Capítulo único
17 de mayo de 2025, 20:22
En un pequeño e iluminado camerino de un popular canal de televisión, Clyde, Jimmy, Tolkien y Craig conversaban en tanto esperaban sentados alrededor de una pequeña mesa.
—¿Están seguros de hacer esto? —preguntó Craig—. Quizá no es tan buena idea.
—¡Claro que sí! —dijo Clyde—. Ya tenemos diecinueve años, no puede ser que Tweek aún no consiga una novia.
—¿Y qué? Yo cumplí veinte y tampoco he tenido una.
—Ah, e-eso es po-porque tienes u-u-una acti-tud de mierda —agregó Jimmy.
Craig le enseñó el dedo medio y se levantó a sacar una gaseosa de un frigobar sobre un mueble.
Uno de los asistentes del canal abrió la puerta de golpe.
—¡Cinco minutos! —avisó antes de retirarse del camerino.
—Quizá Craig tenga razón —dijo Tolkien.
—¡Ah! ¡No lo escuches! Además, si esto sale bien, Tweek nos va a agradecer toda la vida.
—No sé, prefiero quedar fuera de esto. Es una idea estúpida.
—¡No puedes arrepentirte ahora, Craig! —alegó Clyde.
—De todas formas, no quiero salir en televisión. A la mierda, yo no saldré.
—¡Pero, Craig!
—¡No, Clyde!
—Esperamos meses para que aceptaran nuestra solicitud, la foto de Tweek estuvo una semana en la página del programa para que las chicas interesadas en él postularan.
—Eso no lo hace una buena idea, Clyde.
—¡Claro que sí! Ellos eligieron a la mejor, la que era más compatible con él y ya nos enviaron su fotografía, es hermosa.
Craig se sentó molesto.
—A ver, Clyde, ¿y qué pasa si a Tweek le gusta esta chica? —preguntó dando un leve golpe en la mesa.
—¡Se queda con ella! ¿Cuál es el problema?
Se quedó en silencio, cruzándose de brazos, molesto.
—C-Craig, ya estamos a-a-quí, solo sal y ya —intervino Jimmy.
—Sí, Craig, la chica va a tratar de conquistarlo y si lo logra, Tweek va a estar feliz —agregó Tolkien.
—¡Pero lo van a transmitir en vivo y él no sabe nada!
—¡Estabas de acuerdo con esto! —alegó Clyde.
—¡Porque no pensé que realmente lo iban a aceptar! —alegó antes de beber gaseosa.
El asistente que había interrumpido antes, entró de golpe.
—Listo, al set, ahora —ordenó antes de retirarse a paso rápido.
—¡Esto será genial! —dijo Clyde, levantándose de su silla.
Jimmy y Tolkien lo siguieron, sin embargo, Craig se quedó sentado de brazos cruzados y Tolkien se devolvió.
—Vamos, Craig —dijo asomándose por el umbral de la puerta.
—¡Mierda! —regañó levantándose y siguiéndolo de mala gana.
Los chicos entraron a sentarse junto al presentador del programa, frente a una pequeña pantalla por la que podían ver la imagen que transmitía la chica a través de una cámara oculta entre su ropa.
Luego de la cortinilla de presentación del programa, el camarógrafo enfocó al presentador.
—¡Bienvenidos a un nuevo capítulo! —dijo de forma animada—. Hoy tenemos a cuatro chicos, que postularon a uno de sus amigos, Tweek Tweak, de diecinueve años, tuvo varias postulantes, pero ya saben que elegimos a la mejor y más compatible con sus gustos. A mi lado están sus amigos, Clyde, Jimmy, Tolkien y Craig.
El camarógrafo los enfocó y los chicos sonrieron, saludando a la cámara, excepto Craig, que evitaba mirarla de frente, tratando de ocultar su rostro.
—Si la chica logra conquistarlo —continuó el presentador—, se llevarán como premio una cena romántica en el mejor restaurante de la ciudad, con todo pagado. Como ya saben, el único que no está enterado de nada, es el chico a conquistar. ¿Podrá hacerlo nuestra elegida?
La imagen para el público cambió a la cámara de la chica, que esperaba dentro de una camioneta estacionada afuera del café.
—Bien, empieza, entra a buscarlo —dijo el presentador.
