ID de la obra: 368

Te encontraré amor mio (Harco)

Slash
NC-21
Finalizada
1
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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autor
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3 páginas, 1 capítulo
Descripción:
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Capitulo único

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Harry Potter no era el mismo desde la guerra. Había un filo en su mirada, una calma inquietante en sus gestos. El mundo mágico celebraba la paz, pero Harry... Harry había cambiado. Y todo comenzó con Draco Malfoy. Después de la guerra, Draco fue exonerado gracias al testimonio de Harry. Lo siguió haciendo por años, defendiéndolo cada vez que alguien lo miraba con desconfianza, cada vez que alguien se atrevía a murmurar "Mortífago" a sus espaldas. Al principio fue culpa. Luego fue curiosidad. Después, admiración... y finalmente, obsesión. Harry no sabía en qué momento exacto comenzó a desearlo con cada fibra de su ser. Tal vez fue esa noche en el Ministerio, cuando Draco le sostuvo la mirada y no tembló ante su poder. O quizás fue cuando lo escuchó reír por primera vez sin reservas, como si fuera libre. Sea como fuere, su mundo empezó a girar en torno a él. Sus amigos lo notaron. —Harry... —dijo Hermione un día, con tono cauteloso—. ¿No crees que estás exagerando con Malfoy? —No vuelvas a llamarlo así —replicó Harry con frialdad—. Es Draco. Ron bufó. —¿Draco? Vamos, tío, ¡es Malfoy! ¿Qué te ha hecho? Los ojos de Harry brillaron peligrosamente. —No lo insultes otra vez, Ronald. No si valorás tu lengua. Los comentarios cesaron desde entonces. Harry se volvió más reservado, más oscuro. Ginny intentó reconquistarlo, se presentó en su casa con el vestido que él solía admirar. —Podemos intentarlo de nuevo —dijo, sonriendo con dulzura—. Como antes. Harry apenas levantó la vista. —No hay antes. Solo Draco. --- Pasaron dos años. Draco y Harry vivían juntos en una mansión encantada en el campo, lejos del caos del mundo mágico. Se casaron en secreto en una ceremonia antigua, con magia rúnica que entrelazaba sus almas. Draco era feliz. Harry lo era aún más. Solo unos pocos sabían la verdad: Harry era hijo de James Potter… y de Tom Riddle, el mismísimo Lord Voldemort. Una magia oscura, antigua y prohibida había creado una descendencia imposible, y Harry la llevaba en su sangre. Poder. Furia. Y amor incondicional. --- Fue en un amanecer brumoso cuando todo se derrumbó. Draco fue secuestrado. Un grupo de Aurores extremistas, convencidos de que Draco estaba manipulando a "El Elegido", lo capturaron en plena calle. Lo llevaron a una instalación oculta, sellada con runas y encantamientos de rastreo prohibidos. Lo colgaron de grilletes encantados, lo desnudaron hasta la piel, lo encadenaron bajo luz mágica que quemaba, y comenzaron el interrogatorio. —¿Qué hechizo usaste en Potter? Latigazo mágico. —¿Cómo lo controlas? Cortes con cuchillas maldición. —Confiesa o seguiremos. Agua helada encantada que quemaba por dentro. Draco sangraba por la nariz, los labios hinchados, costillas fracturadas. Pero solo reía, escupía sangre y decía con una sonrisa torcida: —Cuando Harry me encuentre… ustedes suplicarán piedad. --- Y Harry los encontró. Los lazos mágicos entre ellos ardieron en su pecho cuando Draco gritó por última vez su nombre. No hubo piedad. No hubo razonamiento. Solo destrucción. Harry desató su poder oculto. Destruyó el Departamento de Misterios. Derrumbó la Torre de Aurores. Liberó criaturas mágicas de la Reserva Prohibida. Los Thestrals sobrevolaban el cielo. Los dragones escaparon del Valle Gris. La magia ancestral fluyó en su sangre. Maldiciones antiguas que nadie recordaba. El mundo mágico entró en pánico. —¡Potter está destruyendo todo! —gritaron en el Wizengamot. Pero ya era tarde. Cuando halló el lugar, las paredes estaban ennegrecidas. Draco colgaba ensangrentado, sus ojos aún vivos. Harry lo descolgó con un susurro, envolvió su cuerpo con magia cálida, y se volvió hacia los Aurores que aún respiraban. No fue rápido. Harry les mostró cada nervio, cada hueso, cada célula de dolor que le infligieron a su esposo. Gritos desgarradores sacudieron los cimientos del edificio. Los cuerpos quedaron irreconocibles, reducidos a polvo y cenizas. Harry cargó a Draco en sus brazos, cubierto de sangre y poder, y salió entre el fuego. --- Pasaron semanas. Draco sanó, lenta pero firmemente. En sus ojos no había miedo. Solo amor. —¿Lo hiciste por mí? —susurró una noche, acostado sobre el pecho de Harry. —Lo hice porque eres mío —respondió Harry, acariciándole el cabello—. Y jamás dejaré que te hagan daño otra vez. --- El mundo mágico tembló. El Ministerio cayó. En su lugar, Harry fundó un nuevo consejo, uno que no juzgara por sangre ni apellido. Y a su lado, siempre, Draco. Los llamaron los Reyes Gemelos. Los condenaron. Los adoraron. Los temieron. Pero al final… fueron libres.
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