Monocromatico
12 de septiembre de 2025, 22:15
Estaba de nuevo en ese lugar, un enorme valle oscuro que que se extendía hasta donde podía ver. No era la primera vez que me perdía en ese lugar, pero aún así cada vez resultaba tan desagradable como la última. Estar atrapado en una pesadilla que se repetía una y otra vez cada noche no dejaba de ser aterrador sin importar cuantas veces se repitiera.
Ya sabía lo que vendría después, iba a caminar sin rumbo fijo en esa llana oscuridad, intentando escapar de ese lugar, sintiendo como cada vez su maldita presencia oscura se arrastraba desde las sombras y comenzaba a seguirme los pasos. Acercándose cada vez más, aún cuando no lo pudiera ver.
La presencia de Orochi se sentía como una desagradable frialdad pegajosa, una oscuridad que amenaza con tragarte desde adentro. Es algo difícil de explicar porqué no es algo físico y tangible, todo esto sucede dentro de mi mente y aún así, se siente tan real, que me es imposible no despertar sobresaltado cada vez.
Esta mañana no fue diferente. Desperté con un grito mudo, sentándome en la cama, con el pecho subiendo y bajado agitado y las manos sudorosas frías. Tardé unos segundos en reconocer esa habitación, el armario de madera, las paredes blancas, la guitarra colgada en la pared y la cabellera castaña que se asomaba por entre las sábanas a mi lado.
De repente sentí un fuerte dolor de cabeza y los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi como imágenes fugaces, haciéndome pensar que la realidad era quizás más espeluznante que mis pesadillas. Bebí más alcohol del que debía y terminé trayendo a este imbécil a mi apartamento.
Anoche, fui a trabajar, como todos los fines de semana, nuestra banda suele tener shows en vivo en el mismo bar. Desde hace varios meses somos regulares en el mismo establecimiento y nos llevamos bien con el dueño. Gracias al torneo de KOF, nuestra banda a adquirido muchas fans porqué se han interesado en mi carrera musical y aunque a veces extraño los días en los que eramos menos conocidos, también agradezco que tengamos una audiencia constante, pues esto permite que todos los músicos de la banda tengan trabajos estables.
No es que me importe mucho sus vidas, pero se que es difícil tener un trabajo estable como músico hoy en día.
En fin, me disponía a tener una noche normal de trabajo, pero al llegar al bar noté que todo estaba distinto, la tarima había sido decorada con bombas rojas y negras y para mi sorpresa, mis compañeros de la banda me habían preparado una torta de cumpleaños del mismo color. Los fans también trajeron regalos e inclusive detuvieron el show para cantarme el cumpleaños.
Esto fue completamente inesperado y odié cada minuto de ello, me desagrada ser el centro de atención y me exasperan las multitudes, además celebrar cumpleaños es una idiotez innecesaria. Nunca he celebrado uno, ni siquiera cuando era pequeño mi padre se preocupaba por eso, así que nunca le vi la utilidad.
Quizás esto suene ilógico para muchos, porqué es una tradición completamente benigna, pero para mi celebrar que estoy vivo es una contradicción. Estar vivo es abrumador, desde que nací, fui sentenciado a una muerte prematura y dolorosa gracias a una antigua maldición. Estoy atado a un destino que se me impuso por un estúpido error de mis ancestros y ahora tengo que pagar con las consecuencias y llevar la responsabilidad de salvar el mundo a cuestas.
Entonces para poder aguantar el festejo sin terminar quemando el lugar, bebí tanto alcohol como pude para apaciguar mi molestia y entumir mis sentidos.
En algún punto de la noche, logré escapar con la excusa de que iba a baño. Ya no soy la misma persona iracunda de antes, quizás hace unos años cuando recién comenzaba mi carrera como músico, habría mandado a todos a la mierda, pero con el tiempo me he esforzado por ser más tolerante, especialmente porqué ahora se que gran parte de mis emociones son aumentadas desmesuradamente por la presencia de Orochi y he aprendido a controlarlas. Soy consciente de que mis compañeros de banda y mis fans, no entenderían la razón por la cual considero los cumpleaños una estupidez y mucho menos podrían comprender la maldición que agobia mi mente y cuerpo.
