ID de la obra: 306

Celos

Slash
PG-13
Finalizada
1
Promocionada! 0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
3 páginas, 1 capítulo
Descripción:
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Capítulo 1

Ajustes de texto
Fenris era un lugar más que barbarico. El salón del palacio en el que estaban apestaba a carne y alcohol. Los lobos espaciales festejaban en competencias de fuerza entre ellos y ahogandose en mjod. El primarca de la legión de los Mil Hijos solo los veía recargado contra la pared. Magnus el Rojo iba muy ligero de ropa con una delgada túnica como las que usaba en Prospero. Pero usando sus poderes para regular su temperatura el frío no era ningún problema. Había aceptado la invitación de su molesto hermano Leman de quedarse un tiempo en su planeta natal. La visita había sido mejor de lo que esperaba. Su hermano le había mostrado paisajes realmente hermosos para un mundo tan hostil como ese. Le dió montañas libros llenos de todo el conocimiento de su gente y le permitió asistir a los rituales de los sacerdotes runicos. Sin mencionar que en las noches le hacía compañía y compartía su calor con él. Ese último pensamiento borró la calma en su rostro cambiandola por pura vergüenza. Su salvaje hermano lo molestaba, si, pero todavía había algo en él que lo atraía inevitablemente. Disfrutaba en grande cuando lo tomaba. Lo bestia que podía ser con él durante el sexo y luego tratarlo con el mayor cariño al terminar. Era un amante fantástico y aún así preferiría morir antes que admitir eso en voz alta. Su ojo aún así se fijó en el rubio que festejaba junto a sus hijos en la larga mesa en el centro del salón. Bebía y comía como un animal sin modales. Cuando notó que lo estaba viendo le guiñó el ojo y Magnus sonrió en respuesta. Tonto, si va a coquetear con él minimo podría quitarse los restos de comida de la barba. Una mujer se acercó a Leman para rellenar su tarro de cerveza. Pero la forma en la que se acercó demasiado a él puso nervioso a Magnus. Está bien, no era raro que las mujeres se acercarán a Leman, era bastante atractivo y hasta él tenía que admitirlo. Pero ella no paró ahí. Empezó a susurrarle cosas al oído y por la expresión de su hermano ya podía suponer que era lo que le decía. Vió su mano acariciar descaradamente el pecho de Leman y apretar sus pechos contra él. La sangre de Magnus hirvió. Ellos no eran nada y él solo veía al lobo como un amante, sin sentimientos de por medio. Aunque su imbécil hermano le diera alas al respecto. Los recuerdos de Leman susurrando solo para él palabras llenas de afecto, como le decía que era el más hermoso de todos e incluso los besos que le robaba cuando se acostaban. Y sobretodo las mordidas. Leman era en ocasiones posesivo, buscaba dejar pruebas de que Magnus era su amante y dejaba su cuerpo lleno de marcas de sus colmillos. Al final de cada noche Magnus siempre sanaba las más visibles, pero otra las mantenía ocultas solo para él. Con su mano tocó su muslo derecho y debajo de la delgada seda pudo sentir la marca que le había dejado la noche anterior. Magnus sabía que fue el calor del momento lo que lo había hecho decir una y otra vez lo mucho que lo deseaba. Palabras sin un valor real impulsadas por la pasión del momento, podía verlo en su aura de pura excitación. Pero aún así ver a esa mujer encima de él cuando esos recuerdos estaban tan frescos en su memoria era exasperate. Leman intentó apartarla de él sin mucho éxito, pues solo logró que ella aprovechara un momento de distracción para acercarse a sus labios intentando robarle un beso. Al demonio con esto. Sin previo aviso el borde del vestido de la mujer se prendió en fuego. El grito que pegó alertó a todos en la fiesta quienes se lanzaron con jarras de agua para apagar el fuego, pero empapandola también en el proceso. El Emperador estaría decepcionado si lo viera usar sus poderes de esta manera pero poco le importaba