ID de la obra: 1016

My Magica Academia

Mezcla
NC-17
En progreso
2
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planificada Mini, escritos 84 páginas, 38.300 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 1: Squib

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Notas:
1992, Valle de Godric. Lo estaba siguiendo según noto ¿Cuanto tiempo había pasado desde entonces? ese Maldito Squib, pensó. No había voz en su cabeza que le impidiera llamarlo de esa forma y simplemente si lo ignoraba se aburriría, se daría la vuelta y no tendría que lidiar con él. O eso pensaba. Continuo así pues caminando por el bosque que bordeaba el Valle de Godric, este había sido hogar desde antaño para los magos, un grupo de familias contadas con los dedos que convivían libremente con el uso de magia, no había lugar mejor pensaba, pisando fuerte y seguro a cada paso. Se apresuro en la espesura, cargando una red en su mano, cazaría un montón de insectos que llevaría a casa y aturdiría un poco a su Madre con estos. Una respetada y temida Aurora del ministerio de magia, le enorgullecía hablar de ella cada que podía y aunque su sueño era ser un gran jugador de Quidditch, en el fondo un día le gustaría superarla. Por supuesto eso no quitaba el echo de que planeaba una broma con los bichos, sabia cuanto esta los detestaba después de un evento durante sus años en Hogwarts. Salto un tronco caído, pareciendo no saber que su travesura estaba mal y que por sobretodo se llevaría una buena reprimenda. Al principio creía que ella le prohibiría ir al grandioso colegio de magia y hechicería incluso si llenaban la casa de cartas al ignorar la primer lechuza. Fue cuando tenia cuatro años que hizo su primer magia accidental, estaba jugando y miro su jarrón favorito, un articulo Muggle muy querido por ella que le había regalado su padre. Entonces este hizo boom. — Ja! — Se mofo, pues ya no creía en aquellas amenazas. Continuo pues su camino, bajo la red y miro hacia el frente, había un puente sobre la parte más ancha y profunda del río. Ese río que se congelaba en invierno, iba con su familia a patinar y el próximo invierno estaría regresando para navidad de Hogwarts a este mismo Valle y pasarían aquel momento. De más pequeño ese otro niño, el que ahora le estaba siguiendo mas cerca, siempre había sido incluido. Ese mismo niño: de pecas y cabello verde, un Squib inútil, que le estaba siguiendo de forma espeluznante. Por entonces siempre fueron muy unidos, las cosas cambiaron la primera vez que hizo magia por accidente, la siguiente y la siguiente, hasta que no hubo dudas de que le tendrían apartada una plaza en Hogwarts. Allí donde su orgullo mas que perecer, se inflo, como lo hizo su tía un verano, después de un comentario hiriente que ya no recordaba. El rubio volteo, se dibujo una pequeña sonrisa en su rostro, acababa de escuchar ruidos en la maleza. Katsuki se tomó otro momento para visualizar lo que pasaría en el invierno, para navidad, su regreso desde Hogwarts al Valle de Godric. Estaría en Hogwarts, volvería aquí. El sería un mago, ese Squib solo sería... — ¡Kacchan! — Exclamo la voz del niño que lo había estado siguiendo. Su cabeza había entrado perfectamente dentro la red, ahora ante los ojos de Katsuki no se trataba de más que un pequeño insecto. Lo tenia atrapado justo donde quería y no planeaba soltarlo de inmediato. — ¡¿Que haces aquí, Deku?!— carraspeo muy fuerte. Deku, como lo había llamado, forcejeo tratando de quitarse la red, pero Katsuki lo aplastaba muy fuerte impidiendo ese echo. — S—sueltame...