Por esta razón, lo mejor que podía hacer era intentar escapar y luego sacar alguna excusa.
Salí del bar por la puerta trasera, sintiendo un leve mareo gracias a todas las cervezas y los cócteles que había consumido y como si no fuera suficiente en esa noche de mierda, me encontré con una familiar presencia en el callejón. Kyo Kusanagi mi rival de toda la vida, a quien no veía desde hacía meses, estaba recostado en la pared fumándose un cigarrillo. Iba vestido con una de sus acostumbradas chaquetas de cuero negras y sus inseparables vaqueros índigo.
— Maldita sea — gruñí cuando lo vi. Mi suerte no podía ser más podrida.
— Wow Yagami, pareciera que un tren te hubiese pasado por encima — Se burló Kyo cuando me vio de pies a cabeza, quizás había notado las ojeras bajo mis ojos y el delineador corrido.
— No estoy de humor para tus tonterías — Me quejé de inmediato, no quería que Kyo notara que estaba un poco ebrio o que estaba huyendo de mis fans. Seguro encontraría una manera de burlarse y echármelo en cara.
— ¿No estás de humor para una buena pelea?. — Preguntó el moreno arqueando las cejas.
¿Kyo quería pelear? Eso si que era nuevo, siempre soy yo el que lo busco con esas intenciones. Este idiota siempre tiene esa misma actitud exasperante de indiferencia, como si le importara una verga nuestra rivalidad. Pero se que en el fondo le gusta el reto de luchar con migo y por eso siempre termina aceptando. Sin embargo, él nunca me busca y por eso su presencia me ha tomado desprevenido.
La última vez que peleamos fue en el torneo, y ya han pasado dos meses.
— Y yo que me tomé el trabajo de buscarte por toda la ciudad para regalarte algo de mi tiempo — Continuó Kyo con una sonrisa burlona, — deberías estar agradecido.
Estaba a punto de insultarlo y decirle que no iba pelear con él esa noche (porqué claramente no estaba en todas mis facultades mentales para hacerlo, pero eso no iba a decírselo) cuando de repente se escucharon los gritos de mis fans a través de la puerta, llamando mi nombre con ese estúpido apodo que tanto detesto.
— ¡¡¡Iorinnn!!! —
Me encontré ante dos opciones igualmente desagradables, o regresaba al bar con mis fans para continuar con la tonta fiesta o aceptaba el reto de Kyo y peleaba borracho.
Solo me tomé un par de segundos en escoger. Caminé a paso rápido, haciendo todo lo posible por no perder el equilibrio y agarré al Kusanagi del brazo, para empujarlo hacía su moto.
— ¡Conduce! — Gruñí, mirando al castaño a los ojos de manera desafiante.
Kyo había dejado la moto en el andén contra la pared al final del callejón y me miró con una mueca de fastidio.
— Esta bien, esta bien, sube — Respondió y me entregó un segundo casco.
Me subí en la moto tan pronto Kyo la encendió y con el rabillo del ojo alcancé a ver a algunas de las fans que ya salían por la puerta agitando sus brazos al verme.
No esperaba terminar sentado en la moto de Kyo quien ahora conducía a gran velocidad por las angostas calles del distrito comercial sin tener idea de hacía donde íbamos, pero en retrospectiva, cualquier lugar era mejor que regresar al bar a mi fiesta sorpresa. El viento fresco se sentía agradable contra mi cuerpo mientras nos alejábamos cada vez más del bullicio de los locales comerciales para adentrarnos a una zona residencial, Kyo detuvo la moto en un parque que a esa hora de la madrugada estaba completamente desolado.
Se bajó de la moto y la apagó. Luego se quitó el casco y me miró con el cabello todo revolcado y una mirada interrogante y algo desaprovadora.
— ¿Qué fue todo eso? ¿Estás huyendo de tu novia?. — Preguntó el castaño.
Me quité el casco y se lo dejé sobre el asiento de la moto, luego comencé a caminar hacía el centro del parque dándole la espalda al castaño sin responder a su pregunta. No es que no quisiera pelear con él, sino el hecho de que estaba en desventaja.
