no se encuentra despierto para decidir si puedes usarla, y de todas formas, el animal mismo no te dejará montarte —Menciona, la grulla soltando un graznido en confirmación. La mirada del abuelo Houtu dirigiéndose al hombre quien lo miraba sin expresión — y, Zhu Rong, se que estas preocupado por el joven ChiSong Zi, pero eso no es excusa para tu falta de tacto —Zhu Rong no se vio afectado por sus palabras, él no se arrepentirá de lo que dijo. —. Ahora, suelta a ChiSong Zi, y ve a buscar sobrevivientes. La grulla sólo dejara que tú la montes.
Zhu Rong se veía reacio a dejarlo, pero, sin más remedio, lo recostó en el suelo. El chico con grandes cuernos sentándose a su lado. Sin ningún atisbo de vergüenza, e ignorando los jadeos sorprendidos de los demás, se quitó su túnica, quedando solo en sus pantalones, y abrigó a ChiSong Zi con ellas.
—Él aún esta algo frío. Cuídalo —Sus palabras dirigidas al chico sentado al lado de ChiSong Zi, quien lo miraba con los ojos abiertos, asintiendo ante la seriedad en sus palabras.
—¿Zhu…Rong?
Zhu Rong iba a montarse en la grulla cuando escuchó la débil voz llamando su nombre, se volteo con rapidez, dirigiéndose hacia ChiSong Zi y cayendo de rodillas a su lado. El pelinegro tenia los ojos entrecerrados, su cabello se apegaba a su frente gracias al sudor, el color en sus mejillas incluso se había oscurecido.
—Estoy aquí, ChiSong Zi — Hablo con suavidad y dulzura dirigiéndose a su amigo. El chico al lado de ChiSong Zi se había avergonzado, pero esto no es algo que le importara a Zhu Rong realmente, lo único que merecía toda su atención en este momento era ChiSong Zi. Sólo ChiSong Zi y únicamente ChiSong Zi. Tomó la mano del contrario y le dio un suave apretón, su corazón casi dando un brinco ante lo frío que estaban sus dedos. La marca en su hombro brillando nuevamente, calentando la mano de ChiSong Zi —.Estoy aquí. — Pronunció nuevamente.
El rostro de ChiSong Zi volteó a verlo, su vista desenfocada, apenas viendo realmente la expresión en el rostro de Zhu Rong. Devolvió el apretón, aunque mucho más débil, e intentó alejar su mano.
—Tengo… calor. Zhu Rong —Pronunció débilmente. Su garganta sintiéndose seca. Tenía tanto calor, pero estaba demasiado débil para levantar su brazo y quitar las pesadas capas de tela que lo cubrían. Intentó alejar su mano de la de Zhu Rong, pero no tenia energías para siquiera volver a probar otro intento. Sólo mantenerse despierto le costaba tanto. Zhu Rong no soltó su mano.
—Estas helado, Yu Shi —Pronunció con preocupación Zhu Rong, ignorando el tirón en su corazón que aún persistía después de que el pelinegro quisiera soltar su mano. Eso no significaba nada. Se lo repetía una y otra vez. —.Volaré para buscar sobrevivientes, volveré dentro de un rato — Le explico con suavidad, con su otra mano, le dio una leve caricia a la mejilla de ChiSong Zi, y aparto el cabello que estaba pegada a esta gracias al sudor frío. El pelinegro débilmente se alejó de su toque.
—Esta bien — Apenas respondió. Cerro sus ojos, ya demasiado cansado para seguir despierto.
Zhu Rong soltó un suspiro, se sentía como un perro pateado, aunque sabe que no tiene ninguna razón para hacerlo. Acarició con su pulgar el dorso de la mano del más joven, reacio a soltarla, pero no podía quedarse el resto del día allí, así que la soltó con suavidad, se levantó y montó la grulla.
Intentó no pensar en ChiSong Zi, pero su mente se encontraba atrapada en la preocupación hacia su amigo. Iba y venia trayendo persona tras persona, en cada pequeña oportunidad que podía le echaba un vistazo a ChiSong Zi desde su lugar en el animal antes de volver alzar vuelo y buscar más sobrevivientes.
