ID de la obra: 310

Relaciones

Slash
NC-21
Finalizada
1
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10 páginas, 1 capítulo
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Capítulo 1

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Las comidas siempre eran incómodas. Si Arthur fuera más joven intentaría tener un poco de conversación con su padre, pero ahora sabía que era una pérdida de tiempo. Pero no todo era malo. Las puertas se abrieron para dejar pasar a los sirvientes y entre ellos estaba Mike. Un joven plebeyo de facciones delicadas y una mirada gentil. Arthur bajó la cabeza cuando este pasó a su lado, caminando directamente hacia su padre. Mike puso el plato frente al rey. No dijo palabra alguna, pero le dedicó una rápida sonrisa la cual Uther ignoró como si no fuera nada. Mike se retiró junto con los demás sirvientes, pero no sin antes guiñarle un ojo al joven príncipe. Arthur volvió a sentarse recto, tratando de ignorar el calor que subía hasta sus mejillas. Aún así su padre pareció notarlo, pero se mantuvo en silencio mientas daba el primer bocado a su comida.

***

Los adornos de plata cayeron de la mesa cuando Michelle fue subido sobre esta sin delicadeza alguna. Las manos callosas del rey lo sostenían firmemente por la cadera, arrugado la fina tela de su vestido. Mientras sus labios secos reclamaban los suyos con urgencia. —Atreverte a mirar así a mi hijo en mi presencia. Eres una ramera de la peor calaña. Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha. —¿Acaso le sorprende mi señor? Bien sabe usted que el joven príncipe me llevó a su cama antes de que usted se metiera bajo mi falda. Si respuesta arrogante solo pareció encender más la ira en el corazón del viejo rey, que en un arranque de frustración lo tomó por el cuello con una mano y comenzó a apretar. —Eres una casquivana. No mereces ser siquiera tratado como la prostituta más baja de Camelot. Como si quisiera probar su punto el rey metió su mano bajo su vestido, hasta llegar a la entrepierna del joven. Su miembro estaba ya erecto y salpicado gotas de líquido preseminal. —Ni siquiera tienes puesta tu ropa interior. ¿Es que te gusta estar preparada para que alguien venga a levantar tu falda para follarte como la buena perra que eres? El joven sirviente solo pudo jadear dolorosamente mientra Las manos fuertes y arrugadas del rey envolvían su cuello. Pero incluso en esa situación no podía disimular sus ojos empañado por la neblina del placer, aún cuando las lágrimas caían por sus ojos. —... Eres miserable —con un movimiento final soltó a su amante y retrocediendo y sacando su mano de debajo de su vestido. Quedándose solo viendo mientras Michelle tosía y jadeaba intentando recuperar el aliento. —E-eso fue... nu-nuevo, señor. —Tal vez debería hacerlo más seguido a partir de ahora. Tal vez solo así aprendas a dejar de comportarte como una puta que trabaja en el puerto. Uther se inclinó peligrosamente sobre él, dejando que sus manos subieran y bajaran por las piernas con medias del joven. —Eres la mayor desgracia que a llegado a este palacio. Una mujerzuela que solo vino para tentar a mis hombres, a mi hijo. —Y también a usted, su majestad —afirmó sin una pizca de vergüenza. —Tu simplemente no aprendes —las suaves caricias pasaron a volverse un apretón descarado en sus muslos. Uther casi se deleito con lo carnosos qué estos eran—. Mira el cuerpo que tienes. Es como si lo hubieras moldeado para tentar a los hombres, de la misma manera en la que un soldado moldea su cuerpo para el combate. —No me llevaría todo el crédito. Sus hombres también hicieron un gran trabajo dándole forma con sus propias manos. Tal como esta haciendo usted ahora con mis muslos. —No tienes ni un poco de vergüenza. Las manos de Uther se subieron un poco más.Deslizándose por debajo de su pené y bolas para presionar su culo. El gemido suave de Michelle casi lo hizo estremecer. —Mi rey, hágalo. —¿Con qué derecho me ordenas? Si me quieres tienes que rogar. Con su dedo comenzó a dar vueltas alrededor de su culo. Jugando con él y provocando espasmos que lo hacían temblar. —Uther... Por favor. —No te atrevas a decir mi nombre con esa boca que ha sido ensuciada con tantas corridas de hombres de los que ni siquiera recuerdas sus rostros. Michelle se mordió los labios con frustración. —Por favor, mi rey. Tócame. Tócame más te lo ruego. —¿Ves como no era tan difícil? Michelle intentó contestar. Pero las palabra murieron en su garganta cuando sintió que el rey empujó dos dedos de golpe en su culo. Ni siquiera tuvo la decencia de prepararlo correctamente. Solo comenzó a mover sus dedo, estirando los bordes de su interior para forzar su lubricación. Y no lo odiaba en lo absoluto. —Eres tan ramera como para disfrutar qué te estire así. Que pésimos gustos tiene el pobre inútil que tengo por hijo. —Y... ¡Ah! ¿Qué hay de usted mi señor? —Solo necesito algo en lo que liberar mi estrés —respondió, demasiado rápido. El sirviente no pudo ocultar su sonrisa. —Claro... Uther. La provocación tuvo el efecto esperado. Su rey comenzó a empujar sus dedos con más fuerza y más profundo. En un intento de acallar su señalamiento a su obvia mentira. Los dos dedos se convirtieron en tres y luego en cuatro, era como si se estuviera conteniendo de empujar todo su puño en su culo. —Aún después de intentar estirarte aún sigues apretándote alrededor de mis dedos. Tu cuerpo solo esta rogando por mi aún sin usar tu boca. —¿Puede culparme? No e disfrutado de un buen sexo en todo este tiempo. —¿Y mi hijo? —¿Necesita que vuelva a repetir mis palabras? El pecho de Uther se infló con orgullo. Había algo que satisfactorio en saber que aún con su edad su joven hijo jamás podría igualarlo. —Sabes bien como complacerme. Mereces al menos una recompensa. Suavemente retiró Los dedos de su culo ya húmedo, manchando el interior del vestido con algunas manchas transparentes y viscosas. De manera sorpresiva para un hombre en su posición, se arrodillo, colocando su rostro entre las piernas de Michelle. Levantó las piernas de este, poniéndola sobre sus hombros y dándole una visita perfecta a su culo empapado. —Mira nada más, solo te toque con mis dedos y ya eres un desastre aquí. —Se escucha demasiado arrogante al respecto, mi señor. Uther le soltó una fuerte palmada en su muslo izquierdo, haciéndolo callar. —No hables. Lo único que quiero oír salir de tu boca son tus súplicas. Con toda la dignidad qué un rey puede tener en una posición tan indecente como esa Uther se inclinó, presionando su lengua contra su agujero, comenzando a lamer su exterior. Casi se le escapa una risa al sentir como palpitaba por su atención. Los gemidos de Michelle llenaron la habitación y sus piernas se cruzaron detrás de la cabeza del rey, como si quisiera presionarlo más contra él y que su lengua se metiera más dentro de él. En realidad, eso era exactamente lo que quería.

