ID de la obra: 173

Compañía

Het
PG-13
Finalizada
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3 páginas, 1 capítulo
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Capítulo 1

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Una Gabrielle de 19 años se apareció a las 8 de la noche frente a Sortilegios Weasley y tocó varias veces la puerta; George ya le había dicho que, ella sin problemas podría aparecerse en el interior del edificio de Sortilegios Weasley, pero a pesar de la sugerencia de George (porque Gabrielle lo veía como una sugerencia), Gabrielle siguió apareciéndose fuera del edificio y tocando la puerta, no quería verse grosera. George le abrió la puerta recibiéndola con una sonrisa, entrando Gabrielle, él cerró la puerta tras de ellos. George caminaba detrás de Gabrielle, mientras ella subía las escaleras de caracol que llevaban al departamento de él.  Subiendo las escaleras de caracol, Gabrielle se dirigió a la habitación de George, ya adentro, Gabrielle se comenzó a quitar la blusa que le cubría el torso. —Gabrielle —dijo George. —¿Mmm? —logró Gabrielle emitir un sonido con media blusa cubriéndole la cabeza. —Hoy no quiero tener sexo —dijo George. Gabrielle peló los ojos detrás de la tela de su blusa, ¿acaso esta era otra de sus bromas? ¿De verdad George creía que era divertido hacer a alguien perder su tiempo?, Si George no quería tener sexo hoy con Gabrielle, lo más práctico y respetuoso, hubiera sido avisarle a ella varias horas con antelación por medio de una carta, de esa forma Gabrielle no hubiera perdido su tiempo en presentarse frente al edificio de Sortilegios Weasley, ¿Con qué finalidad, George le avisaba, precisamente en aquel momento en el que Gabrielle se estaba quitando la blusa? ¿Creía él que, ella se vería graciosa estando molesta por haberla hecho perder su tiempo? Gabrielle se acomodó su blusa, quedando su blusa en el estado anterior de entrar a la habitación de George. Con una expresión petulante, y con la poca dignidad que le quedaba al haberla él hecho perder su tiempo, Gabrielle se dirigió a la puerta de la habitación de George y antes de que Gabrielle cruzara el marco de la puerta, George puso su mano en el hombro de Gabrielle. Gabrielle al sentir la mano cálida de George en su hombro, pensó “¿ahora qué quiere él?” —¿A dónde vas? —preguntó George desconcertado. Gabrielle ni se molestó en girar su cabeza para mirarlo, George ni siquiera se merecía que Gabrielle lo volteara a ver después de tremenda desconsideración hacía ella. —A mi depagtamento, si no vamos a teneg sexo, no veo otga rgazón pog la que me quiegas aquí —dijo Gabrielle sonando muy resentida. Gabrielle estaba enojada consigo misma, se suponía que ella al replicarle a George sonaría indiferente, no resentida, ahora de seguro, George estaba muy consciente de lo afectada que estaba Gabrielle ante su falta de respeto. —Bueno —empezó diciendo George vacilante—, esperaba que me hicieras compañía. ¿Cómo?, ¿George quería su compañía?, ¿No quería sexo?, ¿Solo quería su compañía?, Los ojos de Gabrielle mostraron un brillo inusual, y una sonrisa adornó su rostro. Gabrielle se giró hacía George y se abalanzó a él para abrazarlo. George tuvo que ponerse firme bajo sus pies para aguantar la colisión y que los dos no terminaran tirados en el piso.

-----oOo-----

Gabrielle Delacour estaba acostada sobre George en la cama, ¿lo curioso? Ambos estaban vestidos. Gabrielle tenía posicionada su oreja en el pecho de George y podía escuchar los latidos del corazón de él, no le sorprendería a Gabrielle dormirse en el pecho de George por consecuencia. Mientras Gabrielle escuchaba los latidos del corazón de George, George le acariciaba el cabello a Gabrielle. La situación le pareció fuera de lo habitual a Gabrielle, pero no desagradable. Pronto comenzó a escuchar a George tararear una canción. —Eges cálido —dijo por impulso Gabrielle. —¿Mmm? ¿Soy cálido? —Sí. —Aprecio tu compañía Delacour —declaró con suavidad George. Aquella circunstancia se sentía bien, pero ahora muchas preguntas rondaban en la cabeza de Gabrielle, ¿qué esperaba George de ella?, La relación de Gabrielle con George era muy ambigua. George de repente comenzó a hablar sobre sus hábitos del día a día, sobre su vida cotidiana; entre una que otra anécdota contaba uno que otro chiste. Aunque Gabrielle hubiera tratado, no habría podido disimular su risa con éxito, Gabrielle escondió su boca en el pecho de George y se rio, sus risas fueron atenuadas por la camisa de George, George también se rio, y en consecuencia Gabrielle sintió las vibraciones de la risa de George a través del pecho de él. —Tu aliento da cosquillas —respondió George la pregunta que de seguro Gabrielle había formulado en su mente. Gabrielle sentía que dentro de muy poco ella se dormiría. —¿Qué hay de ti Gabrielle?, ¿Cómo estuvo tu día?, ¿La has pasado bien en Inglaterra? —preguntó George con sumo interés. Gabrielle se sorprendió un poco por la pregunta; habitualmente cuando hablaba con George, sostenían conversaciones sobre temas triviales, o cuando se preguntaban mutuamente cómo les iba, respondían de una forma muy breve, sin embargo, aquí en el cuarto de George, en la noche, lo sentía como un momento muy íntimo, que invitaba a responder con profundidad las preguntas de él.  Fue así como Gabrielle habló sobre cómo eran sus días trabajando como ayudante en la tienda de Madame Malkin; midiendo clientes, cortando y cosiendo tela con la varita. Sus días en general trabajando como asistente de Madame Malkin, Gabrielle los sentía tediosos; Madame Malkin era una buena jefa, el detalle era con los clientes, que reaccionaban con recelo ante la idea de ser atendidos por una veela; los prejuicios contra los veelas seguían vigentes. Gabrielle le contó a George, sobre cómo estaba considerando todavía si ejecutar su plan de volver a Francia, bajo el cuidado de sus padres; la razón por la que ella había venido a Inglaterra era para, enseñarle a sus padres que podía apañárselas sin ellos, no obstante, Gabrielle se dio cuenta que los clientes actuales a los que atendía, sin tomar en cuenta a los del negocio de Madame Malkin (porque más que nada, eran los clientes de Madame Malkin y Gabrielle era una ayudante), seguían siendo sus dos mejores amigas que hizo en la escuela de magia Beauxbatons, y las amigas cercanas de su madre francesa, a las cuales atendía por correo, nada presencial por la distancia, y que aquí en Inglaterra, no había podido conseguirse ningún cliente devoto a ella, además de que todavía, seguía bajo la mira de sus padres por medio de Fleur, al parecer Gabrielle no había hecho bien sus cálculos. Gabrielle se calló, ella se dio cuenta que posiblemente habló de más, que quizás George no la quiso escuchar desahogarse de su situación en general, y que metafóricamente lo había bombardeado con sus problemas. Lo que Gabrielle había olvidado, era que George estaba acostumbrado a lidiar con bombas, bombas de estiércol, pero bombas, al fin y al cabo. —Puedo ser tu primer cliente aquí en Inglaterra —dijo George tranquilamente al mismo tiempo que seguía acariciando el cabello de Gabrielle con parsimonia. Gabrielle agradeció el gesto de George, al igual que agradeció hace dos semanas los metros y metros de tela que le regaló George, cuando él se enteró que a ella le encantaba confeccionar ropa mágica.
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