Capítulo 1
                                                    22 de octubre de 2025, 10:39
                                            
                Disclaimer: Twilight and its characters are by Stephenie Meyer, this wonderful story is authored by Robsmyyummy Cabanaboy who gave me permission to translate it for you. Thank you very much, Jennifer!
Descargo de responsabilidad: Crepúsculo y sus personajes son de Stephanie Meyer, esta maravillosa historia es autoría de Robsmyyummy Cabanaboy quien me dio permiso para traducirla para ustedes. ¡Muchas gracias, Jennifer!
Me siento bendecida porque tres queridas amigas me dieron su tiempo y conocimiento para hacer coherente esta traducción, mil gracias a Larosaderosas, Sullyfunes01 y Troyis por ser mis Betas y prelectoras. Todos los errores son míos.
XOXOXO
EPOV
Emmett nunca aprenderá.
Sacudo la cabeza, observando a mi mejor amigo, el doctor McCarty, coquetear con una de las tontas técnicas de farmacia en el preciso momento en que pasa la doctora Hale, con la nariz metida en un libro. No es raro verla así, está intentando que le publiquen. Es mejor que tener la nariz pegada al aire, como se comportan tantas otras damas por aquí.
No sé por qué Emmett está jugando a estos juegos; se enamoró de ella hace meses. Ella aún no lo ha dejado meterse en sus pantalones, y eso lo está volviendo loco. Estoy seguro de que no es virgen. Solamente lo está haciendo trabajar por ello, y eso me gusta. Las chicas suelen correr tras él. Se merece sudar la gota gorda de vez en cuando.
Él me hace un gesto con la cabeza mientras tomo una bandeja y avanzo por la cola de la cafetería. Mientras espero mi ensalada Cobb, miro el móvil. Gran sorpresa: otra llamada perdida de la buena doctora. Si no fuera guapísima y su voz no fuera tan tentadora en todos los mensajes, habría perdido la esperanza de tener una cita hace semanas.
—Hola, Bella. Me llamaste—, digo riéndome. —Lamento no haberte podido contestar de nuevo, la cirugía se alargó. Estoy deseando que llegue el jueves. Aunque llámame si cambia algo. Nos vemos.
—¿Qué pasa, McSeductor? — Emmett me da un codazo mientras avanzo para pagar mi comida. —¿Me invitas a comer?
Pongo los ojos en blanco y agito la tarjeta débito. —Para los dos—, le digo a la cajera, girando la cabeza hacia Emmett. —¿Y podrías dejar de llamarme así, por el amor de Dios?
Resopla mientras nos dirigimos a las mesas. —Gracias, amigo. Te pago la semana que viene—, promete, tomando asiento. —¿Cómo ha estado la cirugía?
—Discectomía rutinaria en L4-5 (1). La chica arrastraba la pierna izquierda ayer. Hoy, cuando se despierte, estará como nueva.
—Excepto que tendrá que recuperarse de la herida de cuchillo que le dejaste en la espalda.
—Bueno, sí, excepto por eso—. Vierto aderezo ranch sobre mi ensalada y agarro el tenedor. —¿Dónde estás hoy?
—En cuidados intensivos toda la semana—, responde, dejando caer su trozo de pizza y limpiándose la boca con una servilleta. —Dame unos días más y sé que tendré a Rosie comiendo de mi mano. Tengo como siete pacientes suyos en mi lista de casos. Me llama todo el tiempo, contesta mis llamadas—. Toma un trago a su Monster Energy y se tapa la boca para eructar. —Es una belleza.
Inclino la cabeza mientras revuelvo Stevia en mi té helado. —Sabes que únicamente te llama porque eres el hospitalista (2) de guardia y la vida de sus pacientes está en tus manos cuando ella no está, ¿verdad?
Me ignora con un gesto de la mano. —Semántica. En Nochevieja hice que pasara la mejor noche de su vida y desde entonces hemos vivido momentos muy intensos.
—Emmett¸ ayudarla a abrirle el pecho a un tipo en Urgencias el mes pasado no cuenta. ¿Y qué? ¿Siquiera han tomado café dos veces desde entonces?
—Oye, ¿por qué te metes conmigo? —, argumenta él, abriendo los brazos. —Rosie siente algo grande por mí, simplemente aún no lo sabe.
—¿Y piensas enseñarle todo lo bueno que tienes mientras adulas a Jessie de farmacia y a la enfermera Ratched? —. Muevo el pulgar por encima del hombro.
—Irina es genial, solo tienes que saber cómo convencerla. Por eso me llaman McEncanto.
—Nadie te llama así—. Me meto en la boca un trozo de pavo y un huevo duro.
—Mentiroso—. Se inclina hacia delante, como si fuera a dejar caer información secreta a mis pies. —Las chicas de todo este lugar babean cuando nos ven juntos. Tenemos que trabajar este ángulo. Encuentra unas gemelas o algo por el estilo. Te estás oxidando. ¿Quién es la última chica, de todos modos?
—La doctora Isabella Swan. Está haciendo su residencia en Urología con el Dr. Whitlock.
—Oh, amigo. Sabes que no durará—. Emmett moja su corteza de pizza en mi ranch, mientras yo me inclino hacia atrás, mirando, estupefacto. —¿Está buena?
—Extremadamente—, espeto, arrebatándole mi taza de aderezo. —Y ni siquiera hemos tenido una primera cita. No me preocupa que no dure mucho.
Saluda con los dedos hacia una mesa de enfermeras, que al instante hacen oooh y aaah, pestañeando. —Amigo, se pasa el día mirando pollas. ¿Cómo vas a competir con eso?
Me froto los dedos por la frente, de repente me duele la cabeza después de pasar diez minutos con el idiota de mi amigo y compañero de apartamento. —Cómo te graduaste siendo el mejor de tu clase en Harvard sigue siendo un misterio para mí.
Con la boca llena de pizza, sonríe. —Porque soy alguien jodidamente especial. Tu vida sería un desastre sin mí.
—Mi vida tendría menos drama femenino sin ti, definitivamente.
—Oye, te he arreglado muchas citas con chicas decentes.
Suelto una carcajada y me tomo el té. —Decentes es una palabra muy fuerte.
—Mira, puede que haya habido algún problema aquí o allá—, admite, conociendo bien algunos de los casos que me ha enviado. —Pero, oye, todos queremos un bicho raro en la calle y otro en la cama, ¿no? —. Levanta la mano para chocar los cinco conmigo, lo que dejo colgado, pero se distrae y saluda a la mujer sexy que se acerca.
—Es una dama en la calle, y un bicho raro en la cama, Luda (3)—. Pongo los ojos en blanco.
—Hola, Dr. McCarty—, canturrea una de las chicas de urgencias, apretándole el brazo al pasar junto a nosotros. —Gracias por ayudarnos antes con el código—. Guiña un ojo por encima del hombro, contonea las caderas y sigue su camino.
Él se palmea el pecho. —Cariño, para eso estoy aquí—. Le sonríe tan ampliamente, que todos podríamos caer dentro de sus hoyuelos.
Mientras tanto, sigo devorando mi ensalada. Tengo que volver al piso en diez minutos.
—Cuéntame más sobre la Dra. Polla. ¿Cómo se conocieron?
Sonreí, pensando en Nochebuena, cuando consultamos un caso de urgencia. —Me llamaron cuando le hizo una resonancia magnética a uno de sus pacientes, que probablemente estaba a días de sufrir un fallo renal e intestinal. Entré, arreglé las compresiones masivas en su columna torácica, y la doctora Swan se hizo cargo a partir de ahí.
—¿Y el paciente? —, pregunta, escupiendo migas de brownie.
—En perfecto estado de salud, la última vez que comprobé—. Apuñalo una loncha de jamón antes de terminar mi pensamiento. —También trabajé con ella hace unas semanas. Intercambiamos números y desde entonces jugamos a la pilla-pilla.
—¿Y lo de las cosas fálicas? ¿De verdad te parece bien?
—Emmett, es uróloga—. Golpeo la mesa con el puño, pero no lo suficiente como para alarmar al lugar. —Todos tenemos especialidades. La suya es trabajar con penes, la tuya es ser uno (4).
—Mira, sólo digo... ¿mi chica manipulando penes todo el día? ¿Ayudando con la disfunción eréctil y esas mierdas? — Sacude la cabeza. —Naah, amigo. El mío es el único que debería estar acariciando.
—Bueno, si ella los está probando, entonces sí, se convertirá en un problema. Por ahora, no es mi chica, y sólo necesitamos tener nuestra primera cita. Hemos tenido una docena de encuentros en los pasillos. Ella coquetea, definitivamente me hace saber que está interesada. He encendido el encanto... es como un mes de juegos preliminares sin tener una conversación significativa. Estoy listo para ver de qué se trata. Todo lo que hemos hecho durante semanas es programar y reprogramar porque siempre surge algo.
—Exacto—. Me señala con su vaso asintiendo con los ojos muy abiertos. —Pollas.
XOXOXO
Me presento a nuestra cita para desayunar veinte minutos antes, con la esperanza de coger mi sitio favorito.
—Hola, Dr. Cullen—, me llama un interno cuando paso con la camarera. Luego, otra mesa de paramédicos me saluda con la cabeza. Siempre me encuentro con colegas aquí, en Great Eggspectations, ya que está al final de la calle del hospital.
Cuando Bella entra por la puerta, se desenreda la bufanda del cuello y me busca con la mirada.
Me levanto de la cabina y la saludo con la mano, recibiendo una sonrisa sexy como respuesta.
—Hola, me alegro de que hayas podido venir—. No rehuye el abrazo que le ofrezco. —Estoy orgulloso de nosotros. Por fin lo hemos conseguido.
Sus manos viajan por la parte superior de mis brazos y juro que siento cómo me los aprieta. Puede que el mes de preliminares también la esté afectando. —Nuestros mensajes de voz estaban a punto de convertirse en una relación seria—, dice riendo. —Es hora de que intentemos ponernos al día.
Una vez acomodada en su asiento, suena en su móvil el tema de Twilight Zone. Me hace reír, pero ella se limita a mirar la pantalla y a guardárselo en el bolsillo. Me acomodo frente a ella justo cuando una camarera se acerca a nuestra mesa.
—Los cocineros están probando un nuevo plato, así que hoy damos muestras gratis a los clientes—. Nos pone dos platos. —Quiche Lorraine con tocino, espero que les guste. Y les daré unos minutos para que miren el menú.
