ID de la obra: 146

La reina del mal

Mezcla
NC-21
Finalizada
1
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Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
35 páginas, 1 capítulo
Descripción:
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La reina del mal.

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Notas:
╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺ Mientras más recordaba sus logros o vivencias, se daba cuenta de lo afortunado que era. Ser uno de los héroes más amados de Karmaland tenía tantas ventajas como por ejemplo las riquezas del dinero, o hasta ropa de lujo, varias cartas de amor o admiración que le llegaban a su buzón cada día, tenía la popularidad en su mano, era muy bien conocido por ser alguien bello y muy fuerte, tanto hombres o mujeres quisieran estar a su lado como su pareja, hasta los mismos dioses bajaron a la tierra solo para disfrutar de su hermosa belleza en especial cuando hacía bailes lascivos disfrazados de algo espectacular. Lo tenía todo y nunca se dio cuenta lo libre que era en esos entonces, jamás se paró a detenerse para pensar unos segundos, si era feliz con todo eso. Pero él quería más, su ambición por tenerlo todo, su propia soberbia domino su razón y sentidos, el de ojos esmeraldas jamás supo la libertad que tenía hasta que se le fue arrebatada, haciéndose la pregunta que mas concurría su mente aun en su actualidad, ¿Valió realmente la pena?. Eso se pregunto Rubius mientras miraba el horizonte de ese precioso atardecer, la cual cautivaba y provocaba que su imagen comenzara a entrarle una tranquilidad que convertía en un sueño, por lo que este cerro suavemente sus ojos. Aún recordaba ese día que decidió por seducir al héroe más codiciado de Karmaland, el mismo que hasta superaba su popularidad, riquezas, hasta en fuerza, el hombre que fue elegido por los dioses para ser un líder ejemplar, ese varón a diferencia suya sabía que las riquezas o la belleza no le importaba, al contrario parecía ser un gran chico un hombre honrado y muy poderoso, a pesar que le llovían tantas personas para ser su interés romántico, él siempre las rechazo de la manera más respetosa, era como si ni siquiera la más hermosa mujer del pueblo u hombre llegaría a su corazón, como si a él no le interesaba la apariencia ni siquiera la fortuna que ofrecían, cosa que el de ojos esmeraldas se aprovechó. Para mayor placer se dio cuenta que su querido líder aquel hombre de ojos amatistas, era el único al que quería tener a su lado, no por nada avanzo tanto hasta seducirlo, hizo que lo deseara y destara su lado más lascivo que nadie más pudo ver excepto él, aun recordaba todas las veces que había ido a su castillo y terminaba por acostarse encima suyo en la cama, lo besaba o hasta rozaba su sensual cuerpo contra el fornido de su amado ojos amatistas, pero para hacer que cayera en sus redes siempre lo dejaba con una dolorosa erección, pero como el caballero que era su lindo Vegetta nunca hacia nada para detener que se fuera, aunque sabía que sus sentimientos eran correspondidos pero aun así no quería ser atado a tan temprano en una relación monógama con el líder, ya que aun quería seguir divirtiéndose con su soltería antes de estar con su amado Vegettita. Por eso no le importo seguir de libertino ya que en su estúpido pensamiento, pensó que tenía a Vegetta en la palma de su mano, por lo que no lo razono dos veces cuando seguía seduciendo a Sapo Peta, a otros habitantes, sacando dinero por bailes o toqueteos, o hasta rogar de rodillas con los labios pintados y un sonrojo leve a los dioses para que le concedieran sus deseos, no le importo cuando el pueblo comenzó a recorrer rumores de sus aventuras fue entonces que se dio cuenta que Samuel no iba a esperarlo más. Porque a tan solo unas semanas Lolito le dio la noticia de su boda y fue entonces cuando él enloqueció, los celos, la rabia y la envidia se apoderaron de su razón, el de ojos esmeraldas no quería que nadie más tuviera a su amado Vegetta, por lo que ideo un plan tan cruel y sínico que mancharía la reputación del gran héroe benevolente, no permitiría que nadie le quitara a ese hombre que tanto amaba, sin darse cuenta que sus propias acciones tan toxicas lo afectarían al final del día. Aun recordaba esa fecha donde seria su perdición antes que todo cambiaria en su mundo, antes de que fuera esa boda este se vistió con un vestido morado tan seductor y unas joyas que harían envidiarlo, cosa que si fue cuando llego al lugar donde se harían la festividad, muchos hombres como mujeres lo miraban con sorpresa uno con envidia y otros con deseo, pero sus amigos lo miraban con un poco de desaprobación, otros con diversión ya que amaban el drama tanto como él. Cuando llego el momento de parte donde se levantara quien quiera que sea para levantarse e impedir la boda, fue cuando tuvo que detener esa tontería, porque para el de ojos esmeraldas era una total estupidez, que su amado por despecho o rencoroso quisiera estar con alguien para sacarle celos, aunque claro solo era su realidad alterada ante el verdadero hecho que Vegetta se había enamorado de nuevo de alguien más, tanto que solo asís pensó continuar su vida después del vacío que le dejo ese chico bellos de ojos esmeraldas. Pero el hibrido de oso no midió sus propias acciones a la hora de detener la boda, para exponer a su querido Samu como un “infiel” claro que resulto como quiso, mostrando pruebas falsas, evidentemente el hipócrita de Lolito solo buscaba un pretexto para para no casarse porque a diferencia del de ojos esmeraldas, Lolito amaba el libertinaje y no lo dejaría por nada en el mundo ni siquiera por el gran Samuel de Luque o conocido por su apodo de héroe Vegetta, por ello cuando su “amigo” interrumpió la boda no dudo ni un segundo antes de salir por lo fácil, dejando al líder con el corazón quebrado y al hibrido de oso con una enorme sonrisa llena de triunfo. Los invitados comenzaron a rumorear y a señalar al líder por su supuesta infidelidad, era evidente que después de eso sería muy difícil para el levantar su nombre de tan horrible humillación, sus mejores amigos como era de esperarse lo acompañaron en su dolor. El de ojos esmeraldas pensó que eso sería todo, y como todo una persona vil con su copa en la mano este solo tiro el vino al suelo dejando en claro que la diversión había terminado, solo se levantó y se retiró del lugar meneando de forma lasciva sus caderas, con la barbilla en alto y una sonrisa llena de orgullo como soberbia, digna de una reina del mal, este miraría por última vez a su amado quien estaba de rodillas, Vegetta se sentía vulnerable y herido, como si su corazón hubiera sido arrancado de cuajo y dejado en pedazos en el suelo del altar. Las lágrimas se mezclaban con la sensación de incredulidad, preguntándose cómo había llegado a este punto, cómo había confiado tanto en alguien que ahora lo había despreciado públicamente. junto con Willy y Luzu abrazándolo mientras el líder miraba como Lolito lo abandonaba, la cual sonreía como si nunca se hubiera arrepentido de nada en el mundo, mientras la gente lo señalaban y murmuraban sobre la vergüenza que pasaba por ese maldito hibrido de oso, juro que por unos segundos cruzaron unas miradas y fue cuando se dio cuenta, que verdad había destruido al hombre, lo destrozo tanto que jamás había visto cómo es que Vegetta paso de tener una mirada con una profunda tristeza a una ira ferviente, una tan profunda y oscura que jamás en su vida había visto. Pero como una reina el oso no le importo en absoluto solo le dedico una sonrisa vil, porque para la mente del hibrido precioso no tenía la culpa de nada, fue Vegetta que se había encargado de terminar lo que sea que tenían, él se encargó de buscar a un imbécil para que fuera su reemplazo, pero pareciera que ni siquiera podía escoger bien, porque el de ojos esmeraldas en su mente pensaba que nadie en ese pueblo le llegarían a sus tálanos, ahora solo tenía que esperar para que llegara de rodillas para volver a sus dulces brazos y vuelvan a compartir noches de pasión, pero no quería ver la realidad que el mismo también sus desperfectos que hacían que su ego se transformara en toxicidad. Tanto que ni siquiera se dio cuenta que ese sería su último día de su libertad, porque cuando ese precioso hibrido llego a su casa con unas risas llenas de euforia, y un increíble éxtasis por parar una boda, en su mente, se dibujaban sueños retorcidos de su amado regresando a sus brazos, al mismo tiempo que giraba en su sala con las manos levantadas, hasta caer en su sillón acostado riendo como si fuera una gran broma, era tanto su alegría que juraba que sus ojos brillaban de un color esmeralda intenso o eso fue hasta que lo vio llegar. Alguien se había colado a su casa y de su cuarto bajo su líder, ese hombre que, solo unas horas antes, lo había destrozado sin piedad. Sabía que después de un golpe tan brutal, nadie podría salir ileso, sin llevar consigo las huellas profundas del trauma. Aquel hombre vestía ropas oscuras y desconocidas que resaltaban su figura de manera sensual. Su rostro, inmutable e inexpresivo, no podía ocultar la furia que ardía en sus ojos amatistas, esos mismos ojos que solía amar. En ese momento, esos hermosos orbes púrpuras se transformaron en pequeños soles deslumbrantes, revelando una magia poderosa que eclipsaba incluso su característico brillo amatista. Samuel, que creía conocer a su amado por completo, se dio cuenta de que apenas había rascado la superficie de su verdadero ser. Nunca antes había presenciado una furia tan descontrolada como la que ahora veía en los ojos de Vegetta, y ese descubrimiento lo dejó paralizado, cuestionando la profundidad de su relación y la verdadera naturaleza de su amado. -Vegetta…- Aun recordaba cuando pronuncio su nombre porque esa noche desconoció aquel hombre que entro a su casa, ni siquiera quería recordar más de lo que paso por lo que tan solo la remembranza le hacía tener escalofríos del miedo que sintió. Desde ahí se dio cuenta que aquel hombre que fue bendecido por los dioses de un gran sabiduría, un corazón tan puro que traía consuelo y seguridad para los habitantes hasta con su propio equipo, aquel que albergaba un poder tan destructivo que hacía a sus enemigos temblar del miedo, y admirar por todo aquel que juro proteger, ese varón tan benevolente que hasta los mismo héroes confiaban en su juicio para llevar sus vidas, ese ser tan hermoso un ángel en vida, lo había destruido , lo rompió tanto que ni siquiera dejo los ápices de lo que fue antes, en su lugar lo remplazo por alguien sádico, sínico , un sociópata que disfrutaba de su poder y de poder manipular a su gusto, sin importar que tenga que hacer genocidas a su alrededor, un monstruo en vida. Evidentemente en esos momentos el hibrido de oso se arrepintió de haberlo destrozado porque ese día averiguó hasta que nivel podía ser su crueldad. Rubius tuvo que abrir sus ojos para mirar su reflejo magullado en el agua en su jacuzzi de lujo, observando como su carita se veía en esa agua tan clara, solo para nota como en su mejilla ya hacia un horrible moretón y en su labio inferior ya hacia partido, agradecía que al menos la hinchazón había bajado. Pero no quitaba el hecho que aun dolía bastante cuando se tocaba, el que alguna vez fue una reina despiadada, una diva lasciva, aquel que tuvo tantas cosas junto con su libertad, y ni hablar cuando se trataba de su gran orgullo y soberbia. Pero ahora mientras se veía se daba cuenta que no quedaba casi nada de lo que era aquella reina del mal que fue, por lo contrario, se había transformado en otra cosa que parecía ser peor, era tanto su resentimiento ante sus propias acciones, que no supo identificar si la gota que bajo por su mejilla hasta caer al jacuzzi, fue agua o fue una de sus lágrimas. Ya había pasado más de un año después de ese acontecimiento, muchas cosas habían cambiado desde ese entonces. Mientras trataba de disfrutar lo que podía del agua caliente con aroma, solo veía su reflejo remembrando su pasado, tanto que no sabía si podía decir que estaba feliz, su hermoso rostro había sido manchado con moretéenos que ni siquiera eran de una misión como antes, y no quería hablar de su cuerpo. Por lo que Rubius cerro sus ojos para poder olvidar un poco lo que fue antes, pero sus sensibles orejas de oso captaron el toque de la puerta que interrumpió sus pensamientos. - Mi reina, el desayuno está listo. - Pronuncio una de las tantas sirvientes a su cargo, fue entonces cuando Rubius se dio cuenta que ya había pasado mucho desde que entró al jacuzzi. Así que un poco perezoso se levantó de la tina para caminar hacia una de las toallas y así secarse con ellas. Fue un poco doloroso moverse, pero era normal cuando Vegetta no midió su fuerza para tomarlo, aun se sentía lastimado al caminar. Cuando salió del baño este llego a un cuarto muy lujoso y grande, miro su habitación que compartía con el líder, solo se acercó a su gran armario donde tenía toda su ropa de marca, hasta de lujo, todo tipo de prendas para esa reina consentida. Solo saco un suéter rosado grande que le quedaría holgado y un pantalón también holgado, no quería que las prendas apretaran su cuerpo, al mismo tiempo quería disimular que había ganado mucho peso. Para la desgracia de Rubius había un espejo de tamaño completo a su lado, por lo que tuvo que desviar la mirada ya que desde hace tiempo no se sentía a gusto con su cuerpo, no quiso voltear al momento de vestirse, porque realmente odiaba ver su cuerpo como se encontraba, gordo, con estrías, con uno que otro moretón, ya no se sentía como esa diva que presumía de su cuerpo increíble. Cuando al fin estuvo vestido Rubius de mala gana tuvo que ir al baño para proceder a maquillarse, para cubrir los moretones que adornaban su hermosa carita, mientras se tapaba los hematomas, el chico se preguntó seriamente como fue que acabo de esa forma tan lamentable, mientras aplicaba con mucho cuidado el labial tan solo comenzó a enumerar las cosas que cambiaron ese año y medio. Mientras terminaba de arreglarse se miró al espejo por última vez y al menos este sonrió, por ver que aún tenía su belleza ya que el maquillaje había ocultado muy bien las heridas, además que gracias a la ropa podía notar que se veía espectacular, pero nada comparado a lo de antes, aunque al menos ayudaba ocultar un poco su gordura. Fue entonces cuando comenzó el conteo mientras salía de la habitación. La primera cosa fue en su mano llevaba en su dedo anular izquierdo un precioso anillo de matrimonio, decorado por varios diamantes al mismo tiempo que parecía la corana de una reina, digna para Rubius. Por lo tanto demostraba que Doblas se había casado con Vegetta, por supuesto que ahora vivía en un castillo bastante lujoso, donde nada le faltaba, tanto era sus lujos que con un chasquido de sus dedos podía pedir lo que sea hasta lo más caro del mundo y se lo darían, tenía una vida soñada, su esposo al hombre más codiciado de Karmaland, el mismo que superaba su popularidad y la admiración de la gente, un hombre honrado , justo y muy benevolente o eso fue antes de que este se transformara en un monstruo por su culpa , porque mientras a los demás les demostraba su carita inocente un buen hombre, Ruben en privado y en puertas cerradas tenía que vivir en carne viva su verdadera personalidad tan sádica, tanto era su mierda que no había lugar en su cuerpo que no fuera marcado por él. Pero al menos agradecía que Samuel lo tratara como la reina que era, evidentemente