ID de la obra: 160

Sinceridad

Het
G
Finalizada
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5 páginas, 1 capítulo
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Capítulo 1

Ajustes de texto
El constante traqueteo del teclado bajo las suaves y acolchonadas patas de su compañera de trabajo y mejor amiga le hacía mucha gracia. Era un ruido exasperante para el resto de animales en la comisaria –probablemente porque ellos estaban igual o peor- pero para Nicholas P. Wilde era motivo para mantener esa socarrona sonrisa y su mirada concentrada en el rostro de su compañera. Judy Hopps tenía fama de entregar informes impecables de sus casos, por muy pequeños que estos fuesen o por lo complicado que pareciera –sobre todo porque su compañero casi no ayudaba con esa parte del trabajo- pero pocos eran los que notaban lo estresante que se ponía la coneja de suave pelaje mientras redactaba. Nick, por el contrario, lo sabía a la perfección. Se podía pasar la tarde –incluso horas extra- mirando como Judy tecleaba ese informe, cuando se quedaba sin ideas paraba de escribir miraba sus patas y hacía un movimiento de muñecas extraño, también solía abrir y cerras sus patas ejerciendo fuerza sobre su acolchada palma para concentrarse. Otras veces miraba al techo llamando a la inspiración que volviera a ella, cerraba los ojos y movía la nariz de manera muy adorable a pesar de suspirar del estrés. Por su parte, él observaba divertido todos esos movimientos que hacía, los memorizaba y soltaba pequeñas carcajadas sin disimulo alguno para sacarla de quicio y obligarla a que lo mirase. —Nick, basta—Suspiró dejando el teclado de la computadora, cerró sus patas de la frustración. El constante golpe con un lápiz sobre el escritorio como un cronómetro le ponía el pelaje de punta. Nick sonrió sin despegar la mirada del movimiento de nariz de Judy. —Eres una coneja muy estresada —No había rastro de querer ayudar a que se relajara. Judy suspiró, retrocedió con la silla y giró para mirar directamente a los ojos de ese zorro. —¿Quieres saber la razón, Zorro? —Se palpaba en ese tono de voz, aparentemente suave, que quería golpearlo con algo contundente. —Uy, la verdad no oficial—Se aseguró de retroceder para cuidar su rostro de cualquier golpe. La coneja no tenía una mala puntería, sobre todo cuando los instintos asesinos afloraban por ser molestada por él. Por qué los conejos igual los tienen, al parecer. —Ya casi termino esto, así que espera un poco Nick—Volvió a teclear para terminar el informe del caso. Había sido algo relativamente pequeño, una serie de robos a locales en una comuna, un par de comadrejas jóvenes entre 20 a 25 años, se habían juntado para robar en algunos lugares, de igual forma no fue difícil para la oficial Hopps encontrarlos. Las comadrejas no sabían cómo robar ni cubrir pistas, había evidencia para encarcelarlas a todas sin opción de que ellas pudieran negarlo. El caso se había resuelto casi solo. —¿Cómo sigue tu pata? —Musito de pronto Wilde ladeando la cabeza. —No duele. —Deberías haberte tomado los tres días de descanso. —Innecesarios Nick, no fue nada—Su tono casual le molesto. —Torpe coneja. —Pensó Nick soltando un suspiro de resignación por lo terca que era ella. Pero, eso no había sido todo lo que sucedió, una de las comadrejas había escapado de la patrulla de policías, Judy con aquel instinto que poseía corrió detrás de él por varios callejones de la ciudad, la comadreja se sabía de memoria aquellas calles, una clara desventaja para la oficial de policías. Cuando por fin pudo acorralarlo en un callejón la comadreja se reusó a actuar racional, tomo un barril de mayor tamaño que el suyo y lo lanzó contra la oficial con furia. Ella, haciendo gala de su entrenamiento y agilidad, pudo esquivarlo sin mayor contratiempo. Lo malo es que eso era solo una distracción, en cuanto el barril cayó haciendo un ruido sordo contra el cemento, la comadreja estaba a solo unos metros de ella, con una barra de metal golpeo superficialmente su rostro desequilibrándola. Judy cayó de costado elevando sus patas para empujar al malhechor y alejarlo lo suficiente como para reincorporar la postura, pero el fierro le dio de golpe en una de sus patas haciéndola gritar del dolor. Pudo sentir como algo se rompía, cerró los ojos y llevó las patas hacia adelante con el fin de protegerse del segundo golpe que le vendría. Pudo ver en los ojos de ese animal la ira, las ganas de que esa barra rompiera algo más que un par de huesos. Un disparó fue lo que provocó que abriera los ojos de golpe, delante de ella aquella comadreja estaba de rodillas, el fierro había caído a unos metros de su cuerpo. “Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra, tiene derecho a un abogado, sí no puede pagar uno el estado deberá asignarle uno, los cargos son: asalto a mano armada a múltiples negocios locales y herir a un oficial de policías de Zootopia” Mientras decía aquello, Nicholas P. Wilde avanzaba con el arma en mano sin titubear, como si estuviera acostumbrado a usarla. Paso a paso su mirada mostraba clara evidencia de poder disparar directo a la cabeza del animal. “Nick…” “Quedate ahí Judy, ya viene una ambulancia” Su voz y su mirada se suavizaron, puso su pata sobre la cabeza de Judy para tranquilizarla. Los casos en que él le llamaba