ID de la obra: 807

Te Protegeré (One-Shot)

Het
G
Finalizada
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
38 páginas, 11.525 palabras, 1 capítulo
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Te Protegeré (One-Shot)

Ajustes de texto
Te Protegeré (One-Shot) En un pueblo rural dentro de Japón. Un pequeño gato negro con dos extrañas colas caminaba herido y ensangrentado por las pequeñas hierbas que crecía en el campo. Sin un rumbo fijo, caminaba descuidado por la falta de fuerza para mirar bien su entorno. Que se encontraba oscureciendo por las nubes grises que alertaba la lluvia que iba a comenzar a caer en el pueblo. Comenzó con pequeñas gotas a caer. Donde el pequeño gato negro sintió como alerta de buscar un refugio para protegerse. Sin la fuerza suficiente para buscar un refugio. Iba a terminar recibiendo la fuerte lluvia de esta noche. Caminando y caminando, donde arrastraba las patas, había llegado a un árbol. Era suficiente para refugiarse. O eso creía el gato negro de dos colas. La tormenta se había hecho presente. Junto a una fuerte ventisca acompañándolo. El refugio en el árbol que pensaba que era seguro. Ya no lo era. Teniendo como amenaza a la tormenta, ventisca y lluvia. Se aferró al árbol. Era el único lugar que su fuerza le permitió llegar. —Qué extraño gato… —la voz de un chico llego a sus orejas felinas. Levantando sus ojos dorados de pupilas finas, miró a un chico de tal vez catorce años, de cabello rojo, y vistiendo ropa para trabajar en el huerto. Las botas amarrillas ensuciadas por el lodo era su pista. Pero lo más extraño era que usaba gafas de sol en un clima lluvioso—. Herido, débil y… dos extrañas colas. Es la primera vez que veo un gato de dos colas… debe ser único en tu especie. El chico rojizo extendió su mano derecha para acariciar el gato negro de dos colas. Pero recibió un arañazo en sus dedos. Claramente rechazando su persona. —Mmm… —comenzó a analizar la actitud del gato, entendiendo que tiene miedo y que no quiere recibir ayuda. Un evento importante tuvo que haber marcado cruelmente para que no quiera recibir la ayuda de alguien—. Bien, bien. Aunque no quiera recibir ayuda, no es muy sensato quedarte aquí en este lugar recibiendo la fuerte tormenta. Hablando de eso… es una lástima. Tendremos que volver a cultivar por la culpa de la tormenta. Viendo que el gato prestaba atención lo que decía, había extendido su mano izquierda para agarrar al gato del cuello, donde intento arañarlo otra vez, pero esta vez sin suerte. —Te llevare conmigo al orfanato. Lo único que pido de ti, es que sea tranquilo y educado. Sería una molestia tener un gato malcriado. El gato gruño en su dialecto gatuno hacia el chico reclamándolo de algo que tenía que descifrar. —Oh… así que estas enojado por que acabo de decirte que es una molestia tener un gato malcriado. —¡Nya! —Jaja —rió ligeramente el chico rojizo—, parece ser que eres más inteligente que un perro que ha recibido entrenamiento. —¡Nya! Esta vez logró arañar al chico en el brazo. —Mmm, también eres agresiva… no eres un gato macho verdad… Hizo un giro rápido donde logro ver que el gato no era macho, era una hembra. —¡Nya! ¡Nya! ¡Nya! Esta vez la gata fue más agresiva queriendo arañar como fuera posible al chico rojizo. —Jaja, que gata tan divertida eres. Extendiendo el brazo más alto, la gata no pudo lastimarlo con sus garras al chico. Que se reía por los movimientos de la gata con intención de lastimarlo, pero fallando en el intento. [•___•] La presencia de hermosa mujer de cabello castaño y ojos negros, vistiendo un kimono sencillo de color azul con un delantal encima. Miraba con preocupación de las ventanas del segundo piso del edificio a la tormenta que había comenzado apenas cinco minutos. Y su preocupación era por alguien. Un chico de cabello rojizo que le gustaba estar en movimiento. Teniendo un trabajo en el cultivo que de seguro será arruinado por la tormenta que ha aparecido. —Por fin llegaste, Senji. La puerta de reja fue abierta por la persona que estaba esperando. Caminando relajadamente por el patio del orfanato para llegar a la entrada del edificio. Donde se escuchó el timbre que llamaba para que le permitiera el ingreso al interior del orfanato. [•___•] Había tocado el timbre. Esperando que alguien abriera la puerta para que él pudiera ingresar y tomarse una ducha y cambiarse. —No he elegido un nombre para ti. Murmuró para el gato escondido dentro del impermeable. No recibiendo un maullido de respuesta decidió ir por lo fácil. —Te llamaras Kuro. El nombre fue elegido en base del pelaje negro del gato. —Es muy fácil de recordar. La puerta fue abierta mientras hablaba consigo mismo. Donde vio a una hermosa señora de cabello castaño y ojos negros, con un sencillo kimono azul y delantal encima del kimono. —He regresado Aoki-san. Dio una media sonrisa a la señora, que también sonrió de la misma manera. —Es bueno que hayas regresado sano y a salvo. —Ja. Una tormenta como esta, no me lastimara. Así que no debes preocuparte por mi bienestar. Suspiró ella. —Haah, tu como siempre no cambias, Senji. —Jejeje, tal vez si o no. Encogiéndose de hombro avanzó pasando a un lado de Aoki. Caminando por los pasillos del orfanato hasta llegar a su habitación compartida viendo de reojo a otros niños distrayéndose, jugando con naipes. No tomando importancia de lo que hacía. Había agarrado nueva ropa para usarlo luego de un baño. Dirigiéndose por el pasillo que guiaba a los baños. —Creo que debería atender primeros tus heridas. Hay una caja de primero auxilio en el baño. Así que comencemos primero contigo. Un extraño resoplido de nariz tuvo como respuesta. [•___•] Dentro del baño. Senji había atendido las heridas de Kuro. Limpiando, desinfectando y vendando para incomodidad de Kuro. La gata de dos colas rechazaba su intento de amabilidad. —Bien. Puedes buscar un lugar para dormir en el orfanato. Pero deberías tener cuidado de que te vean. No puedo imaginarme como actuaran los otros niños cuando vean un gato de dos colas. Llamaría mucho la atención eso. Un resoplido tuvo como respuesta mientras la gata se escabullía por el pasillo del orfanato. —Qué divertida expresión suelta. Liberando una ligera risa. Empezó a desvestirse y colocar la ropa sucia en su respectivo lugar para luego ser lavado. Tarareando mientras se bañaba y limpiaba su cuerpo de la mugre. Su mirada se encontraba mirando el vacío del techo, perdido y en blanco hasta que de repente reacciono para continuar limpiando su cuerpo, usando jabón y luego shampoo para restregarlo en su cabello. Pasando unos minutos. Había terminado de bañarse y cambiado de ropa limpia. —Uff. Debo buscar el escondite de Kuro. Ya mismo servirán la comida. Como no tengo comida para gatos, tendré que darle la mitad de mi comida. Dicho eso. Empezó a buscar los escondites más concurridos que puede usar un gato. Debajo de los muebles, atrás de una mesa de noche. Arriba de un armario. Bajo la cama de alguien. Haciendo que esto llamara la atención de los demás niños del orfanato. —Eehh… Senji-san, ¿Qué busca? Un niño con rasgo afeminado había preguntado por las acciones de Senji. —Perdí algo. Así que intento recordar en donde lo deje. Mintiendo que buscaba el gato de dos colas. Continúo buscando por otros lugares. Subiendo ahora al segundo piso del orfanato, siguió buscando en los lugares más estrecho que podía usar un gato. Encontrando un pequeño agujero abajo en la pared al momento de girar una esquina. —Mmm… era muy pequeña. Así que pudo entrar perfectamente este lugar. Tirando su cuerpo al suelo, miró en la oscuridad del agujero, viendo perfectamente la silueta del gato de dos colas. —Bingo. Te acabo de encontrar. Pensaba estirar su brazo para intentar agarrar a la gata. Pero era un buen escondite. —Te traeré algo de comida ya mismo. Así que espera pacientemente en este lugar. Los ojos dorados miraban con aburrimiento hacia su persona. —Tomare eso como un “si”. Levantándose para luego regresar al piso inferior, con dirección al comedor. [•___•] Viendo al humano retirarse. Soltó otro resoplido de mala gana por las insistencias de ese chico por ella. —Qué molesto chico. Debería haberme dejado tranquila en ese árbol. No necesitaba la ayuda de alguien… pero… Cerrando lentamente los parpados, dijo en voz baja: —Gracias… [•___•] Pasando unos minutos, exactamente diez minutos. El humano había regresado con dos cuencos. Uno contenía trozos de carne y pollo. Y el otro contenía agua para hidratarse. —Espero que sea suficiente para que puedas alimentarte bien. Fue lo que dijo el humano. Mientras extendía los cuencos dentro del agujero. —Bueno. Sera