ID de la obra: 285

Más allá de lo real

Slash
G
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Emparejamientos y personajes:
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8 páginas, 1 capítulo
Descripción:
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―Entonces este héroe tampoco es el verdadero ―dijo la cuidadora del recinto en el que se encontraba la Espada del Héroe incrustada en la roca. ―No importa que sea un héroe falso ―le respondió el hombre de pelo celeste con una sonrisa en el rostro. Si en algún momento estuvo decepcionado por el resultado infructuoso de su esfuerzo, no pudo ser notado por sus compañeros. ―Venceré al Rey Demonio y traeré de nuevo la paz al mundo. ―Terminó con convicción. ☙✹❧ Katsuki despertó. Ha estado soñando cosas extrañas últimamente. Todo empezó cuando fue cegado por una refulgente luz durante una misión. Ésta no le hizo ningún daño físico, solo lo aturdió por un segundo. Nada serio, por eso no se preocupó en ese momento, pero no podía dejar de pensar en la posibilidad de que sus sueños tuvieran relación con ese suceso. Encima de todo, las cosas que estaban pasando a su alrededor lo hacían dudar de que si la gente estaba confiando en sus habilidades. Ya había pasado poco más de un año desde la graduación de la UA. Todo estaba avanzando hacia una nueva normalidad en la que los héroes seguían siendo el pilar que mantenía la paz en la sociedad, pero los civiles también se hacían cargo de mantenerla a su modo. De ese lado estaba tranquilo, sabía que solo podían mejorar las cosas desde esa instancia. Estas nuevas reglas sociales fueron la recompensa que todo el mundo obtuvo tras la derrota del enemigo más grande de la humanidad. Pero incluso así, Katsuki soportaba el peso que todos ponían sobre sus hombros y sentía que su cuerpo ya no resistiría mucho tiempo más. No le tocaba hacer patrullaje, pero tenía que presentarse en la agencia para terminar los reportes. Haría medio turno ese día. Fue en una oficina donde Izuku lo encontró, tumbado en la silla con los ojos cerrados. ☙✹❧ ―Derrotamos al Rey Demonio ―dijo el héroe observando su espada. ―En efecto. Y ni siquiera usaste la real ―respondió una chica bajita de pelo blanco atado en dos colas y orejas puntiagudas. ―¡Frieren! ¿Por qué eres así? ―le rebatió con una cara que evidenciaba diversión. Los otros también rieron. Era la primera vez que Katsuki le prestaba atención a los otros dos hombres. ―¡La espada del Héroe Himmel! ―gritó el más alto, se lo notaba algo más alegre que los otros. ―¡La única y verdadera Espada del Héroe! ―Cumpliste tu promesa. Derrotaste al Rey Demonio y ahora eres el Héroe real ―dijo Frieren sin cambiar de tono. ―Nosotros derrotamos al Rey Demonio ―le respondió Himmel. ―Además, siempre fui un héroe verdadero. ―Terminó. ―Tienes razón ―habló el hombre pequeño. ―Si no hubiera sido por tu convicción de devolver la paz al mundo, nunca hubiéramos llegado hasta este punto. ―Se contarán historias de nosotros. Cómo este grupo de héroes derrotó al Rey Demonio y devolvió la paz al mundo. ―El hombre alto comenzó a señalar uno a uno a todos, él incluido. ―El gran héroe, Himmel; la maga elfa, Frieren; el guerrero enano, Eisen; y yo, el sacerdote, Either. ―Y pensar que todo empezó gracias a tí, el falso sacerdote borracho. ―Himmel le palmeó la espalda. ―¡Qué no soy falso! Tengo un título. Katsuki sintió que lo movían, podía escuchar cómo lo llamaban suavemente. Se dio cuenta entonces que se encontraba en otro de sus sueños. Pero esta vez fue diferente porque el héroe de su sueño lo miró fijamente a los ojos antes de que despertara. ☙✹❧ ―¿Estás bien, Kacchan? ―la pregunta de Izuku lo despertó de su ensimismamiento. Los enormes ojos verdes de él lo miraban con preocupación. Katsuki no lo había visto esa mañana en la casa porque se había ido temprano a la agencia