ID de la obra: 659

Cuando Llegó la Primavera

Het
Traducción
NC-17
En progreso
0
Autor original:
Historia original:
Fandom:
Tamaño:
planificada Maxi, escritos 87 páginas, 32.581 palabras, 7 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Mortificación Inconsciente

Ajustes de texto
Notas:
El viernes llegó más rápido de lo que Trunks había anticipado; fue como si hubiera pestañeado y ya habían pasado dos días.Trunks observaba filas de vehículos se alineaban en la autopista... ni siquiera había arrancado el coche, y ya había problemas. —Y tengo que ir a recogerla, qué lío… — refunfuñó Trunks mientras se deslizaba en el asiento del conductor. Presionó el botón de encendido y se lanzó en dirección al distrito Libra. Una de las cosas que Trunks había intentado practicar desde que volvió a la Tierra era la puntualidad. Tenían una hora para llegar al otro lado de la ciudad y encontrarse con Goten y Pares, y, según su reloj de pulsera, ya iban retrasados. Trunks miró hacia la carretera y vio el enorme embotellamiento; soltó un gruñido. Antes de molestarse en entrar en la autopista con el tráfico a tope, se metió en un estacionamiento y encapsuló su auto. No tenía sentido que condujera cuando tenía el coche en una diminuta cápsula portátil... podría volar hasta Marron y sacarlo entonces. Y eso fue precisamente lo que hizo. Trunks miró a su alrededor, esperando asegurarse de que ningún transeúnte lo viera mientras empujaba su cuerpo hacia el cielo. Flotando en el aire, observó la bulliciosa ciudad mientras tonos púrpura y naranja se apoderaban del cielo. El viento agitaba su cabello y la camisa abotonada por las corrientes de aire. Cerró los ojos, filtrando varias firmas de ki en busca de una en particular y especialmente molesta: Marron. Siempre que percibía su ki, no solo destacaba entre los humanos comunes, sino que además era ruidosamente evidente en su cabeza. «Qué apropiado » Se concentró en el aura color rosa que invadía sus sentidos y salió disparado en esa dirección, deteniéndose al ver a Marron parada afuera de su apartamento. Su cabello caía en ondas sueltas y llevaba un vestido-camisa de seda rosa bebé con un cinturón de cuero blanco en la cintura. La tela, odiosamente brillante, era casi iridiscente al reflejar en ella los rayos del atardecer. Era un estilo menos infantil del que él recordaba, aunque seguía siendo odiosamente rosa. La Marron que él conocía estaba obsesionada con los cuellos Peter Pan y los calcetines con volantes, pero suponía que esa era una época pasada. Ahora era una adulta hecha y derecha. Trunks aterrizó a su izquierda, sacudiendo su cabello para acomodarlo tras el viento. —Qué amable de tu parte aparecerte —respondió Marron mientras observaba sus uñas con desgano. Ni siquiera se molestó en decir lo obvio; él debía saber que no podía esperar que ella volara, y menos con un vestido. —No voy a volar, por si acaso… —añadió, alzando la mano a la cadera y ladeando la cabeza hacia él. —No lo pensé —respondió Trunks mientras hacía aparecer el auto con una cápsula—. Sube, princesa, tenemos una cita. Marron suspiró, mirándolo y la vista moviéndose hacia la puerta del auto. —Sabes, si quieres que esto parezca real, deberías actuar un poco más caballeroso —señaló, cruzándose de brazos—. Abrirle la puerta a tu novia es algo que los novios hacen. Trunks rodó los ojos. —La caballerosidad está muerta. —También lo estará este plan si no vienes a abrirme la maldita puerta —replicó Marron, haciendo que el híbrido se tensara. Él giró sobre sus talones, forzando la sonrisa más falsa posible, y abrió la puerta tipo ala de mariposa, gesticulando hacia el asiento. —Gracias — dijo ella muy ligeramente mientras se deslizaba dentro del coche. Trunks cerró la puerta de golpe, con cuidado de no hacer mella. Rodeó el frente y se metió en el asiento del conductor. —Me estás sacando de quicio hoy —comentó, golpeando los dedos contra el volante antes de presionar el botón de encendido. Y él lo decía en serio. Además de tener que desviarse a una hora inconveniente, ella parecía demasiado entusiasmada por ir a ver a Goten. Se dio cuenta de que el brillante vestido era escotado, dejando amplio espacio para exponer su escote. Trunks apartó la mirada, cuidando de no fijarse demasiado. —Te noto un poco alegre—señaló mientras salía del parqueadero, sin mirarla siquiera—. No me digas que ya estás planeando robarle Goten a Pares—rió. Era un deseo delirante teniendo en cuenta que esos dos apenas estaban en su etapa de luna de miel. —¿Yo? —Marron fingió sorpresa, echando hacia atrás su melena ondulada y luciendo un leve mohín en sus labios imposiblemente brillantes. —¿Por qué lo haría, teniendo aquí a un novio tan cariñoso? —soltó con una risita, sabiendo que eso le molestaría. Trunks le lanzó una mirada de reojo, sabiendo perfectamente qué intentaba hacer. —Sé que estás bromeando, pero esta noche tenemos que vender bien esa mentira —replicó con una sonrisa ladeada—. No te sorprendas si empiezo a actuar diferente… considerando que parece que tienes problemas para diferenciar ficción de realidad. Él creía tener motivos para advertirle; después