***
Shinichi no podía sentir la presencia de Kid en este atraco, nunca antes le había pasado. Y eso solamente hizo que su preocupación aumentara. «¿Tal vez, todo este tiempo eso fue una cosa del apotoxin?». No pudo evitar pensar. «O tal vez Kid no vino». Esa idea tampoco pareció mejorar su estado de ánimo. Lo cual le pareció raro. «Bueno, supongo que lo extraño, quiero decir, me ha ayudado mucho, somos una especie de amigos. ¿No? Puedo extrañarlo». De algún modo sentía que se estaba dando excusas a sí mismo. No tuvo tiempo de continuar perdiéndose en sus pensamientos porque llegó la hora del robo. Una risa llenó el lugar, y fue la primera cosa que le hizo sentir que algo estaba fuera de lugar. «Esa no es su voz». O al menos no la voz habitual que Kid solía usar. Una vez estuvo frente a los presentes. Shinichi notó que la ropa que llevaba no era exactamente igual al traje típico de Kid. Para empezar, en la parte superior de su sombrero donde se encontraba la cinta celeste había un lazo. Segundo, su monóculo lucía extraño, la punta donde siempre se encontraba el trébol ya no se veía verde, sino rosa. Y tercero, pero no menos importante, el llamativo, pero extravagante cabello largo y pelirrojo. «¿Es un imitador?». Pensó que tal vez si fuera un amigo o asistente de Kid esta persona luciría el traje original tal y como era. Tenía que admitir que el aspecto extravagante que le daba su cabello quedaba muy bien con la imagen de Kid, sin embargo, su cabello era lacio, no rizado como el de Kid. Y no iba a permitir que ningún imitador se atreviera a usar la imagen de Kid. Necesitaba hacerle preguntas, saber si estaba relacionado o no con el Kid original, porque para él, el Kid que conocía —y amaba—, aunque no fuera el primero, era el original.***
Para ser justos, esta no fue idea de Kaito. En su opinión, Akako estaba exagerando cuando le dispararon, aunque ella se enojó mucho con él cuando intentó minimizarlo. —¿Eres estúpido o te haces? —La voz de la mujer podía escucharse resonar por todo el bar. La furia en sus ojos era notable. Kaito ni siquiera se atrevió a mirarle la cara, ni siquiera podía contar con Jii para apoyarlo, por él incluso estaba del lado de ella, dándole una mirada severa. No expresaba un enojo como el que la bruja mostraba, pero podía notársele poco feliz por cómo había resultado todo. —Estoy bien, no te preocupes, todavía tengo un brazo bueno. Él de verdad creyó que sería bueno bromear con la situación, pero eso solo provocó que Akako se acercara a él y le presionara la herida del brazo, sacándole un pequeño grito. —¡¿Por qué hiciste eso?!— El tono de su voz era entre molesto y adolorido. —Porque eres un idiota que no se cuida. —Explicó con frustración mientras se sentaba a su lado. —¿Tienes idea de lo mal que pudo salir eso solo porque no me hiciste caso? ¡Te advertí que no fueras por esa joya! ¡Te aseguré que no era Pandora! En este punto, Kaito decide que no va a preguntarle cómo sabe sobre Pandora. «Cosas de brujas». Solo lo asume. Jii no dice mucho, solamente se queda mirándolos tratando de entender la relación de este par. Mientras que Akako deja escapar un suspiro cansado, y hace un gesto de desinterés con la mano. —Como sea, ¿Qué vas a hacer? —Ahora suena menos enfadada, pero eso no quita que lo siga viendo como si quisiera golpearlo. Sabe que ella le está preguntando por la serie de robos que anunció con antelación, a los que claramente no va a poder asistir; porque aunque decidiera ir a abrirse más la herida, sabe bien que Jii no lo permitirá y, por lo que puede notar, Akako tampoco. Kaito observa a Jii, esperando a que él le diga algo; esta vez es turno del hombre mayor de suspirar. —Joven maestro, aunque me encantaría ayudarlo haciéndome pasar por Kid, ya no estoy tan seguro de poder seguirle el ritmo, viendo cómo ahora tiene enemigos mucho más intrépidos y astutos que con los que antes