Capítulo 1
12 de septiembre de 2025, 21:42
El cielo estaba cubierto de cenizas, y una brisa suave arrastraba los restos de la batalla que acababa de terminar. Las ruinas humeantes del campo dejaban escapar un silencio que pesaba más que cualquier grito anterior. El equipo estaba agotado, heridos y manchados de sangre, pero se acercaban lentamente hacia el centro del cráter, donde Sentry yacía de rodillas, con la mirada perdida en el horizonte. Su cuerpo temblaba, no de debilidad, sino de miedo. Había vuelto a controlar al Vacío, pero a un precio devastador. El suelo bajo él estaba quebrado, como si la misma tierra hubiera sentido su lucha interna. No decía nada, solo respiraba con dificultad, sus ojos inundados de culpa.
Fue entonces cuando Bucky dio el primer paso. Se agachó a su lado, sin decir una palabra, y apoyó una mano firme sobre su hombro. Después lo hizo Yelena, con la mandíbula apretada y los ojos humedecidos, como si nunca hubiera esperado ver a Sentry así de humano. Uno a uno, los demás se acercaron: Ghost, con su forma desvaneciéndose suavemente; Taskmaster, bajando la cabeza en señal de respeto; Red Guardian, con un gesto casi paternal. Rodearon a Sentry, y sin necesidad de palabras, lo abrazaron. Sentry no respondió de inmediato. Parecía no entender por qué lo tocaban, por qué no lo rechazaban. Pero entonces cerró los ojos y dejó que sus brazos, lentos y pesados, envolvieran a quienes alguna vez lo temieron. Por primera vez en mucho tiempo, no se sentía un arma. Se sintió humano. Se sintió perdonado.Y mientras el sol empezaba a asomarse entre las nubes grises, todos permanecieron allí, en silencio, abrazándolo, como si con ese gesto pudieran contener la oscuridad un poco más. De pronto se escuchó un ruido ensordecedor antes de sentir su cuerpo volar por el aire y todo se volviera negro
El pitido constante de las máquinas llenaba la habitación con un ritmo tenue, casi hipnótico. La luz del amanecer se filtraba por la persiana entreabierta, proyectando líneas doradas sobre las paredes blancas. Todo olía a desinfectante y a algo metálico, como si el aire estuviera impregnado de recuerdos que no terminaban de desvanecerse. Bucky respiraba con lentitud. Su rostro estaba cubierto de pequeños cortes y su ceja izquierda aún mostraba un rastro de sangre seca. Tenía el brazo metálico apoyado sobre la sábana, quieto, casi inerte, como si no formara parte de él.De pronto, sus dedos se movieron. Apenas un leve espasmo. Luego frunció el ceño y entreabrió los ojos. La luz le molestó al principio, y su cuerpo entero protestó al intentar moverse. Despertó desorientado. No recordaba exactamente cómo había terminado allí, solo fragmentos confusos: fuego, gritos, una explosión, el impacto contra el suelo... y luego, nada.Intentó incorporarse, pero el dolor lo obligó a quedarse quieto. Cada músculo ardía como si lo hubieran pasado por una tormenta. Giró la cabeza lentamente y reconoció a Yelena y a Walker hablando con alguien, un doctor, un poco más allá estaba Alexei
- ¡Eso es imposible! - dijo Ava – ¡es un alfa! ¡un maldito alfa! Todo mundo lo sabe- Y los alfas definitivamente no quedamos embarazados - gruño Yelena- Es por eso que es tan importante intervenir al sargento inmediatamente. Cada segundo que pasa su situación se agrava – dijo el medico- Esperen – dijo Walker – debe haber una respuesta lógica- ¡Si, como no! – dijo Yelena – ¿un alfa embarazado, y tú quieres una respuesta lógica?- Tal vez no es alfa – dijo Bob – no se- ¡Es la mejor máquina de matar que creo la madre Rusia! – grito Alexei – ¡por supuesto que es un Alfa!- ¡Uno embarazado! – dijo Taskmaster- ¿Qué paso? – dijo Bucky tomando más conciencia- Sargento Barnes – dijo el médico – necesitamos intervenirlo inmediatamente. Su vida corre peligro- Mi cabeza – dijo este cerrando los ojos- Bucky – dijo Yelena –, explícale al doctor que eres un alfa- ¡El orgullo de la madre Rusia! – dijo Alexei- Soy americano – dijo el sargento frotándose la sien- ¡Así que es imposible que estés embarazado! – concluyo Yelena ignorando el comentario de Bucky- ¡¿Emba…?! – susurro Bucky sorprendido – ¡ay no! – dijo hundiendo los hombros – ¿está seguro? – preguntó con un hilo de voz- Si señor – dijo el médico mientras Bucky se pasaba las manos por la cabeza- No parece sorprendido – dijo Alexei sorprendido- ¡Me va a matar! – susurro poniéndose de pie- ¿Por qué pareciera que está confirmando esa estupidez? - dijo Walker sin dejar de ver a Bucky- ¡Si antes estaba furioso – dijo Bucky –, ahora si me mata! ¡tengo que salir de aquí!