de todo, ella se ponía nerviosa con cualquier gesto que no fuera un abrazo lateral. Si Goten lo veía, jamás creería que siquiera se habían tomado de la mano. Trunks tomó la autopista, girando la perilla de la radio para subir un poco el volumen. Una melodía suave pero firme llenó el silencio. Él se concentró en el ritmo para no decir nada, hasta que notó que Marron estaba extrañamente callada. Generalmente estaría soltándole algún comentario punzante, pero al mirarla de reojo, vio que sus manos temblaban. —¿Qué pasa? —preguntó, volviendo la vista a la carretera antes de que ella notara su mirada—. Normalmente hablas más… no me digas que estás nerviosa. —No lo estoy… —murmuró Marron, jugando con las puntas de su cabello y mirando sus horquillas abiertas con ojos apagados. —Esto es un poco raro para mí —suspiró Marron. Solo había pasado una semana y ya tenía que enfrentarse a Goten, no como ella misma, sino como la “novia” de Trunks. Francamente, no sabía quésentir. La hora y la fecha que eligió no fueron por voluntad propia, al menos no del todo. Por un lado, quería evitar deliberar y retrasarlo más, y por otro, quería quitarse la venda. Si quería que esto funcionara, necesitaba estrenar su relación con Trunks. —¿No estás nervioso tú? —preguntó, girando la cabeza hacia el híbrido, cuyos ojos seguían fijos en el camino. Observó su perfil marcado; los hombres saiyajin solían ser increíblemente guapos. Si Marron no hubiera sabido quién era, le habría puesto nerviosa incluso estar en su presencia, pero... Trunks era una excepción para ella. —No estamos para nada preparados —suspiró Marron, con un ligero puchero en los labios. —Sí, lo reconozco —respondió Trunks; podía sentir su mirada sobre él—. Pensé que podríamos fingir que nos gustamos, pero… nuestro… desagradomutuo no lo permitirá. Marron apretó los labios en una línea fina y asintió. —Sí, eres bastante insufrible —susurró antes de mirarlo—. ¿Qué sugieres que hagamos? El insulto apenas le afectó. —Sinceramente… finge hasta que lo crean; imagina que soy Goten cuando empieces a hacerte la enamorada —dijo, sin apartar la vista de la carretera. Marron abrió la boca para responder, pero antes de empezar, Trunks giró hacia el estacionamiento de un restaurante de aspecto lujoso. —Mierda… ¿por qué Goten no dijo nada sobre dóndeíbamos a comer? —preguntó, mirando los letreros que anunciaban un menú de varios platos—. Este idiota quiere que nos expulsen… —gruñó, apoyando la frente en el volante. —Yo... sí... traté de convencerlo de que no lo hiciera... —suspiró Marron, encogiéndose de hombros—. Solo… intentemos llevarnos bien. No se dio cuenta de que Trunks ya le estaba sosteniendo la puerta, con una mano extendida. Ella lo miró con curiosidad, siguiendo la dirección de su mirada, y alcanzó a ver a Goten por una fracción de segundo. La simple visión hizo que su corazón diera un salto, pero tenía un objetivo esa noche y debía cumplirlo. Con determinación vacilante en los ojos, tomó su mano y bajó del vehículo. Le lanzó una mirada a Trunks que decía: « Más te vale que esto funcione » Trunks la atrajo hacia sí; su cuerpo tropezó un poco y la mejilla de Marron chocó con su pecho. Se inclinó hacia su oído y, en un susurro, le dijo: —No te preocupes, tenemos esto… solo recuerda lo que te dije. « Demasiado cerca otra vez… » pensó Marron, sintiendo cómo los labios de Trunks rozaban apenas la punta de su oreja, su aliento cálido y mentolado deslizándose por ella. Marron asintió lentamente, pero sus ojos se centraron en la imagen de Goten y Pares caminando hacia el restaurante sonriendo. Giró el rostro, enterrándose en el pecho de Trunks. Qué extraño: estaba encontrando refugio en los brazos del enemigo… su supuesto enemigo. Frenemy. Aunque ambos se mantenían en un estatus de “enemigos-amigos”, Marron seguía siendo una amiga… aunque él apenas pudiera llamarla así. Notó el cambio repentino en su comportamiento: de la mujer fogosa que conocía antes a una versión recatada y apagada. Trunks la apartó un poco, sintiendo su resistencia, y observó sus ojos vidriosos. Por dentro quiso llamarla patética, pero entendía lo que sentía; él ya había pasado por esto antes. —¡Oye! —llamó, atrayendo su atención mientras le levantaba el mentón para que lo mirara—. Esta noche estás enamorada de mí… ¿entendido? «Qué forma tan extraña de decirlo » pensó Marron. Sintió sus mejillas arder ante su franqueza; le faltaba tacto y cualquiera alrededor podría haberlos escuchado. Aunque, supuso Marron, tal vez ese era el punto. Miró a su falso amante mientras sentía flaquear su seguridad; ¿cómo lograría esto? Las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta y solo pudo asentir. —¿Dónde está la rubia de fuego que conozco? —bromeó Trunks, soltándose el mentón—. Preferiría verla a ella. Marron alzó la vista, conteniendo las lágrimas para no arruinar el maquillaje que había aplicado con tanto cuidado. Tenía razón; no valía la pena llorar ahora que debía aparentar estar enamorada de él. Endureció su resolución, sonrió y parpadeó las lágrimas fuera, tomando su mano con confianza. —Hagámoslo —dijo, con los ojos fijos en