Bella sonríe a la camarera mientras yo contesto. —Estupendo, muchas gracias.
—Buena elección, doctor Cullen—, dice Bella, impresionada. —Comida gratis en nuestra primera salida—. Levanta el tenedor. —¿Vamos?
Choco mi tenedor con el suyo y brindo: —Por una cita largamente esperada.
—Yo comeré por eso—, añade, dando un bocado. —Mmmm, esto está fantástico.
—Dímelo a mí—, concuerdo y tomo mi agua. —¿Has comido aquí antes?
—No. No suelo desayunar.
Mi estómago se hunde, al oír que probablemente he perdido unos cuantos puntos por sugerir este lugar y esta hora. —Lo siento, podríamos haber elegido otro sitio.
—Oh, no, no es que no me guste la comida del desayuno—, me tranquiliza, tomando otro bocado de quiche. —Sólo quería decir que no suelo tener tiempo para desayunar y—se encoge de hombros—no lo convierto en una prioridad.
—Sé lo que quieres decir. — Asiento con la cabeza. —Si tengo tiempo para coger una barrita de cereales por las mañanas, es mucho. Les decimos a nuestros pacientes hasta la saciedad que empiecen el día con un desayuno decente, pero rara vez practicamos lo que predicamos o lo cumplimos.
—¡JA! — Alguien grita detrás de nosotros.
—No siempre es fácil, pero intento acordarme de cuidarme—. Termino mi reflexión.
—¡El puto eufemismo del siglo! —. La misma voz femenina brama una vez más.
Apropiadamente, vuelve a sonar el tema de Twilight Zone.
La expresión de la cara de Bella debe de reflejar la mía: confusión, un poco de vergüenza por la bocazas y una sensación general de "¿qué mierda pasa?".
Cuando silencia el teléfono, cojo la pimienta. Un segundo después, Bella se endereza en su asiento y deja el tenedor en la mesa con los ojos desorbitados.
—¿En serio acabas de decir eso con cara seria?
Giro la cabeza a la derecha, dándome cuenta de que la misma persona que está ahora en nuestra mesa es la que acaba de armar el alboroto. Santo cielo. Es Tanya Denali, ninfómana y una de las terapeutas respiratorias con las que salí en otoño. Está más maquillada que de costumbre y se acaba de volver a pintar los labios, porque tiene la boca de un brillante rojo sangre. Aunque me quedo en silencio, Bella me da una patada bajo la mesa para que reaccione. —¿Cómo dices?
—Sólo digo las cosas como son, Dr. Cullen—. Al menos Tanya tiene la decencia de bajar la voz en este punto. —Oh, él te dará un paseo suave por un tiempo, hermana — se dirige a Bella, que parece asustada —, pero seguirá en movimiento, y definitivamente no seguirá tu ritmo, como él te dirá. Conseguirá su orgasmo... tendrás suerte si consigues el tuyo, no obstante.
—Tanya—, gruño lo más amablemente posible, —si tienes un problema conmigo, te agradecería que me llamaras más tarde, y podemos discutirlo.
—¿Para que puedas engañarme otra vez? — Sonríe malvadamente. —No, gracias, cariño, pero toma... un pequeño recuerdo para que me recuerdes— arroja algo sobre la mesa—, ya sabes, ya que no puedes seguir adelante (5).
Echo un vistazo a Bella, que se ha puesto roja y está hurgando entre las derretidas hebras del queso suizo de su desayuno. Y vuelve a sonar el tema de Twilight Zone. A Bella se le enciende la nariz y esta vez veo que pone el teléfono celular en silencio.
—Tanya...—, empiezo, pero ella levanta la mano para detenerme, frunce los labios y se aleja de nuestro reservado.
Cuando miro hacia la mesa, me quedo boquiabierto.
Bella se inclina hacia delante, examinando. —¿Esto? ¿Son bragas lo que hay en tu quiche?
Abro la boca para hablar, pero no tengo palabras. Lo único que puedo hacer es sacudir la cabeza y mirar hacia arriba para encontrarme con su mirada.
Arruga la frente y tuerce los labios. —Bueno, parecía cuerda—. Golpea el plato con el tenedor, inclina la cabeza y susurra. —¿Estás bien?
—Estoy mortificado y lo siento mucho. — Me vuelvo a recostar contra el banco de nuestro reservado. ¿De verdad han pasado los últimos tres minutos? Todo lo que quiero es que el suelo me trague en este momento, pero en lugar de eso aplaudo una vez. —Ha sido divertido, y entiendo perfectamente que quieras irte de aquí.
Se saca el tenedor de la boca y mastica mientras su mirada recorre la habitación. —¿Podemos irnos cuando termine de desayunar? — Se tapa la boca mientras habla. —Aún no hemos pedido y llevo semanas queriendo verte. Curvando el dedo hacia mí, se inclina de nuevo para susurrar. —Puede parecer extraño, pero se necesita mucho más que desagradable ropa interior de estampado de animal y damas que la prefieren para asustarme. Espera. Levanta la mano y se asoma para llamar la atención de la camarera. —Hola, ¿disculpa?
Aparte de la generosa reacción de Bella, estoy conmocionado, completamente inútil al parecer... mientras tanto sigo sin creerme que haya una tanga de seda con estampado de leopardo en mi desayuno. ¿Acaso estoy en un puto sketch de Saturday Night Live?
La camarera se acerca a nuestra mesa.
—Sí, hola… creo que estamos casi listos para pedir, pero mientras tanto, ¿podría traerle a mi amigo una nueva porción de quiche? Nosotros hum…— Bella señala mi plato con la palma de la mano— Hemos sido contaminados.
XOXOXO
BPOV
—¿Así que se quedaron sentados ahí con las bragas de esa zorra en la quiche del pobre chico? —. Alice grita, su acento sureño se hace más fuerte con cada sílaba. —¿Cómo va a profanar así un soufflé matutino?
Sacudo la cabeza, riéndome, transcribiendo mis dictados. Está claro que Alice está más horrorizada de que se haya abusado de la comida que de la fulana esa haya dejado caer su ropa interior en el plato de mi cita.
Pero no esperaba menos de la dulce Alice. Cumple cincuenta y siete el diecinueve, es la enfermera jefa de nuestra consulta y la mismísima Paula Deen (6) del Departamento de Urología, que nos trae nuevos platos deliciosos que prueba los fines de semana. Según Alice, si la receta no requiere al menos una barra de mantequilla o una copa de vino, no merece la pena hacerla. Y, sin embargo, pesa un kilo y medio estando empapada. Personalmente, creo que simplemente intenta engordar al Dr. Whitlock. Es viudo, jefe del Departamento de Urología y hombre de pocas palabras, pero le encanta que haya golosinas en la sala de descanso todos los lunes por la mañana. Incluso le he visto guiñarle un ojo a Alice de vez en cuando.
Seguro que se untan mutuamente las tostadas con regularidad.
—¿No te dije que Denali era un problema? — Garrett susurra en la estación de enfermería. —Es la bicicleta del hospital—. Me mira con su mejor ceño de zorra, como solo Garrett puede hacerlo, y yo resoplo, quitándome el auricular, cansada de hacer mis apuntes.
—Por eso ni siquiera le di importancia al incidente. Me sentí fatal por Edward. De acuerdo, habría sido más reconfortante saber que no había caído tan bajo como para estar con ella, pero...
Garrett se echa un chorro de desinfectante de manos en la palma. —Cariño, por favor, hasta yo he tenido ese viaje.
Alice y yo giramos nuestras cabezas tan rápido hacia él, que probablemente ambas terminemos con un latigazo cervical.
—¿Tú?
Garrett levanta las manos en señal de rendición. —En mi defensa, mi cabeza no estaba exactamente en su mejor estado. Todavía estaba superando la partida de Samuel con ese marinero de la Fleet Week (7), había tenido unos días de mierda con mis vecinos locos que se peleaban todo el maldito tiempo, y yo necesitaba una liberación urgente. Me dirigí a Beacon Hill y...—, se detiene, suspirando. —La mejor manera de superar a alguien es meterse debajo de otra persona, señoras.
—Oh, Garrett—, Alice reprende.
—¡Pero se supone que tienes que estar debajo de un hombre! — No puedo parar de reír, y Garrett me da una palmada en el hombro.
—Jovencita, sé dónde se supone que debo estar. Como he dicho, no ha sido mi mejor momento— se estremece —. No volveré a hacerlo, pero, sí, he estado con Tanya. Hizo algún tipo de truco mental Jedi, y es solo cuestión de tiempo que les pase a ustedes también—. Agita sus dedos mágicamente hacia nosotras, como si estuviera hechizando nuestra oficina.
—Bueno, puedo asegurarte que no cambiaré de equipo pronto, y definitivamente no por ella—. Le grito antes de que desapareciera en la sala de reconocimiento tres. Me desplomo sobre mi pila de expedientes de pacientes. —Debería llamarlo. Parecía tan humillado—. Saco el teléfono y busco entre mis contactos.
—¿Quieres volver a verlo e intentarlo de nuevo?
Me paso las manos por el pelo y me lo recojo con un coletero.
—Me gustaría, pero tengo que cambiar mi número antes de hacerlo. Lo juro, Jake no cederá.
—Uh oh—, Alice agita las manos, haciendo un gesto para la primicia. —Habla con mamá Alice. ¿Cuál es su problema ahora?
Me pongo de pie, me quito el estetoscopio y lo cambio por mi bolso en el archivador. —Lo mismo de siempre. Quiere ver a la gata, y cuando viene se pone a llorar y rompe a cantar a coro 'Hard Habit to Break' de Chicago.
Sacude la cabeza. —Bendito sea. Me encanta su álbum de Grandes Éxitos.
—Alice, no estoy bromeando. Si Jake arruina este próximo intento de relación, puedo perder la cabeza.
—Tal vez deberías darle el número de Tanya.
Cierro de golpe el armario y me giro hacia mi brillante amiga. —Me encanta cómo piensas.
Agarro mi teléfono celular y envío un mensaje rápido a Edward: ¿Sigues sufriendo de trastorno de estrés postraumático? ¿Acaso, Trastorno de estrés post-tanga? ;) Veámonos en JP Licks y nos lamemos las heridas juntos, ñam, ñam. LOL. ¿Quizás mañana por la tarde? Házmelo saber.
