ID de la obra: 421

UN FINAL QUE EL MUNDO MÁGICO NUNCA QUISO LEER

Gen
G
Finalizada
6
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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9 páginas, 1 capítulo
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LAS SOMBRAS REGRESAN A HOGWARTS

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Ha pasado tiempo desde aquel trágico día, y amigos, familiares y seres queridos han desaparecido. Pero los sacrificios han valido la pena. Voldemort ha muerto. Ha desaparecido. La mayoría de sus seguidores han huido, y los más leales han muerto con él. Se puede afirmar con seguridad que nunca regresará. ¿O si? ☀︎ ☼ ☁︎ ☂︎ ☃︎ ☽ ☾ ༄ ࿓ ☄ ϟ ❅ ❅꙳ ☀︎ ☼ ☁︎ ☂︎ ☃︎ ☽ ☾ ༄ ࿓ ☄ ϟ ❅ ❅꙳ Unos meses después, de vuelta en Hogwarts, Ron, Hermione, Ginny y Neville estaban sentados en el comedor, recordando a las personas que ya no estaban con ellos, cuando se dieron la vuelta y lo vieron. ¡Harry! —gritó Hermione, poniéndose de pie de un salto y deslizándose del banco con un golpe sordo. Sus rizos castaños le ondeaban alrededor del rostro. A pesar de su delgadez, era tan inteligente y sensible como siempre. Sus ojos, brillantes de sorpresa y deseo, miraron a Harry como si lo vieran por primera vez—. ¿Eres tú... en serio? Harry les sonrió, pero con cierta culpa. Miró a su alrededor. Las mesas estaban vacías y el Gran Comedor había perdido su antigua brillo. La luz de las velas iluminaba las cabezas de los estudiantes, pero el aire era denso, como si la sombra de la guerra se hubiera grabado en cada piedra del castillo. Harry suspiró y se sentó junto a sus amigos. El silencio que siguió fue breve y denso. Nadie sabía qué decir. Había tanto que querían preguntar... y tantas heridas aún latentes entre ellos. Esta vez, Neville habló con calma, como siempre. —Después de todo lo que pasó… ¿cómo te sientes — preguntó Neville con voz tranquila y sincera de alguien que había peleado a su lado. Sus manos, marcadas por la guerra, yacían sobre la mesa. Su rostro se veia maduro, pero su habitual calidez y dulzura seguían presentes. Había cambiado, por supuesto, pero seguía siendo el mismo chico que hablaba con el corazón. —Supongo que todo está bien... o al menos intento que esté bien —murmuró Harry, mirándose las manos como si buscara respuestas que aún no había encontrado. —Harry, no te culpes... No solo luchamos por ti. Luchamos por Hogwarts, por nosotros mismos, por todo lo que no podíamos permitirnos perder —dijo Ginny con suavidad pero firmeza, acercándose a él y poniéndole una mano cálida en la espalda. Su cabello rojo, que resaltaba en el pasillo tenuemente iluminado, caía con naturalidad sobre sus hombros, y su mirada valiente, tranquila y nostálgica reflejaba todo lo que habían vivido juntos—. Sobrevivimos. Aunque todo haya cambiado... sigues siendo parte de lo que luchamos. Harry y Ginny intercambiaron una mirada de alivio y nostalgia, y en ese momento intercambiaron tímidas sonrisas, y en sus ojos no sólo había amistad, sino una promesa silenciosa, una conexión profunda que ni el tiempo ni la guerra podrían borrar. —Harry, ¿dónde has estado? —interrumpió Ron, y rompiendo la tensión entre Harry y Ginny. Sus ojos profundos reflejaban preocupación. Tras meses de la guerra, su cuerpo estaba mucho más fuerte que antes, pero su rostro aún mostraba signos de fatiga. Ron ya no se sentía perdido después de una separación tan larga, y antes de que el silencio se hiciera más profundo, habló. Quería una respuesta, quería saber que Harry estaba bien. —Estaba en casa de mi padrino... Necesitaba estar solo —respondió Harry, con la voz un poco apagada y la mirada baja, como si aún estuviera reviviendo los dolorosos recuerdos. —Lo extrañas, ¿verdad? — asintió Hermione con voz baja, y con un tono de empatía y preocupación. —Sí, pero tengo esto—, dijo, mostrando un anillo discreto, pero único con una pequeña piedra negra en el centro. —¡Oh! ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Neville, señalando el anillo. —Una noche, en su habitación. Mientras miraba algunas fotos, y lo vi alli...sobre su escritorio. Es... único. — Harry observo una vez mas el anillo con cariño; miro a sus amigos y cambió de tema. —¿Quién es el director de Hogwarts ahora? —Minerva —dijo Hermione. —Uf, menos mal es Mc Gonagall— suspiró Neville y sonrió tímidamente, provocando la risa de todos. —Hay una hermosa tristeza en ese anillo—, dijo Luna Lovegood, apareciendo detrás de él, su cabello dorado colgando libremente sobre sus hombros, sus aretes pareciendo girar por sí solos y sus grandes ojos soñadores mirándolos con calma y dulzura directamente a los suyos. —¡Luna! No puedo creer que estés aquí...estas bien —gritó Harry, y antes de que ella pudiera reaccionar, la abrazó con fuerza y ​​le sonrió con sinceridad por primera vez en mucho tiempo. —Mi padre me envió de vuelta... dijo que Hogwarts necesitaba magia más amable —respondió Luna, torciendo la cabeza hacia un lado y mostrandole una sonrisa encantadora—. Pero tendrás que tener cuidado de ahora en adelante...los pasillos siguen susurrando cosas extrañas. Neville la miraba sin apartar la vista de ella. La extrañaba más de lo que esperaba. Su silencio fue una mezcla de sorpresa y alivio al volver a verla, como si necesitara asegurarse de que Luna seguía siendo una luz constante en la oscuridad. Luna se volvió hacia él con expresión tranquila y una leve sonrisa, como si siempre lo hubiera adivinado, y rompió el silencio con una voz tranquila y clara. —Neville, ¿tú también sientes que el aire está especialmente eléctrico hoy? —dijo Luna con esa mirada que le hacia unica. Neville apartó la mirada un instante, recordando aquella noche tormentosa de la guerra, donde entre caos y peligro le confeso su sentimiento, sin palabras desde entonces. Miró a Luna, aún tranquilo y alegre, y finalmente respondió con una sonrisa que apenas disimuló y con un nudo en la garganta: —No me había dado cuenta antes, pero ahora que lo mencionas, sí —respondió, con una pequeña sonrisa que apenas disimulaba y con el corazón acelerado —. Siento como si todo volviera a empezar. Sus miradas se cruzaron sólo por un segundo, y aunque ninguno de los dos dijo nada más, ambos sabían que todavía había algo entre ellos... algo tan real como la magia que aún flotaba en el aire. Ginny sonrió primero, como si hubiera estado esperando este momento. Hermione la imitó, mirándola con una mirada cálida, casi protectora. Ron arqueó las cejas. Harry los miró a ambos en silencio. No dijo nada, pero su expresión era significativa. Lo cuatro se miraron y sonrieron con complicidad, como si se entendieran sin palabras. Había algo en esa conexión que ni el tiempo ni la guerra podían extinguir. Era como una chispa que ardía obstinadamente en las sombras, por mucho que se esforzara. Luna, como si percibiera esa energía en el aire, inclinó suavemente la cabeza en señal de despedida. —Iré a mi mesa… creo que los arándanos están tratando de decirme algo en runas antiguas—, dijo con una sonrisa suave y soñadora, dando saltitos y caminando de vuelta a la mesa de Ravenclaw. Su cabello rubio ondeaba tras ella como un velo de luz, brillando a su paso. De repente, las puertas del salón se abrieron de golpe y Draco Malfoy entró. Había sobrevivido a la guerra, pero no ileso, a pesar de que su familia había trabajado para el Ministerio en los últimos meses después de la guerra, su nombre ya no inspiraba respeto, sino desconfianza. Caminaba con firmeza, pero su rostro estaba más pálido que nunca, con los hombros encorvados como si llevara el peso de muchas miradas sobre la espalda. A su lado caminaba Pansy Parkinson, con su negro cabello perfectamente suelto y una expresión de superioridad. A su lado caminaba Blaise Zabini, elegante, modesto pero divertido, con una sonrisa segura y una voz tranquila que traía una atmósfera relajada a la habitación. Era sociable cuando quería serlo, pero peligroso cuando no lo era. Tras ellos aparecieron dos rostros nuevos, que se convertirían en sus compañeros más cercanos. Theodore Nott. Era