la puerta. Mientras la pareja entraba, los recibió una pareja visiblemente emocionada: Goten ya estaba llenándose de entremeses y Pares sonreía con inocencia mientras les hacía señas para que se acercaran. Se miraron el uno al otro con cierta cautela; la mano de Trunks sujetaba la de Marron con demasiada fuerza. Aún no se sentía natural… pero, al menos, ella ya no se apartaba de su contacto. Parecía como si los últimos días realmente la hubieran insensibilizado al contacto de Trunks; tomarse de la mano no era más que algo incómodo con lo que solo debía lidiar durante las apariencias. Las palmas de Trunks pasaron de encajar perfectamente con las suyas a ser un desastre sudoroso y pegajoso. «¡Así que Trunks sentía nervios! »Marron sonrió, guardando sus burlas en su cabeza mientras ambos se sentaban frente a Goten y Pares. —¡Hola, chicos! —saludó Goten entre mordiscos—. ¡Qué bueno que llegaron! —Sí, claro, hermano —respondió Trunks, dirigiendo la mirada hacia Pares. No veía lo que Marron decía de que fuera una belleza de impacto. Era bonita, claro, pero nada impresionante. —¡Qué gusto verte de nuevo, Pares! —dijo Trunks con una sonrisa en los labios. Marron debía tener una percepción distorsionada de sí misma… él jamás la había considerado fea, ni por asomo. La mano de Marron seguía entrelazada con la de Trunks, y ella decidió apretarla un poco más. —¿Cómo han estado? —preguntó. La pregunta sonó forzada, pero el ki y las emociones de Marron eran una montaña rusa; al menos Trunks podía sentirlo. —¡Maravilloso, en realidad! —chilló Pares , rodeando con un brazo a Goten. Ese simple gesto tiró de las fibras más sensibles del corazón de Marron; si Trunks no supiera más, pensaría que estaba a punto de romperse en lágrimas—. ¡Goten y yo hemos estado pensando en dar el próximo gran paso! La mirada de Marron cayó hacia abajo, evitando verlos. Incluso si Trunks no soportaba a la rubia… tenía que admitirlo: la chica tenía agallas. Si él tuviera que pasar por lo mismo en una situación con Mai… bueno, no sabe si la supuesta cita aún tendría la cabeza pegada al cuerpo. Claro que… esa relación ya estaba muerta. Tenía que concentrarse en su novia falsa… —¿Oh…? —dijo Marron, levantando un poco la voz mientras miraba a Trunks y luego a Goten—. ¿El próximo gran paso? Goten bajó la vista, riéndose mientras inclinaba suavemente el mentón de la castaña para que lo mirara. —Pares, se supone que no debíamos contarlo todavía. Marron podría morirse viendo eso: la voz grave de Goten, su pulgar rozando tan suavemente su mentón, esa mirada tan tierna y amorosa. Sintió su corazón hundirse hasta el fondo de su pecho. Estos dos idiotas risueños no se daban cuenta del daño brutal que le estaban causando. —Bueno —Marron carraspeó—, ya que Pares soltó la sopa… ¿cuál es esegran paso? —Su voz rozaba lo condescendiente; intentaba contener el resentimiento. Pares no había pedido fuego, ni Goten tampoco… pero era una reacción visceral en ella apenas contenerse al ver la escena. Trunks estaba preocupado por cómo iría el resto de la velada; hasta ahora el ambiente se sentía hostil, y sus ojos se cruzaron con los de Goten con inquietud. —¿Está bien, amor? —preguntó Pares mirando a Goten, quien asintió. —¡Yay! Bueno… ‘Ten y yo hemos estado hablando… ¡y nos vamos a ir a vivir juntos! « Tío... esta chica alarga las vocales de una manera exasperante. »Pensó Trunks. Trunks y Marron se miraron el uno al otro, y luego a la pareja frente a ellos, incrédulos. —¿Cuánto tiempo llevan juntos? —preguntó Trunks. Marron agradeció que el híbrido hubiera leído su mente en ese instante. —¡Tres meses, dos semanas y cuatro días, pero quién está contando! —exclamó Goten, rodeando con un brazo a la castaña—. Solo estoy feliz de tener a mi hermosa rollito de canela a mi lado. Trunks podía sentir la furia ardiendo en la rubia; estaba prácticamente temblando. Si había algún consuelo para Marron, era que por lo que sonaba… eso no duraría mucho. Pero, en todo el tiempo que conocía a Goten, nunca lo había visto tanentusiasmado por una mujer. El miedo de que esa chicafuera el amor de su vida… resultaba nauseabundo. —¡Pero basta de hablar de nosotros! —dijo Goten, empezando a hincarle el diente al plato fuerte—. ¿Cómo fue que ustedes terminaron juntos? —Oh, eh… —Marron titubeó, mirando a Trunks—. Bueno… lo decidimos antes de que Trunks se fuera al espacio. Goten agitó la mano. —No, no… esa parte ya la sé… —dijo, sus ojos conectando ahora con los de Marron; esas pupilas ónix tenían una mirada extraña a la que ella no estaba acostumbrada—. ¿Cómo fue que mi mejor amigo y mi mejor amiga terminaron… acostándose? Marron casi se atraganta con el agua que estaba bebiendo. —Bueno, es bastante simple, ‘Ten —respondió Trunks, pasando un brazo alrededor de la cintura de Marron. Casi se sintió natural, pero Marron, instintivamente, le clavó las uñas para que la soltara. Por debajo de la mesa, claro. —Cuando dos personas… se quieren mucho- —empezó Trunks. —Ya, no mames, cabrón —se rió Goten, señalando al híbrido con el tenedor—. Sabes a lo que me refiero. Marron carraspeó, enderezándose mientras dejaba que los brazos