ID de la obra: 770

Ficlets de la Biblia

Mezcla
G
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planificada Mini, escrito 1 página, 386 palabras, 1 capítulo
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Adán y Eva

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En la oscuridad absoluta, una pareja caminaba sin rumbo. Un hombre y una mujer, el hombre llevaba una antorcha en su mano, que no iluminaba nada a su alrededor, pero al menos lo dejaba ver el rostro se su esposa que se aferraba a su brazo. —Eva, si tuviera circulación en mis brazos ya la habrías cortado de lo fuerte que te aferras a mí —su tono no era de molestia, al contrario era suave, como si quisiera tranquilizar a su pareja. La mujer se dio cuenta del exceso de fuerza que estaba poniendo en su agarre y agachó la mirada. —Lo siento... es solo que hoy el limbo se siente más sofocante... Adán se detuvo para mirarla, el cabello azabache de su esposa estaba arreglando en dreadlocks gruesos, que contrastaban con sus rizos oscuros, ella se veía casi cansada, a pesar de que ahora que estaban muertos ya no podían sentir tal cosa. —Ven, vamos a sentarnos un momento. Él tomó su mano y se sentaron juntos con Eva recargando su cabeza contra su hombro y la antorcha clavada en el suelo oscuro. Si ignoraba el hecho de que estaban en una oscuridad absoluta casi reflejaba una apariencia de tranquilidad. —¿Cuánto tiempo hemos caminado, Adán? —No estoy seguro. No hay sol aquí para medir el tiempo y la llama tampoco se debilita como las flamas del carbón que usábamos en vida. —... ¿Crees que él esté aquí? Adán no dijo nada, sabía bien a quien se refería. Abel, su segundo hijo, aquel que murió joven a manos de su primogénito. —Él era tan solo un niño —continuó Eva—. ¿Tendrá la misma apariencia que el día que murió? ¿O ante él se abrieron las puertas del cielo? —... No puedo asegurar nada, Eva —la luz en los ojos de la mujer parecía apagarse, pero él la tomó de la barbilla para que lo viera a los ojos—. Pero estoy seguro que un día, no se cuando y no se cómo, pero un día, nuestra familia volverá a reunirse. Los ojos azules de Eva se humedecieron al escucharlo y se aferró a él con un abrazo. Adán no la apartó, solo la envolvió entre sus brazos, mientras sentía como sus lágrimas caían en su hombro. Ahora estaba aún más firme en su misión de seguir buscando a su hijo.
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