italiano, alto y guapo, de ojos brillantes y cabello castaño claro deliberadamente despeinado. Siempre estaba sonriendo, siempre confiado. Era divertido, encantador y seguro de sí mismo. Al otro lado estaba Lorenzo Berkshire, con la túnica abierta, elegante pero modesto, y el cabello oscuro peinado hacia un lado. Tenía rasgos amables, una sonrisa dulce y ojos oscuros que irradiaban una falsa inocencia. Parecía el chico más obediente y confiable del grupo... pero por algo había sido seleccionado para Slytherin, verdad?. Se alejaron, pasando entre las mesas. En contraste con el bullicio que los rodeaba, era un silencio tenso. Recibieron miradas que no reflejaban admiración ni miedo, sino más bien miradas juzgadoras. Se oían susurros constantemente. Harry los vio caminar por el pasillo hacia la mesa de Slytherin, con los puños apretados y una furia silenciosa que lo invadió, pero antes de que pudiera dar un paso, Ginny lo agarró del brazo con fuerza y lo sentó. No dijo nada, solo le dirigió una mirada que lo habría detenido más que cualquier hechizo. —¿Qué hace aquí? —murmuró Harry con furia —Su familia ayudó a capturar a mortífagos —dijo Hermione. —¿Me estás diciendo que con soltar un par de nombres se les perdonara todo?, ¿Y los que murieron por su culpa, que pasa con ellos? —gruñó Ron. Harry levantó la vista y miro a Draco quien se sento al final de la mesa de Slytherin con sus amigos. —Mi padre murió en la batalla — añadió Ron, con la mandíbula apretada—. Fred también, y ese bastardo de Lucius estaba allí. Pero ahora camina libre. Hermione bajó la mirada. —Draco....no fue como los demás —murmuró finalmente—. Al final, su familia ayudó al ministerio, por eso no terminaron en Azkaban. —¿Ayudar? —exclamo Ron con desprecio —. Lo hicieron cuando la derrota ya era inevitable; eso no fue valentía, fue miedo....puro y cobarde miedo. Harry al escuchar eso se volvió a levantar con mas furia y con los puños cerrados y con la voz tensa dijo: —No creo que merezcan estar aquí —dijo Harry, sin dejar de mirar a los ojos de Draco—. Tal vez aun no lo supere....pero no puedo fingir que lo he superado. No todavía. Draco pareció darse cuenta de que era el centro de la conversación, levantó la vista y se encontró con la mirada de Harry, esta vez no había arrogancia en el rostro de Draco, solo reflejaba cansancio y algo de culpa. Por otro lado Ron también se levantó, con los ojos brillantes y la cara roja de furia. Hermione apoyó las manos nerviosamente sobre la mesa intentando aliviar la tensión; ya el ambiente se estaba poniendo tenso, cuando de repente se escucho una voz clara y firme: - señor Potter, señor Weasley, es suficiente, exijo que tomen asiento, ahora - dijo la profesora McGonagall El ruido se detuvo de inmediato; y es cuando la profesora McGonagall, quien ahora era la directora de Hogwarts; caminó con paso firme por el pasillo, mientras su túnica verde esmeralda ondeaba con autoridad; finalmente se detuvo entre las mesas de Gryffindor y Slytherin, donde estaban los tres amigos. —Esta escuela ya ha presenciado suficiente odio, pérdidas y rencores — dijo con seriedad. —Si alguien quiere compartir lo que vivió pueden hacerlo, pero no permitiré que esta escuela se convierta en un tribunal. Harry bajó la mirada un instante, respirando con dificultad y las palabras de la profesora McGonagall no parecieron calmar la tormenta que lo atormentaba. A su lado, Ron se desplomó en el banco con los dientes apretados y los ojos encendidos de furia. No era necesario decir algo, su silencio valía más que mil palabras. La profesora McGonagall continuó caminando hacia el estrado, cada paso que daba estaba lleno de autoridad y una carga emocional; al llegar al estrado se detuvo un momento y observó el Gran comedor, y con una mirada penetrante recorrió los rostros de los estudiantes y los miro con una mezcla de dureza y compasión. Entonces habló con claridad y solemnidad. —A partir de hoy, Hogwarts ya no sera solo un lugar para aprender magia....tambien sera un lugar para sanar— dijo, dirigiendo su atención a los estudiantes. — Todo joven mago o bruja que cruce estas puertas, venga de donde venga, tiene un derecho indiscutible de poder cambiar su destino. De repente, se escuchó un ruido en la entrada del salón, se oyeron susurros incómodos en las mesas, y la puerta, que había sido sellada con magia, se abrió de repente por sí sola, y dos figuras entraron lenta y silenciosamente. Uno de ellos, el mayor, caminaba con elegancia; su túnica negra estaba perfectamente planchada, su rostro sereno pero impredecible. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado hacia un lado, sus penetrantes ojos grises observaban la habitación como si lo conociera de toda la vida, su nombre es Tom Riddle, no, no era el que conocíamos pero era un reflejo inquietante de él. Junto a él caminaba un joven llamado Matheo, más relajado pero no menos llamativo, tenia la piel pálida con la barbilla firme y los labios ligeramente curvados que se extendían en una sonrisa confiada. Su túnica de Slytherin le colgaba como un traje de diseñador, y el cuello de su camisa estaba ligeramente desaliñado, caminaba como si el castillo le perteneciera. La profesora McGonagall interrumpió su discurso y fruncio el ceño, sin apartar la vista de los jovenes que habíana entrado, levanto su varita firmeza. —¿Quienes son ustedes?— preguntó con una voz tensa y autoritaria, pero sin ocultar su desconfianza. Tom se detuvo unos cuantos metros antes de llegar al estrado y con una sutil reverencia cortés pero perturbadora dijo —Buenas tardes, profesora McGonagall. Estimados alumnos, disculpen nuestra interrupción, pero creemos que faltan dos nombres importantes en su lista de los nuevos ingresos. Matheo soltó una pequeña risa nasal, sin dejar de mirar la mesa de Gryffindor. —Bueno, en realidad somos transferidos, desde la oscuridad que ustedes intentaron olvidar. El murmullo se transformó en un ruido escandalizado, algunos se pararon de sus asientos, en otros casos como Hermione palidecieron y por otro lado Harry ya tenía la varita a la mano. Tom dio un paso adelante y clavó los ojos en Harry —Mi nombre es Tom.....Tom Riddle, este es mi hermano, Matheo —Su tono era suave y encantadora — Somos los hijos del hombre que casi destruye este castillo lo deben conocer muy bien, era conocido por el nombre de Lord Voldemort. Y hemos venido a reclamar su legado, lo que nos pertenece, y su lugar dentro del mundo mágico....o bueno Hogwarts. McGonagall bajó del estrado con la mirada llena de furia. —Ese nombre… no se pronuncia con facilidad en este castillo. —Su voz era firme y autoritaria — ¿Qué prueba tienen de semejante afirmación?, de que ustedes son hijos de....bueno esa persona. Tom Riddle sostenía una caja con el fragmento flotante del diario maldito y de algo que pensaban perdido, el collar de Salazar Slytherin, mientras McGonagall seguia firme pero en el fondo estaba desconcertada e incredula, algo que claramente no lo reflejaba, empezó a evaluar cada palabra, cada movimiento que hacían estos los personaje. —La pruebas no mienten....y menos la sangre, profesora —exclamo Tom con voz tranquila pero con algo de maldad, giró la cabeza hacia los estudiantes, pero su mirada se detuvo en Harry, luego en cada una de las mesas de cada casa. —Ustedes lucharon por una verdad — añadió Tom con un pequeño gesto de reverencia— Bien, ahora ha llegado el momento de que conozcan nuestra verdad. Matheo se quedó detrás de su hermano con una leve sonrisa apenas visible como si ya supiera el resultado del juego que recien acababa de empezar. Se inclinó ligeramente hacia adelante, metió las manos en los bolsillos del pantalón y dijo con un tono despreocupado pero amenazante —Este año, la escuela va a ser…interesante —dijo Matheo, con ese tono tranquilo que parecía esconder peligró en cada palabra— y no todos están preparados para lo que se viene. Cinco pares de ojos se miraron a través de la mesa de Slytherin, era como si hubieran estado esperando este momento. Draco Malfoy guardó silencio, con el rostro tenso, dividido