en la que trabajaba. ―Estoy bien… Cansado, pero bien ―respondió Katsuki. No estaba bien; ese día se había despertado con el brazo derecho entumecido, apenas podía sentir los dedos. No quería preocupar a Izuku con eso, él ya tenía suficiente estrés al no saber cuándo dejarían de brillar en su interior las ascuas del One For All. Izuku lo siguió observando, con sospecha, sabía que Katsuki estaba ocultando algo. Algo que no le iba a decir en ese momento. Estaban en la calle, había mucha gente, y Katsuki era muy reservado con ciertos temas a pesar de que se creyera lo contrario. ―Me voy a hacer un chequeo. ¿Conforme? ―Izuku asintió ante la respuesta. Era imposible para Katsuki ocultarle cosas, no a él, que lo conocía a la perfección. ―Vamos a comer algo esta noche ―invitó Izuku, que debió ver el gesto exasperado en los ojos de Katsuki, porque inmediatamente agregó: ―en casa. Katsuki sonrió. ―Hoy solo estoy medio turno… Te espero. ☙✹❧ Katsuki se encontró a sí mismo bajo un gigantesco cielo azul, tan puro que encandilaba. Frente a él un campo; detrás el comienzo de un bosque. Otra vez en ese lugar inusual, él era como un ente; no sabía si podía ser visto o si su sola presencia podría interferir en lo que sea que allí sucediera. Lo único que agradecía de sus recurrentes sueños en ese lugar, era la paz con la que siempre era recibido. Siempre solo, alejado de todo, libre de las presiones a las que era sometido diariamente. La única constante era ese grupo de viajeros y Katsuki siempre se encontraba a una distancia prudente de ellos. Siempre los observaba de lejos, siguiéndolos en su camino. El único que parecía notar su presencia su extraña presencia desde la distancia, era el hombre de cabello celeste que solía cruzar miradas con él antes de despertar. Nunca era una equivocación o una casualidad, podía sentir su mirada fijada en él. Esa persona sí podía verlo, pero era la única que podía hacerlo. ¿Acaso tenían alguna conexión? ¿Era por ese sujeto que Katsuki siempre llegaba a ese lugar en sueños? Katsuki se negó a preocuparse en ese momento, ya había estado bajo ese cielo azul antes y nunca había pasado nada malo; incluso llegó a pensar que poder estar ahí era más una recompensa que un castigo. Cerró los ojos y se concentró en el sonido de las cosas que lo rodeaban. El susurro el viento paseando por las ramas de los árboles, moviendo las hojas y peinando suavemente la hierba bajo sus pies. Podía escuchar cómo los pájaros cantaban a su alrededor sin que su presencia los perturbara. Todo seguiría su curso, con o sin él allí, así que solo se relajó. ―Oye. Tú. ―Katsuki escuchó a alguien cerca, pero no le prestó atención, estaba convencido de que su presencia no podía ser notada. ¿Podía estar más equivocado? Sintió un ligero roce en su hombro. ―Tú. ―Katsuki giró lentamente y quedó frente a frente con el hombre de pelo celeste, quien lo miró con perspicacia. ―¿Te encuentras bien? ―Fue en ese momento que Katsuki se dio cuenta que le estaba hablando a él. ―Si. Si, estoy bien ―respondió rápidamente. ―Disculpa, no te escuché. ―Quería que su voz sonara con seguridad pero el hecho de haber bajado la guardia de esa forma en un lugar desconocido lo había puesto en esa situación. ―¿Estás perdido? ¿No pareces de por aquí? ―No lo soy… llego aquí de vez en cuando ―le respondió Katsuki sin siquiera saber si era capaz de escucharlo. Observó los brillantes ojos celestes que también lo observaban, tan celestes y bastos como el cielo que estaba sobre sus cabezas. Notó, entonces, que se veía más joven que la vez anterior. ―¡Ya veo! ¡Eres un forastero! ―Katsuki nunca había sido llamado de esa forma, ni siquiera cuando iba a trabajar al extrajero, pero no pudo pensar en ningún término mejor para su presencia allí. El joven de los ojos de cielo extendió la mano hacia él ―Soy Himmel. El héroe