Capítulo 1
16 de agosto de 2025, 13:32
El sonido de las explosiones resonaba por el paisaje devastado, cada estallido enviando nuevas olas de polvo y escombros al aire. En medio del caos, un joven con cabello rubio corto y ojos azules penetrantes tropezaba entre las ruinas de lo que alguna vez fue una bulliciosa plaza. Su camisa blanca, manchada de carmesí, se pegaba a su pequeño cuerpo, la tela rasgada en algunos lugares por la metralla que había estado a punto de alcanzarlo. Sus pantalones cortos oscuros con tirantes estaban cubiertos de mugre, y sus zapatos negros estaban desgastados y sucios. Lágrimas corrían por sus mejillas mientras llamaba a su madre, su voz quebrándose con desesperación.
"¡Mamá! ¿Dónde estás? ¡Mamá!" Cada paso que daba era pesado, su respiración entrecortada. El sudor se mezclaba con la suciedad en su rostro, su expresión una máscara de miedo y confusión. Nadie de los presentes le ayudaba o le extendía una mano. Loid, se sentía completamente solo en medio de la destrucción que lo rodeaba.
A lo lejos estaba una niña corriendo lo más rápido posible. Estaba asustaba, sin embargo escuchó los llantos del niño. "Estará sólo?" Se preguntó. Al acercarse a él logró escuchar sus pensamientos.
El niño siguió llorando hasta que derepente, escuchó una risa suave detrás de él. Se giró, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, para ver a una niña parada entre los escombros. Su largo cabello rosado caía en cascada por su espalda, enmarcando un par de grandes ojos verdes vibrantes. Ella vestía un vestido negro adornado con un lazo blanco en el cuello, el atuendo aparentemente intacto por la destrucción circundante. Ella le sonrió brillantemente, sus ojos color esmeralda brillando con una extraña, casi sobrenatural alegría.
Mientras se acercaba, levantó una mano hacia su cabello, sus dedos rozando suavemente su flequillo. "Hola," dijo alegremente de forma muy. "Parece que necesitas una ayuda. Después de todo, se supone que los niños no lloran".
El chico parpadeó, momentáneamente sorprendido por su aparición repentina y su comportamiento despreocupado. "¿Q-quién eres?" tartamudeó, su voz apenas un susurro.
"Me llamo Anya," respondió ella, inclinando la cabeza hacia un lado mientras continuaba estudiándolo con una curiosidad descarada. "¿Y tú cómo te llamas Loid?"
"!Rayos!" Pensó Anya al darse cuenta que la había regado.
"Soy Loid," logró decir, todavía tratando de procesar la situación tan extraña. Se secó los ojos con el dorso de la mano, manchando aún más las lágrimas y la suciedad. "¿Tú también estás perdida?"
Anya negó con la cabeza, su sonrisa sin desvanecerse. "¡No! Escapé de un lugar malo. Hizo una pausa, su mirada se volvió momentáneamente seria antes de iluminarse de nuevo. "¡Pero ahora soy libre! Y te encontré, así que no es tan malo. Ahora tendré a alguien con quien escapar".
Loid no pudo evitar sentir una mezcla de alivio y confusión. Aquí estaba una niña que parecía completamente imperturbable por la devastación a su alrededor, su espíritu intacto a pesar de los horrores que había insinuado. "¿Cómo escapaste?" preguntó, su curiosidad ganándole.
Anya se encogió de hombros con indiferencia. "Corriendo." Luego se inclinó más cerca, su voz bajando a un susurro conspirativo. "¿Quieres ser mi amigo, Loid? Podemos ayudarnos mutuamente."
Él vaciló por un momento, el peso de su dolor y miedo amenazando con abrumarlo. Pero había algo en el optimismo de Anya hacia que hubiera algo de esperanza dentro de él.
"Está bien," dijo finalmente secandose las lágrimas. "Seamos amigos."
"¡Ahí está la niña!" Gritaron algunos hombres con trajes de científicos acompañado con unos militares de Ostania. "Son los malos. ¡Corre!" Gritó agarrando la mono de Loid y corriendo por su vida.
Cuando lo de Ostania trataron ir por ellos fueron rápidasmente en buscado por soldados de Westtales. Que obviamente inició una balacera.