sabía que su esposo era tan ególatra que no permitía que nadie ocupara el puesto que tenía, no tenía ojos para nadie más que no fuera para él, pero era de esperarse con lo narcisista que a veces llegaba a ser ,era como si nadie estuviera en sus talones, no había nadie en absoluto que ocupara su lugar que no fuera Rubius, y es por eso que el de ojos esmeraldas agradecía que al menos Vegetta le era totalmente fiel, pero aunque quisiera un esposo cariñoso y amoroso, tenía que hacer méritos para ello y por eso tenía que comportarse como la perfecta esposa que le diría si a todo, pero para desgracia de Rubius por supuesto que no era así. Por ello la mayoría de las veces salía lastimado, porque a pesar que ya estaban casados aunque a veces le temiera, su orgullo hacía que actuara para a veces defenderse o provocarlo un poco, pero eso significaba que una parte de su cuerpo terminaría con un nuevo moretón o en el peor de los caso y el que más odiaba, sus palabras venenosas le hacían mucho más daño que lo físico al punto que cuando terminaba con él, su pobre autoestima terminaba tan arruinada y destruida, si de por si por culpa de Samuel este Ruben ya se sentía tan acomplejado consigo mismo, por ello por fuera parecía ser esa diva descarada que aún tenía ese carácter tan soberbio, ero solo era una cascara porque por dentro sentía tan miserable que se odiaba a si mismo cosa que antes no hacía, aunque a estas alturas el hibrido de oso parecía ya estar acostumbrado a eso. De todas formas, también se desquitaba de alguna forma para vengarse del abuso de su “amado” esposo, aunque la realidad aunque quisiera justificar sus acciones era imposible, porque sabia que la forma de desquitarse era una mierda total. Porque Rubius no era el único que sufría en esa relación tan toxica que ellos tenían, ya que Doblas llegaba a arrancar los celos posesivos del líder, llegaba a desquiciarlo cuando se negaba hacer sus órdenes como un adicto al poder, o hasta lo dejaba con ganas o utilizaba su estado para obligarlo hacer cosas que odia solo para complacerlo. Aunque claro al final del día Ruben terminaba pagando de alguna forma u otra, era un ciclo vicioso entre esos dos que, de alguna forma hacia funcionar su relación, definitivamente Rubius estaba loco por seguir estando con Vegetta a pesar de todo eso, pero el hibrido de oso en su propio desprecio parecía aceptar ese tipo de relación para castigarse por todos los pecados hechos de su pasado, o eso pensaba realmente. Cuando Rubius volvió a la realidad se dio cuenta que ya estaba en la sala, en esos momentos se encontraba solo con su los sirvientes, ya que Samuel se había ido a trabajar desde temprano, por lo que volvería más tarde así que tendría muchas horas de descanso, este solo comió su desayuno con calma, ya que los sirvientes se encargaron de prepararle un plato especial para que pudiera estar muy bien nutrido.- Mi reina, nos pidió que le recordáramos que hoy abren la nueva tienda de artículos.- Pronuncio la sirvienta mientras le daba un reverencia al hibrido de oso la cual miraba de reojo, y como si no fuera nada del otro mundo contesto como si nada. -Joder, ya era hora, tío. Llevaba esperando esto un montón de tiempo. Preparad las cosas que en un ratito nos vamos. - Dijo mientras tomaba su café al mismo tiempo que su sirviente asentía para retirarse, Rubius por su parte volvió a seguir su conteo de la lista de las cosas que habían cambiado. La segunda era a que pesar que lo tenía todo él no era libre en absoluto, se sentía atrapado y sellado como si ese hermoso castillo fuera su jaula de oro, porque aún recordaba cuando podía ir a cualquier lado, salir con quien quisiera, o hasta emborracharse hasta desmayarse , hacer que el mundo lo deseara, pero ahora no podía ir a cualquier lado sin escoltas y ser supervisado sin que los criados le digieran a Vegetta todo lo que hacía, no podía hablar a gusto con sus amigos sin que sintiera que alguien lo escuchara, definitivamente era todo lo contrario de lo que quería. Definitivamente Rubius sabía que todo eso se volvió su karma. Cuando termino de desayunar fue el momento para prepararse para salir, evidentemente algunas sirvientas lo acompañarían ya que Vegetta se había vuelto muy sobreprotector con él. Rubius por su parte comenzó a prestarle menos importancia el hecho que era cuidado 24/7, solo salió del castillo con sus respectivos teletransportadores para llegar más rápido al pueblo. La tercera cosa que había cambiado fue el pueblo mismo de Karmland, ya no era tan llamativo y colorido como antes, aun recordaba los días que el pueblo estaba lleno de vida, las flores florecían cada día dejando ver su belleza, los árboles siempre daban frutos, el ambiente era tan sano y liberador que cualquiera se le contagiaría la positividad al vivir en un pueblo tan hermoso como tranquilo, pero eso solo era un simple recuerdo guardado en la nostalgia. Porque por culpa de la tiranía de Luzu, el bello pueblo que alguna vez fue se volvió desolado, frio y muy tenebroso, por alguna razón Luzu tenía una extraña fijación al rojo, además que la inseguridad había incrementado, por lo mismo que las facturas y los productos habían subido de precio. El hermoso lago que alguna vez abasteció Karmaland era en realidad un lago de lava, la mayoría de los árboles se habían marchitado, muchos puestos cerraron, la gente tenía que sobrevivir de alguna forma. Rubius caminaba en medio de sus sirvientes y delante de ellos, teniendo la frente en alto mientras observaba de reojo alrededor como es que empeoraba la situación de su pueblo, sintiendo una punzada en su corazón por como veía a su gente sufrir por ese gobierno, evidentemente una de las reglas era que estaba prohibido hablar del mal manejo de Luzu como líder, por supuesto que la corrupción dentro de los secuaces del gobernante hacían la ley, pero nadie los paraba cuando abusaban de su poder contra los más débiles, y para que la gente entendiera que con el gobierno no se jugaba, fue el mismo Alexby un traidor más fue el primero en pagar el precio. Cuando la iglesia fue clausurada haciendo que la gente que aún tenía un poco de esperanza en ese lugar tan santo, comenzara a perderla ya que era de los pocos lugares hermosos que quedaba intacto del viejo Karmaland, porque era el lugar seguro y perfecto para aquellos que anhelaban un poco de libertad, ya que el padre siempre los protegía. Pero eso a Luzu no le gusto, por ello cuando Alexby no pudo hacer nada más ni siquiera con la ayuda de Quackity, este decidido encerrarse en su casa alejado de todos junto con Fargan quien se quedó a protegerlo de todos. Rubius cuando paso por a lado de la iglesia abandonada, la cual cada día se veía deteriorada, sus paredes blanquecinas ahora estaban llenas de grafiti, este sintió una abrumadora tristeza porque muy pocas veces podía ver a Alexby para pasar el rato, pero él sabía que su amigo sufría de depresión por todos los acontecimientos, aunque entendía porque, ya que ambos compartían los mismos sentimientos ante las tragedias. Mientras más caminaba podía notar la gente pasar por el lugar, unos con un semblante triste y deprimente, pero algo que llamaba más la atención era cuando ellos se daban cuenta de la presencia de Rubius, solo lo miraban con rabia o hasta se alejaban de su presencia, como si fuera la peste viviente. El hibrido quiso llorar pero no era el momento para hacerlo, porque entendía porque lo hacían y no los culpaba, por lo que siguió avanzando hasta pasar a lado de una estatua donde estaban todos los héroes, Rubius se detuvo unos segundos para admirar aquel monumento que los pueblerinos hicieron con mucho amor, para conmemorar a su héroes pero ahora solo era un momento a la decepción e inutilidad, ya que miro como es que también estaba garafateado la mayoría de los héroes, algunas partes estaban vandalizadas pero la que maso o menos se mantenía intacto era el de su mejor amigo.- Ay~ pato… como te extraño.- Pronuncio el de ojos esmeraldas sintiendo un nudo en su garganta cada vez que veía la estatua de Quackity, este bajo sus orejas junto con su mirada y en los pies del antiguo héroe ya hacían flores marchitas y algunas nueva, no iba a negar que algunas de ellas eran suyas. La cuarta, ya no había héroes… Desde el evento de las elecciones fue un punto y aparte en la vida de los héroes, primero fue con Quackity. Cuando paso lo de las elecciones nadie espero que Luzu lo traicionara, evidentemente Quackity enfureció y confronto ahora que es el alcalde, como una bomba de tiempo no tardó mucho en explotar porque aún recordaba aquellos días llenas de peleas y guerrillas, que hicieron que el pueblo lloviera sangre, porque Quackity hizo una revolución contra el gobierno ya que no podía dejar que su pueblo fuera sometido ante esa tiranía. Quackity a los ojos de Rubius fue el último héroe que realmente valió la pena, porque hizo que la gente se levantara en armas para hacer que Luzu se fuera, pero nadie se esperó que Luzu tuviera un gran haz bajo la manga, siendo el mismo líder benevolente al que los mismos dioses adoraban. Ya que Vegetta con el poder más destructivo que alguien nunca jamás imagino, hizo añicos como si no fueran nada incontrolables vidas de las propias personas que juro proteger, fue entonces cuando vieron al verdadero Samuel de Luque y en esos momentos la gente se rindió ante el poder de un semi dios, algo que Rubius se arrepiente aun en su actualidad de haber roto a Vegetta, por supuesto que Ruben rogo y suplico por la vida de Quackity, casi se peleaba a golpes con su esposo cuando se enteró que Luzu iba a castigar al hibrido de una forma muy cruel, cosa que Rubius quería evitar a toda costa, así que junto con Alexby idearon un plan para que Quackity junto con Cochi y Beni, escaparan de Karmaland para que pudieran salvarse de la ira de Luzu o de Vegetta, pero gracias a Sapo Peta que había abierto un portal a otro servidor haciendo que Quackity y sus primos pudieran irse, no sin antes llorar porque era un adiós entre Rubius y Alexby, ya que ellos tenían que quedarse para hacerle tiempo. Después de eso el mismo Ruben no quiso seguir trabajando en el casino por lo que arto de toda esa presión prefirió dárselo a Lolito, quien se volvió el actual dueño del casino que se volvió el principal beneficiario en el gobierno de Luzu, evidentemente Lolito vivía de maravilla dejando en claro que jamás le importo el matrimonio con Vegetta, aunque a veces pensaba que Lolito a pesar de su locura parecía llorar en silencio por extrañar a Mangel. El de ojos esmeraldas al recordar su querido amigo al menos agradeció que él hubiera desaparecido, para que no viera la caída de toda la tranquilidad del pueblo, porque sabía que Mangel sería el primero en lanzarse para rescatarlos, aunque también había ocasiones que lo extrañaba demasiado, pero desde que se fue a una misión nadie supo de él, ni siquiera supieron sus rastros cuando fueron a buscarlo, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Illojuan fue otro héroe que decepciono al pueblo, porque desde que paso las elecciones este simplemente se fue de Karmaland no miro atrás y ni siquiera le importo los habitantes que comenzaron a sufrir con el gobierno de Luzu. Rubius no se molestó por su actitud ya que de alguna forma entendía porque quería irse, en especial cuando su líder esa persona que representaba la justicia y la bondad, solo era uno de los principales tiranos que sometían al pueblo de una forma cruel. Con Vegetta se fueron las esperanzas de las personas en creer en un líder. Pero por supuesto eso fue hace ya bastante tiempo, Rubius solo había enumerado cuatros cosas y ya quería volver a llorar, pero antes de que pudiera llegar a su destino su camino fue interrumpido por su compañero Willy, la cual estaba haciendo su patrullaje en esas horas, cosa que el hibrido de oso al notarlo solo hizo una mueca de desagrado. No era secreto que Doblas detestaba a Willy, porque también resultó ser un doble cara convenenciero, el policía también tuvo la culpa en incitar a Samuel para cambiar de una forma cruel, y no solo eso si no que desde un principio siempre cubría los pasos de Vegetta, era su mano derecha además que los dos se ayudaban mutuamente. Ambos eran una escoria total y si fuera por él le dejaría a Willy que se quedara a Vegetta, pero ahora no podía ni siquiera librarse de ese sociópata que lo apareo tan bien que ahora su cuerpo tenía la marca permanente de ese hecho. -Rubius hombre, ¿Qué te trae por este lugar?- Pregunto mientras miraba a su compañero enfrente suyo, al mismo tiempo que cruzaba sus brazos provocando que Rubius solo hiciera una mueca de molestia, ya que en esos momentos no quería encontrarse con Willy. -Eso a ti no te importa animal de granja.- Pronuncio mientras cruzaba sus brazos y desviaba su mirada ya que ver a Willy le desagradaba bastante, no solo por el hecho de que resultó ser un doble cara si no que a diferencia de su esposo, Willy definitivamente no tenía reparos para romper tantas normas y hacer lo que quisiera, que a diferencia de Vegetta al menos su esposo tenía limites en ciertas cosas a diferencia de Willy, pero al pensar en su otro amigo fue entonces cuando volvió a mirar al policía corrupto, Rubius bajo sus orejas dejando en claro que no confiaba en el albino, pero se preocupaba bastante por Staxx que tenía que aguantar la presencia de su compañero.- ¿Cómo esta Staxx?- Pregunto el hibrido de oso. Willy al escucharlo solo sonrió ante su pregunta abriendo un poco más sus ojos, dejando ver ese brillo espectral verdoso. - Oh~, Staxx está de lujo, pero ya sabéis que a él no le mola tanto el rollo de salir a dar vueltas como a mí. Así que le va más el plan de quedarse en casita con Titi.- Menciono el hombre. Rubius al escuchar eso solo suspiro suavemente, al menos agradecía que su amigo estuviera a salvo en casa, aunque lo odiara Willy era el único que podía protegerlo. El hibrido de oso volvió a mirar con seriedad a su compañero, lo único que destacaba ese hombre era el hecho que cuidaba a Staxx, porque desde que inicio ese maldito conflicto su amigo tuvo que aislarse llevándose a Titi consigo para evitar que su hijo saliera dañado, por lo que Willy al volverse tan cercano al su amigo este juro protegerlo de todo, aunque realmente pensaba seriamente que tenía una relación más haya que una amistad. El chico de ojos esmeraldas volvió a bajar sus orejas felpudas significando su tristeza, ya que aun recordaba con mucho cariño a su niño Titi, por supuesto que aún lo veía de vez en cuando, pero recordar en el momento cuando peleo por su custodia ya que en esos entonces Staxx constantemente se iba de viaje dejando a Titi al cuidado de los demás, hizo que Doblas comenzara a buscar la forma de quedarse con el cachorro, pero el juicio fallo a su favor y Vegetta le dio la custodia a Staxx, después de eso al menos el hombre se volvió más responsable y procuro siempre estar más con Titi. Por supuesto que en puertas cerrados tanto Staxx como él llegaron a un acuerdo de que Rubius podía visitar a Titi, y estaba tan feliz con ese pequeño rayo de sol de su vida. En especial cuando se enteró de las verdaderas intenciones de Vegetta cuando fallo a su favor, porque desde que se casó este al fin pudo preguntarle sobre del porqué de su decisión, cosa que su respuesta fue peor de lo que se imaginó. “No tienes por qué preocuparte de niños ajenos, preocúpate cuando tengamos a los nuestros. Supéralo Doblas te hice un favor”. Definitivamente Rubius jamás se lo perdonaría a su esposo, pero ya no podía hacer más nada por hacer algo sobre eso cuando ya con Staxx habían llegado a una solución, y más ahora con su condición. El hibrido de oso miro de nuevo a Willy un poco tranquilo sabiendo que Staxx estaba en buenas manos, porque sabía que el albino jamás permitiría que nadie dañara a su contrario. - Pues nada, échale saludos a Staxx y a Titi de mi parte, tengo mil cosas que hacer. - Dicho esto Rubius le hizo una señal a sus sirvientas que lo siguieran para continuar su camino, pero antes de que pudiera hacer algo Willy se puso enfrente suyo para que se detuviera. - ¡Oye, espera un momentito! Se me pasó darte esto, resulta que Vegetta me encargó darle la mejor carne de Karmland.