La chica obedeció y entró a la cafetería donde Tweek estaba sirviendo café a una pareja. Se sentó en una mesa vacía, esperando a que se acercara a tomar su orden. Luego de ordenar, Tweek le sirvió su café y antes de que se retirara, la chica lo detuvo tomando su mano.
—¿Me acompañas con este café? —preguntó la chica.
—No... Es decir, no puedo, estoy trabajando —dijo Tweek, un poco nervioso.
—Oh, vamos, solo uno, no hay nadie más a quien atender.
Tweek, preocupado por verse descortés, se sentó frente a la chica, en tanto golpeaba suavemente sus manos sobre la mesa y le sonreía, evidenciando sentirse incómodo.
—¿Cómo te llamas? —preguntó la chica.
—Tweek.
La chica continuó haciendo algunas preguntas básicas en tanto Craig observaba, en completo silencio. Los chicos veían a Tweek, emocionados y a ratos animándolo a dejarse conquistar por la chica.
—¡Esto no va bien! —dijo el presentador a la chica—. Solo responde tus preguntas, no ha preguntado nada sobre ti. ¡Vas a perder! ¡Insiste!
La chica insistió con más preguntas a Tweek y al ver que este no mostraba interés en ella, decidió coquetearle.
—Eres muy lindo —dijo jugando con su cabello, sonriéndole.
Tweek se quedó en silencio, centró su atención en la taza de café de la chica y respiró profundo.
—¿Sabes? Me halagas, de verdad, pero me interesa alguien más, lo siento.
—¡Oh, no! —gritó el presentador, emocionado—. ¡Ya perdiste! ¡Sácale información! ¡Que te diga quién es y te daremos un premio de consuelo!
Los chicos se miraron en ese momento.
—No, mejor dejémoslo hasta acá —dijo Craig, poniéndose de pie.
—¡¿De qué hablas?! ¡El público quiere saber!
—Pero no creo que él quiera y... —Craig continuó hablando, pero su micrófono fue silenciado para el público.
—Ya, Craig, siéntate —interrumpió Tolkien, jalándole la sudadera.
—¡Pero lo va a decir en vivo!
Motivada por el premio de consuelo, la chica continuó.
—¿Y puedo saber cómo se llama la afortunada? —preguntó bebiendo un poco de su café.
—Pues... Bueno, de todas formas no lo conoces. No es una afortunada precisamente —dijo sonrojándose un poco—. En realidad es un chico.
—¿Tweek e-e-es g-gay? —comentó Jimmy, volteándose a ver a los chicos.
—¡Shht! ¡Que diga quién es! —animó Clyde.
—No, que no... —Craig fue silenciado nuevamente.
—¿No vas a decirme su nombre? —insistió la chica—. Después de ser rechazada, creo que es lo mínimo que merezco.
—Eres muy linda, en serio, no lo tomes mal. A riesgo de sonar como un cliché, no eres tú, soy yo.
—Jaja. No me enojo si me dices cómo se llama.
—Se llama Craig.
—¡¿Craig?! —preguntó Clyde, emocionado.
La cámara enfocó en ese momento a Craig.
—¡No puede ser! —dijo el presentador, emocionado—. ¡Tenemos a su príncipe azul aquí mismo! ¿Cómo te sientes?
Craig continuaba en silencio, aún impactado, miró a la cámara y se levantó rápido, retirándose al camerino.
—¡Mierda, mierda, mierda! ¡¿Qué hicimos?! —alegó apoyándose en la puerta.
Se sentó en el suelo, se quitó su chullo, lo lanzó lejos y tomó su cabeza.
—¿Amigo, estás bien? —preguntó Tolkien al abrir la puerta, pero Craig la detuvo con el peso de su cuerpo.
—¡No! ¡Lo humillamos en vivo!
—Déjame entrar.
—¡¿Sabes cuánto tiempo va a dejar de hablarnos?!
—Craig, déjame entrar.
Craig se hizo a un lado, apoyándose en la pared y Tolkien entró a sentarse junto a él.
—Craig...
—¡Cállate! ¡¿Cómo vamos a arreglar esto?!
—Tenías razón, fue una idea estúpida —se lamentó apoyando su cabeza en la pared.
—¿Crees que se enoje? —preguntó Craig, angustiado.
—¿Enojarse? Creo que eso será poco.