XOXOXO
Veo a Edward cruzando la Charles Street unos veinte pasos por delante de mí y corro para alcanzarlo. Cuando lo consigo, le agarro los dedos y le doy un tirón.
—Hola.
—Hola—, dice, dándome un doble apretón. —¿Terminando por esta noche?
—Hum, en realidad, vengo de mi casa. Se suponía que...— Me corto, no estoy dispuesta a exponer a Edward al nivel de locura residual con la que lidio desde mi última relación. —Decidí terminar temprano hoy. ¿Cómo ha estado tu día?
—Uh, ocupado. Varias consultas, postoperatorios— me abre la puerta—lo normal. Y ahora helado con doce grados—. Sonríe tímidamente y se dispone a hablar de nuevo, pero le interrumpo.
El puñetazo juguetón que le doy en el hombro ayuda a romper un poco más el hielo. —¡Míranos, encontrando tiempo el uno para el otro sólo treinta y seis horas después! Va a ser muy difícil batir este récord.
Edward se apoya en la pared del fondo, con la mirada perdida en el menú de sabores. Cambio de peso, desanimada, sintiendo que él no está para nada de humor.
—Bella, siento mucho lo de ayer por la mañana. Me he sentido muy mal—. Deja caer la barbilla y se mete las manos en los bolsillos de la sudadera con capucha de Harvard.
Niego con la cabeza. —En serio, no tienes que seguir disculpándote. Todos tenemos esqueletos, ¿no? —. Avanzamos un poco en la fila antes de volverme hacia él. —Algunos tienen más manchas que otros—. Muevo la cara para que me mire. —McSeductor. — guiño un ojo y muevo la cabeza hacia el mostrador —Pidamos y larguémonos de aquí.
—¿En serio? ¿Ese apodo?
—Oye—. Levanto las manos en señal de rendición. —Eso he oído… pero creo que encaja.
Suspira. Yo me río.
Y creo que puede que hayamos superado el PantyGate.
.
.
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Nos las arreglamos para terminar nuestro helado con mi teléfono móvil sonando tres veces durante la comida. Esto es porque el maldito Jake no apareció cuando dijo que lo haría. Esperé hasta las siete y salí de mi apartamento. No voy a quedarme sentada desperdiciando mi vida simplemente para que aparezca cuando le plazca, para pasar tiempo con su maldita gata. Ojalá encontrara un lugar para vivir donde se permitan mascotas. Ursula apenas me tolera. No soporto la cantidad de pelo que suelta en cada centímetro de mi casa, así que, si se va, no habría corazones rotos para ninguna de las dos, estoy segura.
—Vives por aquí, ¿verdad? —, pregunta, poniéndose la capucha sobre la cabeza mientras yo me pongo las manoplas.
—Sí, a un par de manzanas.
—¿Te puedo acompañar a casa?
Sonrío, con la mirada clavada en sus ojos de color verde oliva y avellana. Son la definición de ojos de alcoba. De los que te hacen temblar las rodillas con una mirada penetrante. De los que no se hacen de rogar. Los que me hacen desear una tercera, cuarta y duodécima cita. —Sería estupendo, gracias.
Tomo su invitación a prolongar nuestra velada como una señal positiva. Dejando a un lado la escandalosa escena de ayer, siento que es el tipo de hombre que me haría reír de día y mover los dedos de los pies de noche. Hemos trabajado juntos un par de veces, tenemos conversaciones de pasillo casi a diario y, por supuesto, nuestra especialidad es la ronda de mensajes de voz.
Me cae muy bien, y siento que yo también le caigo bien a él. Nuestros horarios no nos hacen la vida fácil, pero...
—¡Santa Madre de Dios! — siseo, con Twilight Zone interrumpiendo mis pensamientos.
Se ríe a carcajadas, pero me salva de chocar con un niño que pasa en monopatín.
—Entonces, ¿puedo preguntar quién te llama desde otra dimensión?
Asqueada, respondo. —Mi ex. Rompimos hace varios meses, pero sigue viniendo a visitar a su gata—. Cruzamos la calle y giramos a la derecha, en dirección a Myrtle. —Ojalá la agarrara y se la llevara.
—¿Y por qué no lo hace?
Pongo los ojos en blanco. —Es una larga historia. Todavía hay una pequeña parte de mí que se siente mal por él; el tipo no tiene mala suerte, es que no tiene nada de suerte, en absoluto—. Me calo más el sombrero para taparme mejor las orejas. El fuerte viento de esta noche no perdona. —Tenía un trabajo estupendo como asesor financiero, pero tuvo un momento Jerry Maguire y decidió no trabajar más para la máquina; así que renunció.
—Ya veo.
—Admirable, ¿verdad? — Señalo la puerta verde que se acerca. —Aquí es. En fin, así que le dije, vale, genial, ¿cuál es tu plan ahora? ¿Su respuesta? Creo que tomaré clases de pintura, quizá haga algo de yoga caliente (8).
—¿Por ahora, o…? —, pregunta mientras subimos las escaleras.
—¡Oh, para siempre! O al menos lo había sido hasta que se dio cuenta de que no era muy buen pintor y no tenía ninguna posibilidad de hacer carrera. Lo rechazaron un montón de galerías y promotores. Entonces se deprimió.
—¡Mierda!
—Empezó a tener ataques de pánico. No podía salir de donde estaba, así que yo tenía que ir a buscarlo—. Sacudo la cabeza. —Pero luego terminó rompiendo conmigo, porque sabía que yo estaba demasiado inundada de trabajo para estar constantemente a su entera disposición. Sus problemas, la mayoría creados por él mismo, eran agotadores—. Saco las llaves de mi chaqueta, lo que nos da acceso a mi acogedor apartamento de dos dormitorios. —Siempre que estaba cerca, se enfadaba y luego se ponía triste—. Tiro las llaves sobre la encimera y me quito la chaqueta y el sombrero. —Succionaba el oxígeno de la habitación.
Edward hace una mueca. —Esa sí que es una descripción vívida. Así que...
La maldita Dimensión Desconocida lo interrumpe esta vez. Gruño, la silencio y me desplomo en el futón. —¿Qué decías? — pregunto.
—Sí, ¿y dónde está ahora?
Señalo por encima del hombro. —A la vuelta de la esquina, queriendo venir a pasar unos minutos con su gata.
—¡Oh, vaya! — Edward se ríe, dejando de bajarse la cremallera de la chaqueta. —¿Me voy?
Mi sonrisa triste surge, odiando que Jake esté interrumpiendo mi vida una vez más, odiándome más a mí misma por no ser una súper perra y patearlo a él y a su hija gatuna a la acera para siempre. —Quiero que te quedes por mí, pero entiendo si no quieres exponerte al ex.
Edward se acerca al sofá, agachándose hasta que estamos hombro con hombro. —Me gustaría quedarme—. Su voz sedosa y profunda me hace sentir una oleada de calor por todo el cuerpo. —Me lo he pasado bien esta noche, a pesar de mi actitud de mierda cuando nos encontramos.
Le doy una palmadita en la rodilla. —No fue para tanto. Aún te estabas recuperando del cameo de la psicópata de tu ex.
Cierra los ojos y se ríe, y yo me uno a él. Cuando la risa se apaga unos segundos después, nos quedamos mirándonos fijamente; el silencio es palpable, solo el zumbido de la nevera pone la banda sonora al momento.
El vello que le recorre desde la mandíbula hasta el cuello lleva días provocándome. Quiero arrastrar mi boca hambrienta por la zona, dejar que me arañe las mejillas, los hombros, los muslos.
Parece que estamos en la misma página, los dos inclinados, estudiándonos. De repente se me seca la boca. Me lamo los labios justo cuando su manzana de Adán sube y baja en cámara lenta. El primer sabor de sus labios ya es embriagador, pero nos rozamos y mordisqueamos con movimientos suaves, tomándonos nuestro tiempo.
Hasta que dejamos de hacerlo.
Su lengua se cuela en mi boca, y yo intento reprimir sin éxito el gemido que le respondo. Sube la mano izquierda y me presiona la mejilla mientras me pasa el pulgar por la sien. Intercambiamos jadeos y suspiros incesantes.
El timbre de abajo y la música de Twilight Zone suenan simultáneamente, separándonos. Con un fuerte suspiro, él se deja caer en el sofá mientras yo me restriego las manos por la cara, deseando poder rebobinar el tiempo hasta cuando le dije a Jake que podía venir sobre las diez. Deseando aún más poder volver al pasado con Marty McFly e ignorar las frases medio cursis de Jake para ligar en el bar hace más de un año.
—¿Al mismo tiempo? ¿En serio? — pregunta Edward, incrédulo. —¿Por qué dejarlo ahí? Debería lanzar una bengala por tu ventana... quizá también activar la alarma de incendios.
Resoplo, apartándome de su rodilla. —No le des ideas.
—Espera, ¿cómo quieres que actúe?
—Tienes carta blanca para decir lo que se te pase por la cabeza—, le aseguro a Edward con un gesto de la mano. —Está claro que necesito cambiar de táctica.
Jake está temblando en la puerta. Incluso el maldito escalofrío debilita mi determinación. No es un tipo malo, pero joder, ¿cuándo puedo deshacerme de esta mierda de encarte?
—Gracias por dejarme pasar—, dice desde detrás de mí mientras volvemos a subir.
—Puedes quedarte un rato. Claro que siempre puedes llevártela contigo—. No hay nada malo en ofrecer una quimera. —Pero ahora tengo compañía.
Jake se detiene en mi entrada. —Oh.
—Jake este es Edward. Edward, Jake.
Edward se acerca rápidamente con una mano extendida. —Encantado de conocerte.
Los tres nos quedamos ahí como una triada de estupenda torpeza. Seguro que hacen memes para momentos como este, pero a mí se me escapan.
—Hum, Ursula está en su habitación.
La mirada de Jake se desvía hacia abajo; murmura un gracias y se dirige a la habitación de invitados.
—¿Su puta gata tiene su propio dormitorio? — susurra Edward.
Cierro los ojos lentamente con un movimiento de cabeza. —Necesita su espacio.
Menos de dos minutos después, mientras Edward y yo nos apoyamos en la encimera de la cocina en silencio, Jake sale de la habitación con la gata en su jaula.
—Me la llevaré el resto del fin de semana. Para entonces mi madre estará estornudando y tendré que traerla de vuelta.