Mientras avanzaban por la ciudad en ruinas, Loid no podía dejar de sentir que conocer a Anya había sido un golpe de suerte. Al fin había dejado de llorar.
El cielo sobre ellos estaba teñido de un gris sombrío, nubes de humo y ceniza oscureciendo el sol. A medida que caminaban, Loid estaba observando a su nueva amiga con creciente curiosidad. Anya se movía con una gracia extraña para alguien de su edad, sus pasos ligeros y seguros a pesar del terreno irregular. ( Tenía que ser menor que el por el tamaño )
"Anya," comenzó Loid, su voz todavía temblorosa pero con un toque de determinación. "¿Qué tipo de gente te quiere hacer daño?
La niña lo miró, sus ojos verdes brillando con un destello de diversión. "Puedo leer mentes," respondió con naturalidad. "Me quieren para usarme en el ejército".
Loid se detuvo en seco, sus ojos azules abriéndose de par en par. "¿Leer mentes? ¿En serio?"
Anya asintió, una sonrisa traviesa jugando en sus labios. "Sí, justo ahora estás pensando en lo increíble que soy y en cómo vamos a sobrevivir a todo esto."
El chico no pudo evitar soltar una pequeña risa, la primera desde que el caos había comenzado. "Bueno, tienes razón en eso."
Continuaron su camino, esquivando escombros y evitando las áreas que parecían más inestables. A medida que avanzaban, Loid comenzó a notar detalles que antes había pasado por alto en su estado de pánico. Vio pequeños brotes de hierba asomando entre las grietas del pavimento, un recordatorio de que la vida siempre encuentra una manera de persistir.
"¿Crees que encontraremos a más personas?" preguntó Loid.
Anya se detuvo un momento, cerrando los ojos como si estuviera escuchando algo que solo ella podía oír. "Sí," dijo finalmente, abriendo los ojos. "Hay otros. No muy lejos de aquí. Puedo sentirlos."
La revelación llenó a Loid de una mezcla de alivio y ansiedad. Por un lado, la idea de encontrar a otros sobrevivientes era reconfortante. Por otro, no podía evitar preguntarse si serían amigables o si representarían una amenaza de cual tendría que salir corriendo.
Como si leyera sus pensamientos (y tal vez lo estaba haciendo), Anya le dio un suave apretón en la mano. "No te preocupes, Loid. Estaremos bien".
Siguieron caminando, el silencio roto ocasionalmente por el crujido de los escombros bajo sus pies o el distante rugido de otra explosión. A pesar del peligro que los rodeaba, Loid se dio cuenta de que se sentía más seguro con Anya a su lado. Había algo en su confianza inquebrantable que era contagioso.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rojos, llegaron a lo que parecía haber sido una vez un parque. Los árboles estaban chamuscados y doblados, pero algunos todavía se mantenían en pie, ofreciendo un refugio bienvenido.
"Deberíamos descansar aquí por la noche," sugirió Anya, señalando un grupo de arbustos que podrían proporcionarles cierto escondite. Además los militares estaban atacando principalmente en las ciudades.
Loid asintió, el cansancio de repente abrumándolo. Se acomodaron lo mejor que pudieron, usando hojas caídas para hacer una especie de cama improvisada.
Mientras estaban allí, mirando las estrellas que comenzaban a asomarse a través de la capa de humo, Loid se volvió hacia Anya. "¿Cómo puedes estar tan tranquila en medio de todo esto?" preguntó en voz baja.
Anya permaneció en silencio por un momento, sus ojos reflejando la luz de las estrellas. "He visto cosas peores," dijo finalmente, su voz cargada de una sabiduría más allá de sus años. "Y he aprendido que el miedo y llorar no ayuda. Solo nos hace más débiles. Así que elijo ser fuerte. Por mí y ahora por ti."
Las palabras de Anya resonaron profundamente en Loid. Se dio cuenta de que ella tenía razón. El miedo lo había paralizado, lo había hecho sentir impotente.
"Gracias, Anya," susurró, cerrando los ojos. "Por ser mi nueva amiga."
Ella sonrió en la oscuridad, su mano encontrando la de él. " Ahora descansa. Mañana será un nuevo día."
Mientras se quedaban dormidos, el sonido de las explosiones distantes comenzó a desvanecerse, reemplazado por el suave susurro del viento a través de las hojas. Y por primera vez desde ese día, Loid no estaba con miedo.