que derrotará al Rey Demonio y devolverá la paz a este mundo ―se presentó pomposamente haciendo un ademán exagerado con la otra mano. ―Katsuki. También soy un héroe ―dijo extendiendo la mano. Entonces para sorpresa de ambos, no pudieron tocarse. Sus manos se superpusieron, etéreas, y quedaron suspendidas en un saludo sin contacto pero que irradiaba un calor humano. Katsuki notó que el otro se puso nervioso después de eso. ―¡Lo siento! ―se disculpó Himmel, inclinándose profusamente. ―Nosotros te arrastramos aquí con el grimorio. ―¿Grimorio? ―Katsuki se quedó pensando un momento, nunca había escuchado que nadie usara esa palabra en un sentido práctico, tal vez sí de forma teatral, pero no la podía hacer caber en un uso práctico. La magia no existía de donde venía. ―¿Es como magia? ―Tuvo que preguntar, no quería parecer un tonto, ni mucho menos un ignorante delante de ese otro héroe. ―Magia muy poderosa. Creímos que no había propiciado nada. ―Himmel observó mejor a Katsuki. Si bien el rubio llevaba una remera básica negra, se notaba que no era una ropa que estuviera confeccionada con un material común. ―Parece que nos equivocamos. ¿De dónde vienes? ―le preguntó con un tono de voz que delataba su curiosidad. ―No sé ―respondió lacónico, perdido en sus pensamientos. Le tomó unos segundos reflexionar sobre lo que le había dicho Himmel y Katsuki llegó a una realización que lo cambiaba todo. Muchas de las cosas que le estaban aquejando en ese momento no tenían nada que ver con una incapacidad propia. No fue su error ser alcanzado por algo durante la misión, ese algo ni siquiera vino del mismo mundo en el que él se encontraba, sino que llegó a él porque un hechicero lo hizo. ―¿Me estás diciendo qué llegué aquí por arte de magia? Los desafiantes ojos carmesí se clavaron en el otro esperando una respuesta. Y esperaba que fuera afirmativa, eso le sacaría parte de un peso que no necesitaba sobre sus hombros. Una respuesta ilógica lo ayudaría a sobrellevar el malestar lo atormentaba desde hacía un tiempo; él la volvería lógica y lograría encontrar una forma de salir adelante sin arrastrar a Izuku consigo. ―Pues… si ―respondió Himmel abochornado. No era la primera vez que Frieren usaba un grimorio que perturbara la tranquilidad de alguien. Y esa vez, tampoco fue la excepción, así que como lo había hecho en otras ocasiones, también se encargaría de terminar el trabajo. ―Me disculpo por mi compañera. Katsuki soltó todo el aire que estaba reteniendo en sus pulmones en un largo y sonoro suspiro y de la nada empezó a reírse como un loco, mientras el otro lo miraba con sorpresa. Todo ese porte solemne que mostró ante el otro héroe se perdió junto a todas las inquietudes que lo estaban agobiando. ―¡Lo siento! ¡Lo siento! ―se disculpó el rubio apenas pudo recuperar el aliento. ―Creí que me estaba por explotar el corazón… otra vez. ―¿Otra vez? ―Creí que me iba a morir… otra vez. ―El tono divertido que usó Katsuki para bromear con eso era para ocultar la verdad. Lo cierto es que le asustaba la idea de morir. La sola idea de que Izuku pudiera sufrir por su pérdida lo atormentaba cada vez que sentía una punzada en las cicatrices de su pecho. ―¡¿Otra vez?! ―Himmel cuestionó preocupado. ―¡¿Te matamos?! ―La posibilidad de que algo saliera así de mal durante una invocación con un grimorio era muy alta. ―¡Puedes estar tranquilo, Gran Héroe de La Espada! ―Katsuki se encontraba más relajado, incluso con ganas de seguir bromeando. ―Solo duermo. Himmel suspiró aliviado. ―No es la primera vez que nos encontramos ¿Cierto? ―preguntó. ―Creí que ya me habías visto. ―Solo recibió una mirada desconcertada de Himmel. ―Hace rato que tu coso mágico me está trayendo aquí. La primera vez que te vi fue en esa cueva… donde quedó la de verdad ―dijo Katsuki señalando hacia la espada del otro. ―Eso fue hace mucho