—Así podré estornudar yo, gracias—. Pongo los ojos en blanco.
—Jake, sé que no es asunto mío, pero deberías buscarte un condominio de apartamentos que admita mascotas, en el mío aceptan animales pequeños de menos de seis kilos, creo. Mis vecinos tienen un Yorkie.
Mi mirada ensanchada busca a Edward. ¿En serio dijo eso? Quiero decir, sí, ya estoy pensando en cuándo podré quedarme en casa de Edward, así que supongo que eso demuestra que me estoy pasando un poco, ¿pero que Jake viva allí para que yo también pueda encontrármelo en el pasillo todos los días? ¿No estamos tratando de reducir la locura?
No puedo ni con mi vida ahora mismo.
—Aquí está la tarjeta del administrador del edificio—. Edward me la pasa y tengo que morderme la lengua para no gritarles a los dos. —Quizá pueda ayudarte.
—Gracias. —Jake pasa junto a nosotros, pero se vuelve de nuevo. —¿Esto es porque no pude tener orgasmos cuando hacíamos el amor, Bella?
Me le quedo mirando porque, ¿qué mierda?
—Porque sabes que estoy medicado y eso afecta mucho mi capacidad de llegar al clímax. Me pregunto, si hubiera tomado otra medicación quizá podría haberte satisfecho más.
Entierro la cabeza entre las manos y rezo para que amanezca ya.
XOXOXO
EPOV
Ha pasado una semana desde nuestro desayuno y los fiascos posteriores al helado. El hecho de que Bella me siga sonriendo después de todo me hace desearla aún más. Su exnovio le hizo diagnosticar su falta de orgasmos antes de que decidiera que ya había tenido suficiente humillación. Me quedé con la boca abierta. ¿Quién se planta delante de una buenísima exnovia, y del nuevo chico con el que sale, para pedir consejo médico sobre los antidepresivos y cómo afectan al rendimiento sexual?
Era como un choque de trenes del que no podía apartar la vista. En fin, lo superamos, nos reagrupamos y estamos listos para afrontar otra cita juntos. Al menos hemos seguido con nuestros mensajes de voz, textos y bromas de pasillo. Hoy también hemos podido comer juntos en la cafetería.
—Entonces, ¿vamos a intentar cenar el día de San Valentín?
Riendo y tratando de no ahogarme, bajé el tenedor y lo cambié por mi bebida. —Es decir, la probabilidad está a nuestro favor, ¿no? —. Me encojo de hombros, desenroscando el tapón de mi Snapple. —Llevamos dos de dos con chiflados que intentan arruinar nuestro tiempo juntos. Yo digo que vayamos por la tripleta.
—Me gusta tu forma de pensar, Doc. Acepto esa mierda—. Bella levanta la mano para chocar los cinco conmigo. —Vale, vamos cita por cita—, empieza. —Tú me cuentas una mala historia de citas y yo te devuelvo una.
Me río y me limpio las manos. —Muy bien... las damas primero.
—Tuve una cita a ciegas con un tipo que no tenía cejas—. Pone la cara de asco más bonita de la historia.
—¿Tenía alguna enfermedad de la piel?
—No, me dijo que se afeitaba las cejas voluntariamente porque le daban escalofríos.
Echo la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada. —¿Y no pensó que se veía aún más espeluznante sin cejas? No me lo puedo ni imaginar.
Nos reímos sin control, y entonces me toca a mí.
—Veamos. Una vez salí con una chica que al parecer se hizo un lavado intestinal antes de quedar conmigo para cenar. Por supuesto, yo no lo sabía en ese momento.
—Oh, Dios—, se aparta, tapándose la boca. —Lo siento, continúa.
—Entonces, la cena fue agradable. La invité a mi casa a tomar café y aceptó. Mientras lo preparaba, me pidió ir al baño y cagó en mi váter durante ocho horas. Acabé yendo a la farmacia a comprarle Gatorade y algunas revistas—. Me estremezco. —Me quedé dormido en el sofá esperándola. Me sentí mal, pero hombre, el hedor en mi apartamento era insoportable—, digo con un gemido. —Fue durante la ventisca del invierno pasado. Tuve las ventanas del salón y del dormitorio abiertas toda la noche, y afuera hacía tres grados.
Emmett coge una silla en mitad de mi frase y se sienta. —Oh, demonios, ¿esta es la historia de la tormenta de mierda? —. Todos nos reímos de nuevo. —¿Estás tratando de asustarla?
Ensancho los brazos. —¡No fue culpa mía!
Emmett roba una de mis papas fritas. —Joder, sí que lo fue. Tú trajiste ese desastroso espectáculo de mierda a nuestra casa.
Bella se sigue carcajeando mientras yo intento pasar a la siguiente historia. —Relájate, ni siquiera estabas allí para lidiar con el olor residual.
—Eeeh—, se burla, haciéndome un gesto para que me calle. —Entonces Bella, ¿estás, como, masajeando pelotas y calentando a los chicos durante las pruebas y esas cosas?
Pongo los ojos en blanco mientras Bella me mira con el ceño fruncido y la risa se le acaba. —No, Emmett. Que yo recuerde, nunca le he hecho una paja a ninguno de mis pacientes. En general, eso está mal visto.
—Sí, vale. Otra pregunta—, dice él, bajando la voz, —¿sólo abres escrotos cuando tratas cáncer de bolas?
—Cáncer de bolas—, suelta y luego me mira. —¿Dijiste que fue el mejor de su clase en Harvard?
Asintiendo, añado: —Summa Cum Laude.
—¡Hay cosas que deben decirse en voz alta!—. Emmett grita y luego guiña un ojo a Bella. —Estoy bastante seguro de que todas se corren fuerte cuando consiguen un poco de acción de McEncanto. Hablando de eso...— Primero se distrae con la Dra. Hale, pero luego su mirada se fija en otra parte. —Oye, ¿no es esa la enfermera de urgencias con la que saliste el verano pasado, Ed?
Mis ojos recorren la habitación, mi estómago cae como una bola de plomo desde un puente. —Joder, ¿dónde?
—Allí, acaba de ponerse al teléfono. Pensaba que trabajaba en el Chelsea.
Veo a Kate e inmediatamente me hundo en el asiento.
Bella se ríe. —Así de mal, ¿eh?
—No la mires—, siseo. —No hagas contacto visual.
—Demasiado tarde—, anuncia Emmett, sonriendo como un loco. Juro que probablemente ha preparado todo esto.
Me encorvo sobre mi bandeja, con la mano en la frente haciendo de escudo, esperando que no se dé cuenta de mi presencia.
—Vaya—, murmura Bella, y la miro con preocupación.
Pronuncio las palabras —Lo siento—, a lo que ella susurra entre dientes: —Es como una epidemia.
—Edward, tienes buen aspecto.
Esbozo una sonrisa educada y respondo: —Kate.
—Perdona si te interrumpo. De algún modo sabía que te encontraría aquí con una chica—. Kate sonríe a Bella, que sigue riéndose. —En fin, he venido a decirte que dejes de llamarme.
—¿Cómo dices?
—Es verdad. He pasado página. Entiendo que no hayas podido con todo esto—, se agarra los pechos y arrastra ambas manos hacia su entrepierna, —pero basta de llamadas.
Bella abre mucho los ojos, aunque no más que los míos.
De algún modo, encuentro la voz. —Kate, te aseguro que no te he llamado desde que dejamos de vernos en agosto.
—Bueno, sigue llamando un número de la tercera planta y nunca dejan ningún mensaje. Eres el único sujeto que conozco que trabaja en la tercera planta del campus principal. Así que, o te pones serio y me dices que me quieres, o te olvidas de mi número.
—Lo siento, eres una enfermera del MGH (9)—, salta Bella, sacudiendo la cabeza. —¿Por qué tiene que ser automáticamente el Dr. Cullen quien te llame? ¿No podría ser cualquier otra posibilidad?
—¿Quién coño eres tú?
Bella frunce el ceño. —Soy la novia del doctor Cullen, y te prometo que no tiene ningún motivo para llamarte.
—Espera, ¿tu compañera de apartamento no es Leah Clearwater? —. Emmett pregunta.
—Una de ellas, ¿por qué?
—Era yo llamándola—, enfatiza. —Su madre fue una de mis pacientes en la UCI la semana pasada, y Leah es su apoderada médica, así como también es la pariente más cercana—, explica Emmett con naturalidad, como si de repente fuera el Neil Degrasse Tyson (10) de las conclusiones lógicas y respuestas inteligentes. —Leah estuvo en el piso conmigo algunos días y otros estaba fuera del edificio, así que siempre intentaba localizarla. Me dijo que no dejara mensajes en casa por la HIPAA (11). Y la UCI está en la tercera planta.
—Sí, pero el número de tu casa también apareció una vez—, me dice Kate con otra mueca.
Emmett levanta la mano. —Otra vez yo, pero esa fue una llamada personal a ella.
—Qué coño—, escupe ella, levantando la mano. —Asegúrate de olvidar mi número, Edward.
La silla de Bella roza el suelo antes de ponerse frente a frente con Kate. —Créeme, cariño, ya lo olvidó.
Kate no hace ademán de irse, así que Bella le agita los dedos en la cara. —Adiosito.
Emmett sonríe ante la posible pelea de gatas mientras yo me muerdo el interior de las mejillas, tan jodidamente excitado que no sé cómo voy a pasar el resto del día sin follarme a esta mujer.
—Vamos. — Bella me tiende la mano y yo salto como si me acabaran de llamar de la fila de concursantes de The Price Is Right (12). Entrelaza sus dedos con los míos y pasamos rozando a Kate mientras Bella prácticamente me arrastra fuera de la cafetería.
—Tranquilos, chicos, yo recojo—. Grita Emmett tras nosotros.
Bella abre de un empujón la puerta de los vestuarios femeninos y entra en la habitación privada donde el personal puede hacer llamadas telefónicas personales. Gira la cerradura después de cerrar la puerta y se abalanza sobre mí, empujándome contra la pared, pero no. Esto no se va a quedar así.
Nos doy la vuelta y la aprieto contra la pared con besos febriles. Nada más que labios, lamidas, chupadas y suspiros. Mis dientes rozan su cuello y hundo mi cara en la dulce piel del cuello de pico de su blusa azul. Me agarra el pelo con las manos, y un segundo me duele y al siguiente me siento fenomenal.
