ID de la obra: 1002

Miraculous: Le Nouvelle Ere de les Heros

Mezcla
NC-17
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1
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planificada Maxi, escritos 74 páginas, 44.116 palabras, 8 capítulos
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Capítulo I: Retorno a Paris

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_ Por favor a todos los pasajeros, aseguren los cinturones de seguridad, el avión esta por aterrizar, así que habrá un poco de turbulencia _ Hablaba con elocuencia y gracia la azafata que viajaba en el avión junto contigo.  Pero no le prestas la menor atención, estas más entretenida vagando en los recuerdos de tus tiempos cuando todavía estudiabas en el Collegue y Lyceé junto a tus amigos, a quienes no has visto en persona desde hace mucho. Tu mirada se pierde por la ventana junto a tu asiento, ¿será que las nubes se han vuelto más interesantes este día que el resto de lo que te rodea? _ Disculpe señorita, debe ponerse el cinturón. Estamos por aterrizar _ No puedes evitar mirar a todos lados esperando ver que sea a otra persona a la que se esté dirigiendo, pero al darte cuenta que se dirige a ti, te recriminas mentalmente por haberte quedado divagando en tus pensamientos y no prestar atención a tu alrededor. Con rapidez y torpeza pasas a "realizar" lo que con tanta amabilidad te había pedido la aeromoza seguido de una escasa y atolondrada disculpa. Sin embargo, ella permaneció  parada mirándote con cara preocupada, aun así, en tus constantes intentos de los nervios no logras ni una sola vez ajustar el cinturón, que al final la azafata tiene que ayudarte con él. _ D-Disculpa mi torpeza y-y gracias por haberme ayudado con el cinturón _ Le agradeces a la amable aeromoza. Entre tus agradecimientos _o más bien disculpas_ te permites dar un vistazo a la cordial mujer que tienes enfrente tuyo.  Su rostro fino, cincelado por una evidente vergüenza, estaba enmarcado por una piel oscura como el ébano. Su cabello, largo y lacio, color obsidiana, se recogía en una sencilla coleta baja, adornada con un elegante pañuelo. La viste acomodar su postura para marcharse, y entonces notaste que todo el tiempo había estado encorvada. Pero antes de irse, se despidió con una sonrisa cálida, formada por unos labios carnosos y brillantes. Fue en ese instante que te atreviste a mirar sus ojos, y te paralizaste por el avasallante color verde que te recibe. No era una belleza simple, sino una que se construía en la armonía de sus contrastes. Por fin, logras salir de tu ensoñación cuando la azafata se da la vuelta para continuar con su trabajo. Por tercera vez en el día, te recriminas tus acciones. Sin embargo, no puedes evitar la persistente sensación de que esos ojos los habías visto antes en algún lugar. Desistes de la idea al no encontrar ninguna respuesta y te concentras en las leves vibraciones del avión, que está a punto de aterrizar. ________________________________________________________________________________ _ A todos los pasajeros de los vuelos con destino a Londres, Berlín, Suecia, Los Ángeles y Nueva York, se les informa que habrá un retraso debido al mal clima. Por favor, esperen pacientemente hasta que pase y podamos retomar los vuelos. Gracias por su comprensión _ oíste informar a una de las trabajadoras del aeropuerto por el intercomunicador, justo mientras retirabas tu equipaje. Te preguntas mentalmente por la rareza del clima; hace poco solo había unas pocas nubes dispersas en el cielo. Discutiste el tema contigo misma y decidiste dejarlo de lado: no eres meteoróloga para saber el porqué de las anomalías. Reanudaste tu camino hacia la salida, navegando por el mar de gente en el que se había convertido el aeropuerto. _ ¡Ah, tiene que ser una broma! ¡Por lo menos podrían haberse disculpado! _ Le reclamaste a un grupo de personas contra las