todo por hoy. Nos vemos mañana, y buena noche. Le resultaba extraño el comportamiento del chico. No esperaría que alguien hablaría con un “animal” pensando que le entendería como una persona. Incluso despidiéndose con una “buena noche, nos vemos mañana” como si hablara con otra persona. Cuando estaba fingiendo en ser un gato. Aunque quería rechinar por ser tratada como una mascota. No se pudo quejar, mientras comía lo que le entrego el chico. Llenando su pequeño estomago de gato. Terminando de comer. Volvió a dormir esperando que su recuperación sea rápida para irse de este lugar y no ver devuelta el rostro de ese chico. [•___•] Al día siguiente. Senji se había despertado temprano. Haciendo los quehaceres que tenía como tarea por la mañana, antes de partir al trabajo de agricultor que tenía. Haciendo la limpieza al nivel de la luz. Barriendo, trapeando, haciendo un desayuno para los demás niños. Y otro para la gata de dos colas escondido dentro de una pared. Demorando media hora en los quehaceres. Comiendo el desayuno para luego hacer sonar la campana para que otros niños despertaran como también de la señora Aoki que había cuidado de él y a los demás niños. Corriendo con dos cuencos, uno de comida y otro de agua. Dejo dentro de la pared mientras retiraba lo que había dejado la noche anterior. Despidiéndose de la gata, para luego correr a la cocina y dejar bien limpio los cuencos. Dejando todo listo. Se marchó del orfanato para ir al trabajo. [•___•] Había vuelto el humano con nueva comida y agua para ella. Comiendo sin rechinar esta vez. Se encontraba mejor que el día de ayer. Las heridas no dolían. Bueno, sigue doliendo un poco. Pero de que se encontraba mejor, si lo era. Moviendo sus extremidades como si fuera a pelear en un ring de boxeo. Su estado era estable para correr y saltar. Llenando su estómago. Decidió salir de su escondite. Caminando por el pasillo hacia una ventana abierta. Miró el horizonte del pueblo que se encontraba. Varios árboles verdes, casas, caminos, poster de luz, personas caminando, y más lejos un gran campo de cultivo arruinado. —El dijo que tendría que cultivar por la culpa de la tormenta de ayer… Así que era seguro que no iba a regresar a este lugar por un buen tiempo. Saltando de repente al tubo cerca de la ventana para llegar fácilmente el techo del edificio. —Supongo que dormiré hasta que regrese ese humano. Encogiendo su cuerpo, cerró los parpados para regresar al mundo de los sueños. [•___•] El motor del tractor que había estado trabajando todo el día, fue apagado. Habían estado limpiando el desastre de la tormenta. Teniendo devuelta una tierra limpia y sin basura traída por la tormenta. Dejando para el día de mañana la cultivación por órdenes del jefe. Saliendo a la 16:45 del trabajo. Teniendo más tiempo de sobra. Para pensar en que hacer para perder el tiempo. —Mmm… ¿sería buena idea comprar juguetes para gatos? Caminando por las calles del pueblo. Ingreso a un pequeño local que vendía objetos para mascotas. Eligiendo una pequeña pelota de hilo. Un collar con el nombre de Kuro impreso. Un ratón de juguete con pilas para que se divirtiera persiguiéndolo. Platos para su comida y agua, y no tener que usar los cuencos. —Creo que es suficiente para la gata… Terminando de pagar. Hizo una pequeña visita a una casa. —Hola anciana Miyamoto. —Bienvenido, Senji-chan. Una dulce anciana de cabello gris, y rostro arrugado. Le dio la bienvenida a Senji. —Jaja. Me sorprende que no hayas estirado la pata. —Seguiré viviendo por más años, Senji-chan. Después de todo, no puedo irme sin estar seguro de que mi nieta, Zekka, sea capaz de vivir por sí misma. —Hablando de ella. Donde se encuentra la pequeña Zekka. —Comenzó a entrenar desde esta mañana. —¿Entrenar? ¿Acaso revelaste que viene del linaje de Musashi Miyamoto? —Si. Aunque me sorprende que no tuvo un impacto a revelar eso… ¿acaso tu tienes la culpa? Senji se encogió de hombros. —Tal vez sí, o no. —Como siempre eres un entrometido, Senji-chan. Una intención asesina fue enviado hacia él. —Me tengo que ir. Tengo una mascota que alimentar. —Que extraño. Pensé que no te gustaba tener una mascota. —… —estando cerca de salir, sonrió con diversión a la anciana Miyamoto—. No me gusta tener una mascota. Pero esta es especial, es divertido molestarla. —Qué sádico de tu parte. —No estoy siendo sádico, es divertido molestarla. Mientras los dos conversaban. La presencia de una niña de primaria se hizo presente en la entrada del hogar de la anciana. —¡Abuela he regresado de mi entrenamiento! Cabello largo negro mezclado con un rosa oscuro. Vistiendo un hakama blanco, un shinai sostenido en su mano derecha. Bañada de sudor por el esfuerzo de su entrenamiento. Observaba con sorpresa en sus ojos rosado oscuro a la persona que se encontraba cerca de ella. —¡Senji-san! —Como has estado pequeña Zekka. Sonrió él. Haciendo que su rostro comenzara a calentarse y un rubor dibujando en sus mejillas. No había esperado que él estuviera en su hogar. —B-Bien… me encontraba entrenando luego de escuchar que tenías razón de que Musashi Miyamoto es mi ancestro. —Así que tenías la culpa, eh, Senji-chan. La anciana Miyamoto miraba con dagas a Senji. —Bien, bien. Error mío.  Levantó los brazos en señal de rendición. —Bueno, es momento de irme. Nos vemos, pequeña Zekka. Senji acaricio la cabeza de Zekka mientras partía al orfanato. —Nos vemos, Senji-san. Con un rubor en las mejillas se despidió de Senji con un movimiento de su mano derecha. —Deberías cambiar ese sentimiento que tienes por Senji. Será doloroso para ti, si recibes un rechazo. Y es algo que Senji sabe. —Huh… —las palabras de su abuela fueron confusa para ella. Hasta que su rostro comenzó a calentarse por la vergüenza comprendiendo lo que insinuaba su abuela—. ¡Hyah! ¡wa! ¡wa! ¡wa! Comenzó a correr hacia su cuarto dejando una estela de viento por la velocidad que corría. —Haah —suspiró la anciana—. Es muy joven para comprender que es enamorarse de alguien. Miró un pequeño marco donde estaba una foto de ella y su difunto esposo. [•___•] Pasando por la puerta de reja. Había llegado al orfanato. Mirando de reojo algo que llamo su atención. —Parece que Kuro estuvo esperando. En el techo del edificio, estaba el gato negro de dos colas acicalando su pata derecha. Mientras miraba de reojo hacia él. Por ahora, caminó adentrándose al edificio. Después buscaría al gato que no tenía intención de irse por ahora de este lugar. Y escapar especialmente de él. —¡Senji! ¡Bienvenido! Los niños que atesoraban su persona saludaron con brillantes sonrisas. —He regresado. Sonriendo y acariciando la cabeza de los niños. Observo que todo el lugar estaba en orden. —¿Ya cocinó la señora Aoki? —No —negaron los niños—. La señora Aoki dijo que era el turno de Senji de cocinar esta vez. —Está bien, pero primero tengo algo que hacer. —¡Está bien, Senji-aniki! [•___•] Llegando donde Kuro, en el segundo piso. Ya se encontraba en la ventana abierta sentada. Como si hubiera esperado que él llegara hacia ella. —Que monada. Enserio eres una gata muy inteligente. Llegando donde Kuro. Enseño lo que estaba en la bolsa. Los juguetes y platos para la gata. —¿Nya? Tenía una expresión de estar indignada. Como si no le gustara ser tratada como una gata. —Por ahora, hay que buscar un lugar donde nadie te vea. Kuro saltó sobre su hombro derecho. No le dio importancia la acción de la gata y guardo los objetos que había sacado devuelta en la bolsa.  Pasando por un pasillo, se terminó encontrando con la señora Aoki. [•___•] Senji terminó regresando a la cocina mientras había dejado a Kuro con la señora Aoki y los objetos que había comprado para la gata. —Un gato de dos colas… —se sorprendió la señora Aoki viendo a Kuro—. Única en tu especie, ¿verdad? (—Un rasgo único que te diferencia de los demás.) Por extraño que fuera, una media sonrisa triste se dibujó en su rostro. —Igual que Senji… es muy triste que fue marginado por las personas solo por su rasgo único y diferente. Una niña dijo una simple palabra que tuvo un cambio en Senji… Ojos de Luna. Parecía que esa palabra despertó algo importante para él. Años atrás. Una joven adulta de veinte años.  