ID de la obra: 287

Soledad sin té

Het
G
Finalizada
2
Tamaño:
1 página, 1 capítulo
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Capítulo 1

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Otra vez no podía dormir. Manami volvía a sufrir la enorme presión de la soledad a su alrededor, tan enorme y pesada que la hacía sentir incluso más pequeña de lo que ya era. Diminuta. Insignificante. Hacía mucho que no usaba su particularidad y eso solo la hundía más en la desesperación. Cansada de estar dando vueltas en la cama sin poder dormir, se levantó y fue al baño. Se miró al espejo, pero solo se encontró con un reflejo opaco que le devolvía una mirada triste y desamparada. El largo pelo enmarañado y las oscuras ojeras eran la viva imagen de un insomnio solitario y angustioso. No tenía forma de saber si Danjuro estaba bien, todos sus dispositivos estaban intervenidos por la policía, si intentaba ingresar a cualquier sistema solo lograría que la arrestaran y ella no iba a desperdiciar el sacrificio que él hizo. Necesitaba relajarse y solo lo hacía de una forma. Fue a la cocina a buscar el té de pétalos de rosas rojas que la mantuvo algo cuerda hasta ese momento, pero apenas quedaba para uno más. Olió la fragancia del contenido del frasco que la tranquilizó y, en ese ínfimo momento de lucidez, decidió ir a comprar más. No sabía si encontraría la tienda de té abierta. Desde la gran fuga de presos, la calle estaba desolada. Todos tenían miedo. Se arregló el pelo con su característico peinado de dos colitas. Se puso el vestido con más volados que tenía y lentamente salió del departamento rogando en su interior poder conseguir más de ese sabor que la ayudaría en su tristeza. Cuando Manami regresó, un aura oscura la rodeaba, había vuelto con las manos vacías. Mecánicamente puso a calentar agua y comenzó moverse a través de los ambientes del departamento vacío con una lentitud abrumadora. Desconectada. El sonido del timbre del teléfono la despabiló. Se sobresaltó, sorprendida de no haber escuchado el silbido del agua hirviendo. Rápidamente apagó la hornalla antes de atender la llamada. —¿Moshi, moshi? —La Brava— Los rosados ojos de Manami recuperar su brillo al escuchar la voz de su querido Danjuro. Entonces su agobiado corazón supo que no necesitaría de la última porción del té de pétalos de rosas rojas.
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