—pidió con las cejas fruncidas , Katsuki lo contemplo un segundo antes de tirar de la red, haciendo que el otro niño, más bajo y escuálido, acabara en el suelo. Ambos niños intercambiaron miradas, los ojos verdes llorosos, los rojos de Katsuki centelleantes como si fuera a escupir fuego repentinamente. — ¡¿Que crees que haces aquí?! —pregunto mientras se daba la vuelta, ya lo había puesto de mal humor, pero en realidad disfrutaba de cuando el resto lo seguía. Disfrutaba de la atención, así que decidió rápidamente que por ese momento le permitiría permanecer. —Ver lo que haces—le respondió sinceramente, los ojos de Katsuki se volvieron blancos. Ese niño parecía tener un don que detectaba que planeaba alguna cosa, aunque no estaban del todo distanciados y solían andar por el bosque algunas que otras veces, siempre se lo encontraba por la calle principal del Valle, oculto tras un poste, un árbol y una pared. Variedad de lugares. Murmurando mierdas sin sentido e incluso tratando de convencerlo que no llevara a cabo ninguna broma. Hoy había llegado demasiado lejos, en otra ocasión la escena de la red lo hubiera echo llorar y correr de regreso, pero ahora. — Bien, como quieras, pero mantente atrás y no planeo hacer nada—mintió descaradamente, el pecoso hizo una mueca. De la misma forma empezó a caminar de regreso al puente, el peliverde todavía estaba en el suelo, sobándose la cabeza al principio y sacudiendo su ropa para quitar el polvo, al ver que Katsuki avanzaba de regreso al puente recordó algo muy importante. No se detuvo a mediar palabras, Kacchan era difícil lo sabia, no trataba con cualquier niño razonable, así que se adelanto y lo agarro por su camisa, impidiendo pues que siguiera su andar. Katsuki volteo, tratando de hacerlo a un lado, quería que lo siguiera, pero estaba actuando mucho más molesto que antes. — ¿¡Que es lo que te pasa!?— Inquirió, podría darle un golpe con la red, seguramente iba a llorar. No le importaba. Deku agregó rápidamente— No puedes ir por el puente, es peligroso. Katsuki puso los ojos en blanco, pero no uso su mano para hacerlo a un lado, lo agarro de su propia camisa y lo tironeo hacia atrás en un empujón. Es así que al mismo tiempo el peliverde se sujeto de la ropa del rubio y comenzaron a tironear el uno del otro. Manos sobre la ropa y cabello, hasta pequeños rasguños, rodaron, se llenaron de barro. Había llovido más temprano y el rocío se perlaba sobre las hojas de los árboles que caían perezosamente, sobre los matorrales donde saltaban las liebres y acumulándose en pequeños charcos cerca del puente. Katsuki hizo aquella mirada, la misma mirada seria, como cuando a sus cuatro años lloro. Su figura de un auror muy famoso, llamado Toshinori Yagi, se había caído y metido debajo de una pequeña mesa ratona. Donde estaba el dichoso jarrón Muggle, todavía no entendía como Mitsuki se pudo casar y aceptar un hombre que adoraba esos artilugios. Esa mirada de ahora, se veía más fiera y decidida. La magia afloró poco después de lanzar a Deku hacia atrás. Deku se cubrió la cara con los antebrazos anteponiéndose a la explosión, la magia accidental que solía emplear Kacchan cuando estaba realmente estresado y enfadado. Por suerte para el todavía no estaba dentro de un rango donde le pudieran trae consecuencias con el Ministerio. Aún así, las consecuencias decidieron tomar inmediatamente otro camino después de que gritara: — ¡Ten cuidado con el puente! Uno viejo de madera, escucho hablar a un par de magos que vendrían muy pronto para verlo y emplearían el hechizo Reparo en algo que llamaron soporte, conocía el hechizo gracias a Inko, su Madre. Ella solía romper cosas cuando ordenaba y levitaba los muebles para que la escoba encantada se llevara el polvo. Quizás la explosión de Katsuki no había sido demasiado fuerte, sin embargo, sólo se necesito una pequeña chispa para que este cediera. Deku actuó rápidamente y se apresuro en correr. Extendió pues su mano al rubio, que estaba cayendo, lo separaban unos cuantos metros del agua, la corriente era muy fuerte y estaba todo lleno de rocas. De pronto sucedió, Katsuki abrió en grande los ojos. Deku continuo con la mano extendida, pero Katsuki jamás toco el agua. Estaba levitando, como así lo hacían las lágrimas del niño de pecas. Floto más arriba y tomó inconscientemente su mano cuando la pudo alcanzar. Ambos rodaron sanos y salvos en la orilla, mientras la corriente se llevaba la red para cazar insectos luego de hacerse pedazos entre las rocas. El grupo de magos llego justo después del incidente a reparar el puente, liderados por