tiempo ―respondió Himmel, más sorprendido que otra cosa. Katsuki se dio cuenta que a ese hombre realmente no le importaba ser el portador de la “Espada de la Leyenda”; él había seguido adelante con convicción y logró ser reconocido como un héroe digno de ser recordado por sus proezas. ―Solo estoy un rato―dijo Katsuki más despreocupado. Cada vez que era transportado a ese lugar siempre regresaba a su mundo sin ningún mal, No había ninguna razón para que esta vez fuera diferente. ―Y siempre desperté después de cada visita. ―Entonces… ¿Estamos bien? ―Si. Estamos bien ―dijo mientras se desvanecía lentamente. ―Nos vemos ―Katsuki se despidió antes de desaparecer por completo. ☙✹❧ Lentamente, el rubio fue despertando. Estaba en su casa, recostado en el sofá, esperando que Izuku llegara con la cena cuando se durmió. Sentía el brazo entumecido, aún necesitaba seguir haciendo rehabilitación y, aunque el progreso era satisfactorio, aún no sabía si podría recuperar completamente la sensibilidad. Intentó moverse, pero algo lo mantenía en su lugar. Fue abriendo los ojos con pereza para encontrarse con la mata de pelo verdoso de Izuku. Estaba dormido. Con parsimonia acarició los mechones del chico que dormía contra su pecho, tratando de sentir la suavidad entre sus dedos desensibilizados, hasta que despertó. ―¿Dormiste bien, Deku? ―Si. Eres cómodo ―le respondió. ―Cómodo… Sí, ¿cómo no? ―dijo con sarcasmo. ―¿Te preocupo? Izuku se sonrojó ante la declaración del otro. Incluso con lo cercanos que eran en ese momento no se había atrevido a preguntarle al rubio cómo se encontraba. Hacía unos días que había notado cambios en su comportamiento, pero abrumado por sus propios problemas lo dejó pasar esperando un momento más tranquilo. ―Lo siento, Kacchan. Quería hablarte pero estoy apenado. No quería que te preocuparas por mí ―admitió Izuku avergonzado. ―¡Qué tonto eres! Siempre me preocupo por tí ―respondió revolviendo su desordenada cabellera. ―Perdóname. Estuve muy sombrío. ―Katsuki se mantuvo serio pero en el fondo quería reírse, porque si bien era cierto que había a Izuku como él mismo se había descrito, en ese momento lo estaba mirando con unos ojos de perrito mojado que lo hacían ver hasta adorable. ―Bueno. Hagamos un trato. Antes de comer, yo te digo una y tu me dices una. Y antes de dormir, yo te digo otra y vos me decís otra. ¿Trato? ―Katsuki ya ni se acuerda desde cuándo había aprendido a ser tan diplomático. Tampoco es que lo hiciera siempre, prefería mucho más seguir con la actitud de pandillero sobrado que lo caracterizaba desde chico, pero si tenía formas más civilizadas para tratar con la gente. ―¡Trato! ―Izuku estrechó con fuerza la mano de Katsuki, pero no recibió un apretón de la misma intensidad. El contacto fue suave y sin fuerza, los dedos apenas rozaron el dorso de su mano antes de que soltara el agarre. ―Cómo ya habrás notado, estoy teniendo problemas con mi mano. ―dijo abriendo y cerrando los dedos lentamente. ―Mi brazo se entumece cuando estoy acostado y creo que estoy perdiendo la sensibilidad en los dedos. ―¿Qué dicen de tu rehabilitación? ―Izuku tomó la mano del rubio y recorrió sus dedos por ella. ―Que todo está normal. Que debe ser psicológico porque mi movilidad y fuerza están mejorando. ―¿Te vas a hacer el chequeo? ―insistió el pecoso. ―¡Ya te dije a la tarde que si! ―Disfrutó las caricias que recibía de Izuku, sentía el contacto de los dedos del otro sobre los suyos. Tal vez los especialistas que lo estaban rehabilitando tenían razón y su falta de sensibilidad si era psicológica. ―Ahora te toca. ―Yo… ―Izuku dudó, no sabía con qué empezar pero el suave contacto de la mano de su compañero le dio ánimo para continuar: ―siento cómo el poder del One For All se apaga. Tan lento pero tan incesante y tan cerca. Silencio. ―No quiero dormir. Siento que un día despertaré