Caminaba tranquila con una cesta de comida. Caminando y llegando al orfanato que había crecido y siguiendo el legado de la mujer anciana que la crío cuando fue abandonado por sus verdaderos padres. Algo había llamado su atención en la entrada del patio del orfanato. Era una cesta y dentro había una tela color azul cubriendo algo. Acercándose y arrodillándose, había visto un bebé que terminó impactando con temor a lo desconocido. Era un bebé recién nacido con un rasgo único y extraño, sus ojos eran diferente a los demás. Esclerótica negra, pupilas blancas y sin rastro de iris. Era lo que llamaba más la atención del bebé recién nacido. Tomando valor y siguiendo lo que había aprendido. Llevó al recién nacido dentro del orfanato para darle una buena vida lo más decente posible. O eso era lo que había pensado inocentemente. Llegando a pasar cuatro años desde que había recogido al recién nacido bajo su ala. Había familia que estaban interesado en adoptar un niño o niña. Pero cada familia rechazaba cruelmente al pequeño Senji. —No quiero ser dura. Pero no quiero adoptar un fenómeno como hijo. Fueron las palabras de varias familias. —No ves lo extraño de ese niño. Como piensa que adoptaríamos esa cosa tenebrosa. Degradado como si el niño no fuera humano. —No deberías seguir, señora Aoki. Está bien si nadie me adopta, estoy más feliz de quedarme y ayudar en el orfanato. Fueron las palabras del pequeño Senij. Sonriendo con ternura de ayudar en el orfanato. Aoki solo podía rendirse y seguir lo que dijo él. Permitiendo que Senji ayudara en el orfanato mientras los otros niños fueran adoptados uno por uno en diferentes familias. Pasando así los años y llegando a cumplir trece. Donde Senji se movilizo para conseguir trabajo como agricultor y aportando un ingreso estable para el cuidado y alimento de los niños más pequeños que había llegado después de él. Siendo considerado como el hermano mayor. Pero… —Ocultando sus ojos desde que tenía seis años. Es lo que dijo que haría para que nadie más le tuviera miedo o pensará que él era un monstruo. Dijo ella mientras acariciaba la cabeza del gato de dos colas. —Deberías tener cuidado, Kuro. Puede que intenten lastimarte por ser diferente a los demás. —Nya. Fue la respuesta de Kuro mientras fingía jugar con la pelota de hilo. Aoki se dio cuenta que la gata no le importaba lo que dijo. —Eres igual que Senji —acarició con una pequeña intensidad a Kuro, dejando con el pelaje teniendo varias puntas—, pero debes tener cuidado. Es por tu seguridad. Levantándose de la cama y dejando a Kuro en su habitación con los objetos acomodados comprado de Senji para comodidad de la gata de dos colas. —Vendré, así que, puedes quedarte desde ahora en este lugar. Saliendo ya de la habitación. —¡Dejen de tratarme como mascota! Reclamó Kuro mientras lanzaba la pelota de hilo con fuerza. Dando algunos rebotes en la habitación para regresar devuelta a su pata izquierda. [•___•] Terminando la hora de comer y limpiar los trastes. Senji regresaba a la habitación de la señora Aoki con comida y agua para Kuro. —Parece que te quedaras en esta habitación. Como nadie tiene permitido el ingreso, no tendrás que preocuparte porque te encuentren. —Nya… —Que descanse tranquila. Se retiró con una sonrisa y un gesto de su mano derecho, para luego no ser visto por Kuro. —Tsk… Kuro empezó a comer los trozos de pollo recién servido en su plato. [•___•] Llegando al siguiente día. Senji no sabía qué hacer en su día de descanso, había llegado domingo. Y como todos los trabajadores. Descansaba este día, pasando con su familia o buscar una forma de entretenimiento sin aburrirse. —Nya. Senji miró al techo, como se encontraba en el segundo piso. Kuro descansaba y dormía cómodamente recibiendo la calidez del sol. —¿Pasa algo, Kuro? —Nya. Señalando con su pata derecha a un lugar. Una leve sorpresa se dibujó en el rostro de Senji, mirando la dirección. —¿Quieres dar una vuelta en el pueblo? Kuro asintió. —Nya, nya. —Bueno. Saltando de la ventana al patio del orfanato, junto a Kuro escondido dentro del suéter negro. Caminaron a la calle del pueblo. [•___•] Voces animadas de adultos, ancianos y niños se escuchaban en cada rincón del pueblo. Kuro miraba escondido dentro del suéter a las personas que habitaban en este pueblo. —¡Oh, Senji-chan! ¡Como has estado! —¡Señora Mitsuki! —saludó animadamente Senji—. ¡Vengo a comprar dulces! —¡¿Quieres pastel de chocolate?! —¡Una rebanada porfa! Ella empezó a cortar una rebanada del pastel de chocolate que se veía a través del cristal. Estaba cubierto con un glaseado de vainilla y una pequeña cereza cubierta de chocolate. Pagando el dulce. Continúo caminando por el pueblo. —Nya, nya. —¿Quieres pastel? ¿No es dañino para ti? —¡Nya! Como si no le importara la preocupación de Senji, de un arañazo había arrancado un pequeño trozo de la rebanada de chocolate. Disfrutando de comer algo dulce después de un tiempo. —Ja, ja, que gata tan curiosa eres. Senji comenzó a comer el pastel junto a Kuro. Donde la pequeña gata miraba fijamente el rostro de Senji mientras le daba pequeño trozo del pastel. Terminando de comer los dos el pastel de chocolate. —Nya… Los movimientos que hacia Kuro, llamaba mucho la curiosidad de Senji. Como fue en este momento, la gata dos colas acariciaba su barriga luego de haber llenado su estómago con la rebanada de pastel de chocolate. No iba a indagar por cada vez que la gata actuaba como si fuera una persona. Así que continúo caminando por varios lugares del pueblo. Para luego pasar por el bosque que llevaba a una colina de paisaje verde. En ese lugar terminó encontrando a Zekka Miyamoyo entrenando con un shinai. —¡Ha! ¡Ha! ¡Ugh, ha! Moviendo su shinai como si fuera a cortar un objetivo invisible, haciendo movimientos ortodoxos demostrando que era la primera vez que hacía esto.  —Deberías tener cuidado al momento de girar todo tu cuerpo. Vas a lastimarte por los movimientos exagerados. —¡Wawawa! ¡Senji-san! —incluso sus reacciones eran muy exagerada. —Ja, ja. Primero deberías relajarte. Entrégame tu shinai, creo que sería bueno instruirte el arte de la espada. Haciendo caso omiso a las palabras de Senji. Zekka entregó su shinai. —Lo primero que debes saber. Es que las técnicas que puedes aprender en otra escuela no forman tu educación decisiva. Después de todo, Musashi Miyamoto había entrenado y peleado con diferentes personas para terminar creando sus propias habilidades. Y de esa forma desarrollando su estilo de dos espadas conocidos como el Niten Ichi-ryū. Y en mi caso, es un estilo más salvaje. Estando cerca de un árbol. Senji tenso su brazo que sostenía el shinai para luego hacer un swing diagonal y cortando literalmente el árbol en dos. —¡Qué! ¡No es posible que el shinai pueda cortar! ¡Después de todo—! —Eso depende de tus habilidades —Senji detuvo las palabras dichas por Zekka—, quien dijo que no se podía cortar con un shinai. Si alteras el shinai con una pequeña cuchilla ya puedes cortar a alguien. Así de fácil. Pero si no quieres alterarlo y de verdad quieres hacer posible cortar algo. Debes mejorar y con el deseo de enserio lograrlo. De que sirves que no tengas convicción de lograr eso, al final tu deseo es algo vacío y hueco. Senji entregó el shinai a Zekka. Solo por curiosidad, estaba buscando si de verdad el shinai tenía una cuchilla, para darse cuenta de que no tenía nada alterado. —Lo primero que debes entrenar es tu mente y cuerpo. De que sirve entrenar una cosa, cuando te puede fallar lo otro. —¿Qué significa? —Esquiva esto. Zekka lo vio. Estaba confundida, pero lograba ver la mano de Senji que se acercaba a su rostro. Aunque su mente le gritaba que se moviera, su cuerpo no reaccionaba a lo que venía. Cerrando los ojos con miedo. —Te falta otro tipo de entrenamiento. Terminó acariciando la cabeza de Zekka que temblaba de miedo. —¿Eh? Se encontraba confundida. Temblando de miedo por el sentimiento de que iba a morir. Una fuerte corriente asesina había inundado en su cuerpo y mente. Aunque su mente le gritaba que escapara, su cuerpo al final no reaccionó por el miedo, entumecido sin permitirse moverse. —Si logras dominar en controlar tu cuerpo. Saldrás ilesa en una situación como la que acabas de vivir. Es de sabio saber escapar del peligro y vivir para otro día. Nunca intentes enfrentarte con un enemigo superior a ti… al menos que tengas confianza de que puedes eliminarlo claro está. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en el rostro de Senji. —Una cosa más. Nunca intentes torturar a alguien. Por qué, si lo haces, tu psique se corromperá gradualmente. Es mejor eliminar el problema de raíz para que nunca vuelvan a molestarte en un futuro. —¿Entiendes, verdad? Zekka no podía estar más que confundida por lo que escuchaba de Senji. Pero una cosa estaba segura. No debería torturar a alguien. Una incomodidad despertó en Zekka como también temor. Por muy tranquilo que estuviera Senji… daba un aire sumamente peligroso en este momento. Sintiendo como su piel se erizaba en cada segundo. —Pero descuida pequeña Zekka —Senji agarró de los hombros a Zekka mientras sonreía—, este es un lugar seguro. Así que nadie te lastimara o ira por tu vida. —¿Quién iría por mi vida? —Mmm… —Senji sentía que estaba corrompiendo a la inocente Zekka con sus palabras, sudando nerviosamente—. Ja, ja. Nadie. Si alguien va por tu vida, yo mismo voy a salvarte. Es mi promesa. Intentando arreglar la situación, se arrodilló extendiendo un meñique. Mostrando que estaba comprometido de hacer una promesa con ella. —… —Zekka extendiendo también el meñique en señal de aceptar sus palabras, una linda sonrisa inocente brillo junto a la puesta del sol—. ¡Espero que la promesa nunca la rompas, Senji! Un sentimiento cálido había despertado en Senji. La sonrisa más sincera e inocente de un niño siempre tendrá un impacto profundo en él. —¡Ja! ¡Claro! ¡Es una promesa que cumpliré! Respondiendo de la misma forma animada de Zekka. Una promesa se había concretado en la colina con la puesta de sol de fondo. Donde los dos niños sonreían mostrando sus dientes. [•___•] Llegando la noche. Senji había regresado al orfanato luego de haber dejado a Zekka en su casa donde la anciana Miyamoto miraba con dagas y también con deseo de matarlo. Aunque él había exclamado de que no tiene la culpa de nada. “Maldito estúpido. Los momentos que Zekka pasaba contigo terminó cambiando ese cariño que tenía por ti por uno diferente.” “Oh… ya lo entiendo.” “¡Si lo entiendes deberías alejarte por un tiempo de mi nieta!” “¡Eh! ¡Pero no tengo la culpa de nada de que Zekka se haya convertido en una doncella enamorada!” “¡Te quiero matar, Senji!” “¡Aaahh! ¡No me tire cuchillo anciana Miyamoto!” “¡Abuela! ¡Detente! ¡Vas a matar a Senji!” “¡En qué momento se hicieron más cercano para eliminar el sufijo en tu nombre!” “¡Devuelta! ¡No tengo la culpa! ¡Sucedió naturalmente en la colina mientras la ayudaba con un consejo para que mejore su entrenamiento!” “¡Muere Senji!” Terminó escapando con el rabo entre las patas. Incluso la anciana Miyamoto fue muy intensa a seguir lanzando más cuchillo. Por suerte nadie murió. Y quedara como un recuerdo inolvidable de una anciana queriendo acribillar a un chico de trece años. —¡Nya! ¡Nya! —Si lo sé. La anciana Miyamoto se pone muy histérica cuando se trata de su única nieta. Aunque puedo entender ese sentimiento de sobreprotección. Perdió a su hijo, a su nuera y por poco perdía a su nieta en ese accidente automovilístico de hace cinco años atrás. De haber perdido a su difunto esposo meses atrás para luego casi perder el resto de su familia que le quedaba. Es un shock muy fuerte. Zekka es la única luz que puede mantener cuerdo a la anciana Miyamoto. Perderla será otro golpe más fuerte para ella que de seguro destruirá su cordura. No me quiero imaginar lo que haría si algo le pasara a Zekka. —Nya... Un maullido de tristeza fue dicho por Kuro. Como si comprendiera las emociones que cargaba la anciana Miyamoto. —Dejemos de pensar en negativo. Ahora mismo hay que dormir. Debería dejarte primero en la habitación de la señora Aoki. Yo mañana tengo que regresar al trabajo y no estaré contigo el resto del día. —Nya. Una pequeña cachetada llegó a mejilla de Senji. —No sabía que podías hacer eso, Kuro. Senji terminó acariciando la cabeza de Kuro, como si estuviera felicitándola por sus logros. Siendo dejada en la habitación de la señora Aoki. Kuro empezó acurrucarse en un lugar cómodo. Ya que le dieron una cama para gata lo suficiente grande para que pudiera estirarse mientras dormía. —Cada vez… sigo actuando como una mascota.  Una pequeña lagrima caía de sus ojos mientras daba pequeño masaje en la cama. [•___•] Había llegado otro día, y con eso. Kuro había estado cuatro días en este lugar. Siendo la mascota de Senji. Ya había dejado de lado ese remordimiento de ser tratada como una mascota. Abrazándola por este momento y aceptando ser una mascota. —¿Quieres más pollo? Preguntó Senji antes de retirarse al trabajo. Viendo que Kuro señalaba su plato vacío. —Bien —sirviendo más trozos de pollo para Kuro—, que gata más glotona tengo. —¡Nya! El otro plato vacío voló a la cabeza de Senji. Pero fue agarrado fácilmente para no recibir el golpe. —Y también muy agresiva. Saliendo del orfanato luego de darle más pollo a Kuro para felicidad de esta. La gata empezó a sentirse sola luego de comer el pollo extra que había recibido. No tenía nada que hacer mientras seguía ocultándose de los demonios luego de haber matado a su anterior amo para la protección de su hermana menor. Ya se encontraba mejor que nunca. Si ella quisiera podía abandonar este lugar. —Estoy muy feliz estando aquí. Dijo ella mientras comenzaba a caminar por los pasillos. Ocultándose de los niños que todavía no conocía de su existencia. Subiendo al segundo piso para subir al techo y acomodarse para esperar el regreso de Senji. —Qué aburrido es esperarlo. Cerró los parpados para dormir y dejar que el tiempo pase a su antojo. Si tenía suerte, despertaría el momento de que Senji tenía que regresar al orfanato. [•___•] Tarareando una melodía. Senji observaba el cielo en la punta más alta. Todavía le quedaba dos horas más y regresaría al orfanato para estar junto a Kuro. Se había esforzado de más para reducir el trabajo y terminar más temprano. Ya todo estaba sembrado en la parcela que les tocaba junto a otros. Tomaría un pequeño descanso como lo estaba haciendo sus compañeros por el sol abrasador de este día. Luego continuaría y terminarían el trabajo. —Espero que Kuro no muera de aburrimiento por esperarme, jaja. Hidratándose luego con la botella de agua. [•___•] Había pasado dos horas. Senji y sus compañeros hicieron un trabajo excelente. Saliendo temprano del trabajo para regresar a sus casas. Dejando a los otros que todavía no terminaban con las parcelas designados. —Bien. Ahora regresar al orfanato. Sonriendo de felicidad. Paso por la señora Mitsuki para comprar cuatro rebanadas del pastel de chocolate. Y hacer una visita rápida a la casa Miyamoto y comer con ello. —Espero que la anciana Miyamoto se haya calmado. Llegando a la casa y tocando el timbre. Donde la puerta fue abierta por Zekka. —¡Senji! Cada vez es más problemático recordar las palabras de la anciana Miyamoto. Una pequeña gota apareció en la cabeza de Senji. Zekka se acercó con una sonrisa brillante y feliz. Arrastrando a Senji dentro del hogar Miyamoto. —Hubiera esperado que no vinieras hoy. Fueron las palabras malhumoradas de la anciana. Teniendo un tic con los dedos en la mesa cada vez que seguía viendo a Senji. —Ja, ja… solo imagina que no estoy aquí… —¡Cómo si eso fuera posible, idiota! —¡Abuela! ¡Ya hablamos de esto anoche! —¡Hmph! ¡No acepto eso! Una pequeña pelea de abuela y nieta estaba frente a Senji. —Y yo que vine a comer pastel… —¡Eh! ¡Pastel! Zekka dejo de lado a su abuela para acercarse a Senji. Donde le fue entregado una rebanada de pastel de chocolate. Senji entregó la otra rebanada de pastel a la anciana. Y sirviendo uno para él mismo en la mesa. Comiendo ahora los tres sus respectivos dulces. —Tengo una pregunta. Senji dando el primer bocado, señalo que continuara la anciana Miyamoto. —No tienes pensado lo que vas a hacer en el futuro. Lo estoy diciendo porque cada vez hay menos jóvenes en el pueblo. Siempre hablan en grande de hacerse famoso, o emprender un negocio exitoso. Pero tú… nunca te he visto mostrar una codicia como los otros jóvenes. Es como si estuviera a gusto con el estilo de vida que estas teniendo. Incluso no recibiste una educación en la escuela primaria del pueblo. —Extraño. —¿Qué es extraño? —Me andas preguntando algo que tú mismo tiene la respuesta. Después de todo nunca fui adoptado por una familia por el rasgo único que tengo. Si voy a la ciudad que esta modernizado por la tecnología. Seria tachado rápidamente si se dieran cuenta lo que ando ocultando. Saliendo en periódico, televisión, radio y diferentes plataformas de mi persona. Prefiero seguir estando oculto dentro de la sociedad. —Lo siento. Hablo de mi ignorancia. Había olvidado eso después de que comenzaste a usar las gafas de sol. —Je. Lo entiendo, anciana Miyamoto. Zekka que estaba comiendo su rebanada de pastel, había escuchado toda la conversación sin perderse ninguna palabra. Como la más importante. —¿Que oculta Senji? —Nada de lo que debas preocuparte, pequeña Zekka. Senji había desordenado el cabello de Zekka mientras acariciaba su cabeza. —¿Es algo que asusta a las personas? Zekka estaba extrañado por la repentina acción de Senji, había dejado de acariciar su cabeza cuando dijo inocentemente esa pregunta. —Algo que asusta… —dijo débilmente Senji—. Haah… tienes razón, pequeña