nada más y nada menos que por Mitsuki, ella estaba ahí porque se quería asegurar que el puente fuera seguro para su hijo, que merodeaba el lugar y para el resto de los niños que vivían en el Valle, no era la mejor maga en cuanto a esa clase de hechizos, por lo que tuvo que recurrir a otro par de magos. Los encontraron entonces, a ambos niños todavía conmocionados en la orilla, Katsuki fue regañado y Mitsuki antes de asegurarse que hubieran reconstruido el puente con magia, llevo a Izuku a su casa, que fue incapaz de decir nada más que un lejano «Estoy bien». Así fue que la mañana siguiente, mientras Izuku desayunaba, pensando acerca de si el realmente había sido el causante de la magia accidental, un ruido llamó la atención de su ventana, Inko le dio la bienvenida bastante sorprendida a la lechuza que golpeteo el cristal con su pico. Esta avanzo, sobrevoló la cocina y se detuvo sobre Izuku un ínfimo momento, dejando caer la carta entre sus patas encima de su tostada con un poco de huevo al lado, que había estado revolviendo con el tenedor sin probar bocado. Madre e hijo se miraron y echaron a llorar, sus rostros eran un mar de lagrimas. Katsuki, estaba en la sala absoluta y visiblemente castigado, repasando la que sería probablemente su última lección Muggle. Números y textos. Mitsuki lo observaba, pidió un día libre en el ministerio para asegurarse que su marido no lo consintiera con algunas grageas y ranas de chocolate. Escucharon el ulular de una lechuza, esta voló con sus alas extendidas y dejó caer la carta por encima de su cuaderno, donde Katsuki abandono su pluma y la tinta de la punta tiño toda la hoja. Ambos niños, por unas horas de diferencia abrieron la carta troquelada, extendieron su contenido y leyeron aquello en tinta verde muy brillante:

Midoriya Izuku./Sr. Bakugo Katsuki Cocina/Sala de estar Número 4./Número 15. Valle de Godric./Valle de Godric. Estimado Sr. Midoriya,/ Estimado Sr. Bakugo, Nos complace informarle que usted ha sido aceptado para asistir al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos la lista con lo indispensable para su primer año, junto con esta carta. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de Julio. Sinceramente, Aizawa Shota SubDirector Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Director: Tsu Nezu (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación internacional de magos).

15 de Agosto de 1992, Callejón Diagon. El echo de que siempre había sido catalogado como un Squib, no podría sino ser para Midoriya Izuku, una carga muy difícil de dejar caer y olvidar en alguna parte. Su Madre nunca había perdido la fe, que llegaría ese día donde manifestara su magia, decía con fervor y repetía, los días previos a la tan esperada visita al Callejón Diagon, que siempre fue un muchacho demasiado tranquilo para hacer magia accidental. Que después de un momento tan dramático, era normal que su Magia emergiera. — Indudablemente, cuando pasemos por Ollivander y elijas tu varita...— la miró un poco agobiado, ella todavía estaba llorando y se sonaba la cara con un pañuelo que estaba encantado con magia auto limpiante, así que siempre estaba reluciente. Después de un hipo, continuo:—aprenderás a controlarla y te será natural, todos los magos lo hacen—concluyo. Se detuvieron frente a Madam Malkins, recordaba poco y nada de aquella tienda. Desde que asumió que no sería no más que un Squib, no había querido más nunca pisar ese Callejón, ese primer escalón que conduciría a Hogwarts el primero de Septiembre. Así que se recordaba a sí mismo, más pequeño, como su última visita. Entonces le tomaron las medias a su Madre para una túnica de gala nueva, tal y como lo hacían con el en este momento. — Izuku, cariño, quédate aquí por un momento, volveré pronto. El pecoso asintió en silencio, dejándose hacer por un metro que, para su sorpresa en cuanto le quito el ojo de encima y volvió a verlo, estaba solo en el aire, tomando sus medidas sin ayuda de nadie. Sus ojos estaban tan abiertamente sorprendidos, que escucho por ahí, detrás de unas telas, una