Capítulo 1
14 de julio de 2025, 20:32
Uno no puede comparar las tormentas eléctricas de Inazuma con las de ningún otro lugar. En Inazuma, el pueblo puede sentir el poder de la Arconte con cada uno de los truenos que estremecen hasta el centro de la tierra, y ver su esplendor con cada relámpago cuyos destellos son tan brillantes que iluminan hasta los islotes más brumosos en las esquinas remotas de la Isla Tsurumi.
Después de haber salido de Inazuma, Kazuha nunca había visto nada que se pudiera comparar con aquellas tormentas. Claro, había lluvia en casi cada región del planeta y tormentas de todo tipos, así que no fue que nunca pasó por ninguna otra tormenta después de dejar el país, pero ninguna de ellas llegó a provocar la misma sensación de reverencia, de temor intuitivo y a la vez de belleza efímera. Cada uno de los rayos que cae sobre Inazuma es una demostración de majestad que dura solo por unos segundos y luego se desvanece en la eternidad.
Fue por eso que, una vez que logró regresar a Inazuma sin ser hombre buscado, empezó a tomarse un tiempo para admirar el cielo cada vez que oía el rugir de un trueno.
Kazuha se encontraba caminando por las calles de Ritou cuando empezó a llover, y muy pronto empezaron a caer los destellos de luz desde las nubes grises seguidos por los truenos ensordecedores, así que simplemente se quedó parado a medio paso y alzó la vista hacia el cielo, tomándose un momento de calma para ser testigo del alma del país de la eternidad.
Kazuha no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado cuando una voz lo interrumpió.
—¿Sabes que te ves muy sospechoso parado ahí?
—¿En serio? —sonrió levemente y volteó a ver a Heizou—. No me había dado cuenta.
Heizou estaba recargado contra la columna de madera de un techo bajo que sobresalía de la pared de un edificio cercano. Kazuha no sabía desde hace cuánto lo estaba viendo, pero parecía que llevaba un buen rato parado bajo este techo, ya que estaba completamente seco a pesar de la tormenta que los rodeaba.
—Estoy buscando una pandilla de ladrones que ha empezado a merodear el área —Heizou dejó de recargarse en la columna y tomó un paso adelante, pero no salió fuera de la protección del techo—. De no conocerte, pensaría que eres uno de ellos.
Cuando dijo esa última parte, casi no pudo contener su sonrisa burlona.
—¿Todavía lamentas no poder haberme arrestado? —viendo que el otro no quería salir a la lluvia, Kazuha se acercó a él al hablar.
—Claro —Heizou dió un suspiro exagerado—. ¿Sabes que tanto habría ayudado eso a mí reputación? Sería el detective que atrapó al prófugo más buscado de Inazuma.
Kazuha se rió.
—No creo haber sido el más buscado. Además, ya recibí un perdón oficial, el arresto estaría anulado de todas maneras.
Heizou se encogió de hombros, indicando claramente que no veía el problema, y cambió de tema.
—¿No tienes frío? Estas empapado.
—No... —una vez bajo el techo, Kazuha miró hacia abajo y se dio cuenta que su ropa estaba tan mojada que hasta empezaba a gotear—. Todavía no, pero creo que debería secarme.
Heizou meneó la cabeza de lado a lado y suspiró nuevamente.
—¿Cómo sobreviviste todo ese tiempo como fugitivo descuidandote así? —al decir eso, tomó un paso atrás y se preparó como si fuera a tirar un puñetazo—. ¿O es que nunca te enfermas?
Al acabar esa última palabra, el aire alrededor de su mano se condensó en una esfera en la punta de su puño y Heizou lanzó su brazo hacia adelante, parando justo antes de pegar contra el pecho de Kazuha. El movimiento hizo que la esfera de aire condensado se rompiera en frente del cuerpo de Kazuha, la cual explotó con tanta fuerza que soltó ráfagas de viento que casi lo hicieron tambalear. El viento se dispersó después de unos segundos, y Kazuha notó que estaba bastante más seco que antes.
—Gracias —dijo mientras se enderezaba la ropa.
—De nada —Heizou respondió con una sonrisa casi engreída—. ¿Qué estabas haciendo ahí parado?
—Viendo el cielo.
En ese momento, cayó un rayo tan deslumbrante que iluminó todo el cielo, y el sonido del trueno que lo acompañó pocos segundos después fue tan fuerte que hizo temblar la calle bajo sus pies.
—¿No me digas que extrañaste los truenos de Inazuma?
Heizou estaba bromeando, pero Kazuha asintió con seriedad.
—¿De verdad? —Heizou se le quedó viendo por un momento sin poder ocultar la sorpresa de su voz—. Hubiera pensado que solo te traen recuerdos malos.
—No todos son malos, además, hace mucho que el mar lavó la mayoría de mis pesares.
Ya que el Decreto de captura de Visiones había sido retirado, no tenía por qué guardar rencores, ahora podía dejar que la lluvia se llevara con ella sus ansiedades y tristezas, dejando atrás solamente una sensación de paz que no podían afectar ni siquiera los truenos y relámpagos que amenazaban con alcanzarlo.
Heizou entrecerró los ojos y se le quedó viendo con sospecha.
—...Eres un bicho raro —concluyó finalmente—, no sé si yo podría estar tan relajado si estuviera en tu lugar.
—Tal vez no, en fin, somos personas diferentes —Kazuha levantó una ceja—, yo sigo a donde me lleve el viento, y tú lo resistes mientras puedas.
Heizou se rió y le dió una palmada en el hombro.
—Eso es por que yo prefiero seguir mi intuición, no un viento variable —al decir eso, se le acercó a Kazuha y preguntó con un susurro cómplice—. Dime, ¿A dónde te esta guiando el viento ahora, gran ambulante?
Kazuha cerró los ojos por un momento y tomó un respiro hondo, luego, después de unos segundos de concentración, abrió los ojos de nuevo y volteó a verlo de nuevo.
—El viento me guía... hacia el pescado seco estofado del puesto de comida de Ryouko —dijo con una mirada traviesa—. ¿Quieres uno? Yo invito.
—Prefiero sus sándwiches de milanesa —Heizou no pudo contener su sonrisa—. ¿Sigue en pie la oferta?
—Siempre y cuanto no te importe mojarte un poco, creo que va a seguir lloviendo por un buen rato.
Heizo alzó la vista hacia las nubes grises e hizo una mueca.
—¿Crees que Ryouko este trabajando en esta lluvia?
Kazuha pensó por un momento.
—Seguro esta descansando, pero no dudo que nos atienda si llegamos a comprar algo.
—¿Entonces qué estamos esperando? ¡Corre o te cae un rayo encima! —Heizou todavía no había terminado de hablar cuando se echó a correr.
Kazuha se rió y corrió tras él, siguiéndolo por su atajo en los callejones detrás de las calles principales hasta llegar al puesto de comida.
Llegaron empapados, pero los platos calientes hicieron que casi no sintieran el frío de la lluvia, y los dos comieron mientras vieron el espectáculo de luces y estallidos que rodeaba toda la isla.
La tormenta eléctrica perduro por una hora más, después de la cual el cielo se despejó como si nada hubiera pasado. En su momento, los relámpagos dominaron todo el espacio sobre la tierra, pero una vez que se acabó la lluvia una paz inmutable descendió nuevamente sobre el país, y esos truenos quedaron solamente como un breve momento en la gran eternidad.