ahora. Abandonó el salón totalmente frustrado. Tanto por el comportamiento de esa mujer y el suyo propio. No tenía una verdadera razón para usar sus poderes psíquicos de esa manera tan caprichosa. Se repetía que lo que tenía con Leman era una aventura y nada más, pero aún así la mera idea de que alguien se le insinuara a Leman, o aún peor, que Leman coqueteara con alguien más lo hacía sentir una rabia profunda. Aunque no quisiera admitirlo una parte de él deseaba que el Rey Lobo fuera suyo, así como Magnus poco a poco se había vuelto de él. —¡Magnus! —y hablando del rey de roma—. ¿Qué fue todo eso? Tu fuiste el que hizo que su ropa arderá verdad —más que una pregunta era una afirmación. —Si, lo hice ¿por qué? —¿Y todavía lo preguntas? Magnus pudiste fácilmente haberla quemado viva. —Por favor. Si la hubiera querido muerta hubiera hecho que su corazón se detenga. Ella no saldría herida por eso. —¿Te estás escuchando a ti mismo? Magnus esto no es propio de ti ¿qué ocurre? Magnus lo miró con su único ojo. Apestaba a mjod, pero también al perfume de mujer. —No es nada que te importe. Será mejor que regreses al salón, seguro que ella necesitará de ti para que la consueles. No tuvo tiempo de darse la vuelta para marcharse antes de que Leman lo empujará contra la pared del pasillo. El rubio era más bajo que él pero todavía tenía la suficiente fuerza para acorrarlo de esta manera. Sus ojos azules lo miraban con una chispa de emoción y arrogancia. —Magnus ¿hiciste todo eso por celos? La sonrisa engreída del Rey Lobo puso a Magnus de los nervios. —No actúes tan presumido. No es ningún secreto para nadie tus festejos rodeado de mujeres dispuestas a satisfacerte. —Cierto, me gustaba rodearme de buenas acompañantes para celebrar mis victorias en batalla —su mano bajó hasta el muslo de Magnus justo donde estaba la marca que dejó—. Pero ahora solo quiero compartir mi alegría y cariño contigo. —Deja de bromear —empujó a Leman safandose de su agarre—. No necesitas jugar con eso para mantenerme en tú cama. El rostro de su hermano quedó palido. La preocupación era clara en su expresión. —Magnus, yo nunca bromeo con eso. Cuando digo este tipo de cosas lo hago de corazón —su mano acarició su mejilla y él no pudo evitar inclinarse ante su tacto—. Tú eres el único para mí. Ahora no había ninuna pizca de excitación en él, estaba hablando con sus cinco sentidos funcionales y el corazón de Magnus tembló al darse cuenta de la honestidad y amor que emanaba su aura. Decía la verdad, él de verdad lo quería. —... Tú también eres el único para mí... —su voz salió como un susurro pero Leman no se perdió ni una sola palabra. —¡¿En serio?! —su emoción explotó como la de un cachorro cuando ve llegar a su dueño—. ¿También sientes lo mismo? —Si, lo hago. —como pudo volteó su rostro para ocultar su vergüenza tras sus cabellos pelirrojos—. Por eso cuando ví a esa mujer pegar sus pechos contra ti... Sentí celos. —¿Entonces si fue por eso? La verdad es que si fue bastante incomodo —su expresión de desagrado delató que él tampoco lo había disfrutado en lo absoluto—. Pero si te soy honesto, prefiero por mucho las tuyas. Sin ningún tipo de vergüenza tomó sus pechos por encima de su tunica. —¡Leman, no seas bestia! ¡Si alguien sale del salón podría vernos así! —¿Entonces que te parece si vamos a un lugar más privado? —esa sonrisa depredadora que le dió sin duda un día sería su perdición. —Ugh, es injusto que siempre te salgas con la tuya. —¿Entonces es un sí? Su mirada avergonzada fue la única respuesta que Leman necesitó. Pasó su mano por su cintura y caminó en dirección a su habitación, empezando ya a adularlo solo por ser él. Si tuviera una cola seguramente la estaría agitando emocionado como un perrito. Aunque para ser justos, Magnus se sentía exactamente igual al pensar que ahora verdaderamente tenía al Rey Lobo solo para él.
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