***

En las afueras del palacio, donde se encontraban los establos donde resguardaban a los caballos. El príncipe se subía los pantalones intentando disimular la forma en la que sus piernas temblaban ligeramente, como un portillo recién nacido. —¿Ya te vas? —Pregunto Merlin desde la pila de heno. Aún con su pecho subiendo y bajando de manera apresurada, como si acaba de venir de una cacería. —No voy a quedarme más de la cuenta. Los sirvientes empezarán a hablar. —Ya lo hacen, Arthur. No eres muy silencioso cuando estamos juntos ¿sabes? El joven pelinegro se cubrió el rostro mientras se reía, protegiéndose de su propia bota qué Arthur le lanzó con frustración. —¡Eres un cabrón insoportable! —le reclamó antes de darse la vuelta y salir del establo. —Lo se. ¿Nos veremos más tarde para salir del palacio otra vez? Arthur se detuvo a punto de salir. La pregunta que le hizo era tan casual, como si fueran un par d amigos casuales y no dos tipo qué acababan de follar sobre Una pila de heno en el establo para que nadie esté cerca para descubrirlos. Como si para Merlin esto solo fuera otra de sus tontas salidas qué siempre se salían de control y nada más. —... Si, no veremos más tarde. Salió del lugar sin siquiera despedirse, solo comenzando a andar hacia el palacio, donde seguramente Michelle ya estaría preguntando a los demás sirvientes por su paradero. Siempre lo hacía, era un muchacho muy necesitado. Por ir sumido en sus pensamientos choco con alguien sin querer. Era Mordred. —¡Ah! ¡Lo siento su majestad! Fue mi culpa por ir con prisa. —Claro que fue tu culpa —escupió Arthur con molestia— mira por donde vas la próxima vez quieres. El muchacho de cabello negros agacho la cabeza con vergüenza, susurrando un suave "lo siento" antes de seguir con prisa por su camino. En dirección al establo. Arthur apretó sus manos en unos puños por la frustración pero siguió caminando en dirección al palacio. Después de todo ¿qué derecho tenía él de molestarse cuando él mismo se dirigía a los brazos de otro?