—Le diré la verdad, que todo fue idea de Clyde y Jimmy, que son un par de imbéciles y nos libramos de la culpa.
—Craig, estábamos los cuatro en el programa.
—¡Yo solo vine para que no sospecharan! —se lamentó casi a los gritos, golpeando levemente su cabeza en la pared.
—¿Sospechar qué? —preguntó volteándose a verlo a los ojos.
—¡Nada! Olvídalo.
Tolkien se levantó, emocionado.
—¡También te gusta! —aseguró señalándolo.
—¡Cállate! —suplicó levantándose de inmediato, viendo hacia la puerta.
—¿En serio te gusta? ¿Y por qué no habías dicho nada?
—¡Porque...! Por... ¡No sé!
—¿Sabes qué? Se me ocurre una buena idea para que te perdone.
—A ver, déjame escuchar tu plan, creo que nada podría empeorarlo. — Craig fue a recoger su chullo y bebió un poco de su botella de gaseosa sobre la mesa.
—Declárate delante de todo el pueblo.
—¡¿Qué?! Olvídalo.
—Tweek prácticamente acaba de declararse a nivel nacional y ni siquiera lo sabe aún, es lo mínimo que podrías hacer.
—¿Y cómo lo haría?
—Mañana es la fiesta del aniversario del pueblo, todos van a estar ahí.
—No, no, no, no voy a hacer algo así.
—¿Quieres disculparte? —preguntó sosteniéndolo de ambos brazos.
—Sí.
—¡¿Quieres que te perdone?! —insistió acortando más la distancia.
—¡Sí!
—¡¿Quieres que sea tuyo?!
—¡Sí!
Tolkien lo alejó, aún sosteniendo sus brazos.
—Entonces humíllate, que sea la declaración más melosa y patética que jamás se ha visto.
—¿Y cómo?
—No sé, piensa en algo —dijo soltándolo, bebiendo de la botella de Craig.
Craig se quedó pensativo, momento en que entró Clyde y Jimmy.
—¡Debieron quedarse a escuchar el resto! —dijo Clyde.
—¡D-dijo que le g-g-gustas hace a-añ-os!
—Ya, dejen el tema —dijo Tolkien—, Craig no lo está tomando muy bien.
—Me imagino, pero Tweek dijo que no haría nada al respecto, que se lo seguirá callando y que te veía más como un amor platónico. No tienes de qué preocuparte. Amigos como siempre, aunque ahora debemos ver cómo se lo va a tomar.
—Les dije que no era buena idea —regañó Craig.
El presentador entró al camerino, molesto.
—¡Arruinaste el programa! —dijo señalando a Craig—. El público no dejaba de enviar sus preguntas para ti. Tienen dos minutos para irse.
Salió del camerino, azotando la puerta.
—Bueno —dijo Clyde entre un suspiro—, tenemos suerte de que sus padres no ven televisión a esta hora y Tweek no ve mucha.
—Solo tratemos de que no sepa nada, hasta mañana —sugirió Tolkien.
—¿P-por qué hasta mañ-ñana?
—¡Por nada! —dijo Craig entre una risa nerviosa—. Invítenlo a dormir hoy y... mañana lo llevan a la fiesta del pueblo —dijo de camino a la puerta del camerino.
—Pero ¿y tú no vas a ir?
—No, tengo algo que hacer —dijo saliendo rápido.
—¿Y este qué? —preguntó Clyde a Tolkien.
—¡Nada! Déjalo, ya saben cómo es. Clyde, Jimmy, ustedes llamen a Tweek, invítalo a tu casa, yo hablaré con sus amigos para que no le digan nada y luego me voy al café a asegurarme que no encienda la televisión, nos quedaremos todos en casa de Clyde.
—¿En mi casa? Pero...
—Pero nada, esta fue tu idea —reclamó saliendo del camerino.
Cada uno llevó a cabo su parte y como acordaron, se quedaron a dormir en casa de Clyde.
—¡Llegó la pizza! —anunció Tolkien, entrando a la habitación de Clyde junto a Tweek.
—¡Hola, Tweek! —dijo Clyde con un tono sugerente, recibiendo una mirada letal por parte de Tolkien.
—Hola —dijo un poco confundido, viendo a Clyde y Jimmy.
Ambos entraron, acomodándose en el suelo, sentándose en un círculo al costado de la cama.