Había empezado a oscurecer cuando hizo su último viaje, bajó con cuidado a los últimos sobrevivientes que encontró. Volteó para echarle otro vistazo a ChiSong Zi, pero las personas lo rodeaban. Esto disparó una alarma en su pecho. Corrió hacia allí, apartó bruscamente a las personas que se interponían entre él. El abuelo Houtu se encontraba sentado de rodillas al lado de ChiSong Zi. Este se veía peor, su piel más pálida, su rostro se encontraba fuertemente sonrojado, el sudor corría por todo su rostro y soltaba varios jadeos. Su expresión sólo demostraba una cosa; agonía.
Zhu Rong se dejo caer de rodillas, su expresión demasiada preocupada. Tomo la mano de ChiSong Zi, ignorando como este quería huir de su toque. Alarmado por la condición del otro, miro al anciano frente a él.
—¿Desde cuando esta así? — Exigió saber. ChiSong Zi se removía incomodo en su sueño, intentando alejarse del calor que emanaba Zhu Rong.
—…Desde hace unas horas — Respondió mirando a Zhu Rong con una expresión de disculpa. El dios del fuego exhalo, la ira arremolinándose en su interior mientras más miraba a la persona frente a él. Quienes estaban a su alrededor se alejaron, sabiendo que si había una disputa, no desearían estar en medio de la furia del hombre de ojos cálidos.
—Horas.—Repitió en un aliento — Había preguntado si él estaba bien. ¿Qué demonios les dio el derecho de mentirme? — preguntó con ira, su mandíbula apretada con fuerza, mirando a el abuelo Houtu sentado frente a él, luciendo más tranquilo de lo que le gustaba a Zhu Rong.
—Te distraerías si te dijéramos la ver-
—¡No quiero escuchar tus excusas, así que guárdatelas! —Vociferó, sintió un toque en su hombro, volteo con rapidez, con intenciones de quemar a la persona que se atrevió a tocarlo. Feng apartó su mano, tan rápido como si realmente la hubiera quemado. Él no necesitaba su lastima ni consuelo.
—Él no resistirá la noche.— La abuela Pei se abrió paso entre la multitud, yendo al lado de Zhu Rong, quedándose de pie mirando el rostro de ChiSong Zi. Zhu Rong la mira, enojado pero sin palabras que decir. La miró con furia, el dolor ahogando sus palabras en su boca.
—Él va a sobrevivir, vivirá. Lo hará — Sus palabras fueron dirigidas tanto a aquellas personas que creían que ChiSong Zi moriría , como a su corazón, que escaparía en cualquier momento de su pecho, si no se marchitaba primero ante el dolor. Ante la posibilidad.
ChiSong Zi no iba a morir, no lo haría, no si el puede hacer algo.
Se levantó. Con calma, de manera automática, se dio la vuelta, las personas apartándose de su camino sin querer provocarlo. Todos sabían lo cercano que eran ambos, como era tan raro ver a uno sin el otro. Se dirigió a la grulla, ignorando a los demás llamando su nombre, subió en ella, y salió volando.
La noche ya había caído, siendo más fría que cualquier otro día, las estrellas se reflejaban en el agua y su respiración agitada se notaba en pequeñas nubes de humo al exhalar. Se sentía agitado a pesar de no estar haciendo ningún esfuerzo físico. Su mente daba vueltas, mirando a todas partes buscando su destino.
Se sentía frenético, cansando, tanto en cuerpo como en mente. La inundación, la lucha contra el monstruo, ChiSong Zi, rescatar al resto de personas y ahora…
La posibilidad de que perdiera su vida entera. Su mundo, sus estrellas y su universo entero.
Intento inútilmente tragar el nudo en su garganta, ignorar el picor en sus ojos. No era el momento y no lloraría. Llorar era aceptar, y él nunca aceptara perder a ChiSong Zi.
Noto una montaña familiar y se detuvo. Se tomó un momento para calmarse, mirando a su alrededor, asegurándose de que era el lugar correcto. Aterrizó con la grulla en tierra, sus pies tocaron la suave hierba cuando se bajo del ave, en la orilla de lo que antes podía llamarse montaña, su vista se dirigió a su destino. Ahora, era solo un basto mar, antes, era el lugar donde muchas personas llamaban hogar.
