ID de la obra: 590

Café No Es

Het
G
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
3 páginas, 830 palabras, 1 capítulo
Descripción:
Notas:
Dedicatoria:
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Capítulo 1

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El café donde habían quedado estaba lleno, el ruido de risas y charlas difuminándose en el aire con el aroma de chocolate caliente y pan recién horneado. Mackenzie y Jeanne-Lucie estaban sentados en una mesa junto a la ventana, mirando cómo la lluvia golpeaba los adoquines. "Bueno… esto no salió como planeamos." dijo Mackenzie con una media sonrisa, removiendo su café. "No del todo." Contestó Jeanne-Lucie, abrazando su taza entre las manos. "Pero al menos no nos cancelamos mutuamente." Ambos rieron, aunque una tensión subyacente flotaba entre ellos. Era extraño, casi irreal, estar allí, en una cita. Todo gracias a Bluey. "Bluey nos metió en esto, ¿verdad?" rió Mackenzie, con las manos en los bolsillos. Jeanne-Lucie sonrió. "Sí, pero no me arrepiento." Mackenzie simplemente recordaba como había llegado a esa situación. "¿Sigues nervioso?” Jeanne-Lucie sonrió con malicia desde el otro lado de la mesa, removiendo su café con calma. "No estoy nervioso." él mintió. “¿Desde cuándo estamos enamorados?” preguntó Jeanne-Lucie. “Desde nunca” respondió Mackenzie rápidamente, sintiendo que su boca iba más rápido que su cerebro. “O sea, no es que no podamos serlo… digo, no es que—” “Mackenzie. Respira” Dijo ella, apoyando la barbilla sobre su mano con una sonrisa. Él se pasó una mano por el pelaje, tratando de recomponerse. “Perdón. Solo… Bluey me mete en problemas.” “Es buena en eso” admitió Jeanne-Lucie con una sonrisa más suave. “Pero gracias a ella estamos aquí, ¿no?” Mackenzie asintió, sintiendo su corazón latir con más fuerza. Sí, estaban ahí por Bluey. Pero también porque ambos habían aceptado. Porque él había querido. La charla fluyó con naturalidad. Hablar con ella siempre era fácil. Reían, compartían anécdotas, y por momentos, Mackenzie olvidaba que estaba técnicamente en una cita. Hasta que, de repente, el tintineo contra el cristal lo hizo parpadear. Lluvia. Mackenzie miró hacia afuera y su estómago se hundió. No traía paraguas. Jeanne-Lucie tampoco. “Bueno, eso es mala suerte” murmuró Jeanne-Lucie, siguiendo su mirada. Él se frotó la nuca. “Podemos esperar a que pase.” “O podríamos correr” propuso ella, con una chispa traviesa en los ojos. Mackenzie frunció el ceño. “¿Correr?” “Sí, ¿por qué no? No está tan lejos la parada de autobús.” “Nos empaparemos.” “¿Y?” Jeanne-Lucie se puso de pie y le tendió la mano. “¿No crees que sería divertido?” Mackenzie la miró, sintiendo su corazón acelerarse por una razón que no tenía nada que ver con la lluvia. Con una sonrisa resignada, tomó su mano y se levantó. Salieron del café y, en cuanto pusieron un pie en la calle, el frío de la lluvia los envolvió. Jeanne-Lucie soltó una carcajada, y Mackenzie no pudo evitar sonreír al verla girar sobre sus talones, con los brazos abiertos como si recibiera la tormenta con gusto. "¡Vamos!” gritó ella sobre el sonido de la lluvia.   Mackenzie negó con la cabeza, pero la siguió. Corrieron por la calle empedrada, esquivando charcos y conteniendo la risa. El agua se pegaba a su pelaje chorreaba, pero en lugar de molestarle, Mackenzie se sintió extrañamente… ligero. Cuando finalmente llegaron a la parada del autobús, estaban empapados. “Eso fue una locura” dijo Mackenzie, con la respiración entrecortada. “Pero fue divertido, ¿verdad?” Jeanne-Lucie le sonrió, con el rostro iluminado. Él la miró. Su corazón latía rápido, pero no era por la carrera. Era porque Jeanne-Lucie estaba frente a él, con el cabello pelaje a la piel, con los ojos brillantes, con esa sonrisa que hacía que el mundo entero se sintiera más cálido. “Sí” admitió en voz baja. “Lo fue.” Jeanne-Lucie se mordió el labio, dudando un segundo antes de hablar. “Mackenzie… hay algo que quería decirte.” Él tragó saliva. “Dime.” Ella bajó la mirada por un momento. “Sé que Bluey nos organizó esto porque le pareció gracioso. Pero… si te soy sincera, no me molestó. Quería venir.” Mackenzie sintió que su corazón se detenía por un segundo. “¿Querías?” Jeanne-Lucie levantó la vista, con una expresión que era a la vez nerviosa y decidida. “Sí. Porque… me gustas, Mackenzie.” Él parpadeó. Su cerebro tardó en procesar esas palabras. “¿Te gusto?” “Sí” Rpitió ella, con un pequeño suspiro. “Y no quería dejar que pasara este día sin decirlo.” Mackenzie sintió que una sonrisa se extendía por su rostro antes de que pudiera detenerla. “Bueno… eso es un alivio.” Jeanne-Lucie frunció el ceño con confusión. "¿Un alivio?” “Sí, porque me gustas también.” Los ojos de Jeanne-Lucie se iluminaron con sorpresa antes de que una sonrisa lenta y cálida se apoderara de su rostro. "¿En serio?” “En serio” afirmó él, entrelazando sus dedos con los de ella. Jeanne-Lucie soltó una risa suave y apoyó la cabeza en su hombro. La lluvia seguía cayendo, pero Mackenzie no sentía frío. No cuando Jeanne-Lucie estaba ahí, a su lado, con su mano en la suya, con su corazón latiendo al mismo ritmo que el de él. Sentía que su cuerpo ardía. Sí, Bluey los había juntado por diversión. Y casi habían terminado empapados en la calle. Pero Mackenzie no cambiaría ese día por nada.
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