pequeña risa divertida. — ¿Primera vez? ¿Estas nervioso? —le pregunto, había cierto tono bajo y ronco en su voz, como si tuviera que forzar mucho la garganta para hablar. — Si... Respondió ligeramente tímido, pero vio entonces al otro muchacho, tenía el cabello rizado, negro y desordenado, revoloteando rebelde sobre su cabeza. Grandes ojeras debajo de sus ojos, gafas que caían despreocupadas sobre el puente de su nariz y una gran sonrisa, formada sólo por una línea que dibujaban sus labios. Era más alto y ya había cierta mirada de experiencia, que lo delataban como un chico más grande. Aunque su complextura general no era demasiado diferente a la de Izuku, como si sus músculos estuvieran en una base solida de rebeldía. Por lo que apenas le sacaba unos centímetros y se remarcaba su delgada figura. La ropa holgada dejaban poco y nada a la imaginación de como lucia debajo. Sin embargo Izuku, nunca había juzgado como lucían los demás, ni encontró extraño que su ropa fuera de talles absurdamente mas grandes. — Pasará cuando llegues a Hogwarts, lo veras—interrumpió su linea de pensamiento. Si, se estaba fijando ese muchacho, pero mas estaba su atención en el metro que lo obligaba a levantar los brazos, torcer el cuello o mover una pierna, enrollándose en el como una serpiente, antes de retirarse. Viro su mirada, había añoranza en la del otro chico, parecía que las ansias por volver este año eran muchos más visibles y palpables en el estudiante más grande. Abrió la boca para decir algo más, pero nuevamente fue cubierto su vista por un montón de telas flotando. Antes de nada, todos sus juegos de túnicas habían sido ya empaquetados y pagados, no sabia en que momento regreso Inko. Pero traía un par de grandes y coloridos conos de helado. Salieron entonces con los primeros paquetes mal envueltos en cinta y papel madera. Entre la tienda de libros y pociones, con la pila de útiles haciéndose más pesada, Izuku se detuvo frente a la tienda de Quidditch, admirando la famosa y aclamada Saeta de Fuego, la escoba más veloz del mundo. Que de no haber cristal separando a otros tres chicos que la miraban y adulaban desde hacia unos cuantos minutos antes, la habrían cubierto de baba. — Oh no, ningún hijo mio va a jugar ese deporte tan violento, sigamos Izuku, cariño, solo nos queda la tienda de Ollivander, no existe mejor, sabes que allí también recibí mi varita en primero año... Inko arrastro a su hijo, mientras recordaba entre lágrimas su primer año y como ahora su bebé también pasaría por aquella experiencia. Su Madre era una bruja muy escurridiza, no se quejaba, pero cada vez que ella simplemente desaparecía como si al día siguiente fuera la que abordara el expreso a Hogwarts en su lugar, le hacían pensar mucho. Muchísimo en que, nuevamente, por más que pudiera, no podría quitarse de encima aquella sombra del Squib. Izuku dejo por ahí todos los útiles envueltos y se apresuro en terminar de entrar a la estrecha tienda de varitas. A simple vista pareciese que estaba muy desordenada, llena de estantes con varitas hasta el techo, escucho algo deslizarse por lo alto, montado a un escalera que se erigía en un riel, apareció el viejo Ollivander. Con su cabello blanco y una sonrisa que decía que claramente lo estaba esperando, se acaricio la fina barbilla. Como seguro estaría esperando a cualquier otro mago que hiciera sonar la campana de la puerta de cristal. — Sr, Midoriya, Midoriya Izuku... ¿No habría porque ser extraño que supiera su nombre, verdad? Asintió, quedo, tragando antes de querer decir algo, pero el anciano se le adelanto. — Lo había estado esperando, veamos, que tenemos por aquí para usted... Sus dedos largos y arrugados tantearon un par de cajas en la altura donde todavía montaba la escalera. Luego bajo los escalones y dejo las cajas sobre el mostrador. — Bien, bien, pruebe con esta Se miraron fijamente un par de segundos, dudo, pero tomó la primer varita en ser quitada de su mullido lugar. Se devolvió hacia Ollivander, parecía no haber sucedido lo que esperaba, así que dejo la primer varita a un