Allí era donde estaba la Planta.
Retrocedió dos pasos, y con un salto se lanzo al agua, el ave gritando detrás de él sin esperar tal locura. El agua lo golpeó y estaba helada, haciéndolo temblar a pesar de él ser fuego en si mismo. Sintió un dolor en su muslo, pero lo ignoró. Nadó mas profundo, la marca en su hombro brillando para poder iluminar su camino. Debía ser rápido, ir a la enfermería, tomar algún frasco de medicina y volver.
Nadó tan rápido como pudo, entrando a al enfermería por la puerta rota. Todo estaba destrozado, y algunas cosas faltaban. Miró a su alrededor, encontrando los frascos flotando contra el techo. Estaban medio vacíos, pero bien cerrados. Tomó dos de ellos. Apenas había asomado su rostro por aquel agujero que anteriormente era la ventana, cuando se sintió mareado. La marca de su hombro apagándose, sumiéndolo en la oscuridad.
Pasó sólo un segundo, cuando volvió en sí. Sus pulmones protestando por aire. Aferrándose a aquellos frascos, nadó tan rápido como le fue posible. Los puntos negros en la esquina de su visión, las burbujas escapándose de su garganta.
Llegó a la superficie, tomó bocado tras bocado de aire, la grulla volando hacia él al verlo emerger del agua. Se aferró al ave, respirando con dificultad. Apretó los dientes. El dolor en su pierna haciéndose presente nuevamente. Se incorporó, examinando su muslo. Una herida se abría pasó desde el inicio de su muslo hasta la rodilla. Las prístinas plumas marfil del ave manchándose de carmesí, Zhu Rong sólo presionó la palma de su mano contra las herida, en un vago intento de detener el sangrado. la marca en su hombro brillando con fuerza, intentando mantener algo de calor ante la humedad de su cuerpo y la fría noche.
El dolor se volvió insoportable. El movimiento enviándole un punzada tortuosa a lo largo de su pierna. Siseando de dolor, apretó la mandíbula hasta el punto de pensar que podría romperse.
Al llegar, las personas fijaron sus miradas en él. Saltó del ave. Mala idea. Se dobló ante su peso, su pierna protestando. Lu Shen se acercó a su lado, con intenciones de tomar su brazo y ayudarlo a estar de pie, sin embargo, Zhu Rong se negó. Se puso de pie sin ayuda, cojeando hacia donde se encontraba el joven Maestro Lluvia. Su piel pálida sonrojada hasta sus hombros, viéndose tan mal como la ultima vez que lo vio.
Siseo entre dientes, sentándose junto a su amigo, las personas a su alrededor vigilando cada uno de su movimientos, notando la herida en su muslo, y la sangre en la palma de su mano. Extendió los frascos que traía con él a Houtu , quien no demostraba alguna expresión ante lo que estaba pasando. Su vista mirando los frascos, y luego la expresión en el rostro del dios del fuego.
—Medicina. — Pronunció mostrando los frascos para hacer énfasis.
—..¿Dónde…—La abuela Pei iba a preguntar, pero rápidamente la respuesta vino a su mente. — Volviste a la Planta — Esas fueron las palabras que salieron de su boca. Los jadeos sorprendidos resonando a su alrededor. Zhu Rong la miro sin negar lo dicho.
—Yu Shi necesita la medicina, si esta no sirve, volveré a conseguir otra — Respondió, sus ojos demostrando lo decidido que estaba. Houtu soltó un suspiro, cerrando los ojos un momentos para después tomar ambos frascos.
—Debes tratar la herida en tu pierna.
—Estoy bien — Declaró sin espacio a objeciones, tomando la helada mano del maestro lluvia, entrelazando sus dedos. Si notaron esto, nadie dijo nada. El abuelo Houtu revisando el contenido del frasco, decidiendo si funcionaria en el joven enfermo.
Su decisión fue dárselo a ChiSong Zi. Sostuvieron su cabeza y este sumisamente lo bebió estando dormido. Zhu Rong no se alejo en ningún momento del maestro lluvia, siempre manteniéndose a su lado, cuidando de él sin soltar su mano. La herida en su muslo había dejado de sangrar eventualmente, aunque la dejó expuesta al aire, sin preocuparse por vendarla o tratarla. Se encargaría de eso después que ChiSong Zi despertara.
