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Estaba por acabar su informe cuando escuchó a Kugisaki entrar al lugar arrastrando los pasos y quejándose. —¡Qué cansancio...! —se quejó Kugisaki alargando las últimas letras y dejándose caer en el sofá. — ¿Qué tal te fue en la misión? —preguntó el peli-rosa. —Bien. Aunque las cosas se complicaron cuando la maldición intentó usar a un niño como escudo, me las arreglé para exorcizarla y llevar al niño a salvo a su casa —habló con orgullo la castaña. —Me alegra que todo haya salido bien —desvío la mirada hacia su amiga y le irritaba. — ¿Qué tanto escribe? —preguntó con curiosidad la castaña. Yuji soltó un suspiro cansado y volvió la mirada hacia las hojas entre sus manos. — Informes —soltó con molestia en su voz. —¡¿Todavía no acabas?! —cuestionó Nobara. —Llevas haciendo eso desde la mañana, ¿no? —miró el reloj en la pared y arrugó la nariz, 2:47 pm Había visto a su amigo escribiendo informes cuando ella estaba saliendo para una misión, y eso había sido hace ya unas 6 horas. —Si... —suspiró derrotado. —Gojo-sensei sigue diciendo que hay errores y que los haga de nuevo. — ¿Errores? Pero… ¿tantas veces? —estaba confundida. ¿Por qué Gojo-sensei estaba tratando así a Yuji? Primero, ayer en el entrenamiento, se dio cuenta de que había golpeado al peli-rosa más fuerte que al resto, ¿y ahora esto? Es como si se estuviera desquitando con Yuji por algo. —¿Le hiciste algo a Gojo-sensei? ¿algo que lo molestara? —¿Qué? ¡Claro que no! —negó con ambas manos. —Y si lo hice, no sé qué fue. Kugisaki se acomodó en su lugar y sacó su teléfono. Le mandó un mensaje a Fushiguro esperando que su amigo pudiera ayudar. —¡Terminé! —Nobara dirigió su vista a Yuji viendo cómo este alzaba los papeles en el aire. —Iré a entregárselos a Gojo-sensei. Désame suerte. En verdad no quiero volver a reescribirlos. —Buena suerte, entonces —deseó con un pulgar en alto que Itadori devolvió con una sonrisa antes de salir del lugar.. . .
Tocaron la puerta de su oficina y sonrió, reconociendo la energía de la persona que se encontraba al otro lado. —Adelante~ —canturreó Gojo feliz mientras finía revisar los papeles sobre su escritorio. Su sonrisa se agrandó aún más al ver a su querido estudiante frente a él. No era común que Megumi lo visitara en su oficina, el menor siempre prefería aclarar cualquier duda durante las clases y entregaba sus informes directamente a Yaga, y si tenía algún problema acudía con Nanami, reconoce que ese último le molestó bastante cuando se enteró, obviamente No se lo hizo saber a Megumi, pero fastidió a Nanami más de lo normal por eso, luego le hizo berrinche a Shoko quejándose al respecto. —Para que Megumi-Chan esté parado en mi oficina significa que es algo de suma importancia —Fushiguro se acercó en respuesta. —Creo que sabe muy bien por qué estoy aquí. —Oh, ¿me extrañaste tanto que no podías esperar a verme, por eso viniste a mi oficina? Te recuerdo que puedes llamarme cuando quieras, sabes que iría de inmediato hacia donde estés —bromeó Gojo, sabe bien por qué su alumno está aquí, y el motivo de eso lo molesta, pero mantiene su sonrisa intacta. Megumi frunció el ceño ante esas palabras. Es evidente que Gojo no lo iba a decir. «Lindo», pensó al ver la expresión del peli-negro. Sabía que su estudiante quería lucir molesto e intimidante, pero solo lograba versos como un lindo gatito enojado. —¿Por qué le rechazó tantas veces el informe a Itadori? —fue directo al punto. La sonrisa de Gojo desapareció. —Tenía errores ortográficos. Sabes que si hay algún error, se lo hago saber a mis estudiantes inmediatamente, de esa forma pueden mejorar. Es parte de enseñar — respondió. —No tenía errores —habló con firmeza. —Sí, sí los tenía. Tengo los seis ojos, ¿crees que no notaría cuentos faltas rápidamente? —se defendió el peli-blanco. Sabía que Megumi no dejaría la situación hasta solucionar el problema, así que intentó hacer ceder a su estudiante. —Yo mismo revisé el informe de Itadori y no hay ningún error ortográfico del que usted habla —Megumi contraatacó. —Además, es obvio que tiene algo en contra de él últimamente; lo golpeó más fuerte que a todos en el entrenamiento de ayer. —Yuji tiene un cuerpo más resistente, así que debo aplicar más fuerza para que pueda mejorar —se excusó. —¿Y qué hay de ignorarlo durante la clase? —Al parecer nadie más había notado que el mayor solo esquivaba las preguntas del peli-rosa, sin darle una respuesta clara. —Ignoró todas las dudas de Itadori a propósito, también le dio más trabajo de lo habitual —Megumi ya estaba cansado de que Gojo intentara excusarse. Satoru se levantó enojado de su silla golpeando el escritorio con sus manos en el proceso. —¡¿Por qué lo defiendes tanto?! ¡Yuji esto, Yuji lo otro, ¿acaso no sabes otro tema de conversación?! —gruñó Gojo, molesto. Ya no soportaba la situación. Entonces, se dio cuenta. —Gojo-sensei, usted... —no podía ser, ¿o sí? Pero, tratando de Gojo, había posibilidad. — ¿Está celoso? —el peli-blanco desvió la mirada. Megumi se acercó lo suficiente como para notar el leve rubor que cubría las mejillas de su maestro. — ¿Es por eso que golpeó más fuerte a Itadori en el entrenamiento de ayer y le rechazó tantas veces el informe? Satoru se sintió como un niño pequeño al que habían atrapado en medio de una travesura y que iba a ser regañado por ello. Ah, su Megumi-Chan lo conoció tan bien~. . .