— ¡Hey, Yagami! — Llamó Kyo y luego me siguió a paso ligero.
El parque en cuestión era un lugar idóneo para pelear, durante el día debía estar lleno de estudiantes y familias, pero a esa hora de la madrugada, no había ni una alma a la vista y los frondosos árboles harían imposible que alguien divisara las explosiones de las llamas desde lejos. Me detuve cuando llegué a una área despejada en donde podríamos pelear sin problemas.
— ¡Ataca! — Exclamé girándome hacía él y optando mi posición de batalla.
— Veo que no estás tampoco de humor para charlar... — Comentó Kyo llevándose una mano a la cintura con un gesto burlón.
— Cierra la boca y ataca Kyo, acabemos con esto de una vez. — Exclamé.
Kyo se encogió de hombros y luego optó su postura de ataque. Decidí atacar primero y me lancé contra él con una serie de garrazos, que Kyo bloqueó fácilmente. Kyo siempre ha tenido excelentes reflejos, por lo que se que tomarlo desprevenido es imposible, es mejor atacar de frente y usar fuerza en vez de tener una estrategia inteligente. Lancé una patada alta que Kyo esquivó y aprovechó para golpearme en el pecho, salté hacía atrás para evitarlo y trastabillé un poco en el suelo empedrado.
Sacudí la cabeza ligeramente, como si eso me ayudara a dejar de lado el mareo. Tengo buena tolerancia al alcohol, gracias a mi trabajo me veo obligado a tomar con frecuencia, pero aún así me afecta igual que a cualquier mortal y mis movimientos se vuelven más torpes y menos precisos.
Kyo puede ver a través de ellos claramente y es obvio que podría tomar ventaja.
Sin embargo se mantuvo a la defensiva y me observó con sus ojos avellana llenos de curiosidad. Seguro se estaba preguntando que demonios me pasaba, pues era obvio que no estaba peleando al 100% de mis habilidades.
Sentí una gran molestia al darme cuenta de que su actitud era, ¿como llamarlo?, 'gentil' a pesar de que estábamos en medio de una pelea. Estaba siendo cuidadoso y considerado, porqué sabía que no estaba dando todo de mi. Odié que mostrara ese tipo de consideración para conmigo, pues eso significaba que me veía como alguien débil.
Encendí mis llamas en ambas manos, como siempre, invocarlas me generó un molesto dolor en el pecho, ignoré el dolor y me lancé hacía él una vez más. Kyo se cubrió el rostro y el pecho con los antebrazos y recibió el impacto de mi fuego, no retrocedió y cuando el fuego se dispersó, se lanzó hacía adelante para darme un cabezazo mientras me sostenía por los hombros para que no pudiera esquivarlo.
El golpe fue fuerte, pero no lo suficiente como para dejarme inconsciente, sin embargo no contaba con que el alcohol fuera a hacerme una mala jugada, perdí el equilibrio y todo se volvió oscuro a mi alrededor.
***
Cuando volví en mi mismo, lo primero que vi fue las estrellas en el cielo azabache y la luna sobresaliendo como una perla resplandeciente por entre unas oscuras nubes. El aire frío me recordó que me encontraba a la intemperie. Seguía en ese parque en donde había peleado con Kyo.
— Oye Yagami... quizás debamos dejarlo para otro día. — Dijo Kyo, quien estaba sentado a mi lado en el suelo, me miró con una preocupación sincera reflejada en su expresión y me ofreció una lata con café, que probablemente había sacado de una maquina dispensadora.
Hubiese querido continuar la pelea, por mi propio orgullo nada más, pero sabía que había perdido de manera justa y Kyo no aceptaría continuar en esas condiciones. Me senté con algo de dificultad y recibí la lata de café. Kyo tenía una botella con té verde a medio consumir. Destapé la lata y le di un par de tragos al café expreso frío.
— ¿Porqué aceptaste si no estabas en condiciones de pelear? — Preguntó Kyo luego de que el silencio se extendió por mucho rato. Nunca he sido una persona habladora, ni mucho menos alguien que da explicaciones sobre mi comportamiento, pero quizás era porqué estaba bajo los efectos del alcohol o porqué no tenía nada que ocultar, que terminé respondiendo de manera sincera.