- Menciono el policía mientras le entregaba una bolsa de plástico a Rubius, la cual adentro contenía carne cruda envuelta en más bolsas para protegerla. Rubius al tomarlo este abrió un poco la bolsa para poder ver su contenido un poco curioso, pero noto que la consistencia era extremadamente diferente a la carne de animal que por lo general consumían. Esto provoco que Rubius abriera sus ojos de golpe y un enorme golpe de realidad hizo que se pusiera pálido, como si se tratara de un fantasma, al mismo tiempo que comenzó a sudar frio. El pobre comenzó a temblar un poco y hasta sudar frio, ya que no quería hacer realidad su conjetura. - W-Willy… ¿Q-qué p… p-paso con el ladran que apenas capturaron ayer? - El chico comenzó a tartamudear un poco, haciendo que las sirvientes se preocuparan. Willy al escucharlo este solo sonrió mientras tomaba su gorro de policía para bajarlo un poco tapando sus ojos, solo para mirarlo de reojo con ese brillo verde espeluznante. - Aquí la novedad es que el ladrón por fin soltó la pasta de la fianza, y como su forma de disculpa nos tiró un montón de carne.- Pronuncio mientras le daba la espalda a Rubius y comenzaba a caminar mientras se despedía de él.- Adiós Rubius, me saludas a Vegetta.- Pronuncio mientras se iba. Ruben ante todo esto comenzó a hiperventilarse, sintió un horrible mareo y unas ganas terribles de vomitar que termino por tirar la bolsa al suelo, provocando que las criadas se preocuparan mientas tomaban del chico para que este se relajara. -¡Mi reina!, ¡¿está bien?!- Pregunto una sirvienta mientras tomaba a Rubius para que no cayera al suelo. Rubius por su parte ponía una de sus manos en su boca mientras trataba de no vomitar, al mismo tiempo que hacía ejercicios de respiración, mientras otra de sus manos se tocaba su vientre en busca de relajarse, de esa sensación tan a brumadora llena de ansiedad y terror, por el simple hecho que no podía creer que Willy sea de verdad un monstruo uno en la cual debía alejarse a toda costa, pero lo peor este sabía que si se trataba de detectar quien es el más peligroso, definitivamente seria su esposo la cual se encontraba trabajando. -Ne… ne-necesito que me dejen solo un momento. - Pidió el castaño tratando de hablar calmándose un poco mientras trataba de recuperarse de esa terrible ansiedad, si no se cuidaba sabía que iba a terminar con un ataque ansiedad y no quería tener que volver a sentirse de esa forma otra vez, pero sus sirvientas al verlo evidentemente se preocuparon. -Lo siento mi reina no podemos hacer eso, nuestro amo nos pidió estrictamente que no nos separamos de usted.- Respondió una sirvienta mientras trataba de calmar a Rubius, pero este las miro con molestia haciendo que su pupila se volviera filosa por el simple hecho que necesitaba estar solo. -¡Les ordeno que me dejen solo!, ¡Ahora!- Este dio la orden tan fuerte y clara, alzando su voz mientras mostraba sus afilados caninos, dejando en claro que no estaba para aguantar a nadie ni siquiera aquellas mujeres que solo deseaban su bien estar. La chica más joven tan solo lo miro con tristeza y una extrema preocupación, por lo que ella solo trago en seco y con voz temblorosa hablo. - Pero mi reina… no queremos que nuestro amo, se enoje con usted .- Pronuncio la joven tratando de que Rubius la entendiera. -No queremos que lo lastime…- Menciono la otra mujer ya más mayor, mientras se ponía a lado de su compañera poniendo su mano en el hombro para darle ese apoyo. Rubius al ver como sus sirvientes de verdad se preocupaban por su bien estar, entendió que hacía mal en gritarles tanto que su ansiedad comenzó a bajar y en cambio, la tristeza y decepción por él mismo comenzó a gobernarlo.- L-lo siento.- Dijo con una voz temblorosa.- Pero de verdad necesito estar solo, es demasiado para mí. Por favor les pido que me dejen solo, vayan y hagan las demás compras, las esperare en la antigua estatua de los héroes.- Dicho esto Ruben como pudo se levantó aunque un tanto tembloroso, mientras observaba cansadamente a sus criadas.- Vegetta no debe saber esto.- Cuando termino de responder este comenzó a darles la espalda, para comenzar a caminar alejándose de sus criadas, que no pudieron hacer nada por detenerlo, lo único que les quedaba era seguir las ordenes que les dio el chico. La quinta desde el cambio de gobierno, se sentía bastante solo. Alexby básicamente se había mudado lejos de ese lugar junto con Fargan, ya que ambos ya no querían servir a un pueblo corrupto, por lo tanto solo se comunicaba a veces por teléfono y muy pocas veces podía visitarlos en su nuevo hogar, ya que Vegetta solía acompañarlo en varias ocasiones porque el también seguía siendo amigo de ellos a pesar de todo. Staxx se había encerrado en su propia casa con su hijo Titi, desde que comenzó a volver un pueblo violento, Staxx se aseguró de protegerse junto con su hijo por ello dejo de ser un héroe para Karmaland ya que su principal preocupación es su niño. Mangel había desaparecido más de un año y se teorizaba que estaba muerto, y ni hablar de su querido amigo el pato, desde que escapo ya nada fue igual. Por esa misma razón Doblas se sentía solo, no tenía a nadie en esos momentos que compartiera su dolor y ansiedad, ni siquiera su esposo ya que en la mayoría de las veces provocaba esos sentimientos con sus acciones, así que las únicas veces cuando tenía paz con su esposo era cuando se quedaba en casa sin hacer nada y solo así tendría a Samuel contento, tratándolo como si fuera un simple trofeo o un tipo de juguete, pero Ruben suponía que era su propio karma por haberlo provocando el día que evito su boda con Lolito. Cuando Rubius regreso a esa antigua estatua, este sin importarle que lo vieran se subió en uno de los pilares y quedarse sentado mientras se abrazaba, debajo de los pies de Quackity la cual tuvo que hacer a un lado las flores para poder estar cómodo.- Pato, no sabes cuanto me haces falta.- La voz de Rubius comenzó a quebrarse, por el simple hecho que ya no podía soportar toda esa situación que estaba viviendo. En esas situaciones tan tensas el oso no podía parar de recordar a su mejor amigo, la cual siempre lo ayudaba a tener una sonrisa sin importar si su día era tan horrible, Quackity definitivamente siempre fue un rayito de sol y más en esos momentos, necesitaba su luz para poder sonreír ante aquella realidad tan horrible. Ni siquiera se dio cuenta cuanto tiempo paso solo sabía que termino por dormir un poco, mientras abrazaba sus piernas, fue una de sus sirvientas la cual termino por despertarlo. Doblas alzo su mirada un poco decaída para notar que su criada tomaba su mano. - Mi reina, es hora de irnos.- Menciono mientras que la otra criada tenía las bolsas de compra, junto con esa maldita bolsa de carne que Willy le regalo. Rubius no iba a quejarse necesitaba irse de ahí, y poder encerrarse en su cuarto donde podía descansar, solo le hizo caso a sus criadas las cuales ayudaron a levantarlo sin lastimarlo. En especial porque Doblas en esos momentos era muy delicado, por lo que este debía tener mucho cuidado con su salud, no podía alterarse mucho en especial cuando todo podía afectarle.- Vamos al castillo.- Respondió mientras se dejaba llevar por aquellas mujeres que de alguna forma lo protegían de cualquier cosa. El hibrido de oso estaba tan agradecido de tenerlas a su lado ya que, gracias a ellas pudo sobrellevar bastantes cosas negativas de su vida desde que se casó con Vegetta. Los tres terminaron siendo teletransportados al castillo, donde Rubius aprovecho para pedirles a sus criadas un poco de tiempo ya que necesitaba relajarse en su cuarto, tenía que mantenerse estable emocionalmente, por ello se esforzaba en hacer lo mejor que pudiera para no alterarse ya que no podía perder su único rayito de esperanza y luz en esa realidad tan cruel, así que el hibrido de oso opto por iste a su cuarto para acorrucarse en la cama y poder dormir. Ni siquiera se dio cuenta que termino durmiendo cuando pudo sentir una suave caricia en su mejilla, haciendo que este abriera sus ojos adormilados para ver quien es quien lo tocaba, solo para notar que a lado suyo como es que alguien estaba sentado a lado de la cama, solo para abrir sus ojos y ver que él se encontraba acariciándolo es su esposo. Aquel hombre la cual le traía bastante conflicto en su vida, no sabía si odiarlo o amarlo, pero en esos momentos pudo disfrutar las caricias de Samuel la cual lo observaba como sus ojos amatistas lo miraban con tanta adoración y un amor, aunque era algo bastante ilógico amar a la persona que le había causado ese maldito moretón en su mejilla. Rubius sonrió pero este solo termino por soltar un suave gemido doloroso, al sentir como este rozaba su hematoma.- ¡Ahg!, cuidado aun me duele.- Respondió aquel hibrido de oso en una queja, lo que provocó que Vegetta cambiara de una expresión relajada a una preocupada. -Osito si tú no te hubieras comportado de esa manera, no tendrías ese moretón, deberías aprender a no incitarme de esa manera ,¿sabes?- Pronuncio Vegetta con un tono suave pero con un matiz de desinterés detrás de sus palabras, mientras lo observaba con ese brillo espectral de sus hermosos ojos amatistas, con una expresión que denotaba una preocupación superficial ,pero sin rastro de arrepentimiento alguno, manteniendo una postura erguida y mirando hacia abajo, como si creyera que sus actos eran comprensibles, era claro que, aunque pretendiera estar preocupado pero no sentía remordimientos por sus acciones. Cuando Rubius escucho eso sintió un horrible escalofríos pasar por su columna de forma incomoda, este se levando de su lugar para alejarse un poco de su marido aun estando en la cama, que sentía que su corazón dolía, era como si Samuel minimizara lo que le hacía, al mismo tiempo que sintió frustración y enojo por ser sometido de esa forma, solo porque hubo un mal entendido con uno de sus sirvientes. Rubius trago en seco mientras sentía como un miedo lo invadía, y que sus ojos le picaban mientras se volvían cristalinos, la falta de arrepentimiento y la insistencia en culparlo hacían que se sintiera atrapado, lo que aumentaría su ansiedad y su incomodidad. Samuel noto esto y ver como su lindo esposo volvía a decaer sus emociones, solo dio un suspiro ya que no le gustaba ver a su osito de esa forma, así que hizo que tomara su mano con delicadeza para depositarle un suave beso.- Mi amor no te pongas de esa forma, lo hago por tu bien- Dijo aquel hombre con una sonrisa genuina mientras se acercaba a su esposo, para atraparlo entre sus brazos y depositarle un suave besos en sus labios para tratar de tranquilizarlo.- Mejor vamos a cenar, la comida ya está lista Doblas.- Pronuncio con delicadeza sin despegarle su mirada, solo para volver a besarlo esta vez aumentando el ritmo, disfrutando de sus labios tan ricos, mientras sus manos acariciaban su espalda baja y parte de su cadera. Rubius cerro fuertemente sus ojos liberando un par de lágrimas tratando de dejarse llevar por el momento, buscando la forma de aliviar su dolor y ansiedad de estar con Vegetta, desgraciadamente atribuía su baja autoestima y sus ceros ganas de pelear, cuando este término por conformarse con lo que tenía con Samuel, lo que llevaba a Doblas a aceptar, de alguna manera, el trato insensible y manipulador de Vegetta como algo común en su vida. Esta conformidad era un reflejo del daño emocional acumulado y de la dificultad para romper con un ciclo destructivo, aunque el mismo pensaba que se merecía estar con alguien como su marido. Se dejo llevar por las caricias la cual limpiaban con suma delicadeza sus lágrimas, algo irónico cuando esas mismas manos lo habían lastimado, los sonidos algo obsesos de sus besos húmedos comenzaban a escucharse en la habitación, y por como poco a poco comenzaba acostarlo de nuevo en aquella cama matrimonial, esto se volvió un beso abrasador y muy abrumador, por todas esas sensaciones que estaban llevando al hibrido de oso. Rubius no sabía si se sentía amado o amasado ya que ese hombre lo estaba devorando, que no podía pensar muy bien cuando chupaba sus labios, lamia su lengua, hasta intercambiaban la saliva haciendo que todo de ellos se volviera un momento único para aumentar más el éxtasis de ambos. Vegetta tomaba suavemente su mentón tratando de que Rubius abriera más la boca para que pudiera devorar su dulce boca, pero antes de que pudieran continuar con sus toqueteos un suave golpeteo de la puerta termino interrumpiéndolos. Samuel tuvo que separarse primero, dejando entre sus brazos contra la cama, el pobre hibrido de oso se encontraba jadeoso, con un sonrojo en sus mejillas hasta las orejas, mientras abría suavemente su boca dejando ver sus labios mojados por culpa de la saliva y en sus ojos esmeraldas, se notaba que se mostraba un deseo abrumador por continuar. Samuel solo observo la puerta de reojo y soltó un chasquido dejando ver su irritación por como los interrumpían. Por la parte de Rubius se encontraba bastante seguro que si no lo hubieran parado, el volvería a entregarse a Vegetta, solo en esos momentos en donde el mago lo tocaba como si fuera su adoración, solo así podía sentirse tranquilo y seguro. Al igual que su esposo , Rubius también se sintió un poco molesto por ser interrumpido, tanto fue su decepción que mejor tuvo que cerrar los ojos junto con su boca para tratar de tranquilizarse.- Puedes entrar.-Ruben escucho las palabras de su esposo, la cual noto que estaba molesto y frustrado, pero lo combinaba con un tono de voz “tranquilo”. Él escucho como abrían la puerta, al mismo tiempo que sentía como Samuel se alejaba de su lado para poder sentarse. La sirviente una mujer joven la cual poseía una perfecta vestimenta planchada, Rubius cuando abrió sus ojos y noto a la chica tímida, como nerviosa, por un momento sintió pena por ella ya que entendía por que se sentía miedosa enfrente de su esposo, después de todo ni siquiera Rubius podía huir de sus castigos. -M-mi… mi rey, la cena ya está lista. -Menciono ella tratando de mantenerse seria, pero le fallaba su propio nerviosismo al arrastrar sus palabras y tartamudeos. Vegetta se levantó de la cama solo para asentir, así que este le dio la orden que se fuera cosa que la chica aprovecho esa oportunidad para irse de inmediato. -Vamos mi reina, la cena esta lista.