Entonces, del otro lado del pasillo, se escucharon las voces. Primero lejanas, luego más nítidas. “¡Capitán!” “¡Sam, una palabra!” “¿Cómo terminó la operación?” “¿Es cierto que Sentry se rindió?” “¿Qué pasó con el Vacío?” “¿Están los Thunderbolts disueltos?” El murmullo crecía como una ola, acompañado por el chasquido incesante de las cámaras. Bucky casi podía ver como los reporteros se agolpaban en los pasillos, se empujaban entre sí buscando una imagen, una reacción, un gesto. El ruido no tardó en llegar hasta la puerta de la habitación. Afuera era una tormenta de flashes. Dentro, todo seguía quieto. Nadie se movía. Nadie decía nada.Y de pronto, la puerta se abrió con un golpe seco.Sam Wilson entró, alto, imponente, con el traje del Capitán América cubierto de polvo y rasguños. Aún llevaba las alas plegadas a la espalda, y la estrella blanca brillaba apagada bajo la luz hospitalaria. No saludó. No sonrió. Solo lanzó una mirada rápida a Bucky y luego a los demás. Su rostro estaba tenso, su mandíbula apretada. Cerró la puerta detrás de él con fuerza, apagando el bullicio del pasillo de golpe.El silencio que quedó fue brutal.Sam se quedó de pie un momento, respirando hondo, como si necesitara contener algo que no quería decir aún. Cada milímetro de su cuerpo expulsaba letalidad, y en ese instante, todos supieron que las palabras que venían no iban a ser fáciles.
- Capitán Wilson – dijo el médico – no es recomendable que este aquí en estos momentos- Sam – dijo Walker – entiendo tu preocupación, pero en estos...- ¡Te dije que no fueras a esa misión! - gruño el moreno- ¡Sam, escúchame por favor! - suplico Bucky con un hilo de voz y la mayor de las desesperaciones y todo su equipo volcó a verlo atónito ¿qué rayo pasaba allí?- Te repetí hasta el cansancio que no tenías nada que probar – dijo Sam con voz fría - pero nunca me escuchas- ¡Sam, por favor! - suplico Bucky ¿con lágrimas en los ojos?- No contestabas mis mensajes para que no te rastreara – siseo el moreno- Escúchame – suplicaba Bucky empezando a sollozar abiertamente- Hermano deja que te explique – dijo una voz desde la puerta y su expresión era calmada, casi sonriente, transmitía confianza y cercanía. Parecía uno de esos soldados que mantenían la moral alta incluso en medio del peligro – debe haber una razón.- Perdón – suplico Bucky llorando por lo bajo mientras se cubría la boca- Bucky ¿qué hago si te pasa algo? - dijo Sam – ¿qué hago? Parece que yo no te importo- Sam – dijo su amigo y el moreno se pasó las manos por la cara dándole la espalda a Bucky- ¿qué es ese olor? - dijo Sam encarándolo y olfateando a su alrededor - ¿por qué hueles?, ¡tú no hueles!- De hecho, huele a ti – dijo Taskmaster mientras todos olfateando el ambiente- ¿por qué un alfa huele a otro como si... – dijo Yelena y todos miraron a Bucky que lloraba un poco más fuerte- Bucky – dijo Riley con la voz más calmada que pudo – hay otro olor en ti, a parte del de Sam. Es débil pero el olor esta allí - y la vista de Sam viajo hasta el vientre del sargento- ¡yo no lo sabía! - decía llorando con desesperación – te juro que no lo sabía. Si no jamás hubiese aceptado la misión. Yo jamás pondría mi bebe en peligro. Tienes que creerme, alfa ¡yo no lo sabía!
