ID de la obra: 525

Desglosando el miedo desde La Fuerza

Gen
G
Finalizada
0
Tamaño:
3 páginas, 1.440 palabras, 1 capítulo
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Permitido mencionando al autor/traductor con un enlace a la publicación original
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 1

Ajustes de texto
Notas:
Observo a la gran bestia roja desde el borde del risco. Veo como el dragón mueve su cabeza de un lado a otro, noto como su cuerpo está en una posición alerta, las alas extendidas y la cola moviéndose. Está listo para defender la gran pila de tesoros acumulados en su nido, construido dentro de un tocón que antaño fue un gran árbol. Mis manos tiemblan sin parar ante la majestuosa vista del dragón. Tengo miedo de enfrentarlo, no quiero morir. Solo tengo que distraerlo treinta segundos y si no logro hacerlo, ella me prometió que se encargaría de exterminar al dragón aunque yo muriera. ―Le tiemblan las manos. –Escucho a Fern a mis espaldas. ―No iba a dejar de darme miedo. ―Mis manos no dejan de temblar. Puedo escuchar la suave risa de Frieren incluso por sobre el constante silbido del viento. ―No es para reírse.― Me giro rápidamente y la veo esbozar una sonrisa― ¿o si? ―Eres igual a Aisen― dice Frieren. ―¿Igual a mi maestro? –Puedo notar que su mirada se concentra brevemente en un momento lejano. ―Te tiemblan de la misma manera. Esa afirmación hizo que algo en mi se moviera. Es la primera vez que escucho que mi maestro alguna vez tuvo miedo de combatir con los monstruos que se cruzaban a lo largo de su larga travesía hacia la guarida del Rey Demonio. De alguna forma, las palabras de Frieren hacen que me sienta un poco más cercano a él. Bajo del risco por un camino natural que lleva directo al nido del dragón en el centro del cañón. La gran cabeza de la bestia gira en mi dirección cuando es alertada por mis pasos. Me observa fijamente, sus ojos amarillos se dilatan mientras me acerco. Siento miedo y pienso que mi maestro seguramente también lo sentiría si estuviera en mi posición. Todo lo que necesito es fuerza de voluntad. Me detengo a una distancia prudente, la situación me recuerda al primer encuentro que tuve con ese dragón cuando llegué a la aldea hace tres años. Pero esta vez se siente diferente, esta vez tengo un objetivo, tengo que distraerlo para que las magas lo maten. Ahora puedo ver la magnificencia de esta criatura colosal, sus gruesas escamas rojas resaltan por sobre este árido suelo rocoso en el que nos encontramos. El viento choca en las escarpadas paredes de piedra y llega hasta donde me encuentro, silbando en mis oídos y levantando polvo a mi alrededor. El dragón se agazapa, puedo escuchar como me gruñe desde su posición. Extiende más sus enormes alas, tapando la visión del nido y mueve la cola como un enorme gato nervioso. Las encías de la bestia se muestran con cada gruñido, dejando ver los enormes dientes que sobresalen a ambos lados de su poderosa mandíbula. Me mantengo inmóvil ante su presencia, sostengo con fuerza mi hacha larga de doble filo, puedo sentir su peso distribuido con mi agarre. Lo miro fijamente a los ojos, los veo dilatarse cada vez más, preparándose. Ninguno de los dos hace nada, estamos quietos uno frente al otro, esperando a hacer el primer movimiento. El dragón no deja de mirarme, entonces abre la boca, amenazándome con sus enormes dientes puntiagudos. No voy a dejar que esta criatura me someta. Me relajo, tomo una buena cantidad de aire, y con esa profunda inspiración también me lleno de la voluntad que acumulé hasta este momento. Arremeto directamente contra el dragón. Alcanzo a ver como algo brillante se genera dentro de su cuello y se expande en su pecho, una nube de humo rojo sale de las fauces del dragón y expele una candente bola de fuego que pasa por encima de mí. El proyectil ígneo golpea el suelo con fuerza, la tierra tiembla bajo mis pies, la explosión resuena a mis espaldas, enormes chispas salen volando junto con las enormes rocas que se dispersan por el terreno con un sonido sordo. Salto para evitar las grietas y las zonas levantadas, corro a través de la lluvia de rocas directo al dragón, apenas siento los cascotes que