entre la incredulidad y el reconocimiento, conocia este tipo de poder lo había visto antes...en aquel cuyo nombre había prometido no volver a pronunciar. A su lado, Blaise Zabini alzo una ceja con gracia, como si revelara algo nuevo, un nuevo juego. —Están locos, pero brillan como serpientes doradas —susurró Pansy, con una mezcla de desafío y admiración en su voz. Su cabello oscuro caía en rizos sobre sus hombros, sus ojos brillaban con una encantadora picardía, y su sonrisa torcida reflejaba su habitual calma y confianza. —Riddle… por dos, esto se va a poner interesante — murmuró Theodore Nott, reclinándose en el banco y cruzándose de brazos, sus profundos y magnéticos ojos grises, estaban ocultos bajo una sombra sutil, mientras miraba fijamente al recién llegado. Draco fue el primero en moverse, se puso de pie, pálido y decidido. — profesora — dijo en voz alta, mirando al frente — si Hogwarts de verdad cree en la reconciliación y la union, entonces tienen tanto derecho de estar aquí como nosotros—. Miró a Tom y a Matheo Riddle, ciertamente había incredulidad en sus ojos pero también un poco de comprensión. —El pasado no se puede borrar—, añadió. —Pero eso no significa que esté condenado a repetirse— McGonagall lo miró un buen tiempo, y apretando los labios, con voz firme dijo —Se les permitirá ingresar como estudiantes, pero quiero que sepan que los estare vigilando, y no toleraré ni una cosa del pasado. Tom inclinó la cabeza de manera respetuosa —Gracias, profesora, no esperábamos menos — dijo Tom con una sonrisa keve, lleno de superioridad. malicia. Matheo sonrió abiertamente, dejando ver su sonrisa, llena de picardia — Casa Slytherin, ¿verdad? McGonagall asintió con seriedad y autoridad. Los hermanos caminaron hacia la mesa de Slytherin. El grupo de cinco se abrió lentamente, con miradas tensas e intrigadas de los nuevos alumnos, cuando llegaron frente a Draco, Blaise, Theodore, Lorenzo y Pansy, nadie se movió, y en eso Tom extendió la mano a Draco, el cual dudo pero finalmente respondió y le estrechó la mano. —Esto no significa que confíes en ti —susurró Draco. Tom sonrió con suavidad y picardía. —Entendible, yo tampoco lo haría Theodore alzó su copa como si brindara por algo divertido que se avecinaba. — Por las serpientes que renacen —dijo en voz baja. Lorenzo añadió, con esa sonrisa encantadora y amenazante que era tan suya — y por un año donde Hogwarts dejará de ser aburrido. Los siete se sentaron juntos, y en ese momento, una nueva alianza se formo, una alianza oscura, elegante y a la vez peligrosa. Y Harry Potter sintió aquella amenaza en los huesos, la guerra había terminado pero una nueva podria estar empezando. UNA SEMANA DESPUÉS – HOGWARTS, MEDIANOCHE. La Sala de los Menesteres se había transformado y ahora parecía un espacio para un ritual ritual, iluminada únicamente por velas verdes suspendidas sobre antiguos símbolos tallados en el suelo y estantes de madera llenos de libros prohibidos y reliquias malditas. Tom Riddle, estaba de pie en centro del círculo, sostenía una varita tallada con runas antiguas de color negro; a su alrededor estaban Matheo, Draco, Blaise, Pansy, Theodore y Lorenzo quienes formaban el nuevo núcleo de poder de Slytherin. —No basta con sobrevivir — exclamo Tom con una voz baja pero firme, mientras giraba lentamente la varita entre sus dedos — Debemos volvernos indispensables, inquebrantables, invencibles si es necesario — Sus ojos grises brillaban con tranquilidad, pero su mirada se veia perturbadora, como si cada palabra ya hubiera sido escrita y reflejara su destino. Junto a él, estaba Matheo quien se apoyo en una estantería, cruzó los brazos y asintió como si nada le importara —¡Nadie nos entiende, nadie nos quiere, todos nos miran con desprecio en está escuela, así que no nos queda mas que ganar!— gritó con una voz tan feroz que cada palabra parecía surgir de lo más profundo de su corazón, eso era dolor y rencor, miró a los demas, como si esperara que alguien dudara de sus palabras, pero nadie lo hizo. —¿Aunque tengamos que matar a alguien?