Amor entre pociones

–¡ Hermione, por favor! Eres la única que le puede ayudar a aprobar el examen de pociones –le rogó Ginny, mientras se calentaban junto al fuego de la sala común. –¡ Qué no! Ginny, no insistas. Ya te he dicho que no le voy a explicar Pociones a Luna. No la soporto y no congeniamos bien. Somos como el agua y el aceite, no nos podemos mezclar. Y, para colmo, no estamos en el mismo curso. ¡No sé lo que estáis dando! –¡Venga, por favor! Eres a la que mejor se le dan las pociones de todo Gryffindor, puede que de todo Hogwarts. Ya lo hemos probado todo, pero nada funciona. –dijo Ginny con tono lastimero– Snape no la soporta. –Me pregunto por qué será –se burló Hermione La joven Weasley hizo como que no había oído el comentario de su amiga y siguió con su suplica. –¡Por favooor! Además si sigue suspendiendo no la van a dejar presentarse a los TIMO el año que viene y sabes que sin esos exámenes su futuro se esfuma. Neville, que estaba en una mesa cercana trasteando con una de sus plantas, decidió que era un buen momento para intervenir en la discusión. –Hermione, se que te cuesta tratar con Luna y que no entiendes su visión del mundo pero es nuestra amiga. Es parte de la Orden. -le explico pacientemente. A Ginny se le iluminó la cara y gritó con emoción. –¡Tengo una idea! Si ayudas a Luna con el examen nosotros te ayudaremos con la P.E.D.D.O y la lucha por los derechos de los elfos. Y a Luna le encantan las criaturas mágicas, seguro que nos ayuda. – Vale, ahora ya nos estamos entendiendo. Trato hecho. -las dos chicas se dieron la mano y cerraron el trato.