de Trunks la envolvieran por un instante. Cerró los ojos un segundo, imaginando que era Goten en su lugar. ¿Qué le diría a él? —Pues… estábamos en momentos solitarios de la vida, y encontramos consuelo el uno en el otro —respondió Marron con una sonrisa suave—. ¿Verdad, amor? Al levantar la vista, vio que Trunks tenía los labios entreabiertos ante su respuesta; ella lo había dicho bastante vago para que nadie lo cuestionara… pero no lograba descifrar qué estaba pensando ese tarugo. Trunks no apartaba la mirada de ella; la observaba directo a los ojos con una sonrisa leve. Marron casi saltó de la piel. Era como si… realmente la estaba mirando. Y sí, en teoría Trunks la estaba viendo y sonriendo, fingiendo la emoción y ternura de dos enamorados… pero en realidad, Trunks era simplemente un actor excepcional. Y por la reacción de Marron, sabía que lo estaba logrando. —Así es —sonrió Trunks, jalándola un poco más cerca y dándole un beso rápido en la sien. El rostro de Marron se sonrojó al instante ante ese gesto tierno. No se lo esperaba. —Lo mejor que me ha pasado en la vida. Marron quiso soltar una carcajada. Trunks estaba lleno de mierda. Decir que ella era lo mejor que le había pasado… era exagerar, si no una mentira descarada. Él había obligado la situación a convertirse en una relación falsa. Al menos ellano estaba mintiendo tanto como él: Trunks sí era un tipo solitario, que se encerraba en sí mismo o se hundía en el trabajo… se había ido al espacio precisamente por trabajo. Marron se preguntó un segundo sobre su tiempo en el espacio exterior—no lo suficiente para especular en serio, pero sí recordaba que volvió con el pelo más largo… y se preguntó cómo se vería así. Sus ojos iban de él a la pareja en frente, con una sonrisa pícara pero falsa en los labios. —Awww, qué romántico —soltó Pares, estirando la mano para tocar la de Marron—. Son como novios de infancia, ¿verdad? La castaña sonrió suavemente; Marron la miró, y aunque esa mujer era la causa de su enojo, no pudo encontrar nada cruel en qué fijarse. Tenía un rostro perfectamente simétrico, unos ojos verde esmeralda brillantes, y una nariz proporcional, de esas que parecían dibujadas a mano. —Bueno, no siempre fue así… —comentó Goten tomando un sorbo de agua—. Antes se odiaban. Marron se congeló, viendo la repentina frialdad en los ojos de Goten al decir eso. Nunca la había mirado de esa manera… sintió cómo la mano de Trunks la apretaba un poco más. —No sé… —rió Trunks con nervios—. Éramos niños-— —Sí, pero está raro que yo ni me enterara… o sea, soy— —empezó Goten. —Necesito ir al baño de chicas —interrumpió Pares, tomando su bolso. Sus ojos se desviaron hacia Marron, casi como invitándola a seguirla. Y Marron lo hizo, levantándose rápido y apresurándose tras la castaña. Ya en el baño, Pares suspiró, la voz cargada de preocupación: —¿Qué hacemos? —dijo—. Sé que no nos conocemos mucho… pero tú eres de las mejores amigas de Goten, necesito contarte esto— Marron se sintió en una especie de trance. ¿Por qué le hablaba a ella? No tenía la menor intención de conversar con Pares…¿entonces qué onda? Marron suspiró, sujetando los brazos de la joven para que enfocara sus ojos en los suyos. —¿Qué pasa? —preguntó Marron. Pares soltó un suspiro, apartándose un mechón de la cara con un resoplido. —Goten está bien enojado… con Trunks y contigo… —murmuró, mordiéndose el labio inferior—. Nunca lo había visto tan molesto, pero cuando se enteró de que ustedes andaban… Marron se quedó quieta, mirando a la castaña que acababa de soltar esa pequeña bomba. ¿Goten estaba enojado porque ella y Trunks “andaban”? Una parte de ella, muy chiquita, quería creer que era por celos, que tal vez el plan de Trunks sí estaba funcionando. Pero no debía engañarse… podían ser mil razones distintas. —Intenté calmarlo en el camino, pero venía terco, terco—suspiró Pares de nuevo—. No quiero que se enoje con ustedes… —dijo mientras se abrazaba el brazo, bajando la mirada. —Tranquila, vamos a hablar con él, no te preocupes —la tranquilizó Marron. Por dentro quería gritar. ¿Qué estaba haciendo consolando a la “rival”? Si es que siquiera podía llamarla así… al final, solo eran dos personas conociéndose. —¿Por eso me jalaste al baño? —preguntó Marron. —Pues sí —admitió Pares, un poco apenada—. No quería echarle más leña al fuego… La castaña caminó hasta el espejo, rebuscó en su bolso y sacó un gloss. Marron la observó inclinarse sobre el lavabo, reaplicando la brillantina en sus labios. El vestido le quedaba ceñido al cuerpo, no dejaba nada a la imaginación… y encima, era alta. —Por cierto, te lo debí decir antes: te ves guapísima —sonrió Pares mientras se acercaba a la rubia más baja—. Con razón te ligaste a semejante bombón —rió con suavidad, dándole un codazo amistoso. Marron miró su reflejo; aunque había salido de casa sintiéndose segura y elegante, ahora se veía apagada, casi desarreglada en comparación. Sólo está bromeando... Marron pensó que no podía estar de su lado. Las mejillas se le tiñeron de rosa. Está siendo sarcástica… seguro que no podía estar de su lado. —Me contó Goten que trabajas en una revista