lado, luego fue animado a tomar la siguiente. — Se le resiste, veo... curioso Izuku asumió con una piedra alojándose en su estómago, que nunca pasaría la prueba de la varita. Leía y mucho, como su único consuelo de conocer el resto que ofrecía el mundo mágico. Así que sabía a la perfección que la varita elegía al mago y no al revés. Lo que le puso mucho más nervioso y desanimado, de lo que ya lo había estado durante su corta vida de once años. Ollivander regreso, como un rayo de esperanza y trajo, desde el fondo de la tienda, una caja solitaria y empolvada. La dejo junto al resto, la abrió haciendo a un lado el papel protector y le entrego la varita en mano, sonriendo. — Ande, pruébela. Tomó una gran bocanada de aire y la recogió entre sus dedos, esperando que sucediera. Otro momento de decepción. Sin embargo, para su sorpresa y ante la mirada de «Lo sabia» del viejo Ollivander, sintió desde la punta de los dedos y hasta el resto del cuerpo, una especie de calor extraño. Reconfortante y extraño, si. — Madera de Cerezo, núcleo de fibra de corazón de Dragón, 51 centímetros. Excelente elección, Sr. Midoriya, excelente. Contemplo pues la varita que sostenía entre sus dedos aun, mientras llenaba sus pulmones estrepitosamente de aire. Por primera vez no pensó en aquella celosa y retorcida palabra «Squib» pensó que después de todo era un mago. Una varita se había replanteado que seria bueno que le perteneciera, así sin mas, en una larga ceremonia de incertidumbre. Bajo la cabeza ante la atenta y brillante mirada de Ollivander. Luego la levanto y desenvolvió la angustia de su pecho en un grito casi de victoria. Los labios temblorosos del pequeño Izuku de once años, fueron incapaces de decir mas nada que débiles hipos, se seco avergonzado las lagrimas con el dorso de su mano, esa que todavía sostenía firmemente a su nueva compañera y luego volteo hacia la puerta. —¡Izuku!—grito su madre desde el lado de afuera de la tienda, ella comprendió al igual que su hijo lo que acababa de ocurrir, así que las lagrimas recorrían igualmente su rostro. Con su propia mano temblando, que sostenía en cambio una jaula, donde se agitaba estrepitosamente una lechuza blanca como la nieve. Hacían ver entonces a los helados de hace unos momentos atrás, como lo mas simple. 1 de Septiembre de 1992, King's Cross. — ¡Muggles! Exclamo Inko Midoriya mientras un gran número muy apurados de estos servían de marea humana. Izuku iba pisándole los talones desde atrás, empujando su carrito. Estaba tan pesado con el baúl y la jaula de Hedwig, su lechuza. Los Muggles al fin y al cabo «Nunca notan nada» escucho decir perezosamente a su Madre, mucho menos que ellos pasarán entre medio, hasta que siguieron avanzando. Se detuvieron entonces entre el anden 9 y 10. Sabia exactamente lo que pasaría, se suponía que habría una barrera mágica que los no mágicos ignoraban y después de cruzar, entonces podría ver por primera vez el Expreso a Hogwarts. Le sudaban las manos y estaba temblando, como si se hubiera metido de pronto en un lago helado. Apretó sus manos en la baranda del carrito, pero cuando se dispuso a avanzar y antes que Inko lo animara a hacerlo, un gran número de magos los rebasó. Madre e hijo se les quedaron viendo, los lideraba una mujer de cabello blanco y largo, daba una especie de encanto helado a su alrededor mientras caminaba guiando al que parecía ser el menor de sus hijos. Un muchacho no muy alto y delgado, con su cabello dividido perfectamente en dos colores. Rojo y Blanco. Con una pésima combinación de ropa Muggle al igual que los que parecían ser sus otros tres hermanos. Un pelirrojo no mucho más alto que el menor, que llevaba una decoración extraña en la cara y se mantenía apartado del resto. Como esperando que pasara algo o que tuviera la oportunidad de, esa misma mirada traviesa de Katsuki. — ¡Toya! Exclamo la madre, cuando este se adelanto con el carro, entre las columnas del anden nueve y diez, para desaparecer tras esta. La mujer de cabello blanco suspiro, hizo una señal a sus otros hijos. Una chica y un chico