Se sentía preocupado, negándose a cualquiera que intentara alejarlo de él. Todos se rindieron después de que se enojara, y les gritara que se quedaría a su lado. Sus hombros estaban tensos, y estar sentado en sus rodillas hacía que su herida doliera más, enviando punzadas de dolor a través de toda su pierna. Con su mano desocupada, uso parte de su ropa, que cubría a ChiSong Zi y limpió el sudor de la frente del mismo. Su expresión era más calmada desde que se le dio la medicina. Notó Zhu Rong. Volvió a acomodar su ropa en el joven maestro lluvia, cubriéndolo hasta sus hombros, tentativamente rozó estos, casi hipnotizado sintiendo la suave piel. Las yemas de sus dedos rozando la piel, viajando hasta el hueso de la clavícula, tocando con intencionada lentitud, subiendo a su cuello, pasando sus dedos sin ninguna premura, ChiSong Zi soltó un suave jadeo. Zhu Rong deteniéndose ante esto, ignorando el calor que encendió en su pecho aquella mínima reacción. ChiSong Zi se removió, su cabeza yendo a un lado, dejando expuesta mas de la vulnerable piel de su cuello, los dedos del hombre temblaron ante esto, pero sin pensarlo, sus dedos empezaron a moverse nuevamente, rozando un camino de una suave caricia desde el cuello hasta la oreja, con delicadeza aparto el cabello y lo metió detrás de su oreja, siguió la línea de la mandíbula, deteniéndose en su mentón, dudoso, rozó los labios entre abiertos del otro, sintiendo la tranquila respiración.
—Zhu Rong…— Susurro ChiSong Zi. El dios del fuego alejo su mano tan rápido como su nombre se registró en su cabeza. Miro con cierta vergüenza el rostro del contrario, quien mantuvo sus ojos entrecerrados, resaltando el delineador rojo alrededor de estos. Una sonrisa pequeña adornando los labios que había acariciado con anterioridad. Sintió como sus mejillas se calentaban.
—¿Sí, Yu Shi? — Preguntó, dándole un apretón a la mano de ChiSong Zi, la cual no había soltado en toda la noche.
—¿Cuánto he dormido? — pregunta, soltando la mano de Zhu Rong para sentarse. El contrario se apresuró a ayudarlo.
—Todo el día desde que se detuvo la inundación —Dijo Zhu Rong —. Te desmayaste, estabas helado. Noso-
—¿Qué le pasó a tu pierna? —Interrumpió mirando la herida, notando los bordes irregulares. Iba a acercar su mano, Zhu Rong deteniéndolo, atrapando su muñeca con fuerza. Su vista se dirigió al rostro del otro, quien soltó su mano. —. Te duele, ¿Qué paso? —Preguntó nuevamente, su rostro preocupado.
—No es nada, ChiSong Zi. Me lastimé en uno de los viajes que hice—Mintió. Él sabía que, si le decía la verdad, este iba a culparse.
—No me mientas, Zhu Rong —Dijo mirando al hombre mayor, apartó lo que lo cubría dejándolo a un lado. En ese momento, se dio cuenta que era la túnica del otro, tanto por los colores, como por el hecho de que Zhu Rong no la portaba, dejando al descubierto completamente su pecho, sus músculos reluciendo. Era el cuerpo de un dios, digno de la personalidad fuerte y el fuego mismo que era Zhu Rong. El sonrojo de ChiSong Zi se intensificó por dichos pensamientos, su corazón acelerando un poco, desvío la mirada del cuerpo del otro dios, avergonzado. —…dime la verdad, sé que mientes —Pidió, mirando nuevamente el rostro de Zhu Rong, el brillo en sus ojos, la forma en que lo miraba, le envió un escalofrío que lo hizo temblar, su respiración casi atorándose en sus pulmones.
—No te miento — Susurro Zhu Rong con su voz grave acercándose a ChiSong Zi, sus brazos a cada costado del otro, tomando su túnica, colocándola en los hombros de ChiSong Zi, rozándolos deliberadamente.