***

Las manos de Uther sujetaba fuertemente sus muslos de Michelle. De tal forma que la carne de estos sobraba entre sus dedos. Su lengua seguía moviéndose con dedicación en su culo, lamiendo las paredes carnosas y húmedas de su interior, arrebatado quejidos y jadeos por igual de la boca del joven castaño. Las manos de Michelle se aferraba fuertemente al cabello canoso de Uther y este no se quejaba en lo absoluto. Disfrutaba de tener al delicado muchacho tan aferrado a él. —Eres tan ruidosa cuando te lo propones ¿no te avergüenzas de que puedan oírte? —Oh, ¿y dejar que el resto de sirvientes no sepan lo bien que me lo paso mientras ellos trabajan? Ni de chiste. Uther bufo. —Que sucia eres. Pero aunque Michelle solo hablaba de los sirvientes había ignorado una importante posibilidad. Que su príncipe los estuviera escuchando. —¡¿Se puede saber que estas haciendo?! El par de amantes se dio la vuelta, encontrándose con el príncipe de rubios cabellos mirándolos con La ira brillando en sus ojos. El castaño pareció sorprendido de verlo, más no avergonzado. —Arthur... El susodicho ignoró su llamado y caminó hasta su padre que ahora se había levantado para mirarlo a los ojos. —¿Es esto lo que haces cuando no estoy? ¡¿Vas y lames el culo de mi sirviente?! —No es tu sirviente, Arthur, recuerda que todos en este palacio trabajan para mi. Solo tu escuálido muchacho que le gusta jugar a los caballeros contigo realmente te pertenece. Al menos a veces. —¡Eres un bastar-! No pudo terminar la oración pues su padre lo tomó por el cabello, jalando su cabeza hacia atrás con fuerza. —Cuida tus palabras. Eres mi hijo, pero eso no significa que tenga preferencias por ti o que no pueda buscar la forma de tener otro heredero si decido echarte del palacio. Los ojos de Arthur se abrieron con sorpresa ante sus amenazas. —N-no lo harías. —¿Por que no? ¿Solo porque Merlin te dijo que eres especial ya fue suficiente para que de verdad lo creyeras? Arthur intentó buscar la manera de defenderse, pero las palabras no salían. Solo podía sentir su boca temblar y sus ojos arder al contener las lágrimas de frustración. —Mhm... Padre e hijo se sorprendieron al oír un quejido en medio de la tensión. El primero en voltear fue Uther. Sus ojos se abrieron con sorpresa y una pizca de fascinación al ver a Michelle estimular su propio agujero mientras los veía. —... ¿Así que te gusta esto? Michelle asintió, su mano moviéndose con emoción dentro de su culo palpitante. Arthur, en cambio, se veía horrorizado. —¿Qué clase de juego perverso es este? —Cállate —exigió su padre jalado más fuerte de su cabello. Michelle arqueo su espalda al ver al rey tratar así a su propio hijo. —¡Aaah! —Verdaderamente eres una zorra de gustos retorcidos —se burlo Uther secamente, antes de mirar a Arthur a los ojos—. Y no puedo decir que no comparta tu emoción. El príncipe abrió los ojos con horror. La mirada que ahora le daba su padre lo hizo temblar con horror. —P-padre. Uther ni siquiera se molestó en dejarlo habla. Puso sus manos en sus hombros y lo empujó para ponerlo de rodillas, dejándolo a la altura de su entrepierna, donde aun permanecía su erección que había estado ignorando todo este tiempo. Arthur solo pudo mirarlo horrorizado. —Baja tu mismo mi pantalón. —¿Qué locura estas diciendo? La mirada del hombre mayor se endureció. —¿Me vas a hacer repetirlo? El príncipe se sintió tan pequeño en ese momento. Como cuando era a penas un niño que se aguantaba las lágrimas cuando su padre le gritaba por ser un niño débil. Incluso sintió el calor en su entrepierna al orinar se en los pantalones como un niño pequeño. —Dios, eres tan miserable. Michelle no dudo en opinar lo contrario. —Yo creo que es... Ah, sublime... Todo esto estaba mal, terriblemente mal. ¿Pero que podía hacer ahora además de obedecer? Con manos temblorosas