— Por que tu nunca me buscas para pelear. — Respondí dando otro sorbo al café.
Kyo desvió la mirada a un lado y pareció algo avergonzado.
— Eso... es porqué es tu cumpleaños... así que no te acostumbres a este tipo de privilegios — Respondió.
Noté que la arrogancia de antes había desaparecido para dar paso a otra cosa. Solté una risa corta, porqué aquella situación me pareció irónica, yo huyendo de mis fans que me querían celebrar el cumpleaños y terminando en una pelea con Kyo quién también me había buscado por el mismo motivo.
— ¿Por eso me buscaste? — Pregunté con una sonrisa algo burlona, hacía mucho tiempo que no teníamos una pelea callejera como esa. En los últimos años hemos estado luchando solo en los torneos, quizás perdimos la pasión de cuando eramos más jóvenes y nos encontrábamos en callejones para pelear de manera espontánea.
— Bueno... es que no se que otra cosa regalarte. — Continuó Kyo encogiéndose de hombros, — Pensé que sería lo único que te haría feliz.
Me quedé callado al escuchar tal respuesta. Para ser sincero yo me di cuenta hace mucho tiempo que pelear con Kyo me emociona y me hace sentir vivo, aunque la palabra 'feliz' no era precisamente el adjetivo que usaría para describir como me sentía en ese momento.
— Es verdad, es lo único que quiero. — Acepté con tranquilidad.
Kyo resopló y meneó con la cabeza. Nos quedamos en silencio mientras continuábamos bebiendo y eventualmente el té y el café se terminaron. El silencio comenzó a volverse incómodo, habían muchas cosas para decir y al mismo tiempo nada en concreto. La naturaleza de nuestra relación siempre ha sido así, extrañamente intensa y complicada.
— Bueno... supongo que podemos dar por terminada la noche. — Dijo finalmente Kyo y se puso de pie y tomó la lata de café y la botella vacía para arrojarlas en un bote de basura.
Me puse de pie también, el café había ayudado a aclarar un poco mi mente. Kyo pareció dudarlo un poco pero luego comenzó a caminar hacía su moto con las manos en los bolsillos. Caminé lentamente detrás de él, hasta que llegamos a la calle. Yo no tenía idea de que iba a hacer a continuación, estaba en un parque en un barrio desconocido, quizás mi única opción era encontrar un taxi, me llevé las manos a los bolsillos de mi gabardina y para mi
consternación, descubrí que había dejado mi móvil y mi billetera junto con mi bajo en el bar.
— Joder... — Murmuré molesto conmigo mismo por no haber prestado más atención. Aunque con tanto alcohol encima antes era una sorpresa que pudiese estar tan siquiera de pie diciendo frases coherentes.
— Te llevo. — Ofreció Kyo y me lanzó el casco. — Solo porqué es tu cumpleaños. — Agregó con una sonrisa pícara mientras se ponía el casco.
No tuve otra opción que aceptar.
***
Le di la dirección de mi apartamento y Kyo me llevó en la moto guiándose con el gps de su teléfono. En media hora estuvimos allí. Hace muchos años que vivo solo y rento ese apartamento en un barrio tranquilo lejos de la mansión Yagami a la cual no tengo intenciones de volver. El apartamento es pequeño pero tiene todo lo que necesito, una gran habitación, un pequeño estudio de grabación y la cocina que de vez en cuando uso.
Kyo dejó la moto en el parqueadero y me siguió hasta el apartamento diciendo que se iba a asegurar de que estuviese bien, probablemente ya se había dado cuenta gracias al olor dulzón del alcohol en mi ropa, el estado en el que estaba. Abrí con mis llaves y le dejé pasar. La sala pequeña tenía un sofá y una mesita pequeña en donde habían unas latas vacías de cerveza y unas partituras viejas.