por su nombre eran muy pocos. El arma continuó apuntando al ladrón, sin vacilar hasta que llegaron los refuerzos. …. Judy Hopps dejó el impecable informe sobre su último caso en el escritorio de su jefe a la hora acostumbrada, con la misma sonrisa del primer día que llegó, ella en verdad adoraba su trabajo. Cerró la puerta de la oficina y dejó escapar un quejido en cuando afirmó de más su pata lastimada. La mantenía vendada y estaba tomando unas pastillas para el dolor que el médico le recetó, pero de vez en cuando hacía un mal movimiento con ella y le dolía más de lo que quería admitir. No estaba rota como creyó, pero si inflamada y resentida por el golpe. —¿Duele? A pesar de querer disimularlo Nick se mostraba muy preocupado por su estado. Sabía que este trabajo era su vida y su sueño más grande, y trataba de actuar como siempre, sacándola de quicio, molestándola, haciéndola reír y todas esas cosas. Pero no podía evitar recordar cuando la vio en el suelo a punto de ser golpeada por esa comadreja de cuarta. Y es por eso que no dudó ni un segundo en desenfundar su arma y apuntar a su cabeza, el recuerdo fugas de Judy hiso que desviara el disparo hacia su pierna, sólo por eso no había muerto en ese callejón de mala muerte. Nick no se arrepentía de aquello. Judy no mencionó nada al respecto. —Para nada—Sonrió ella como siempre. Zapateó sobre el suelo para demostrarlo y para su suerte el dolor no volvía. — ¿Ves? —Hace falta más que un fierrazo para que la oficial Judy Hopps se dé un descanso—Él la miró como siempre, algo de arrogancia pero con un sincero cariño oculto. —¡Así es! —Puso sus patas sobre sus caderas sonriendo. Nick se forzó a creerle por esta vez, ella no era de las que se quejaba de sus problemas y siempre le restó importancia a sus propias lesiones, por eso mismo él tiene que estar al pendiente. —Vamos ya a casa—El zorro cargaba tanto sus cosas como las de su compañera, no esperó su respuesta y caminó a paso lento por el pasillo a la salida. Judy no dudó ni un segundo en seguirlo. Ella sabía el porqué de esas atenciones extras, y trataba de ocultar como pudiera la molestia de su pata para no preocupar a Nick. No quería ser una carga ni para él ni para el departamento de policías, no ahora que tenía el reconocimiento de toda Zootopia, el orgullo de sus padres y a Nick como compañero. —Hey—Llamo su atención, Nick le miró de reojo—No tienes por qué hacer esto. —¿Qué cosa? —Tratarme como si estuviera inválida, Nick ya te dije que no duele. Nick apoyo el codo en la cabeza de Judy, riendo entre dientes por el intento de “soy fuerte e  independiente”. —Zanahorias, yo hago lo que me plazca, si quiero cargar tus cosas lo haré, ¿Entendido? Judy suspiró resignada, se cruzó de brazos y asintió. Nick comenzó a avanzar nuevamente hasta la salida manteniendo esa sonrisa relajada de siempre. Cuando llegaron al departamento de Judy, Nick volvió a sacar las cosas de su compañera y escoltarla hasta la puerta, saludaron a la cacera que pasaba por el pasillo por recibir a nuevos inquilinos. —Listo o ¿Me quieres escoltar hasta la cama? —Se burló la conejita abriendo la puerta del apartamento. —No es mala idea—Le siguió el juego el Zorro. Literalmente la escoltó a su cama pues estaba pegada a la puerta. Soltó un silbido al admirar en pocos minutos el poco espacio de departamento que tenía. Judy dejó las llaves sobre el escritorio mientras se hacía paso entre los envoltorios de zanahorias congeladas que había. —Y yo creí que eras aseada hasta en su madriguera. —Callate—Rio ella, hecho todo en una bolsa y la cerró—Saco todo esto en la mañana, mientras voy a trotar. —No sé cómo te levantas tan temprano. Judy rodó los ojos. Nick dejo las cosas de su compañera sobre el escritorio dando una velos mirada por él, el periódico estaba encima junto a algunos recortes donde aparecían ambos después de resolver los casos. —Hey, esto es tierno—Tomó uno de los recortes, era del caso de las comadrejas donde él aparecía cargando a la coneja hasta una de las camillas. —Ya te eh dicho que no debes decirle eso a un conejo—Ella volteó a ver lo que hacía— ¡Deja eso! Judy trato de quitarle el recorte a Nick, pero este elevó la foto sobre su cabeza riendo por el intento en vano de su compañera, movía el brazo de un lado hacia otro enfadándola más. Un quejido de parte de la coneja hiso que parara de reír y abriera los ojos. —Te duele —Que no… —Judy—Le regaño, frunciendo el entrecejo y arrugando la nariz, ella bajó las orejas junto a su mirada. —Puede que a veces duela, pero no es para tanto—Admitió cerrando los ojos, Nick suspiró dejando el recorte sobre el escritorio. —Sí te duele, dime. Sí necesitas ayuda, pídemela. Soy tu compañero y amigo ¿Cierto? Nick Wilde siempre tenía una mirada cargada de confianza, pero ahora ese mismo zorro –antes estafador- tenía las orejas bajas y la miraba con algo de súplica, quería que ella fuese sincera. Judy se acercó a él con cautela, enternecida y culpable a la vez por todo. —Lo siento—Le susurró tomando su pata con la suya y apretándola un poco. Elevó sus orejas junto a una reluciente sonrisa—De ahora en adelante serás el primer en saber, Nick. —Trato hecho—El zorro le devolvió el apretón junto a una sonrisa pequeña, una que sólo Judy conocía.
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