Mis gemidos serían vergonzosos si ella no gimiera de placer conmigo. Sujeto su pecho y con el pulgar le rozo el pezón que se asoma a través de su blusa.
—Edward, joder... joder—, jadea cuando mi mano abandona su pecho y se mete en la parte delantera de sus pantalones. Deslizo las yemas de mis dedos por sus bragas, golpeando su clítoris.
—Deja que te los baje—, digo suavemente contra sus labios mientras tiro de la suave tela hacia un lado y deslizo los dedos por sus labios empapados.
—Sí, sí—, responde con un susurro y un gemido. Es deseo lo mires por donde lo mires.
Mi pulgar encuentra su clítoris mientras mis dedos índice y corazón rozan la humedad, penetrándola. Mordisqueo y chupo justo debajo de su oreja y sonrío cada vez que gime bajo mis movimientos.
Una de sus manos abandona mi pelo y recorre mi pecho. Mi polla está tan jodidamente dura que nunca había sentido la cintura de mi bata tan tirante. Me agarra a través de la tela y casi pierdo el ritmo que había iniciado con ella.
Siento cómo se retuerce y se tensa alrededor de mis dedos, y mi boca vuelve a la suya porque no me canso de sus labios.
—Oh, Dios—, grita contra mi beso. —Eso es...
Se congela en mis brazos, sobre la ola de su liberación. Aferrándose a mí con todas sus fuerzas, vuelve a deslizar su lengua en mi boca.
Cuando tira de mi mano, la saco antes de sorprenderme arrodillándose y bajándome los pantalones y los calzoncillos de un tirón.
Madre mía, sí.
Se traga casi toda mi polla y mi cabeza se echa hacia atrás.
—Jesús. — Tengo que apoyar la mano en la pared, la sensación es muy abrumadora.
Ver cómo trabaja en mí es un espectáculo maravilloso. Paso los dedos por su espesa cabellera mientras su otra mano me agarra el culo, excitándome aún más, si es que eso es posible. Juro que estoy tan absorto en sus movimientos mientras me acaricia y me chupa que no tengo tiempo de mantener la calma antes de llegar al límite.
—Joder, Bella—, jadeo. —Me voy a correr.
Se separa de mi polla, se levanta y empieza a masturbarme hasta que le echo chorros por todo el bajo vientre y las bragas. Mi cabeza cae sobre su hombro y nos reímos durante unos segundos.
—Eso ha sido muy caliente—, gruño, lamiendo su pulso y dándole un suave beso. —Pero ahora estás hecha un desastre.
Me guiña un ojo, coge unos pañuelos de papel para limpiarse la barriga y procede a quitarse las bragas, metiéndolas en el bolsillo de mi bata médica.
Tengo que casarme con esta chica.
—Entonces, ¿quedamos mañana para la cena de San Valentín? —. Le pregunto mientras nos acomodamos la bata y nos recomponemos.
Se pone de puntillas y me da un beso en los labios antes de abrir la puerta. —¡Claro! ¿Qué más podría pasar?
XOXOXO
(1) Discectomía de L4-5, La discectomía es una cirugía para extraer la parte dañada de un disco en la columna vertebral cuyo centro blando se extiende a través del revestimiento exterior duro. Una hernia de disco puede irritar o presionar los nervios cercanos. En este caso, la remoción se hizo entre las vértebra de la zona lumbar.
(2) De acuerdo con la Sociedad para Medicina Hospitalaria, un hospitalista u hospitalario es "un médico que se especializa en la práctica de medicina hospitalaria" La mayoría de hospitalistas son médicos que han sido entrenados en medicina interna (internistas). Otros han sido entrenados en práctica familiar, pediatría o algunas otras especialidades. Usualmente están disponibles 24 horas al día, con médicos que trabajan en turnos.
(3) Ellos están parafraseando la canción Nasty Girl del actor y cantante de rap Ludacris. El dicho en español es: «Una mujer debe ser: una dama en la calle, una señora en su casa y una puta en la cama».
(4) Es un juego de palabras ya que en inglés "dick" significa polla e imbécil.
(5) En inglés, la expresión "follow through" puede usarse de dos maneras: literal o de manera figurada. La primera es "No seguir adelante" y la segunda es "El acto de apretar demasiado fuerte para sacar un pedo y accidentalmente forzar también un poco de materia fecal".
(6) Paula Deen es una celebridad y chef estadounidense. Reside en Savannah, Georgia, donde posee y opera desde 1996 el restaurante "Lady & Sons" con sus hijos, Jamie y Bobby Deen. Ha publicado catorce libros de cocina y edita su propia revista mensual desde 2005.
(7) Fleet Week es una tradición de la Marina, el Cuerpo de Marines y la Guardia Costera de los Estados Unidos en la que los barcos militares activos recientemente desplegados en operaciones en el extranjero atracan en una variedad de ciudades importantes durante una semana. A menudo, el evento va acompañado de demostraciones militares y espectáculos aéreos y, a determinadas horas, el público puede realizar una visita guiada a los barcos.
(8) El yoga caliente es una forma de yoga como ejercicio realizado en condiciones de calor y humedad, lo que resulta en una sudoración considerable. Algunas prácticas de hot yoga buscan replicar el calor y la humedad de la India, donde se originó el yoga.
(9) Hospital General de Massachusetts, en inglés Massachusetts General Hospital.
(10) El astrofísico Neil deGrasse Tyson encarna la imagen del profesor sabio y bonachón que nos revela los misterios del universo. Es el director del Planetario Hayden -parte del Museo de Historia Natural de Nueva York- pero gran parte de su fama se debe a que en 2014 condujo la exitosa serie de televisión "Cosmos", basada en la producción que en los 80 condujo el astrónomo Carl Sagan, de quien fue alumno. Actualmente es una figura con más de 13 millones de seguidores en Twitter, sus videos están en Netflix y sus documentales se emiten por el canal National Geographic.
(11) La HIPAA es una serie de estándares normativos federales que esbozan el uso y divulgación de la información médica protegida en los Estados Unidos.
(12) The Price is Right, es uno de los concursos más populares a nivel mundial, el cual se ha presentado en más de 32 países y cuya franquicia se inició en Estados Unidos en 1956. Los concursantes deben adivinar el precio del producto que es exhibido o acercarse lo más posible al precio, sin pasarse del valor correcto. El concursante que se acerque más o adivine correctamente el precio correcto gana el producto y además puede continuar a la siguiente ronda. En nuestros países se han realizado programas de la franquicia con los nombres de El precio es justo o El precio es correcto.
¿Qué opinan?
Chapter 2: Chapter 2
Disclaimer: Twilight and its characters are by Stephenie Meyer, this wonderful story is authored by Robsmyyummy Cabanaboy who gave me permission to translate it for you. Thank you very much, Jennifer!
Descargo de responsabilidad: Crepúsculo y sus personajes son de Stephanie Meyer, esta maravillosa historia es autoría de Robsmyyummy Cabanaboy quien me dio permiso para traducirla para ustedes. ¡Muchas gracias, Jennifer!
Mi eterna gratitud a mis amigas, Larosaderosas, sullyfunes01 y Troyis por su valiosa ayuda, ¡muaks! Todos los errores son míos.
XOXOXO
EPOV
—Doctor Cullen.
Levanto la mirada, sonriendo ante la sensual voz. Esta mañana me ha dedicado el mismo saludo cuando su alarma nos ha despertado a las seis y cuarto.
—Dra. Swan, ¿qué la trae a nuestro piso?
Sonríe alrededor de la tapa del bolígrafo golpeando su perfecto labio y haciendo un mohín. —Me han llamado para una consulta con el Dr. King.
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mirar mi historial. —Imbécil.
—¿Qué? —, pregunta riendo e inclinándose sobre el mostrador.
Es una invitación para mirar su delicioso escote, y lo hago sin reparo.
Bella se acerca al lado de la estación de enfermería y mueve la cabeza hacia la cocina. Cojo mi historial y vuelvo a meter el bolígrafo en el bolsillo de la bata. Cuando la encuentro en un rincón, me rodea la cintura con los brazos y junta nuestros cuerpos. Mi polla cobra vida sin ningún pudor.
—Hum. — Menea las cejas, mi creciente erección le pincha el estómago. —Hola, Doctah (1).
Me acerco para besarla rápidamente. No ocultamos nuestro romance, pero sabemos que tampoco está bien alardear de él. Sobre todo, cuando parece que tenemos una especie de faro que sirve para que todos los pervertidos y rechazados, con los que hemos salido en el pasado, nos encuentren en los momentos más inoportunos.
Uno pensaría que habríamos aprendido la lección sobre tener citas con personas del trabajo y no nos habríamos molestado el uno con el otro para empezar... pero llevamos casi cinco meses de relación y estamos convencidos de que es mejor que sigamos juntos. La unión hace la fuerza y todo eso.
—¿Cómo va la mañana? — Pregunto, balanceándonos un poco. No es tanto un vaivén como un esfuerzo para frotar mi creciente erección.
—Bastante lenta, sorprendentemente. He saltado de la silla al tener la oportunidad de venir aquí a hacer una consulta. ¿Qué tal estás? ¿Y a qué viene ese comentario de imbécil? —. Se ríe entre dientes.
—El puto Royce me quitó a ese paciente. Iba a estar en mi lista de casos y cuando un postoperatorio tardó un poco más de lo normal, King me lo arrebató porque sabía que necesitaría una consulta de urología—. Le pellizco el culo. —Te digo que le gusta mi mujer.
—Bueno, si tu mujer es tu mujer, ¿qué te preocupa? —. Sonríe, devolviéndome el apretón.
—Cansado de luchar contra los lobos. ¿Cuándo vamos a tener un respiro?
Su cabeza cae sobre mi pecho, sus hombros tiemblan mientras amortigua su risa.
—No bromeo, Bella. La próxima vez que encuentre a alguien haciendo un Anthony Weiner (2) y enviándote un mensaje con la foto de su polla, me voy a volver loco.
—Alice se disculpó cien veces por eso. Se suponía que debía montarla en el sistema confidencial de transmisión paciente-médico para nuestros registros, y la envió por error a mi teléfono. Todo está codificado por motivos de privacidad. Ella digitó el código equivocado. Un error fácil de cometer, pero te prometo que ha sido cosa de una sola vez.
