ID de la obra: 231

El compañero del vampiro

Gen
G
Finalizada
2
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5 páginas, 1 capítulo
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El compañero del vampiro

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Eijirou se siente seguro de que va a sobresalir, es su deber sobresalir. No va a dejar que ese hombre que llegó hacía pocas horas al hogar de su amo lo sobrepasara. No habría forma que eso pasara bajo ningún concepto. ¿Acaso un viejo cuarentón podría siquiera igualarse al leal sirviente de Katsuki Bakugou? El solo hecho de que ambos estuvieran juntos en ese lugar en el medio del bosque era una burla, incluso una humillación, para Eijirou quien, con su veinticinco años, resaltaba como uno de los mejores acompañantes de su generación. Cuando las nubes se apartaran y dejaran ver la luna en el cielo, completaría su trabajo rápidamente y volvería victorioso dejando al otro atrás. ―Kirishima-kun ―Izuku habló después de mucho tiempo en silencio. ―¿Hace cuánto que eres acompañante? ―El tono amigable resulta molesto al muchacho de cabello colorado. ―Dentro de poco van a ser quince años ―responde con sequedad, tratando de hacerle entender al de cabello verde que no está cómodo con su presencia, pero sin el resultado esperado. ―¡Genial! ―responde con entusiasmo ―El Gran Maestro Yagi se encargó de mi después de mi accidente, pero solo llevo diez años siendo su acompañante. Si no hubiese sido por él me habrían exterminado hace quince años. ―¡Qué generoso fue el Gran Maestro Yagi! ―responde Eijirou con desdén. Su clan nunca estuvo de acuerdo con el comportamiento compasivo que tenía ese Gran Maestro en particular para con otras criaturas. El Clan Kirishima siempre vio a los vampiros como la cúspide de la cadena alimenticia, las criaturas más poderosas, longevas e inteligentes sobre la faz de la tierra. ―¡Si! Mi mayor deseo es que Kacchan sea como Toshinori-san. Eijiou se para en seco. “¿Cómo se atreve ese cualquiera a llamar a su amo de esa forma tan vulgar? ¿Qué sea cómo esa reliquia? ¡No dejaré que se vuelva una desgracia como Toshinori Yagi!” piensa. Con la ira buyendo en su sangre se gira bruscamente, la hoja de su arma brilla repentinamente, iluminada por la blanquecina luz de la luna llena que se asoma entre las nubes. Su cuerpo se prepara, luego le echará la culpa al monstruo cuando vuelva solo al castillo. El Clan Kirishima al que pertenece Eijirou pertenece a una poderosa casta guerrera oriental que desde tiempos inmemoriales fue servil a los vampiros. Cada persona que haya nacido bajo el legado del clan, era instruida y entrenada específicamente para ser la mano derecha de un vampiro. Así fue como sobrevivió el clan a lo largo de los siglos, haciendo treguas con las criaturas en lugar de enfrentarlas. Eijirou tuvo la suerte, o la desdicha, de nacer en ese clan. Desde antes de que tuviera uso de razón fue educado para que cuando llegara el momento justo pueda ser elegido para acompañar a un vampiro. Desde quehaceres domésticos hasta artes de guerra. Cualquier cosa que sirva para mantener agasajado a esos extravagantes seres. De pequeño le ensañaron a alimentarse de manera que su sangre siempre estuviera deliciosa para el gusto de su amo. También aprendió a realizarse extracciones de sangre ya que era bien sabido por los miembros del clan que los vampiros no los morderían. Los pactos con el clan prohibían que los acompañantes fueran transformados. Cuando Eijirou tenía la tierna edad de diez años, el Gran Maestro Yagi solicitó un acompañante al clan y él fue elegido entre todos los posibles candidatos. Al inicio dudaba de si aceptar, todo lo que había escuchado del Gran Maestro que los había convocado lo hacía creer que su nuevo sería una abominación. Con duda se alejó de su familia y terminó en un pequeño castillo en el centro de un bosque lejos de cualquier civilización, un lugar digno de un vampiro. Sólo quedaba que su vampiro sea digno de él. Y bajo los estándares y creencias en los que fue criado, Katsuki resultó ser el amo perfecto para él. Con el correr de los años Eijirou había aprendido lo suficiente como para sentirse útil para su amo. A tan corta edad había llegado a lo que era la cúspide de su clan y eso lo llenaba de orgullo. Tanto que de a poco empezó a menospreciar a los visitantes que el Gran Maestro Yagi enviaba con Katsuki. Esos acompañantes no eran nada comparados con él, mucho menos si venían de parte de Yagi. Los notaba débiles y enclenques, incapaces de hacer nada mejor que él. Katsuki, por otro lado no mostraba ningún tipo de agresión ni molestia contra ellos, y cada vez que llegaban al castillo deambulaba al lado de ellos preguntando por el asqueroso vampiro que lo había transformado y por alguien más que Eijirou no conocía ni deseaba conocer. Katsuki no era abierto con él. Solo se limitaba a darle órdenes que lo mantenían ocupado y lo enviaba al bosque a buscar sus propios alimentos. Le parecía que no estaba muy preocupado por él, pero para Eijirou este era un comportamiento típico de un vampiro. Pero lo que siempre le gustó de Katsuki fueron su ojos rojos y brillantes, que siempre lo miraron con un anhelo que nunca entendió. El mismo tipo de anhelo que ve en los ojos rojos que lo observan en ese momento desde la distancia. Entonces, animado por la presencia de su amo en el lugar, Eijirou balancea su arma con fuerza y golpea con fuerza a Izuku en las costillas.