sujeto los pantalones de su padre y los bajó lentamente. No queriendo ver lo que había debajo. —Hasta para eres inútil... —con un movimiento el mismo se bajó los pantalones, dejando al descubierto su pene erecto y palpitante. Llevaba todo este rato queriendo un poco de atención. Arthur lo miró con miedo, ni siquiera podía pensar en pararse para defenderse pues sus piernas le temblaban demasiado para siquiera intentar escapar. —¿Qué estas esperando? Se un buen muchacho por una vez y comienza a chuparlo. No podía hacer nada para defenderse. Sus armas las había dejado para encontrarse con Merlin y su cuerpo ya no respondía correctamente. Lo único que podía hacer para salir ileso ahora... Era obedecer. Con manos temblorosas sostuvo el miembro de su padre. Cerró los ojos con fuerza antes de inclinarse y llevarse el miembro a la boca. —¡Oh, dios! —Exclamó el castaño mientras se masturbaba. Había pasado de solo jugar con su culo a también frotar su pequeño pene erecto. El rey lo miraba con una sonrisa torcida. Satisfecho por ver lo que su "espectáculo" con su hijo provocaba. —¿Vas a quedarte así solo con mi miembro en tu boca? Haz algo, no es como si no hubieras aprendido a hacerlo cuando te escapas con tu raro sirviente. El rubio tuvo que tragarse sus quejas sobre su insulto hacia Merlin, no es como si pudiera hablar con la polla de su padre en la boca. Primero intentó usar su lengua para contentar a su padre, eso era lo menos sucio que podía hacer, al menos según él. —Mmmh... Ese Merlin te a enseñado bien... —cerró los ojos para disfrutar mejor del momento, dejando que su mente lo llevará a otras partes— pero mueve también tu cabeza, no te quedes ahí quieto. El rubio sintió ponerse su cara roja pero obedeció. Al inicio dio suaves movimientos con su cabeza, atrás y adelante, aún intentando mantener algo de dignidad mientras hacía un acto tan repulsivo como lo es darle una mamada a su viejo padre. Michelle, por su parte, seguía sentado en la mesa, jugando con su propio cuerpo en busca de placer. —Oh, vamos Arthur tu puedes hacerlo mejor que eso. —Por primera vez, estoy de acuerdo con esa afirmación, puedes hacerlo mejor —su mano bajó hasta volver a tomar el cabello de Arthur—. Así. Los ojos de Arthur se abrieron del shock al sentir como con un empujón su padre lo hizo tragarse toda su polla. Michelle gritó emocionado desde su lugar al ver como se formaba un bulto en la garganta del príncipe de lo profundo que había llegado el miembro del rey. —¡Y me llamabas a mi sucio Uther! ¡Tu eres una bestia! El aludido no dijo nada, solo aflojo si agarre para que Arthur pudiera hacer para atrás su cabeza antes de que él la volviera empujar otra vez. Repitiendo esta acción una y otra vez hasta que las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Arthur. Que lo miraba con ojos llorosos. —No me mires así, Arthur, concéntrate mejor en seguir mi ritmo. Su agarre se aflojo de manera permanente, pero aún así Arthur seguía tragado su polla hasta la base. Como si fuera Uther quien lo forzaba a hacerlo. —Oh, lo estas tomando como toda una ramera —sonrió— así es como me gustan. Eres más una puta que un príncipe. El príncipe no hizo ninguna queja, solo siguió chupando la verga de su padre esperando a que esto acabara. —Si, sigue, sigue Arthur —suspiró el joven travestido, como si él disfrutará esto más que el propio rey. Arthur cerró los ojos con fuerza, mamando bien la verga de su padre hasta que este empezó a jadear por la forma en la que lo estaba disfrutando. Una y otra vez, hasta que finalmente lo sintió. El semen de su padre escurriendo en su boca. Y el salpicar de las gotas del semen de Michelle al caer en el piso. En ese momento Arthur finalmente tuvo la fuerza de separarse. Pero antes de que pudiera escupirlo Uther lo detuvo, cubriéndole la boca con su mano. —Ni