El joven maestro de la lluvia tembló ante esto, soltando un jadeo sorprendido ante la cercanía, se mordió el labio, queriendo evitar que cualquier otra cosa salga de su boca.
—Tú temperatura aún no es normal, abrígate —Dijo Zhu Rong. Su corazón latiendo a mil por lo que acaba de hacer. La vista de ChiSong Zi, su cabello desordenado, su rostro de un tono carmín y su respiración agitada.
—Tengo calor —Expresó dejando caer la túnica de sus hombros, la ropa olía a brasas, incluso como el caramelo. Él olor de Zhu Rong, ya estaba impregnado incluso en su propia ropa. Iba a volverse loco.
—Abrígate, Yu Shi —Exclamó molesto, pretendiendo acercarse nuevamente para volver a abrigarlo.
ChiSong Zi posó la palma de su mano en el pecho de Zhu Rong, deteniendo que se acercara, y sintiendo lo rápido que latía su corazón, sin saber que se volvió más loco con su simple toque. El dios del fuego queriendo tomar su mano, besarla y subir por su brazos, hasta llegar a sus labios. Recostarlo en el suelo y besarlo hasta que sólo recordará su nombre, tocar su cuerpo nuevamente. Marcar la suave y tersa piel con su boca.
Quería hacerlo viajar al cielo y de regreso.
Yu Shi lo miró a los ojos. Su piel aún enrojecida, bajó un poco la cabeza, y miró a través de sus pestañas, despegando su mano del pecho del otro, aún sintiendo la rapidez de su propio corazón. Acunó su propia mano contra su pecho.
—Déjame limpiar tu herida, y me abrigaré —Propuso.
Zhu Rong tragó grueso, dudando sobre dicha proposición. Miró la herida en su muslo, sangre seca y un poco de hierba, las que estaban en la parte trasera de su muslo le ardían, gracias al sudor y la falta de ventilación por la posición en la que estaba sentado, su vista volvió a ChiSong Zi, la piel del otro con un sonrojo, su ropa apenas cubriendo una parte de su pecho.
—Está bien —Se resignó.
ChiSong Zi sonrió levemente, se sentó sobre sus pantorrillas, y tomó una de las cintas que conformaban su cinturón. Zhu Rong estiró sus piernas, sintiendo cierto alivio en la parte inferior de su muslo. El maestro de la lluvia lo miró esperando algo.
—¿Qué? —Preguntó esperando que el nerviosismo no se halla filtrado en su voz. No sabía si sólo fue un juego de sus ojos por la oscuridad de la noche, pero casi podía jurar que el sonrojo del otro se hizo más fuerte.
—No… No podré limpiarla apropiadamente con tus pantalones puestos —Pronunció con suavidad.
Zhu Rong se congeló ante esas palabras, el calor en sus mejillas se sentía como estar frente a una fogata. Abrió su boca para objetar, sin salir nada realmente.
—¡hay demasiadas personas! —Respondió demasiado alto, su respiración un poco agitada. Él no podía estar desnudo frente a ChiSong Zi, mucho menos tener sus manos cerca de esa zona, no sabría como podría acabar eso, y tampoco quiere descubrirlo. —. ¿No puedes simplemente romper la tela en esa parte? — Pregunta con esperanza, mirando a ChiSong Zi.
—Zhu Rong…quítate los pantalones — Ordenó simplemente. Sus manos jugando con la tela, enrollando y desenrollándola repetidas veces. —. Seré rápido —Le aseguró.
Ambos se miraron a los ojos por un momento. Zhu Rong soltando un suspiro resignado.
—Bien. Mira a otro lado —Le dijo. ChiSong Zi acato lo pedido y se dio la vuelta para, darle privacidad al contrario.
—¿Me dirás que pasó realmente, Zhu Rong? —Preguntó nuevamente. Ambos se conocían desde hace mucho, sabía perfectamente cuando Zhu Rong le mentía, bueno, sabia el 80% de las veces. El silencio se prolongó, Zhu Rong no respondería esa pregunta. Suspirando, se dio la vuelta, el maestro fuego lo miraba expectante. Casi con timidez se acercó al mayor. Rompió un trozo de tela de lo que era antes su cinturón, juntos ambas palmas, y mojo el trozo de tela con sus poderes. No se pronunciaron palabras, tampoco es que pudieran pronunciar alguna si así lo quisieran. Concentrando la vista en la herida, evitando mirar mucho más allá, a pesar que Zhu Rong se cubrió usando su mismo pantalón. Si el mismo notó el ligero temblor en las manos de ChiSong Zi, no lo mencionó.
