Capítulo 1
26 de julio de 2025, 3:33
—Rosho tiene una pasión insana por la mitología —el comediante apenas sostiene la frase cuando por poco se ahoga debido al alcohol. Tose y derrama de la cerveza en su barbilla y en su ropa, y prosigue como si nada. Su compañía nunca abandona su posición de indiferencia —. Me habla de dioses, y bestias, y esas cosas…
Rei apenas ladea la cabeza, observando el borde del labio inferior de quien, en el fondo, considera su amigo. Está arruinado, hasta demacrado podría decirse, y no puede evitar considerarle más hermoso a cada segundo que se fija en su expresión cansada.
Estando medio ebrio, puede fijar a duras penas sus palabras en su cabeza.
— ¿A ti no te gusta? Eres raro, debería gustarte.
Sasara baja la mirada a su lata de cerveza, ya vacía. En el sofá del maestro, se visualiza como un príncipe árabe ostentoso acompañado de su místico consejero. O, tal vez, ¡de su genio de la lámpara!
—Ah~, ¡Rei-chan es taaaan curioso! —exclama, abalanzándose sobre su amigo. Hipa, concentrado en tratar de entender qué acaba de hacer. Termina acomodándose en el pecho del otro hombre, sus manos moviéndose por todos lados —Mitología… Rosho…
Resignado, aclara la garganta. Conoce lo pegajoso de su acompañante, que prácticamente llorará por su afecto cuando intente alejarle. Estando borracho, duda que haga menos barullo. Rosho está durmiendo y no anda dispuesto a aguantar sus reprimendas, o a que le eche. Sí es entretenido verle disgustado, pero no piensa en la parte entretenida en este preciso momento, momento en el que tiene una excusa para estar pegado a Sasara.
—Es una pregunta simple —hipa al final de la oración, y continúa observando al tipo que tiene encima. ¿Qué le pasa por la cabeza? ¿Qué quiere lograr cuando le acaricia los hombros? Le está costando discernir sus objetivos y lleva menos alcohol en la sangre que Sasara, por sorpresa —. ¿Qué pasó? ¿Te quedaste mudo?
En la penumbra de la sala, en el sofá, el par está bastante concentrado. Luz de luna pasa por suerte y apunta de forma tenue el lugar donde reposan y beben como los condenados que son. El contacto visual que evita, y que su acompañante adora buscar... Un simple momento está convirtiéndose en el momento.
Sus dedos se deslizan por los bordes del rostro del hombre mayor, llegando a sus gafas oscuras, las que retira con suavidad. La seriedad que carga ha tomado desprevenido al estafador, quien ya comienza a ponerse nervioso. Ninguno de los dos habla, y el espacio parece hacerse pequeño a la vez que cuenta los segundos en su mente.
—Tienes unos ojos muy, muy… —un hipo interfiere en su respuesta, y suelta una risita divertida ante eso — ¿Extraordinarios?
No puede pensar en lo bien que se ve sonriendo así. Lo genuino le sienta mejor que lo fingido, e incluso mejor que lo incierto.
— ¿Extraordinarios? —repite, olvidando que podría notar ciertas similitudes con los hermanos Yamada, que después de todo, son sus hijos. No es que alguien deba saberlo, pero no es su preocupación más grande en el ahora — ¿Qué dices?
—Es la… La primera palabra que pensé —se explica, acomodándose en el regazo ajeno hasta que queda sentado, los extraordinarios ojos de Rei sobre él. La mano derecha del mismo sostiene su propia lata de cerveza, y se remueve, por lo visto bastante satisfecho al estar logrando la expresión de su amigo. Parece una presentación —. No es… Que no… Los describa.
No esperaba semejante declaración. Un fuerte tono de rojo empieza a recorrer su cara, y no únicamente por el alcohol consumido. Antes de que siquiera pueda pensar una contestación ingeniosa, de esas que solo él sabe soltar, Sasara se inclina y le roba un beso, un beso violento, desordenado e inexperto que bloquea su capacidad de pensar y mentir hasta en la más minúscula acción. Si bien estaría gustoso de guiarlo de haber sido otro, no se ve agarrando sus caderas, dejándole debajo o siquiera correspondiendo. No se ve seduciendo o engañando a este chico. Menos por su propio beneficio, menos por curiosidad…
La mano de aquel comediante avanza por su brazo, hasta rozar sus dedos, y agarra la cerveza mientras su amigo se pierde en la calma de su cándida piel y deja ir un sonido de asombro que jamás soñó con oír. Ya habiéndola conseguido, se separa, alzando las cejas. Su estrafalario pelo turquesa se ve más revoltoso que antes, y la sonrisa que sigue a la desvergonzada acción de relamerse, como si hubiese probado un postre delicioso, hace que le tiemblen las manos. Presencia cómo eleva la lata de cerveza, tomando ávidamente los resquicios de la bebida. Rei sigue mirando, más que pasmado, el escenario que le plantearon y la escena que ejecutó sin estar al tanto.
Hay una pausa indescifrable, que decide romper apenas él lanza la lata y vuelve a acomodarse en su pecho, como si fuera su lugar preferido en el mundo.
— ¿Tanto costaba pedirla? —cuestiona a un adormilado Sasara, quien está a gusto, meloso como es usual, y como si nada hubiese sucedido.
«¿Era acaso tan complicado decir me gusta la mitología o no me gusta la mitología?»
—Rei-chan hace preguntas tontas… —balbucea, con los labios bastante pegados —Obvio que improvisé para conseguir lo que quería… —un hipo —Usando el método de Rei-chan…
Un nudo se le forma en la garganta. Se siente atrapado, reducido al joven ingenuo que fue un día y no recordaba haber sido, y es inquietante.
—No sé de qué estás hablando —fuerza una risa que le duele, esperando escuchar las súplicas de la curiosidad ajena, cosa que nunca pasa. En cambio, llega algo que le desconcierta aún más de lo que estaba.
—Zeus es un buen material para hacer chistes, ¿no lo… crees?
Sasara está jugando con él, y lo está haciendo perfectamente.
—Lo veremos —dice, bajito, buscando sus gafas. Están conscientes de que Rei lo aclaró con un doble sentido. Un doble filo, peligroso, mortal, que le anima a jugar y ver quién se corta primero.
—Sí —concuerda —, lo veremos.