solía lidiar. —Jii ya no tiene la edad para correr y hacer las mismas acrobacias que Kaito, menos cuando esos tres jóvenes detectives entran al campo, o no, él no quiere enfrentarse a esos jóvenes. —Creo que lo mejor que podríamos hacer es llamar a su madre, ella hará un mejor trabajo que yo imitándolo de todos modos. Kaito abrió sus ojos de par en par y alzó la voz. —¡No, no! ¡Definitivamente no! ¡Ella no puede saber esto! Su madre no había estado del todo segura de dejarle el manto de Kid, fue por eso que lo puso a prueba disfrazándose de Kaito Corbeau. Ya había pasado esa prueba, no necesita que ella venga y haga otra vez. Tiene que hacerle creer que todo está en orden para que ella siga con su investigación sobre Pandora en el extranjero. Kaito frota sus sienes, está tratando de pensar en qué puede ser hacer, porque si él no puede hacerlo y Jii tampoco, la única opción razonable sería su madre, pero no puede hacer eso, no puede llamarla. Akako al ver la indecisión en Kaito, alza la voz. —Yo lo haré. —Tanto el mago como al asistente la miran con sorpresa. —Señorita Akako, ¿Está usted segura de eso? —Jii no parece muy seguro de dejarla hacerlo. —Ya lo he hecho antes, así que no veo por qué no deba hacerlo de nuevo. Aquello sorprende a Jii, quien mira a Kaito esperando una respuesta. —Bueno… —Los nervios se hicieron presentes en el joven mago, quien tragó saliva antes de continuar. —Cuando Hakuba apareció, hubo un incidente que no te comenté, pero… casi me atrapa. —¿Y no me dijo nada? —El tono enfadado se podía apreciar en sus palabras y esto hizo que Kaito observara de nuevo al suelo. —Solo no te lo dije para que no te preocuparas. Jii se siente frustrado y está seguro de que deben de resolver esto, porque no puede permitir que su joven maestro siga guardándose las cosas así. Si su maestro Toichi lo viera ahora, Jii realmente no sabría con qué cara decirle que su hijo se ha expuesto al peligro de tal manera. No. Jii tendría que regañar a Toichi por haberle enseñado tan joven a Kaito sobre la cara de póker. Una vez que solucionen este problema, los dos se van a sentar a hablar. —Bueno, esa vez yo me hice pasar por él para que no lo descubrieran. —Añadió Akako como argumento, tratando de que Jii no se olvidara de ese asunto por su molestia con Kaito. Jii tiene sus dudas sobre confiar en ella o no, pero debido a que con anterioridad había salvado a su joven maestro y el mismo Kaito lo había confirmado, no pensó que hubiera razones para negarse. —Joven amo, dejó la decisión en sus manos; yo lo seguiré y respetaré su decisión. Akako puede notar las dudas en el hombre, pero el hecho de que decida darle el beneficio de la duda por sus acciones ya dice mucho sobre él. Se preocupa mucho por Kaito, al igual que ella. Kaito dirige sus ojos a Akako y se le queda viendo mientras piensa, tiene sus dudas al respecto, sabe que ella no es exactamente mala y se podría decir que su relación ha mejorado después de que intentó matarlo, aunque no quiere confiar en ella exactamente por esa razón, sin embargo, la bruja no tenía la necesidad de ayudarlo hoy, pero lo hizo. Creó una ilusión para que la policía se fuera en la dirección equivocada, lo atrapó en el aire mientras caía y eliminó cualquier evidencia. Tampoco tenía la necesidad de curar sus heridas para que no fueran tan graves. Decidió que le daría el beneficio de la duda. —Bueno, si no te importa ser Kid, ¿Te harías pasar por él? En ese momento, la expresión molesta en la cara de Akako se suavizó, y le mostró una sonrisa que hizo sentir a Kaito un poco incómodo. —Pídemelo bien. El mago puso los ojos en blanco con fastidio, pero al saber que no tenía otra opción decidió solamente hacerlo. —Oh, Akako-sama, ¿Podría usted apiadarse de este pobre mortal y-... La bruja dejó caer un suspiro pesado muy expresivo para detener la oración de del joven. —Así no, tonto, solo dime que necesitas