Limpió la herida con delicadeza, toda la que la sangre seca le permitía. No dirigió su mirada al rostro de Zhu Rong, demasiado avergonzado para atreverse, pero consciente de que los feroces ojos carmesí lo miraban atentamente. Observando cada uno de sus movimientos, y tensándose cada vez que la mano del pelinegro estaban cerca de esa zona. Envolvió el trozo de tela en la herida, y soltó un suspiro al terminar. Se alejó, y finalmente, después de un momento se atrevió pronunciar palabra.
—Ya…ya esta —Dijo, su cabeza baja, mirando sus manos en su regazo. Pasaron solo minutos para cuando sintió el abrigo caer sobre sus hombros, Zhu Rong cayendo de rodillas frente a él, acomodando el abrigo.
—Hicimos un trato —Le recordó con suavidad. Zhu Rong poso su mano en la mejilla de ChiSong Zi, en un acto inconsciente, se dio cuenta demasiado tarde, pero, el pelinegro apoyo su mejilla en su mano. Una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios y entrecerró los ojos.
—Eres tan dulce, Zhu Rong —Declaró con melosidad.
—Seguramente eres el único que piensa tal cosa —Exclamó. Sentía el calor en sus mejillas. Las palabras del menor haciendo estragos en su corazón, instándolo a saltar como un completo loco en su pecho.
—Seguramente es porque soy el único que tiene la dicha de ver ese lado tuyo, Zhu Rong.
Con su corazón a mil por hora, decidió mantenerse en silencio ante aquella declaración. El joven de oscuros cabello tomó aquella mano, que aún se encontraba posada en su mejilla entre las suyas.
—Estás cansado —Menciona ChiSong Zi rompiendo el silencio.
Zhu Rong no hizo nada para contradecirlo. Su propia postura lo delataba sin lugar a excusas. Sus hombros estaban caídos, y su espalda encorvada. Con una pequeña sonrisa, apenas mostrando sus dientes, asintió, soltando un “Mmm”.
—Me prometí cuidarte —Dijo después de un momento. Ignorando la pesadez en sus párpados, observando el rostro de ChiSong Zi. —. Deberías descansar —Con lentitud, apartó su mano del contrario.
—Lo haré si lo haces conmigo —Propuso
—¿Qué co-
Cualquier palabra que fuera a salir de la boca del de piel acanelada fue cortada cuando ChiSong Zi lo empujó, quedando recostado en el pasto. Segundos después, un bulto se encontraba recostado en su costado, apoyando su rostro en su pecho. El joven maestro agua lo miró con una sonrisa, al mismo tiempo que los cubría a ambos con el abrigo color negro.
—Te recuerdo, que también me preocupo por ti, Zhu Rong. No podría descansar sabiendo que tú te esfuerzas tanto en cuidarme —Murmuró lo suficientemente fuerte para que el contrario lo escuchara. Acomodándose en el costado del otro, Zhu Rong deslizó un brazo a su cintura, abrazándolo contra su pecho.
Con suavidad y calidez en su voz, el mayor le deseó buenas noches a ChiSong Zi.
꧁⌒❀⌒❀⌒❀⌒❀⌒꧂
—No pensé que fueran tan… íntimos —Mencionó desviando la mirada de aquella vista, sintiendo el calor en sus mejillas. —. Parecen toda una pareja casada —Agregó con una risita.
Al llegar la mañana, nadie pudo no observar a ChiSong Zi y Zhu Rong durmiendo juntos. Sus piernas enredadas con las del contrario, mientras el dios del fuego abrazaba casi de manera posesiva a ChiSong Zi contra su pecho. La túnica color carbón a un lado completamente olvidada.
—Pei, no me parece bien pensar de esa manera —Exclamó el anciano de larga barba. Su sueño fue interrumpido por aquella vieja canosa, con su sombrerito que mostraba una sonrisa traviesa en aquella labios agrietados, mientras señalaba a el durmiente Zhu Rong.