Kyo me sorprendió colocando sus manos en mis hombros, ayudándome a quitar la gabardina, luego la colgó en el perchero, yo llevaba una camisa de algodón negra y unos pantalones ajustados blancos, un atuendo regular que usaba en mis presentaciones. Kyo me dedicó una mirada furtiva por unos segundos y de repente sentí que la atmósfera había cambiado. Era como si el aire tuviese electricidad y la tensión era tan opresiva que se podría cortar con un cuchillo.
— Debes descansar Yagami — Comentó Kyo y me empujó hacía mi habitación. Trastabillé un poco, pero no perdí el equilibrio, mis sentidos estaban aún entumecidos a pesar de que el café me había despejado un poco. Me senté en mi cama y comencé a desabotonarme la camisa frente a la intensa mirada de Kyo quien ahora no hacía nada por disimular.
— ¿Qué pasa Kyo? ¿Acaso te gusta lo que vez? — Pregunté sarcástico mientras terminaba de desabotonar la camisa.
Kyo desvió la mirada de inmediato hacía sus zapatos y frunció el ceño, me pareció que tenía la expresión de un niño al que acaban de sorprender intentando robar una galleta de la alacena.
— ¿Qué esperas? ¿También vas a acostarme y a leerme un cuento para que me duerma? — Agregué algo divertido por la reacción de Kyo. Su rostro siempre ha sido un libro abierto y no sabe disimular.
Lo siguiente, no me lo esperaba, Kyo se inclinó hacía mi con una expresión molesta y me besó en los labios.
Mi mente no logró procesar a tiempo lo que estaba sucediendo, pero me encontré correspondiendo ese beso tímido que rápidamente se salió de control y se convirtió en uno sofocante e intenso.
En todo el tiempo que llevábamos de conocernos, nuestros cuerpos siempre hicieron contacto a través de las peleas y cada contacto estuvo marcado por el dolor. Pero en ese momento me di cuenta, de que, mi cuerpo deseaba ese tipo de contacto también, lo que me atraía hacía Kyo como una polilla al fuego, iba más allá del simple deseo de pelear.
Las manos que en el pasado solo golpearon, desgarraron y quemaron, ahora tocaban mi piel con firmeza y el calor que se encendió en mi cuerpo, fue quizás tan intenso como el calor que enardecía en las peleas.
Mi mente giraba en círculos, cayendo vertiginosamente en un abismo del cual sabía que no podría escapar.
Y luego todo se volvió borroso y confuso. La oscuridad me envolvió y no pude recordar más.
***
Ahora estaba sentado en la cama, la luz del sol que entraba por la ventana bañaba la habitación anunciando el medio día y yo me encontraba vestido solo con mi ropa interior y a mi lado, Kyo seguía dormido plácidamente, mojando mi almohada con sus babas.
Podría matarlo. Pensé fugazmente, mis manos podrían cerrarse en su cuello y entonces sería tan fácil hacer que su traquea se rompiera, ahogándolo en su propia sangre. Sería tan fácil.
— Increíble. — Murmuré, este imbécil es capaz de dormir profundamente al lado de la persona que lo quiere matar.
Me llevé una mano a la cara para estregar mis ojos adormilados, no lograba recordar que más había pasado luego de los besos, solo recordaba que el cuerpo de Kyo se sentía pesado sobre el mio, pesado y caliente.
No es la primera vez que beso a un hombre, así que ese no es el problema. Aún así pienso culpar al alcohol. Nunca aceptaré que correspondí un beso de la persona que odio.
Me levanté y me dirigí a la cocina. Necesitaba un café para despejar mi cabeza, quizás así los recuerdos regresarían, encendí la cafetera y puse los granos a moler. Pronto el apartamento se llenó de un agradable olor a café recién molido y tostado. Dejé de comprar café instantáneo desde hace años, aunque por mucho tiempo nunca me importó que tipo de café tomaba. Yo solía ver el mundo en tonalidades de grises y nadie podría culparme, cuando se tiene a un dios ancestral jodiéndote la cabeza y destruyendo tu salud lentamente, es fácil caer en ese nihilismo en el que te da igual todo.
— Que rico huele —
La voz de Kyo me sacó de mis pensamientos, venía por el corredor colocándose la camiseta blanca.
