Drabbles Mystrade

El papel cayó con un chasquido sobre la mesa. Frente a esto, Mycroft Holmes se presentaba, sonrojado y sudoroso, y con las manos aferradas a su paraguas. Greg levantó la vista de los informes y alzó una ceja ante el extraño aspecto de aquel hombre siempre tan pulcro e impasible. —¿Mycroft? —preguntó alzando una ceja—. ¿Puedo ayudarte? El político había irrumpido en la oficina del inspector sin llamar a la puerta. —Y-yo..., quería saber si tú..., bueno si tú...—tartamudeó nervioso Mycroft—. Si tú quisieras ir conmigo esta noche—finalizó, señalando el papel que había tirado sobre la mesa. Greg siguió la dirección marcada por el dedo de Mycroft. El papel estaba escrito en letras cursivas "Hotel Claridge's". El inspector levantó la vista con una sonrisa en el rostro. —Me encantaría Mycroft —Mycroft agachó la cabeza y respiró aliviado—, pero... —el político levantó de nueva la vista con un aspecto alarmado. Lestrade tomó la tarjeta con su mano derecha y la alzó—, ¿No será demasiado? Ahora fue Mycroft el que, con los músculos más relajados, esbozó una sonrisa. —Oh, por favor Greg, me gustaría mucho llevarte allí, tienen una lubina con trufa y un cuello negra exquisito. —De 46 libras esterlinas —puntualizó divertido Lestrade. —Te invitaría con gusto a las 64 libras esterlinas que cuesta el filete a la pimienta. —Lo peor es que sé que no estás bromeando. —Nunca lo hago —aclaró Mycroft—. ¿Aceptas entonces? —Sí estás preparado para asumir un beso en los labios al final de la noche sí —se burló Lestrade. El rubor incendió el rostro de Mycroft. —T-tú...t-tú... —Te recojo esta noche en tu casa —le interrumpió Greg, disfrutando de cómo sus palabras habían conseguido llamar al otro hombre. Se levantó de la mesa y se dirigió hasta Mycroft y, una vez junto a él, se inclinó para besar una de sus ardientes mejillas—. Soy un caballero. Tras decir esto, se encaminó hacia la puerta de su despacho y la atravesó, dejando al impasible "Hombre de Hielo" congelado en el sitio.