—HouTu, HouTu, mi querido HouTu. ¡Estas presenciando el amor joven! —Exclamó con entusiasmo, juntando sus dos manos huesudas, resonando en un aplauso, al mismo tiempo que entrelazaba sus dedos. —. ¡La etapa más pura del amor!
—Quisiera diferir —Pronunció mientras Lu Shen soltaba diversas risillas.
—Siempre ha habido esa conexión entre ellos, no me sorprendería si al final terminarán juntos —Dijo Lu Shen aquello serenamente, mientras juntaba igualmente sus manos para hacer énfasis.
—Lu Shen, Pei. Es irrespetuoso hablar de los demás a sus espaldas —Recordó Houtu para dar por terminada la conversación. La anciana y el chico de grandes cuernos se miraron entre si, soltando varias risas suaves ante dicha reacción.
—No se puede esconder lo obvio. Ambos se quieren mucho, pero, la pregunta aquí es ¿Quién dará el primer paso? —Preguntó Pei señalando al cielo con su dedos índice para seguidamente llevarla a su cabello, y mostrar una moneda dorada, brillante y reluciente. Con movimientos fluidos la colocó frente a aquel chico, que la observaba con una ceja levantada —. Apostaré a que, Zhu Rong dará el primer paso —Exclamó con confianza, mirando entre Lu Shen, y Houtu que volvió su atención a ella.
Con interés y en silencio, aquel anciano metió su mano en su manga, sacando de ella dos monedas igual de doradas y relucientes. Con su expresión fija en la mirada curiosa de Pei, colocó diligentemente sus dos monedas sobre la de Pei, y volteo su mirada a Lu Shen
—apostaré a que, ninguno de los dos confesará nada —Fueron sus únicas palabras, mirando desafiante a la anciana sentada frente a él.
Mirando aquello con una expresión serena, Lu Shen sacó una moneda y la colocó junto con las otras. Juntando sus manos sobre su regazo, observó a ambos ancianos, quienes mantenían su mirada fija sobre él.
—Confiaré en lo que sé. Zhu Rong es bueno en el campo de batalla, Pei, pero, los sentimientos no son su fuerte —Señaló con una sonrisa pequeña, una sonrisa desafiante que contrastaba con su habitual expresión serena —. ChiSong Zi daría el primer paso —Pronunció con confianza.
Ante aquella declaración, risas sonoras se escucharon a sus espaldas. El trío volteo su rostro ante aquello, fijando su vista interrogante ante una mujer, su corto cabello de ébano balanceándose ante el movimiento y sus ojos se arrugaban ante su sonrisa.
—¿Es esto una apuesta? Si es así, deseo participar —Dijo sentándose al lado de la mujer mayor, mientras colocaba una moneda junto con los demás. —. Concuerdo con Lu Shen —Exclamó Lei Zu.
—Mmm, me gustaría decir que, iré con Zhu Rong. No es un romántico pero siempre que aparece la oportunidad, le muestra a ChiSong Zi afecto. —La voz de Jumang entrando igualmente en la conversación. Sin cuidado, dejó caer su moneda junto al resto. — Tan sólo ayer fue una prueba de ello —Señaló.
—Sólo es eso. No implica amor directamente. Los amigos se preocupan por sus amigos —Opinó Houtu observando a Jumang, quien sonrió encogiéndose de hombros.
—Tks, eres sumamente terco Houtu —Declaró Pei cerrando sus ojos y negando con la cabeza. Sus brazos cruzándose sobre su pecho. Lucía indignada, pero igualmente una sonrisa ladina adornaba sus rasgos.
—Veo que están de buen humor —Pronunció ChiSong Zi con suavidad.
Las palabras de los demás presentes quedándose en sus bocas ante la presencia del Dios la lluvia. Sus pálidas mejillas ya no portaban rastro de aquel tinte rosa que las adornaban forzosamente hace horas. Sus ojos brillaban de manera vivaz y llena de alegría mientras una sonrisa estaba en sus labios. Su mano derecha ondeando con tranquilidad su abanico, en un pequeño intento de repeler el calor.