- Menciono Samuel dirigiéndose a Rubius la cual escucharlo mientras estiraba su mano para que Ruben la tomara, cosa que el hibrido solo sonrió y este tomo la mano de su marido para que con su ayuda se levantaría, ambos se dieron un beso en sus labios y comenzaron a caminar hacia la enorme sala donde estaba la mesa, donde ellos se sentarían. Samuel ayudo a su adorable osito sentarse, como todo un caballero este recorrería la silla para que se sentara, después de eso solo regresaría a su lugar. Como era costumbre Vegetta se sentó en un extremo mientras Rubius se puso en el otro, ya que por alguna razón a ambos le gustaba mirarse de frente mientras comen. Las sirvientas llegaron con unos platos la cual cubrían las cacerolas para mantenerlos calientes, Rubius estaba ya más calmado y con un suave sonrojo en sus mejillas, este sintió el aroma de algo delicioso, tanto que su estómago rugió un poco, la cual al quitar la charola se revelo una filete de carne condimentada junto con una ensalada que parecía deliciosa, Rubius al ver eso no pudo evitar sonreír muy hambriento, por lo que tomo los cubiertos para cortar la carne, este miro de reojo a su esposo quien se había adelantado al comer el primer trozo, se notaba que disfrutaba bastante del sabor. Ruben estaba a punto de dar su primer bocado, hasta que escucho algo que lo hizo parar.- Envíale mis felicitaciones a Willy, la carne que nos dio está muy deliciosa.- Menciono Vegetta a una de sus sirvientas que estaba a lado suyo, cosa que la mujer asintió mientras hacia una reverencia. El chico de ojos esmeraldas, se detuvo en seco este cerro su boca y miro de reojo la carne enfrente de él, este comenzó a temblar y a sentirse realmente mal que el aroma que antes olía delicioso, ahora le resultaba verdaderamente repugnante. Tanto que sintió un nudo en su estómago y tuvo que soltar el tenedor con el trozo de carne, para llevar sus manos a su boca para no vomitar. Vegetta escucho el desastre por lo que volteo a ver a su marido la cual, se notaba acomplejado y con las orejas de oso atrás mientras luchaba por no vomitar lo poco que tenía su estómago. -¿Osito estas bien?- Pregunto Vegetta realmente preocupado por su dulce esposo, tanto que tuvo que levantarse de su silla, queriendo ir a su ayuda al ver como se encontraba. -Y…y-yo… S-Samu.- Rubius trato de hablar mientras levantaba una mano para que se detuviera mientras lo llamaba por su apodo dulce.-¿De qué es la carne?- El muchacho pregunto queriendo saber la verdad sobre donde provenía la comida. Samuel al escuchar eso este solo suspiro un poco cansado de tener otra vez esa conversación, así que volvió a sentarse, solo para cortar otro trozo de carne y llevárselo a la boca para poder masticarlo.- Osito ya hablamos de esto, no importa donde provenga la carne debes comértelo, lo necesitas más que nadie.- Explico Vegetta minimizando la situación, como era costumbre. Las palabras resonaron en los oídos de Rubius como un martillazo, mientras el peso de su sufrimiento se tornaba invisible una vez más. Sus sentimientos, su dolor, eran reducidos a meros fragmentos de insignificancia en aquel espacio sombrío, donde las palabras de Vegetta se erigían como una barrera impenetrable ante su necesidad de comprensión y apoyo. La escena, impregnada de la negación del abuso, revelaba la triste realidad de Ruben, su sufrimiento eran sistemáticamente minimizados. - Dije… ¡¿De qué carne está hecha De Luque?!- En lo más profundo de su ser, sentía una mezcla de rabia y frustración que bullía como lava incandescente, tanto que este hablo con un tono serio e irritado, por todo lo que estaba pasando. El resentimiento se había convertido en un pesado lastre que arrastraba consigo día tras día cada vez que Samuel le hacia ese tipo de cosas. Se resentía por haber permitido que la situación llegara a ese punto, por haber cedido a las manipulaciones y a las mentiras de Vegetta. Se resentía por haber dejado que su voz fuera silenciada y sus sentimientos minimizados una y otra vez. Samuel por su parte solo observar a Rubius con suma indiferencia a su enojo, pero al igual que su esposo estaba cansado de esto, así que para evitar más problemas simplemente contesto con apatía.- Humana.- Menciono Vegetta cortando otro trozo, de carne para llevarlo a su boca y masticarlo como si nada. Ruben al escucharlo no pudo continuar con esa mierda, sintió sus nauseas empeoraban, al punto que este aparto el plato con su mano, cerro sus ojos con fuerza mientras apretaba su puño por lo molesto que estaba, no quería participar en esa mierda, tanto que Samuel al ver eso este hizo un chasquido de fastidio.- No tengo hambre.- Dijo Rubius serio mientras miraba con un poco de hostilidad a su esposo, este como pudo se levando de su asiento tambaleante pues se sentía bastante nervioso y ansioso con esta situación. -Doblas, fui muy claro que no íbamos a tener otra vez esta conversación. - Menciono de forma autoritaria Vegetta mientras miraba a su marido la cual quería irse del lugar, cosa que el mago entre cerro sus ojos dejando ver su molestia por ver como su reina quería volver a desobedecerlo. -¡Y yo fui bastante directo que no iba a comer esta mierda nuevo!-Respondió Rubius en voz alta, pero antes de que pudiera continuar este escucho un golpe seco tan fuerte que un crujido también sonó en esa sala, donde los sirvientes al mirar la escenas algunos se sintieron asustados. Doblas dirigió su mirada hacia el puño de Vegetta que estaba en la mesa, la cual de un golpe había hundido esa parte debajo de su mano. -Hay Doblas… siempre lo haces por las malas, pero entiendo mi osito tus hormonas te hacen tener estos cambios de apetito. -Menciono el rey cosa que Rubius al escucharlo sintió un nudo en su garganta, percibió el sutil cambio en la atmósfera, como una brisa helada que se cierne sigilosa sobre su piel. Sus sentidos, agudos como dagas afiladas. Era como si el tiempo se hubiera congelado, suspendiendo cada latido en un compás de angustia. El miedo, intenso y paralizante, la envolvió como un sudario frío, y el instinto de supervivencia rugió en su interior como un león encadenado, por lo que rápidamente este subió sus brazos para abrazar su vientre en busca de proteger algo muy atesorado para el hibrido.- Sabes Ruben, estaba a punto de dejarlo pasar, después de todo eres mi reina y quiero que estes bien. Pero lo haces tan difícil, siempre lo haces complicado. - Pronuncio con un tono de voz bastante decepcionado. - Pero no a pesar que estes en ese estado hormonal, no te da derecho de hacer lo que quieras y tratar mal a los demás.- Menciono el hombre mientras suspiraba un tanto molesto por lo último, quería un poco de paz pero de nuevo tenía que tratar con su marido hormonal, y como buen marido en la mente de ese mago nocturno, tenía que ponerle un castigo a su hermosa reina. Samuel se levantó de su mesa para luego mirar a una de las sirvientas que había acompañado a Rubius al pueblo.-Tú, recoge el plato.- Pronuncio en una orden señalando su plato, cosa que la mujer joven asustada asintió y muy tímidamente camino hacia Vegetta, para poder recoger la comida, pero antes de que pudiera tocarla ella sintió como Samuel la tomaba del brazo, y con un movimiento rápido termino haciendo una llave que termino por inmovilizarla contra la mesa, haciendo que la pobre chica gritara de dolor. -¡N-no no, no por p-por favor mi rey!, ¡no me haga nada… lo siento!, ¡lo siento si hice algo mal!- Ella comenzó a rogar mientras comenzaba a llorar, ya que estaba debajo de Samuel, ella sentía el frío de la desesperación recorriendo cada centímetro de su piel. Sus ojos, llenos de terror, se encontraban fijos en los de aquel que la sostenía. Sus manos temblaban, estaba aterrorizada, sentía que iba a orinarse del pavor que le provocaba ese maniaco que tenía como su jefe. Ella miro de reojo solo para encontrarse con la mirada espeluznante y espectral de Vegetta, la cual liberaba un brillo amatista de sus ojos, acompañado de una expresión nula. Era como si ese hombre nunca hubiera sentido arrepentimientos o culpa en su vida, fue entonces que Rubius junto con los sirvientes se asustaron, Doblas rápidamente alzo sus manos y grito desesperado porque sabía que pasaría, si no detenía esta locura. - ¡NO VEGETTA!.- Este lo llamo ansioso mientras sentía que de nuevo esa presión en su pecho y un miedo abrazador comenzó a inundarlo, más que nada la preocupación comenzó a presentarse al ver a su leal sirvienta a manos de su esposo. -Dime señorita, ¿respetas mi autoridad? - Pregunto Samuel en un tono tranquilo, pero mostrando decepción por su empleada por las claras faltas de respeto. Cosa que la chica no comprendió porque este dudaba de su lealtad, cuando claramente ella jamás le falto al respeto y siempre fue lo más obediente posible. Por lo que la chica comenzó a temblar y a llorar, al mismo tiempo que sentía un nudo en su garganta por culpa del miedo que le tenía a su rey.- Y-yo… yo... lo res-respeto mucho mi rey.- El aliento entrecortado se escapaba de sus labios en suspiros agónicos, como si el aire mismo se negara a entrar en sus pulmones. Aun podía sentir como el rey seguía sosteniendo sus brazos detrás de su espalda, mientras estaba acorralada en la mesa y su cabeza estaba pegando la madera fría. -Entonces, ¿Por qué permitiste que mi esposo se expusiera? - Pregunto seriamente y muy condescendiente de forma en la cual la mujer al escuchar eso, comenzó a llorar con fuerza y comenzar a gritar clemencia como a rogar su perdón. Sin entender como es que se había enterado de esa situación. -¡NO!, ¡NO!, ¡PERDONAME!, ¡MI REY SE LO RUEGO!, ¡PERDONAME!, ¡NO ME HAGA DAÑO!-Su cara se deformo mostrando su terror y su angustia, mientras comenzaba a moquear y a llorar, tanto que comenzó a moverse con fuerza queriendo huir de ese lugar, pero Samuel ejerció más poder en su garre para mantenerla ya que ella recordaba a la perfección cuando junto con su compañera estas hicieron de la vista ciega cuando Rubius decidió estar solo unas horas. Vegetta por su parte solo dio un resoplido volviendo a sentirse desilusionado por su patética respuesta, así que este levanto su mano mientras la otra sujetaba los brazos de la chica. Mientras que Rubius y los demás sirvientes miraban con horror la escena, pero Doblas se estremeció y ver como su sirvienta comenzaba actuar y al saber la razón, del porque ella iba a ser castigada no pudo quedarse con los brazos cruzados, en especial con su marido siendo un jodido sociópata, rápidamente fue hacia su esposo, a Vegetta su criada.- ¡Samuel suéltala!.- El grito molesto, angustiado pero sobre todo nervioso cuando estaba a punto de tocarlo algo lo jalo, Doblas volteo con rabia y miedo combinado solo para encontrarse una criatura sombra, la cual salía de un círculo negro debajo de él, Rubius se dio cuenta que su marido lo había contactado para detenerlo. Asique el hibrido volteo hacia su marido para poder gritarle y rugirle.- ¡Detente Vegetta no lo hagas!, ¡ELLA NO HIZO NADA MALO TE LO RUEGO SUELTALA!-Alzo su voz en un grito desesperado por querer sacarlo de encima. Rubius conocía a su esposo y sabia a la perfección que le haría, mientras los sirvientes que estaban ahí muertos de miedo observaban como su compañera estaba siendo castigada, de algo que nadie sabía que hizo para que el rey quisiera destruirla. Samuel solo hizo oídos sordos así que de su mano comenzó a prenderse una llama de fuego puro, por lo que este miro a Doblas que estaba siendo sujetado por una de las criaturas sombras que había contactado para que detuvieran a Rubius, observando como su lindo osito se novia con fuerza y se agitaba en busca de soltarse, mientras comenzaba a llorar de coraje al no poder hacer nada. - En eso te equivocas mi osito, al desobedecer mis ordenes te hizo daño. Fui muy claro en decirles a todos que no deben dejarte solo, ¿y si te hubiera pasado algo?, ¿Si te hubieran lastimado?-Pregunto seriamente y preocupado mientras encendía más su llama de su mano.- Por eso debe pagar por lo que hizo.- Respondió mientras acercaba su mano a su cara, cosa que la sirvienta comenzó a gritar más fuerte sintiendo el calor cerca de su piel. -¡ES MI CULPA!, ¡CASTIGAME A MI, FUE MI CULPA YO FUI QUIEN SE LO PIDIO!-Grito Doblas tan desesperado queriendo que se detuviera, mientras sus lágrimas se derramaban de sus mejillas mientras peleaba para zafarse de esa criatura.- ¡POR FAVOR VEGETTA TE LO RUEGO SUELTALA!- Rubius no podía parar de rogar y lloriquear. Sin poder entender cómo se había enterado. Samuel al ver su berrinche este solo hizo una mueca bastante decepcionado de su esposo, aunque lo que realmente le daba conflicto que Ruben pidiera su perdón, cuando sabía que su amado no era una blanca palomita. - Mi osito… ¿No crees que estas siendo muy hipócrita en estos momentos?, ¿Por qué clamas que no la castigue?, ¿cuándo ya antes me has pedido y rogado que quemara a otros sirvientes o hasta vendedores?- Pregunto el rey sin entender a su reina. Rubius al escuchar eso sintió una punzada en su corazón, porque para su desgracia su rey tenía razón, no debería pedir algo así cuando el antes en un arranque de ansiedad o de ira, había pedido que lastimara a personas inocentes, solo por sus caprichos y aunque no tenía perdón por lo que hizo, lo que hacía que se sintiera culpable y miserable, trataba de excusarse y culpar a sus hormonas, en busca de aliviar la culpa- E-eso es diferente Samuel…- Dijo desviando su mirada, mientras jalaba su brazo soltándose de la criatura, mientras se abrazaba así mismo, con una mirada bastante acomplejada. -¿En que es diferente esta vez amor?- Pregunto su esposo queriendo una respuesta directa. Ruben se tensó y gruño para mirar a su marido con odio. - ¡SIMPLEMENTE ES DIFERENTE!, ¡ELLOS ME HICIERON SENTIR QUE SOY HORRENDO Y NO VALIA LA PENA!-Grito intentando justificarse, pero quedando peor en el intento pero para él no tenía más respuesta, Rubius lo admitía era una mierda de persona, es un maldito asco por pedir algo tan horrible, pero en este caso solo quería salvar a su criada.- ¡A-así que por favor suéltala!- Rogo tratando de no sollozar o terminar de derrumbarse ahí mismo. El silencio nublo el lugar, los sirvientes no querían mirar más la escena y Samuel solo dio un suspiro. - Mi reina… ¿Desde cuándo te has vuelto tan hipócrita?.-Pregunto seriamente el hombre, sin comprender a su esposo en absoluto.-Pero la verdad es comprensible que sea la razón por la cual estás conmigo, después de todo, ¿Quién querría estar contigo si no soy yo?- Menciono mostrándole una sonrisa suave y tranquila, dejando en claro que a pesar de todo lo amaba, haciendo sentir más miserable a Rubius, porque le hacía creer que nadie lo amaría como él. -Pero… eso no quita el hecho que desobedeciste, así que supongo que debes aprender por las malas de nuevo osito.- Este menciono en un tono un tanto espeluznante y grave mientras lo observaba con desprecio, una mirada bastante desagradable e inquietante a ojos de Rubius. -¡VEGETTA NO!-Este grito estirando su mano queriendo evitar lo que iba a pasar. Pero fue demasiado tarde cuando se escuchó un grito desgarrador tan fuerte que los mismo sirvientes, comenzaron a llorar y a taparse sus ojos. Doblas no podía creer lo que estaba viendo enfrente suyo, él estaba tan impactado y aterrado, que el olor a carne quemada comenzó a inundar el lugar. Los gritos desesperados y de ayuda empezaron a sonar en toda la habitación, el llanto y el terror dominaron, mientras todos veían como su rey quemaba la cara de la sirvienta a carne viva, con el fuego de su mano. Desfigurándola mientras se veía como uno de sus ojos se derretía. Doblas no pudo aguantar esta mierda que comenzó a llorar más fuerte, ya no quería ver esa escena estaba devastado, ya que no pudo salvar a su sirvienta tan cariñosa y linda.-¡Aprendí mi lección!... ¡YA NO VOLVERE A SEPARARME DE TI, TE LO RUEGO SOLO DEJALA!, ¡APRENDI YA NO LO HARE MAS SAMUEL!