ayuda y te la daré. Aquello dejó a Kaito sin palabras, incluso parpadeo un par de veces por la sorpresa. Lo había tomado con la guardia baja. Una pizca de timidez se instauró en él. Guardó silencio un momento tratando de recomponerse porque no esperaba que ella le dijera eso. —¿Puedes ayudarme? —De algún modo, eso había hecho que se sintieran más avergonzado. Decirlo directamente era extraño. Necesito todo de sí para no sonrojarse. Una pequeña y dulce risa salió de los labios de Akako. —Será un placer. Y fue así como ella había terminado por cubrir a Kid. Oh, bueno, así fue como ella se convirtió en el cuarto Kid. Al principio, no iba a dejarse el cabello suelto, pero pensó que sería una adición divertida y un recordatorio de que Kid puede optar por otras apariencias, como si fuera un cambiaformas, algo muy mágico en su opinión. Akako hacía lo mismo que Kaito, entraba y realizaba un espectáculo, la única diferencia es que la magia de ella era real. Decidió aprovechar esta oportunidad para hacer hechizos extravagantes y tontos que antes no se hubiera atrevido a hacer; todo por el personaje de Kid, o al menos así se excusaba. Akako como Kid se sentía más libre, se preguntaba sí por esa razón le gustaba a Kaito serlo a pesar de lo malo que venía con él. Le gustó poder entender mejor al mago. La bruja llevaba siendo consciente de sus sentimientos desde hace un tiempo, esa fue la razón por la que se ofreció a ayudarle, y por la que se encontraba preocupada por él. Decidió dejar de lado la enemistad que se supone tienen los magos y las brujas, por qué Kaito era más importante para ella que una vieja rivalidad. Y sabía que era un pensamiento egoísta, pero ella tampoco es que fuera un hada bondadosa del bosque, no, era una bruja. Ella era dura, era fría y lo sabía, pero también no era todo lo que quería ser. Akako estaba decidida a ganarse el afecto de Kaito, sin importar lo que tuviera que ser. Algo que había descartado completamente era en hacerle daño Aoko, porque sabe que es una persona muy importante en la vida de Kaito y quizás también era la única persona que podría darle una mano para hacer que él se fijara en ella. Si bien originalmente se acercó a Aoko por esos motivos, la chica se había logrado hacer un lugar en el corazón frío de Akako. Ella era dulce y agradable, a la bruja le gustaba poder llamarla su amiga. Sin embargo, había otras personas que no merecían su perdón, ni su piedad. Entre ellas, un trío de detectives que, hasta donde sabía —porque les estaba siguiendo la pista—, intentaron acabar con la vida de su amado y eso, no lo iba a permitir. Esos idiotas se atrevieron a intentar hacer llorar a su amiga y también a lastimar a la persona que más amaba. Bueno. Ella estaba más que feliz de darles una lección. Por supuesto, Kaito no estaría de acuerdo con eso, pero lo que él no supiera no iba a dañarlo. El primero en sufrir su venganza fue Hakuba. Con él no fue tan duro debido a que ya se conocían previamente y era uno de sus fervientes admiradores. Akako decidió que para que esto fuera divertido, rompería el hechizo que tenía sobre los hombres mientras estuviera haciéndose pasar por Kid, así también no habría evidencia de que la inculpara. Lo que le hizo a Hakuba fue divertido, pidió un asistente en medio de su audiencia, por supuesto, su audiencia eran civiles y la policía. Lo que hizo con el detective de Londres fue que, cuando él intentó acercarse, levantó una de sus manos y con su dedo índice, lo señaló, movió su mano hacia arriba, después abajo, a continuación la dirigió hacia un lado y luego al otro. Los presentes estaban impresionados con lo que estaban viendo, porque Hakuba comenzó a levitar moviéndose de un lado a otro, tal como la mano de Kid. Luego lo dejó caer. Hakuba estaba anonadado, porque él no sintió ni un maldito hilo sujetarlo, inspeccionó su ropa con detalle, pero no encontró