ID de la obra: 832

En la madrugada enfermo

Slash
PG-13
Finalizada
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
3 páginas, 1.007 palabras, 1 capítulo
Descripción:
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En la madrugada enfermo

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Sintió el frescor del paño húmedo en su frente. Las gotas de agua se deslizaron por su cara hasta llegar a sus ojos, interrumpiendo así su sueño. Edward se revolvió sobre el sofá. —Mmh… —refunfuñó, sin abrir los ojos, al notar el dolor en su cabeza. —Ten cuidado —le instó una dulce voz a su lado. Edward trató de abrir los ojos, cegado por una brillante luz que le enfocaba directamente a la cara, tratando de descubrir al autor de aquella cálida voz. —¿Dónde estoy? —preguntó confundido, alzando la mano para tapar sus ojos, protegiéndoles de la cegadora luz. —Tranquilo, Edward —respondió la voz, acariciándole la cabeza nuevamente con el paño—. Soy yo, Oswald. Estás en casa —Cobblepot vió la incomodidad que la luz provocaba en los ojos de su pareja—. Espera un momento, bajaré la intensidad de la lámpara. Acto seguido, Edward pudo notar como la luz se atenuaba hasta lograr un efecto de penumbra de lo más confortable. —¿Qu-qué es lo que ha pasado? —preguntó nuevamente Nygma cada vez más confundido, y consiguiendo por fin abrir los ojos. —Shh… —Oswald le plantó un suave beso en la frente—. Me has despertado a las 2 de la mañana; estabas en el baño, vomitando por todos lados mientras gritabas  que lo sentías mucho por todo y que Isabella era una zorra —explicó, sin poder evitar esbozar una leve sonrisa al recordar aquellas declaraciones de madrugada, producto del delirio de la fiebre. Edward abrió los ojos espantado, aunque no tardó mucho en cubrirse la cara nuevamente con las manos; en parte para aplacar un nuevo golpe de dolor que en ese momento le había atacado, pero también por la vergüenza que le produjo imaginarse el bochornoso espectáculo que había dado aquella noche…sin contar que había molestado en el proceso a Oswald. —¿Qué hora es? —susurró. —Las cinco de la madrugada —respondió Oswald, escurriendo el trapo en un barreño, que había colocado junto al sofá, para ponerlo posteriormente en la ardiente frente de Edward. —No me lo puedo creer —negó Edward, disgustado—. Lo siento tanto Oswald. Oswald lo miró y con una sonrisa le preguntó: —¿Qué sientes el qué? ¿Estar enfermo? Edward negó nuevamente. —Mantenerte despierto hasta tan tarde -aclaró. Oswald tambien negó. Se inclinó hacia delante hasta llegar casi a los labios de Nygma y le susurró: —Escúchame bien, ¿Crees que estoy enfadado? —preguntó, antes de continuar—. No hay nada en esta vida, que me haga más feliz que estar a tu lado. Eso incluye tus buenos momentos pero también los malos. Quiero estar en tus triunfos pero también en tus fracasos, para ayudarte a levantarte o demostrarte que tu puedes solo, aunque sepas que me tienes. En tus sonrisas, pero también en tus lágrimas, para dejar que fluyan hasta que ya no ardan, con mis manos sobre tu cara. En tus alegrías, pero también en tus enfados, para ayudarte a calmarlos. En tus momentos de calma, pero también en tus tormentas de nervios y ansiedad… —se detuvo por un instante—, puede que no para decirte algo, todos sabemos que a veces las palabras son inútiles, pero si para abrazarte hasta aplastar todos tus miedos -le miró—. Me hace muy feliz cuidarte.Y si me preguntas por qué, la respuesta es fácil: Te amo. Edward se acercó suavemente para rozar los labios de Oswald, pero tuvo que alejarse rápidamente cuando sintió que un ataque de tos comenzaba a abrirse paso por su garganta con la intención de estallar con violencia. Oswald acarició la espalda de su pareja mientras éste sufría los espasmos de la tos: —Shh…Tranquilo Edward, respira con cuidado —susurraba. —Quiero besarte —sollozó Nygma. —Ya lo sé —le tranquilizó Oswald, sin dejar de acariciarle suavemente-. Pero es más importante que descanses -finalizó, con un beso en la caliente frente del enfermo. Edward se acurrucó al cuerpo de Cobblepot. A pesar de sudar sin control, quería sentir el calor reconfortante del cuerpo del Pingüino. Su presencia le calmaba y sus palabras le transmitían una paz sin igual. —Yo también te amo— respondió. Oswald se inclinó para poder darle un beso en la frente. Habría sido una noche realmente agotadora, le había costado tanto trabajo frenar a un Edward desquiciado por la fiebre que por un momento temió por su seguridad, incluso había llegado a plantearse el dejarle inconsciente. Pero no quería hacerle daño, así que pensaba gastar todos sus recursos antes de llegar a esos extremos. Al final, solo se le ocurrió algo más para probar: se había puesto frente a él y le había besado. Edward, embriagado por el amor de aquel beso, se tranquilizó, y se había dejado llevar, casi a rastras, hasta el sofá del comedor. —¿Quieres comer algo? —le preguntó—. Sé que es algo pronto, pero me muero de hambre- confesó- ¿nos tomamos el desayuno? —¿Y si mejor tomamos un tentempié y ya más tarde desayunamos? —respondió pícaramente Edward. —Menudo goloso estas hecho —rió Oswald. Edward lo miró con ojos apenados. —Estoy malito —se defendió y, en voz más baja, añadió—. Y me encanta comer contigo. —A mi también me gusta comer contigo —respondió Oswald. añadiendo luego también en voz más baja-. Y comerte…  Edward se sonrojó al instante. Oswald le sonrió y le besó la punta de la nariz de forma juguetona. —¿Crepes? —sugirió. A Edward, aún rojo por la ocurrencia de su pareja, se le iluminaron los ojos: —¿Con sirope de chocolate? —preguntó a su vez. —Todo el que quieras —respondió Cobblepot acariciándole el pelo. Edward le dio un beso rápido en los labios y le sonrió- —Hay que aprovechar los momentos que la tos me deja —explicó. —Claaaro…, como si te hicieran falta excusas para darme un beso —se burló Oswald. ... Cuando aquella mañana el sol al fin salió, los encontró tirados contra el sofá, abrazados el uno al otro. Los platos con los crepes fríos, a la mitad y cubiertos por grandes cantidades de sirope descansaban sobre la mesita del comedor justo frente a ellos. Sin duda un buen aperitivo para que alguien enfermo pueda sobrevivir hasta la hora del desayuno…
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