alcanzan a golpearme. Mis pasos son rápidos y pesados, resuenan acompasadamente entre las rocas que caen, el peso de mi hacha me ayuda a mantener el equilibrio en cuando me muevo en este suelo destrozado. Estuve cerca de la explosión, la luz del fuego del dragón fue tan brillante que compitió a la par con la del sol mediodía, proyectando una larga sombra de mí por un momento. El dragón ve que me acerco y se mueve para atacarme con su robusta cola, el movimiento de la gigantesca bestia es rápido y preciso, me agacho para esquivar el golpe. No me detengo, aún sigo deslizándome sobre la roca lisa gracias a la inercia de mi carrera. Estoy cerca de su cuerpo, no puedo seguir en el suelo, uso toda la fuerza de mis piernas para ponerme de pie y corro hacia la cabeza de la bestia, que no deja que me acerque más, me aleja de su cuerpo destruyendo el terreno con sus poderosas garras. El estruendo de las rocas golpeando entre sí resuena en el cañón, la superficie se vuelve irregular, es difícil mantener la velocidad así. El polvo se esparce cada vez que el suelo se quiebra, se rompe y se levanta. Salgo de ahí rápido para evitar que la cortina de polvo me impida ver a la monstruosa criatura que se encuentra frente a mí. La veo y corro hacia ella otra vez empuñando mi gran hacha con las dos manos. Estoy listo. Concentro toda mi fuerza en un salto virtuoso que me propulsa y me deja cara a cara con el dragón. Su filosa mirada cae sobre mí, sus pupilas contraídas. Mi hacha está lista para conectar un corte vertical en mi contrincante, abanico con habilidad la hoja y el dragón responde con sus garras, que se pulverizan por el golpe. La fuerza del ataque produce una onda de choque que me eleva por encima de la gran cabeza rojiza. Siento que estoy en una posición ventajosa, uso el peso y la forma de mi hacha para estabilizarme en el aire. Caigo a un lado de la cabeza del dragón, uso toda la fuerza de mis dedos para mantenerme aferrado a su gruesa piel. No puede verme, pero me percibe. Puedo sentir la presión del aire sobre mi cuerpo cada vez que la bestia se sacude para deshacerse de mí, los tirones son muy fuertes, pero mis dedos resisten. Apenas puedo saber dónde me encuentro, solo siento los pasos del dragón hasta que escucho como extiende y bate sus alas. Creo que estamos volando. No puedo aguantar mi agarre, el viento me empuja cada vez más. Soy despedido a los cielos con mucha fuerza, pero puedo recuperarme. El dragón se acerca volando, humo escapa de sus fauces, se prepara para calcinarme en el aire, siento el calor de su ataque a medida que se acerca, distingo en el interior de su boca el brillo con el que planea matarme. Pero yo soy en héroe de la aldea. No puedo permitir que esta criatura me mate sin siquiera haberla golpeado al menos una vez. Vuelvo a usar mi hacha y controlo mi caída. Acomodo mis manos en el mango de tal forma que pueda usar toda mi fuerza en el golpe y me lanzo hacia la cabeza del dragón antes de que pueda liberar su fuego. Conecto mi ataque más fuerte y rápido, confío que es suficiente para darle tiempo a la maga para que mate al dragón. Siento que impactamos contra el suelo, se levanta mucho polvo. El ruido reverbera contra las paredes del cañón. ―¡Ahora! ¡Lánzale todos tus hechizos! Veo que Frieren no se mueve. Me enoja pensar que desperdiciaría la oportunidad que conseguí para matar al dragón. Agarro el mango de mi arma con más fuerza. ―¡Oi! ¿Por qué no les disparas? ¡Hice justo lo que pediste! ¿No? ¡No me digas que me vas a dejar peleando solo!― grito. ―Ya está muerto ―responde Frieren. Miro el enorme cuerpo del dragón desparramado sobre el suelo agrietado por el impacto, inmóvil, sin vida. No puedo creer que haya derrotado yo solo al dragón, nunca creí que fuera capaz de matarlo con mi fuerza. El cuerpo de la bestia se deshace en cenizas que se lleva el viento. ―Stark. ―Frieren me llama. Llegaron muy rápido hasta aquí abajo. Siento una palmada en la espalda. ―Lo hiciste muy bien. Superaste mis expectativas. Eso no lo hace cualquiera. Veo a las magas acercarse al nido para buscar tesoros. Frieren parece feliz y creo que yo también lo estoy.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)