nada. Su ídolo, Arthur Conan Doyle, había creído fielmente en las artes místicas; por lo tanto, comenzó a considerar la posibilidad de que tal vez, solo tal vez, la magia era real. «¿En qué diablos se metió Kaito para hacer magia mística de ese tipo?». Se preguntó así mismo Saguru, a las tres de la mañana, mientras leía un libro de hechicería. El siguiente fue Hattori, que casi le quitó un ojo a Kaito. Lo mal que eso pudo salir, solo la hacía enfurecer más. Una vez que se encontró con él, lo que hizo fue robar una armadura, y la encantó para que Hattori estuviera encerrado en ella por un mes, luego lo empujó de la azotea del edificio, por supuesto, todos los presentes creían que Hattori moriría, pero no fue el caso, ya que usó su magia para detener la caída antes de que muriera, solo quería darle un susto. Luego, cuando se estrelló contra el suelo y no le pasó nada, comenzó a reírse. —¡Eso fue por lo del ojo, querido detective! —Gritó Akako, y se fue volando en su escoba, dejando a los presentes incrédulos de lo que veían. En ese momento, Hattori decidió ir con Kazuha. Ella le comentó que sentía unas muy malas energías viniendo de él y que irían a hacerle una limpieza con hierbas al día siguiente. La persona a la que más tenía ganas de enfrentarse, era el demonio de la luz. Ese detective se había atrevido no solo a intentar dispararle a Kaito, sino también a casi explotarlo, a intentar dormirlo mientras navegaba a su ala delta para que cayera su muerte. Él no era santo de su devoción, e iba a demostrarle porque ponerse del lado malo de una bruja era lo peor que podía hacer. Quería hacer algo que le doliera. Él necesitaba pagar. Y definitivamente, Kaito no debía enterarse, porque sabe el extraño favoritismo —en el que no le gusta pensar— que tiene por él. Es por eso que cuando lo vio entre los invitados de está noche se emocionó mucho. Por fin su venganza estaba por comenzar. Debido a que quería reunirse pronto con él, decidió hacer que él fuera el único que pudiera seguirla, lanzó un hechizo para que todos menos ellos dos vieran el edificio como un laberinto, por lo que las personas empezaron a perderse entre los misteriosos pasadizos que salían. Aunque realmente no había pasadizos, solo era una ilusión. Como era de esperar, Shinichi no le prestó atención a lo demás y se centró en ella. Cuando comenzó a correr detrás de ella, Akako se giró y con burla pronunció: —¡Oh, gran detective! ¡Parece que al fin decides hacer acto de presencia en uno de mis atracos! El tono con el que lo decía era condescendiente, haciendo énfasis en que no creía que era un gran detective, como si Shinichi fuera una broma. A Shinichi no le gustaba que una persona ajena —que no era Kid—, le llamara de ese modo. Ese fue el apodo que Kid usaba para él; era especial, algo de ellos. «¿Con qué derecho se atreve a usarlo con su sucia boca?». Estaba molesto. ¡Iba a meter a ese impostor o impostora a la cárcel! ¡¿Cómo se atrevía a usar algo que Kid usaba solo con él?! Finalmente, ambos llegaron a la azotea. Akako llegó primero, no tenía prisa, pero aun así, se tomó la molestia de revisar la joya antes de hacer su travesura. No hubo suerte, no era Pandora. En ese momento escuchó la puerta detrás de ella abrirse, y supuso que era el detestable, demonio de la luz. —¿Quién eres tú? —Al escucharlo, Akako se dio la vuelta y lo miró con fastidio, ni siquiera ocultó su desagrado. —Yo soy Kid, ¿No es obvio? —La bruja se aseguró de usar un tono en específico para molestar al detective, le hablaba como si conversara con la persona más tonta del mundo y tuviera que explicarle las cosas como si fuera un niño de primaria. Algo que a Shinichi le molestó mucho. —No, no lo eres, tu traje es muy diferente al de él; a lo mucho, podría decir que eres una imitación. Además, Kid es hombre. Akako le puso los ojos en blanco ante la endeble deducción. —¿Sabes que Kid puede