Sam se pasó las manos por la cara mientras el llanto de Bucky se intensificaba. El moreno cerró los ojos y respiro profundo varias veces. Todos opinaban a la vez, el doctor solo repetía que la vida de Bucky estaba en peligro al ser un alfa. Riley hablaba de los medios afuera, Yelena y Alexei discutían sobre el cuarto rojo. Ava y Walker discutían lo irreal de la situación
La habitación olía a antiséptico y a sudor rancio. La luz del mediodía entraba tamizada por las persianas, proyectando líneas suaves sobre el rostro inmóvil de Bucky. Sus párpados apenas se movían, su respiración era constante, mecánica, como si su cuerpo se mantuviera despierto solo por costumbre. Alrededor de la cama, el ambiente se cargaba. Sam estaba de pie, con los brazos cruzados, el traje del Capitán América aún sucio de la pelea. Observaba fijamente a Bucky, sin moverse, pero sin hablarEl médico, con la bata arrugada y una tableta en la mano, acababa de terminar de hablar. Nadie dijo nada. Red Guardian fruncía el ceño, con las manos en la cintura, moviendo los pies con impaciencia. A su lado, Yelena alzaba una ceja, con la mandíbula rígida y los brazos apretados contra el pecho. Su mirada pasaba del médico a Bucky, como si buscara una respuesta que no llegaba.
Ghost, en un rincón, permanecía casi inmóvil, pero su respiración era más rápida. Cada tanto, flexionaba los dedos, como si estuviera conteniéndose. Taskmaster se apoyaba contra la pared, con los brazos cruzados, y ladeaba la cabeza en silencio, evaluando, juzgando. El doctor bajó la vista hacia la tableta, deslizó el dedo con lentitud y volvió a alzarla. Sam negó con la cabeza, apenas un movimiento. La tensión se hizo más evidente. Red Guardian dio un paso hacia el doctor, alzó una mano, y luego la bajó, con un gesto que era mitad frustración, mitad resignación. Yelena cerró los ojos un instante. Cuando los abrió, caminó hacia la cabecera de la cama y observó a Bucky como si esperara que él pusiera orden, pero era más que evidente que seguía en shockGhost se acercó con pasos suaves. Se detuvo junto al monitor que marcaba el ritmo de los latidos. Los observó unos segundos, luego alzó la mirada hacia Sam, como si esperara que él decidiera por todos. Sam no se movía. Su rostro no mostraba nada, pero sus dedos se apretaban sobre su antebrazo. Finalmente, soltó los brazos y dio un paso hacia Bucky. La habitación se llenó de silencio denso, como si todos contuvieran el aire. Solo el pitido del monitor que se aceleró.
- Si no dejas de llorar, te vas a arrugar completamente – dijo Sam suavemente limpiándole el rostro y sonrió cuando Bucky lo miro – y ese bebe te va a confundir con su tatarabuelo. Bueno, la edad la tienes – y ambos sonrieron –. Te voy a hacer una pregunta y necesito que la pienses muy bien. Ya habíamos hablado de tener hijos, y todos los cambios que eso traería. Ahora te pregunto ¿quieres...?- ¡Es mi bebe y lo quiero! – dijo Bucky de manera tajante- No Buck, no es tu bebe – dijo Sam – es nuestro bebe y lo queremos – concluyo mientras sus labios se curvaban en una sonrisa – ¡los dos!- Es un alfa – repitió el medico por enésima vez –. Si el embarazo no se interrumpe podría...- Le agradecemos la atención, pero hoy mismo abandonaremos el hospital – dijo Sam abrazando a Bucky- Gracias – susurro el sargento- No puede – dijo el medico- ¿Perdón? - dijo Taskmaster- Ese bebe ese un milagro – dijo el hombre – no pueden...- ¿y este quien se cree para darnos ordenes? – dijo Ava- Hasta hace treinta segundos se quería deshacer de él – dijo Alexei- Ira a donde sea que deba ir, y traerá el alta de nuestro amigo en este momento – ordeno Walker- No dejare que se vaya – dijo el medico- Ahora vengo – dijo Riley y salió lo más deprisa que pudo- Va a firmar esa alta – siseo Gosth- No queremos problemas – dijo Sam –, solo haga de cuenta que nunca vinimos...