Capítulo 7 Dulce libertad
30 de junio de 2025, 22:23
LA SUCIEDAD DE AZKABAN ACOMPAÑADO CON LOS LAMENTOS, HORRORES Y PRISIONEROS PODRÍAN CONSUMIR CUALQUIER TOQUE DE MINIMA ESPERANZA QUE PUDIERA HABER EN EL LUGAR. Sim embargo en los últimos meses la mínima esperanza que tenían por salir de la horrenda prisión donde estaban había sido consumida toda esperanza de poder conocer algún día el mundo mágico del que tanto les describió el hombre de apellido Black, para aquellos jóvenes que aún estaban separados, o eso habían creído hasta que días antes mientras descansaban tuvieron los cuatro al mismo tiempo una visión sobre un hombre de una edad notablemente mayor, tez blanca y extensa barba del mismo tono. Pero eso no era lo único bueno que se podría decir que les paso ya que los maltratos habían parado por lo que llevaban de tiempo. Esa mañana transcurrió con lentitud en aquella celda oscura que alguna vez fue lo más cercano a un hogar que tenían, al fin nuevamente estaban reunidos los cuatro por lo que sabían que su plan estaba en marcha.
De repente algo en el ambiente se sentía distinto como si algo o más bien alguien se encontrara en ese lugar de horror dando un toque de calidez cambiando el frio que normalmente estaba, el silencio fue interrumpido por unas pisadas que resonaban entre las paredes provocando la atención de todos los presentes del lugar. Una sonrisa se había dibujado en el rostro de los chicos, los cuales se encontraban ansiosos al ver a aquella persona que llegaron a ver en su visión, el cual venía a por ellos y los llevaría lejos de este asqueroso lugar al que jamás pensaban volver.
—Esta aquí.—murmuró Jack al cerrar los ojos, sintiendo una presencia poderosa en la prisión.—Puedo sentirlo.—Los demás dirigieron sus ojos a el al escuchar sus palabras.
—Todo parece que está saliendo como lo planeamos. —mencionó Damián desde una esquina de la celda con una sonrisa divertida en su rostro.
—Llegó el momento de irnos de este asqueroso lugar. —comentó Jack provocando una sonrisa en ambas chicas, las cuales estaban emocionadas.
—Es hora de irnos, chicos.—aseguró Lyssa, los tres asintieron al escucharla.
—No olviden el plan.—murmuró Athena, provocando el asentimiento de los tres chicos.
Un horrible ruido resonó entré las paredes de la celda los cuatro dirigieron sus ojos a la puerta notando a una persona que había abierto esta: Era el mismo hombre de su visione, de aspecto avanzado con tez blanca y extensa barba del mismo color acompañado con sus jafas media luna que dejaban ver sus ojos azules brillantes con vestimenta colorida. Aquel hombre mantenía la mirada en los cuatro jóvenes a través de sus anteojos observándolos de pies a cabeza, a pesar de su aspecto no pudo evitar recordar a sus padres de los jóvenes pensando que no eran cómo ellos, adentro de él sabía que no podrían ser juzgados por los actos que sus padres cometieron años atrás, pero ese pensamiento había llegado quince años tarde a su mente, sin saber la verdadera razón de porque estaban ahí, él los estaba por liberar.
El brujo acomodó sus gafas en forma de media luna para así observar detalladamente a los cuatro jóvenes. Sin duda Scarlett era la viva imagen de sus padres esperando que fuera completamente diferente a ellos, al igual que Hayley las dos poseían si una belleza inigualable en cambió los dos jóvenes habían sacado los mismos colores de ojos de sus madres su físico se igualaba a sus padres. Lyssa y Damián poseían cabellos de color castaño oscuro llegar a ser casi negro, en cambio Jack poseía cabellos negros mientras que Athena poseía cabellos castaños con las puntas más claras.
—¿Chicos?— Los cuatro mencionados observaban al hombre que se encontraba a unos metros de ellos.
—¡¿Usted es Albus Dumbledore?! — Exclamó la Lyssa fingiendo asombro en sus palabras, el hombre asintió ante su pregunta; Era obvio que sabían quién era aquel brujo que estaba enfrenté de ellos no era más que otro culpable que hizo que estuvieran ahí, aunque eso fuera una total mentira.
Días antes de que Albus Dumbledore llegara los cuatro jóvenes habían tenido al mismo tiempo una visión mientras dormían, era Albus llegando a Azkaban para liberarlos. Por lo que idearon un plan para que realmente su visión se cumpliera, y habían acertado ya que ahora lo tenían frente a ellos tratando de calmar su sed de venganza.
—Si soy yo, jovencita. —asintió con una sonrisa cálida, para después dirigir sus ojos azules al chico Lexigton, en su mirada se podría ver lo ansioso que estaba por salir, aunque no era el único que deseaba en realidad.
—Nos sacará de aquí ¿No es verdad?— Preguntó el joven Lombrad sabiendo la respuesta, durante toda su vida habían esperado este momento. Jamás habían recibido mejores noticias que está, Damián podría sentir como su poder se descontrolaba en sus venas, anhelaba dejar este horrible lugar y poder seguir adelante con el plan que tenían gracias también a Bellatrix Lestrange.
Dumbledore asintió una vez más. —Claro que sí. —afirmó este observando mientras mantenía su sonrisa en estos. —Cada uno de ustedes tiene un lugar en la escuela de Hogwarts de Magia y Hechicería, soy el director de esta institución ustedes aprenderán toda la magia posible.
—Es bueno escuchar eso, ya que aquí no hemos aprendido Magia. —comentó la chica Snow provocando una mueca en su rostro, aunque por parte era mentira. Antes de que Sirius se fugara, él les enseño la mayoría de hechizos que no provocaban dolor o solo que hacían que eran graciosos, días después de que se fugara algunos de los prisioneros les habían enseñado los movimientos para cualquier hechizo que supieran, la mayoría de estos eran maleficios; estos pensaban en volverlos malos y despiadados para que algún día se juntaran con su Señor Tenebroso.
—¡No se diga más. —exclamó Dumbledore con tono más alegré.—¡Es momento de irnos!
Los cuatro se encaminaron a la puerta por el cual el brujo había pasado, Athena tomo la mano de Damián provocando un leve sonrojo en éste. Mientras caminaban por el pasillo, los prisioneros presentes observaban la escena, muchos de ellos comenzaron a reír de una manera tan escandalosa posible, la macabra risa de Bellatrix Lextrange era la que más resaltaba entre las demás mientras observaba.
—¡¡Acaben con todos ellos, mis niños!!
—¡Viejo tonto, ellos ya no son lo que eran antes! —cuándo pasaron enfrenté de una de las tantas celdas, un prisionero se burló de Dumbledore, pero este decidió ignorar las palabras de aquel mortífago sin saber que tenía razón. Muchos más prisioneros reían maliciosamente al ver cómo estos desaparecían de su vista, pero antes de que se fueran un prisionero llamo la atención del director.
- ¡¡ERAN LA SALVACIÓN DE ESTE MUNDO, EN CAMBIO SERÁN LA PERDICIÓN!! ¡¡VIEJO IDIOTA, NO SABES LO QUE TE ESPERA CON ELLOS!!
—De ahora en adelante, este será su nuevo hogar. —informó Dumbledore abriendo unas puertas de madera oscura permitiendo que los chicos observaban la habitación enorme que estaba detrás de estas.