adoptar cualquier apariencia que quiera? De eso se trata la magia. —Por favor, la magia no es real. —El disgusto con el que lo dice se refleja en la mueca de disgusto que hace. —Solo eres una maga de segunda que resulta ser lo suficientemente convincente como para que todos crean que eres KID, aunque no lo eres. —¿Maga de segunda? —Repitió, se sentía ofendida. —Cómo se nota que no sabes con quién estás hablando, si yo quisiera, podría devolverte a la edad de siete años. La pelirroja le dedicó una sonrisa, y con burla comentó: —¡Oh, espera! ¡Acabas de recuperarte de eso! ¿No, pequeño Conan? Shinichi se tensó en ese momento, muchas preguntas abordaron su mente: ¿Cómo es que ella sabía de Conan? ¿Kid se lo dijo? No, él nunca lo haría. Quizás era extraño poder confiar en un criminal, pero a él no le parecía ese tipo de persona. Aun así, sintió terror, ¿Qué pasaba si ella en realidad estaba con los hombres de negro? No, él se deshizo de esa organización, entonces… «¿Cómo es que ella lo sabe? ¿Quedaban personas de la organización?». Akako se cruzó de brazos, muy poco impresionada por las reacciones de Shinichi. «¿Qué es lo que ve Kaito de especial en él?». La bruja ladeó un poco la cabeza, tratando de comprender los disparates que murmuraba para sí mismo el detective, a la par que caminaba en círculos frente a ella. —Deja de sobre pensar, estúpido. —Shinichi detuvo sus pensamientos, cuando iba a comenzar a interrogarla, ella lo interrumpió. —En primer lugar, no, Kid, no me lo dijo. Sintió la necesidad de aclararlo, porque tampoco quería meter a Kaito en un problema. —Tampoco soy parte de esa tonta organización que te encogió y blah, blah, blah mató gente. La bruja lo mencionó con tanto desinterés que generó una mueca de desagrado a Shinichi. Para Akako era irrelevante lo que le sucediera a personas que no conocía; después de todo, las únicas dos personas en el mundo que amaba, estaban a salvo. —La única razón por la que sé todo eso es porque soy una bruja, Lucifer me lo dijo. Shinichi no sabía qué decir ante esa respuesta. —¿No me crees? No te preocupes, pronto lo sabrás. Ya que tú me debes mucho. Akako hizo un gesto con la mano, haciendo que la puerta se cerrara de un fuerte golpe por atrás; el detective se giró por el impacto, luego volvió a mirarla a ella. —Fue el viento. —La señalo con su dedo índice, y negó con la cabeza. —No, no fuiste tú, fue el viento. Estaba tratando de convencerse a sí mismo de que esto no estaba sucediendo, era una pesadilla. Esto no podría ser real. Esto era una broma muy elaborada. Quizás Kid se estaba burlando de él. —No, esto no es una broma. Que ella supiera exactamente lo que él estaba pensando lo dejó sin palabras. —¿Cómo puedo leer tu mente? Por favor, la telepatía es cosa básica de bruja. —Ella chasqueó los dedos y un círculo de fuego los rodeó a ambos. Shinichi odiaba las situaciones donde se sentía vulnerable o que le hacían recordar cómo fue que terminó convirtiéndose en Conan. No estaba seguro de que iba a hacer, pero alistó sus zapatos para lanzar un balón de fútbol; no le importaba que ella fuera una chica. Esto es una situación de peligro y necesitaba defenderse, pero casi como si fuera una broma del destino, sus zapatos sufrieron un cortocircuito. —¿Qué por qué?—Estaba tan confundido porque esos zapatos no habían fallado desde que el doctor Agasa se los dio. —¿Y sigues creyendo que no soy una bruja? No le creía. Aun así, decidió preguntar, requería de más información. ¿Quién era ella?, ¿Cómo sabía todo eso? —De forma real, porque dudaba que Lucifer se hubiera presentado en su casa y se lo dijera—, ¿Y qué tipo de relación tenía con Kid? Porque al menos por la forma de hablar, daba a entender que ella lo conocía de manera personal. —Al menos dime, ¿Cuál es tu relación con Kid y por qué parece que no te agrado mucho? —Tú. —Lo señala. —Te has atrevido a lastimarlo incontables veces