Zekka. Oculto algo que terminó asustando a varias personas. —Yo no me asustaría por nada del mundo lo que ocultas. Puedes llamarlo ignorancia, ingenuidad o la inocencia de un niño. Pero las palabras dicho por Zekka sacudía el corazón de Senji. No era la única persona que había dicho esas palabras. Para terminar, recibiendo un rechazo al momento de revelar lo que ocultaba en su gafa de sol. —Ja, ja. Que inocente eres, pequeña Zekka. —Lo digo enserio. Una sonrisa tierna se dibujaba en rostro de Zekka. Si esto continuaba, Senji estaría a merced de la pequeña Zekka. —Je. No sabe lo feliz que soy al escuchar eso. —¿Entonces me mostrara lo que oculta tu gafa de sol? —Ugh… No quería rendirse ella. Senji estaba en conflicto de si mostrar o no sus ojos de luna. Miró de reojo a la anciana Miyamoto que estaba comiendo lentamente la rebanada de pastel mientras observaba la escena de los dos. Parecía algo interesante a la vista de ella, como si un chisme interesante se estaba contando solo. Que debería hacer, parece que la anciana Miyamoto no piensa ayudarme. Y la mirada intensa de Zekka no ayuda tampoco. Ella enserio quiere ver mis ojos. Estando acorralado, se rindió. Senji soltando un suspiro, llevó sus dedos a la gafa de sol. —Bien, tu gana esta vez. Como si fuera un cachorro, Zekka está feliz, esperando ver lo que ocultaba Senji. Donde al momento siguiente, Zekka miraba con la boca abierta los verdaderos ojos que ocultaba la persona en la que estaba enamorada. La expresión de Senji estaba en conflicto como también un pequeño rastro de tristeza. Esperando algo negativo por parte de Zekka. —Precioso. La expresión de Senji como también de la anciana Miyamoyo fue de sorpresa. Incluso de incredulidad instantánea. La respuesta de Zekka fue algo que nunca hubieran esperado. —Huh. Zekka había comprendido porque Senji ocultaba sus ojos. Pero seguiría siendo sincera con él. —Tus ojos son preciosos. Como la luna rodeada por la oscuridad de la noche. Solo puedo pensar en llamarlo Ojos de Luna. El corazón de Senji bombeaba rápidamente. Había encontrado otra persona que llamaba sus ojos por “Ojos de Luna”. La primera persona que había dicho eso, fue años atrás antes de que una familia la adoptaran. Esa niña de la misma edad que él. Se había referido a sus ojos por Ojos de Luna. Teniendo un fuerte impacto en él. Trayendo consigo los recuerdos de su vida pasada. Y de la primera persona que lo había apodado “Niño de Ojos de Luna”. —¡Jajajajaja! ¡Zekka eres increíble! —¿Eh? ¿Porqué? ¿Qué hice? —Solo le diste la respuesta que andaba buscando. Eso es lo que hiciste, Zekka. Zekka miró a su abuela que terminaba de comer la rebanada del pastel de chocolate. —Senji-chan fue marginado por las personas que vieron sus ojos. Por qué crees que anda solo y sin amigos dentro del pueblo. Ya conocían el rasgo único de Senji-chan y lo excluyeron de su círculo, dejando a Senji-chan aislado. —Ella tiene razón. Pero los adultos muestran más empatía conmigo. Las personas de mi edad que “crecieron” conmigo, conocen esta verdad. De seguro dicho a los otros niños para que no se me acercaran. Siendo aislado y marginado por el niño que no deben juntarse. Pero enserio muchas gracias, Zekka. Tus palabras sinceras me hicieron muy feliz. —Huh… ya te vas. Senji se había levantado del tatami, cargando consigo la bolsa que llevaba la otra rebanada de pastel de chocolate. —Tengo que regresar al orfanato. Nos vemos en otro momento, Zekka. —Bien. Cuídate, Senji.  —Igual para ti, y la anciana Miyamoto. Saliendo de la casa de los Miyamoto, un largo suspiro que estaba conteniendo fue liberado. —Qué problemático… tan débil me encuentro que las palabras de una niña me afectaron de más… El corazón seguía bombeando a pesar de que había pasado un par de minuto de que se había alejado e intentado de olvidar las palabras sinceras e inocente de Zekka. —Debería tener más cuidado con esto. Esperando escuchar la respuesta que quería por mucho tiempo. Al final lo había conseguido… pero no de la forma que quería. Una niña de diez años había cumplido mi deseo más profundo de ser aceptado por alguien. Comenzó a rascarse la cabeza salvajemente. Estaba teniendo problema con ordenar sus sentimientos. No podía permitir que las palabras que quería escuchar lo sigan afectando de más. [•___•] Llegando al orfanato. Fue recibido por los demás niños. —¡Bienvenido, Senji-aniki! —¡Espero que no se hayan aburrido por recibir lecciones por parte de la señora Aoki! —¡Claro que no! ¡Somos inteligentes! ¡Siempre nos dice la señora Aoki cuando recibimos sus clases! —¡Jajaja! ¡Bien, me hace muy feliz escuchar eso! ¡Sigan esforzándose en el estudio! —¡Claro! ¡Pero ahora mismo la señora Aoki nos dio permiso de divertirnos de jugar en el patio! —¡Vayan y diviértanse! ¡También es importante distraerse un poco! —¡Mii-chan trae la pelota de fútbol! —¡Si, ahí voy! Senji miró como los niños incluida algunas niñas fueron a divertirse a jugar pateando la pelota. —Ustedes no piensan jugar con ellos. Las niñas que se quedaron miraron con el ceño fruncido a Senji. —No jugamos fútbol. Prefiero hacer otra cosa que estar corriendo como un loco para patear una pelota. —Bien, bien. Tu gana. Diviértanse a su manera entonces. —Senji-nii… A punto de dirigirse al segundo piso, las palabras de una niña habían detenido de ir por Kuro. —Mm… paso algo Haruno-chan. —Etto… me gustaría aprender a cocinar —el pequeño rostro de Haruno estaba rojo mientras golpeaba sus dedos índices nerviosamente—, me gustaría ayudar con la cocina. Senji-nii y la señora Aoki son los único que nos cocina. Así que quiero ser de ayuda también. Rascándose la cabeza. Senji solo podía asentir por la amabilidad de la niña de ser de ayuda en el orfanato. —Bien. En treinta minutos vamos a la cocina para que pueda enseñarte a cocinar algo fácil. —¡Gracias, Senji-nii! Acariciando por última vez su pequeña cabeza. Subió al segundo piso del edificio. Viendo a Kuro esperándolo en la ventana abierta. [•___•] Había llegado la noche. Y Senji estaba con Haruno teniendo otra lección de receta sencilla para que una niña de diez años pueda cocinar sin complicaciones en el fuego y usando el cuchillo. —¡Gracias! Se despidió Haruno animadamente. —Mañana continuamos con otra receta. Empezó a caminar al segundo piso. —Ven, deberías probar esta carne sazonada por Haruno. —Nya. Kuro se acercó y dando el primer mordisco a la carne. —Nya, nya. —Ja, ja, está bien para ser una primeriza en sazonar y cocinar la carne. Es obvio que puede mejorar el sabor y la textura de la carne usando otro tipo de condimento y el nivel del fuego de la cocina. —Nya, nya. —La próxima. Ahora disfruta de la carne hecho por Haruno-chan. Kuro obedeció a regañadientes las ordenes de Senji, comiendo la carne sazonada por Haruno. Terminando una despedida entre los dos. Llegando otro día. Senji se encontraba usando la herrería de alguien del pueblo, que fue amable de prestarle sus herramientas y el metal para comenzar a forjar algo. Con el metal ardiendo siendo agarrado por unas pinzas de metal. Golpeaba y golpeaba el trozo de metal ardiente con un martillo, comenzando a aplanar el metal para darle una forma de hoja curva. Siguiendo por unos minutos de seguir golpeando el metal la hoja ya estaba casi lista. Afilando ahora la cuchilla de la hoja dejando un brillante color blanco resplandeciente por lo bien pulido que estaba la hoja. Colocando por último la empuñadura y una funda de la katana de color negro y con un dibujo de una luna blanca brillando en la oscuridad de la funda que cubría la katana. —Nya, nya. Kuro hizo un maullido para llamar la atención de Senji que estaba absorto en la katana que había terminado de forjar. —Es un regalo para Zekka. Ella podrá manejar fácilmente esta katana… bueno, eso espero. Saliendo de la herrería y agradeciendo al dueño del lugar. Empezó a caminar por el pueblo y la katana enfundada llamando la atención de algunos pueblerinos. —¿Nya? —Es normal su reacción. Nadie andaría con una katana enfundada por las calles, especialmente en esta época. —Nya. Asintiendo el maullido de Kuro. Senji se encontraba muy cerca del hogar Miyamoto. [•___•] La anciana Miyamoto tenía un tic en el ojo derecho. Senji había llegado a su casa con una katana enfundada para su nieta, Zekka. Donde ella obviamente estaba muy feliz y entusiasmada por el regalo de Senji. —¡No deberías regalar algo como eso! —Espetó la anciana. —No deberías preocuparte. Zekka ya tiene habilidad suficiente para manejar una katana. —¡Si, abuelita! ¡Mira! En eso, Zekka enseño el manejo de sacar la katana de la funda y volverla a guardar sin fallar en el intento. —Ya ves. Solo falta un entrenamiento de pelear con la katana. —Ash… —resignación—. Tu la entrenaras para estar diciendo eso. —Claro. Es mi idea después de todo. —Bien. Dejare que entrenes a Zekka. Pero eso sí, quiero que estén antes que sol se ponga. —Por supuesto. Vamos, Zekka, a la colina para seguir entrenando. —¡Si!Sosteniendo la katana enfundada con cariño, empezó a seguir la espalda de Senji. —Dios. La anciana Miyamoto solo podía guardarse su enfado por las acciones de Senji al llevarse a su preciada nieta. [•___•] Estando en la colina. Zekka comenzó a tener una pequeña pelea de práctica con Senji. Donde Senji la instruía cada movimiento erróneo que tenía la pequeña Zekka. —Debes tener una guardia alta. Nunca hagas una cosa al momento de pelear. Debes estar preparada para un contrataque de tu enemigo. La katana de Zekka estaba cerca de conectar el cuello de Senji. Pero había dejado una abertura en su defensa. Recibiendo un pequeño golpe en su estómago dejándola tirada en el suelo por la falta de aire. —Deberías mejorar tus habilidades físicas. No sirve mucho si solo puedes hacer una cosa.  