de moda, ¿no? —preguntó Pares con una sonrisa—. Yo modelo, ¡qué coincidencia! Fue como encender un foco en la mente de Marron. «¡Claro! Por eso es tan perfecta… ¡es modelo! » —Vaya, sí que escoincidencia… —respondió Marron con una risita teñida de tristeza. ¿Cómo competir con eso? —Pues sí, justo hice una sesión con Lilia Couture —empezó Pares, hasta que se le iluminaron los ojos de emoción—. ¡Oye, ya sé! —exclamó sacando el celular de su bolso—. Dame tu número, te invito a la próxima sesión. Marron parpadeó, mirando la pantalla del teléfono. «¿Por qué está haciendo esto?» Era demasiado buena, demasiado amable. Tan ridículamente buena que a Marron le costaba digerir. « Seguro tiene algún motivo oculto… ¿no?» Aun así, escribió su número, levantó la vista hacia los ojos esmeralda de la chica y le devolvió una sonrisa. Mientras tanto, en la mesa, Goten estaba frente a Trunks con los brazos cruzados. —¡Bro! ¿Cómo que no me dices que estás saliendo con Marron? —soltó Goten, la voz cargada de molestia—. No me importa si están juntos… pero ¿soy el último en enterarme, siendo que ustedes son mis mejores amigos? Trunks arqueó una sonrisa; parecía que su teoría funcionaba. Aunque Goten no tuviera interés alguno en Marron en ese momento, el hecho de que reaccionara de forma tan visceral le decía todo lo que necesitaba saber. Aun así, entendía por qué estaba molesto. Después de todo, tanto él como Marron conocían a Goten desde niños. —Mira, lo sé, no estuvo nada bien no decirte nada —comenzó Trunks justo cuando la mesera le servía una copa de vino—. Pero no estábamos listos para anunciarlo todavía… —suspiró, dejando escapar una risa contenida. —Pues no, no estuvo bien… ¿cómo pudieron ocultarme algo así? —se quejó Goten, con un deje casi infantil. —Oye, ni nuestros padres lo saben todavía. Deberías sentirte privilegiado… —respondió Trunks, dándole un trago a su vino. Su mirada se desvió a la copa de Marron. Kami sabía lo que podía salir de su boca cuando estaba borracha. Mejor mantenerla bajo control cuando volviera. Deslizó la copa hacia su lado de la mesa y vació el contenido en la suya. Goten frunció una ceja. —¿En serio acabas de agarrar la copa de Marron? —Sí, ella no aguanta nada —respondió Trunks mientras bebía tranquilo—. Con una ya estaría mareada. Yo, en cambio, tengo buena tolerancia. —¿Ah, sí? —rió Goten, levantando la copa de Pares—. ¿Y cuándo fue la última vez que probaste vino Terrícola? —Eh… —Trunks bajó la mirada a la copa que había reclamado como propia. Había bebido en muchos planetas y probado delicias de todo tipo; recordaba que aguantaba bastante bien el alcohol. A veces un buen trago fuerte era todo lo que necesitaba… y hasta eso era difícil de encontrar en el espacio. Pero vino de la Tierra… no lo probaba desde que tenía veinticuatro. —Ajá, como pensaba —rió Goten, bebiendo de la copa de Pares —. Y cuidado con Pares, que se pone salvaje cuando toma. Trunks no tenía muchas ganas de seguirle la corriente, pero la conversación iba en esa dirección. Levantó la mano para llamar a la mesera, señalando la copa vacía de Marron. —¿Otra más, por favor? Goten soltó una carcajada. —Míralo, ¿no que no debía beber? Bueno… supongo que una tercera no mata. Cuando las dos mujeres regresaron del baño, charlando animadamente, se encontraron con un espectáculo digno de circo en su mesa. Los dos saiyajins habían pasado de caballeros compuestos a lo que cualquiera llamaría auténticos payasos. En ese momento, Trunks y Goten estaban de pie sobre sus sillas, como dos animales a punto de lanzarse uno contra el otro, gritando con voces arrastradas por el alcohol. Marron sintió un peso helado caerle encima. Una mesera se acercó desesperada a las dos mujeres, igual de impactadas. —¡Por favor, necesitamos que los controlen de inmediato! —¿Pero qué demonios…? —Marron se acercó al desastre. Aunque no tenía la misma habilidad para leer el ki que su padre, podía sentir la energía de ambos fluctuando con la rabia—. ¡Trunks! —gritó, buscando llamar su atención. —¡Oh, Marrony! —Trunks bajó de un salto y la abrazó. Alerta roja número uno: la llamó por un apodo que no escuchaba en años. Número dos: la abrazó. Y no fue cualquier abrazo; fue el más apretado, incómodo y exagerado que había recibido. El olor a vino era evidente… incluso su camisa blanca estaba manchada con una gota enorme de vino tinto. —¡Díselo, Mar! —exclamó Trunks, señalando con torpeza a un Goten igualmente borracho. Marron parpadeó, confundida, mirando a Goten, que apenas podía sostenerse. —¿Decirle qué? —Que te gusta… —Trunks se inclinó, la miró con cara perdida y susurró en su oído— …por atrás. Marron se soltó de golpe y lo abofeteó con todas sus fuerzas. —¡¿Qué?! —chilló, llamando la atención de todo el restaurante—. ¡Qué asco! —su voz estaba empapada de vergüenza. Pares se tapó los labios, mirando a su propio novio, que apenas podía contener la risa ante la escena. —Mar Mar… no sabía que eras tan loquita… —balbuceó Goten, lo que hizo que Marron lo fulminara con una mirada de furia. El calor en sus mejillas era insoportable. Y peor: notó a varias personas grabando con sus