y a pesar de todo eso, por alguna razón tonta o sentimental, se ofrece a ayudarte de nuevo cada vez, de corazón, no lo entiendo. Bueno, podía intuir que no le agradaba que lastimara a Kid, tal vez solo era una fanática loca de él, pero la cuestión era que ella estaba refiriéndose a momentos específicos de su relación con el ladrón, y a pesar de su actitud hostil, no parecía una demente. —¿Qué eres de Kid? —Cuestionó aún con más dudas sobre lo que ella decía. —Por ahora, no mucho. — Akako incluso expresó su disgusto ante eso. —Él es la persona que más amo en este mundo, y odio que otras personas se atrevan a lastimarlo, eso hace que yo quiera lastimarlas. —No creo que a él le guste eso. —Si bien Kid podría ser un poco problemático y caótico, no era un asesino. Al propio Kid no le importaba quedar como el malo del cuento si podían ayudar a las personas, muchas veces priorizo incluso la seguridad de los demás antes que una joya, así que, eso le daba mucho a Shinichi para pensar sobre su personalidad. Él definitivamente no estaría de acuerdo. —Tienes razón, a él no le gusta la gente que mata, mutila o que obliga a otros a cometer canibalismo. —Sus palabras fueron pronunciadas como si estuviera diciendo: “hubo mal tiempo hoy, qué molestia”, el desinterés que demostraba, hacía que se preocupara por la sanidad mental de esta persona. «¿Por qué Kid se relaciona con alguien como ella?». El pensamiento de Shinichi fue contestado en voz alta por Akako. —Es por eso que lo amo, porque él es diferente, él puede ver cosas buenas en las personas, aunque no lo merezcan. —No sonaba como Sonoko, su tono era más frío y parecía que lo decía porque reconoció que ella no era exactamente una buena persona. Luego dio un suspiro de desagrado, cambiando su tono a molestia. — Lo que más odio es que tú también entras en esa categoría; de todos modos no te mataré, él me odiaría si lo hiciera, aunque eso no quiere decir que no voy a atormentarte un poco. En ese momento, la bruja alzó su mano y Shinchi despegó sus pies del suelo, estaba colgando de cabeza, intentó volver al suelo, pero por mucho que estirara los brazos no había nada a lo que pudiera sujetarse. Ella solo lo elevó y luego lo dejó caer directo al fuego, por un momento, Shinichi pensó que iba a quemarse, pero el fuego desapareció y la caída lo dejó adolorido. Se levantó con esfuerzo y miró confundido a la chica. —¿Esa es tu idea? ¿Vas a levantarme y dejarme caer? —No, eso ya se lo hice a Hakuba, sería muy aburrido si hiciera lo mismo. Aunque tampoco sabia como hacerlo, no podía revelar la identidad de este idiota, porque si lo hacía, Kaito se iba a enojar con ella. Sí lo empujaba como a Hattori, Kaito se iba a enojar con ella. Lo del detective del oeste le dio risa al mago, pero estaba segura de que con Shinichi no lo haría. Frustrada, uso de nuevo la telequinesis con Shinichi, levantándolo y haciéndolo girar en círculos muy rápido, luego lo dejó caer. El pobre detective tenía ganas de vomitar. Akako seguía cuestionándose. «¿Con qué puedo atormentarlo que no haga que Kaito se enoje conmigo?». Él se enojaría si le arrojaba bolas de fuego o lo prendía en fuego. «¿Tal vez provocarle pesadillas para que no duerma bien?». No, puede ver a Kaito molesto con ella por eso. «No lo puedo regresar a tener siete años, si lo traumo, Kaito jamás volverá a dirigirme la palabra». —Maldita sea, ¿Por qué eres tan difícil de atormentar? —Shinichi solo la estaba mirando como si fuera una loca. —¿De verdad me estás preguntando eso a mí? —¿Ves otra persona en ese lugar? Después de recuperarse del mareo que sufrió, el detective se sentó en el suelo. —De todos modos, ya que has mencionado a Kid, he de suponer que lo conoces de forma personal, ¿Puedes decirme al menos si está bien? —Mmm. —Respondió con un monosílabo, meditando qué tipo de respuesta debía darle. Se tentó mucho a decirle que estaba gravemente