- No puedo capitán Wilson – dijo el médico –, debo informar al gobierno- ¡Querrán que le entregue a mi bebe! – dijo Bucky aterrado. En ese momento no era un soldado, solo una madre desesperada intentando salvar la vida de su hijo- ¡Sargento, usted es un alfa! – dijo el médico – ellos le podrán ayu...- ¡Mataran al niño! - dijo Gosth. Yelena se movió deprisa entre todos y tomo el control, mientras Walker protestaba diciendo que no era momento para ver televisión- ¡nosotros hicimos eso! - dijo Yelena dándole volumen al noticiero donde hablaban sobre los estragos en la torre –¡pero será nada al lado de lo que le haremos a su hospital si no firma ese maldito alta en este momento! - Y todos los presentes lo miraron seriamente- Y yo les ayudare – dijo Sam- El helicóptero llegar en diez minutos – dijo Riley – ¿ya firmo? No queremos que llegue tarde a su cita con su novia Elisabeth Grant en el Riu y su esposa se entere que no tiene turno esta noche- No sé de qué... – dijo el médico atónito- ¡Firme la maldita alta – grito Bob – o saldrá directo a la morgue! - y todos los presentes miraron al médico mortalmente serios
Veinte minutos después la pista del hospital estaba despejada, pero el zumbido del helicóptero rompía el aire con fuerza insistente. Las aspas giraban con violencia, levantando ráfagas de polvo, hojas y pequeñas piedras que azotaban las botas de los que esperaban junto a la camilla. Sam caminaba al lado de Bucky, una mano firme sobre la barandilla de la camilla mientras los paramédicos la empujaban hacia la rampa trasera. El traje de Capitán América ya no estaba, estaba en su bolsa de mano, nada era más importante en ese momento que el deber con su familia. Llevaba ropa civil, oscura, sencilla, pero sus pasos seguían sonando con autoridad.
Bucky tenía los ojos abiertos. Estaba pálido, más flaco de lo que recordaban, con el cabello desordenado y los labios agrietados. Respiraba con esfuerzo, pero se mantenía alerta, moviendo apenas la cabeza para seguir a Sam con la mirada. No hablaba. No hacía falta. A su alrededor, su equipo se mantenía cerca. Yelena caminaba en silencio, sin perder de vista a Bucky ni un solo segundo, sus dedos enredándose una y otra vez en el dobladillo de su chaqueta. Red Guardian se colocaba detrás de la camilla, vigilante, como si pudiera proteger a Bucky de todo lo que el mundo aún le debía. Ghost avanzaba en diagonal, ligera, casi flotando, mientras Taskmaster cerraba la formación desde atrás, con el paso lento y medido, observando todo.Bob caminaba junto a los demás, con su traje colorido parcialmente cubierto por una chaqueta liviana. No decía mucho, pero su mirada era seria, contenida, muy distinta al tono habitual con el que enfrentaba el mundo. Su casco colgaba del cinturón, y con una mano sostenía una botella de agua que no había abierto. Solo observaba a Bucky, con la mandíbula tensa y los puños apretados, como si esa herida ajena también le doliera a él. Se subió al helicóptero después de los demás, dándole una última mirada al hospital que dejaban atrás. Y al cerrar la compuerta, lo hizo con una suavidad que contrastaba con la furia que se le intuía bajo la piel.
Sam no decía nada. Se colocó justo al lado de la camilla, dentro del helicóptero, sujetando una de las correas de seguridad. En un gesto automático, acomodó la manta sobre el pecho de Bucky, asegurándose de que no sintiera el frío que entraba por la puerta abierta. Bucky lo miró de reojo, cansado, pero presente, antes de compartir una media sonrisa. Alexei se sentó al fondo, cruzando los brazos. Yelena se colocó junto a la puerta, en posición lista para saltar si era necesario. Ghost no se sentó, se quedó de pie, cerca de la cabina. Taskmaster observaba desde un rincón, en silencio, como siempre. Bob se sentó cerca de BuckyLas hélices rugieron con más fuerza. El helicóptero se elevó lentamente, alejándose del techo del hospital. Desde arriba, la ciudad parecía lejana, ajena a lo que ese pequeño grupo había vivido. Sam seguía sin soltar la baranda. Bucky lo miraba, sin necesidad de decir nada. En ese silencio, se entendían.
