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Han pasado dos inviernos, el maullido triste era para mí, para que lo dejara pasar a mi vida calientita, de veterinario, sobres y atún, estoy segura, porque desde entonces todo son ronrroneos.Capítulo único ¿Quién maulla?
23 de octubre de 2025, 17:33
Todas las noches se escuchaba un maullido triste que subía hasta la ventana del segundo piso.
Hay diferentes clases de maullidos (ahora lo noto) hay maullidos de demanda de croquetas, agua o sobre de alimento. Hay maullidos para llamar la atención y maullidos de pelea.
Este maullar triste llevaba ya varios días y por más que me asomaba no lograba ver al gato por ningún lado, así que dejé la ventana abierta para intentar atraerlo; despejé la silla donde leo para que pudiera brincar, puse un tazón con agua y abrí una lata de atún; si con eso no entraba al departamento, con nada lo lograría.
Me fuí a dormir al sillón de la sala para no espantar al gato con mis ronquidos; pasaron 3 capítulos de una serie y de repente escuché el brinco. Fue un brinco fuerte pero suave al mismo tiempo, el gato aterrizó de la silla al tazón; se escuchaba como bebía. Olió el atún y se lo comió todo.
Caminé de puntitas a la puerta, me asomé al tazón del atún y lo ví: el gato blanco y negro más hermoso del mundo, sus ojos verdes me miraron un instante y se fue.
Por tres semanas hicimos lo mismo, el entraba, yo lo veía, el se iba; pero llegó el invierno y siendo la persona friolenta que soy, muy a mi pesar tuve que cerrar la ventana.
Por supuesto... como la vida misma... la noche que cerré escuché al gato arañando el vidrio para entrar. No maullando, arañando, demandando.
Tuve que mirarlo y decirle: "si entras es para quedarte, hace frío y no puedo dejar abierto".