respectivamente, con el cabello blanco, la chica lucia apenas un par de mechones pelirrojos, como manchas. Entre ellos, el chico más alto, se parecía más físicamente al Padre hasta en el corte de cabello. Salvo que el chico era todo peliblanco y su padre pelirojo, el cual permanecía hacia atrás y pareciese que su mirada mataría a cualquier que le dirigiera la palabra. Una vez los mayores pasaron, fue turno del menor. — Tu turno Shoto, lo harás bien— le dio una palmada afectuosa, el chico la miró en silencio y suspiro. Juntos, con la mujer ayudando a que maniobrara el carrito, cruzaron por la barrera y tan rápido como eso, el padre de la familia también lo hizo. Inko e Izuku se miraron por primera vez, después de observar esa escena. — ¿Preparado cariño? Tu también lo harás bien Izuku, yo lo sé. Eres mi precioso hijo y hoy es un día muy importante. — Mamá — llamó el— ¿Que pasa si, no me seleccionan para ninguna casa? Si tengo que regresar a casa yo no... hasta hace poco yo era solo un Squib—le tembló el labio, su madre noto el manojo de nervios que aquejaba a su hijo y que se hacia mas grande a medida que alcanzaba la meta. — Tu varita te eligió, Izuku. Cuando llegues a Hogwarts las cosas no serán muy diferentes. Y no te preocupes de la casa donde termines, haz muchos amigos y pórtate bien —no mucho más alta que su hijo, Inko se inclino hacia el y lo envolvió en un abrazo cariñoso, al cual su pequeño se aferro inmediatamente después. Fue mágico, esa primera vez que ambos cruzaron la barrera y se encontraron frente a la imponente locomotora roja, brillante. Echaba vapor por los lados y ya estaba atiborrada de diferentes chicos y chicas. Aunque lo habían echo nuevamente en horarios diferentes, finalmente sus puntos se unirían. Izuku estaba tratando de subir su baúl al tren, por su puesto Inko le estaba tratando de ayudar. Fracasaron varios intentos, hasta que se detuvieron por una voz a sus espaldas. — Parece que necesitan ayuda Rápidamente un par de manos extras sostuvieron el baúl por debajo junto a la mujer peliverde y le ayudaron a elevarse hasta que estuvo dentro. Faltaban pocos minutos para que el tren partiera. Eran padres, madres y hermanos pequeños que todavía no tenían edad para asistir al colegio, que agitaban sus manos y saludaban hacia las cabezas asomándose por las ventanillas. El pecoso, que había estado arriba todo este tiempo, recibiendo el baúl de su madre, se percato de que el dueño de las manos extras era alguien que ya había visto antes. El mismo chico de Madam Malkins, cabello negro y rizado, las gafas cayendo en el puente de su nariz, rotas. — Que muchacho tan amable, gracias, muchas gracias — se apresuro en agregar Inko, el motor del expreso agitándose de fondo. Los estaba apurando a despedirse. — ¡Ahí estabas, puedes apurarte Tenko, te quedaras fuera este año! Izuku no noto la atención poco disimulada de su madre hacia el chico, como si intentara ver algo en este. Aunque disimulo rápidamente, haciendo una reverencia. En el interior del tren y tras sus espaldas, apareció este otro chico, el que adornaba su cara con ese objeto muggle. Cabello pelirrojo y ojos azules, el que se adelanto a su hermano pequeño y cruzo la barrera anteriormente. Tenko sonrió a Izuku y se subió, haciéndose espacio por su lado. — Podrías ser más amable, vamos, vamos, apurate— dijo, empujando al otro y ambos se apresuraron hacia el interior del vagón. Inko, desde su lugar en el anden ya estaba frunciendo los labios. Con su atención nuevamente puesta sobre su propio hijo. Sostenía su pañuelo con el hechizo autolimpiante. Izuku pensó que necesitaría uno igual. — Mamá... El tren se agito una vez más, ya casi estaba en marcha. — Nos vemos en Navidad, alejate del bosque prohibido, obedece a tus profesores y sobretodo, aléjate de las escobas. Mientras ella decía todo eso, siguiendo el tren, Izuku permanecía todavía en la puerta y saludaba a la pequeña mujer de ojos y cabello iguales a los suyos, mientras esta solo se convertía en lo que parecía ser una pintura borrosa y lejana. Cuando vislumbro el afuera