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La habitación era amplia, silenciosa, con ventanas grandes que dejaban entrar la luz gris del atardecer neoyorquino. Las paredes eran blancas, sin adornos, y el mobiliario tenía ese estilo pulcro y funcional que sólo los hospitales sabían mantener: una cama reclinable en el centro, una mesa móvil a un costado, un sillón rígido en la esquina. Bucky descansaba bajo sábanas livianas. Tenía la cabeza apoyada contra la almohada, con el cabello recogido hacia atrás y los ojos cerrados, aunque no dormía. La herida en su costado estaba cubierta, y una vía intravenosa bajaba desde una bolsa colgada al lado de la cama hasta su brazo derecho. El izquierdo, su brazo metálico, descansaba a un costado, cubierto parcialmente por la sábana. Monitores médicos emitían pitidos suaves y constantes. Un aparato registraba su ritmo cardíaco; otro, su presión. Todo se mantenía dentro de los márgenes esperados, pero el ambiente aún cargaba con la fragilidad del recién estabilizado.
Sam estaba sentado cerca de la cama, en una silla con respaldo bajo. Tenía los codos apoyados sobre las rodillas y las manos entrelazadas, como si llevara horas en esa posición. No hablaba. Cada tanto miraba a Bucky, otras veces al suelo, y a ratos cerraba los ojos como si intentara ordenar todo lo que había pasado en los últimos días. En una mesa lateral había una taza de café ya frío, un cuaderno doblado por la mitad y una chaqueta que Sam había dejado caer sin preocuparse por el orden. Un televisor colgaba apagado frente a la cama, ignorado por ambos.
Llamaron suavemente a la puerta y casi enseguida una cabeza rubia se asomó. Pidió permiso y termino abriendo completamente la puerta para dejar pasar a todo el grupo. Sam se puso de pie y les dio la bienvenida. Bucky se removió en la cama y abrió lentamente los ojos. Hacía tres días que estaba internado. Todo estaba bien con el bebe, pero querían estar completamente seguro antes de darlo de alta.
- adelante – dijo Sam mientras los dejaba pasar- Solo vinimos a ver como... – dijo Yelena- Estamos bien, gracias – dijo Bucky mientras se sentaba acariciándose el vientre y todos sonrieron- ¿Eres Bob, no? - pregunto Sam y el rubio asintió – Gracias, por llamarme para avisarme de su estado- De nada – dijo el chico- ¿viste la conferencia con Valentina? - pregunto Walker- Nuevos Vengadores ¿eh? - dijo Bucky- Ya hablaremos sobre ese nombre – dijo Sam y Bucky bufo- La cosa es que estuvimos hablando – dijo Ava – y pensamos... que tal vez... podrías ser... el líder- ¿yo? - dijo Bucky mirando a Sam sorprendido- Bueno después lo pensamos mejor – dijo Walker – y eres mentiroso. Un buen líder, pero demasiado mentiroso- Y necesitamos en quien confiar – dijo Alexei- Entiendo – dijo Bucky con un hilo de voz y concentrándose para que no se le escape una lagrima traicionera- Además, no creo que por ahora puedas ir a alguna... misión. Ya sabes, por... - dijo Walker señalándole el vientre- Ok – susuró Bucky- ¿Tan fácil? - dijo Taskmaster- Tal vez – dijo Yelena – si hubieras sido sincero y decirnos quien eras realmente- Nunca es tarde para intentarlo, congresista Barnes, o debo decir, Wilson – dijo Sam y todos se miraron sorprendidos –. Si van a ser un equipo merecen saber quién eres- ¿y si no lo entienden? - pregunto Bucky- Al menos fuiste tú - dijo Sam –, James Buchanan Wilson. Sera tú elección, no la de otros- Yo... – susurro Bucky – fui el soldado del invierno, pero también fui parte de un experimento más – y todos contuvieron la respiración –. Ustedes, las viudas negras, eran omegas y las convirtieron en alfas. Asesinas letales pero estériles. A mí, bueno a un grupo de alfas, nos hicieron algo similar, y a la vez al revés- ¿Al revés? - pregunto Ava- En una habitación similar al cuarto rojo – dijo Bucky al sentir la mano de Sam de sobre su hombro – a nosotros... nos.… implantaron matriz. Nos modificaron genéticamente para ser... omegas. querían alcanzar al asesino genéticamente perfecto.