—, preguntó Lorenzo con frialdad; su voz suave contrastaba la malicia de sus palabras, el sonrió con una sonrisa falsa y encantadora, esa sonrisa que usaba para ganarse la confianza de los demás, para que al final les clavara la daga. Tom no respondió ante su pregunta, en vez de eso alzó la varita, y con un sonido sutil, una puerta secreta se abrió. —Sabía que ustedes no venían solo a estudiar —gruño Harry, quien tenia los ojos clavados en Tom— Sabía que algo estaban planeando dentro de este castillo. Blaise soltó una risa corta y elegante, como si todo aquello le divirtiera, mas de lo que creia. —y aunasí, viniste solo —dijo con sarcasmo, y se apoyo con firmeza sobre una columna. Harry ni siquiera parpadeó. —No necesito que nadie me ayude, para poder detenerlos— dijo, y dio un paso al frente; el aire a su alrededor se sintió denso, Harry tenía los nudillos blancos mientras agarraba su varita, y el pecho le latía rapidamente por la furia que tenia. —Siempre he luchado solo, y si vuelvo a caer, me levantaré y les miraré a los ojos mientras lo hago. Draco observaba en silencio desde un rincón oscuro, con el rostro tenso, dividido entre viejos y nuevo recuerdos y pensando en sus nuevas lealtades. —Ese— susurró, no tan fuerte, pero lo suficiente para escuchar — ha sido siempre tu error, Potter. Entonces todo sucedió tan rápido, un estallido de magia, gritos, destellos rojos, antiguos hechizos jamás pronunciados; la batalla fue breve y silenciosa. Harry cayó al suelo, con la varita rota y el pecho rígido, las siete personas lo rodearon; nadie habló, nadie rió, solo hubo un silencio extraño e incómodo. Tom se arrodilló junto al cuerpo y le sostuvo la cabeza contra sí con inesperada ternura, como si no viera a un enemigo, sino aquello que debió dejar de existir hace mucho tiempo, finalmente esa perdona habia sido derrotada. —No fue odio — Tom susurró con la mirada fija en el rostro inmóvil de Harry—Fue un equilibrio que el mundo magico necesitaba, el bien y el mal murio...hoy finalmente. Lorenzo se acercó en silencio, sus pasos sobre la piedra se fueron apagando, y por primera vez su expresión se tornó seria, se inclinó y cubrió suavemente los ojos con sus dedos, le habia cerrado los ojos al héroe caído. —Y así muere una figura importante del mundo magico —dijo Lorenzo con algo de pena, como si lo que pronunciara fuera con tristeza que ni él mismo terminara de entender o creer. Pansy alzó su varita y lanzó un hechizo para borrar todo rastro del conflicto, Blaise lanzó un hechizo para distorsionar el tiempo y que el reloj del castillo no mostrara ninguna batalla y Theo destruyó cuidadosamente todas las pistas, toda lo relacionado a la magia de esa noche, Matheo se dio la vuelta una última vez y cerró la puerta secreta. Nadie había visto a Harry Potter desde aquella noche, el Ministerio emitió declaraciones confusas, hablaban de varias, que habia vuelto al mundo de los muggle y hacer su vida, que estaba haciendo servicios en otro pais, entre otras cosas. Los periódicos estaban llenos de especulaciones, ya la gente susurraba, pero nadie sabía la verdad. Hogwarts parecía ser el único lugar que guardaba sus secretos y permanecía en silencio, algunos alumnos aseguraban que al acercarse a la sala de los Menesteres a medianoche, oían susurros en el aire. Como si las paredes albergaran recuerdos, y finalmente. Nadie mas habló más del asunto. No se hizo ningún homenaje. No hubo tumba. Nadie sabia que realmente le paso a Harry Potter, nadie sabia que habia muerto, nadie sabia que y ni tenia a su heroe, y nadie supo lo que paso esa noche, nadie mas que siete muchachos llenos de odio, rencor y venganza. Hogwarts actualmente seguía en pie, pero ya no es el mismo castillo, algo se había roto desde la perdida del "niño que vivió", esto era algo que ni la magia podía reparar, pero en ese vacío, nació un nuevo orden. Una orden liderada, por la maldad, por el egocentrismo, el dolor y el mido.
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