***

Katsuki usa sus habilidades para que Izuku y Eijirou no lo vieran. Los sigue de cerca para no perderse nada de lo que vayan a decir, pero estuvieron casi todo el tiempo en silencio. Entonces Izuku habla y se llama a sí mismo como el “Acompañante de Yagi”, una mueca se forma en su rostro por la frustración. Luego escucha su apodo y su inmortal corazón se remueve de dicha ante la sonoridad de su voz. Lo extraña más de lo que puede soportar. Muchos años habían pasado desde lo que Toshinori Yagi nombró como un accidente desafortunado. Para Katsuki e Izuku, que allí con ellos se encontrara un Gran Maestro, terminó siendo un golpe de suerte casi divino, siendo todos ellos seres fuera de la gracia de Dios. El bosque era un lugar abierto en ese momento y mucha gente lo recorría. Cierta noche en la que habría luna llena, un grupo grande se reunió a recrear una celebración pagana en el medio del bosque. El problema no fue la gente ni el ruido, el problema fue que en uno de los rituales era necesario usar sangre fresca. El olor de toda la sangre mezclada ascendió a los cielos y la vil brisa nocturno lo llevó directo a donde se encontraba el joven vampiro, que de un segundo para otro perdió todo el sentido de su existencia y atacó a Izuku, quien se encontraba más cerca de él. Todo hubiera terminado con ellos dos llegando a los golpes, pero para la mala suerte del Izuku, al ser esa una noche de luna llena, y no se encontraba en su forma humana. El enorme cuerpo del hombre lobo se revolcó en el suelo, gruñendo mientras el veneno del vampiro entraba a su cuerpo a través de la mordida que le propinó Katsuki en su ataque de frenesí. Arrebatado por el dolor que le causaba el veneno, Izuku se levantó del suelo con toda su fuerza y arremetió con furia ciega hacia Katsuki con toda la intención de matarlo. Un duelo a muerte entre dos de las criaturas más feroces de la existencia se hubiera desatado ahí mismo, si no hubiese sido por la rápida intervención del Gran Maestro Yagi, que se interpuso entre ambos y los mantuvo a raya con fuerza bruta. Durante la noche, ambas bestias fueron abatidas por un Gran Maestro y ya sin fuerzas para continuar cayeron rendidos al frío suelo. Apenas pudo emprender el regreso, Toshinori se llevó a Izuku consigo, prometiéndole a Katsuki que se volverían a reencontrar cuando el instinto de supervivencia del hombre lobo se hubiese disipado por completo. No sabía cuánto tiempo dudaría pero Izuku, por instinto, intentaría matarlo para evitar el dolor causado por su veneno. Para finalizar, como regalo de consolación, envió un aviso al Clan Kirishima para que le enviaran a Katsuki uno de sus miembros para que lo pueda acompañar hasta el regreso de Izuku. No es que Katsuki odiara a Eijiou, solo que su presencia sólo le recordaba el mal que le hizo a Izuku. Usó el conocimiento que tenía sobre el clan a su favor y decidió no formar lazos con el muchacho que había llegado a su castillo. No estaba seguro si no le hubiera gustado entablar una amistad con él, pero como parecía estar satisfecho con el pobre trato que le daba, el vampiro decidió seguir con ese papel hasta el regreso de su verdadero acompañante. El brillo de la luna llena iluminó su rostro. Es entonces que se da cuenta que Eijirou lo vio desde donde estaba. Está enojado, lo huele, y en ese fugaz cruce de miradas se da cuenta que su presencia le dio valentía al muchacho para decidirse a hacer lo que desea. La brillante hoja de hierro de su acompañante actual golpea las costillas de Izuku. Un hilo de sangre se desliza por el metal hacia el polvoriento suelo pero el cuerpo quien atacó permanece firme ante él. Eijirou trata de arrancar la espada, pero esta se encuentra firmemente atrapada en la herida que acaba de realizar. Apenas se da cuenta que el hombre de pelo verde estira su mano para sujetarlo, no puede detenerlo por más que lo intente, es demasiado rápido. Con horror se da cuenta de la transformación que sufre el cuerpo de Izuku. Sus extremidades se deforman lentamente, haciéndose más musculosas; el pelo comienza a cubrir lentamente la piel lampiña. Pero lo peor fue escuchar el sonido de los huesos tomando una nueva forma, la espalda ensanchada, las piernas empezando a asemejarse a las de un lobo y los dedos transmutando a filosas garras. La espada solo se desprende de su costado cuando los músculos del torso empiezan a acomodarse. El agarre se volvió más poderoso sobre el cuerpo de Eijirou. ―Por fin lo logré, Kacchan ―alcanza a decir antes de que su transformación esté completa.