El amanecer los encontró acurrucados juntos, el calor corporal compartido proporcionando consuelo contra el frío de la noche. Loid fue el primero en despertar, parpadeando somnoliento mientras los primeros rayos del sol se filtraban a través de las hojas. Por un momento, se permitió imaginar que todo había sido una pesadilla, que despertaría en su cama con el olor del desayuno de su madre flotando desde la cocina.
Pero la realidad se impuso rápidamente cuando vio a Anya dormida a su lado, su cabello rosado enredado con hojas y ramitas. Los eventos del día anterior volvieron a él en una oleada, pero esta vez, el pánico fue reemplazado por una determinación recién descubierta.
Gentilmente, sacudió el hombro de Anya. "Despierta," susurró. "Tenemos que seguir."
Anya se estiró como un gato, sus ojos verdes abriéndose lentamente. "Buenos días, Loid," murmuró, una sonrisa soñolienta extendiéndose por su rostro. "¿Otros 5 minutos más?"
Loid no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo inquebrantable. "Supongo que sí," respondió, poniéndose de pie y sacudiéndose las hojas de la ropa. Mientras lo hizo escuchó unos gritos de la niña. Rápidamente terminó lo que estaba haciendo para ir donde estaba ella durmiendo.
"Loid," dijo en voz baja, sus ojos brillando con excitación. "Hay personas cerca. Muchas personas. Creo que es un campamento de refugiados. Lo acabo de leerlo de alguien.
El corazón de Loid dio un vuelco. ¿Podría ser cierto? ¿Había realmente un lugar seguro tan cerca?
"¿Estás segura?" preguntó, sin atreverse a esperar demasiado.
Anya asintió con firmeza. "Completamente. Puedo leer bien su pensamientos. Están asustados, pero a salvo. Y hay adultos allí, personas que pueden ayudarnos."
Sin perder un momento más, comenzaron a moverse en la dirección que Anya indicaba. El terreno se volvió más difícil a medida que avanzaban, con edificios colapsados y vehículos abandonados bloqueando su camino. Pero se mantuvieron en movimiento, impulsados por la promesa de seguridad y la posibilidad de encontrar a otros sobrevivientes.
A medida que se acercaban a su destino, Loid notó un cambio en el ambiente. El aire parecía más limpio, el silencio opresivo reemplazado por el murmullo distante de voces. Y entonces, al doblar una esquina, lo vieron.
Un campamento improvisado se extendía ante ellos, tiendas de campaña y refugios temporales llenando lo que una vez había sido un campo de fútbol. Personas de todas las edades se movían entre las estructuras, llevando suministros, atendiendo a los heridos y consolando a los asustados.
Loid se detuvo, abrumado por la vista. Después de todo lo que habían pasado, parecía casi demasiado bueno para ser verdad. Sintió la mano de Anya deslizarse en la suya, ofreciendo un apretón reconfortante.
"Lo logramos, Loid," dijo suavemente. "Estamos a salvo."
Mientras caminaban hacia la entrada del campamento, Loid se dio cuenta de que este no era el final de su viaje, sino solo el comienzo. Había muchas preguntas sin respuesta, muchos desafíos por enfrentar. Pero con Anya a su lado, y con la fuerza que había descubierto dentro de sí mismo, se sentía listo para enfrentar lo que viniera.
Un guardia en la entrada los detuvo, sus ojos se suavizaron al ver a los dos niños sucios y cansados. "¿Están solos?" preguntó, su voz llena de preocupación.
Loid miró a Anya, luego de vuelta al guardia. "No," respondió con firmeza. "Nos tenemos el uno al otro."
El guardia asintió, una pequeña sonrisa tirando de las comisuras de su boca. "Bienvenidos," dijo, haciéndose a un lado para dejarlos pasar. "Están a salvo ahora."
Mientras entraban al campamento, Loid sintió una mezcla de emociones: alivio, esperanza, y una determinación renovada. No sabía lo que les podría pasar, pero estaba seguro de una cosa. con Anya a su lado, podría enfrentar cualquier cosa. Ella ya era algo especial para él. Y la guerra no iba a dura mucho.
Loid y Anya, sabían que era el comienzo de una nueva vida.