Ha estado saliendo con Megumi desde hace algún tiempo, siempre aprovechaba cada oportunidad que tenía a solas con el menor para abrazarlo y besarlo. Comenzó a monopolizarlo tanto que los amigos del pelinegro se quejaron por ello. Le costó bastante aceptar la idea de que su niño ahora tenía amigos y que también debía pasar tiempo con ellos. Confiesa que eso lo molestó un poco, después de todo, siempre habían sido él y Megumi todo el tiempo; no había nadie más que ellos dos, se tenían el uno al otro. Siempre hacían la mayoría de las cosas juntas. Se besaba con Megumi cada vez que podía, así como también tenían sexo en cualquier rincón de la escuela cada vez que encontraban un poco de tiempo libre. A este punto, no había nadie que no supiera de su relación. Pero últimamente no habían podido pasar tiempo juntos. Debido a la temporada festiva en la que se encontraban, era cuando más surgían las emociones humanas y, por fin, la cantidad de maldiciones en el área aumentaba considerablemente. Tenía bastante trabajo, así que ni siquiera tenía tiempo para Megumi. Y cuando conseguía llegar temprano de alguna misión, iba directo hacia la habitación del menor con toda la intención de meterse en su cama y aprovechar el tiempo, pero cada vez que iba, se encontraba al estudiante teniendo una “pijamada” con Yuji y Nobara, por lo que su plan de una noche apasionada con su lindo novio se arruinaba. Se sentía frustrado, pero dejaba que el adolescente se divirtiera. Sin embargo, lo que colmó el vaso fue cuando vio el arrepentido acercamiento de Yuji hacia SU Megumi durante el entrenamiento. El peli-rosa se acercó peligrosamente al rostro de su amante mientras le sonreía y quitaba un poco de cabello de la frente, acomodándolo. Apretó sus puños con fuerza, estaba molesto; estaba celoso. Ese día tocó a Yuji más fuerte que al resto; todos lo notaron. Tal vez se habría calmado y optado por dejar la situación así; claro, eso sí no hubiera contemplado cómo Yuji se la pasaba pegado a Megumi todo el tiempo, abrazándolo de vez en cuando, compartiendo su comida, pasando la mayor parte del día metido en la habitación del peli-negro. Su enojo solo fue en aumento cuando escuchó a Yuji convencer a Megumi de tener una “pijamada” solamente ellos dos, pese a que su niño se había negado diciendo que pasar quería ese tiempo con Gojo, pero solo le bastó a Yuji hacer un puchero para que Megumi cediera (recuerdo que Gojo alteró a su favor, ya que Nobara también estuvo ahí). Mentiría si dijera que no había hecho múltiples planos en su cabeza para deshacerse de la gata rompehogares de Yuji. Sin embargo, todos sus pensamientos se esfumaron al sentir las cálidas manos de Megumi sobre su rostro, seguidas por los suaves labios del menor contra los suyos. Lo correspondió sin problema, dejándose embriagar por la dulce sensación que le otorgaban aquellos labios.. . .
