Delirio
11 de julio de 2025, 8:31
En algún rincón olvidado de Kaliningrado, un gato estaba sentado en el balcón de un apartamento. Su dueño fumaba junto a él. El gato olía el humo de los cigarrillos. El gato mismo apestaba a cigarrillos.
El dueño fumó y salió del balcón, y el gato siguió sentado. Entonces oyó maullar desde el balcón vecino y miró hacia allá. El gato vio a otro gato, Alfredo. Parecía que sus dueños lo querían más que a su hijo. Pero eso sólo si juzgamos por sus nombres.
– Miau, Alfred, ¿qué quieres?, preguntó nuestro gato, cuyo nombre era Cappuccino porque su dueño era un completo idiota.
– Capuchino, lo pensé y me di cuenta que quiero volar de este país a España! – De repente, Alfred gritó, asomándose por la ventana.
– Idiota, no sabes nada de este país, salvo el nombre. También puedo decir que quiero ir a Noruega a atiborrarme de pescado.
– ¡Oh, estoy contigo!
– Mierda —maulló Cappuccino apenas audiblemente. – Alfred, tu nombre no te queda bien, eres demasiado estúpido para tener uno.
El vecino no respondió y se quedaron allí sentados en silencio. Cappuccino se dio cuenta de que estaba rodeado de idiotas. Fue triste.