ID de la obra: 547

El último partido

Slash
R
Finalizada
2
autor
Emparejamientos y personajes:
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33 páginas, 12.453 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 1

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El día de Draco inició muy temprano por la mañana, y aunque hubiera sido su ideal dormir hasta tarde, pues se sentía ligeramente enfermo, lo cierto era que hoy él debía ser el primero en poner pie en la sala común y mostrar su mejor cara. Hoy menos que nunca podía mostrar atisbo de debilidad, pues la temporada de quidditch había comenzado y precisamente esa tarde era cuando el equipo de Gryffindor y Slytherin se enfrentarían en el campo por la copa. Los mismos puntos y un clima favorable anunciaban que esa sería la fecha en que los miembros de su gran casa, Slytherin, demostraría por qué eran los mejores. Por fin llegaría su momento de gloria. –¡Suerte Draco! – uno de sus compañeros de casa lo animó, siendo el decimo que lo hacía ese día. Después de salir de su habitación no había dejado de recibir porras, en especial de los estudiantes su generación, pues ese sería el último partido que ellos vivirían como alumnos de Hogwarts. Todos estaban ansiosos. –¡Buena Suerte! –Te estaremos animando desde las gradas. Entró al gran comedor con aire ausente. No podía dejar de pensar en las estrategias que había planeado, en los errores que podría cometer cualquiera y, por supuesto, en su rival. El buscador de Gryffindor. –Maldito Potter – murmuró mientras tomaba asiento en su lugar habitual para comer el desayuno. –¿Ocurre algo? – preguntó una chica de su mismo grado, Pansy, quien era menuda, de voz suave pero firme y un poco más baja de estatura que él. Siempre que lo veía se le pegaba y le coqueteaba abiertamente. Años atrás había sostenido una breve relación con ella, pero ahora sólo era su amiga. –Nada – se limitó a contestar mientras veía el plato que ella le acercaba con dos tostadas embadurnadas de mantequilla y mermelada. El gesto de la chica era similar al que haría cualquier mujer que pretendía mimar a un esposo o hijo con su plato favorito. –No tengo hambre Pansy… – gruñó. Su madre lo educó para respetar a las mujeres lo suficiente como para ignorar amablemente los intentos de Pansy por reconquistarlo, pero a veces olvidaba dichas enseñanzas. Antes eligió a la chica como su novia porque era lo normal, ella era bonita y él se merecía lo mejor de lo disponible, pero de tener el don de adivinar el futuro no lo habría hecho. Tenía un año consiente del porqué jamás se entusiasmó cuando la tenía a un lado. No le atraían las mujeres, era gay, y aunque no lo había anunciado con bombo y platillos sus más allegados lo sabían; Pansy era uno de ellos. Así que cada vez que ella intentaba congraciarse con él, con la evidente intención de volver, lo hacía experimentar una creciente irritación. Ella debía aceptar la realidad y dejar de incomodarlo. –¿Cómo que no tienes hambre? No tienes desde hace 2 días y te va a hacer mal. –¿Acaso me veo mal?– preguntó con sarcasmo. Bastante seguro de ser un hombre atractivo al que los colores verde y plateado de su uniforme le sentaban de maravilla. La chica vaciló un poco antes de responder –no mal, sino enfermo, deberías consultar a la enfermera. Puedo ir contigo. Draco alzó una ceja y retiró el plato que tenia enfrente de él arrugando la nariz en el proceso –pues no me importa cómo me veas, no tengo hambre y no necesito que me acompañes a ningún lado. –Pero tienes que comer, tenemos que ganar el partido de hoy. –¿Crees que no lo sé?– contestó alzando la voz –¡he estado pensando en eso más que cualquiera! –Ya lo sé – Pansy intentó apaciguarlo sin enfadarse y empeorar la situación. Esos últimos días Draco estaba sometido a mucho estrés y todos lo trataban con cuidado porque era una bomba de tiempo –sólo pienso que... –¡Olvídalo!, no me importa lo que pienses – la interrumpió mientras se paraba de su asiento y salía del gran comedor dando zancadas. Los nervios acrecentaban con cada hora que pasaba y no deseaba que el equipo contrario se diera cuenta de aquello. Caminó hasta el campo de quidditch. Apenas eran las 9:00 y el partido comenzaría a la 1:00, así que faltaba mucho para que el montón de estudiantes llenaran las gradas. En cuanto llegó a los vestidores se cambió de ropa, tomó su escoba y se dispuso a hacer calentamiento. Su estómago le pidió comida a gruñidos, pero su orgullo le impidió volver. También sabía que Pansy estaba encaprichada con él porque no tenía nada mejor que hacer, cuando encontrara a alguien más lo ignoraría. Así que no pretendía volver con la cola entre las patas y hacerla sentir poderosa. Tenía aproximadamente media hora ahí cuando un grupo de Gryffindor encabezado por el pelirrojo Ron Weasley, mejor amigo de Potter, se acercaron al campo. Parecían molestos. –¡Te felicito Malfoy!– le dijo el pelirrojo cuando estuvo a unos escasos metros de él, logrando que le devolviese una mirada de intriga mezclada con desagrado. Y no tuvo que preguntar por qué lo felicitaba pues continuó –¡aplazaron el partido! –¡¿Qué?!– exclamó sorprendido – ¿cómo que aplazaron el partido? Weasley arrugó el ceño ligeramente pues no esperaba su reacción –ahora quieres hacerte el que no sabe. –No sé de que hablas comadreja– contestó reponiéndose al igual que el Gryffindor a la sorpresa, mientras tomaba una actitud de superioridad que para nada concordaba con su desconocimiento total de la situación. –Mira huroncito no te molestes en fingir, porque todos sabemos que fueron ustedes. Tú. –¡Cierra la boca Weasley!– gritó un chico que iba en dirección hacia ellos, junto con el resto del equipo de Slyterin. –Blaise, ¿qué estupideces dice este idiota? –Potter está en la enfermería. –Y es por tu culpa– gruñó Ron. –No ladres pobretón– ordenó Draco mientras que Blaise a su lado formó un frente de defensa. –Claro que fueron ustedes. Son tan cobardes que prefirieron atacar a Harry a permitir que DE NUEVO les pateáramos el trasero. Todo el equipo de Slytherin hirvió de coraje por el comentario, pero justo cuando la pelea iba a dar comienzo apareció la profesora McGonagall y los mandó a todos a sus respectivas casas. Antes de marcharse la mujer emitió un ligero gruñido de molestia que sólo Draco alcanzó a escuchar. Pudo ver como ésta se mordía el labio inferior, intentando contenerse a hacerle el mismo reclamo que el pelirrojo había hecho hace un momento.
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