y solo seré otra vez el Deku sin don. ―La voz tomada indicando que estaba a punto de llorar. Katsuki lo envolvió en un abrazo reconfortante que lo calmó lentamente. ―No sé que voy a hacer cuando eso pase. ―Izuku. Eres un gran héroe y lo serás siempre. ―No había mucho que pudiera decir. Sabía que Izuku no estaba arrepentido de haber entregado el One For All por el bien de todos, que lo que marca la diferencia entre perder y dar estaba grabada en su heróico corazón, que haberlo entregado todo era parte de su verdadera esencia. Pero nada borraba el hecho de que su sueño se estancaría en el momento en el que lo que quedaba de ese poder en su cuerpo se desvaneciera. Sabía que Izuku encontraría la forma de superarlo y de seguir adelante y que, también, encontraría la forma adecuada de seguir ayudando a las personas. ―Ya llegaste hasta aquí. ¿Vas a dejar que algo así te derribe? ―Tal vez… solo un ratito. ―Eres irremediable ― le dijo Katsuki mientras el otro lo seguía mirando con sus enormes ojos de cachorro llorón. ―Lo solucionarás. A su tiempo. El timbre del departamento sonó, interrumpiendo el momento. Era el delivery que traía la comida que Izuku había encargado para esa noche. Katsudon para él y Curry para Katsuki. ―Menos mal que pediste comida. Nos ibamos a ir a dormir sin comer, si no. ―Hoy fue un día duro. ―Ya lo creo ―afirmó mientras seguía comiendo. ―Sabes, he estado soñando raro últimamente. ―¿Kacchan sueña? ―¡Claro que si! Era sobre unos héroes que derrotaban a un demonio. Uno de ellos se parecía mucho a ti. ―¿A mi? ―preguntó con la boca llena, señalándose a sí mismo con los cubiertos. ―Si. Era un héroe que decía que era capaz de sacar una espada legendaria que estaba enterrada en una roca, pero no pudo. Pero eso no lo detuvo, él tenía un objetivo de paz y logró cumplirlo aunque no había logrado sacar la espada. Él y su grupo se convirtieron en héroes de su tiempo solo gracias a sus convicciones. ☙✹❧ Era de noche, Katsuki se encontró en el medio de la nada frente a un inmenso lago que reflejaba el brillo de las estrellas. En la orilla, el grupo de héroes. ―Hola, muchacho. Ha pasado mucho tiempo. ―Un anciano fue quien le habló. Katsuki no lo reconoció hasta que lo miró con sus ojos celestes. ―Hola, Himmel ―respondió, estrechando la mano al anciano. No hubo contacto, solo el calor irradiado en la superposición. ―Si, parece que ha pasado mucho tiempo aquí. ―No quiso decir nada más, apenas hacía unas horas lo había visto jóven, y él nunca cambiaba. ―He vivido una buena vida… Tú te ves igual que la última vez ―respondió divertido. ―La magia es maravillosa. ―Nunca había visto un cielo así. ―¿Tienes algún deseo? ―le preguntó Himmel. ―Hoy podrás pedir todos los que quieras. El Himmel que estaba a su lado se desvaneció cuando el que estaba a la orilla del lago despertó. Fue entonces que la lluvia de estrellas inició. ☙✹❧ ―Kacchan, desde que los vestigios ya no están me siento tan solo. No quiero que tu también desaparezcas. ―Katsuki podía sentir a Izuku hablando a su lado. Abrió los ojos y lo miró. Izuku estaba recostado a su lado mirándolo con unos ojos tan brillantes que refulgían como las estrellas que vio en su sueño. Como esas estrellas que cargaban consigo todos los deseos que pudo pedir para él. ―Ahora si creo en la magia ―dijo Katsuki con seriedad. ―¿Qué cosas dices? ―El pecoso sonrió divertido. ¿Todavía estás dormido? ―El pecoso sonrió divertido. ―Izuku… puedes estar tranquilo. ¿Sabes por qué? ―Katsuki lo tomó entre sus brazos y lo acomodó junto a su pecho, rodeándolo con su cálida presencia ―Porque yo estoy aquí. Izuku se acomodó más sobre el cuerpo del otro, recibiendo con cariño la cursi declaración, apoyándose sobre su pecho para poder escuchar el latir de su corazón. ―Ya puedo descansar tranquilo.
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