herido, pero de nuevo, Kaito se molestaría con ella; así que decidió ser honesta. —Él está bien, solamente está reposando porque en su último atraco se lastimó el brazo. Yo estoy aquí supliéndolo mientras tanto para que él pueda descansar, porque el muy tonto anunció un montón de atracos antes de siquiera poder confirmar que podría ir. Eso ya ha resuelto muchas de las dudas del detective. La mujer era una conocida de Kid —lo que era preocupante— y estaba enamorada de él. También parecía odiar a Shinichi por atreverse a hacerle daño; ahora que lo pensaba, tal vez se pasó un poco en algunas ocasiones, pero eso no significaba que esta persona podría decidir atormentarlo, así como así, en todo caso, el que tenía que quejarse de eso era Kid, no ella. Se quedaron en silencio, aunque no duró mucho, porque Akako no había terminado con él, volvió a levantarlo solo por diversión y de nuevo lo dejó caer al suelo. Se rió cuando lo vio haciendo una mueca de dolor. —¿Puedes dejar de hacer eso? —No, resulta que es muy gracioso, además, ¿Cómo quieres que te atormente de otro modo? No puedo hacerte casi nada, porque si no, Kid se enojara conmigo. —Quizás no deberías atormentarme para que él no se enoje contigo. —No, no, no. —Negó de inmediato. —Tú mereces ser atormentado por atreverte a dispararle. Shinichi pensó que ella se refería a cuando intentó dispararle con dardos tranquilizantes. —Tranquila, mira, es una cosa que tenemos entre nosotros, así es nuestra relación, no es que realmente quiera… —Se detuvo pensando en la situación. «¿Realmente iba a decir que no quería meterlo a la cárcel?». Era extraño, pero realmente no quería mandarlo a la cárcel. Akako leyó su mente, y estaba confundida por los pensamientos de Shinichi, ¿Acaso no se daba cuenta de que estaba enamorado de Kid tanto como ella? «La ironía…» «¡Espera un segundo!». La bruja río al darse cuenta de esto, ya tenía una idea de cómo molestarlo. —Kid es mío. Shinichi no entendió por que dijo eso de la nada, pero en su oración algo no se sentía bien. —No es una propiedad que te puedas quedar, ¿Sabes? —Lo sé, pero haré que él quiera ser mío. Al detective seguía sin gustarle cómo hablaba de Kid, lo que le parecía extraño. ¿Por qué le incomodaba? ¿Y por qué le preocupaba qué tipo de relación tenían ese par? Ella comentó que no eran “mucho”, ¿Qué quería decir eso en su contexto? Por lo que logró deducir, la mujer podría saber incluso la identidad real de Kid, a diferencia de él, que no tenía ni idea. Ella fue informada sobre su estado, eso quiere decir que lo vio, porque sonaba muy segura de que él estuviera bien, en pocas palabras, ella puede ver su rostro. Y Shinichi tenía tanta envidia por eso. —Él no es tuyo, nunca será tuyo. —¿Cómo estás tan seguro? Él no tenía una respuesta para eso, pero quería borrar la sonrisa altanera de esa mujer. Antes de que Akako pudiera seguir burlándose de él, una nueva voz la interrumpió, un “¡Oye!”, siendo específicos. Ambos, tanto bruja como detective, sabían de quién se trataba. —Parece que alguien ya se siente mejor. —El tono de Akako sonaba alegre y dulce en comparación con lo mordaz y desagradable que estaba siendo con Shinichi. Kid se dejó caer frente a ellos, pero no tardó en acomodarse al lado de la bruja. Shinichi se sorprendió al ver que no llevaba el traje de Kid —el original—, según sus investigaciones; más o menos así era cómo se vestía Phantom Lady; aunque parecía ser más un homenaje a la ladrona que algo exactamente parecido al de ella. Una de las grandes diferencias era por cómo las vendas cubrían el rostro de Kid; mientras que a Phantom Lady le cubría la mitad de la cabeza dejando ver solamente de su nariz y boca, las vendas solo cubrían los ojos de Kid. Shinichi no pudo evitar notar que la mujer que se estaba haciendo pasar por Kid, estaba igual —o incluso más interesada— por el traje que llevaba el mago. —Parece que