- Y los omegas naturales no lo lograban – dijo Alexei casi en un susurro- Lo intentaron con ustedes – dijo Bucky mientras se les quebraba la voz –. Los alfas tampoco lo lograban. Muchos murieron durante el proceso. Los que sobrevivieron enloquecían al ser marcados durante celos largos y tortuosos. En cambio, yo... – sintió un leve apretón en su hombro y llevo su mano sobre la de Sam- Dos en uno – dijo Yelena mientras una lagrima se le escapaba – el soldado perfecto- El problema conmigo fue que ningún alfa... logro marcarme – dijo Bucky – ni mucho menos embarazarme- Y consideraron que el experimento fallo – dijo Ava con un hilo de voz temblorosa- No... tengo celos, ni... – dijo bajando el rostro – así que también creí...- ¡No! – dijo Yelena moviendo la cabeza mientras se limpiaba las lagrimas – ¡No! ¡No! ¡No! Eso es mentira, porque tú sabias que podías estar... la noticia no te sorprendió. Así que...- De hecho – dijo Sam suavemente – veníamos intentándolo hacia un tiempo- ¿Cómo? - dijo Walker – sin marca ¿como sabrían que funcionaria?- Si... tengo marca – dijo Bucky bajando el rostro – solo que no es visible – y todos lo miraron mas estupefactos aun, si eso era posible- ¿Como? - dijo Taskmaster- ¡Maldita sea, Bucky, habla! - exigió Yelena golpeando una mesita con rueda, destinada para que el enfermo tome sus alimentos- ¡No lo se! - grito Bucky llorando- Llevamos tres años saliendo – dijo Sam y respiro hondo y se sentó al lado de Bucky, quien se abrazo a el – empezamos a salir cuando Walker tenia el escudo. Una cosa llevo a otra y cuando nos dimos cuenta estábamos completamente enamorados. Hace un año lo hablamos y Bucky acepto que lo marcara durante uno de mis celos- Pero ya lo habían intentado y no lo habían marcado - pregunto Walker a Sam – ¿por que ahora funcionaria? ¿por que contigo si?- En realidad no buscaba marcarlo – dijo Sam –, solo... hacer mas placentero el momento para ambos. La marca en su cuello quedo unos días y luego desapareció. Yo sali en una misión, Bucky se deprimió y yo lo sentí. Así nos dimos cuenta que aunque la marca externa se va, el lazo no- Funciona como para cualquier pareja – dijo Bucky – pero no es visible para los demás- ¡Esto es una locura! – dijo Gosth pasándose las manos por el rostro
La ciudad ya había encendido sus luces cuando el reloj marcó las ocho. Desde la ventana del hospital, la vista se extendía amplia y luminosa, como un mapa palpitante de vida. Los edificios formaban una silueta densa contra el cielo oscuro, salpicado apenas por las últimas trazas azuladas del atardecer. Los ventanales de las torres más altas brillaban como faros dispersos, reflejando los tonos cálidos del alumbrado urbano. Algunos rascacielos aún tenían oficinas encendidas, rectángulos dorados flotando sobre la inmensidad de concreto y acero.
En la calle, los autos se deslizaban como insectos de luz, dejando rastros efímeros de rojo y blanco entre los cruces. Las bocinas llegaban como ecos suaves, filtradas por el vidrio grueso de la habitación. Más allá, el Hudson se extendía como una franja oscura con reflejos temblorosos. Los barcos pequeños se movían despacio, dejando ondas apenas perceptibles bajo el cielo ya completamente nocturno.La ciudad parecía viva, despierta, pero distante. Desde esa altura, desde esa ventana, Nueva York no gritaba: murmuraba. Se sentía lejana, indiferente al dolor o la calma que pudiera haber al otro lado del vidrio. Dentro de la habitación, el silencio era completo. Solo los destellos cambiantes de la ciudad se reflejaban sobre la superficie pulida de la mesa, sobre las sábanas, sobre el rostro tranquilo de Yelena, quien observaba, quieta, con los ojos fijos en un mundo que seguía moviéndose sin pausa, mientras discutían cual era el mejor camino para el futuro de Bucky. Si bien nadie había hablado abiertamente sobre su salida del grupo, para él era más que obvio. ¿quién querría trabajar con semejante fenómeno?