celulares. Demasiados ojos sobre ellos. Mierda. Ese no era el momento para obligarlos a ponerse de rodillas y pedir perdón. —¡Anda, díselo! —insistió Trunks, dándole un codazo juguetón—. ¡Marron Chestnut y yo tenemos sexo kinky y calient—! Marron le tapó la boca con la mano, la rabia dándole fuerza para someterlo por unos segundos. —Esto es extremadamente inapropiado…¡y falso! —remarcó esa última palabra, elevando la voz para que todos la escucharan. —Creo que deberías sentarte y beber agua— Marron entrecerró los ojos justo cuando él volvió a interrumpirla. —¡Estoy bien! —gritó casi a todo pulmón. —Estás borracho, Trunks, y estás haciendo un escándalo —le recriminó, sintiendo otra vez las miradas clavadas en él. La rubia giró hacia la mesera, con fuego en los ojos. —Tú… ¿cuánto les has servido a estos dos? —Y-yo… —la mesera tartamudeó—. Es que sus copas siempre estaban vacías y seguí llenándolas… —bajó la mirada, nerviosa—. El señor Briefs lleva por lo menos diez copas de vino en la última hora… —¿Ves, Trunks? —hipó Goten, riéndose—. El vino de la Tierra sigue siendo más fuerte. A medida que la escena comenzaba a calmarse, un murmullo indistinto se extendía alrededor de ellos. Cuando creyeron que todo había pasado, un hombre se les acercó. —Vamos a necesitar que abandonen el local —dijo el hombre de traje, presumiblemente el maître del restaurante. Su seriedad era inquebrantable—. De inmediato. Marron y Pares sintieron cómo la vergüenza les recorría el cuerpo. Una verdadera desgracia: ni siquiera habían alcanzado a probar la comida, y en apenas veinte minutos en los que ellas charlaban en el baño, los saiyajins habían logrado emborracharse sin razón aparente. Pares pedía disculpas una y otra vez al hombre, mientras Marron mantenía la mirada clavada en el suelo, abatida. Rezaba porque Goten olvidara todo lo que Trunks pudiera haber soltado con esa lengua idiota y descontrolada. Tenía una capacidad increíble para soltar estupideces a una velocidad fascinante. Pares miró a Marron con el ceño fruncido, preocupada. —Tú encárgate de tu hombre, yo te escribo más tarde, ¿sí? Marron asintió con prisa mientras sujetaba al alborotado Trunks, que en ese momento gritaba obscenidades a cualquiera que pasaba cerca. —¿¡Saben quién soy yo!? —Trunks vociferó, tambaleando mientras Marron casi le arrancaba el brazo de tanto jalarlo. —Todo el mundo lo sabe, ahora cállate antes de empeorarlo —gruñó ella mientras lo empujaba hacia la salida. Aún podía escuchar los gritos lejanos de Goten dentro del restaurante. Al salir, Marron levantó la mano para detener el primer taxi disponible, temiendo que Goten apareciera de golpe para arrastrar a Trunks a otra absurda competencia de tragos. Se metió en el vehículo sin mirarlo, evitando cualquier interacción. Sentía tanta vergüenza que, de abrir la boca, lo destroza a gritos por lo vulgar que se había puesto con el alcohol. Goten y él eran unos cerdos completos cuando bebían… y quedar vetada de un restaurante no estaba en sus planes. —Macarrón… Marronie… Macarrones… Marinara… —canturreaba Trunks entre carcajadas, golpeando su cabeza contra la ventana del asiento delantero. Marron rodó los ojos. ¿Qué clase de estupideces pasaban por la mente de ese saiyajin? ¿Lo único que podía pensar era en comida? —Eres tan linda cuando te enojas —dijo Trunks con una risita suave en la garganta. Ella se sonrojó, apartando el rostro. ¿En serio tenía que decirle eso justo ahora, en medio de un taxi? Trunks apoyó la barbilla en su hombro, aspirando el aroma floral de su perfume, mezclado con el fuerte olor a vino. —Sabes… el vino de la Tierra es mucho más fuerte que el de otros planetas —musitó, rozando con la nariz la piel de su cuello. —Estás borrachísimo, Trunks —bufó Marron, intentando apartarlo, pero el saiyajin se acurrucó aún más contra ella. —Mira… no estaría tan enojada contigo si no hubieras inventado todo eso sobre nuestra vida sexual —suspiró Marron, mirando al híbrido. Él, con la cara sonrojada por el alcohol y las luces de la ciudad reflejadas en su piel, levantó la vista. —Perdón… —murmuró Trunks—. Solo quería que sonara más creíble. —Estamos saliendo, es natural, ¿no? —dijo él con voz pastosa. —No estamos saliendo —corrigió Marron de inmediato. Trunks sonrió, riendo entre dientes. —¡Estoy actuando! —exclamó, tomando su rostro entre sus manos para obligarla a mirarlo de frente—. Vamos, Marronie… admítelo, quieres que me gustes… Marron arqueó una ceja. Ahora sí estaba hablando puras tonterías. ¿Ella quería que Trunks la quisiera? ¿En qué mundo — mejor dicho, en qué universo — pasaría eso? —No sabes de lo que hablas —resopló Marron—. Debes estar muy ebrio si crees que yo, de todas las personas, quiero que me gustes. Tú sabes perfectamente que yo— El coche frenó de golpe, y Trunks cayó encima de ella. Su frente chocó con la de Marron, y sus ojos azul hielo se encontraron con los azules cálidos de él. El corazón de Marron se le agitó en el pecho, pero se quedó inmóvil, observando cómo el saiyajin desorientado intentaba reincorporarse. —¿Todo bien allá atrás? —preguntó el taxista con tono preocupado. —Sí, señor, disculpe, solo