Capítulo 1
26 de julio de 2025, 3:37
Pasaste mucho tiempo con él, Ai. Eras un ser deslumbrante. Tanto así, que siempre supo que no eras de este mundo. Y tal vez tú también lo sabías. Por eso decidiste regresar de donde sea que vinieras, ¿cierto? Por eso decidiste regresar a ser polvo de estrellas... Aunque tu cuerpo está hoy seis metros bajo tierra y él mira la lápida con tu nombre como si fueras a resurgir de algún lado y decirle que todo esto fue un mal sueño. No pude disculparse contigo, Ai. Era un joven ingenuo, lo era. Apenas si sabía hilar palabras de amor para ti, que eras su mundo entero, su razón de ser y seguir... El Adán de su Eva. Sabe que las flores no son suficientes para enmendarse. Sabe que no se arreglará contigo nunca. Sabe que no puede tocarte como lo hacía en ese entonces. Sabe que no puede amarte mejor de lo que lo hacía en ese entonces. Y lo siente mucho, por regalarte camelias, sabiendo todo eso. Sucede que la terapeuta le ha dicho que debe dejarle ir, que ya se ha ido hace tiempo, que debe descansar. Pero el incrédulo se niega, se resiste a la idea de que te ha perdido incluso cuando está consciente de que te perdió la noche donde te gritó las palabras que te orillaron a regresar al espacio, a las estrellas. Él quiere decirte que te quiere mucho. Él quiere decirte que te extraña. Él quiere decirte que esta visita es la última, porque se ha vuelto insana la forma en la que te añora y se culpa por tu partida. Él llora sobre ti como si pudieras sentirle, y no permite que ninguna camelia escape de su arreglo. Él te dice que te ama, que no te olvida. Él te dice, te jura, te promete, con unas flores que aseguran amor eterno, que un día los dos se reencontrarán, allí, en su Edén. Por favor, espéralo. Espéralo con esa sonrisa radiante que ni el sol igualaba. Espéralo con tus abrazos apretados, con tu voz dulce, con tu amor tierno. Espéralo, Ai, solo una vez más...