— ¿Compras café en grano? Que buena pinta tiene. — Exclamó Kyo tomando la bolsa con el café. Se recostó contra el mesón de la cocina, actuando como si no hubiésemos dormido en la misma cama.
Lo miré con el ceño fruncido mientras esperaba a que la cafetera hiciera su trabajo y recordé el motivo por el cual había comenzado a comprar café de buena calidad. En uno de los torneos, habíamos viajado a Brazil para enfrentar al equipo de América del Sur. Kyo estaba en el equipo con Daimon y el rubio idiota, mientras que yo estaba con las arpías de Orochi. Luego de las peleas, nos habíamos encontrado de casualidad en un pequeño mercado que había cerca al hotel, yo iba a comprar café instantáneo y Kyo me había dicho que, no podía ser tan idiota como para comprar café instantáneo en el país conocido por tener uno de los cafés más deliciosos del mundo.
Solo por llevarle la contraria y porqué Kyo tiene una manera muy fastidiosa de expresar su opinión, le dije que todo los cafés sabían igual, amargos y servían el único propósito de mantenerme despierto. Kyo me miró incrédulo y rio burlón. Luego me llevó a una cafetería y me invitó a un café recién molido y fresco. La diferencia en el sabor era abismal y desde eso no pude volver a tomar café instantáneo.
Ahora que lo pienso ¿Desde cuando hemos comenzado a tratarnos con menos hostilidad? Pensé en ese momento mientras Kyo continuaba a mi lado leyendo la información del café en la bolsa. Las amenazas de muerte, se convirtieron en burlas y provocaciones altaneras, las peleas en donde ambos terminábamos ensangrentados y con huesos rotos, se convirtieron en algo más parecido a un entrenamiento en el que solo salíamos con un par de quemaduras y rasguños.
¿En qué momento había permitido que Kyo entrara en mi vida de esta manera?
Me giré y serví el café en dos tazas y le ofrecí una a Kyo, quién primero olió la bebida cerrando los ojos y luego sorbió un pequeño trago.
— ¿Qué hicimos anoche? — Pregunté luego de beber un trago de café. No podía quedarme con la duda y necesitaba saber cuales eran las intenciones de Kyo.
Kyo desvió la mirada a un lado otra vez, ya había visto esa expresión en el parque, ese lado de Kyo avergonzado que solo salía a luz en momentos así.
— Nos besamos — Aceptó Kyo con las orejas coloradas y luego volvió a mirarme, esta vez una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. — Y corriste al baño a vomitar y luego te acosté y no tuve que leerte un cuento porqué caíste dormido en segundos. —
De esa parte no me acordaba.
Me llevé una mano a la frente con una mezcla de vergüenza y alivio. Estaba tan borracho que me había quedado dormido junto al enemigo, aún así estaba lo suficientemente consciente como para corresponder el beso.
— Me acosté en tu cama porqué el mueble es muy pequeño e incómodo — Continuó Kyo volviendo a alzarse de hombros.
— ¿Porqué lo hiciste? — Insistí, volviendo a mirarlo a los ojos con fijeza. — Besar al hombre que te ha amenazado de muerte por casi 10 años no es normal Kyo. — Agregué sarcástico, para que entendiera mi punto claro y directo.
Kyo resopló y se llevó una mano al cabello para revolverlo, mientras con la otra mano seguía sosteniendo la taza con café.
— Es tu cumpleaños ¿no? Te busqué para pelear porqué creí que eso era lo que querías... pero luego, me dio la impresión de que querías otra cosa. — Explicó, parecía algo incómodo al decir eso.
— ¿Entonces eres tu mi regalo? — Pregunté sonriendo, sin dejar de mirarlo a los ojos.
— Umm... supongo. — Aceptó el castaño en voz baja y volvió a beber, evitando mi mirada.
No respondí a eso y solo bebí mi café, pensando en que, esa situación extraña era incómoda y al mismo tiempo había algo que se sentía correcto.
— Es un buen regalo — Dije al fin luego de considerarlo por un buen rato, la vida de Kyo era mía de todas formas. — Pero tus besos son desagradables.
Kyo me miró levantando una ceja con una expresión incrédula y quizás algo ofendida.