me caí —gruñó Marron, sintiendo cómo el calor le subía a la cara mientras se acomodaba el cabello. —Enamorada de mí… —susurró Trunks con una sonrisa torcida. Marron se llevó las manos a la cara, exasperada. ¡Tenía ganas de gritarle! Qué descaro tenía ese saiyajin cuando estaba borracho. Y cuando llegaron al estacionamiento de su edificio, lo arrastró fuera del taxi, le pagó al conductor y lo dejó irse a toda prisa. Trunks se aferró a ella, utilizando a la mujer más baja para estabilizarse mientras apoyaba la barbilla en su cabeza.. No era débil ni mucho menos. Pero Trunks era un tipo grande, 200 y pico libras de músculo. Así que cuando no cooperaba, era un poco más difícil cargar con él. —¿Q-qué…? —balbuceó Trunks, mirando el edificio blanco frente a él con gesto casi ofendido—. Esta no es mi casa… —Observación brillante, Einstein —resopló Marron, arrastrándolo hacia dentro. Trunks gimió, deteniéndose como si pudiera sacudirse los efectos del alcohol. Recogió a la rubia en brazos. La rubia casi se desmaya por la sorpresa. Aunque le sorprendió que él tuviera la coordinación física para hacer algo en ese momento, se atrevió a empezar a elevarse en el aire con ella. Marron estaba absolutamente mortificada... su vestido se agitaba, mientras gritaba y pataleaba para que la bajara. No sólo eso, sino que ella vivía en el décimo piso... cualquier vuelo es un no. —Ah, cállate… —murmuró Trunks, apoyando la palma de su mano contra la ventana antes de caer torpemente dentro. De hecho, con poca gracia, se cayó sobre un mueble y aterrizó de bruces sobre su alfombra. Marron lo observó tirado en el suelo, gimiendo sobre la tela, y no pudo evitarlo. Sacó su teléfono, tomó una foto y esbozó una sonrisa. —Bien hecho. —Mafrom… —murmuró Trunks contra la alfombra antes de levantar la cabeza lo suficiente para mirarla. Estaba muy disgustada, se le notaba en la cara. Pero él no pudo evitar detenerse un momento mientras el reflejo de la luz de la luna brillaba en su piel. El corazón se le salía del pecho; no lo entendía del todo... tal vez la falta del tacto de una mujer terrenal le dejó un antojo. « No, tenía que ser el alcohol. » —¿Sí? —preguntó finalmente Marron, mientras recogía el cabello en un moño. Hizo una pausa y miró al híbrido mientras él volvía a sentarse. « Por Dios, este hombre era ridículo.» No solo estaba borracho, sino que ni siquiera podía llevarlo a su casa sin levantar sospechas de… bueno, de cualquier cosa. Si Vegeta —o peor aún, su madre— llegaban a enterarse de que Trunks Brief y Marron Chestnut estaban solos en el mismo apartamento, no estaba segura de quién moriría primero. Trunks observó cómo Marron caminaba hacia la cocina, sacaba un galón de agua de la nevera y lo colocaba en el suelo. —Bebe. —Solo si lo pides bonito —bromeó él con una sonrisa ladeada, frunciendo los labios en un gesto burlón. Estaba ebrio, sí, pero todavía conservaba el ingenio para soltar chistes. Marron se sentó en el suelo, acercándose a su rostro. El gesto no la sorprendió cuando ella tomó el envase y lo llevó a sus labios. Su mirada se mantuvo fija en la de ella. —No era una sugerencia, lindo… bebe —ordenó Marron. Trunks se inclinó un poco más, provocándola. Estaba seguro de que ella huiría en cuanto sus labios se atrevieran a tocarse. No temía que se le ocurrieran ideas extrañas. Pero ella era como un objeto inmóvil frente a una fuerza imparable. Y de pronto, la tensión subió: se volvió una batalla de voluntades, a ver quién cedía primero. Y las bromas vulgares de Trunks no iban a llevarlo a ninguna parte. —Entonces… ¿crees que soy… lindo? —preguntó con una sonrisita, pestañeando como una colegiala. Parecía un idiota, al menos. Para Marron, parecía un idiota. —¿Y qué más hay de nuevo, soltero más codiciado del 794? —bufó Marron. No le importaba cuán borracho estuviera; su arrogancia y chulería era insufrible… francamente insoportable. Claro, Trunks era uno de los hombres más comentados en el mundo de los negocios, no solo por su agudeza, sino también por su atractivo. ¿Para qué preguntar lo obvio? —Así que sí —concluyó Trunks con una sonrisa satisfecha, acostándose hacia atrás. —Escúchame, Trunks —empezó Marron, sosteniendo el galón de agua con ambas manos—. Si no bebes, no quieres saber lo que pasará. No estaba segura de con qué lo amenazaría, pero sabía que tenía que decir algo. —¿Y qué vas a hacer? —rió Trunks. Aun estando fuera de sí, seguía siendo Trunks: brillantemente arrogante y calculador. Él sabía que ella sabía que no podía hacer nada. —Eres todo ladrido, como un gatito. —Los gatos no ladran, Trunks —replicó Marron, frotándose el entrecejo. —¡Entonces qué hacía Scratch a las tres de la mañana anoche! —Dios… ¿esto es venganza por lo de la fiesta? —se quejó Marron, llevándose una mano a la cara. Era una forma curiosa de que el karma se saliera con la suya... eso podía admitirlo. Al menos se alegró de que todo esto hubiera ocurrido un viernes y no cualquier otro día de la semana. El karma tenía formas muy extrañas de ajusticiar...eso podía admitirlo. Al menos, le agradecía que todo esto hubiera ocurrido un viernes y no entre semana. —Da igual, ya