Capítulo 1
2 de julio de 2025, 20:43
Los primarcas son verdaderos gigantes caminando entre las personas comunes. Imponen con su mera presencia e incluso los alfas más fieros agachan la cabeza ante ellos. Vulkan era uno de los más altos, sólo superado por Magnus, cuando alteraba su estatura con su poder, pero el resto de sus hermanos eran más bajos que él. Como Konrad Curze, quien era apenas una rama al lado del tronco de un roble en comparación.
Por eso él tenía miedo de lo que estaba a punto de hacer. —¿Estás seguro de que quieres esto?
La posición en la que se encontraba era... comprometedora. Solos en la su habitación, Vulkan cubría a Konrad con su cuerpo, ambos desnudos de la cintura para arriba. La luz en la habitación era tenue pues su hermano era demasiado sensible a ella, pero todavía podía ver sus ojos negros como la más oscura noche. Su cuerpo extremadamente delgado estaba inmóvil bajo él, sin mostrar por una vez alguna reacción de alerta listo para atacar o huir. Si no supiera de lo que él era capaz pensaría que se veía indefenso.
—Lo estoy, Vulkan. Quiero esto, quiero que me marques como tu compañero.
Vulkan contuvo un gruñido por su respuesta. Tenía que pensar con la cabeza, no ceder a sus instintos. —Yo también quiero, te amo y te deseo. Pero... —la mirada del primarca se desvío a cuerpo pálido de su hermano. A parte de su complexión demasiado delgada que marcaba sus huesos, su cuerpo también estaba repleto de cicatrices de todo tipo. Cortes, impacto de balas y quemaduras... Pensar en ser él quien abriera una nueva herida en su piel lo hacía sentir horrible.
—Mi aspecto es desagradable, lo sé —su afirmación tomó desprevenido a Vulkan quien ahora lo miró conmocionado—. Mi cuerpo está mancillado y ya no tiene valor para algo que no sea la guerra. Pero aún así deseo esto, quiero que al menos una de mis cicatrices sea por voluntad mía.
Vulkan lo miró atentamente y bajó la cabeza en señal de rendición. —Muy bien, lo haré. Pero con una condición... —acercó su rostro al hombro de su pareja y dejó un tierno beso en él—. No quiero que vuelvas a hablar así de ti. Eres hermoso, Konrad, y me encargaré de dejártelo claro cada día de mi vida.
No hubo respuesta de inmediato. Pero su hermano se estremeció bajo él y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. —Entonces márcame, hazme saber que tu también me quieres para ti.
Él enorme primarca obedeció. Abrió su mandíbula y mordió el delgado hombro de Konrad. El sabor metálico de su sangre caliente era una maravilla para él ¿todos los alfas se sentían tan maravillados con el sabor de su pareja? Konrad por su parte se retorció instintivamente ante el dolor agudo. Pero no intentó huir, él quería esto tanto como quería a Vulkan.
Habiendo ya mordido lo suficientemente profundo Vulkan se separó de él. Con la poca luz que tenía podía ver su marca en su hermano, demasiado grande para ser de cualquiera de sus otros hermanos alfa. En cuanto lo vieran, todos sabrían de inmediato que Konrad era su pareja.
Esa idea posesiva lo emocionó más de lo que estaba dispuesto a admitir. Lamió la sangre en sus labios y acarició la mejilla de Konrad, olía delicioso, sus feromonas delataban que estaba tan emocionado contento. —Eres tan bonito.
—Apenas puedes verme con está luz.
—Pero tengo bien grabada tu imagen en mi mente, cada parte de tu bonito cuerpo —acarició una de sus cicatrices en su pecho desnudo y sintió como se arqueaba ante su toque. Tan lindo—. Eres hermoso, Konrad. Te amo, y deseo que tú te ames también, tal como mereces.
Konrad no contestó a sus palabras, pero sus manos frías lo tomaron del rostro y lo acercaron para besarlo.
—Yo también te amo... —su voz salió frágil, como si fuera a romperse en algún momento.
Vulkan sonrió, se recostó a su lado y lo atrajo a su pecho con un abrazo. Acariciaba su espalda y besaba su frente buscando darle confort. Konrad creció en Nostramo sin amor, solo conociendo el odio y el miedo, el amor era algo casi desconocido para él. Y ahora no sabía cómo lidiar con el afecto de Vulkan y tampoco con sus propios sentimientos.
—No quiero separarme de ti... Quiero estar así más tiempo...
—Está bien, no tienes porqué preocuparte. Nuestro vínculo nos une ahora e incluso cuando estemos separados durante la cruzada siempre podrás sentir mi amor por ti sin importar la distancia.
—Eso no lo hace más fácil, quiero tenerte a mi lado y poder sentirte.
—Una vez que terminemos con nuestro deber podremos pasar todo el tiempo que queramos juntos.
—... Es arriesgado hacer ese tipo de promesas...
—Si, lo es —Vulkan tomó el rostro de Konrad y lo hizo mirarlo a los ojos—. Pero estoy más que decidido a cumplirla. Cuando la humanidad esté reunida otra vez quiero pasar mi eternidad a tú lado ¿Tú has pensado en que te gustaría hacer luego de terminar la cruzada?
Konrad se tomó un momento un momento para pensarlo y luego murmuró algo por lo bajo, pero que Vulkan todavía pudo entender.
—... ¿Una familia?
—Es absurdo, si, somos armas, nosotros no estamos hechos para criar nuestros propios hijos reales...
—¿Y aún así piensas en tener nuestros propios hijos? —Vulkan podía sentir el cuerpo de Konrad calentarse, la pena de admitir tal sueño era demasiado para él quien siempre se había mantenido alejado de la calidez de una familia amorosa—. Honestamente, a mí también me gustaría eso...
Konrad se quedó helado de la sorpresa un momento ante su declaración. —Tienes que estar bromeando...
—No, hablo muy en serio.
—Claro... Solo alguien tan noble como tú pensaría que es buena idea tener descendencia con un monstruo.
—No, no pienso en "tener descendencia con un monstruo", pienso formar una familia con mi pareja, a quien amo profundamente.
El primarca de cabello negro no dijo nada más. Discutir al respecto con Vulkan no llevaría a ningún lado, la unión que vino con su marca lo hacía sentir la honestidad y determinación ardiente que venía de él al pronunciar esas palabras. Todavía había incertidumbre en él, sabía que tarde o temprano sus visiones podrían desmoronar sus pequeñas esperanzas en el futuro. Pero al menos ahora mientras se acurrucaba contra el pecho de Vulkan podía ignorar esos pensamientos por un momento y sentirse seguro en su abrazo.