desde la puerta cerrada y solo se podían ver grandes grupos de árboles a gran velocidad. Arrastro su baúl y la jaula con Hedwig unos pasos, Izuku giro como si fuera un robot. Se paro frente al exageradamente largo pasillo del primer vagón, en realidad solo desde su percepción se sentía extremadamente largo. Obligo primero a una pierna para que se moviera y siendo seguida de la otra, se apresuro en caminar con el peso extra. La mayoría de los vagones ya estaban repletos de estudiantes, que conversaban animadamente entre ellos. Estaban todos mezclados entre sus diferentes edades, muy pocos estaban afuera en los pasillos. Después de un rato fue capaz de encontrarse con un compartimiento, aparentemente vacío y silencioso, cuando deslizo la puerta vio que ya lo ocupaba un chico de su misma edad. Tenía un libro sobre su regazo, que leía ávidamente, ni siquiera volteo a verlo. — O—oye d—disculpa, ¿Esta... ocupado aquí? Ni una una respuesta, este se acomodo en su asiento y paso la página con indiferencia. — Tu eres, ese chico...—dijo, el cabello bicolor perfectamente dividido entre un cabello lacio y ligeramente desordenado, que caía hacia abajo por la inclinación de su cabeza. — No seas una molestia...—alcanzo a decir, más no termino su frase, la puerta fue deslizada de vuelta. Katsuki e Izuku estaban cara a cara, después de mucho tiempo. Pero no estaba solo. Tironeaba su propio baúl y sus acompañantes hacían lo mismo. Desde que ambos cruzaron la barrera, habían estado en lados opuestos del anden, solo entonces, se habían visto las caras por primera vez desde lo sucedido ese día en el puente. — ¿Esta vació? —pregunto un rubio de mirada electrizante. — Parece que hay lugar para todos nosotros, Denki—reviso el de cabello rojo y dientes puntiagudos. — Oh vamos, Kirishima, ¿No lo ves? Aquí apesta—el pelirrojo que lo acompañaba y el rubio lo miraron, confundidos. Katsuki señaló a Izuku sin temor, con una sonrisa arrogante. —Kacchan... — No te atrevas a decirme así aquí, nerd ¿Por que diablos alguien como tu recibiría una carta? Tiene que haber un error, es una farsa, cuando mi Madre me dijo no le creí ni por un momento y ahí estas... de Squib a mago ¿No es sospechoso y oscuro? Katsuki conocía a Kirishima y Denki gracias a su Madre. Sus padres respectivos trabajan en el ministerio, por lo que tuvo oportunidad de convivir con estos y hacerse sus amigos. Ambos chicos se miraron, pero para sorpresa de Izuku no reaccionaron, dando por echo que estaban de acuerdo. Que ahora Kacchan, acababa de encontrar las personas necesarias que necesitaba en su vida, un pensamiento profundo que estaba ahí, pero no lo entendería entonces. Y ahora le hacia sentir tristeza. Agacho la cabeza, rasguñando ligeramente la madera del baúl. Su lechuza batió las alas en la jaula y sacó el pico, dándole un mordisco cariñoso. El chico de dos colores seguía metido en su libro, llamó la atención al cerrarlo de golpe. Levanto la mirada y abrió la boca. Pero no pudo decir nada, otra vez. Otro par de voces hicieron desviar la atención de los estudiantes, se acercaban. — Tienes la corbata torcida—señaló el primero. — Oh vamos, me insististe para que me pusiera el uniforme y me criticas mi forma de ponerme la corbata—protesto el segundo. Sus pasos se detuvieron. El primero ajustando la corbata del segundo; que se quejo teatralmente porque le había ajustado demasiado. —Oh mi fantasma se unirá al Barón Sanguinario—farfullo. —Parece que te mueres de ganas—se empezó a reír el otro con fuerza. Katsuki bufo, dispuesto a buscarse problemas. Disgustado mayormente por una cosa que Izuku sabía, este odiaba a los Slytherin y venía un par muy orgulloso de pertenecer a esa casa. Pues ya estaban cambiados con las túnicas, llevaban corbatas verdes a juego con el escudo de la serpiente en el pecho. —Toya ¿Que dirían tus padres? Llevas esa cosa muggle y no te atas bien la corbata—aligero un poco el nudo y le dio unas palmadas, planchando la túnica arrugada. —Al diablo con ellos, oye mira —Toya señaló—pequeños de primer año. — ¡A quien llamas pequeño, sucio