Tolkien intentó distraerlos abriendo la caja de pizza.
—¿Qué tal tu día en el café, Tweek? —preguntó Clyde, sacando una rebanada.
—Fue... extraño, pero fuera de eso, lo normal.
—¿Extraño p-p-por q-qué?
—Se me acercó una chica y me invitó a salir —dijo antes de comer una rebanada.
—¿De verdad? ¿Y aceptaste?
—No, ya saben que no estoy interesado.
—¿Por qué, te gusta otr...? —Clyde fue interrumpido por un golpe con el codo de Tolkien.
—No, no es eso, solo no quiero.
—Pero si te gusta alguien más deberías decirn... —insistió Clyde, antes de que Tolkien le metiera un trozo de pizza a la fuerza a la boca.
—No le hagas caso, Tweek, si no quieres, es asunto tuyo.
En tanto reían, Tweek buscó su celular para ver la hora, pero suspiró fastidiado al recordar que ya no lo tenía.
—¿Qué hora es, Clyde? Mi celular se descompuso —regañó mirando a Tolkien.
—Ya te dije que fue un accidente.
—Sí, sí, ya sé, se te cayó al sanitario —reclamó blanqueando sus ojos.
—Te compraré otro, lo prometo.
—Las once cincuenta y siete —respondió Clyde.
—¿Craig no va a venir?
—Oh, eso te gustaría ¿verd...? —Clyde fue interrumpido por Tolkien, que le empujó su mano con la que sostenía la pizza a la boca.
—¡Basta, Clyde! —reclamó Tolkien—. No, Tweek, no va a venir, tenía algo que hacer.
—Ah, bueno —dijo un poco decepcionado.
—P-pero nos tie-enes a nosotros.
Tweek solo les sonrió y continuó comiendo, tratando de ocultar su decepción, pero decidió cambiar de tema para pasar la noche rápido.
—Oigan —dijo poniéndose de pie—, ¿ya vieron sobre el boicot de los latinos a Coca-Cola? Escuché que saldría en el noticiario de media noche.
Tweek tomó el control remoto sobre la mesita de noche.
—¡No! —gritaron Clyde y Tolkien, abalanzándose a quitárselo.
—¡¿Por qué?! —preguntó asustado, soltando el control.
—Porque... Los mexicanos te pueden venir a atacar —aseguró Tolkien, recogiendo el control remoto y lanzándolo lejos.
—¿Los mexicanos? ¿Por qué?
—Ellos son los que más la consumen y si se enteran de que estamos viendo algo de la marca, dijeron que nos iban a lanzar un misil.
—Sí, como los coreanos. ¡Están locos, amigo! —dijo Clyde de forma dramática.
—¿Y cómo sabrían los mexicanos que estoy viendo el noticiario?
—¡Con su magia! —Clyde miró a su alrededor, acercándose a hablarle en voz baja— ¿Que no sabes que ellos hacen rituales para sacar a los muertos de sus tumbas en Halloween? Si algún día hay un apocalipsis zombie, no dudaría en culparlos a ellos.
—Ah, no sean ridículos —regañó sentándose—. ¿Entonces nos sentamos aquí a hacer nada?
—Sí —dijo Tolkien—, hacer nada es lo mejor.
—¿L-los m-mexicanos tienen m-misiles?
—No les creas, Jimmy.
—Bueno, mejor nos vamos a dormir antes de que México nos ataque —dijo Tolkien, levantándose.
—¡Excelente idea! —dijo Clyde, levantándose.
—Pero aún queda pizza.
—M-mañ-ana la comemos. —Jimmy cerró la caja.
Todos se acostaron en sus sacos de dormir en el suelo.
Al día siguiente, Tolkien se encargó de mantenerse junto a Tweek y asegurarse de que no viese nada hasta la hora de la fiesta.
Llegaron al lugar, en medio del pueblo, donde había un gran escenario con música de fondo y poco a poco llegaban los habitantes del pueblo.
Se reunieron con Jimmy, Clyde, Francis, Bebe y Jason.
En tanto, Craig esperaba tras el escenario, sostenía con fuerza una botella de vodka a medio beber, espiaba por un costado y en cuanto vio llegar a los chicos se escondió tras el escenario, bebiendo directo de la botella.
