ID de la obra: 423

Los olvidados de Hogwarts

Gen
G
Finalizada
4
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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3 páginas, 1 capítulo
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Relato

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La noche envolvía Godric’s Hollow con una calma engañosa, apenas interrumpida por el murmullo del viento entre las ramas desnudas. En las sombras del bosque cercano, dos figuras cubiertas por capas oscuras se arrodillaban en la tierra húmeda. Sus rostros, marcados por la tensión y la determinación, estaban apenas iluminados por la tenue luz de la luna. — Ya está dentro — susurró ella, con una voz cargada de angustia. — Lo sé — respondió él en voz baja, con una amargura contenida — . Quizá ya sea tarde para detenerlo. — Pero no para salvar al niño. Sus miradas se cruzaron brevemente, reconociendo el peso del sacrificio que estaban por hacer. Sin decir nada más, hundieron las puntas de sus varitas en el suelo. El aire comenzó a vibrar con el eco antiguo de un hechizo olvidado, palabras pronunciadas en susurros entrecortados, una magia proscrita que Hogwarts ya no enseñaba. Las raíces de los árboles cercanos levantaron parte del suelo y algunas asomaron, desprendiendo un halo intenso en la oscuridad que fluía hacia la casa. Este conjuro no era un escudo ni un arma, sino algo más profundo y oscuro: una transferencia de vida, un vínculo de sacrificio destinado a reforzar la existencia del inocente dentro de aquella casa asediada. — No te detengas, Pomona — jadeó él, sintiendo cómo su energía comenzaba a drenarse rápidamente. — Jamás — respondió ella, luchando por mantenerse firme mientras el suelo comenzaba a agrietarse bajo sus rodillas. Desde la casa, un frío intenso atravesó el vínculo creado por los dos magos; Voldemort había cruzado el umbral. Maldiciones estallaban contra puertas y paredes, destrozando barreras desesperadas. El hechizo vibraba violentamente, como una cuerda a punto de romperse. Ambos sintieron el impacto brutal cuando Voldemort lanzó la Maldición Asesina. La muerte atravesaba el vínculo que habían tejido, imparable, fría, implacable. Y entonces, algo inesperado ocurrió. Una tercera fuerza, cálida y poderosa, se unió al conjuro desde el interior de la casa, una magia antigua nacida del amor más puro y desesperado. La Maldición Asesina se fracturó, desviándose de su objetivo. Una explosión de luz cegadora sacudió el valle, arrojando a los magos al suelo con violencia. Respiraban entrecortadamente, con sangre goteando lentamente de sus narices y labios. — ¿Qué ha ocurrido? — preguntó él con voz quebrada, mirando incrédulo hacia la casa semidestruida. Ella levantó lentamente la cabeza, lágrimas de alivio y confusión empañando sus ojos. — Él vive — murmuró — . El niño vive. — Pero… sentiste aquello, ¿verdad? — insistió él, desconcertado — . No estuvimos solos. Hubo otra presencia. Ambos permanecieron en silencio, comprendiendo que, aunque habían preparado el camino, otra magia igual de poderosa y profunda había completado el sacrificio. Con dificultad, se pusieron de pie, recogiendo sus varitas ensangrentadas. — Debemos irnos antes de que lleguen los demás — dijo ella suavemente, mirando una última vez hacia la casa. — Nunca sabrán lo que hicimos aquí — susurró él con solemnidad. Ambos desaparecieron en silencio, tragados por las sombras del bosque, dejando atrás a un bebé que lloraba entre las ruinas, marcado para siempre por una magia que cambiaría el destino del mundo. Epílogo: La Torre de Ravenclaw En lo alto de la torre más alejada y oscura de Hogwarts, dos figuras observaban silenciosamente el resplandor lejano que aún brillaba sobre Godric’s Hollow en una esfera de cristal. — Todo estaba calculado — murmuró la anciana con tono frío — . Esta noche debía marcar su fin. — Algo salió mal — respondió el hombre a su lado, con un deje de preocupación — . Detecté dos presencias inesperadas. La anciana frunció los labios con desdén. — Hufflepuff. No buscarán la gloria pero siempre se entrometen en todo. — Ahora qué, ¿Seguimos con el plan? Ella guardó silencio por un momento, su mirada fija en la oscuridad más allá del cristal. — Sí, sacaremos provecho a la nueva situación — sentenció finalmente con una sonrisa cruel — . Un mártir vivo será más manejable que uno muerto. Cuando Harry Potter llegue a Hogwarts, servirá a nuestros intereses, sin saberlo. — ¿Y Voldemort? — preguntó él con cautela — . ¿Y si sospecha algo cuando el niño crezca? La anciana dejó escapar una risa suave, casi imperceptible. — Llevamos décadas trabajando en nuestro plan — respondió con fría satisfacción — . Todo irá bien mientras siga distraído con su objetivo, pero no hay que relajarse, sigue siendo nuestra pieza clave. Tomó un nuevo grimorio del estante cercano y lo abrió lentamente, dejando ver una página en blanco. — Prepara todo — dijo con firmeza — . Comienza la siguiente fase. El mundo mágico dormía tranquilamente, ignorante de que la verdadera batalla por el poder apenas comenzaba.
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