—Mmm, ¿cómo te sientes, ChiSong Zi? —Preguntó Pei. Su mirada yendo sobre su hombro, notando la aún dormida figura de Zhu Rong.
La última vez que vio a Zhu Rong el día de ayer. Fue cuando de manera obstinada, declaró que iba a quedarse al lado de ChiSong Zi en todo momento. Cualquiera podía ver lo decidido y firme que se encontraba en su posición, negándose a cualquiera que le dijo “deberías descansar”
No hubo nadie que no halla sido objetivo del la ira de Zhu Rong. Ella había estado preocupada, como todos los presentes, pero debía mantenerse fuerte.
Cuando Zhu Rong se fue. Podría decirse que todos sucumbieron ante la preocupación. Ella sabía que Zhu Rong podría llegar a ser impulsivo, algo que para incluso ChiSong Zi era imposible de apaciguar. Temía que el hombre hiciera una locura. Lo cual hizo, pero volvió. Su expresión determinada sin flaquear.
Zhu Rong amaba y lo hacía profundamente.
¿Quién no podía notar aquella calidez en su mirada, mientras miraba al Joven maestro lluvia? La cercanía y las sonrisas. ¿Quién no notaría el cambio de Zhu Rong cuando se trataba de ChiSong Zi? Como sus ojos brillaban ante la mera mención de aquel nombre y como lo consideraba tanto.
Su voz llena de afecto y melosidad cuando se dirigía únicamente a ChiSong Zi.
—Bastante bien, a decir verdad —Respondió mientras se sentaba junto a Lu Shen. Cerrando el abanico con un solo movimiento de muñeca. Con curiosidad, observó la pequeña cantidad de monedas, que se encontraban en el centro de aquel círculo de personas.
—Nos preocupaste bastante. Me alegra que estés bien. —Dijo Lu Shen con tranquilidad, sus ojos observando la mirada de ChiSong Zi.
—Lo siento por eso. No se qué pasó —Exclamó en tono de disculpa, frunciendo las cejas al terminar su oración.
—No hay nada de lo que disculparse —Pronunció al mismo tiempo que negaba con la mano. Sus ojos fijándose en los del contrario.
—Veo.
La escena se fundió en un cómodo silencio. Las miradas de los dioses exceptuando a ChiSong Zi iban y venían entre ellos, intentando decirse algo sin palabras algunas. Leí Zu levantó las cejas, y una sonrisa traviesa cruzó por su rostro.
—ChiSong Zi, ChiSong Zi —Pronunció para llamar la atención del nombrado. Con sus ojos color aceituna sobre ella, sin titubear preguntó. —. Zhu Rong es sumamente hermoso. ¿No lo crees?
Todos los presentes la miraron con sorpresa, para acto seguido dirigir su mirada al el joven de pálida piel.
ChiSong Zi se vio sorprendido por unos momentos, antes de volver a su expresión serena. Con un solo movimiento, abrió el abanico y lo posó sobre sus labios.
—Pues si —Respondió con simpleza. Entrecerró los ojos y centro la vista en Lei Zu. Batiendo su abanico con suavidad, junto sus labios en una fina línea. —. Zhu Rong es muy bonito. ¿A que viene esa pregunta?
Leí Zu sonreía para sus adentros. Esperaba otra reacción. Mejillas tintadas de carmesí mientras casi con timidez le cuestionaba. Esta reacción era igual de buena, pero no tan divertida.
—No es nada, no es nada —Negó al mismo tiempo que movía su cabeza de lado a lado con suavidad.
A los ojos de Pei, Houtu parece que estaba a punto de tener un ataque.
ChiSong Zi levantó un ceja, y miró a Lei Zu. Sus labios separándose levemente, pero las palabras no salieron de su boca y volvió a cerrarla.
—Parece que alguien se esta divertiendo sin mi —Declaró Zhu Rong dejándose caer junto a ChiSong Zi, sus hombros juntos con lo del maestro lluvia. Soltando un bostezo, se apoyó en ChiSong Zi. —. ¿Por qué te levantas tan temprano?
—Debería volver a dormir si tienes sueño —Dijo con suavidad, mientras Zhu Rong se apoyó en su costado, el brazo cálido abrazadolo desde los hombros.