- Bueno – dijo Yelena encarándolos a todos –, creo que es más que evidente lo que debemos hacer- Voto por Yelena para que sea nuestra nueva líder – dijo Alexei levantando la mano- A mi no me interesa el puesto – dijo Bob levantando la mano - Yelena- Yelena – dijo Taskmaster levantando la mano- Yelena – dijo Sentry- Paso. Es demasiado trabajo – dijo Ghost – Yelena – y levanto la mano- Ya que – dijo Walker levantando la mano – Yelena- ¡Que honor! - dijo la rubia irónicamente- Si, si, si – dijo Tasmasker– solo quiero irme a casa. Me duele todo- Mañana Walker te traerá la computadora para que hagas los informes – dijo Yelena le dijo a Bucky- ¿por que yo? - protesto el rubio – Alexei vive mas cerca- Pero el hospital queda camino a la casa de tu ex – dijo este aburrido – y mañana tienes visita con tu hijo.- Además ahora mando yo – dijo Yelena –, así que tú la traerás. Solo no te malpases trabajando – le dijo a Bucky – el doctor dijo que debes descansar- ¿sigo en el equipo? - dijo Bucky sorprendido limpiándose las lagrimas sin volcar a ver a Sam, quien no se esforzó en disimular su risa- Es un holgazán – dijo Taskmaster- Estas relevado del trabajo de campo hasta que el bebe nazca – dijo Yelena monótonamente -, bueno, hasta que tenga dos años- Tres – corrigió Walker con un tono cansino sin mirar a nadie en particular- Cierto, tres – dijo Yelena cerrando los ojos –, no queremos que ese niño se quede sin madre tan pequeño- Nuevo embarazo – dijo Alexei bostezando- Si te vuelves a embarazar dentro de ese tiempo, el plazo se amplia – dijo Yelena intentando mantener abierto los ojos- Solo mantén al sexi cap lejos de tus pantalones los días del..., lo que tengas por celo, y todo estará perfecto – dijo Taskmaster- ¿gracias? - dijo Bucky frunciendo las cejas- Bueno, ahora adiós – dijo Yelena deteniéndose y evitando que el resto se detenga en medio de protestas - ¡Maldición! Casi lo olvido. Desde mañana te empezaremos a mandar posibles nombres para el bebe. Ve organizándolos en una lista por separado. Niñas, niños- ¿ustedes elegirán el nombre de mi hijo? - dijo Sam sorprendido- Tu omega demostró ineptitud al tomar decisiones por estos días – dijo Ava- Y tú que no lo puedes controlar - dijo Walker- Así que si, nosotros elegiremos el nombre – dijo Alexei- Ya habíamos pensado nombres – dijo Bucky con un puchero – Joaquín si es niño, y Karli si es niña - y el equipo se miro entre si entre murmullos- Anótalos – dijo Yelena – pero no prometemos nada. Ahora poka – y fueron saliendo- Poka – dijo Bucky- Si, adiós. ¡Son un completo desastre! - dijo Sam con la vista fija en la puerta- Pero ahora son mi desastre – dijo Bucky con una media sonrisa también mirando hacia la puerta- Te amo, mi lindo omega – dijo Sam mirándolo- Y yo a ti, mi sexi alfa – respondió Bucky también mirándolo antes de compartir un dulce beso
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Desde afuera, la casa tenía ese aire clásico de Brooklyn que resistía el paso del tiempo. Era una brownstone de tres niveles, con fachada de ladrillo rojo oscuro, ventanas altas con marcos blancos y una pequeña escalinata de hierro forjado que llevaba hasta la puerta principal. Las jardineras al frente siempre tenían algo verde, aunque nunca estaba del todo claro si las cuidaba Sam, Bucky o simplemente sobrevivían por su cuenta.Dentro, los techos eran altos y los pisos crujían con cada paso. El primer piso se abría a una sala amplia, iluminada por las ventanas frontales y decorada con una mezcla improbable: libros de historia militar sobre la repisa, plantas en macetas de cerámica, y una manta tejida del Smithsonian doblada sobre el sofá. El sillón principal era grande, de cuero oscuro, gastado en los bordes. Lo había elegido Bucky, según Sam, "porque parecía que ya tenía 80 años, como él".