Slytherin! —estalló Kacchan, le acababan de proporcionar la excusa perfecta, pensó Izuku. No los culpaba en realidad. —Kacchan, espera, ni siquiera los conoces—intervino, esperando mínimamente que su atención se concentrará en el. —No te metas en esto, todos saben que Slytherin es la peor casa, si ya no apestaba lo suficiente contigo. Cabello de mierda uno y dos, vamos—miró a Izuku, muy fijamente, agregando—ten cuidado, no vayas a terminar en esa casa, además de haber sido señalado como un Squib, imagínate si terminas en Slytherin... y te vuelves un mago tenebroso. Al momento que quiso pasar por entre Toya y Tenko, Toya puso una mano sobre su hombro, deteniéndolo con una sonrisa sombría. — Repite, quiero oír que repitas eso de nuevo sobre nuestra casa. —No vale la pena Toya, es solo un niñato de primero, anda déjalo. — Escucha a tu amigo—replicó Bakugo, deshaciéndose del agarre. Se abrió paso empujándolos, Kirishima y Denki lo siguieron, mientras miraban hacia los chicos mayores y se alejaban entre reverencias. Izuku duro mucho tiempo con la cabeza baja, sentándose en silencio en el compartimiento. Antes había subido su baúl y acomodado la jaula en el suelo. Los tres chicos restantes se limitaron a observarlo. —¿Crees que estará bien? No ha dicho nada, ese chico se pasó con lo que dijo de Slytherin—dijo Toya. —Me preocuparía más por que te digan que te volverás un mago tenebroso, apenas es su primer año y tienen esa clase de pensamiento—Toya tomó aquello como un regaño por parte del azabache. Toya miro a su hermano pequeño en silencio, devuelto a leer su libro como si no pasara nada. Bufo, solo Tenko sabía la razón. —Mira vamos, Iguchi nos esta esperando. Me volverá loco si no te llevo de regreso y esta este otro, Takami, si sabe que estuve a punto de ser suspendido para el primer partido de la temporada, le dará un ataque. Toda su descendencia me perseguirá para siempre. Tenko negó, estaba preocupado. —Nos vimos en Madam Malkins ¿Te acuerdas? Es normal estar nervioso la primera vez, te dije que pasaría cuando estés en Hogwarts. Pues bien, aún no estamos oficialmente en Hogwarts. El pecoso hizo el intento, levanto la cabeza. No estaba llorando, pero se veía desconsolado. Tenko se sentó a su lado y obtuvo finalmente su mirada. Cada palabra empeoraba su tono ronco. —La escuche, en King's Cross, llegué un poco tarde y pasé por al lado de ti y tu madre. Ella te dijo que no importaba en que casa termines y que te aseguraras de hacer amigos. —Y darme un Galeon por mes—bromeo Toya. Tenko elevo su mano y tiro del adorno en su nariz. Era una perforación reciente y aún le dolía, por lo que el pelirrojo de Slytherin se quejo de dolor. —No nos importara mezclarnos con alguien que no termine en Slytherin y si terminas ahí, pues te vas a divertir de todas maneras. Así que si tienes problemas, somos tus mayores, nos dices. —No me gustaría, ya sabes, causarle problemas en realidad. —No lo sería nunca—se puso de pie, extendió su mano.—Shimura Tenko, creo que no nos presentaron todavía—Izuku entonces entendió lo que quería decirle con sus palabras, al menos por una parte. Lo tendría que haber supuesto, claro, todos hablaban del niño que vivió y valga la redundancia, tenia su propio apartado en los libros de historia. El que había sobrevivido al señor tenebroso, diez años antes en el Valle de Godric. Pero no fue por eso que se puso de pie también y le dio su mano, recibiendo un fuerte apretón de su parte. Había algo más, se sentía comprendido por primera vez en mucho tiempo. —Izuku, Midoriya Izuku. Toya alargo su cuello y se fijo activamente en el pecoso, Shoto empezó a fingir que leía aunque nadie noto que sus ojos no se movían sobre las letras. Izuku estaba acostumbrado al tipo de mirada exhaustiva y los brillos extraños en los ojos de otras personas al dirigirse hacia el, por lo que inmediatamente después de presentarse se fijo en cómo era mirado por el Todoroki mayor del compartimiento. Pero Toya disimulo rápidamente y se paso los dedos por el cabello.
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