— Estabas tan borracho que ni siquiera debes recordarlo, te aseguro que se besar muy bien — Exclamó Kyo fastidiado.
— Lo dudo. — Comenté con desdén y volví mi atención al café.
Kyo se giró y colocó la taza con café en el mesón y luego me atrapó contra este, colocando las manos en el mesón a ambos lados de mi cuerpo, en su mirada había una fiera determinación. Una mirada que conocía bien, la misma determinación y el mismo fuego que predecía una pelea.
Agarró mi mentón con brusquedad con su mano derecha y luego me besó en los labios una vez más. Correspondí el beso y disfruté del dejo a café en su boca húmeda. El beso fue corto, sin embargo fue suficiente para hacer que mi pulso se acelerara y mi corazón brincara en mi pecho. Kyo me miró con una expresión triunfal. El idiota realmente quería que me retractara de lo que había dicho.
— Desagradable. — Comenté con seriedad.
— Eres un imbécil Yagami, solo dices eso para molestarme. — Se quejó Kyo, frunciendo el ceño, haciendo un puchero como un niño de 5 años — Tu personalidad es aún más desagradable.
Reí al escuchar eso, porque en mi opinión la personalidad de Kyo era aún más exasperante y desagradable.
— Si soy tan desagradable, ¿Porqué sigues aquí? ¿Porqué no te fuiste anoche? — Pregunté con sorna, era obvio que no tenía porqué quedarse a dormir conmigo. Podría haberse ido en su moto.
Kyo frunció el ceño y pareció aún más molesto (y algo dolido), se hizo a un lado y se cruzó de brazos.
— Pensaba irme, pero me quedé un rato para asegurarme que estuvieses bien... entonces no me di cuenta y me quedé dormido. — Explicó Kyo.
Imaginé a Kyo sentado en la cama mirándome dormir y luego quedándose dormido como el idiota que es sin preocuparle nada más. A veces me pregunto como sigue vivo si es tan descuidado.
— No necesito que me cuides. — Respondí cortante.
— Lo se... pero igual me preocupé, porqué parecías demasiado ebrio. — Aceptó el castaño, su voz denotaba sinceridad. Sabía que la preocupación de Kyo era real, porqué en el pasado él se había preocupado por mi cuando Orochi había intentado controlar mi cuerpo durante el torneo de la KOF97 y luego, cuando perdí la Magatama. Kyo me había buscado con la excusa de pelear, solo para terminar diciéndome que se sentía preocupado por mi salud.
Estaba en su naturaleza ser así. Él también se comportaba de esa manera con sus amigos, aún cuando su fachada arrogante hiciera parecer que no le importaba nada ni nadie.
— Además... — La voz de Kyo me hizo girar el rostro hacía él, me observaba con una sonrisa extraña. — No pude desearte un feliz cumpleaños antes de que te durmieras.
Me quedé callado, no supe que responder.
Quizás esa era la única felicitación de cumpleaños que no me molestaba escuchar. No tenía razones para celebrar, y cada cumpleaños era como una cuenta regresiva hacía mi tumba. Mi cuerpo se sentía cada vez más agotado y adolorido luego de los episodios en los que, Orochi intentaba controlarme. Cada vez se volvía más difícil resistir.
Pero este idiota que compartía el mismo destino que yo, seguía dándome razones para luchar contra lo que parecía inevitable. Pelear contra él, querer demostrarle que soy más fuerte, cumplir la promesa de tomar su vida...
Y ahora, la posibilidad de que esos besos se convirtieran en algo más.
De repente mi vida no pareció tan mala.
— ¿Piensas quedarte a almorzar? — Pregunté.
— Si tu invitas, si.— Respondió Kyo alzándose de hombros.
— Es mi cumpleaños, tu pagas. — Declaré cruzándome de brazos.
Kyo blanqueó los ojos.
— Está bien, pero solo por esta vez.
FIN.
Notas finales:
No recuerdo cuando fue la última vez que escribí en primera persona. Honestamente no me gusta leer libros escritos en esta perspectiva, pero quise intentarlo como experimento literario y para inspirarme haciendo algo diferente. Espero les haya gustado. ¡Feliz cumpleaños Iori!