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—¿Qué es lo que tiene? ¿Se pondrá mejor? Gaius pareció inspeccionar a Merlin con atención. Tratándose de él, sabía que su príncipe se pondría furioso si no lo atendía de inmediato en el momento en el que lo fue a buscar personalmente en la ciudad baja. Y ahora que veía al joven retorcerse con dolor supo que la preocupación del príncipe no era en vano. —Lo que tiene Merlin es fiebre, y si él pudo sobrevivir a todas los demás desastres en los que siempre se ve involucrado definitivamente se va a recuperar de ésto. Los hombros de Arthur cayeron con un suspiro de alivio. Merlín estaría bien, eso era justo lo que quería escuchar. —Solo hay que asegurarse de mantenerlo hidratado y de que descanse como es debido. Llamaré a una de las enfermeras para que... —Yo lo haré. Gaius miró con asombro al chico rubio pues no esperaba que él quisiera tomar tal responsabilidad. —¿Está seguro mi señor? Estoy seguro que usted todavía tiene más pendientes que atender. —Sí, estoy seguro, todo lo que tenga que hacer puede esperar a que Merlín se recupere. Gracias por tu servicio, Gaius, puedes retirarte ahora. —Como usted deseé su majestad. Con una última reverencia el médico salió de la enfermería, dejando solos a Arthur y Merlín. El castaño todavía parecía estar sufriendo, aún en su inconsciencia seguía retorciéndose y gimiendo de dolor. El corazón de Arthur dolió enormemente por ver a su amigo en ese estado. —Todo estará bien, me quedaré aquí contigo todo el tiempo que sea necesario. "Padre estará decepcionado si no cumplimos con nuestros deberes" Un escalofrío recorrió el cuerpo de Arthur ante ese pensamiento. Es verdad, él tenía responsabilidades que atender, siempre tenía, él era el príncipe y tenía que estar a la altura si quería su tan anhelada aprobación. Pero al volver a mirar a Merlín todo eso dejó de importar. Con cuidado tomó un cuenco con agua que estaba al lado de su cama y sostuvo la cabeza de Merlín para darle de beber. Iba a cuidar de él, porque Merlín era demasiado importante para él, tal vez incluso más de lo que debería importarle un simple sirviente.***
El sol ya había bajado y el cielo se teñía de naranja dando una linda vista desde las ventanas del palacio que daban al oeste. Arthur se hubiera preocupado por no haber cumplido con ninguna de sus obligaciones aún siendo tan tarde, pero esos pensamientos ya no tenían lugar en su mente, no con Merlín todavía enfermo. Él había estado saliendo y volviendo a caer en la inconsciencia por la enfermedad y Arthur no se apartó ni un solo momento de su lado para estar con él en sus cortos momentos de lucidez. Como este que era uno de esos momentos. —Sigues aquí... —la voz de Merlín sonó apagada, con sus ojos a duras penas enfocados en el rubio. —¿A qué otro lugar iría? —No lo sé, pero estoy seguro que hay otros lugares donde tu presencia sea necesaria como príncipe. Pero aquí estás, haciendo de enfermero por mí —aún con lo cansado que estaba, el humor en su voz era evidente. —Suenas bastante orgulloso por eso —masculló el príncipe—. Pero no te acostumbres, una vez que te recuperes volverás a hacer todo lo que te ordene. Sigues siendo mí sirviente. —No necesito que me lo recuerdes, yo siempre seré tuyo, Arthur. El rubio se quedó helado un momento ante su elección de palabras. Claro, Merlín no estaba en su mejor estado y no podía pensar con claridad ni ordenar bien sus pensamientos. Pero la forma en la que dijo aquello hizo a su corazón estremecer. —Vuelve a dormir —le ordenó, recuperando su postura orgullosa—. Otra vez estás diciendo estupideces. Merlín murmuró una especie de queja al respecto, pero su cuerpo no pareció tener el mismo humor para discutir y volvió a quedarse dormido en la cama. Arthur vio su pecho subir y bajar tranquilamente, sus mejillas seguían algo rojas pero su temperatura ya se había normalizado. Seguro que mañana ya se encontraría mejor, podrían volver a salir juntos una vez más como un dúo disfuncional pero eficaz. Él sonrió ante el eso, solo había pasado un día en cama y Arthur ya deseaba, anhelaba, volver a salir de aventuras con Merlín ¿En que momento este sirviente se quedó tan marcado en su vida? ¿Qué clase de embrujo lanzó sobre él para que pudiera tenerlo así de preocupado por su salud? "Padre no estaría feliz con la respuesta" Oh, claro, su padre. Definitivamente no estaría feliz sabiendo que su hijo pierde el tiempo preocupándose por alguien que no es más que un sirviente, que vergüenza sería que lo trate como si fuera alguien especial. "Pero Merlín es especial" Arthur se sentía avergonzado de pensar tal cosa, de verlo de una manera en la que no se debería ver a otro hombre, más teniendo la responsabilidad de mantener el linaje real. Pero ahora, viéndolo dormir pacíficamente, con la luz del atardecer iluminando sus finos rasgos, él solo podía pensar que Merlín era hermoso, merecedor de todas las atenciones y cuidados del mundo. Sus ojos se desviaron hasta sus labios, delgados y levemente abiertos. Tentadores. —¿Merlín...? —no obtuvo respuesta, estaba profundamente dormido—. Por favor, perdóname por esto... Arthur se inclinó sobre Merlín, con cuidado de no despertarlo y unió sus labios en un beso. Fue corto, frío y sin ningún tipo de repuesto de parte de su compañero enfermo. Pero Arthur atesoraría cada momento de ese beso en su corazón hasta el día de su muerte. —Descansa, Merlín, mañana tendremos muchas cosas que hacer.