Sacudo la cabeza, enojado por la monstruosa imagen. —Sí, bueno, será mejor que Dirk Diggler (3) se la guarde en los pantalones.
—Soy su médico, cariño.
—¿Por qué no puede ver a Whitlock?
—Porque está en mi contrato que yo atiendo a todas las estrellas porno—. Sonríe de forma odiosa y me restriega sus caderas de un lado a otro. —Supéralo, Edward. Yo no me quejo de todos los culos respingones que puedes ojear durante las pruebas de diagnóstico y las cirugías, ¿verdad?
—Yo no miro. Hago mi trabajo.
Su mirada penetrante me ablanda la cabeza y la polla. —Exactamente. Has estado escuchando demasiado las leyendas urbanas de Emmett. Estoy seguro de que sólo está celoso.
—¿De Dirk Diggler o de los culitos respingones?
Echa la cabeza hacia atrás, carcajeándose. —De los dos, imagino.
—Probablemente tengas razón.
El beeper de Bella zumba y pongo los ojos en blanco sabiendo que es Royce.
—Tengo que irme. —Se pone de puntillas y me da un par de picotazos en los labios. —Ah, y el doctor Whitlock quiere que me asegure de que Emmett y tú sepan lo de su fiesta de cumpleaños el próximo fin de semana—. Tararea sugerentemente. —Cosas elegantes, Cullen. Crucero por el puerto toda la noche en el Boston Belle.
—¿Está invitando médicos al azar? Sé que soy tu cita, pero ¿cómo es que Emmett está en la lista?
Bella chasquea la lengua. —Por favor, Whitlock adora a ese idiota. Creo que Em lo impresionó en algún momento con sus habilidades. Además de toda la conexión con Rosalie.
La bombilla se enciende en mi cabeza. —Es verdad. Sigo olvidando que la Dra. Hale es sobrina de Whitlock.
—Oh, lo siento. — Bella y yo nos congelamos en los brazos del otro ante la intrusión detrás de mí. —Dr. Cullen, la familia de la señorita Donahue quiere hablar con usted.
Miro por encima del hombro. —Enseguida voy, gracias Nettie.
Bella suspira dramáticamente. —Aaah, sí. La mismísima Miss Massachusetts, Jocelyn Donahue—. Mueve las pestañas a toda velocidad. —¿Cómo estuvo su procedimiento?
—Bastante bien por lo que parece. Veremos cómo le va cuando empiece a caminar. Espero que sus reflejos y su fuerza se recuperen pronto.
Mi novia no parece impresionada. —Sí, pero ¿seguirá siendo material apto para la corona?
—¿Ahora quién parece celosa?
Se pone rígida en mi abrazo. —No estoy celosa. Me alegro de no tener que tratar con ella. Tengo pacientes que luchan por su vida y ella te ha estado quitando horas de consulta, preocupada por una maldita cicatriz de cinco centímetros en la parte baja de la espalda. Seguro que sus padres le están aplicando aceite de vitamina E en la cicatriz.
Le doy una palmada en el culo y me inclino para darle otro beso rápido. —Vámonos, Guerrera, antes de que le des a mi paciente y a su familia una merecida lección de perspectiva.
En cuanto Bella y yo bajamos al ala principal, el Dr. Pendejo asoma su grasienta cabeza de una habitación. Royce mira emocionado a Bella, como si hubiera estado caminando penosamente por un desierto y ella estuviera desnuda, de pie en medio de un oasis.
—Dra. Swan, excelente. Definitivamente tengo un caso para usted.
Inclinándome hacia su oído, aprieto los dientes, murmurando: —No está hablando del paciente. King tiene un caso, sin duda, y probablemente sea herpes del tipo agresivo. Es mejor que te pongas guantes o que te alejes de él—. Bella me da un puñetazo en el estómago antes de alejarse, pero decido verlo más como un golpecito de amor que como otra cosa. —¡Yo también te amo!
XOXOXO
Empieza a sonar por octava vez "I've Got a Feeling" de Black Eyed Peas. Supongo que Emmett se está animando para el crucero de esta noche, pero Jesús, si tengo que oír una vez más su versión ultrablanquecina de "pa-pa-pa-party every day" de will. i. am, tengo la sensación de que en breve estaré lanzando a Emmett por nuestro balcón.
El delincuente en cuestión aparece en la puerta de mi habitación, con una toalla apenas sujeta a la cintura y el agua goteándole por el pecho. Las mujeres probablemente pagarían un buen dinero por esta imagen, y yo aquí sentado sin cámara.
—¿Qué te vas a poner esta noche? —, me pregunta.
—Bella dijo smart casual, lo que demonios signifique eso.
—Bueno, ¿qué significa?
—Voy con pantalón caqui y una camisa azul, arremangada porque la temperatura estará por los 27º centígrados hasta cerca de las nueve de la noche.
—Entendido. — Se pasa la mano por la cara, rascándose la mejilla. —¿Te vas a afeitar? Creo que debería afeitarme.
—No. A Bella le encanta la barba.
—Me la quedaré entonces—. Asiente, golpea la jamba de la puerta con el puño y se va.
—Divertidísimo—, le digo, cogiendo la plancha y la tabla del armario. —¡Prepárate para salir en treinta minutos!
—Sí, querido.
.
.
.
Emmett entra en el salón mientras yo me acabo un bote de marañones. —¿Qué te parece? ¿Voy bien?
—Sí—, respondo, encogiéndome de hombros y quitándome el polvo de las manos. —Creo que sí.
—Vale, pero ¿seré capaz de cerrar el trato con Rosie, llevando esta ropa?
Sacudo la cabeza, girando los ojos hacia el techo. —No tengo ni idea de qué sellará el trato con tu interés amoroso. Lleva dándote largas más de seis meses, amigo. Personalmente, creo que es una embaucadora—. Me dirijo a la puerta y cojo las llaves de la encimera.
—Espera...—, me pone la mano en el pecho. —¿De verdad crees que me ha estado tomando el pelo?
Antes de hablar, reflexiono y me doy cuenta de que mi última respuesta ha sido un poco dura. —Quiero decir, ¿Cuántas veces te ha cancelado una cita por estar muy ocupada?
Me alcanza al llegar abajo cuando llegamos al parqueadero. —Vale, pero Bella y tú también estuvieron haciendo y deshaciendo citas.
—Sí, al principio no fue fácil, sigue sin serlo... los dos somos personas ocupadas. Y lo entiendo, tú y Hale también, pero en seis meses han tomado unas cuantas tazas de café y ya está. ¿No puede despejar una noche para salir contigo?
Se encoge de hombros ante mi comentario. —Era por lo de la publicación, pero ya ha terminado y está lista para relajarse un poco.
Asiento, satisfecho, y decido dejarlo tranquilo. A Emmett no le crece el musgo bajo los pies y, si quisiera, podría tener media docena de diferentes chicas devolviéndole la llamada esta noche. Su enfoque en la doctora Hale es diferente, sin embargo. Me hace preguntarme si la tiene en mayor estima, lo que sería la primera vez para él. Para mí, ella parece bastante agradable, sólo espero que, por su bien, valga la pena la espera.
—Más vale que haya un grupo decente en la lista de invitados—. Emmett cruje el cuello antes de asegurarse el cinturón de seguridad. —Quiero soltarme. A ver si consigo que Rosie también se suelte un poco el pelo.
—Quien sabe. Una multitud de personal médico suele ser un festival de somnolencia—. Entro en Beacon, agradecido de haber quitado la capota del jeep. Es un día ventoso y ha salido el sol, pero no hace tanto calor como para sentir que nos estamos asando si nos quedamos atrapados en un atasco de camino a los muelles. —Como es el cumpleaños de Whitlock y no una gala benéfica de etiqueta, quizá haya más ambiente de fiesta.
—Necesitamos algo de emoción—. Se frota las manos como si estuviera tramando algo. —Esperemos tener suerte y presenciar algo más que fuegos artificiales sobre el puerto.
XOXOXO
BPOV
Alice y Jasper han estado hablando hasta por los codos con mi novio desde que llegamos hace casi una hora. Emmett también ha estado con ellos. De vez en cuando tengo que mirar para asegurarme de que es el doctor Whitlock el que está hablando, porque nunca había oído a nadie reírse tanto a carcajadas.
Jasper tiene una personalidad tan apagada en la oficina que resulta cómico verlo despreocupado y abierto, sobre todo con Alice. Por fin han hecho público su romance, y me encanta. Ya era bastante divertido verlos lanzarse miradas sutiles y coquetear en la oficina durante los últimos meses, pero ahora que están saliendo abiertamente, son demasiado adorables. Está claro que ella ha devuelto a su vida la chispa que le faltaba desde que perdió a su mujer hace un par de años.
Mientras todos han estado distribuidos en la proa del barco, Rosalie Hale también se ha mostrado demasiado amistosa conmigo. Sé que le tomo el pelo a Emmett por ser un tonto, pero tiene un corazón de oro y le gusta mucho Rose. No pensé que ella sintiera lo mismo hasta ahora. Unos cuantos tragos de ron, y ya ha revelado que le gustan los juegos de rol y espera que el concepto de BDSM no asuste a Emmett. Justo después de levantar físicamente la mandíbula de la cubierta, levanto mi copa y trago el resto de mi sangría.
La Dra. Hale está más que dispuesta a ponerse como una fiera con nuestro hospitalario, el Dr. McCarty. No va a saber qué lo ha golpeado.
Emmett se acerca para unirse a nosotras, justo cuando Rose se levanta.
—Necesito ir al baño de las niñas—. Le pasa los dedos lentamente por el pecho. Es como si estuvieran en su propia burbuja. No puedo creer lo diferente que ella está actuando ahora. Es hilarante y asombroso a partes iguales. Cuando sale de su trance, señala su vaso vacío. —¿Me traes otro?
—De acuerdo, sexy.
Emmett no tarda en llamar a un camarero y pedir otra ronda para todos.
Rosalie titubea y se escabulle, con su larga melena castaña ondeando de un lado a otro a cada paso que da sobre sus sandalias de tacón.
Volviéndose hacia mí, Emmett asiente como un idiota, con los hoyuelos haciéndole agujeros en las mejillas. —Esta noche voy a tener mucha suerte.
Sonrío, pensando en las inclinaciones de Rosalie en el dormitorio, y le doy una palmada en la espalda. —Suerte no es suficiente, chico.