Fushiguro sabía que no habían podido pasar mucho tiempo juntos últimamente debido a la cantidad de misiones que tenían por la temporada llena de festividades. Había notado el extraño comportamiento de Gojo, pero no tuvo oportunidad de hablar con él al respecto. Así que se preocupó cuando vio el mensaje de Kugisaki diciendo que algo le ocurría a Gojo-sensei, ya que se negaba a aceptar el informe de Itadori, quien ya lo había escrito varias veces y estaba al borde del colapso. Luego de eso, se apresuró a terminar su misión y se dirigió rápidamente a la escuela. Cuando llegó a la sala principal, se encontró con un Itadori con los ojos vidriosos al borde del llanto porque Gojo-sensei le había rechazado el informe, diciéndole que tenía errores y debía volver a escribirlo. Fushiguro básicamente le arrebató el informe de las manos y lo leyó rápidamente, dándose cuenta de que el comportamiento de su maestro era solo un simple berrinche, pues el informe de su amigo estaba bastante bien escrito. Incluso se sorprendió por las palabras complejas que Itadori había usado, supuso que lo hizo en un intento por convencer a Gojo de aceptar su informe, cosa que por lo visto no funcionó. Se dirigió molesto hacia la oficina del albino con la certeza de que anticiparía su llegada. De todas las cosas posibles, no esperaba que Gojo hiciera todo eso solo porque pasaba más tiempo con el peli-rosa. Solo trataba de compensar a sus amigos por el tiempo en que su novio lo monopolizaba. También había pasado tiempo a solas con Kugisaki, pero siendo como es Satoru, solo había querido notar su tiempo con Itadori, ignorando a la castaña.. . .
Los delgados dedos del menor quitaron su venda con la delicadeza que solo Megumi podía mostrar. Atrapó la mano contraria y la colocó sobre su mejilla, recargando y restregando su rostro sobre la palma de su pareja. «Como un cachorro», pensó Megumi. Tomó al chico por la cintura y lo envolvió en un abrazo necesitado. —Lo siento —susurró lo suficientemente fuerte para que el menor lo escuchara. No quería pelear con la persona que ama con todo su ser. —Yo... Me puse celoso de Yuji porque pasaba mucho tiempo contigo —ocultó su rostro en el cuello de Megumi, quien se limitó a acariciar la espalda de su sensei. —Satoru —se estremeció al escuchar su nombre. Sonaba tan bien cuando salía de los labios de Megumi. —Eres mi pareja, la persona que más amo en este mundo. No voy a cambiarte por nada ni nadie —con un leve sonrojo en sus mejillas, lo miró a los ojos, sintiendo cómo la mirada del albino lo cubría por completo. — ¿Qué hay de Yuji? —hizo un puchero. El río menor ante ello. La suave voz de su novio era como música en sus oídos, pero las risas de Megumi, por más pequeñas y silenciosas que eran, eran como olas de placer que recorrían todo su cuerpo hasta llegar a su entrepierna. —Itadori solo es mi amigo. Las veces que nos reunimos eran para jugar o leer manga, ya que no habíamos tenido tiempo para convivir, nada especial —aclaró. —Bien. Megumi-chan solo puede ser tomada y devorada por mí —pasó su lengua por los labios del menor. Besó su mejilla, haciendo que mirara abajo, y entonces lo notó: el bulto en los pantalones del albino. Megumi se sonrojó. Satoru se siente satisfecho al conseguir su objetivo. —Megumi… —susurró Gojo contra el cuello del menor. —Tengamos sexo de reconciliación. —Eh, ¿aquí? —cuestionó. Nunca lo habían hecho en la oficina de Satoru. —¿Y si alguien viene? —Ijichi solía entrar a la oficina de Gojo a dejar los archivos ya organizados y resueltos, además de que Nanami y Yaga solían venir a veces a recordarle sobre las reuniones y misiones al peli-blanco, o regañarlo por algo; en ocasiones, Ieri también se paseaba por la oficina para invitar al albino a cenar y beber. —Descuida, no vendrá nadie. Cuando supe que vendrías, me aseguré de hacerles saber a todos para que no nos molestaran —mordió suavemente el cuello de Megumi, sacándole un delicioso gemido. —Aún así, será mejor no hacer mucho ruido —sabía que las paredes del lugar no eran lo suficientemente gruesas como para aislar el ruido por completo. —Oh, Megumi, lo pones difícil —lamió la piel del menor. —Voy a darte tan duro que ni siquiera vas a recordar tu nombre —susurró al oído, y sintió al cuerpo contrario estremecerse debajo de él ante la idea. Megumi se acercó a la oreja de Satoru y susurró:—Soy tuyo. Gojo atrapó los labios contrarios en un beso hambriento, queriendo devorar al menor cuanto antes. Mordió el labio inferior de Megumi dejando una marca. —Eres mío. Solo mío —sentencia Gojo, volviendo a besar a su amante. Luego llamaría a Itadori para avisarle sobre lo de su informe y que no era necesario que lo volviera a escribir. Claro, después de tener unas cuantas rondas con Satoru primero, necesitaban recuperar el tiempo perdido. Fin~ —¡Espera! —gritó Gojo deteniendo sus embestidas, ocasionando que Megumi se quejara. —¿Y qué hay de cuando Yuta te dio a beber de su misma lata de soda? —se sintió celoso de arrepentimiento. «Ah, otra vez no», pensó Megumi. Soltó un suspiro cansado y volvió a besar a Gojo, ahogando las quejas del mayor en su boca. Aunque ahora entiende por qué Yuta está en el extranjero. Palabras: 2,451 [Nox Vulpes~]