siquiera lo pienses —le exigió de manera severa—. Tuviste el honor de tomar mi esperma, ahora tráigalo. La mirada que le dio fue suficiente para hacerlo asentir, con miedo, pero aún obediente. Uther no pudo ocultar su sonrisa verlo tragarse su semen sin quejarse. No es como si pudiera después de todo. Pero aún no estaba satisfecho. Sin ningún tipo de consideración Uther volvió a tomarlo del cabello y lo encaminó hasta donde estaba Michelle, aún sobre la mesa. Se colocó detrás de él y de manera forzada inclinó su cuerpo, dejando su cabeza frente la entrepierna del hombre travestido mientras su culo quedaba frotándose contra él. —Ni creas que estaré satisfecho solo con una mamada —sin ningún tipo de de delicadeza bajó los pantalones de Arthur, dejando su redondo trasero al descubierto. —¡¿Qué estas haciendo?! —gritó Arthur aterrado. Pero entonces unas manos sostuvieron su rostro, Michelle, qué ahora lo veía con tanto cariño. —No te preocupes, mi príncipe, yo estoy aquí para ti. —Mi... Michelle. El joven le sonrió con dulzura... Antes de empujar su cabeza sobre su pene. Que aunque fuera mucho más pequeño que el del rey aún estaba deseoso de más. —Te atreves a poner tu pené donde una vez estuvo el mio, que descaro, pero lo permitiré esta vez —su mirada bajó al trasero de Arthur— solo porque aquí tengo algo mejor. Sin cuidado alguno empujó sus caderas contra el trasero de Arthur. Sintió como el cuerpo de su hijo era recorrido por un espasmo antes de volver a mearse una vez más, salpicando el suelo con el líquido dorado. —Más te vale limpiar eso al terminar —le recrimino, como si no tuviera su olla en medio de sus nalgas. Aun con la edad que tenia Uther no parecía resentir la forma en la que sus caderas se movían bruscamente mientras estampaba su pelvis contra su hijo, yendo más profundo de lo que Merlin nunca había ido. Las paredes internas de Arthur parecían reconocer su hazaña, envolviéndose a su alrededor de tal forma que se empezaba a complicar el retirar su verga para volver a embestirlo. —¡Maldita sea Ygraine, estas queriendo ordenar mi polla! Arthur intentó mirarlo, el horror reflejado en sus ojos, al oír como lo llamó por el nombre de su difunta madre, pero la mano de Michelle lo detuvo. —No. —Dijo con firmeza. Su ánimo cachondo reflejado en su tono—. Ahora tu cabeza debe enfocarse solo en mi, ya le diste suficiente atención a tu padre con ella. La sonrisa con la que lo dijo era inquietante. Realmente estaba excitado con el trato que él rey le dio a su propio hijo. Arthur intentó safarse de alguna manera, pero fue inútil las embestidas del rey lo empujaba hacia adelante, donde se atragantaba con la verga de su sirviente. Ambos ganaban placer a costa de Arthur. —¡Vamos, mueve ese culo Ygraine! —ordenó Uther mientra le soltaba una nalgada qué dejo marca en la piel blanca del príncipe. —¡Si! ¡No pierdas el ritmo, siento como estoy por llegar a mi limite otra vez! Ambos empujaron sus miembros dentro de el tan profundo y tan malditamente cachondos, que incluso el pené de Arthur comenzó a responder, poniéndose ligeramente duro para su completo horror y vergüenza. —¡Ygraine estas tan apretada, no puedo tener suficiente de tu culo! ¡Te dejaré preñada, me darás un magnífico hijo! —¡Oh mi rey, esta perdiendo la razón por el placer! —se burlo el castaño al oír como hablaba a Arthur como si fuera su madre. Y Arthur ya ni siquiera se resistía. Solo dejaba que hicieran con su cuerpo lo que quisieran. Uther apretó fuertemente su trasero y Michelle lo hizo tragarme su polla hasta la base, antes de que ambos se corrieran dentro de él, dejando que el semen de desbordara de sus agujeros. Incluso el pene de Arthur, aún medio flácido. Manchó es suelo con su semen. Su padre tenía razón, era una puta más que un príncipe.
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