que chocaste, después de recuperar la postura tras una caída casi vergonzosa. Te detienes por unos instantes para mirar cómo esas personas desvergonzadas siguen caminando sin la más mínima preocupación. Las ves desaparecer entre la multitud, pero en el último instante logras distinguir cómo el rubio que va en el centro te mira de reojo con una sonrisa casta _ burlándose de ti, seguramente _ y luego retoma su camino junto a sus dos acompañantes: una mujer de ondulado cabello rojo oscuro y un hombre de cabellera castaña clara. Todos parecen ser de tu edad, hasta donde puedes ver, pero rápidamente pierden tu atención cuando ves pasar una cabellera negra con puntas cían. Sientes cómo tu mundo se desestabiliza, pero para cuando logras reaccionar ya no lo distingues por ningún otro lado. Intentas buscarlo, pero el ajetreo del aeropuerto y tu equipaje te lo impiden. Al final, no logras dar con la persona que creíste ver y decides que solo fue una mala jugada de tu subconsciente. Sin embargo, tu corazón todavía retumba de forma acelerada ante la posibilidad de haberlo vuelto a ver después de tanto tiempo. Intentas calmarte Cierras los ojos y respiras profundo, buscando calmar los latidos desenfrenados de tu corazón. Cuando los abres, te sientes más tranquila y te das cuenta de que ahora puedes caminar mejor con tu equipaje, ya que la multitud ha disminuido. Pones tu característica sonrisa y continúas tu camino hacia la salida, o más bien, hacia la entrada. A medida que te acercas, logras divisar unas figuras muy conocidas a la distancia y no puedes evitar sonreír de oreja a oreja. Cuando reconoces a tus padres y abuelos, una lágrima traicionera se desliza por tu mejilla, prueba de lo mucho que los has extrañado. Apresuras el paso sin importarte el peso de tu equipaje. A solo unos pocos centímetros, te lanzas sobre ellos, siendo recibida por un fuerte y reconfortante abrazo familiar en el que te permites derramar lágrimas de felicidad. Pasas la entrada del aeropuerto seguida de tu abuela y madre. Un poco más atrás, ves a tu abuelo y padre venir cargando con las maletas que habías dejado tiradas en medio del aeropuerto cuando viste a tu familia. De reojo, distingues una pequeña mueca de incomodidad en el rostro de tu abuelo, mientras que tu padre camina como si nada. Recuerdas el momento en que recogían las maletas. Tu padre se había ofrecido a cargar también con las que el suyo se había propuesto alzar, pero el abuelo se había negado, alegando que "así no se hacían las cosas" y que un caballero debía llevar los objetos de una dama como señal de respeto. Sabiendo que no le ganaría, tu padre había desistido. Mueves la cabeza de un lado a otro, demostrando tu inconformidad por la terquedad de tu abuelo, pero al mismo tiempo sonríes. Sabes que eso ya es normal en él y no lo cambiarías por nada. Cuando llegan a la acera frente a la construcción del aeropuerto, tu madre detiene un taxi para poder partir a casa. Mientras ella habla con el conductor y tu abuelo y padre meten las maletas en el maletero, miras al cielo y ves un intenso azul semi-despejado. Te preguntas qué había pasado con el mal clima del que hablaron por el intercomunicador hace unos momentos. La rareza del clima te vuelve a invadir, pero el sonido de una puerta al cerrarse te saca de tus pensamientos. Ves que toda tu familia ya se ha montado en el taxi. Te apresuras para subir con ellos, pero justo cuando pones la mano sobre la manija del auto, escuchas el sonido de un motor a tus espaldas, el de una motocicleta. Giras y ves a tu abuela montada en su inseparable chopper. Te asombra ver que aún sigue funcionando después de tantos años. Corres a su encuentro, distingues algunas abolladuras, pero aparte de eso, el resto se ve muy bien conservado. "Igual que la abuela", te dices después de levantar la vista y notar que ella está casi idéntica que hace ocho años. _ Ah, Marinetta. No creerías que te dejaría montarte en esa aburrida y anticuada carroza, cuando tienes la fabulosa motocicleta de tu abuela, ¿verdad? _ La abuela hizo rugir el motor de su chopper para enfatizar sus palabras. Una sonrisa, la típica de Gina, se formó en su rostro y viste el fuego encenderse en sus ojos. "Mi abuela no ha cambiado nada", te dijiste. No, a tus veinticinco años, no te sentías demasiado grande para montarte en la moto de tu nona. ________________________________________________________________________________ Tu abuela, en un movimiento audaz, decidió llevarte a recorrer París. "Pasaron ocho años desde que te fuiste", te dijo. "París merece que la mejor diseñadora del mundo conozca sus nuevas maravillas". Lo dijo con tanta alegría que no pudiste ir en contra, a pesar de tener asuntos pendientes. La abuela iba a gran velocidad por las calles de la ciudad que te vio crecer. Sentir el viento en tu cara era una sensación fantástica, algo que por alguna extraña razón siempre te ha gustado. Pero, al mismo tiempo, te invadía una profunda nostalgia, como si ya hubieras vivido este momento muchas veces antes. Una incómoda punzada se presentó en tu sien, y supiste que otra migraña estaba por llegar. _ Marinetta ¿Estas bien? Te siento un poco tensa allí atrás ¿Quieres que baje la velocidad? _ Sin esperar una afirmación de tu parte, tu abuela, baja la velocidad de la moto, pero aun así parece esperar a tu respuesta. _ No pares, Nona _ Le dices _ No es nada. A pesar de no parecer convencida, tu abuela continua con el viaje, pero se para no muy lejos de allí. _ ¿Por qué? Te dije que no me pasa nada _ Inquieres a tu abuela luego de que estacione la moto y se baje. Ella con una casta sonrisa se voltea _ Tranquila, Marinetta. Solo baje a comprar un helado ¿Quieres uno? _ Te responde señalando a Andrés, el heladero. Respirando profundamente te bajas de la moto y te sientas en una banca de la calle. Miras a tu abuela hablar con Andrés, ves que él te observa por un instante, pero en su mirada distingues un destello de... ¿Odio?... Crees haber visto mal, te dices que seguramente es por el dolor de cabeza. Masajeándote la sien intentas relajarte y esperar a que el dolor se pase. Y te maldices internamente por haber dejado tus pastillas en la maleta, aun cuando sabes que las mismas solo disminuirían la sensación, pero no la detendrían. _ ¿Segura que estas bien? _ Levantas tu mirada y encuentras a tu abuela a tu lado llevando un helado en cada mano. Ella sonríe tristemente _ Esta vieja abuela tuya no pensó bien las cosas. Debí saber que no seria buena idea llevarte de paseo cuando apenas acabas de llegar de un viaje tan atareado. Pero me emocione por tener de regreso a mi nieta. _ No, no... Abuela no es eso... es solo _ Te detienes y piensas si es lo adecuado contárselo a tu abuela, miras una vez mas su rostro, y te parte el corazón verla llena de culpa _ Solo son los dolores de cabeza... _ ¿Cómo? ¡¡Pero si nos dijiste que ya no te daban!!! _ Exaltada tu abuela te pregunta. _ Solo lo dije para que dejaran de preocuparse _ Expresas. _ Pero Mari eso no está bien... _ _ Lo se... pero ya aprendí a vivir con ellos _ Ves que tu abuela intenta seguir rebatiendo, pero la interrumpes _ Comamos los helados antes de que se derritan _ Extiendes una sonrisa en tus belfos. Tu abuela suspira largamente, parece rendirse y solo se limita a sentarse a tú lado y darte uno de los helados. _ Mmm... Esta muy bueno _ Dices saboreando tu helado de chocolate negro amargo, té matcha y vainilla con trozos de galleta. Volteas a ver a tu abuela y no la ves muy contenta con su helado. _ ¿De que es tu helado, Nona? _ Preguntas _... Frutos secos y queso azul... _ Hace una mueca y no es para menos con esa combinación de sabores, te dices. _ ¿Queso azul? _ Inquieres con perplejidad. Y luego tu asombro crece aun mas cuando tu abuela asiente con