—Amigo, despacio —dijo un chico agachado a pocos centímetros, que conectaba cables.
Craig tragó una buena cantidad y se limpió la boca con la manga de su sudadera.
—Es solo para darme valor —dijo antes de continuar bebiendo.
—Ya llevas la mitad de la botella.
Lo ignoró y continuó bebiendo, hasta que quitó la botella de golpe para respirar y limpiar con su manga lo derramado por el borde de sus labios, bebió un poco más y al sentir una arcada, lanzó la botella al suelo y se dirigió al chico.
—Estoy listo, a mi señal.
—Dame uno minuto. ¡Suerte! —animó antes de ir corriendo a su posición.
Clyde alejó un poco a Tolkien del grupo.
—¿Por qué Craig no responde su celular? ¿Qué tanto iba a hacer que aún no aparece?
—No digas nada. Craig se va a declarar a Tweek.
—¡¿También le gusta?!
—¡Cállate! Por eso no te dije nada. Ayer me dijo en el camerino.
—¡No puede ser! —dijo emocionado.
—Sí, así que cállate, por favor deja tus insinuaciones.
—Oye, ¿y lo hará aquí? ¿Delante de todos?
—¡¿Qué?! —gritó Tweek, alterado, interrumpiendo a los chicos.
Ambos se voltearon a ver a Tweek, en tanto Jimmy se acercaba a ellos.
—¡B-bebe le di-jo! —anunció de camino.
—¡Tweek, escúchanos! —dijo Tolkien, acercándose.
—¡¿Ustedes sabían?! —preguntó a Francis y Jason.
Ambos negaron con su cabeza.
—Cálmate —dijo Jason.
—Sí, apuesto a que nadie lo vio —dijo Francis.
—¡Bebe! —alegó Clyde.
—A mí nadie me dijo que era un secreto —dijo encogiéndose de hombros.
—¡¿Por eso andaban así de raros?!
—Bueno...
—¡¿Cómo se les ocurre hacer una mierda así?! ¡Estaba en vivo y dije...! Ay, no. —Tweek se llevó la mano a su boca, asustado.
—¡Tranquilo! —insistió Jason—. Solo dijiste que era tu amor platónico, no creo que Craig se lo vaya a tomar mal.
—Tweek, lo siento —dijo Clyde—, nunca pensamos que dirías algo así, solo queríamos ayudarte a conseguir una novia.
—Váyanse a la mierda —dijo volteándose, comenzando a caminar.
—¡Espera! —gritó Tolkien.
Tweek continuó caminando, molesto, pero Tolkien y Clyde lo detuvieron sosteniéndolo de ambos brazos.
—No te vayas todavía —suplicó Tolkien.
—¡Ya suéltenme! —gritó quitando sus brazos de golpe.
Francis se interpuso en su camino junto a Jason.
—Tweek —dijo Jason—, solo necesitas un poco de... ¡Agárrenlo!
Dicho esto, los cuatro lo sostuvieron, arrastrándolo por el suelo frente al escenario y en tanto forcejeaban entre gritos e insultos de Tweek, apagaron las luces de las calles, bajaron por completo el volumen de la música y se iluminó el centro del escenario, donde se encontraba Craig, sosteniendo un micrófono.
—¿Se escucha bien? —preguntó golpeando el micrófono con movimientos torpes.
Los chicos se detuvieron y Tweek, aún en el suelo, centró su atención en Craig.
La gente asintió y Craig le hizo una señal al chico encargado de las luces, que iluminó a Tweek.
—¿Ven a ese chico de ahí? —preguntó Craig.
Tweek se levantó, confuso y un poco avergonzado, viendo a todos a su alrededor.
—Ayer, hicimos algo estúpido —continuó Craig—, pero gracias a eso, me enteré de que le gusto. La verdad, es que a mí también me gusta.
Craig abrió su sudadera, mostrando una camiseta con el estampado de un corazón, que decía: "Tweek".
Tweek lo veía boquiabierto, completamente ruborizado y aún más confuso.
—Ya pueden subir —dijo antes de perder un poco el equilibrio.
Dos chicas asiáticas subieron al escenario, junto a Craig, que se sentó en el suelo, tragando saliva.
—Es por eso —continuó Craig—, que he decidido hacerme mi primer tatuaje, aquí y ahora.