En la cocina, los gabinetes eran blancos y el mesón de mármol mostraba marcas de cuchillos y quemaduras pequeñas: signos de cenas improvisadas, intentos de recetas fallidas y alguna que otra visita inesperada del resto del equipo. Sam solía cocinar con música suave de fondo; Bucky prefería el silencio, pero rara vez se quejaba. Había siempre café recién hecho, casi como una norma tácita entre ambos. En el segundo piso estaban las habitaciones. Bucky y Sam dormían en la del fondo, donde apenas colgaban un par de fotos antiguas —una de los Comandos Aulladores, otra de los Thunderbolts — y un reloj de pared que nunca marcaba la hora correcta. La cama estaba siempre hecha, pero con un orden casi mecánico. Era luminosa, con una estantería llena de recortes, carpetas de misiones y recuerdos personales. En el escritorio había un portarretrato ambos, Sam cargando a un niño de cinco años y Bucky cargando a una bebe de unos ocho meses, y una libreta abierta donde solía escribir sin decirle a nadie qué.
El tercer nivel lo habían acondicionado como un espacio compartido: una mezcla de gimnasio, taller y sala de lectura. Ahí estaban guardadas cosas que no solían mostrar: una caja con restos del traje antiguo de Falcón, piezas del brazo anterior de Bucky, carpetas marcadas como "clasificado", y una pelota de béisbol que ninguno sabía de dónde había salido, pero que siempre estaba ahí. En el patio trasero, pequeño pero acogedor, había una mesa de madera, dos sillas, y un asador oxidado. Cuando el clima lo permitía, Sam se sentaba afuera al final del día, con los pies sobre otra silla y una cerveza en la mano. Bucky lo acompañaba a veces, en silencio, como si el ruido del mundo se apagara por un rato entre esas paredes de ladrillo, entre esas vidas que aprendían, poco a poco, a compartirse.
El timbre sonó y Bucky se limpio las manos y cargo a la niña que estaba en el corralito para salir hacia la puerta. Le faltaban tres pasos para llegar cuando bólido de poco mas de un metro paso por su lado gritando “Llegaron los tíos, llegaron los tíos”. Sam bajaba las escaleras justo cuando su hijo abrió la puerta
- ¡Tíos! - grito el niño lanzándose a los brazos de Alexei- ¡May malen’kiy soldat! – dijo el hombre cargándolo- Bienvenidos – dijo Bucky abrazando a Yelena- Hola Karli – dijo Ava tomando a la pequeña que reía- Pasen – dijo Sam saludando a Walker y a su esposa- Cole vamos a mi cuarto – dijo Joaquín- Trajimos prianiki – dijo Yelena- Que rico – dijo Bucky – gracias. Ven acá, dame un abrazo- También te extrañe - dijo Bob abrazándolo- Estas mas guapo – dijo Bucky – las misiones te sientan de maravilla- Ni lo intentes – dijo Ava haciendo reír a Bucky – aun te faltan dos años de reclusión- ¡Y no son negociables! - dijo Yelena dirigiéndose al patio con los niños y el resto del equipo- Te amo – le susurro Sam abrazándolo por la espalda – mi bello omega Wilson – y le beso el cuello sobre la marca tatuada que llevaba en la parte izquierda del cuello haciendo sonreír a Bucky. Tras el nacimiento de Joaquín, Bucky se había tatuado la marca del moreno, y no dudaba en lucirla con orgullo, en especial en los días calurosos
No había sido nada fácil, pero habían logrado equilibrar su vida familiar y laboral. Hacia el quinto mes del primer embarazo de Bucky, la prensa se había enterado y lo habían acosado sin tregua por semanas, hasta que Sam había hecho una conferencia para confirmar que él era el alfa de Bucky y no iba a permitir que el acoso continuara. No los habían dejado en paz completamente, pero al menos Bucky estaba más tranquilo. Riley, Sarah y los niños llegarían en un rato.Eran felices y era todo lo que importaba