-Doblas volvió a gritar queriendo llamar su atención, mientras se arrodillaba sin poder dejar de llorar, sabía que si no paraba entraría en un ataque de ansiedad, hasta que sintió un dolor terrible en su vientre. Doblas se asustó y rápidamente se abrazó así mismo, cambiando a su expresión a terror puro. Samuel al ver como su reina rogaba y suplicaba, hasta se arrepentía de sus actos, pensaba que solo fingía pero al notar que este se tocaba su vientre y daba leves gemidos lastimeros, fue entonces que se dio cuenta que tal vez se había pasado, en la mente retorcida de ese hombre aun pensaba que no era tan grave lo que hizo. Vegetta soltó a la sirvienta que se dejó caer de rodillas mientras sujetaba su cara y trataba de llorar, pero al ser quemada a ese nivel era imposible, más cuando hizo daño a sus ojos. El mago solo bufo y dio un chasquido a uno de sus mayordomos que se mantenía lo más recto posible, solo llego a su lado para entregarle una botella con un contenido verdoso. El rey solo vertió hasta bañar a la mujer abajo suyo con ese líquido, haciendo que la mojara por completo. Lo que provocó que un brillo de luz verdosa comenzara a iluminarla, solo para que su quemadura se regenerara como si nunca le hubiera pasado nada junto con el dolor.- Lárgate de mí vista, que sea la última vez que dejas solo a tu reina.- Pronuncio autoritario haciendo que la mujer se levantara de golpe, aun llorando pero agradeciendo que no la matara, solo para irse corriendo con su rostro intacto. Rubius por su parte al mirar que Vegetta había perdonado a su sirvienta, este solo cerro sus ojos llenos de alivio pero a pesar de todo aun le dolía bastante su vientre, hasta que sintió como alguien volvía acariciar su mejilla, Doblas solo llora más en silencio, ya no quería seguir sufriendo de esa forma.- No llores osito, ella está bien, no te preocupes no permitiré que vuelvas a ponerte en peligro.- Pronuncio tratando de tranquilizarlo, mientras estaba de cuclillas enfrente suyo para luego tomarlo de sus mejillas para poder limpiarlo, aunque noto como su esposo soltaba gemidos lastimeros ya que aún le dolía su mejilla y su vientre, Vegetta se preocupó bastante y supo que era mejor curarlo antes de que pudiera pasar algo más grave. Rápidamente de su mano comenzó a emanar una luz verdosa que con esa comenzó a curar el cachete lastimado y labio de Rubios, y con la otra la coloco en su vientre para repetir el proceso, pero más que nada para poder tranquilizar a su marido, mientras sonreía y sus ojos lo observaba con tanto amor y devoción. Doblas antes de que todo se fuera al infierno él amaba tanto esos ojos amatistas, que siempre lo miraban con adoración y amaba cuando Vegetta siempre lo hacía sentir seguro, con una simple mirada. Pero ahora estando junto al hombre que tanto adoraba, no sabía si era amor o solo desprecio ante esa mirada amatista.-Ya basta…- Ruben solo aparto sus manos lejos de sus mejillas empapadas.- En tu vida vuelvas hacer eso. No quiero volver a ver que estas lastimando a mis sirvientas, ella no hizo nada malo. - Sentenció Rubios mientras miraba con rencor a su esposo que ya había curado sus heridas, pero al menos podía calmarse ya que el dolor punzante de su vientre comenzaba a calmarse, gracias a los poderes del mago que con un hechizo de curación ayudaba a mantenerlo calmado. -No puedes decidir eso. - Respondió Samuel un tanto serio ante la negativa de Doblas, mientras se mantenía en su posición. -Está bien… entonces tendré que ser directo y utilizar otras palabras.- Doblas ya estaba harto de esa situación, ya no quería seguir viendo que Vegetta abusara de otros solo porque ponía pretexto de que lo desobedecían o lastimaban, algo totalmente fuera de lugar cuando Rubios sabía que Samuel lo hacía a propósito, por lo mismo ese hombre era un maniaco del poder.-Si no paras con esto, juro que voy a suicidarme. No volverás a verme nunca jamás, tocarme o la idea de no despertar conmigo, ¡HARE QUE SUFRAS SAMUEL!-Grito con fuerza dejando en claro su irritación y degaste que todo esto le provocaba, Doblas estaba seguro que ya no iba a permitir esa mierda de su marido, tanto que Rubius que era la misma debilidad de su marido, sabia a la perfección que Vegetta no iba a permitir que eso pasara, que movería cielo, mar y tierra para volver a tener a Doblas. No sabía si era amor o solo una obsesión, Rubius estaba a asustado por saber la verdad, pero mientras tanto lo utilizaría a su favor para mantener a raya a Vegetta. Mientras que por su lado Samuel miraría Rubius y se daría cuenta que este no bromeaba al decirle tales palabras, haciendo que el hombre se tensara e hiciera una mueca total de desagrado, tanto que sus ojos amatistas que lo miraban con tanto amor y devoción, ahora habían cambiado a uno de desprecio y odio por sus patéticas palabras tan desesperantes por mantenerlo a raya. Pero lo peor de todo es que el hombre observo a su marido solo para darse cuenta que no había mentiras en sus palabras, fue entonces que Vegetta cerro sus ojos con molestia, rindiéndose ante su reina que había jugado bien su carta. Aunque la pagaría muy caro esa noche, por lo que solo se levantó para poder alejarse de Rubius que gracias a la magia curativa de Vegetta, este ya se encontraba bien.- Algún día esa mierda no te servirá más, así que mejor no tientes a tu suerte y vete al cuarto. Me reuniré contigo en un rato.- Ordeno sin observarlo solo dándole la espalda, dejando ver que estaba realmente furioso tanto que sus puños comenzaban a temblar por el coraje de ejercer presión sobre ellos. Doblas por su parte sabía que era momento de irse, no podía seguir tentando su suerte y más cuando se trataba de Vegetta. Por lo que como pudo se levantó del suelo, aun con sus mejillas manchadas de las lágrimas secas, cuando estaba a punto de retirarse solo escucho su nombre, algo que tuvo que voltearse solo para ver a Samuel que lo miraba de reojo, con una sonrisa un tanto maniaca, y ese brillo espectral como si tuviera algo en mente. Provocando que Rubius se estremeciera, porque no significaba nada bueno cuando Vegetta tenía esa mirada.- Te quiero ver en la cama osito, esta vez no quiero más decepciones.- Sentenció antes de irse de la sala, dejando a Rubius totalmente solo y asustado. El hibrido de oso sintió una sensación extraña en su estómago, era una combinación de pánico y una leve excitación. Sabía perfectamente que significaba esa mirada, entendía que Vegetta se desquitaría con él por desafiarlo y ser un mal osito. Pero para su desgracia a un no se recuperaba del todo de la última vez que Samuel lo castigo, aún tenía esa aparte de su cuerpo hinchadito por lo irritado que estaba, aunque con una crema ayudaba a estar más relajado. Así que no pensó más y se retiró a su cuarto, esta vez se aseguraría de ponerse la mejor lencería de su closet, ya que solo así podía calmar un poco el castigo que iba para él. Al abrir la puerta de su cuarto, una mezcla de alivio y miedo se apoderó de él, sus manos temblaban mientras cerraba la puerta detrás de sí. El silencio del cuarto era ensordecedor, solo roto por el suave susurro del viento que se filtraba por la ventana entreabierta. Las lágrimas comenzaron a emerger en sus ojos, ardiendo como gotas de fuego. Se las quitó con el dorso de la mano, frustrado consigo mismo por mostrar debilidad. Se obligó a dar un paso adelante, hacia el espejo que colgaba en la pared opuesta a la cama. Se encontró con su propio reflejo, ojos rojos y llenos de tristeza, una sombra de la persona que solía ser. La imagen le recordó quién era y quién solía ser, no entendía que alguien como él un tremendo hijo de puta que hacia lo que quisiera, sin importar quien se interpusiera, tenía riquezas, amigos, grandes fortalezas, habilidades y un enorme etc, que lo hacían apodarse como la auténtica reina del mal, terminara de esa forma. Sometido, quitado de su máximo privilegió de la libertad misma que le daba propósito a su vida. Con manos temblorosas, comenzó a quitarse la ropa, sintiendo como si estuviera despojándose no solo de los tejidos, sino también de las capas de dolor y desesperación que lo habían envuelto durante tanto tiempo. Cada prenda que caía al suelo era un recordatorio de su vulnerabilidad, pero también de su valentía para enfrentar la verdad que había estado ignorando. Se sentó en el borde de la cama, sintiendo el colchón bajo su peso, como si fuera el único anclaje a la realidad en medio de un mar de emociones turbulentas, pero aun así este tuvo que calmarse y mantenerse tranquilo ya que no podía estar inquieto o mal, ya que podía lastimarse. Así que tuvo que levantarse, para poder darse un baño largo ya que lo que más necesitaba era relajar su cuerpo, este miro su reflejo en el agua la cual volvía al inicio de su día. Solo observando como en sus ojos esmeraldas se veían su ansiedad y tristeza por haber terminado de esta forma, arrepintiéndose de cada decisión tomada desde que paso la boda de Vegetta con Lolito, a veces hasta imaginando haberse escapado con Quackity, o tan solo volverse como Alexby que estaba feliz encerrado en su mansión con Fargan. Pero decidió quedarse con Vegetta, aquel hombre que a pesar que ambos se amaban con pasión y locura, sabía que no podía llamarse una relación sana. Aunque ahí estaba en ese castillo en donde se supone que es su hogar, aunque el lugar donde se sentía más seguro era en esa habitación donde compartía con Samuel, solo cuando estaban totalmente solos y estaban encerrados en su burbuja, donde ellos compartirían muchas palabras de amor, besos, abrazos y solo disfrutando de su compañía mutua. Aunque más que nada era su propia codependencia, que tenía con Samuel, porque lejos del pueblo, su querido esposo cuando estaba lejos de su nido de amor, odiaba que Samuel tuviera que trabajar o se alejara del castillo, ya que cuando lo hacía era cuando dejaba salir el monstruo que era, solo estando solos el chico de ojos esmeraldas realmente pensaba seriamente que podía controlar algunas actitudes de su esposo o hasta mantenerlo por completo control. Pero la realidad era totalmente distinta y Doblas lo sabía, pero ahí estaba queriendo no pensar en ello. Cuando termino de bañarse este salió del baño, para poder ponerse de su closet una lencería, poniéndose un babydoll de encaje tipo pijama boudair transparente de color azul oscuro, este sabía que pronto su amado verdugo entraría por la puerta y querría devorarlo como en la mayoría de las noches. Rubius se sentó en la cama, mientras exploraba un poco con su celular esperando a que llegara la hora, a estas alturas se encontraba tranquilo con su propia persona. Hasta que escucho que alguien abría la puerta, cosa que gracias a su aroma tan sensible pudo identificar una colonia masculina, que sabía a la perfección a quien pertenecía, el hibrido de oso comenzaba a sentir que su cuerpo temblaba y sentía al mismo tiempo su corazón latía un poco con fuerza, escuchaba como los pasos se hacían más fuertes era como si se acercara y Rubius no tenía la fuerza para mirarlo, mantuvo la mirada baja mientras de sus ojos esmeraldas se notaba su nerviosismo. Pero el sonido de detuvo, solo para ser interrumpido por cómo alguien sujetaba sus hombros y jalarlo hacia atrás, hasta topar contra algo duro y al mismo tiempo suave, pudo sentir su calor y escuchar los latidos de corazón ajeno. Pero cuando sintió su respiración tan cerca de su orejita peludita pudo sentir un suave cosquilleo, cuando este con sus labios rozaba con tanta suavidad su oído.- ¿Crees que por ponerte algo bastante lascivo podrás librarte de las represarías osito?- Pregunto Samuel mientras sus manos comenzaban a explorar el cuerpo de su esposo, que comenzaba a jadear por los roces de su marido que acariciaban sus hombros, brazos hasta ir al pecho por encima de su lencería, sintiéndose como si se derritiera, no era secreto que Rubius desde hace meses su cuerpo se había vuelto bastante sensible, tanto que el pobre chico se volvía una esponja mojadita cada vez que su marido acariciaba sus zonas erógenas. -Tenía que intentarlo. - Menciono Doblas mencionándolo con ese tono dulce, queriendo endulzar el momento y sus acciones, para que Vegetta se apiadara de lo que iba hacer. Tan solo sus palabras hicieron que el mago se riera un poco, al mismo tiempo que Rubius sintió como su marido besaba su cuello, rozándolo con suavidad sus labios con su piel, provocando que el hibrido se erizara de la piel, pero sintiera un placer por sus toques tan cálidos y esos besos alrededor de su cuello.- Pero veo que funciono… ah~ Samu~, ¿te gusta?- Rubius pregunto con esa voz tan adorable, bajando sus orejitas de oso y mirándolo con mucho deseo , como sumisión que mostraba sus ojos esmeraldas, acompañado con un sonrojo provocando en Samuel un enternecimiento al ver a su adorable osito de esa forma tan lasciva. Por lo que el hombre no pudo evitar abrazarlo apretándolo contra su cuerpo, mientras comenzaba a besar su cuello suavemente, Rubius por su parte podía sentir que Samuel apretaba su muslo con su mano, abriendo suavemente sus piernas para dejar ver su entrepierna, mostrando sus bragas totalmente empapadas. Doblas admitía que, a pesar de todo el toque posesivo de Vegetta y su voz tan profunda como el infierno, hacia que Ruben sintiera su cuerpo calentarse, tanto que sentía como su intimidad comenzaba a mojarse. Rubius gimió de sorpresa al ver como Samuel tomaba su braga y hacerlo a un lado solo para dejar a la vista ese coño, solo un poco descuidado ya que poseía un poco de vello púbico, pero lo que más sobresaltaba era que estaba un poco hinchado como rojito, producto de la noche anterior. Doblas jadeo mirando su vagina empapada de su miel, en especial cuando los dedos de su marido comenzaban a rozar suavemente contra sus pliegues vaginales, tan esponjaditas y muy sensibles, provocando que el hibrido gimiera al mismo tiempo que se sobresaltó por el placer producido.- Mmm no tientes a tu suerte osito, pero por esta vez creo que ya sufriste mucho para recibir otro castigo, N'est-ce pas ainsi mon amour ?(¿No es así mi amor?).