Craig subió su manga y una de las chicas asiáticas comenzó a preparar lo necesario, preparando la máquina en tanto la otra preparaba las tintas.
Tweek se apresuró a llegar frente al escenario, parándose de puntillas para hablarle a Craig.
—No sé qué mierda pretendes hacer, pero detente.
—No —dijo alejando el micrófono—, jamás debí hacer algo así.
—Está bien, te perdono, pero ya bájate, no necesitas avergonzarme así.
Craig se acercó un poco.
—Es que sí me gustas.
—¿Bebiste? —preguntó alejando su cabeza.
—Por supuesto, no haría algo así lúcido —dijo sonriéndole.
—Craig, ya bájate.
Craig regresó a su posición.
—Tweek, ¿quieres ser mi novio? —preguntó por el micrófono.
El chico iluminó a Tweek nuevamente y este se quedó inmóvil, ruborizándose por completo.
—Craig, ya bájate —insistió evitando mirarlo.
La chica asiática encendió la máquina y Craig acercó su brazo.
—¡Escribe: Soy un idiota, con mayúsculas!
—¡Craig, no! —suplicó Tweek.
—Tienes razón, Tweek —dijo Craig—, no es suficiente.
Craig se quitó la sudadera y camiseta.
—Escríbelo aquí —dijo señalando su pecho.
La gente comenzó a alentarlo, motivando más a Craig a continuar.
—¡Ya dile que sí, Tweek! —gritó Clyde.
Poco a poco la gente comenzaba a unirse a Clyde, gritando: Dile que sí.
La chica asiática acercó la máquina a Craig.
—¡Espera! —gritó Tweek para detenerlo— ¿Si acepto te vas a bajar?
Craig acercó el micrófono a Tweek y este cubrió su rostro con ambas manos, cerrando sus ojos con fuerza.
—Sí, Craig. —Tweek, avergonzado por el vitoreo de la gente, alejó el micrófono de su rostro y se dirigió a las chicas asiáticas—. No lo hagan, está ebrio.
—Pelo pagó ayel, ayel no estal eblio.
—Quédense con el dinero, pero no lo hagan.
Las chicas guardaban todo, mientras Craig les insistía que continuaran, ganándose el abucheo de la gente, molesta, una de las chicas le arrebató el micrófono a Craig.
—¡Tu dinelo nuestlo! ¡Baka! —advirtió antes de lanzar el micrófono al suelo y bajar junto a la otra chica asiática.
Craig se dejó caer hacia un lado y se volteó a ver a Tweek.
—De verdad me gustas —aseguró junto a una risa torpe.
—Ya, ya bájate —dijo entre risas, ya más aliviado—. Y vístete.
Clyde y Tolkien subieron a sentar a Craig y entre movimientos torpes le pusieron su camiseta, arrastrándolo al costado del escenario.
Tweek se acercó seguido de Francis, Jason y Jimmy, encontrando a Craig dormido.
—¿Está ebrio? —preguntó Francis.
—Completamente —dijo Tolkien—. ¿Me ayudan a llevarlo a casa?
—Qué vergüenza —comentó Tweek, volteándose a ver a la gente.
—Que coman mierda. Apuesto a que no te lo esperabas —bromeó Clyde.
—¿Ustedes sabían que iba a hacer esto?
—No, es decir, sí, pero no que haría algo así —dijo Tolkien.
—Son tan idiotas.
—Espera a que se lo mostremos a Craig —dijo Jason entre risas—, lo grabé todo.
Entre Clyde y Tolkien tomaron a Craig de sus brazos, Francis y Jason de sus piernas y lo llevaron hasta un taxi donde solo subió Tweek, Clyde y Tolkien, quedándose el resto en la fiesta.
Lo bajaron y llevaron hasta su habitación, donde lo recostaron en su cama, los chicos se despidieron, dejando a Tweek, sentado junto a Craig y regresaron a la fiesta.
Tweek lo veía dormir, aún reía al recordar todo y tomó su mano.
—Eres tan idiota, Craig —comentó negando con su cabeza, con la mirada fija sobre aquella camiseta que se le hacía tan ridícula.
Se acercó a besarlo en los labios, pero el hedor del vodka no se lo permitió, al menos no como él quería, por lo que solo lo besó en la mejilla y salió de la habitación, de regreso con los chicos a la fiesta.