ahora nos vestimos a juego. —¿Cómo qué juego? —Cuestionó Shinichi, centrando su atención en Kid, esperando una explicación. Kaito quiso responder, pero en ese momento Akako se colgó de su brazo y contestó por él. —Kaitou Kid y Phantom Lady estuvieron casados una vez, tengo la esperanza de que haya una segunda. Eso dejó a Shinichi con un sabor amargo en la boca. A Kaito no le sorprendía lo dicho por la bruja, estaba acostumbrado a ese tipo de cosas por parte de ella. Él solo dio un suspiro, restándole importancia. —Te estabas tardando mucho, por eso vine. —Le dio una mirada rápida al Detective, pero no fue demasiado larga, ya que su vista pronto regresó a ella. —¿Qué tanto estabas haciendo? —Solamente estábamos charlando, justo como tú lo haces. —La sonrisa que le estaba regalando, no hizo que Kaito se sintiera tranquilo. —De todos modos, como dices, es muy tarde, deberíamos irnos. —No van a ningún lado. —Shinichi necesitaba explicaciones, no iba a dejar que se fueran. Akako chasqueó los dedos, rompiendo el hechizo que se encontraba entre el público y los oficiales, para que pudieran encontrar la azotea, eso quería decir que ya casi no tenían tiempo. —Lo siento, detective, pero nos vemos otro día. —Esta vez fue Kaito el que le respondió, despidiéndose con un saludo y tomando de la mano a Akako. Ella se veía muy feliz al salir corriendo junto a Kaito tomada de la mano, se atrevió a girarse y le sacó la lengua Shinichi, como si fuera una niña pequeña burlándose de otro niño porque le tiró su dulce y se fue corriendo. Shinichi quiso seguirlos, pero no podía despegar sus pies del suelo. «¡Esa mujer!». El par de ladrones se dejaron caer del edificio, el detective pensó que los vería irse en el ala delta de “Kid”, sin embargo, se quedó sin palabras al verlos montados en una escoba, no le creyó a Hattori cuando se lo dijo. Aunque la impresión no le quito el malestar que se estaba formando en su pecho.***
Mientras volaban de regreso, Kaito se sentía preocupado por lo que sea que Akako habló con el detective. —¿Estabas peleándote con él? —¿Oíste algo de lo que estábamos hablando? —No, solo los vi de lejos, y cuando me acerqué, ambos estaban en silencio. —No te preocupes, no le hice daño, tampoco lo aventé de una azotea, ni lo queme vivo. Para los estándares de Akako, Kaito tenía que admitir que se portó bien. —¿Te interesa de algún modo? —El mago era muy consciente de que la bruja podía ser difícil de entender cuando se tiene su interés. —Oh, Dios. —Pronunció con horror la mujer. —Definitivamente no. Kaito no estaba seguro, pero, por un momento, pensó que Akako estaba asqueada por la idea. —No me gusta que tenga tu atención. —¿Mi atención? —Sí, quiero que me mires solo a mí. Kaito no podía con los golpes directos de Akako a su corazón, lo tomó por sorpresa, se apresuró a retomar la compostura, y finge no entender a qué se refería. —¿De qué estás hablando? —Kaito, no soy nada sutil al respecto. Pensó en decirlo directamente, pero creyó que el ladrón debía notar su entusiasmo por su hobby nocturno. —Voy a robarte el corazón, y será el mayor de los tesoros que pueda guardar para mí. Uno que no estoy dispuesta a compartir. —Kaito estaba mirando hacia la luna, pensó que si no miraba a Akako sería menos vergonzoso, pero la bruja continuó hablando. —Mis intenciones al ayudarte no son puras, pues espero poder ganar algo a cambio con esto. A veces, Kaito no sabía cómo contestarle a ese tipo de cosas, porque él estaba seguro de que ella no mentía con lo que decía. —Buena suerte intentándolo. —Optó por no darle una respuesta directa. Akako se rio. —Aww, eres sorprendentemente tímido. —¡No es así…! ¡Tú me haces que me ponga extraño! Akako aceleró, haciendo que Kaito se aferrará a ella para no caerse de la escoba. —¡¿Quieres tirarnos?! —No, solo quiero que me abraces mientras vamos a casa. Esta mujer iba a matarlo, ella y su audacia.