- Cada palabra que pronunciaba era como una nota musical, acariciando el aire con su dulzura y profundidad. Sus labios, curvados en una sonrisa sutil, parecían tejer hechizos invisibles mientras hablaba, envolviendo a quienes lo escuchaban en un aura de deseo y fascinación, combinándolo con esa frase en francés, dejando en claro que a veces Vegetta soltaba una que otra palabra en otro idioma cuando entraba en un tipo de éxtasis, como en esos momentos que Doblas podía inducirlo son sus gemidos, cuerpo, caricias o hasta por su aroma dulce de sus feromonas. En especial cuando su precioso coño se mojaba tanto de esa deliciosa miel, que hacía que Samuel se le hiciera agua en la boca. Sus palabras fluían como un río sedoso, era un maestro en el arte de la seducción verbal, su tono, grave y melódico, tenía el poder de enviar escalofríos por la espalda y hacer que el corazón latiera más rápido. Cada frase estaba impregnada de una pasión y una sabiduría antigua. Escucharlo hablar era como perderse en un laberinto de emociones y deseos, sin encontrar el camino de regreso, pero sin desearlo tampoco. Rubius estaba perdido su esposo era un maniaco y un seductor al mismo tiempo, sabía que su marido era un enfermo y peor aún Doblas acompañaba su enfermedad, al ser tan mierda por amarlo a pesar de todo, sin importarle que haya sido un sádico, genocida, sin importarle que le haya obligado a ser un caníbal, sin importar que haya ayudado a Luzu a mantener a Karmaland en una tiranía que hizo que su mejor amigo huyera. Suponía que a ese punto Rubius sabía que el apodo de reina del mal le quedaba como anillo al dedo. Porque aun recordaba cuando por capricho le pidió a Vegetta que buscara a un gran sastre para fabricarle bellísimas ropas destacables, pero cuando una no le gusto , por berrinche y sus hormonas alteradas le pidió a su esposo que castigara a ese hombre que lo hizo sentir mal, solo porque el vestido nole quedaba al engordar en unos días. El pobre sastre termino con un recordatorio en sus manos, cada vez que mirara su dedo faltante que jamás debe hacer sentir mal a la reina del mal. Doblas lo admitía era una mierda, no era un santo ni siquiera podía considerarse un héroe después de haber hecho cosas similares en el pasado. Solo por eso seguía con Vegetta, aunque daba miedo a veces, pero no le importaba estaba tan a gusto en esos momentos que se dejaba llevar por sus caricias y toques tan lascivos. Ruben se volteo para poder estar de frente conectando su mirada esmeralda con la de él un amatista profundo, el castaño rodeo sus manos alrededor de su cuello para aferrarse y atraerlo a su cuerpo, las manos calientes de Vegetta lo sostuvieron de su espalda, haciendo relucir su dedo anular. Sus labios se encontraron con una urgencia apasionada, un choque de deseo que los hizo temblar. Se abrazaron con fuerza, sus cuerpos fusionándose en un abrazo ferviente mientras se entregaban al calor del momento. Fue un beso voraz, un torbellino de emociones que los consumió por completo, uniendo sus almas en un instante de pura entrega. Cerraron los ojos, dejándose llevar por la marea de sensaciones, sus labios bailando en una danza febril, buscándose y encontrándose en un beso que les robó el aliento y los dejó sin aliento. Fue un beso que habló de deseo sin restricciones, de amor sin inhibiciones, como si representaran la pureza del amor ignorando el hecho de que ambos cometieron atrocidades. Solo personas tan crueles como esos reyes podían corresponderse y tenerse, era mejor de esa forma. Samuel con su mano la llevaría a los tirantes de las bragas de su osito , para comenzar a retirarlas, hasta sacárselas gracias a Rubius que apoyo para hacerlo, mostrando de nuevo su coño deseoso. El hombre de ojos amatistas estaba tan emocionado, de tener aun precioso pussyboy como marido, era un deleite y un deseo, porque Doblas era una perfecta esponjita que estaba siempre listo para ser sometido y follado tan brutal, que su cuerpo podía resistirlo.- ¿Tan necesitado estas chiki?, ni siquiera te he tocado lo suficiente… y solo mírate ya estas mojado para mi.- Menciono de Luque, con una sonrisa ladina, con esa voz tan lasciva que enloquecía a su amado esposo, que al escucharlo daba un suave suspiro de deseo puro. -Cállate Vegetita, es tu culpa… hazte cargo.- Dijo Rubius bajando sus orejitas mientras suavemente tomaba las orillas de su babydoll para levantarlo, dejando ver su vientre hinchado de tan solo 5 meses de embarazo, al mismo tiempo dejaba ver su vagina la cual escurría su miel mostrando que estaba totalmente listo para ser tomado, haciendo que Vegetta al ver eso tragara en seco por lo delicioso que se veía su marido, era como si un postre hecho por los mismos dioses fuera puesto enfrente suyo para tentarlo a devorarlo.- Solo~… recuerda, no seas tan fuerte no quiero que nuestro cachorro salga lastimado.- Pronuncio un poco serio Rubius, por lo mismo que aun recordaba que en la noche anterior este había pedido clemencia, y su coño semi hinchado era prueba de que Samuel podía ser bastante cruel a la hora de azotarlo. -Lo intentare~ .-Samuel solo asintió mientras se acercaba a su marido para tomarlo entre sus brazos, acostándolo suavemente en la cama, mientras se retiraba su capa junto con su camisa, hasta botarlos a un rincón del cuarto, dejando ver su cuerpo era una obra maestra de músculos tensos y definidos, una sinfonía de líneas poderosas y contornos viriles. Cada fibra estaba meticulosamente esculpida, revelando una fuerza oculta que yacía bajo su piel bronceada por el sol. Sus hombros anchos se inclinaban con una gracia natural, sosteniendo el peso de su físico imponente con una facilidad que sugería una fuerza inquebrantable. El pecho amplio y macizo estaba adornado con pectorales firmes, marcados por venas que serpenteadas como ríos en un paisaje musculoso. Sus brazos, robustos y poderosos, lucían venas protuberantes que delataban una fuerza sobrenatural, mientras sus manos grandes prometían un agarre firme y protector. Su espalda, ancha como un escudo, estaba adornada con surcos y valles que delineaban cada músculo, creando una topografía irresistible para la mirada. Su abdomen, una tabla de abdominales definidos, mostraba una disciplina feroz y dedicación al cuidado del cuerpo. Cada movimiento estaba impregnado de una gracia animal, una elegancia natural que contrastaba con su fuerza bruta. Este hombre fornido era más que una simple manifestación de la masculinidad; era un testamento visual de la dedicación al entrenamiento y la determinación. Su físico impecable no solo era un símbolo de vigor y poder, sino también un recordatorio palpable de la capacidad humana para esculpir el cuerpo en una obra de arte viviente. Esto a Rubius le causaba una gran excitación y una emoción tan cargada de deseo sexual, como atracción por su pareja, aunque sentía un poco de envidia por el cuerpo de su amado. Porque mientras Vegetta tenía esa forma tan lasciva, Ruben poseía un cuerpo totalmente diferente al de su contrario, a pesar de su forma regordeta, sus piernas lo compensaban al ser delgadas y elegantes, sostenían su figura con una elegancia que contrastaba con su forma más rellena. Sus pectorales, adornados con un poco de grasa que les daba una suavidad acogedora, hablaban de su naturaleza maternal. El embarazo de cinco meses se manifestaba como una hermosa prominencia en su vientre, la curva delicada de su barriga estaba adornada con líneas plateadas. Este cuerpo, regordete pero esbelto de las piernas, con sus pectorales suaves y el tesoro de la maternidad que sostenía en su interior, era un testimonio de la belleza en su forma más pura y real. Cada característica, cada detalle, era signo de admirar o alabar a los ojos de Vegetta, sabía que su adorable osito podía sentirse acomplejado a veces por lo rellenito que se había puesto, lo sabía bastante muchos de sus sastres y sirvientas habían sufrido por su baja autoestima, cuando pedía que los castigara cuando en su imaginación se burlaban de él o lo miraban mal, aunque para ese rey no le molestaba complacer a su lindo osito tan bonito sin importar si sus caprichos podían lastimar a terceros, después de todo solo Vegetta podía amar a alguien como Ruben. Ambos se encargaron de desvestirse, Samuel termino quitándole el babydoll a ese osito precioso la cual al fin se pudo ver su cuerpo completo desnudo, haciendo que lo que más destacara como de sus pezones en vez de ser rosaditos como el melocotón, se notaba más un color marrón claro la cual de la punta sobresalían, unas gotas de leche materna se escapaban haciendo que unos hilitos blancos bajaran por sus pechos hinchados, cada gota de leche que brotaba era como un regalo del universo, un néctar de amor que fluía libremente para nutrir y fortalecer, algo que para Vegetta era su adicción total, porque este comenzó acercarse a su esposo acostado aun en esa cama enorme. Hasta estar enfrente de uno de esos botones erectos lactantes, y como si se tratase de un ladrón este tomo con sus labios, comenzando a robar y a extraer el dulce néctar de su leche, para consumirla sin importar que sea propiedad de su cachorro aun no nacido. Doblas dio un gemido alto, sintió que Vegetta se amamantaba de él, mientras una mano libre sujetaba su otro pectoral para estimularlo, jugar con su pezón al apretarlo, estirarlo y pellizcarlo de forma placentera, provocando que el pobre hibrido de oso se retorciera por el placer ejerció, su cuerpo era tan sensible que cada toque de su esposo hacía que Rubius jadeara y hasta alzara suavemente su cadera en busca de frotarse contra la entrepierna de Vegetta, solo era un hibrido necesitado en ese punto, que a pesar de estar ya preñado lo cogieran como si volvieran a criarlo, se notaba al manchar con su miel los pantalones de Samuel. Cosa que para el rey ver como su amado esposo se desesperaba de esa forma, le causaba bastante gracia en especial cuando pronto comenzaría a rogar, aunque su cuerpo delataba directamente lo mucho que se sentía necesitado. -Samu~ ah.. ah~, por favor deja de jugar conmigo.- Menciono entre jadeos el adorable osito de ojos esmeraldas, mientras veía como Samuel se encargaba de jugar con sus pezones, como si fueran un tipo de botones la cual con sus pulgares, los presionaba provocando que saliera pequeñas gotas de leche, la cual Samuel aprovecho para pellizcar sus pezones y así hacer que saliera más de ese delicioso líquido, que termino lamiendo, primero le dio un beso para terminar chupando en uno de los pezones, para pasar al siguiente repitiendo el mismo patrón. Vegetta se rio un poco de su esposo por lo ansioso que se estaba volviendo.- Shhh~ calma mi amor~, solo mírate ni siquiera te he tocado y ya estas escurriendo.- Pronuncio Samuel burlándose de como su esposo se encontraba, su coño goteante se notaba que ya estaba listo para ser tomado, el hombre solo dejo los pezones de su amado osito que termino por dejarse caer suavemente en su cama agotado un poco, de mantener su pecho alzado, mientras miraba de reojo a Samuel quien lo devoraba con la mirada haciendo que tragara en seco. Rubius por su parte solo abrió un poco más sus piernas, para dejar ver muy bien su vagina un poco descuidada por el simple hecho que con su vientre hinchado era difícil rasurarse, y con cuidado con sus dedos tomaría sus labios vaginales para abrirlo dejándolo expuesto para su esposo.- Vamos Samu~… sé que tú también lo necesitas.- Dijo en un hilo de voz tan lascivo que Samuel no pudo aguantar más ese momento de tensión. Sabía que su erección comenzaba a sentirse presionado contra su pantalón, que hacía que Vegetta se sintiera bastante incomodo, en especial cuando ya quería estar dentro de las paredes calidad de su marido. Asique por esta vez decidió obedecer a Rubius, Samuel tomo su pantalón y este comenzó a desabrochar sus botones, hasta el cinturón, dejando ver parte de su vientre y pelvis, notando que poseía un poco más de vello púbico que su osito. Hasta hacer que con su boxer lo bajara por completo, aunque fue difícil ya que la erección que poseía hacía que fuera difícil quitarlo, pero gracias a su fuerza este logro retirarlo dejando a la vista su pene venoso, la cual al salir este reboto y una que otras gotas de presemen saliera volando. Rubius a pesar de haber tenido tantas veces sexo con su amado Vegetta, este se seguía sorprendiendo por su tamaño a lo mucho calculaba unos perfectos 23 cm de largo, su glande estaba con un rojizo vivo y ni hablar de que la punta se veía un burbujeo de su liquido preseminal. Podía notar esas venas hinchadas y lo duro que se encontraba, tanto que se podía ver las palpitaciones, Doblas jadeo y respiro hondo sintiendo agua en su boca, su coño palpito por el deseo incontrolable de volver a sentir su polla tan adentro de él, que lo abriera y volviera a romper su pobre vagina. El osito se había vuelto adicto a tener ese pene en su vida. Sus mejillas estaban bastante calientes que hasta en sus orejas se demostraban, sus ojitos se miraban tan sumisos y llenos de esa neblina lujuriosa.- Pequeña cosita linda, estas tan urgido en estos momentos que olvidas el hecho de que te hice comer carne humana pff jaja eres tan adorable mi osito.- Pronuncio Vegetta riéndose de las reacciones de Doblas, mientras se quitaba toda su ropa restante quedando totalmente desnudo. Mostrando ese cuerpo tonificado que se había esforzado por obtener, mientras se subía a la cama poniéndose arriba de Rubius, que parecía estar sumergido en esa abrumador ambiente erótico. Aunque Doblas a ese punto no le importo que se riera de su condición.- Oh~ mi amor, ¿Tanto he destrozado tu mente?, para que ignores todo lo que hago?, ¿solo para que puedas tenerme de esta forma? -Este siguió hablando mientras con su mano tomaba la mejillas de Rubius para acariciarla, mientras que la otra sujetaba su propio pene para masturbarlo un poco liberando más pre-semen, para después guiarlo contra la entrada de Rubius, alineándolo tan bien que con un empujón abriría esos labios vaginales, mostrando una sonrisa maquiavélica que dejaba ver su satisfacción al tenerlo de esa forma, pero sus ojos mostraban ese amor , esa devoción que tenía por su amado, era tanto sus sentimientos que el brillo amatista comenzaba a volverse intenso, Rubius juraba que cada vez que los miraba no podía dejar compararlos con el cosmos mismo, su belleza, con su color tan espectral y hermoso a la vez, podía notar casi casi las estrellas brillando con esa devoción por vivir. No importaba cuanto se burlara de él, para Rubius estaba tan satisfecho y complacido de ser visto de esa forma por Vegetta que nada importaba, hasta que sus pensamientos fueron interrumpido al sentir el roce de la punta de la polla de Vegetta contra su coño, provocando en Rubius un gemido alto.- Ah~, tan rico~, es cu-curioso Samu~, te regodeas como si fuera algo triunfal… ah~, pero la realidad es que sin mi… tu no serias nada de lo que eres ahora.- Respondió Ruben regresándole esas burlas, jugando con su suerte al molestar a su rey maniaco, el mismo que no temía hacer otro genocidio a su nombre. Pero a Ruben no le importo por lo contrario solo estiro sus manos, expresando que fuera abrazado mientras le dedicaba una sonrisa llena de burla y superioridad, combinada con el deseo carnal.- Yo te cree Vegetta, yo fui quien te hizo como eres. Fue por mí que te volviste un rey despiadado, se necesitó que te rompiera tan fácilmente.- Este hablo sin medir sus palabras, quería hundir su orgullo de nuevo, necesitaba que este se enojara y volviera a castigarlo, que su coño sufriera sus acciones. Mientras lo observaba con tanto deseo y burla ante su presencia, para rematar con lo siguiente. - Solo falto que la reina del mal te pusiera en tu lugar.- Sus pupilas, estrechadas como rendijas venenosas, destilaban un veneno invisible cargado de desafío y superioridad. A pesar de la inminente amenaza, su rostro no mostraba temor; en su lugar, un rictus de placer se dibujaba en sus labios, como si disfrutara del peligro, sabiendo que estaba jugando con fuego y, aún así, se deleitaba en la danza de las llamas. Era una mezcla letal de crueldad y emoción, porque Rubius sabía que era una presa y su depredador, su devorador estaba arriba suyo mirándolo con el ego roto. Vegetta por su parte se mantuvo en silencio, sus ojos se nublaron con una tormenta de emociones tumultuosas. Un rastro de incredulidad pasó por su mirada, pero fue rápidamente reemplazado por una ira intensa que parecía emanar de lo más profundo de su ser. Porque para Samuel no era bonito recordar el hecho de que Rubius lo rompió, destrozo su corazón, lo traiciono y el dolor lo transformo en ese monstruo que era, Doblas le provoco un agujero en su corazón donde solía estar la conciencia de un hombre bueno, hiriendo su orgullo y avivando el fuego del rencor que había mantenido cuidadosamente oculto durante tanto tiempo. Tanto fue su rencor que no midió su fuerza al momento de tomar sus caderas, presionar de nuevo su pene contra ese coño listo para ser sometido, y darle una fuerte estocada, abriendo las paredes vaginales de Rubius se abrieran de golpe, hasta que su glande topara con la cérvix la cual yacía sellada, ya que dentro del útero de su esposo, reposaba su precioso cachorro .Lo que hizo que Rubius arqueara sus caderas y soltara un grito tan placentero, sintiendo como sus paredes se abrían dejando entrar la grande polla de Samuel, sintiendo cada vena, cada cm y hasta la palpitación, pero al topar con su cérvix, fue dolorosamente tan rico, que el pobre hibrido de oso con sus garras se aferró a las sábanas, extasiado por como su vagina era llenada por el pene de su esposo, para darle una imagen más erótica el pobre oso sacaba su lengua dejando en claro su sumisión. En el pecho de Samuel, el corazón latía con furia, una sinfonía desenfrenada de emociones negras y recuerdos dolorosos que se remontaban a un pasado lleno de cicatrices emocionales. Los eventos traumáticos de ese evento surgieron como espectros, recordándole el dolor y la humillación que había soportado, avivando la brasa del odio puro que ardía en su interior. A pesar de la molestia que sentía, un placer oscuro se filtraba entre las grietas de su furia. Había algo retorcido y siniestro en disfrutar del desafío, en sentir cómo Ruben, inadvertidamente, encendía la mecha que llevaría a su propia destrucción. Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa mientras los ojos brillaban con una intensidad fría y calculadora. Estaba decidido a no solo enfrentar este desafío, sino a aplastarlo, a convertirlo en polvo bajo el peso de su propia furia y rencor acumulado. Cada palabra, cada gesto de su contrario, era como combustible para el fuego de su determinación, y a su excitación, como el placer sexual que estaba sintiendo, por culpa de las paredes vaginales de Rubius, que se apretaban a su alrededor de su miembro, haciendo tan delicioso el asunto que comenzaba a jadear un poco, mientras sus mejillas se sonrojaban. Porque a pesar de haber cogido a su esposo ayer, aun así el maldito tenía el descarado de seguir tan estrecho y listo para ser mancillado. Por lo que este comenzó a embestirlo, moviendo sus caderas a un compás suave pero con fuerza en sus estocada, haciendo que su pene abriera ese coño hecho para él, estirando cada parte, tocando cada punto sensible, golpeando sus labios exteriores con sus testículos. Mientras la glande golpeaba con fuerza esa cérvix, que no podía ser abierta, ya que ya había cumplía su función de proteger a un hermoso cachorrito. Samuel miro debajo de él solo para notar, como su polla se empapaba de fluidos exquisitos, al mismo tiempo como el coño de Rubius tragaba como si nada su miembro duro. Rubius por su parte no paraba de gemir y jadear, tan a gusto de recibir algo tan delicioso. - ¿Es… estas~ contento?, ¿Esto es lo que deseabas? Ah~… petite salope (pequeña puta).- Pregunto Vegetta mientras sometía a Rubius debajo de él, obligando a recibir su polla tan bien, que el pobre estaba abrumado por esa sensación tan poderosa, tanto que no paraba de sacar la lengua y abrir sus piernas para recibir a Vegetta, mientras gemía tan alto, escuchando los ruidos húmedos y obscenos de su vagina siendo azotada por la pelvis de Samuel. -Ahh~ ahh ahh~, Samu~ ah justo ahí~, ¡No pares! - Respondió Rubius mientras se aferraba a la espalda de su esposo, sintiendo como su coño se contaría con fuerza, por lo bien que estaba siendo criado. Ignorando el hecho de que su esposo lo insultara en otro idioma. Samuel solo observaba con odio y amor a ese pequeño osito tan adorable, que abría sus piernas, cargando a su cachorro, mientras recibía tan gustoso su miembro.- ¿Deseaba que alguien te maltratara?~, eres tan jodidamente patético Doblas ah~, tanto querías mi atención, que buscabas hasta lo más mínimo de mi para sentirse feliz. ¿No es asi?- Pregunto Vegetta entre jadeos suaves, mientras arremetía contra el coño de Rubius, pero al ver que este no contestaba solo se enfocaba en gemir como una patética zorra en celo, que a pesar de estar preñada novia su culo en busca de volver a ser criado. Provocando que el coño de Doblas se estrechara más, por todo ese abuso verbal, tanto que sus ojos esmeraldas solo estaban abrumados por el placer carnal que estaba recibiendo, era su éxtasis que su preciosa lengua rosadita sobresalía y mojaba su barbilla con saliva. Algo que solo hizo enojar a Vegetta así que este sacaría poco a poco su pene, hasta retirarlo del cuerpo totalmente de Rubius, dejando ver su polla llena de fluidos vaginales y pre-semen combinado. Rubius al sentir ese horrible vacío, de inmediato volteo a ver a Vegetta confuso y ansioso tanto que volvió a mover su cadera, buscando con desesperación que su esposo de nuevo lo penetrara, tanto que su vagina rozaba con la glande empapada de Vegetta.- ¡N-no , no por favor!, ¡no lo saques!.- Rogo queriendo volviendo a sentirse lleno, estaba a punto de lloriquear porque su cuerpo lo pedía a gritos, solo así se sentía completo, amado, seguro, además de que por culpa de Vegetta el había perdido la razón hace bastante tiempo, porque ahora se volvió un esclavo total a la hora de follar. Samuel de Luque se encargó totalmente de castigarlo tanto que su cuerpo se acoplo perfectamente al cuerpo ajeno, ahora en su mente no podía vivir sin tener a Vegetta en su plenitud pero, aunque Samuel no lo aceptara pasaba lo mismo con él, porque después de haber tomado todo de Ruben ahora ya tampoco podía vivir sin su presencia. -Ja solo mírate, ya ni siquiera puedes vivir sin mi pene a estas alturas, tu es vraiment une salope pathétique ( de verdad que eres una patética zorra).- Pronuncio en burla Vegetta mientras acariciaba suavemente las caderas de su esposo, para terminar de sujetarlo y hacer que se quedara quieto con su fuerza. Rubius al escuchar eso último, solo quería llorar, sus hormonas estaban tan alborotadas que estaba tan necesitado en esos momentos, pero aún quedaba un poco de su orgullo, a pesar de sentirse super sensible de su cuerpo , como de sus emociones.- Ah~… lo dice el maldito, ¿Qué no puede durar un solo día sin tocar mi cuerpo?... no seas hipócrita esposo~.- Expreso Rubius bastante decepcionado de sus palabras, sin temor a las represarías que pudiera tener, ya que sabía de primera mano que a Vegetta no le gustaba cuando este contestaba. Por lo contrario, solo era un maniaco de poder, que le gustaba tener siempre todo bajo control, pero su amado osito por alguna razón a pesar de todo siempre buscaba desafiarlo, por eso la mayoría de las veces era bastante creativo para hacer sus castigos. Samuel solo se rio un poco, la cual termino por hacer una carcajada fuerte, solo para tomar la cadera de Doblas y en un movimiento rápido, hizo que Rubius quedara en una posición totalmente diferente, poniéndolo de perrito, sosteniendo su nuca para someterlo contra la almohada.- ¡Quieto!- ordeno con esa voz, envuelta en una autoridad innegable.- Jaja de verdad eres bastante divertido Rubius.- Su burla estaba marcada en sus palabras, como cuchillos afiliados y venenosos que lastimaban el corazón del pobre osito que solo quería amor.- ¿De verdad creíste que solo porque eres mi esposo tienes derecho a actuar como quieras?, solo te elegí porque eres la perfecta puta con la cual puedo satisfacerme sin cansarme.- Pronuncio con ese tono autoritario y seriedad en sus palabras, solo para que con su otro mano tomara la cola de oso de Rubius, provocando que el contrario soltara un gemido alto. Ya que su colita era una zona altamente erógena, sentir como lo jalaban y apretaban de esa forma, hizo que soltara un chorro de su miel, mientras su coño palpitaba por lo delicioso que se sintió, pero para Vegetta fue placentero de ver así que jalo a Doblas para que levantara su cadera, dejando expuesto su vagina empapada, este se levantó un poco para poder posicionar su pene de nuevo en esa abertura rosadita y de una estocada volvió a introducirlo. Esta vez sus estocadas fueron brutales y exactas, su pene entraba con violencia contra el coño de Rubius, su pelvis se encargaba de azotar el culo del hibrido, mientras sus testículos azotaban los labios vaginales externos. Rubius por su parte no pudo evitar gritar y jadear, por la violencia que estaba sufriendo al ser follado por su esposo, sus manos se aferraron a la almohada para abrazarse, mientras su coño se contraía y apretaba deliciosamente la polla de Vegetta, abriendo su boca, sacando su lengua, pidiendo por más, se había vuelto una verdadera puta en esta situación.-Maldita zorra~ ah, deberías agradecer a los dioses, ah~ por haber sido escogido por mí, una puta perfecta la cual debe abrir bien sus piernas para mí, entregarme muy bien ese coño y sobre todo…- Samuel le dio una buena embestida tan dura que su glande golpeo su pobre cérvix, haciendo que Doblas saltara de nuevo, de éxtasis, mientras el falo de su marido golpeaba tan duramente sus paredes vaginales, estirándolas a su mero placer, rozando cada punto sensible, en especial cuando una de sus manos apretaba su colita para estimularlo, pero no termino ahí , cuando la otra mano de Samuel. Se metió entre sus piernas para que con sus dedos encontrara su clítoris, y comenzara a estimularlo, incrementando su nivel de placer, provocando que Rubius se perdiera en la abrumadora locura del placer carnal, el pobre estaba tan perdido que volteo sus ojos hasta ponerlos en blanco, sintiendo como su coño con cada embestida dejaba Salir chorros de su miel. Ni siquiera podía prestarle tanta atención a Samuel, pero si podía captar su mensaje. - Dejar que te llene con mis cachorros, Tu dois être aussi obéissante que possible, putain sans vergogne, car je jure que si tu ne portais pas mon fils, je t'enchaînerais tout de suite à mon donjon et t'utiliserais comme mon punching-ball personnel. (debes ser lo más obediente, puta descarada, porque te juro que si no fuera porque cargas a mi hijo, ahora mismo te encadenaría a mi calabozo y te utilizaría como mi saco de boxeo personal).- Expreso Vegetta en ese trance de placer. Cada palabra era un mandato, cortante y firme, como un látigo que marcaba territorio. Los ojos, intensos y penetrantes, miraban fijamente, como si pudieran ver a través del alma de quien le escuchaba. El tono dominante era como un vendaval, arrastrando consigo cualquier atisbo de resistencia. Cada palabra, cada pausa, estaba meticulosamente calculada para imponer respeto, para afirmar la supremacía indiscutible de quien hablaba. El poder se filtraba a través de su voz, envolviendo a Doblas en una atmósfera cargada de sumisión y obediencia. El pobre ni siquiera podía contestar cuando estaba en un éxtasis, la respiración, entrecortada y profunda, sigue el compás de un corazón que late desbocado. A esas alturas agradecía tener una almohada amortiguando su vientre regordete, o juraba que las embestidas de su esposo, la fuerza que ejercía como para que la cama comenzara azotar contra la pared, al mismo tiempo que rechinaba, con esa misma fuerza arremetía contra su ya maltratada vagina que comenzaba a hincharse por los azotes tan sonoros, al mismo tiempo se tornaba rojita, juraba que si no fuera por eso pudiera haber lastimado a su hijo.-¡CONTESTA!- ordenó, sus labios curvados en un rictus de deseo, cada sílaba llena de un éxtasis intenso y provocativo. La orden era un susurro ardiente que se deslizaba por la piel como una caricia de fuego, dejando una fuerte nalgada contra el culo del hibrido que grito de dolor y placer al mismo tiempo, hasta dejarle una furiosa marca de su mano contra su piel lechosa. -Ah~ ahhh , ah~ ah, t-tie… tienes razón~, ¡AH!, ¡TE A-AGRADEZCO AHH AH~!, ¡QUE ME HAYAS HECHO TU ESPOSO SAMU!~- Dijo sumisamente y siendo controlado por su lujuria, su frenesí explosivo de esas sensaciones carnales, el éxtasis invadió a Rubius mientras sentía como su coño estaba siendo castigado, con esas duras embestidas, con esa sobreestimulación en su cuerpo, tanto que podía sentir como pronto llegaría a su orgasmo, ni siquiera podía pensar bien, cuando Samuel actuaba de esa forma, domándolo, fornicándolo como si no hubiera mañana, el añoraba no haberse quedado embarazado, solo para volver a sentir como Vegetta hundía todo su pene hasta atravesar su útero, solo para volver a sentir esa emociono de ser fertilizado y apareado. Fue tanta la emoción de Rubius que no aguanto las ganas y sin avisarlo, sintió una nueva sensación tan abrumadora, su vientre se contrajo incluyendo sus paredes vaginales, que apretaron tan duro que Samuel soltó un jadeo tan placentero, por esa nueva estreches cuando Doblas sintió como su clímax lo abrumaba y terminaba corriéndose en la polla de Vegetta, haciendo que su squirting saliera disparado hasta terminar por empapar el vientre de su esposo, el pobre termino por dar un fuerte gemido tan alto mientras sentía que su orgasmo lo dominaba al mismo tiempo que comenzaba, a sentir como el pene de Samuel palpitaba adentro suyo, junto con sus paredes vaginales que apretaban tan rico por culpa del orgasmo. Rubius no dudo en dejarse caer haciendo que su coño dejara salir la polla palpitante de Samuel, la cual aún no se había corrido, por lo contrario el osito estaba tan jadeoso por ese orgasmo tan fuerte, que hizo que su mundo se nublara en ese éxtasis, el pobre descansaba en el colchón mientras sus ojos esmeraldas trataban de mantenerse abiertos. Un estremecimiento de ira recorrió el cuerpo de Vegetta cuando se dio cuenta de que Rubius había alcanzado el clímax sin su permiso, desafiando las reglas no escritas de su mundo privado. La lujuria y la posesión que solían danzar en sus ojos se transformaron en una mezcla de incredulidad y furia. Sus labios, que solían susurrar órdenes seductoras, se curvaron en un gesto de disgusto y desdén. Vegetta, un ser acostumbrado a la obediencia sin cuestionamientos, se sintió irritado. -¿Cómo te atreves?-gruñó Vegetta, su voz cargada de ira y decepción. Por lo que este no permitió que Rubius descansara cuando lo tomo de sus brazos hasta de sus muslos, para hacer que ambos cayeran atrás provocando que Doblas quedara arriba de Samuel, provocando que ambos quedaran en la posición de Nelson. Para Doblas fue un poco doloroso porque su vientre de embarazo hacía que fuera difícil mantenerse en ese lugar, pero estaba aterrado, porque a Vegetta no le gustaba que Rubius se corriera antes a menos que fuera mientras el mismo lo hacía, o después, porque sin embargo su esposo se lo prohibía.- Esto te enseñara a ser un osito obediente.- Pronuncio de forma autoritaria, antes de alinear su polla contra la vagina hipersensible de su marido, Rubius quiso moverse pero al estar esa posición tan sumisa era tan difícil mover su cadera, exponiendo su pobre coño maltratado. -Vegetta ah~… n-no, no, aun estoy muy sensible. - Dijo el pobre hibrido de oso sufriendo su post orgasmo, estaba tan ansioso por un descanso su pobre vagina había sido maltratada, pero su sensibilidad era extrema en ese punto , solo para que Samuel quisiera forzarlo a recibirlo de nuevo seria mucho para que Doblas soportara antes de que se desmaye por ese placer extremo. -Oh~ Rubius, solo se un buen esposo y abre muy bien tu coño.