sabes lo que quise decir… —refunfuñó Trunks, arrebatándole el envase y bebiendo con avidez. Parte del agua se le chorreó por la comisura, resbalando por su mentón. Marron lo miró entre fascinada y asqueada: parecía un cavernícola. —Ugh —resopló él, dejándose caer contra el sofá, aún todavia en el suelo. Marron se levantó del suelo, arreglándose la ropa mientras la ropa, y le quitó el envase vacío. —Iré a buscarte una colcha—suspiró. Antes de entrar a su cuarto, le dirigió una última mirada al híbrido—.No hagas nada raro. Trunks arqueó una ceja al verla desaparecer por el pasillo. Quedó solo en la penumbra de la sala, iluminada apenas por las luces de la ciudad. —Hace calor… —se quejó, hundiendo la cabeza en el cojín. Oyó a lo lejos la voz de Marron desde su cuarto, pero las palabras llegaban distorsionadas. Todo era un murmullo. Sus sentidos agudos estaban saturados; hacía tiempo que no se sentía tan fuera de control. Gimió, escuchando el zumbido del aire acondicionado y los pasos de los vecinos de arriba. Había demasiadas firmas ki alrededor, demasiados olores de ambientadores… le dolía la cabeza. El calor lo sofocaba. Llevaba demasiado encima…con frustración, se arrancó la camisa y la camiseta interior, y se tiró en el sofá de Marron, quedándose dormido casi al instante. Cuando ella regresó con una colcha y almohada, casi se sobresaltó al verlo. Ahí estaba: un Trunks Briefs sin camiseta, durmiendo plácidamente en su sofá. Cualquier mujer en su sano juicio estaría babeando… pero no Marron. Sostuvo la manta mirándole a él... o a su cuerpo, por alguna razón. No iba a mentir, estaba gratamente sorprendida por la firmeza de sus pectorales. Tenía un montón de cicatrices en los tríceps y los oblicuos. Se acercó despacio, cubriéndolo con la colcha rosa. Al inclinarse, sus dedos rozaron su pecho desnudo. No pudo evitar mirarlo: los pectorales firmes, las cicatrices antiguas y nuevas en brazos y costados… parecía de piedra. algunas antiguas... que ella reconoció, pero había otras más nuevas por todo el cuerpo. Era como una roca, y estaba segura de que Goten era igual. Aunque Marron no era una luchadora, ni una fanática de Trunks, veía a Goten y a él entrenar todo el tiempo, y los dos siempre acababan sin camiseta en algún momento. Ya fuera a propósito o por accidente, Marron sabía cómo eran esos dos chicos de cintura para arriba. Pero nunca había tenido la oportunidad única de observar a Trunks de esta forma. Era lindo… cuando estaba callado. Como un animalito en cautiverio. —¿Mai? —murmuró Trunks, entornando los ojos en un esfuerzo por enfocar la silueta femenina. La tristeza en su voz la golpeó, aunque no le molestó. —Lo siento, Trunks. Te equivocaste de chica —susurró ella, colocando la almohada bajo su cabeza—. Seré amable contigo por ahora, ya que mañana no recordarás nada. —Oh… —Trunks giró, al mirar a la mujer que tenía delante, contemplando sus delicadas facciones. Parpadeó al sentir que su cerebro se agitaba en un torbellino. —¿Marron…? —murmuró, con el cabello revuelto—. Eres… tonta. —Y tú un idiota —le contestó ella en un murmullo. Si no estuviera tan borracho, le gritaría. ¿Cómo podía ser que incluso cuando lo cuidaba, Trunks siguiera siendo un imbécil? —No lo soy… —farfulló él—. Tengo un gigacerebro… Tú solo tienes un cerebrito. —No voy a discutir contigo —dijo Marron, levantándose. Pero antes de poder irse, una mano le sujetó la muñeca. —Espera… —murmuró Trunks. Su expresión había cambiado. Era una expresión de preocupación y vergüenza. —De verdad lo siento… tengo que decirte algo…— empezó esforzándose por ser coherente, pero Marron aún podía oír la mala pronunciación en su voz. —. Y sólo te lo voy a decir una vez... ¡así que escucha! Marron ladeó la cabeza, expectante. ¿Qué disparate iba a soltar ahora? —Eres linda… y me caes bien. A veces. Marron sonrió, le hacía gracia oírlo. Le miró a los ojos, esos azules cálidos que se perdían y desenfocando la figura que tenía delante. —¿Así que piensas que soy linda? —rió suavemente, devolviéndole la broma. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al mirarlo en la cara. —Sí… sobre todo cuando pones esa cara… —dijo Trunks, alargando la mano para apartarle un mechón del rostro. El contacto fue tan delicado que Marron se sonrojó. Él quizás ni siquiera se daba cuenta de lo que decía. ¿Sabía que estaba hablándole a Marron Chestnut? —¡Esa! —exclamó él, señalando su expresión. Ella parpadeó, sorprendida. No sabía si detenerlo o dejarlo seguir. Quizás al día siguiente no recordaría nada… pero, ¿y si en realidad hablaba en serio? Marron no quiso averiguarlo. Apoyó un dedo en sus labios, callándolo. Sus ojos se abrieron con curiosidad al enfocarse en ella otra vez. —Es tarde, Trunks. Duerme. Él asintió, con las mejillas sonrojadas por el contacto, pero Marron no se dio cuenta, posiblemente porque estaba tan intoxicado que el resto de su cara probablemente ya estaba roja por el alcohol. Marron desapareció en su habitación, y él se quedó mirando el techo, parpadeando con torpeza. —Hm… qué raro… —murmuró con una risita.
Notas:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)