Me rodea los hombros con el brazo y me atrae hacia él. —Te echaré de menos a ti y a nuestras charlas nocturnas, Bells.
—Estaremos dos pisos más abajo. Puedes venir a charlar conmigo cuando quieras.
—Debería cabrearme contigo porque me estás robando a mi roomie, pero es hora de que él abandone el nido, supongo—. Emmett parece una suricata, haciendo señas a un tipo que está repartiendo entremeses. —¿Esos son dátiles envueltos en tocineta? — El camarero asiente justo cuando Emmett lo empuja hacia nosotros. —Tienes que probarlos, Swan. Es como un caramelo de tocino, te lo juro.
Sigo su consejo porque Emmett sabe de buena comida.
Y tiene razón.
Joder. agarro dos más mientras Emmett coge media docena y el camarero prácticamente sale corriendo como si acabáramos de intimidarle en el pasillo por el dinero de la leche.
Otra camarera aparece delante de nosotros mientras aguantamos nuestros orgasmos inducidos por el tocino. —¿Daiquiri de banano?
Emmett levanta la mano. —Sí, es para mi novia, gracias.
Levanto la ceja ante su expresión cariñosa.
—¿Eso es todo?
—Estoy esperando una sangría de melocotón—, añado.
La sonrisa de la camarera parece forzada mientras da un paso atrás. —Sí, enseguida sale. Nuestro barman se está ocupando personalmente de su bebida.
—Escucha eso—, dice Emmett, impresionado, dándome un codazo con su hombro corpulento. —Se ocupa personalmente de tu bebida. Quizá sea uno de tus antiguos pacientes.
—Hardy har har (4). ¿Y puedes relajarte con toda la mierda con la que le estás llenando los oídos a Edward? Sabes que no es verdad.
Se echa hacia atrás contra la barandilla y ladea la cabeza para encontrarse con la abrasadora luz del sol. —Oh, él sabe que sólo lo estoy jodiendo. La foto de la polla, sin embargo, tendrá que ser material para cenas durante años.
Emmett contorsiona la cara hasta convertirla en una réplica exacta de la reacción de Edward al infame mensaje del mes pasado, y los dos nos reímos histéricos.
—¿Sangría de melocotón?
—Sí, esa es la mía—. Levanto la mirada para darle las gracias a la camarera. Sonríe malvadamente y de repente estoy bañada y helada. Me cae líquido del pelo y me escuecen los ojos por la inesperada empapada.
—¡Vaya! Pero qué...—, grita Emmett, levantándose de un salto y tirándome accidentalmente el daiquiri de Rosalie en el regazo.
Impresionante.
La camarera empieza a chillar. —¿Por esto me dejaste? ¿Esta flacuchenta que usa Converse en lugar de tacones?
—¿Vicki? ¿En qué coño estás pensando? — Emmett gruñe antes de sentir cómo me pone la mano en la espalda mientras entrecierro los ojos a través de la cascada afrutada y alcohólica. Mis manos se mueven por la mesita hasta encontrar una servilleta de lino. —Bells, ¿estás bien?
—Como un melocotón—, mi voz apagada viaja a través de la tela. —Literalmente.
—¿Qué demonios está pasando? — Oigo la voz de mi novio desde el otro lado de la cubierta.
—No tenías suficiente de mí y después, hace unos meses, desapareces. Los rumores me dicen que es por una doctora castaña. ¿Es ella?
—¡Ya quisiera! — Suelto una carcajada, pasándome la servilleta por debajo de los ojos, con la esperanza de atrapar cualquier pegote de rímel. —Buena elección, Dr. McCarty.
Edward se agacha frente a mí, con la mandíbula tensa.
—Ed, lo siento mucho. Vicki, eres una maldita descarada, tú fuiste la que terminó las cosas—. Emmett y mi agresora discuten mientras yo me seco y me quito los grumos de granizado de banana y ron del vestido.
Edward ignora su discusión y me pasa una servilleta por los brazos. —¿Estás bien?
Me restriego las manos por la cara y el pelo pegajoso. —Creo que me han metido en un reto del cubo de hielo sin que yo lo supiera—. Mi risita es inevitable.
Me levanta del banco, girándonos para alejarnos de la ridícula escena que refleja un episodio de Real Housewives. —No puedo creer que te estés riendo.
Sacudo la cabeza, intentando ignorar las miradas. —Estaré bien en cuanto me lave la cara y me cambie. Lo más gracioso es que me haya llamado flacuchenta. Creo que no he hecho ejercicio desde la prueba de aptitud física obligatoria en el instituto. E incluso entonces solamente conseguí tres segundos en la flexión de brazos.
—Bella, ¿qué demonios? — Alice brama mientras se acerca. —¿Esa vaca loca acaba de tirarte su bebida?
—Técnicamente era mi bebida y justo antes de que Emmett me tirara encima el daiquiri de Rosalie. Pero en serio, estoy bien. Menos mal que he traído una muda—. Resoplo. —Claro que ahora, si me tiran por la barandilla y caigo al puerto, tendré que quedarme empapada.
—Bueno, escucha—, me recoge el pelo por detrás de los hombros como la mamá gallina que es, —Jasper lo ha visto todo y ya ha ordenado que el Belle vuelva al muelle para sacar a esa fulana del barco. Está más enojado que un avispero cabreado.
—Al menos únicamente llevamos navegando unos veinte minutos—, añade Edward.
—Ustedes dos atraen a algunos chiflados, lo juro. Ahora la única camarera va a estar más ocupada que un cojo en un concurso de patear culos.
Las analogías de Alice siempre me hacen reír. Jasper se acerca, con cara de Sam Bigotes (5) en una misión para matar a Bugs Bunny. —El capitán ha dicho que nos faltará un camarero y tendrán que hacer doble turno, pero está llamando al servicio de catering para ver si pueden conseguir un sustituto de última hora antes de que zarpemos de nuevo.
—Estoy segura de que la fiesta seguirá estando genial—, digo, intentando calmar a mi jefe. —Pero escucha, estoy a punto de quitarme esta ropa para poder reincorporarme a la fiesta.
—Un día libre extra, yo invito, Bella—, ofrece Jasper, levantando su cerveza.
Le doy un codazo a Edward. —¿Ves? Los encontronazos con los ex no siempre acaban mal, ¿verdad?
Edward pone los ojos en blanco, molesto porque el universo siga jodiéndonos. —Deberías ir a cambiarte, nena. Hueles a destilería.
Le guiño un ojo, intentando calmar sus nervios. —Creía que te gustaba cuando estoy borracha.
—Desnuda en tu casa, sí... ¿empapada por culpa de una psicópata que se metía con Emmett? No tanto.
XOXOXO
EPOV
La escena con Vicki, la víbora, se extendió como la pólvora entre los invitados a la fiesta. Todo el mundo está siendo muy dulce con Bella, pero vamos, ¿por qué tenemos constantemente encuentros raros con chiflados? ¡Y esta chica ni siquiera ha sido culpa mía! Vicki era una tonta, claramente lo sigue siendo. Me sorprende que Emmett y yo nunca encontráramos en casa conejitos hervidos. El Boston Belle navega de vuelta al muelle y acabamos quedándonos una media hora debido a algunos cambios de personal, pero después de eso, zarpamos de nuevo, con ganas de aprovechar al máximo el tiempo que nos queda en el agua.
Y aunque ella ha sido la agredida, Bella acaba siendo la que me tranquiliza. Desde luego, no se lo pido, pero tampoco me quejo cuando se quita la ropa empapada y se arrodilla para masajearme la polla, demasiado ansiosa. —Deje que le ayude a relajarse, Dr. Cullen—, susurra con una sonrisa de satisfacción antes de engullirme.
Menos de diez minutos después, salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja y listos para reincorporarnos a la fiesta. Ella se va a pasar el rato con algunos de sus amigos del equipo de quirófano, y yo me enzarzo en una discusión sobre los Red Sox y todo lo que hacen bien y mal con Garrett, el asistente administrativo del departamento de Urología de Bella.
Garrett se estira, agarra las cervezas de la bandeja del camarero y me da una a mí. —Así que Bella y tú van muy en serio, ¿eh?
Sonrío y miro a mi novia. —Sí. Nos divertimos demasiado como para actuar como si fuera una aventura casual. Nuestras agendas son muy apretadas, así que creo que vivir en el mismo sitio tiene sentido para que podamos pasar el mayor tiempo posible juntos cuando no estemos en el hospital.
—¿Y cuándo es el día de la mudanza?
Le doy un trago a la botella. —A finales de mes.
—¿Bella dijo que se mudan en el mismo edificio en el que ya vives?
—Sí. La ubicación es perfecta para llegar al trabajo, y el casero tenía un aparta-estudio disponible, así que nos lanzamos.
Garrett arrebata un wonton de cangrejo de la bandeja del camarero que pasa. —Qué bien. Bella nos mantiene entretenidos con las escapadas que han protagonizado. Estaba segura de que se perdieron unas cuantas veces por el camino.
—¿Qué pasa, Cullen? — James, mi enfermero jefe, me llama al pasar. Levanto la cerveza y asiento.
—Sí, tenemos unas cuantas historias en nuestro haber—. Sacudo la cabeza. —Hemos debido de romper varias docenas de espejos, pasar por debajo de escaleras y la mascota de su ex era sin duda un gato negro con el que no debimos habernos cruzado. Es la única explicación para lo que ha pasado desde que empezamos a vernos.
Alarga la mano y me agarra el hombro. —¡Madre María, ese felino era una perra del infierno! Menos mal que Bella consiguió que Jakey-poo la cogiera y se largara. Esa pobre alma...—, se detiene, chasqueando la lengua. —No tenía ni un respiro.
Tengo que reprimir una risita. Aún no he superado la primera noche que conocí a Jake con su gran discurso sobre la disfunción eréctil.
Garrett jadea, se acerca y murmura: —En nombre de Lady Gaga, ¿qué hace Jasper invitando a Denali?
Me quedo helado, mirando a la pesadilla que me arruinó la quiche de por vida. —¿Crees que Whitlock también se la tiró en algún momento?
Garrett suelta una carcajada, a pesar de su mirada horrorizada. —Por favor, Alice es más dura que un filete de dos dólares. Habría colgado a Whitlock de las pelotas si se hubiera acercado a esa atracción de feria—. Sacude la cabeza, dando un trago a su cerveza. —Naah, Jasper probablemente solamente siente lástima por Tanya, que, tristemente, es como la mayoría de nosotros terminamos enredados en su telaraña.