Aunque hay más cosas que solo eso. Algunas personas dirían que fuerza y velocidad. Pero si degasta rápido tu energía, ya no podrás usar tu velocidad y fuerza, porque deberías recuperar la energía gastada inútilmente. Así que primero deberías mejorar tu rendimiento físico. Por lo tanto, comienzo a correr diez vueltas hasta que tu cuerpo se rinda y caigas en el piso. —¡Si! Desde entonces, Zekka comenzó un riguroso entrenamiento. Corría todos los días por la colina, bajo la supervisión de Senji, quien lo acompañaba al terminar su jornada laboral. Los primeros días fueron especialmente duros: aunque el objetivo eran diez vueltas, debía completarlas sin detenerse, siempre llevándose al límite de su resistencia. Su cuerpo terminaba exhausto, las piernas le dolían intensamente, le faltaba el aliento y su sed solo podía calmarse con abundante agua para recuperar la estamina perdida. A pesar de la dureza del entrenamiento, Senji se aseguraba de que Zekka recibiera una alimentación adecuada, rica en proteínas, preparada por él mismo. Con el paso de las semanas, los efectos del entrenamiento comenzaron a notarse en el cuerpo de Zekka. Había llegado un punto en el que correr se sentía casi natural, como si sus pies flotaran sobre el suelo. La pesadez inicial en sus piernas desapareció por completo; ya no había rastros de dolor ni de fatiga muscular. Su respiración se volvió más profunda y controlada, permitiéndole mantener el ritmo sin sentir que se ahogaba con cada zancada. La resistencia física que antes apenas le alcanzaba para completar unas vueltas, ahora le permitía superarlas sin esfuerzo, con energía de sobra incluso al final del trayecto. Su postura al correr también había mejorado: más firme, más ágil, con una coordinación que hablaba de disciplina y constancia. Su cuerpo, fortalecido por la nutrición rica en proteínas que Senji le preparaba día tras día, comenzó a responder con mayor eficiencia. Los reflejos eran más agudos, los músculos más tonificados, y su capacidad de recuperación se aceleraba con cada jornada. Zekka no solo corría mejor; su cuerpo había cambiado. Se había convertido en una versión más fuerte, más resistente y más preparada de sí misma. —Bien. Ahora comenzamos un entrenamiento para mejorar tu capacidad de reacción —anunció Senji con tono firme, mientras recogía unas cuantas piedras del suelo. —¡Sí! —respondió Zekka con determinación, sus ojos brillando con el mismo fuego que lo había acompañado desde que comenzó su transformación. Esta vez, el entrenamiento tomaba un giro distinto. Senji, con una puntería precisa y una velocidad sorprendente, comenzó a lanzarle piedras, una tras otra. Al principio, Zekka apenas podía reaccionar. Las piedras silbaban en el aire, rozándole los hombros o golpeando el suelo a escasos centímetros de sus pies. Pero ya no era la misma persona de antes. Aunque su cuerpo aún se estaba adaptando al nuevo tipo de estímulo, su mente había sido templada a lo largo de las semanas. El agotamiento, la disciplina y la rutina habían afilado su concentración como una cuchilla. Cada piedra se convertía en una prueba de reflejos, pero también de temple. Poco a poco, sus movimientos comenzaron a fluir de forma más instintiva: un giro de torso aquí, un paso lateral allá, una inclinación mínima bastaba para evitar el impacto. No siempre lo lograba, pero cuando lo hacía, era por una fracción de segundo —esa línea delgada entre fallar y reaccionar a tiempo. Zekka no solo estaba esquivando piedras; estaba entrenando su percepción, su velocidad de pensamiento, y su capacidad de tomar decisiones bajo presión. Era otro tipo de resistencia, una que no se medía en kilómetros recorridos, sino en la rapidez con la que podía adaptarse al peligro. Después de varias rondas de piedras lanzadas con precisión, Senji finalmente bajó el brazo. Su expresión, siempre seria durante los entrenamientos, se suavizó un poco. Caminó hacia Zekka con pasos tranquilos, observándola con atención. —Lo hiciste bien —dijo con tono sereno. Zekka, aún respirando con rapidez, sonrió. El sudor le corría por la frente, pero sus ojos irradiaban orgullo. Había logrado esquivar la mayoría de los proyectiles, algo impensable para ella apenas unos días atrás. Pero justo cuando bajaba la guardia, Senji alzó de repente el puño y lanzó un golpe directo hacia su rostro. Sin pensarlo, su cuerpo reaccionó por instinto. Dio un paso hacia atrás, ladeó la cabeza y esquivó el ataque con una naturalidad que la sorprendió incluso a ella misma. Senji se detuvo, el puño suspendido en el aire, y una leve sonrisa apareció en su rostro. —Reflejos automáticos. Eso es bueno —murmuró, y entonces, sin previo aviso, apoyó su mano en la cabeza de Zekka, acariciándola con suavidad—. Has mejorado mucho... y en muy poco tiempo. Zekka bajó un poco la mirada, no por timidez, sino por la emoción que intentaba contener. Apenas habían pasado dos días desde que habían comenzado a entrenar su capacidad de reacción, y ya podía notar un cambio real en su cuerpo, en su mente… en todo. Esa simple caricia de reconocimiento por parte de Senji valía más que mil palabras. No solo era un gesto de aprobación, sino una señal de que iba por el camino correcto. Senji se acercó con dos shinai de bambú en sus manos. Le entregó uno a Zekka sin decir palabra, y luego retrocedió unos pasos, adoptando una postura serena pero lista para la acción. —Quiero ver cuánto has mejorado —dijo finalmente, con una calma que ocultaba la intensidad de lo que estaba por venir. Zekka sintió cómo una chispa se encendía en su interior. Apretó con firmeza la empuñadura del shinai y dibujó una sonrisa orgullosa. Sus ojos se fijaron en Senji con determinación. Sin esperar una señal, dio el primer paso hacia adelante y lanzó un golpe frontal, rápido y decidido. Pero Senji reaccionó como si hubiese leído sus intenciones. Desvió el ataque con un solo movimiento seco de su shinai, golpeando el suyo con tal precisión que el impacto hizo vibrar los brazos de Zekka y la obligó a retroceder un paso, ligeramente desequilibrada. Antes de que pudiera recuperar por completo su postura, vio venir otro ataque: un corte diagonal, veloz como un rayo. Su cuerpo reaccionó sin que tuviera que pensarlo. Saltó hacia atrás, esquivando por apenas unos centímetros el bambú que cortaba el aire. No hubo tiempo para descansar. Otro ataque llegó de inmediato. Luego otro. Y otro. Ahora era un verdadero entrenamiento de agilidad y reflejos, donde Senji no daba tregua. Cada golpe iba dirigido con precisión, pero con la intención clara de poner a prueba, no de herir. Zekka esquivaba, giraba, retrocedía, agachaba el cuerpo. Cada movimiento era una danza de velocidad, cálculo y reacción. Y lo más sorprendente para ella no era solo que lograba evitar los impactos… sino cómo lo hacía. Su cuerpo se sentía liviano, sus músculos respondían con fluidez, y el cansancio, que antes la obligaba a detenerse, apenas se asomaba. El entrenamiento físico, el control de su respiración, la resistencia mental, todo había culminado en este momento. Estaba más rápida, más ágil, y su mente más enfocada. Zekka se sorprendió al darse cuenta de que no solo estaba esquivando por instinto, sino que comenzaba a anticipar. Podía leer los hombros de Senji, su postura, los indicios de hacia dónde vendría el siguiente golpe. Ya no era una simple alumna intentando mantenerse en pie; era una combatiente en formación, avanzando paso a paso hacia algo más grande. Zekka comenzó a leer los