la cabeza _ Eso es malo. Sino te gusta debemos de decírselo a Andrés, tal vez se equivocó _ Te volteas en dirección al heladero de los enamorados, pero la mano de tu abuela te detiene. _ No hace falta que hagas eso, Marinetta _ Dice con tranquilidad tu Nona meneando la cabeza. _ Pero abuela... _ Intentas replicar, pero un tirón mas fuerte en tu mano por parte de tu abuela te detiene. _ No quiero discutir por un simple helado... solo quiero pasar tiempo con mi nieta favorita _ Ella sostiene tu cara entre sus manos, luego de botar el helado en la basura y limpiarse las manos. Los ojos de tu Nona, que miran directo a los tuyos, están llenos de un profundo amor, te conmueves, porque ese cariño incondicional es solo para ti, es el cariño único de una abuela hacia su nieta. La abrazas, aun con tu helado en mano y te permites llorar, lloras por lo mucho que la has extrañado todos esos años que estuviste fuera y no pudiste recibir un abrazo de tu Nona, lloras porque sabes que estas en casa, lloras porque puedes ser tu misma en los brazos de tu abuela. Mientras dejas salir tus emociones, tu abuela acaricia tu espalda y te arrulla, como solo ella sabe hacer, pero su mirada fría esta dirigida a uno de los tejados de las casas circundantes, donde se encuentra una sombra observándolas. ________________________________________________________________________________ Dejas atrás a tu abuela explicando como su chaqueta quedo manchada de helado a tu abuelo. Entras en tu antigua habitación, todo sigue igual que como lo dejaste, aunque un poco polvoriento, tu mano pasa por la encimera en la que solías realizar tus diseños, los recuerdos en estas paredes son tantos. Las reuniones con tus amigas, tus planes locos para conquistar a Adrien, tus trasnochos cuando te daba un golpe de inspiración y no podías para de diseñar... Todo está aquí, y, aun así, solo sientes quietud en tu corazón, como si este no fuera mas que un lugar vacío. ¿Qué pasa contigo? ¿No querías volver a casa? ¡Ya estas aquí!... pero ¿Por qué reaccionas así? Te cuestionas, en un arrebato tiras tu vieja máquina de coser, buscando sentir algo. Ves cómo se destruye, pero, aun así, nada, no sientes nada por este lugar. Como si tu no fueras quien vivió en este aquí. Te desplomas junto a los restos de tu vieja máquina. No sabes que pensar ¿Por qué cuando estabas en los brazos de tu abuela te sentiste tan reconfortada, pero ahora no sientes más que desolación?... En el fondo sabias que esto pasaría... El dolor vuelve, mas intenso que antes. Te sostienes la cabeza, quieres que se detenga, pero sabes que no lo hará... solo empeorara. Este lugar... Todo París... Fueron la razón por la que te fuiste... No podías vivir tranquila, el dolor era demasiado intenso, a donde fueras te seguía. Escuchas la voz de tu madre llamarte desde la trampilla, la dejas hablar. Te dices que solo tendrás que soportar el dolor unos días, solo es cuestión de resolver el problema en tu boutique, y por mucho que te duela en el corazón, nunca más volverás a pisar esta ciudad. ________________________________________________________________________________ _ Marinette ¿Por qué no te relajas?... ¿Quieres una galleta? _ Te dijo tu madre mientras te lleva por las escaleras camino a la panadería. En el pasado comer algún dulce u hornearlo podía apaciguar tu mal ánimo, pero no crees que ahora tenga el mismo resultado. Te volteas para denegar su propuesta, pero ella es más rápida y te obliga a comer una galleta de chocolate. _ ¡Mamá! _ Dices exaltada. _ ¿Esta rica? _ Te inquiere tu madre con una sonrisa. Y tu no puedes hacer otra cosa que afirmar. Ella muy feliz te deja un momento para ir a la cocina, suspiras intentando liberar todos tus males, ya que sabes que esa es tu oportunidad para darte un respiro y dejar de fingir un momento. _ Te ves terrible, terrón de azúcar _ Escuchas a una voz llamarte, solo hay