ID de la obra: 507

De obsequios y tergiversación

Slash
G
Finalizada
1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
2 páginas, 776 palabras, 1 capítulo
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Permitido como enlace
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 1

Ajustes de texto
Es una plaza. Una plaza. Una plaza donde niños juegan, parejas acuden a pasear. Era el ambiente ideal para reposar. El ambiente ideal para leer un libro, a la sombra, y pensar. Eso era... Al host no puede importarle menos lo que acaba de estropear al saludar y darle rienda suelta a la lengua. Ugh. Observando minuciosamente al escritor, podría notarse que está a punto de estallar. Al menos, no se ve como el habitual maestro Yumeno. Tiene que mirarse bien para entender.  — ¿Disculpa, Hifumi?  Le ha costado decir aquello.  —Oh, no. Al revés. No tuve en cuenta que pareces sufrir problemas de audición —sube su mano a su pecho al dar aquella respuesta, sonriente. Cada cierto rato, dio atención a los puños apretados de su compañía forzada —. Bien. Eres una persona que vive en la era Meiji. Al menos, me la recuerdas.  El tema… Ha vuelto a traer el tema. —Y yo no tuve en cuenta que conocías algo de historia, aún con un cerebro insultantemente pequeño dentro de tu cráneo…, senpai.  Toma rápido la delantera con su sagaz comentario, perdiendo la ventaja cuando Izanami decide ignorar lo que dijo. No parece afectado.  —Exacto. Tienes un senpai tan bondadoso, que procurará sacarte las ondas retro y ser moderno como ninguno… Ejem, casi ninguno —se apunta con un para nada sutil asentir de la cabeza —. No tienes sentido de la moda o la belleza. Eres un joven descuidado.  Gentaro apenas puede formular los suficientes insultos para gritarle a la par que le ahorca… En su imaginación. Pero no. Es un hombre pacífico, inalterable. Se mantiene firme. —Pues aprecio bastante que mi senpai se haya tomado una atribución que nadie le pidió.  O «métete en tus asuntos».  Un chasqueo de lengua y un suave meneo de cabeza acompañaron la actuada desilusión de Hifumi.  —Qué amargura cargas. Vas a arrugar tu piel con tanto enojo y ninguna mujer pensará en ti como su objeto de deseo —se detiene para fijarse del modo adecuado en las cejas alzadas del castaño —. Te he comprado un traje para que te cambies de vez en vez, y dejes de ser una desgracia para la era actual. Vine a mi asunto.  Su asunto. El asunto... Wow. Está alzando un paquete… Una bolsa negra con detalles en plateado y un moño dorado y brillante para decorar. Le recuerda a la rosa en el traje que usa Hifumi en su ambiente laboral…  Vuelve al presente. El movimiento es nuevo y le deja tan atontado que sus ojos verdes no dejan de pasearse. El primer objetivo es la bolsa que sostiene frente a su rostro, y el segundo objetivo es el rostro del mayor. No parece una parte del guión. No es como debe acabar una charla con él.  —Hifumi…  Una brisa pasea entre su melena y su ropa anticuada mientras busca una alternativa. El impacto es enorme. No tiene una pista, un mínimo indicio de qué decir.  —Yumenon no debe agradecerme. Al fin y al cabo, estoy haciendo un favor para todos nosotros, que te vemos andar por ahí luciendo prendas horrorosas —se mofa, emitiendo una risita —. Acéptalo ya.  Vaya…  Gentaro hace un esfuerzo sobrehumano por tomarla y decir un agradecimiento sin agregar veneno. La mentira le gana, y recibiendo el obsequio, su orgullo aclara: —Que te lo acepte no quiere decir que me lo pondré.  «Al menos, no para que lo veas tú.»  Y la risa vuelve. Ya no es percibida como una burla, sino como un reemplazo de un «owww».  —Ah, Gentaro… Te ves dulce sonriendo —pone las manos en sus caderas al decirlo, inclinándose hacia adelante. Alcanza a ver el leve retroceso que ejecuta el escritor para huir de sus curiosos ojos miel, gatunos y afilados. ¿Podrán ver dentro de su alma? Prefiere no arriesgarse a averiguarlo —. No sé qué hice para que me detestes, aparte de decirte la verdad sin filtros. ¿Es tan malo comentar sobre lo espantosa que es tu ropa, mmh? —cuestiona, dándole una inspección de pies a cabeza. Una milésima inspección. Piensa en quejarse y... ¿Sonriendo? No estaba sonriendo. No. Para nada. Trata de convencerse de lo dicho cambiando la expresión a la que acostumbra portar al lado del rubio.  La palabra «arrepentimiento» cruza en distintas direcciones, fuentes, tamaños y colores por todos lados en su mente. Parece rebotar en los extremos y volver a aparecer al oírle decir que dirá una frase que aniquile el asunto.  —Tengo la certeza de que puedo confiar en el juicio de mi senpai —contesta con naturalidad, posando su mano bajo su mentón en señal meditativa —. ¿Es así?  Cuesta discernir y acertar, pero… Gentaro no está jugando.  — ¡Es así! Y él tampoco.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)