movimientos de Senji con mayor claridad. Ya no solo esquivaba; ahora veía venir los ataques antes de que se completaran. Un giro de hombro, una leve apertura en los pies, la tensión en los brazos… señales sutiles que hablaban más fuerte que las palabras. Aprovechando un instante de apertura, se lanzó hacia adelante con un contraataque directo, apuntando al flanco de su maestro. Por un momento, sintió que tenía la ventaja. Pero Senji, con una precisión que solo los años podían ofrecer, giró el cuerpo con velocidad impresionante y descargó un golpe devastador. Un crujido seco resonó en el aire: el shinai de Zekka se partió en dos con un solo impacto. Zekka retrocedió, aún sujetando la mitad que quedaba del arma, respirando agitadamente. No por cansancio, sino por la intensidad del momento. Levantó la mirada hacia Senji, sorprendida... pero él simplemente sonreía. —Eso fue bueno —dijo, bajando su shinai—. Me alegra verte llegar tan lejos en tan poco tiempo. Zekka apretó los labios, sin saber si sentirse decepcionada por haber fallado o satisfecha por haber llegado tan lejos. Senji se acercó unos pasos y, con un tono más suave, agregó: —Tienes velocidad. Tienes reflejos. Tienes voluntad. Lo único que te falta ahora… es fuerza. Sus palabras no eran un reproche. Eran una señal de reconocimiento y un nuevo desafío. La última pieza del rompecabezas. Zekka asintió lentamente, aún sintiendo en sus brazos el temblor del impacto que destruyó su shinai. Sabía que ese golpe no era para castigarla, sino para mostrarle el límite que aún debía superar. Y si había algo que Zekka había aprendido en los últimos días… era que no había límites que no pudiera romper con esfuerzo. [•___•] Llegando a la casa Miyamoto. Senji se despidió de Zekka. —Mañana comenzaremos otro entrenamiento para mejorar tu fuerza. —¡Gracias, Senji! La inocente Zekka se despidió con un brillo reluciente de su maestro. —Ha mejorado mucho la pequeña Zekka. —Es gracias a ti. La anciana Miyamoto se encontraba atrás de Senji. —Aunque digas eso… todo recaí en la voluntad de Zekka. Si ella se hubiera rendido, no hubiera llegado a este punto. Creo que es lo suficiente capaz para defenderse… aunque sea para pelear, y no para sobrevivir en lo que llamamos sociedad. —Pero igualmente gracias por todo, Senji-san. —No me agradezca… es por el bien de Zekka. Mientras sea capaz de defenderse en el futuro de cualquier peligro, yo estoy feliz de haberla ayudado. —Así que te diste cuenta. —… Aunque fue demasiado tarde. —Si, tienes razón, en eso. Los dos miraron el cielo, se encontraba brillando de una forma antinatural. Pero Senji lograba ver mejor en el cielo. En eso… el pueblo comenzó a incendiarse. [•___•] Los niños lloraban. Los adultos gritaban. Los perros ladraban. Era un completo caos dentro del pueblo. El fuego consumía a las pobres almas inocentes. —¡Busquen a esa estúpida que mato a mi hermano! —¡Si señor! Los hombres con alas de murciélagos en las espaldas. Mataban a las personas que se encontraban estorbando el camino. Mientras buscaban un objetivo. La persona que había matado al hermano de su Maestro. Pasaron más de una semana buscando su paradero del demonio vagabundo que se había escapado del Inframundo luego de matar a su Maestro. No podían matar a la hermana menor de este dicho demonio vagabundo, se encontraba protegido por la familia Gremory. Así que solo podían buscar al criminal. Donde tuvieron suerte de encontrar el paradero de donde se escondía. Y era dentro de este pueblo humano ubicado en Japón. Mientras tanto la persona que era buscado. Se encontraba ayudando a los niños del orfanato revelando su verdadera apariencia. —¡Gracias, Onee-chan! —¡No necesitan agradecerme! ¡Solo escapen de este lugar! El fuego había consumado gran parte del orfanato. Quemando a dos niños en el camino. La pobre agitada y desesperado adolescente de cabello negro, con orejas de gatos y dos colas, con un kimono negro que se agitaba por lo apresurada que estaba al rescatar más niños como también de la señora Aoki. ¡Tengo que salvarlos! Lo repetía como un mantra en su mente. Rescatando un par de niños y dejándolos lejos del pueblo que se quemaba. Los niños solo podían obedecer las palabras de la persona desconocida que los rescataba. Otro par de niños siendo rescatados y corriendo a los otros niños que se encontraban oculto. —¡Señora Aoki! Grito la persona desconocida. —¿Quién eres? —¡Eso no importa! ¡Debo salvarla de este lugar! —Pero los niños… —¡No debe preocuparse! ¡Están alejado del pueblo en este momento! ¡Deberías ir con ello ya que nadie esta con ellos! Un trago de saliva. —Bien, llévame con ellos. —¡Señora Aoki! —¡Niños! ¡Me alegra que se encuentren bien! —Si… bien. La señora Aoki que vio los ojos de tristeza preguntó. —¿No lograron salvarse todo verdad? Asintieron. —Mii-chan y Satsuki-kun… no tuvieron suerte de escapar del fuego. —Oh… Dios. Lágrimas emergieron de los ojos de todos los niños, como también de la señora Aoki, que cuidaba y protegía a los niños como si fueran sus hijos. Enterarse que dos niños murieron en el fuego, golpeaba muy fuerte su pecho. —Bien mis niños. Es momento de irnos al siguiente pueblo. Si nos quedamos aquí, el fuego nos puede alcanzar. —¡Pero! ¡Qué hay de Senji-nii! —exclamó Haruno. —No deben preocuparse por Senji-san. El se encontraba en la casa de los Miyamoto. Debería haber escapado del pueblo con la anciana Miyamoto y su nieta. Ya que se encontraba en el otro extremo del pueblo. —… Bien. Haruno igual que la señora Aoki, solo podían rezar por el bienestar de Senji que haya escapado con los Miyamoto a otro pueblo. [•___•] —¡Ahí está! ¡Kuroka Tojo hoy vas a morir! Los demonios habían encontrado al objetivo. La persona desconocida llamado Kuroka Tojo se encontraba peleando con ellos. Defendiendo los pocos humanos que quedaban dentro del pueblo incediandose. —¡Escapen de este lugar rápido! Gritaba ella a los humanos congelados por el miedo. Antes de que pudieran escapar. Un fuego comenzó a consumirlo. Un demonio había lanzado magia de fuego. —¡Eres estúpida! ¡No vamos a permitir que humanos escapen de este lugar! —¡Malditos! La rabia invadió dentro de Kuroka. Lanzándose al ataque a los demonios que estaba cerca de ella. —¡No eres nadie comparado con nosotros los demonios de sangre pura! Círculos mágicos aparecieron en las palmas de los demonios. Diferentes tipos de magia fue lanzado hacia Kuroka que se movía como una bestia con intención de matar a sus presas. Algunos ataques llego a Kuroka. Sangrando levemente en las heridas superficiales de su cuerpo. Pero había matado fríamente a los demonios arrogantes. —¡Necesitamos más ayuda! Gritaban los demonios que escapaba de las garras de Kuroka. El mensaje había llegado a su Maestro. —¡Mueran! ¡Mueran! Kuroka mataba a los demonios con sus garras cortándolos del cuello. Su furia no permitía ver bien su entorno, como también en el cielo.  Matar los demonios que estaban en su alcance nublaba su juicio. Luces brillantes habitaba en el cielo. ¡Boom! ¡Boom! Explosiones impactaron en el pueblo. Eliminando por completo sin dejar rastro que había un pueblo anteriormente. [•___•] Zekka que había entrado a su casa. Salió rápidamente por el miedo. —¡Porque el pueblo está incendiándose! —Anciana Miyamoto… —Haah… bien, entiendo lo que quieres. La anciana había noqueado a Zekka. —Eh… —Que hábil eres. —En mi juventud practique diferentes artes marciales. —Ja, ja, ja —una débil risa escapo de Senji—. Bien, me quedare en el pueblo. Deberías escapar junto a Zekka. Hay entidades peligrosas rondando dentro del pueblo. —No era necesario que digas eso. Ya pensaba escapar de este lugar… pero cuídate, Senji. —Gracias… me divertí mucho. Incluso no tengo arrepentimiento en mi vida. La anciana que caminaba con su nieta que sostenía fuertemente la katana que había recibido de regalo, se detuvo al escuchar lo que dijo el propio Senji. —Hablas como si fueras a morir en este lugar. —Hmph. Quien sabe. Empezó a correr. Sin mirar atrás a la anciana que cargaba a su nieta en la espalda. —Dios… puedo confiar en ti… aunque me sienta traicionada la vez que perdí a las personas que amaba… salva por lo menos la vida de ese chico. Orando hacia una entidad muerta. No había suerte de que su plegaria fuera escuchada por una entidad divina. Llegando escapar del pueblo, miró instintivamente a su pueblo natal. Solo para horrorizarse por la fuerte explosión de luz que era presenciado para todos los pueblos cercanos. Cayendo de rodillas con su nieta siendo cargada en su espalda. Lágrimas cayeron. Otra vida que apreciaba se había perdido por la crueldad de este mundo. [•___•] Las