dos personas que te llaman así, te volteas y allí está la secretaria de Félix. _ Ilie ¿Qué haces aquí? _ Le preguntas. _ Solo vine ha hacer un recado... Tu sabes, la realeza tiene sus gustos particulares _ La ves alzar una caja de Opera Cake en su mano y sabes que es para Félix. _ Me sorprende que el señor importante coma los dulces que hacen unos panaderos sin estrellas Michelin _ Ves como Ilie sonríe castamente _ No te ofendas tanto, pero no todo se basa en el reconocimiento. Aunque muchos no lo consideren así, los postres de tus padres son los mejores de todo París. Y su alteza real solo come lo mejor de lo mejor _ _ No creo que este bien que hables así de tu jefe _ Le dices, porque por mucho que odies a Félix no quieres que despida, por unas cuantas palabras, a la mejor secretaria que podría conseguir en el mundo. Pero ella no parece verlo de la misma manera. Ilie se ve sorprendida, casi estupefacta, ella se inclina sobre el mostrador, pero sin llegar a tocarlo, una sonrisa juguetona se forma en sus labios _ Y ahora lo defiendes. Se de tus dolores de cabeza, pero no sabía que venían con bipolaridad o acaso sabes algo que yo no sepa... pero tranquila, tu secreto está a salvo_ ¿Qué? ¿Qué secreto? _ Por cierto, Señor y señora Dupain-Cheng se les quema algo en la cocina _ Ilie se endereza para gritar por encima de tu cabeza, volteas en el acto viendo a tus padres "escondidos" por una pared. Ambos alarmados corren para la cocina _ El fuego los ayuda a hornear sus deliciosos postres, pero si se descuida puede convertir a su sustento en algo insalvable _ Escuchas a tu acompañante decir, pero cuando te volteas solo oyes a la campana sonar y la ves marchar por fuera de la panadería. Observas el humo salir de la cocina y un fuerte olor a quemado, y te dices que no entraras allí. Sales del local y busca en tu teléfono uno de tus contactos, te detienes en la foto de una chica rubia ceniza y la llamas, esperas un poco para que en el segundo tono conteste. _ ¿Lyra, como van los preparativos para mañana? _ Preguntas con premura. _ Heee... Hola a ti también _ Te responden del otro lado _ ¿Por qué la urgencia? ¿Dudas de mis capacidades? Ya parece que Félix se te volvió a aparecer _ _ Por favor no lo digas ni en broma... _ Suspiras de solo pensarlo _ Solo quiero saber como van las cosas, esta sesión de fotos debe salir estupenda... Hay que levantar las ventas de La _ Expresas con altivez mientras levantas el puño, tu interlocutor te sigue con la misma emoción. _ ¡Así se habla jefa! _ Gritan por el otro lado de la línea, la escuchas hablar muy animada sobre todos los preparativos la sesión fotográfica de mañana, también la escuchas quejarse porque Félix tuvo que entrometerse y cambiarle al camarógrafo, pero luego te dice que es uno de los mejores que trabajan para la marca Gabriel's, así que te tranquilizas, también te cuenta que encontró a una joven promesa para modelar tus prendas, no es muy reconocido pero que si tiene mucho talento; también te dice algo de unas clases de baile que esta tomando, pero tu tienes en otro lado tu mente desde hace mucho. No logras comprender como es que la popularidad y ventas de una de tus mejores boutiques han caído tanto como para llegar a números rojos, Félix te obligo a venir aun cuando ya te lo estabas plantando. El drástico descenso de La couturière Roves fue anormalmente crítico, unos meses atrás todo estaba bien, pero luego todo se desplomo, para ti no tiene sentido, y mucho menos para Félix que ya mando a investigar tu local en búsqueda de malversación, sin encontrar nada. ________________________________________________________________________________ Te encuentras arreglando tu vieja cama, por hoy has decidido quedarte a dormir en la casa de tus padres, te sientes muy agotada para trasladarte. Cuando ya estas satisfecha con tu resultado te regresas sobre tus pasos y te detienes frente