***

Katsuki se acerca lentamente hacia ellos. Deja que el hombre lobo lo olfatee con su gigantesca nariz. Extrañaba la cercanía y ahora que finalmente puede volver a estar a su lado se abalanza sobre la peluda criatura en algo similar a un abrazo. Izuku responde apoyando sus garras suavemente sobre su rubia cabellera. Él también extrañaba la sensación que le producía el cabello de Katsuki entre sus dedos. Disfruta el momento mientras se impregna de la fragancia del vampiro, ese olor que lo atormentó durante tantos años. Cuando llegó al hogar de Toshinori, estaba totalmente fuera de control, no tenía ningún tipo de raciocinio y atacaba cualquier cosa que se le acercara. Era peligroso tanto para todos los residentes del castillo como para sí mismo, así que se decidió que sería encerrado hasta que el efecto del veneno se apaciguara. La mordida fue profunda, el veneno penetró hasta los huesos, fue muy difícil hacer que el hombre lobo volviera a su estado normal. Todo su ser rechazaba los antídotos y los tratamientos de desintoxicación, creía que sería imposible que volviera a ser racional. No era normal que el acompañante de un vampiro fuera un hombre lobo y mucho menos que pasara lo que pasó entre ellos. Todo se dio para que existiera ese escenario tan improbable. Ni siquiera se sabía si había una forma de salvar a un hombre lobo de ese tipo de envenenamiento. Las semanas y los meses pasaron. Incluso los años. Hasta que finalmente, la figura del hombre lobo desapareció para dejar ver al hombre. Izuku se estaba recuperando. Toshinori envió a uno de los residentes de su hogar a darle la buena noticia a Katsuki, pero todo empeoró cuando esa persona volvió impregnada con el aroma del vampiro. Izuku comenzó a sentirse mal cuando ella volvió, un dolor intenso comenzó a recordarle el cuerpo cayó al suelo, gimiendo de dolor. Estuvo así varios días sufriendo en cama hasta que la noche de luna llena llegó y el caos se desató en el castillo. El hombre lobo recorrió todo el lugar hasta encontrar a la persona que estuvo con Katsuki y, en un arranque de ira desatado por el dolor que le provocaba el veneno, casi logra asesinarla. Y así pasó cada noche de luna llena durante 10 largos años y en cada ocasión Toshinori siempre estuvo para detenerlo y volver a encerrarlo cada vez que perdía el control. Con el pasar de los años los dolores se fueron haciendo más suaves y las ganas de matar se fueron disipando. Hasta esta noche. En la que se dio cuenta que la larga espera había valido la pena. Ahora se encuentra de nuevo al lado de Katsuki, podría volver a vivir en su hogar junto a su amigo, ese que casi pierde por culpa de la mala suerte. No había nadie a quién culpar por casi matarse entre ellos, ni siquiera puede culpar al muchacho que tiene atrapado en sus garras por estar en la situación en la que se encontraban ahora. Izuku ya sabe que Eijirou quiere matarlo, tal vez Izuku también quiere matar a Eijirou. Pero estaba cansado, extremadamente cansado de todo el dolor y la soledad que sufrió en los últimos años. Si bien siempre estuvo en compañía, ellos nunca pudieron calmar sus ansias de volver a estar con su compañero vampiro. Incluso con su enorme lealtad, Eijirou tampoco lo entendería. Está seguro que sería una deshonra para un miembro del Clan Kirishima volver al hogar, Izuku había investigado sobre ellos cuando recién se mudaron a ese territorio, sabía cómo pensaban y qué tipo de creencias erradas tenían sobre las criaturas como él y como Katsuki, así decidieron no enviar ningún aviso, decidieron que era mejor evitarlos y no lidiar con ellos. Pero ahora no tenían alternativa. Estarían al cuidado del niño Kirishima. Otra cosa de la que Izuku está seguro es que Eijirou no iba a aceptar quedarse con él, tal vez con Katsuki si, pero no con él. No va a hacerse bolas pensando en qué hacer con el acompañante humano de Katsuki, no va a arruinar su momento feliz con eso. Izuku sabe que es más grande y más fuerte y más inteligente, se encargará de hacérselo saber en la mañana, cuando pueda volver a hablar.

[FIN]

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