brasas ardían entre los restos del pueblo reducido a cenizas. El cielo ennegrecido seguía escupiendo humo y luz temblorosa, y los ecos del desastre aún resonaban como un susurro infernal. En medio del vacío del pueblo. Senji se encontraba gravemente herido. La explosión había caído cerca de él. —¡Es mi culpa! ¡La culpa es mía por quedarme en este lugar! Lloraba Kuroka con desesperación, remordimiento y culpa. —No te culpes… No te culpes… Solo fueron suceso desafortunado que ocurre en la vida. Por eso, no te culpes. Estirando el brazo ensangrentado en la mejilla de Kuroka. Intentaba eliminar las lágrimas que caían, pero ensuciándola de sangre inútilmente. —¡Aunque digas eso! ¡Es mi culpa que todos murieran! —gritó, la voz quebrada por el dolor, mientras sus manos se aferraban a las ropas desgarradas de Senji. Su respiración era pesada, su cuerpo encorvado por el peso de la culpa. Entonces, Senji alzó su mano temblorosa. Con suavidad, posó su dedo índice sobre los labios de Kuroka. —Shhh… El gesto la paralizó. —Solo fue mala suerte… —dijo con voz rasposa pero firme—. Todos… tenemos mala suerte, Kuroka. Es parte de este mundo podrido. Kuroka lo miró con los ojos abiertos, respirando agitadamente, sin poder contener las lágrimas que seguían cayendo. Senji desvió la mirada hacia el cielo, su rostro endurecido por una lucidez dolorosa. —Los responsables de esta masacre no eres tú —continuó—. Los verdaderos culpables son ellos. Con lentitud, levantó el brazo ensangrentado y extendió un dedo hacia el cielo. Allí estaban: siluetas de demonios flotando entre las nubes, observando con frialdad lo que habían provocado. Figuras de oscuridad, los ojos brillando con crueldad, como buitres esperando que los restos terminen de arder. —Demonios… —susurró Senji—. Ellos lo arruinaron todo. Kuroka siguió la dirección de su dedo, y el dolor en su pecho se mezcló con una rabia sofocada. —No tú… —repitió Senji con firmeza—. No fue tu culpa. Sus palabras eran un escudo débil, pero necesario, frente al abismo que amenazaba con tragarla por completo. —Tienes que vivir… —agregó—. Ser fuerte. No para vengar a los muertos… sino para proteger a los vivos. Senji comenzó a levantarse lentamente, tambaleándose. Su cuerpo estaba al límite, pero algo dentro de él no le permitía quedarse en el suelo. A su lado, Kuroka se alarmó al ver su esfuerzo. —¡No debes moverte! —exclamó, intentando sostenerlo—. ¡Debemos escapar ahora si queremos salvar tu vida! Pero Senji no respondió. Su mirada estaba fija en el cielo, donde las figuras oscuras aún flotaban como presencias amenazantes. Dio un paso hacia adelante, ignorando el dolor que lo atravesaba. —¿Y dejar que los demonios se salgan con las suyas…? Jamás. Sus piernas temblaban, pero no se detuvieron. Cada paso era pesado, pero firme. Kuroka lo observaba con el corazón en un puño, incapaz de detenerlo. Fue entonces cuando algo llamó su atención entre los escombros: un reflejo tenue, apenas visible bajo la ceniza. Un trozo de metal calcinado, deformado por el calor. No parecía útil. No era un arma. No tenía filo ni forma definida. Pero para Senji, era suficiente. Se agachó con esfuerzo, recogió el pedazo de hierro, y lo sostuvo con ambas manos. —No necesito algo perfecto… solo algo que me permita eliminarlos. Y así, con ese simple fragmento como símbolo de su voluntad, volvió a mirar al cielo. No como alguien que huye, sino como quien ha decidido resistir, incluso si el mundo parece haberse derrumbado a su alrededor. Las orejas felinas de Kuroka se agitaron con un leve hormigueo. Una sensación incómoda recorrió su cuerpo. Algo estaba cambiando. Sus ojos se posaron en el metal ennegrecido que Senji sostenía. No era más que un fragmento chamuscado, sin forma aparente… y, sin embargo, había algo en él. Algo que no entendía. —¿Qué vas a hacer…? —preguntó, dando un paso hacia él, con el miedo latiendo en su voz. Senji no la miró. Sus ojos seguían enfocados en el cielo, donde los demonios de sangre pura flotaban como sombras en lo alto. —Voy a protegerte —dijo simplemente. Kuroka frunció el ceño, desconcertada. —¿Protegerme…? ¿De qué hablas? Senji negó con la cabeza, despacio. —Ellos… nunca vendrán por tu vida. —¿Qué quieres decir con eso? Hubo un silencio breve, tenso. El aire se volvió más pesado. —Significa que no se irán de aquí… porque yo no los dejaré —respondió con una voz helada—. Voy a eliminar a todos y cada uno de esos demonios. El fragmento de metal calcinado empezó a brillar, lento al principio, como si respondiera a la convicción de su portador. Pequeñas chispas brotaron de su superficie, envolviéndolo en un resplandor tenue pero creciente. Kuroka dio un paso atrás, incapaz de creer lo que estaba presenciando. —Senji… detente. ¡No hables como si te estuvieras despidiendo! Él finalmente se giró hacia ella y sonrió. Era una sonrisa tranquila, serena, llena de una aceptación que dolía más que cualquier herida. —Porque lo es —dijo con suavidad—. Es una despedida. Kuroka lo miró con los ojos abiertos, temblando. —¡No… no puedes…! —¿Sabes? —murmuró Senji, con la vista al cielo—. Viví una vida simple, pero divertida. Nunca me imaginé encontrarme con un yokai tan testaruda como tú. Y si me hubieras contado la verdad desde el principio… no me habría molestado. En absoluto. Las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Kuroka, sacudida por una mezcla de impotencia y dolor. —¡Detente, por favor! ¡No lo hagas! Senji no respondió. Solo respiró profundo una última vez… y con el trozo de metal brillante, hizo un movimiento en diagonal como si fuera una espada. El aire pareció partirse con el movimiento. Con un solo corte, el cielo se rasgó como una tela delgada. Una línea de luz brillante lo cruzó de lado a lado. En un instante, todo se detuvo. Las figuras oscuras que flotaban en lo alto desaparecieron. No hubo gritos, ni explosiones, solo un silencio profundo. Como si nunca hubieran estado allí. Kuroka cayó de rodillas, temblando, mirando fijamente hacia arriba. El cielo estaba despejado. Y Senji, aún de pie, sostenía el metal con ambas manos. Ya no brillaba. Solo quedaba su figura, recortada contra el resplandor de la destrucción… y la paz. Kuroka aún temblaba cuando notó algo extraño. La figura de Senji comenzó a deshacerse lentamente, como polvo llevado por una brisa suave. Partículas de luz celeste se desprendían de él, flotando en el aire con un resplandor sereno pero desgarrador. —No… no… ¡Senji, no! —gritó, con la voz quebrada, alzándose torpemente mientras las lágrimas le nublaban la vista—. ¡No te vayas! ¡Por favor! Senji la miró con dulzura. Su cuerpo ya casi no era más que un contorno etéreo envuelto en luz. Dio un paso hacia ella, o al menos lo intentó. Aún con su forma deshaciéndose, alzó una mano temblorosa y rozó la mejilla de Kuroka por última vez. Su caricia fue cálida, como un recuerdo que se niega a desvanecerse. —Kuro… —murmuró con voz apenas audible, pero cargada de todo el cariño, la confianza y la historia compartida—. Gracias por todo. Y entonces, con una última sonrisa, se desvaneció por completo. —¡SENJI! —el grito de Kuroka rompió el silencio. Cayó al suelo, vencida por la tristeza, el pecho agitado por sollozos incontrolables. El eco de su llanto se extendió como un lamento que la tierra misma pareció guardar. El cielo permanecía despejado. En lo alto, solo quedaba la estela tenue de aquellas partículas que se disolvían poco a poco. Kuroka, con el corazón hecho pedazos, abrazó la nada. Pero en su interior, el calor de aquella última caricia jamás se apagaría. [•___•] Ahora compartiré las imágenes que me hubiera gustado colocar de portada. Pero la IA no quiso hacer bien su chamba, cara triste, buscaba Kuroka llorando en el pecho de Senji. No voy a compartir lo que me salio cuando dije que quería que Kuroka llorara en el pecho de Senji. Anda caliente la IA, solo puedo decir eso, hasta Yaoi hubo... Este si le puedo compartir, no es tan explicito. Igual que las siguientes: Si se preguntan por los ojos de Kuroka, la verdad buscaba en Senji, tuve que hacer por separado para que salga lo que quería, aquí las muestras: Ya mismo que las usos para crear una historia de Senji Muramasa (Anomalía) en Tokyo Ghoul, van a quererlo matar al principio por lo raro de sus ojos xD. Bueno, me voy a despedir. Las imágenes explicitas de Kuroka encima de Senji se encuentran aquí, aunque siendo sincero no son tan explicitas, pero ya una vez Wattpad me elimino una imagen de Kiba Yuto vestida de maid, quien entiende a Wattpad: https://pixai.art/es/@izayou901/artworks
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)