- Menciono Vegetta sonriente con esa voz espeluznante y controladora, porque sabía que pronto haría que su osito volviera a sentirse abrumado, ni siquiera le permitió separarse cuando dio otra estocada tan fuerte y dura, contra la vagina de Ruben, solo para que este volviera a golpear su cérvix. No le dio tiempo ni siquiera un descanso cuando Samuel, comenzó arremeter contra las paredes vaginales del hibrido de oso, que no paraba de gemir y gritar de éxtasis, Rubius se encontraba atrapado en un remolino de emociones tumultuosas. Su piel estaba impregnada de un rubor ardiente. Cada inhalación era agitada, su aliento escapándose en ráfagas cortas y entrecortadas mientras su pecho se elevaba y caía con la intensidad del momento. Sus labios, entreabiertos, revelaban una lengua que se asomaba tímidamente, húmeda y ansiosa. Los ojos de Rubius ahora estaban velados por el éxtasis, perdidos en un abismo de placer abrumador. Las pupilas dilatadas de sofocadas mostraban una lujuria incontrolable, una necesidad avasalladora que lo consumía por completo. Vegetta se encontraba envuelto en una danza oscura de deseo y dominación. Sus ojos, centelleantes como dos gemas en la noche, estaban fijos en Rubius, cuyo cuerpo estaba arqueado en un éxtasis abrumador, como una marioneta en manos del mismísimo dios del placer. Cada gemido que escapaba de los labios de Rubius era como una melodía prohibida, una sinfonía del deseo que resonaba en las paredes de la estancia. La sonrisa de Vegetta era un halo de satisfacción y poder, su corazón latiendo al ritmo de los gemidos que llenaban el aire. En cada movimiento, en cada toque experto, mientras con sus caderas daban golpes certeros contra la vagina de su esposo, su pene entraba con rapidez y crueldad, abriendo sus paredes como si nada golpeando cada punto sensible, Vegetta sentía el poder que tenía sobre Rubius, el control absoluto que ejercía sobre su amado esposo. Era un éxtasis de sometimiento, un placer oscuro que encendía las llamas del deseo en el corazón de Vegetta. La emoción fluía a través de Vegetta, una marea de poder y deseo que lo inundaba por completo. Había algo intoxicante en ver a Rubius rendido ante él, perdido en un océano de sensaciones abrumadoras, el chapoteo tan obsceno se escuchó por toda la habitación, el ruido de choque de pieles húmedos dominaba el lugar, al punto que cada embestida provocaba que, al salir su pene, un chorro de miel saliera del coño de Rubius, para terminar, salpicando con cada estocada. Fue tan agresivo y bestial, que ni siquiera le importo que lastimara el vientre de Rubius, sabía que después de esto tendría que conjurar un hechizo curativo por si las dudas. Samuel gruño de placer, cuando sintió como su miembro palpitaba tan deliciosamente, que dio una ultima embestida haciendo lo mas profundo posible, aunque para su desgracia no iba a atravesar la cérvix, por lo que llegar al tope solo para terminar por llegar a su primer orgasmo de la noche, pero en un movimiento involuntario de Rubius este término, por mover su cadera provocando que el miembro de Vegetta saliera y terminara por manchar su vientre regordete, sus labios vaginales, hasta las sábanas debajo de ellos. Ambos se encontraban cansados y agotados, Vegetta aun lo sujetaba por lo que, con mucho cuidado, acostó a Rubius a lado suyo y con lo que tenia de su energía, puso sus manos en su vientre para poder crear una aura verdosa, para que pudiera curar el daño que había provocado al cachorro por esa sesión agitada. Ambos no podían parar de respirar con rapidez, dejando en claro que estaban bastantes cansados. Se habían dicho bastantes cosas, que podían ser mas dolorosas de uno que para el otro, pero así era su relación, realmente hacia que el hibrido de oso después de esa abrumadora sensación comenzara poco a poco a recobrar el sentido, este miro de reojo a Vegetta que seguía brindándole esa curación extra.- Juro que si algo le pasa a Spreen, hare que te arrepientas por el resto de tu vida.- Amenazo el oso mientras trataba de moverse para quedar de lado, para poder estar más cómodo. Nombrando así a su precioso hijo que esperaba con emoción. Samuel solo se rio de su amenaza vacía, total a sus pensamientos si no lograba concebir al cachorro podía intentar otro y listo. No era algo que realmente fuera tan importante, después de todo a diferencia de Rubius, no se sentía tan apegado a su hijo, por lo mismo que preferiría mil veces tenerlo en sus brazos ya fuera del cuerpo de esposo, en vez de que estuviera adentro donde cualquier cosa podía lastimarlo o hacer que Rubius tuviera un aborto espontaneo. Después de todo Vegetta consideraría un hijo débil y que no merecía la pena de vivir, si simplemente con algo mínimo hiciera que Rubius sufriera eso, algo bastante enfermo en los pensamientos de ese rey maquiavélico. -Lo que tu digas osito~.- Ronroneo en su voz mostrando desdén ante sus palabras, para luego acercarlo tomando sus caderas hasta terminar en una posición de cucharita, Doblas por su parte sentía un poco de dolor en sus piernas y caderas, siendo bastante normal, estaba sucio y pegajoso con todo. Mientras que Samuel al igual estaba empapado de sudor y fluidos. Pero ambos sentían bastante tranquilidad y consuelo en los brazos del uno del otro. Rubius sabia que esto se seguiría repitiendo, era un circulo vicioso, pero a pesar de todo aun así quería seguir en ese lugar, con Vegetta, en esa relación, querer formar una familia estaba dentro de sus sueños, ya que desde que cuido a Titi supo que deseaba tanto ser padre, además Samuel cumplía bastante todas sus expectativas, sabia que aunque Samuel fuera un maniaco del poder, Ruben podía controlar a su gusto al rey, ya que a pesar de todo su marido seguía siendo bastante fiel su amor por su osito y viceversa, un amor bastante corrosivo que compartían mutuamente pero si eso los hacia felices entonces estaba bien para ellos. Pero hay veces que Ruben solo deseaba tener una relación normal, sin tener la carga pesada mental de estar de marido con Samuel de Luque. Antes de que pudiera decir otra cosa Rubius se estremeció cuando sintió los labios de su amor, besar sus hombros, cuello hasta espalda, este solo se volteo un poco para que ambos pudieran besarse después de todo lo que pasaron, dejando al fin libremente esas emociones turbulentas que acomplejaban los corazones de ambos, el amor que sentían podían demostrarlo en esa acción tan simple pero tan poderosa, que cuando se separaron Ruben solo sonrió suavemente.- Vamos a dormir.- Ordeno la reina, mientras volvía a su posición para acorrucarse bien, mientras se dejaba tapar por los brazos de Vegetta, que con su magia, hacia levitar las sábanas que ya hacían en el suelo para tapar sus cuerpos desnudos y calientes. -Descansa Doblas.- Dijo Vegetta con una sonrisa ya más calmada, después de ese día tan abrumador al fin podía descansar, a lado de su esposo adorado, la cual podía corromper a su gusto como lo hizo hace unos segundos. Ruebn por su parte cuando sintió como Vegetta respiraba con tanta tranquilidad, fue entonces que este cerro sus ojos en busca de volver a dormir, para perderse en el mundo de los sueños. Pero una voz comenzaba a llamarlo suavemente, se estaba volviendo tan intenso que sus orejitas se movían con suavidad en busca de detectar quien lo llama, solo para que despertara de golpe al sentir unas tiernas manitas tocando sus manos, este abrió sus ojos de golpe, despertando de ese sueño que poseía recuerdos de su pasado, mientras miraba alrededor del lugar donde se encontraba, solo para observar que estaba en un balcón grande, Rubius se encontraba sentado en una silla bastante cómoda, podía ver las macetas de las flores decorando el lugar, el cielo tan hermoso que mostraba el atardecer, las hojas de los árboles susurraban secretos al viento, los aromas frescos de la tierra y las flores llenaban el aire. El viento, un amante suave y apasionado, jugaba con los cabellos de Rubius junto con su pequeño acompañante, levantándolos con cariño despertando aun mas al hibrido de oso, podía ver el horizonte donde notaba un pueblo hermoso pero enorme que había crecido con el paso de los años, a pesar de la tiranía de Luzu aun así Karmaland seguía siendo bastante prospero, al mismo tiempo que la naturaleza se volvía mas hermosa y combinaba a perfección con ese pueblo. Estaba respirando con agitación en esos momento, queriendo recuperar su cordura después de despertar de golpe de esa forma.- ¡Mamá!- Grito un pequeño hibrido de oso, un adorable osezno de tan solo 6 años, que estaba sujetando las manos de Rubius. Doblas miro hacia abajo para observar a su precioso cachorro, con la mirada preocupada y ansiosa de ver a su madre alterado por algo. Rubius solo se dedico una sonrisa mientras con su mano acariciaba sus mejillas, solo para otra como los ojos amatistas de su hijo se calmaba, analizo a su hijo y guardo silencio unos segundos, sintiendo un poco de molestia al saber que Samuel había ganado la batalla de los genes. Porque literalmente su lindo cachorrito se parecía casi totalmente a Vegetta, al poseer un cabello negro como el ébano, sus ojos amatistas y hasta su carita, lo único que había heredado de Rubius era ser un hibrido de oso también. Su pequeño niño miraba a su madre con mucha ansiedad tanto que sus ojitos amatistas comenzaban a cristalizarse, cosa que Ruben rápidamente se preocupó y tomo al pequeño para levantarlo y sentarlo en su regazo para abrazarlo.- Hey, no te preocupes, Spreen. Todo está bien, mami está bien.- Respondió besando la mejilla de su cachorro que simplemente asintió y abrazo a Ruben fuertemente, con una sonrisa más relajada. Rubius por su parte estaba tan feliz al tener a su cachorro en sus brazos, había pasado por tanto pero al fin podía tener a su hijo entre sus manos, Ruben cumplió uno de sus sueños al tener un cachorro propio. Ya habían pasado 6 años desde ese recuerdo, ahora las cosas eran bastante distintas, a pesar que el pueblo seguía bajo el orden del alcalde Luzu, este se suavizo por los años y permitió que Karmaland volviera a recuperar su belleza, aunque las cosas ya se habían calmado, el suponía que por la edad del alcalde que ya había madurado y dejado ir a Quackity, que para desgracia del de ojos carmín nunca regreso. Bueno eso creían todos, menos Rubius que en secreto veía a su mejor amigo y se llevaba consigo a Spreen para conocerlo, seguían comunicándose por cartas, pero obviamente con un apodo diferente para que no lo encontraran, como era de esperarse Vegetta en dado momento se dío cuenta, pero si su reina lo quería lo dejaría pasar mientras lo haga feliz, aunque claro este tampoco le diría a Luzu ya que no es de su conveniencia. Mientras por la parte de Rubius seguía siendo esa maldita reina malvada a lado de Vegetta su rey maquiavélico, pero había llegado a un punto donde simplemente no le importaba a esas alturas nada de los comentarios de los demás. Solo era feliz en su burbuja a lado de su adorable hijo y esposo. Ni siquiera noto cuando una sirvienta llego detrás de él para hablarle. - Mi reina, mi señor acaba de llegar de su viaje.- Pronuncio la criada con una reverencia. Spreen al escuchar eso sonrió y bajo del regazo de su madre, para poder correr hacia la salida, con esos ojos iluminados de emoción y una ferviente felicidad al saber que su padre volvió de sus misiones.- ¡Mami!, ¡Papi volvió!, ¡Papi volvió!.- Repitió el osezno mientras jalaba el vestido de su madre para que se levantara y fuera con él para recibir a Samuel. - Tranquilo, Spreen, ya voy. Tu papi no se va a ninguna parte, ¿vale?- Respondió Ruben a su niño tan energético mientras se levantaba y caminaba detrás de su bebé, que daba brincos y corría por los pasillos en busca de Vegetta.- ¡Spreen!, ¡por dios no corras te caerás!.- Grito el hibrido de oso castaño, estando bastante preocupado de que su niño fuera a lastimarse, mientras iba detrás de él a pasos apresurados, a veces podía ser bastante sobreprotector con su cría, pero no podían culparlo su hijo había salido bastante imperativo. Solo vio como enfrente suyo a unos metros de distancia un hombre alto que aunque poseía una cicatriz en su ojo derecho, producto de una de sus misiones de alto riesgo, seguía siendo tan guapo y atractivo como era de esperarse, Samuel solo se volvía más sensual cuando pasaban los años, su traje, tejido con las telas más finas y resistentes del reino, se adorna con detalles intrincados. La chaqueta ajustada resalta sus musculosos hombros y está adornada con bordados dorados que forman patrones geométricos, brillando como estrellas en una noche despejada. La camisa de seda, suave al tacto, se ajusta perfectamente a su torso, revelando su poder sin necesidad de palabras. Pero es su capa morada la que realmente roba la atención. Fluyendo majestuosamente detrás de él, desde un púrpura oscuro y misterioso hasta un violeta brillante y deslumbrante. En el cálido resplandor del atardecer, ve a su hijo, una chispa de alegría y amor en sus ojos, correr hacia él con los brazos abiertos. El pequeño héroe en ciernes, con la misma valentía y curiosidad en su mirada que su padre, no puede contener su emoción. Su risa cristalina llena la habitación mientras se precipita hacia su padre, cuando finalmente se encuentran, Vegetta se agacha para recibir a su hijo en un abrazo cálido y amoroso. Los brazos del niño se envuelven alrededor del cuello del héroe con fuerza, como si intentara absorber todo el coraje y la determinación que su padre lleva consigo. Rubius al ver esto sintió con su corazón se volvía errático por lo enternecimiento que sentía en esos momentos, observando la escena sus ojos llenos de ternura y emoción mientras presencia el amor puro que fluye entre su esposo y su hijo. Una sonrisa tierna y orgullosa se forma en sus labios mientras ve cómo el pequeño héroe se aferra a su padre, buscando consuelo y seguridad en los brazos que tantas veces lo han protegido. Desde que nació Spreen este se volvió de inmediato la duración y el máximo orgullo de Vegetta, el rey simplemente presumió a su hijo a todo el pueblo y más cuando estos salían a un lugar cualquiera. Para Spreen, Vegetta es su héroe, un padre increíble y un ejemplo a seguir, de hecho Rubius admitía que por culpa de Samuel, su precioso bebe se estaba malcriando, aunque no le molestara ya que admitía que también lo mimaba, aunque agradecía que Spreen no haya sido tan mal educado. Ruben dio una suave sonrisa, ya que Vegetta había intercambiado miradas con él, fue entonces que conectaron de inmediato. Sabia que su esposo quería ser recibido ahora por Rubius, por lo que el hibrido de oso castaño también sentía bastante la emoción por ir con su marido y poder besarlo, como abrazarlo. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba bien de esa forma, a pesar que su relación se calmó un poco de sus acciones turbulentas, de alguna forma estos cambiaron para poder volverse un poco mas sanos, pero eso no quitaba el hecho de que Vegetta fuera de casa, seguía siendo un líder tirano a la hora de enfrentarse a sus enemigos, volviéndose un ser bastante cruel a pesar de todo, mientras que Rubius seguía siendo esa reina malvada, amante de las joyas y la moda, que miraba a otro lado cuando su marido hacia sus genocidios ya sea por órdenes por Luzu o por gusto propio. -Al final no era tan malo después de todo.- Pronuncio Ruben en un susurro para sí mismo , respondió a su propia pregunta que se hizo antes de dormirse y tener ese sueño, recordando todo lo que paso y en lo que llegó. Estaba bastante feliz y cómodo con lo que tenía, pero para él estaba bien y eso es lo que importaba. El de ojos esmeraldas solo dio un paso hacia adelante, para poder unirse a su esposo e hijo, en ese abrazo lleno de amor y familiar, ignorando el hecho de que eran los reyes del mal. ╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺╰⊱♥⊱╮ღ꧁ ꧂ღ╭⊱♥≺
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