a dos objetos que llamaron tu atención mientras arreglabas tus cosas. Tu viejo diario y un muñeco de superhéroe que hiciste. El primero, lo encontraste polvoriento tirado entre unos muebles, sus viejas hojas contenían los recuerdos de cada uno de tus días en el Collegue y parte del Lyceé. Viste que todavía le quedaban unas cuantas hojas vacías, y algo te motivo a escribir en ellas, cada trazo que hiciste estaba lleno de sentimiento, detallaste una a una las cosas mas relevantes que pasaron en esos años. Las hojas sobre las que escribiste se mojan con tus lágrimas, no son de emoción o de tristeza, es de dolor, un dolor tan intenso que no puedes contener, pero continuas, aun así, sientes que este es el momento, no habrá otro. Eres optimista, te dices que si reflejas las cosas buenas cosas iguales te pasaran. Cuando terminaste lo cerraste de golpe, y te alejaste de él como si tocarlo te quemara la piel. El segundo, estaba colocado cuidadosamente en tu maletín junto al resto de los muñecos de trapo que llegaste ha hacer de los héroes de París. Este en particular resaltaba sobre el resto. Recuerdas que ya tenías hechos a todos los héroes, pero querías hacer otro, uno con un diseño diferente al del resto, que se destacará y tuviera mas capas. Este era una soldado con traje largo, y un gorro y rifle de accesorios, está en colores negro, rojo y verde. Guías tu mano hacia el tu diario, pero el tono de tu teléfono te detiene. Ves la pantalla, Chole te está haciendo una videollamada. _ Hasta que por fin contestas, mira que mi numero no lo tienen todos, y te atreves a dejarme esperando, Dupain-Cheng _ Chloe se ve irritada desde la pantalla, y te mira de forma acusadora. _ ¿Qué? _ Preguntas sin entender el origen de sus reclamos. _ ¿Todavía estás dormida? Esta es la cuarta vez que te llamo _ Su afirmación te sorprende, no recuerdas escuchar a tu teléfono en ningún otro momento ¿Tan metida estabas en tus pensamientos? _ Lo siento, Chloe. No estaba prestando atención al teléfono _ Le sonríes apenada, pero detallas que el fondo no es el mismo que el de su Suite en New York _ Chloe ¿Dónde estás? Enarcando una ceja ella inquiere _ En el hotel de mi papi ¿O ya se te olvidaron estas paredes rojas? _ Tenias el presentimiento de que ese lugar se te hacia conocido, Chloe te lo confirmo, pero... ¿Por qué vino a París? Te cuestionas. Chloe te había dejado bastante claro que no tenia planes de volver a pisar esta ciudad, no estaba mal su vida en New York, entonces... ¿Por qué lo hizo?... Escuchas a Chloe llamarte y vuelves en sí. Te encuentras a tú amiga con una cara de preocupación. _ Ey, Mari ¿No estarás un poco cansada? ¿Creo que deberías dejar de preocuparte por La Couturière Roves? ¿Qué te parece un día de spa mañana? yo invito, ya veras que un buen masaje se llevara todas tus preoc... _ Chloe ¿Dónde pongo esto? _ Ves a un hombre alto aparecer de detrás de tu amiga trayendo en sus manos un pesado paquete. _ ¡¡Alguien me quiere explicar, por que cada vez que quiero hacer una cosa buena me tienen que interrumpir!! _ Chloe se altera desde el otro lado y comienza a decirle a su guardaespaldas que no la interrumpa cuando esté hablando por teléfono y no sabes que más. Tu mirada esta sobre el diario. _ Chole te llamo después _ Con rapidez le cuelgas antes de que te diga algo más. Tomas el diario entre tus manos y bajas las escaleras con rapidez. Te diriges a la basura de la panadería, y sin mirarlo por segunda vez, botas el cuaderno. Sientes un peso inmenso irse de tus hombros en el momento en que ya no lo ves. Te alejas y vuelves a subir las escaleras hacia tu habitación, pero tu teléfono en tu mano vibra. Una notificación de Instagram. Entras y vez una nueva foto de Alix, donde aparece en un bosque exuberante, casi que parece vivo. El pie de foto dice: "Devuelta en mi hogar, París"
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