Me estremezco, apartándome de ella, tratando de deshacerme de la imagen de su ropa interior sucia en mi desayuno meses atrás.
—Hola, Garrett.
—¿Samuel?
Miro por encima del hombro de Garrett al tipo al que se dirige. Es enorme. Más grande que Emmett, parece que acaba de salir de una gira de Mr. Universo y parece estar gruñendo... en mi dirección.
—¿Así que es por esto, entonces? ¿Por eso ya no me devuelves las llamadas?
Garrett levanta las manos, dando un paso hacia el mamut. —Un minuto. Deja a Edward fuera de esto. Te escapaste con Maverick de la Marina después de la Semana de la Flota. No me culpes si él se fue a otro puerto con un nuevo amor.
El monstruo agita el brazo en mi dirección. —Sí, pero lo único que oigo es 'Edward esto' y 'Edward lo otro' cuando estás borracho llamándome y mandándome mensajes. Y llevo una hora viendo cómo se adulan el uno al otro.
Mi mirada recorre el barco confundido. ¿Edward qué? Kenny Loggins entona el estribillo de "Danger Zone" en mi cabeza. Esta escena de amante despechado entre Garrett y Samuel tiene drama escrito por todas partes. Es hora de salir rápido, sobre todo porque este tipo me mira como si yo estuviera involucrado. —Garrett, voy a—, señalo con el pulgar por encima del hombro —, hablamos luego.
Me doy la vuelta para alejarme, pero al instante me tira hacia atrás. —¡Y una mierda! —, grita el gigante, abalanzándose sobre mí. Cuando su puño de ladrillo impacta en mi mejilla, casi me doy la vuelta y caigo sobre la cubierta.
Gritos y chillidos me rodean mientras mi cuerpo se retuerce tratando de orientarme durante los siguientes segundos. Emmett ladra órdenes cerca de mí y soy vagamente consciente de más forcejeos cerca de mis pies.
—¿Edward? — La voz de Bella suena junto a mi cabeza mientras mis ojos intentan recuperar la concentración. —Jasper, ¿y si tiene una contusión?
—Alice, tráeme una linterna de diagnóstico.
—Mantenlo firme.
Estoy extrañamente contento, dándome cuenta de que, si alguna vez hubo un lugar para experimentar una emergencia médica, tenerla en medio de algunas de las mentes más inteligentes de la Costa Este es el lugar para hacerlo.
—Espera, espera, yo me encargo. Ed—, la voluminosa mano de Emmett me golpea la mejilla, —¿estás conmigo?
Me aclaro la garganta. —Creo que sí.
—Golpéame con la mnemotecnia de los nervios craneales.
Mi mente parece una calabaza de espaguetis, pero floto hasta la cima de la masa y lo hago lo mejor que puedo. — Osama, Osado y Muy Peligroso, Terrorista Musulmán, Fríamente Asesinó Gente Norteamericana, Enlutando Hogares (6).
—¿Y qué significa?
— Olfatorio, Oftálmico, Motor ocular común, Patético, Trigémino, Motor ocular externo, Facial, Auditivo, Glosofaríngeo, Neumogástrico, Espinal, Hipogloso (6)—. Gimo, con la cabeza golpeándome como un bombo.
—¿Funciones?
Ligeramente molesto, pero agradecido por haber conservado algo de conocimiento, vuelvo a contestar a mi amigo. — Lo Sé, Soy Muy Muy Misterioso y Sacrificado. Mi Suegro Me Sonrió Mientras Salía y yo Sacaba Mi Moto Molesto (6).
—Ese es mi chico—, dice Emmett con un bufido. —¿Y qué significa?
—Sensorial, Sensorial, Motor, Motor, Ambos, Motor, Ambos, Sensorial, Ambos, Ambos, Motor, Motor.
Mi vista ya no está borrosa y encuentro su sonrisa bobalicona mirándome fijamente. —Creo que vivirás, Rocky. ¿Estás bien para moverte? — Me ofrece la mano.
—Sí, estoy bien.
Me levanto y extiendo la mano hacia la barandilla justo cuando Bella lanza su pequeño cuerpo contra el mío. —Dios mío, ¿estás bien?
—Bueno, estoy de pie, así que ya pasó.
—En serio, ¿qué hicimos en nuestras vidas pasadas para justificar este tornado de locura?
Le rodeo la cintura con el brazo mientras nos acercamos a una banca. —La verdad es que no tengo ni idea. No puedo entender esta noche; mi cerebro aún vibra.
—¿Quiero saber siquiera cómo ha pasado esto?
—Supongo que el ex de Garrett asumió que yo era su nuevo amante. Y eso le disgustó un poquito—. Una risita se escapa, luego otra, y luego los dos estamos histéricos mientras fuegos artificiales comienzan a brillar sobre el puerto.
—Así que tú tienes una aventura gay, y a mí me acusaron de ser el nuevo sabor del mes de Emmett. No son únicamente nuestros propios ex los que nos encuentran, sino que también nos atacan los antiguos amores de otros. Esto es impresionante incluso para nosotros.
Se inclina para besarme la mejilla y me estremezco. —¡Ay! Al otro lado, por favor.
El cálido aliento de Bella me hace cosquillas, mientras pasa sus labios por el lado derecho de mi cara.
—No me duele en esta zona—. Señalo mis labios.
Su suave boca encuentra la mía y nos besamos con la banda sonora de los fuegos artificiales. Es muy cursi, pero nos merecemos este momento. Seguro que mañana encontraremos tiempo para hablar de nuestro final hollywoodiense de esta noche.
XOXOXO
BPOV
Entro en el baño y rodeo a Edward con mis brazos. Está guapísimo y sin camiseta, inclinado sobre el lavabo, examinándose la cara. Mi pobre y guapísimo novio tiene un bulto morado en lo alto del pómulo, que se extiende hacia la comisura del ojo izquierdo. El aspecto del "Club de la pelea" es muy sexy en él, aunque no estoy segura de que deba compartir este pensamiento.
—¿Qué puedo hacer? — Pregunto, besando suavemente su tonificada espalda de un omóplato al otro. —¿Quieres ir a desayunar? ¿Quiche, quizás? — Mi mirada encuentra la suya en el espejo y él baja la cabeza mientras los dos nos reímos.
—Te amo—, me dice, se gira en mis brazos y me besa profundamente.
—Yo también te amo. Gracias por aguantar conmigo. No estoy segura de que estemos a salvo en ningún sitio.
Pasa sus manos por mi espalda y me acerca más a él. —¿Todavía venden boletos para el viaje del transbordador espacial a la Luna o era a Marte? Quizá podamos mudarnos allí.
Suspiro, apoyando la cabeza en su pecho mientras él tararea. —De momento, sigamos con lo de mudarnos a tu edificio—, respondo. —Nos pondremos en contacto con la NASA después del desayuno.
—Trato hecho.
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Edward y yo bajamos trotando los dos tramos de escaleras y nos dirigimos hacia el vestíbulo.
—¿Bella?
Me doy la vuelta, al oír la inconfundible voz quejumbrosa de Jake, y vislumbro los ojos abiertos de Edward en el proceso.
—Uuuh, hola.
—¡Hola! — dice, caminando hacia nosotros, sosteniendo a Ursula la bruja del mar en sus brazos. —Solamente quería darle las gracias a Edward. Conseguí un lugar aquí en el primer piso.
Gimo y siento que Edward me pellizca el costado.
—Eso es... genial—, grazna mi novio. —Me alegro de haber podido ayudar.
Se hace un silencio interminable e incómodo para los libros de récords y ya no puedo soportarlo más. —Bueno, supongo que nos veremos por ahí—, me las apaño, preguntándome por qué Edward y yo parecemos ser la perra del karma.
—Ah, y Bells—, dice Jake, — también he encontrado medicinas nuevas. Ahora estoy totalmente duro como una roca ahí abajo —. Silba. —Con una resistencia que no lo creerías.
No respondo y dejo que Edward me saque del vestíbulo y me lleve a la acera. Nos miramos fijamente durante unos segundos, con sonrisas y burlas por toda la cara.
—Apuesto a que puedo buscar el número de la NASA en Google más rápido que tú—, se atreve a decir con su sonrisa torcida y su sentido del humor, todo lo que necesito en esta vida de locos.
Saco mi teléfono: —Apostado, Cullen. El perdedor paga nuestros vuelos a Cabo Cañaveral.
Fin 
XOXOXO
(1) Doctah es un término relacionado con la serie de ciencia ficción británica, Doctor Who. Sus fans más acérrimos, conocidos como whooligans usan esta palabra porque la pronunciación de "el Doctor" especialmente por parte del Décimo y el Undécimo se volvió "escocesa", así que para bromear sobre ello dicen Doctah.
(2) Anthony Weiner es excongresista estadounidense que protagonizó un escándalo sexual durante la carrera presidencial de 2016 al intercambiar mensajes de texto explícitos con una adolescente de 15 años. Fue acusado de sexting con una menor de edad.
(3) The Dirk Diggler Story es un cortometraje documental falso de 1988 que sigue el ascenso y caída de Dirk Diggler, una estrella porno masculina bien dotada. El personaje se inspiró en el actor porno estadounidense John Holmes.
(4) Hardy Har Har es como una risa sarcástica usada para responder una broma cursi y con esto demostrar que esa broma no era divertida en absoluto.
(5) Yosimite Sam o Sam Bigotes es un pistolero malhumorado, enemigo de Bugs Bunny y del Pato Lucas. Personaje animado de Warner Bros. creado en 1945 para su serie de cortometrajes de dibujos animados Looney Tunes.
(6) La mnemotécnica es una técnica para ayudar a recordar algo. Una regla es redactar una oración corta y fácil de recordar que ayude de manera artificiosa a relacionar palabras, con el objetivo de memorizar conceptos con más facilidad. Para esta traducción, busqué las frases mnemotécnicas usadas por estudiantes de medicina ya que al traducir lo que dice Edward no tiene ninguna relación con los nervios craneales y sus funciones.
Muchas gracias por el recibimiento que le dieron a esta historia, por favor, les pido le agradezcan a Robsmyyummy Cabanaboy por permitirnos leerla en español. El link de su historia en inglés está en mi perfil, pueden escribirle en español o en inglés.
¡Hasta pronto!
                
                
                    